EZEQUIEL 
VocTEO
 

Este libro figura en el canon entre los profetas posexílicos. Ezequiel es contemporáneo de Jeremías: su actividad se puede colocar en la primera parte del destierro que va del 593 al 571 a.C. Sabemos que era un sacerdote, pero no es seguro el lugar en el que desarrolló su actividad profética: Judea o Babilonia. Durante cerca de siete años, hasta la caída de Jerusalén, su tarea fue la de destruir sistemáticamenle  toda falsa esperanza: es inútil confiar en Egipto y en Sedecías. La caída de Jerusalén confirmó la validez de su anuncio. Después de un silencio forzado, en el período del destierro, comienza a reconstruir una nueva esperanza, basada en la gracia y en la fidelidad de Dios. El libro presenta una estructura bien ordenada: cc. 1-3: se le confiere a Ezequiel su misión profética; cc. 4-24: reproches y amenazas contra los israelitas antes del asedio de Jerusalén; cc, 25-32: oráculos contra los países extranjeros; cc. 33-39: el profeta consuela a su pueblo y promete la llegada de un verdadero pastor: anuncio de la resurrección de la nación (cc. 36-37): cc, 40-48: se describe el estatuto político y religioso de la nueva comunidad: él nuevo templo y las nuevas leyes.

Ezequiel tiene un sentido muy vivo  de la santidad de Dios y quiere que esto se traduzca en todos los aspectos de la vida. Se refiere expresamente a la santidad de Dios cuando repite la frase: «para que sepáis que yo soy Yahveh». También para Ezequiel vale la tesis de que cuanto le ocurre a Judá no es más que el fruto del juicio divino. El reconocimiento de la soberanía divina es para el profeta la base para el mensaje de reconstrucción: puesto que Dios es el soberano, puede reconstruir sobre bases totalmente nuevas lo que ha juzgado y destruido. La sustitución de la antigua alianza por una alianza nueva no es la recompensa por una «vuelta» del pueblo hacia él, sino que es obra de pura benevolencia. Ezequiel rompe con la tradición de la solidaridad en el castigo y afirma el principio de la retribución individual. Toda la doctrina de Ezequiel está centrada en la renovación interior: hay que tener un corazón nuevo y un espíritu nuevo, o mejor dicho, Dios mismo dará « otro" corazón, un corazón "nuevo', y pondrá en el hombre un espíritu "nuevo'"', los ritos quedan valorizados por los sentimientos que los inspiran.

 G. Lorusso

 

 Bibl.: L. Alonso Schokel - J. L, Sicre, Los  profetas, 1, Cristiandad, Madrid 1980; Jesús M. Asurmendi, Ezequiel, Verbo Divino, Estella 41990; L. Monloubou, Un sacerdote se vuelve profeta, FAX, Barcelona 1973; J, C, Turro, El libro de Ezequiel, Mensajero/Sal Terrae, Bilbao/Santander 1969,