Santa Sede

Histórico encuentro ecuménico entre el patriarca armenio y el Papa

Avanza la unidad entre las dos Iglesias

CIUDAD DEL VATICANO, 9 nov (ZENIT.org).- El diálogo ecuménico ha sido testigo hoy de un histórico paso. En la Sala Clementina del Vaticano, Juan Pablo II recibió a las seis de la tarde la visita de Su Santidad, Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todos los Armenios.

Tras el encuentro con el patriarca, el papa recibió a toda la delegación armenia. El ambiente estaba caracterizado por una solemnidad particular. Vinieron con Karekin II, además del ministro armenio para Asuntos Religiosos, 17 obispos de los cuatro rincones del planeta y numerosos representantes de la diáspora de América, de Europa, de Oriente Medio, África e incluso de Australia.

La Iglesia ortodoxa armenia cuenta hoy con unos 7 millones de fieles, de los cuales tan sólo 2 millones viven en Armenia. Los demás tuvieron que viven en el exilio como consecuencia del genocidio perpetrado por el Imperio Otomano.

Divididos después de más de 1500 años, católicos y armenios apostólicos pusieron fin, en 1996, a sus diferencias sobre la naturaleza de Cristo, cuestión teológica que había sido la causa de la separación original.

En su encuentro, Karekin II renovó la invitación de su Iglesia para que Juan Pablo II visite Armenia. El Papa había previsto ir a este país en junio 1999, al final de su visita apostólica a Polonia. El viaje se tuvo que suspender, pues el predecesor del patriarca actual, Karekin I, amigo del Santo Padre, cayó gravemente enfermo.

«Estamos convencidos de que las diferencias dogmáticas entre la Iglesia de Cristo son una ineluctable faceta de nuestra historia común --dijo Karekin II en su discurso--; son el resultado del intento de expresar una verdad particular con lenguajes distintos y modos de pensar, con la aspiración de penetrar en las profundidades de la divina revelación. De todos modos, estas diferencias no deberían ser entendidas como un obstáculo para nuestras relaciones fraternas, para nuestra unidad y amor en Cristo. En este sentido, profesamos la real y mística unidad de la Iglesia».

Por su parte, Juan Pablo II deseó ante el patriarca armenio que «el año de gracia de 2000 sea para todos los discípulos de Cristo un momento para dar un nuevo impulso a nuestro compromiso ecuménico, aceptándolo como un imperativo para las conciencias cristianas. De esto depende en buena medida el futuro de la evangelización, la proclamación del evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo».

El culmen de la visita del patriarca armenio tendrá lugar mañana, con la celebración ecuménica en la que el Papa entregará a la comunidad armenia apostólica una reliquia de san Gregorio el Iluminador, protector del país caucásico. Al final de la liturgia, Juan Pablo II invitará a comer a Karekin II y a una parte de su séquito.


El Papa: santidad y cultura, binomio del éxito de una universidad católica

Visita la Facultad del Hospital Gemelli, el «Vaticano número 3»

ROMA, 9 nov (ZENIT.org).- ¿Cuál es el objetivo de una universidad católica? Juan Pablo II respondió esta mañana a este interrogante con una respuesta directa: formar profesionistas y científicos capaces de «vivir una síntesis entre Evangelio y cultura», tratando de «hacer del compromiso cultural un camino de santidad», en «íntima armonía entre fe y razón».

El pontífice ofreció esta respuesta a los estudiantes y profesores de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma, al inaugurar esta mañana, en sus instalaciones, el año académico que marca también el ochenta aniversario de su fundación.

Esta Universidad es conocida en el mundo entero por su Facultad de Medicina, fundada entonces por el padre Agostino Gemelli, quien da el nombre al hospital anexo, en el que ha sido internado seis veces Juan Pablo II en sus veintidós años de pontificado.

«Cuando me han dicho: "vamos al Gemelli"; he pensado: "¡esta vez no me van a internar en el hospital!"», confesó bromeando el Papa. «Por eso, os agradezco el que esta vez nos hayamos encontrado sin necesidad de que me hospitalicen».

La última vez que el Papa Wojtyla fue hospitalizado en el Gemelli, en 1996, con motivo de la operación de apendicitis, definió este Hospital como el «Vaticano número 3». El número 2 es Castel Gandolfo, la residencia de descanso de los Papas, recordó.

El Papa ofreció su ponencia precisamente en el auditorio de la Facultad de Medicina ante personalidades civiles y religiosas de Roma e Italia.

Cultura y santidad 
Tras el saludo del rector, el profesor Sergio Zaninelli, el sucesor de Pedro afrontó de lleno el meollo de su discurso afirmando que el binomio «cultura y santidad» no es «una relación indebida», pues «el compromiso cultural y el compromiso espiritual, en vez de excluirse o de estar en tensión, se apoyan mutuamente».

«La inteligencia tiene ciertamente sus leyes y sus recorridos --añadió--, pero tiene todas las de ganar cuando la persona en búsqueda es santa. La santidad, de hecho, pone al estudioso en una condición de mayor libertad interior, llena de sentido su esfuerzo, sostiene su cansancio con la contribución de esas virtudes morales que plasman hombres auténticos y maduros».

