BIBLIA
VocTEO

 

 1. La Biblia, biblioteca. La palabra  Biblia se deriva del vocablo griego biblia, plural de biblion (librito), diminutivo de biblos (libro).

Así pues, Biblia significa libritos, libros pequeños. En efecto, incluso los libros más largos de la Biblia (por ejemplo, Isaías, que tiene 66 capítulos) no pueden compararse ni mucho menos con las novelas más breves de la literatura del s. xx.

La Biblia es una verdadera biblioteca; comprende hasta 73 libros, enumerados ya en los catálogos más antiguos. Ya el concilio de Hipona del año 393 tiene el siguiente texto: "(Nos pareció bien que), fuera de las Escrituras canónicas, no se lea nada en la Iglesia bajo el nombre de sagradas Escrituras. Las Escrituras canónicas, por tanto, son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números,  Deuteronomio, Jueces, Rut cuatro Libros de los Reyes, dos libros de los Paralipómenos, Job, el Salterio davídico, cinco libros de Salomón, doce libros de los Profetas, Isaías, Jeremía.  Daniel, Ezequiel, Tobías, Judit, Ester, dos libros de Esdras, dos libros de los Macabeos. Del Nuevo Testamento: cuatro libros de los Evangelios, un libro  de los Hechos de los Apóstoles, trece cartas del apóstol Pablo, una de él mismo a los Hebreos, dos de Pedro, tres de Juan, una de Santiago, una de Judas, el Apocalipsis de Juan. Consúltese a la Iglesia del otro lado de los mares para la confirmación de este canon».

Nótese cómo el término Escritura,  que los cristianos creyentes de hoy suelen designar como sagrada Escritura, es de origen bíblico.

Pablo escribe: (y sabemos que  cuanto fue escrito en el pasado, lo fue para enseñanza nuestra, a fin de que, a través de la perseverancia y el consuelo que proporcionan las Escrituras, tengamos esperanza» (Rom 15,4). Pero la Biblia es también un bosque lleno de dificultades y de senderos que corren el riesgo de no llevar a ningún sitio: un callejón sin salida.

La multiplicidad de los géneros literarios, la distancia cultural respecto a nuestros modos de hablar, a nuestros usos y costumbres, a nuestras imágenes y nuestros símbolos, corren el peligro de crear un bloque, si no sabemos captar la identidad de estos libros como obras de literatura, más acá de su profundidad "mística".

De manera que es posible hablar de  un doble reconocimiento de esta biblioteca-bosque: obras de hombres y obra de Dios; y consiguientemente se puede atestiguar una doble fidelidad.

 

 2. Palabra de Dios escrita para nosotros.- Constatemos ante todo qué es lo que la Biblia dice de sí misma.

Sobre todo el s. VII a.C. es rico en indicaciones (por lo que se refiere a la Ley) sobre la literatura deuteronomista Y sobre el profetismo contemporáneo, especialmente Jeremías. El texto de 2 Re 22,8-23,24 ofrece una excelente descripción de la fe de Israel en el libro  de la lev. Se narra el episodio del hallazgo (fe un "libro de la lev" durante los trabajos de restauración del templo bajo el rey Josías (622 a.C.). Las afirmaciones iluminadoras que hay que subrayar son las siguientes: las palabras del libro son palabras de Yahveh: la lectura se hace repetidas veces en público y en privado: este acercamiento al libro promueve (o al menos está en el origen de) una reforma religiosa durante la cual se eliminan los cultos legítimos, se celebra la Pascua y - se renueva la alianza.

El c. 36 de Jeremías nos atestigua la  fe de Israel en el libro profético. En el período posterior al destierro, período de la restauración, y en tiempos va muy cercanos al Nuevo Testamento, tenemos una comunidad que se constituye en torno a los libros sagrados, En Neh 8,22-4 Esdras lleva el libro de la ley y lo proclama ante el pueblo.

Es importante destacar, no sólo el con texto penitencial y la renovación religiosa que nos atestigua esta relato, sino también el culto a los libros bíblicos veterotestamentarios, reconocidos como Palabra de Dios en torno a la cual se reúne el pueblo en incipientes liturgias sinagogales, configurándose así como comunidad de fe. Más tarde, en 1 Mac 3,48 y en 12,9-10, tenemos otros dos testimonios interesantes.

El libro es realmente para Israel sacramento revelador y eficaz respecto al misterio de la historia.

