FORTALEZA 
VocTEO
 

La virtud de la fortaleza está ya presente en el pensamiento ético griego. Designa, según las circunstancias, la fuerza de ánimo frente a las adversidades de la vida, el dominio de las pasiones, la capacidad de imponerse en la dirección de la cosa pública. Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, pone de relieve dos funciones fundamentales de la fortaleza: soportar y atacar.

Tomás de Aquino se inspira directamente en la concepción aristotélica, introduciendo con todos sus derechos a la fortaleza en el cuadro de la reflexión cristiana, entendiéndola bien como energía dirigida a vencer el miedo que se deriva de la presencia del mal o bien como ánimo para enfrentarse contra el mal y derrotarlo. La fortaleza se opone por tanto a la pusilanimidad y a la inconstancia y tiene su sello supremo en el acto del martirio.

En la época moderna se ha venido  afirmando una concepción limitada de la fortaleza, en cuanto que la moral burguesa hace coincidir la resistencia contra el mal con una especie de pasividad dominada por el resentimiento.

Esta concepción engendra, por otra  parte, la tendencia opuesta a exaltar el anticonformismo y el simple coraje físico, confundiendo la fortaleza con una actitud militarista.

Así pues, es necesario redefinir hoy sus contornos aprovechando las lecciones del pasado y abriéndose a las nuevas condiciones de vida personales y sociales. Frente a las continuas amenazas a que se ve sometida la vida, tanto biológica como moral, crecen las situaciones de ansia y de angustia. El riesgo de perder la identidad y de caer en el sin-sentido exige que la fortaleza sea ante todo lucha por la defensa de la propia dignidad de hombres. Por otra parte, las situaciones de creciente injusticia y de desequilibrio económico suponen que tiene que traducirse en  una forma concreta de proyección en lo social, dirigida a dar una solución a los graves problemas que pesan sobre la vida civil, tanto a nivel nacional como mundial. La fortaleza es capacidad de reaccionar ante las situaciones deshumanizantes y empeño en promover, en todos los ámbitos, los derechos humanos fundamentales.

La fortaleza tiene para el cristiano  su fundamento en una interpretación del hombre y del mundo anclada en la percepción de la salvación realizada por Dios en Jesucristo. En efecto, la esperanza en la victoria del bien no está ligada a la confianza en sólo las fuerzas humanas, sino más radicalmente, en la certeza, que viene de la fe, de que hay un Dios de amor que perdona el pecado del hombre y lo hace capaz de transformar el mundo según su designio.

 G. Piana

 

 Bibl.: E. Kaczynski, Fortaleza, en NDTM,  778-788; J Pieper, Justicia y fortaleza, Rialp, Madrid 1968; P. Tillich, El coraje de existir, Laia, Barcelona 1973.