CONTEMPLACIÓN
VocTEO
 

El término latino contemplatio evoca la palabra templum e indica la acción del vidente o del sacerdote pagano que dirige a su alrededor su mirada desde un lugar sagrado determinado. La palabra griega correspondiente es teoria, que se traduce corrientemente por la palabra « contemplación » Clemente de Alejandría, por ejemplo, dice: «Los que tenemos el uso de la vista contemplamos lo que se ofrece a nuestra mirada" (Strom. 1, 16), A nivel filosófico puede definirse como « simplex intuitus veritatis" (5. Th. , 11-11, q. 180, a. 3, 6), por el hecho de que connota una experiencia típica de posesión tranquila y de disfrute de la verdad.

La contemplación puede ser de orden estético, cuando tiene como finalidad propia la belleza; de orden filosófico, cuando tiene por objeto la verdad; de orden religioso, cuando se orienta hacia la experiencia de Dios o de las cosas espirituales. En el ámbito religioso, la contemplación se considera siempre como un acto de altísima espiritualidad que penetra en la esfera luminosa de las verdades divinas, ennobleciendo y transformando el espíritu. En el ámbito cristiano la contemplación recuerda el deseo de ver a Dios y de contemplar su rostro, que era propio de los justos del Antiguo Testamento, pero también la experiencia de los apóstoles y discípulos que pudieron gozar del conocimiento y de la visión del Verbo encarnado: incluso después de la ascensión del Señor, el creyente puede tener en esta vida, mediante la fe y la caridad, una experiencia de lo divino; esto se lleva a cabo mediante el don de la nueva alianza en el Espíritu, con la contemplación del misterio, va que Dios «ha encendido esa luz en nuestros corazones para hacer brillar el conocimiento de la gloria de Dios, que está reflejada en el rostro de Cristo" (2 Cor 4,6).

Son muchas las definiciones de la contemplación. Guv 11, en la Scala claustralium (PL 18~, 475-484), la presenta como el cuarto grado de la lectio divina: «La contemplación es, por así decirlo, una elevación del alma que se levanta por encima de ella misma hacia Dios, saboreando los gozos de la eterna dulzura". Juan de la Cruz habla de ella en el ámbito del conocimiento de Dios y de sus misterios por medio de la fe ~ del amor, definiéndola como «noticia general y amorosa de Dios», Pablo VI la describió de esta manera: «El esfuerzo de fijar en Dios la mirada y el corazón, que nosotros llamamos contemplación, se convierte en el acto más alto y más toda pleno del espíritu, en el acto que vía hoy puede y debe jerarquizar la inmensa pirámide de la actividad humana» (9 de diciembre de 1965: homilía en la sesión 9 del concilio Vaticano II), La contemplación es un acto simple de fe Y de amor que, con la acción del Espíritu Santo y de sus dones, especialmente mediante el don de la sabiduría, permite al creyente entrar en comunión con Dios y con su misterio. Los autores distinguen entre una contemplación inicial, llamada a veces «adquirida» una contemplación infusa o mística. El cristiano queda habilitado para la contemplación de los misterios de la fe mediante la iluminación bautismal. La carta de la Congregación para la doctrina de la fe Orationis formas (15 de octubre de 1989) afirma: «En el camino de la vida cristiana la iluminación sigue a la purificación... Desde la antigüedad cristiana se hace referencia a la iluminación recibida en el bautismo y que introduce a los fieles, iniciados en los misterios divinos, en el conocimiento de Cristo mediante la fe que actúa por medio de la caridad. Más aún, algunos escritores eclesiásticos hablan expresamente de la iluminación recibida en el bautismo como fundamento de aquel sublime conocimiento de Cristo (cf. Flp 3,8) que se define como teoria o contemplación" (n. 21). La contemplación infusa, o mística, es un don o carisma particular del Espíritu que capacita a la persona para un conocimiento y experiencia superior de Dios y de las cosas divinas, pero siempre mediante la fe y dentro del ámbito de las realidades reveladas. Es el fruto de purificaciones y de iluminaciones ulteriores del Espíritu Santo, y se abre a la experiencia mística en todas sus formas; a veces la palabra contemplación se entiende simplemente como mística y abarca todo el campo de la experiencia sobrenatural, con la connotación de conocimiento, sabiduría, fruición del misterio mediante la fe y el amor.

En el ámbito de la teología y de la espiritualidad, la palabra contemplación evoca algunas antinomias muy conocidas :

1. Acción y contemplación, o vida activa y vida contemplativa: se trata de dos expresiones de la vida de la Iglesia, representadas a veces por la exégesis de Lc 10,38-42, a propósito de las dos hermanas de Betania, Marta y María. La SC 2 afirma que la Iglesia en su totalidad es «ardiente en la acción y entregada a la contemplación». sin embargo, en ella «la acción está subordinada a la contemplación". La contemplación es además una de las funciones con que la Iglesia profundiza en el depósito de la revelación (DV 8). La espiritualidad ha procurado siempre superar estas antinomias señalando la acción en algunas fórmulas como fruto de la contemplación, como por ejemplo «contemplata aliis tradere" (cf. LG 41 Y PO 13). Hoy se tiende a la unidad de - vida que ve la acción unida a la contemplación: ser «contemplativos en la acción».

2. Se ha superado ya la polémica artificial entre liturgia y contemplación. En efecto, la liturgia tiende a la contemplación, puede convertirse en contemplación: supone la actuación de la vida teologal y una acción interior del Espíritu; además, hunde sus raíces en la gracia bautismal y se alimenta de la eucaristía, de la Palabra y de la plegaria de la Iglesia.

J castellano

 

Bibl.: AA, vv Contemplation, en DSp, 11, 1643-2193: J. Nicolas, Contemplation et vie contemplative, Friburgo Br. 1980; T Álvarez - E, Ancilli, Contemplación, en DE~ 1, 472-480.