En los escritos del Nuevo Testamento vemos confirmada y profesada esta misma fe de los libros veterotestamentarios y en estos libros como palabra J de Dios; se trata de un éschaton que ha pasado y que es nuestro futuro: "la verdad en poder de nuestro Seftor Jesucristo", (2 Pe 1,16): y precisamente porque unos guían a la salvación por medio de la fe en Jesucristo» (1 Tim 3,15), las Escrituras son consideradas en su origen como penumático-divinas, en su verdad salvífica y en su eficacia eclesial, sobre todo en tres textos clásicos: 2 Tim 3,14-16: 1 Pe 1,10-12; 2 Pe

 

 3. La lista de los libros de Dios.- La reflexión sobre la lista de los libros de Dios o Canon puso siempre de manifiesto las múltiples relaciones que existen entre la Escritura y la Iglesia,  hasta el punto de que la una es momento constitutivo de la otra.

Podemos proponer sintéticamente  una serie de afirmaciones que nos presentan de forma sistemática la reflexión sobre el canon (lista de los libros inspirados por Dios):

- La Iglesia ha tenido siempre conciencia de que posee unos libros normativos para la fe: lo atestiguan los Padres de los cuatro primeros siglos. - El número de estos libros está fijado en unas listas concretas y ha quedado definitivamente cerrado -(cf. los últimos concilios ecuménicos).

- El criterio para especificar cuáles  son estos libros ha sido constantemente la Tradición y la Iglesia. Adviértase cómo al principio los criterios para el reconocimiento y el uso de la Escritura, como libros normativos, por los pocos elementos de que disponemos, parecen haber sido su ortodoxia y  su origen apostólico.

- La Iglesia ha reconocido siempre,  contra cualquier intento de jerarquización y de diferenciación, que eran igualmente normativos todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Precisamente los deuterocanónicos  son un caso particular de la confirmación de este reconocimiento del mismo valor de todos los libros de ambos Testamentos.

- Los problemas que se plantearon  en los concilios ecuménicos (concilio de Florencia: DS 1334ss: concilio de Trento: DS 1501; concilio Vaticano I: DS 3006) se refirieron siempre tan sólo a la extensión de la sagrada Escritura (la lista de los libros), a su naturaleza y a su papel en la economía de la revelación divina (inspiración-función de la Biblia).

 

4. Verdad y eficacia de la Biblia.- En  el pasado se habló de la inerrancia en la Biblia, sin darse cuenta de que se utilizaba una expresión negativa (la Biblia no tiene errores) para indicar una característica eminentemente positiva: la Biblia es verdadera, tiene su propia verdad radical y profunda.

Esta Palabra de Dios dirigida a los  hombres por medio de unos autores "inspirados» por Dios (y que por tanto tiene a Dios como verdadero autor) contiene la misma verdad que la revelación divina, es decir, su contenido es  el misterio de la salvación realizado en Jesús, el Señor; y esta verdad se califica a través de un desarrollo progresivo de la revelación a través de milenios de historia, de la que los libros bíblicos son un testimonio fiel Y atento. Desde este punto de vista se ha podido captar una serie de características de la verdad de la Biblia: de estilo semítico, para el que conocer significa experimentar, encontrarse, amar; una verdad marcadamente religiosa; una verdad que el hombre va descubriendo con esfuerzo y gracias a su compromiso personal y a su colaboración con el provecto de Dios; una verdad que, como Ya hemos dicho, va progresando, intentando expresar lo inexpresable.

Como palabras inspiradas por el Espíritu Santo, los libros bíblicos tienen una fuerza particular: la eficacia misma de la Palabra de Dios que suscita la fe en Jesús, Cristo y Señor, y ayuda a interpretar la historia y la vida - personal a la luz de la dialéctica de la Pascua.

Las palabras bíblicas, como norma  para toda la vida de la Iglesia, guían y animan a los ministros en el anuncio y a todo el pueblo de Dios en la oración, en el testimonio y en el servicio a todos los hermanos.

(Para la interpretación de la Biblia,  /Hermenéutica bíblica).

 L. Pacomio

 

 Bibl.: L. Pacomio, Sagrada Escritura, en  DTI, 1, 213-148; A. Robert - A. Feiullet, Introducción a la Biblia. 2 vols.. Herder, Barcelona 1967; P. Grelot, La Biblia, Palabra de Dios, Herder, Barcelona 1968; Col. «Introducción al estudio de la Biblia». Verbo Divino, Estella.