AGUSTINISMO

En sentido amplio, el término indica la perspectiva teológico-filosófica típica de san Agustín: en sentido estricto, señala la visión particular del obispo de Hipona sobre el problema de la gracia. Gracias a Agustín, el pensamiento filosófico en general, y el platónico en particular, ha adquirido «derecho de ciudadanía" en la teología occidental, en el sentido de que ha sido utilizado serenamente, después de las oportunas correcciones, para profundizar en el misterio cristiano, Los escritos de Agustín se convirtieron en un instrumento privilegiado, bien para el desarrollo del pensamiento teológico, bien para la solución de algunas controversias particulares. Aunque nunca representó un sistema orgánico y riguroso, como sería más tarde el tomismo, el agustinismo fue realmente hasta el s. XIII el alma y la referencia principal del pensamiento teológico de Occidente.

En relación con el problema de la gracia, el agustinismo constituye ante todo la superación de los límites del maniqueísmo que niega la existencia de la libertad, y del pelagianismo, que niega la necesidad de la gracia. En particular, contra Pelagio, que niega el orden sobrenatural, afirmando la independencia absoluta de la libertad del hombre respecto a Dios, la autonomía del hombre en el ejercicio del bien, su capacidad de salvarse gracias al uso correcto y riguroso de la libertad, la posibilidad de la perfección sin la ayuda de Dios, la gravedad absoluta incluso del pecado más pequeño y la condena a la perdición de todos los pecadores. Agustín sostiene los siguientes principios (asumidos por la fe eclesial): a} el pecado original, que provocó la pérdida de la inmortalidad en el primer hombre, es transmitido por él a todos sus descendientes, que tienen necesidad del bautismo para el perdón de los pecados: es imposible que los niños no bautizados entren en el Reino de los cielos y gocen de una auténtica bienaventuranza: b} la gracia no sólo es necesaria para el perdón de los pecados, sino que es además una ayuda necesaria para no cometerlos: no se da la impecabilidad en el hombre, como afirman los pelagianos: la santidad es puro don de Dios, lo mismo que la gracia.

En la visión agustiniana tienen una importancia fundamental estos principios: se da una prioridad absoluta de Dios respecto a las acciones virtuosas del hombre: contra toda emancipación de la libertad respecto a la acción divina, hay que reconocer la soberanía absoluta de Dios sobre la voluntad del hombre: sin la gracia, no hay bondad, no hay virtud, no hay perseverancia, no hay salvación.

G. M. Salvati

 

Bibl.: E. Portalié, Augustinisme, en DTC 1111, 2501-2561. , A. Trapé, Agustinismo, en DPAC, 1, 61-64; E. Cimoris, Agustinismo, en SM, 1, 69-81.