EVANGELIZACIÓN DE LAS CULTURAS
VocTEO
 

 Esta expresión es bastante reciente  en el vocabulario teológico y sustituye a la más ambigua de «inculturación del Evangelio» La evangelización se ha pensado siempre en relación con las  personas; pero el nuevo concepto de cultura y las nuevas relaciones e interconexiones que las personas y las comunidades tienen con ella han obligado a ensanchar su horizonte semántico y conceptual. Ante las provocaciones que llegan del mundo contemporáneo, la Iglesia del Vaticano II se ha replanteado también el problema de su forma de relacionarse con las culturas. En el documento Gaudium et Spes se define la cultura y se reconoce su autonomía  propios que permiten su progreso y mantenimiento y se revisan consiguientemente las modalidades de intervención de la Iglesia en su misión evangelizadora (GS 53-62).

La cultura expresa el modo de pensar de las personas, su actividad creadora y espiritual y se refleja en unos comportamientos que favorecen el reconocimiento de grupos y comunidades. Sobre la base de esta comprensión, evangelizar las culturas equivale a entrar en contacto con las riquezas que constituyen la historia de un pueblo. Al ser la forma de pensar y de la acción creativa de hombres y mujeres de generaciones enteras, la cultura es capaz de suyo de acoger el Evangelio, ya que el Evangelio es, a su vez, fuente de promoción espiritual e integral de la persona. Se da, por consiguiente, una relación mutua, no positiva, entre la cultura y el Evangelio. En efecto, éste ha creado e inspirado y sigue inspirando en nuestros días- una cultura.

Las culturas, por su parte, en cuanto  que tienden a un progreso global, pueden ver realizado en el Evangelio el sentido de cumplimiento al que tienden.

Si la terminología es nueva, la evangelización de las culturas es realmente tan antigua como el cristianismo. El primer testimonio de ello son directamente los escritos del Nuevo Testmento; siguen los diversos pronunciamientos de los diversos concilios y las obras de los Padres de la Iglesia. Pensadores como Agustín y Tomás de Aquino llevaron a cabo de hecho una evangelización del pensamiento antiguo; Mateo Ricci en China, Bartolomé de las Casas en América Latina y Roberto Nobili en la India son ejemplos concretos que pertenecen con todo derecho a la historia de la evangelización y de las culturas.

 La tarea que hoy se perfila no es una tarea sencilla. Recordando la expresión de Pablo VI en la Evangelii nuntiandi, hay que observar que «la ruptura entre el Evangelio y la cultura es sin duda el drama de nuestra época» (EN.20), y esto no facilita ciertamente la tarea de una forma renovada de interacción entre las dos. Así pues, es necesario abandonar las expresiones de sospecha y de cerraz6n para asumir la "responsabilidad del diálogo y del compromiso para el futuro. Además, las culturas de nuestra época están marcadas por un proceso de masificación, fruto del papel decisivo que representan los medios de comunicación social. Es necesario que una evangelización de las culturas no vea una obra diabó1ica en la comunicación y en los medios que nos ha dado el progreso, sino que actúe con ellos y sobre ellos para que pueda producirse una verdadera cultura y con ella una conciencia renovada de participación y de progreso.

R. Fisichella

 

 Bibl.: H. Carrier, Evangelización de la cultura, en DTF 448-459. E. Chiavacci, Cultura, en DTI, 11,' 230-240;' L. Duch, Historia y estructuras religiosas, Barcelona 1978; R. Niebuhr, Cristo y la cultura, Barcelona 1968; P. Poupard, Iglesia y culturas, EDICEP, Valencia 1988.