DIRECCIÓN ESPIRITUAL
VocTEO
 

Si echamos una ojeada a la evolución de la formación cristiana y religiosa, resulta constante la presencia de «Padres espirituales», dispuestos a responder a la necesidad espontánea de quienes desean tratar con una persona y dispuesta a acompañarles preparada en su camino hacia Dios. En el curriculum de formación de las personas que se entregan directamente a Dios (sacerdotes, religiosos, religiosas, personas consagradas) la práctica de la dirección espiritual ha tenido siempre un papel fundamental.

La psicología humanista-existencial, con el nuevo concepto de persona que ha elaborado y a través del método terapéutico que se inspira en ella, ha ejercido una fuerte influencia en las relaciones interpersonales y en el modo de promover un proceso de maduración a nivel tanto psicológico como espiritual. Así se ha ido formando una sensibilidad cada vez más inclinada a poner a la persona en el centro de la obra formativa, relegando al papel de «acompañante» al que antes tenía un papel autoritario indiscutible y era el actor principal de la formación.

El nuevo planteamiento ha supuesto en el ámbito de la dirección espiritual un cambio radical de método. Los principios de inspiración para llevar a cabo una dirección espiritual, no va verticalista y autoritaria, sino basada en una interacción dirigida a estimular los recursos humanos y espirituales presentes en cada uno, se han sacado del método terapéutico « centrado-en la-persona», ideado por C. Rogers y desarrollado luego por sus discípulos.

Este método, a su vez. se inspira en una visión particular del hombre y en la función determinante de unos dinamismos interiores en el proceso de maduración.

La concepción del hombre que subyace a este método presenta una doble connotación: es positiva, en cuanto que admite el impulso interior hacia la realización plena de sí mismo, y es abierta en cuanto que tiende naturalmente hacia unos valores trascendentes (Y. Frankl). El método «centrado en – la - persona" intenta facilitar en el individuo una clara toma de conciencia de los propios recursos interiores, explotar la situación presente poniéndola en confrontación con la meta a la que tiende, despertar el deseo de comprometerse en un camino de perfección.

La tarea del padre espiritual consiste en estimular y en sostener a la persona a lo largo del camino, limitándose a acompañarla, sin precederla ni sustituirla en la valoración de las situaciones y en la decisión o en la asunción de responsabilidades. Está comprometido a promover en el individuo un nuevo aprendizaje, capaz de iniciar un proceso de conversión, o de purificación, o de ulterior perfeccionamiento en las relaciones con Dios.

El término «director espiritual» expresa exactamente todo lo contrario de la función que requiere este método, indicado también como «no-directivo». De aquí la propuesta de sustituir este término por otras denominaciones, como: consejero, consultor, acompañante, animador, facilitador.

El tipo de ayuda que ofrece este método no consiste en dar algo va confeccionado (exhortaciones, - consejos, prohibiciones), sino en promover en la persona un proceso de maduración y de perfección en el que los elementos dinámicos están constituidos por los recursos psicológicos y espirituales que actúan en el individuo. Se podría expresar la tarea del padre espiritual diciendo que «ayuda a la persona a ayudarse».

Desde un punto de vista metodológico, el encuentro de ayuda espiritual se basa en algunas actitudes mediante las cuales el padre espiritual intenta estimular en la persona una reacción específica que la debería llevar a comprometerse en el proceso hasta asumir ella misma la iniciativa y la responsabilidad del camino. Esquematizando las actitudes del padre espiritual y las respuestas de la persona que acude a él, podríamos decir que él:
- acoge con bondad y escucha con interés a la persona («prestar atención»);
- interviene poniéndose en la perspectiva del otro y respetando el significado que tiene ia situación para el individuo («responder»);
- ayuda a descubrir y a aceptar la  parte de responsabilidad que corresponde a la persona («personalizar");
- estimula a la acción apelando a  unos motivos a los que sea sensible la persona («iniciar").

A estas intervenciones del padre espiritual, la persona que acude a él responde normalmente con comportamientos que señalan un camino construido, como:
- interesarse y comprometerse a comunicar su propia situación interior;
- tomar conciencia de la situación  en que se encuentra;
- tomar en cuenta el camino que de be recorrer para acercarse gradualmente a la meta deseada;
- asumir con sentido de responsabilidad el compromiso para actuar el plan programado de acuerdo con el padre espiritual.

Son éstos los momentos que ponen  ritmo al encuentro de ayuda espiritual inspirado en el método terapéutico «centrado – en – la – persona" que surgió en los Estados Unidos por los años 40.

La aplicación de este método a la dirección espiritual, realizada casi inmediatamente en América (el Pastoral Counseling), se introdujo a continuación en los países del norte de Europa y en la América Latina. Sólo en los años 60 comenzó también entre nosotros una sensibilización a la propuesta de preparar a los futuros padres espirituales según un método que, además de corresponder a las esperanzas y a la nueva sensibilidad de la gente, ofrece indicaciones válidas y comprobadas para llevar a cabo un acompañamiento eficaz en el camino espiritual.

 B. Giordani

 

 Bibl.: Dirección espiritual, en DE, 1, 618 618; AA. VV , Praxis de dirección espiritual, Fomento de centros de enseñanza, Madrid 1974; G, Cruchon, La entrevista pastoral, Razón Y Fe, Madrid 1970; Ch. A. Curran, La psicoterapia autogógica, counseling y sus aplicaciones educativas y pastorales, Razón y Fe. Madrid 1963; J. Laplace, La dirección de conciencia. El diálogo espiritual, Apostolado de la Prensa, Zaragoza 1967; A. Mercatali, Padre espiritual NDE. 1046-1061.