APÓSTOL

Este término se deriva del griego apóstolos y significa «enviado,. El Antiguo Testamento lo usa a menudo con este sentido, indicando a la persona que es enviada oficialmente por el rey para representarlo. Este mismo concepto se encuentra también para los profetas, aun cuando no se utilice directamente este término (cf. 1s 6,8; 61,1).

En el período posterior al destierro adquiere un significado más específico, por lo que también el sacerdote y  el levita son llamados "enviados" por Dios con la función de enseñar al pueblo los preceptos de la Torá (2 Cr 177-9).

El Nuevo Testamento recibió en un primer momento el sentido veterotestamentario; pensemos, por ejemplo, en Pablo, que pidió al Sanedrín cartas para ser «enviado" a Damasco (Hch 9,2). Posteriormente se corrigió y se enriqueció este concepto. Antes de indicar un título, tal como sucede hov en el vocabulario común, «apóstol" indicaba una misión: la de ser enviado con credenciales para anunciar el evangelio. En este sentido lo vemos utilizado en la comunidad de Antioquía, como demuestra Hch 15,22, hablando de Bernabé y de Silas, o bien de Bernabé y Saulo en Hch II,3. Sin un énfasis especial, este término está también presente en las cartas de Pablo, cuando el apóstol apela al hecho de que ha sido enviado a anunciar el evangelio en virtud de una llamada del Resucitado ( 1 Tes 2,7. 4,4; 2 Cor 5,20. Gál 1,1). Una reflexión lenta y continua ha permitido que apóstol indicase posteriormente al grupo de los Doce y llegara a identificarse con ellos; los evangelios demuestran que la identificación ya había tenido lugar. Repetidas veces la teología de Mateo pone a los apóstoles como los fundamentos del nuevo pueblo; Lucas los describe como los testigos particulares de la resurrección; Marcos les confía la tarea de participar de la misma autoridad que el Maestro y Juan subraya su vinculación de dependencia con Cristo.

Desde el punto de vista teológico, el término tiene un peso decisivo para la comprensión de la Iglesia y de su función evangelizadora. En efecto, la Iglesia se comprende a sí misma y se define como «apostólica', esto es, fundada por Cristo sobre los apóstoles, para que la revelación pueda transmitirse y mediarse en el mundo hasta su regreso glorioso al final de los tiempos. La nota de la apostolicidad es una caracterización fundamental de la Iglesia y no indica sólo una función espiritual, sino igualmente una dimensión jerárquica e institucional de la misma; en este sentido, es una estructura esencial de la comunidad cristiana. Es verdad que, como testigos oculares del Resucitado, los apóstoles poseen una peculiaridad muy suya; el tiempo de los Doce se caracteriza plenamente como distinto del resto de la historia de la Iglesia; de todas formas, su función se explicita en el tiempo a través de sus sucesores, los obispos, que forman el colegio episcopal que continúa ininterrumpidamente el servicio eclesial,

R. Fisichella

 

Bibl.: D. Muller Apóstol, en DTNT 1, ]39]46; K. H, Rengstorf Apostolos, en TWNT 1, 407-446: A. Medebielle, ApOtre, en D~ Suppl, 1, 533-588.