ANGLICANISMO

El anglicanismo surgió en Inglaterra después del acta de supremacía ( 1534), proclamada por Enrique VIII como cabeza suprema de la Iglesia dentro de su reino. En los siglos siguientes el anglicanismo se difundió por todo el imperio británico. La comunión anglicana comprende unas 25 Iglesias nacionales independientes, unidas por la comunión con el arzobispo de Canterbury. Casi la mitad de los anglicanos del mundo viven en las islas británicas.

Teológicamente, el anglicanismo debe distinguirse de la reforma que comenzaron Lutero y Calvino. Enrique VIII era fuertemente antiprotestante y mantuvo la mayor parte de los elementos de la Tradición, de manera que -prescindiendo del reconocimiento del papa como cabeza de la Iglesia- el primer anglicanismo no era muy distinto del catolicismo romano. Sin embargo, un número cada vez mayor de líderes de la Iglesia de Inglaterra mostraron muchas simpatías por el pensamiento de los reformadores del continente, especialmente por Calvino. En consecuencia, el anglicanismo fue evolucionando poco a poco hacia una mezcla en la que se conservaban algunos elementos de la tradición católica junto con un aprecio por algunos aspectos de la reforma protestante. Como tal, el anglicanismo ha sido definido como una vía media. La comunión anglicana ha sido caracterizada también por la «comprensividad» con que se toleraba una diversidad bastante amplia de doctrinas y disciplinas, una vez asentada la aceptación de los elementos fundamentales del cristianismo. Estos elementos fundamentales alcanzaron su expresión clásica en el llamado Cuadrilátero de Lambetll (1888), elaborado por la Conferencia de Lambeth, la reunión de delegados de toda la comunión anglicana, que comenzó en 1867 y convocada luego cada diez años. Según el Cuadrilátero, hay cuatro elementos necesarios al cristianismo: fe en las Escrituras como Palabra de Dios, profesión de los credos antiguos; celebración del bautismo y de la eucaristía como los dos sacramentos instituidos por Jesucristo; y el episcopado histórico.

Entre los documentos más importantes de la historia anglicana están: el Libro de oración comun ( 1549) y los 39 Artículos ( 1571). El Libro de oración comun subraya la importancia que los anglicanos dan a la liturgia y a la tradición. Los 39 Artículos ilustran la manera en que algunas doctrinas protestantes, como la justificación a través de la fe, llegaron a integrarse en la presentación tradicional de la fe cristiana sobre la Trinidad, Jesucristo, la Iglesia y los sacramentos.

Desde el punto de vista ecuménico., los anglicanos han prestado su ayuda a la fundación del Movimiento Fe y Constitución ( 1927) y del Consejo ecuménico de las Iglesias ( 1948). Las Conversaciones internacionales anglicanas católico romanas (A.R.C.I.C.) han presentado importantes documentos sobre la eucaristía, el ministerio, la autoridad, la salvación y la Iglesia. La ordenación de las mujeres ha complicado las relaciones anglicanas con los católicos y los ortodoxos.

W Henn

 

Bibl.: E. Iserloh, El cisma inglés y la reforna protestante en Inglaterra, en H. Jedin (ed.). Manual de historia de la Iglesia, Herder, Barcelona 1972, 460-475.