Humanismo integral 
Por este motivo, Juan Pablo II consideró que «cultura y santidad es el binomio del éxito para la construcción de ese humanismo integral del que Cristo, revelador de Dios y revelador del hombre, es modelo supremo. Las aulas de la Universidad Católica tiene que ser como un laboratorio calificado de este humanismo».

Por último, Juan Pablo II aplaudió dos iniciativas pioneras de la Universidad Católica de Roma. Ante todo, mencionó el nuevo Instituto Científico Internacional Pablo VI para la investigación sobre la fertilidad e infertilidad humana, que pretende «encontrar soluciones cada vez más eficaces, en la línea de la ética sexual y procreadora confirmada constantemente por el Magisterio».

Ciencia y embrión humano 
En segundo lugar, aplaudió la publicación de un nuevo documento de esta Universidad, «Desarrollo científico y respeto del hombre», en el que afronta particularmente el problema de la utilización de embriones humanos en la investigación sobre células madre o estaminales.

«En aspectos como éstos --comentó el pontífice-- no están en juego sólo algunos aspectos bizantinos de la cultura, sino un conjunto de valores, de investigaciones y de comportamientos de los que depende en buena parte el futuro de la humanidad y de la civilización»

El documento, según ha explicado a los micrófonos de Radio Vaticano el rector de la universidad, el profesor Zaninelli, busca evitar contraposiciones estériles y afrontar el argumento de la utilización de embriones humanos en el área de la investigación desde el punto de vista de la razón.

«Como institución estamos convencidos de que la investigación científica puede ofrecer otro tipo de contribuciones [uso de células del cordón umbilical, por ejemplo] que están en conformidad con indicaciones de naturaleza ética y que reconocemos como válidas».

Adiós conmovido 
Al final, el Papa dirigió un saludo especial a los estudiantes de Medicina. «¡Aprended ya desde ahora a tratar a los enfermos como si fueran el mismo Cristo! --les exhortó--. ¡Un trato como el que yo mismo he experimentado aquí, en el Gemelli!».

El Santo Padre, con emoción, recordó antes de despedirse a algunos de los médicos que le han atendido y que han fallecido recientemente, y, en particular, a la generosa religiosa enfermera sor Auxilia. 


El Vaticano a la ONU: El mensaje de Belén es pisoteado por la violencia

El «embajador» del Papa explica el sentido del Jubileo ante la asamblea

CIUDAD DEL VATICANO, 9 nov (ZENIT.org).- Belén no es sólo una ciudad, es un mensaje de paz y esperanza. Lo recordó el 7 de noviembre pasado el embajador de Juan Pablo II ante LV Sesión de la Asamblea General que afrontaba precisamente la resolución «Belén 2000».

Esta resolución constituye un indudable éxito del «embajador» del Papa ante el palacio de cristal de la ONU en Nueva York, el arzobispo Renato Martino. La iniciativa pretende destinar ayudas a la ciudad palestina que hace dos mil años fue testigo del nacimiento de Jesús, para que sea capaz de ofrecer una acogida adecuada a los millones de peregrinos que la están visitando en estos 12 meses del Jubileo.

Por desgracia, los grupos de peregrinación, que a inicios de año batieron records por su afluencia, ahora han suspendido prácticamente sus visitas, ante el miedo que suscita el nuevo estallido de violencia entre palestinos e israelíes.

En el marco de las celebraciones de «Belén 2000», recordó el nuncio apostólico, los líderes de los 190 países congregados en la Asamblea del Milenio celebrada en septiembre pasado, firmaron una declaración en la que se pronuncian en cierto sentido a favor de una renovada proclamación de la buena nueva, anunciada a los pastores hace precisamente dos mil años.

En este sentido, «las celebraciones del milenio y, para los cristianos, del gran Jubileo --afirmó monseñor Martino-- constituyen esencialmente el núcleo de nuestro debate sobre Belén 2000. Y esta discusión continúa recordándonos que Belén es una ciudad para todos los hombres de todo tiempo. Es una ciudad que habla de tradición, de dolor, de alegría y de una visión global de esperanza para todos los pueblos».

El discurso de este misionero de la diplomacia vaticana se convirtió, a continuación, en una proclamación inesperada de la belleza del mensaje de Cristo ante la asamblea de las naciones. Un mensaje de salvación y de paz que en estos momentos sufre el abierto desafío de la violencia.

Por eso, el arzobispo manifestó su deseo de que «podamos seguir esperando en el progreso del proceso de paz en Oriente Medio, en la garantía de libertad de movimientos y de libertad de acceso a los Santos Lugares en Belén y en toda la región para los fieles de todas las religiones y de todas las naciones, y que la solución de las disputas dé lugar a una atmósfera de paz y reconciliación para todos los pueblos, especialmente para aquellos que desean un tercer milenio en el que todos puedan vivir en armonía, guiados por la luz, no de una estrella sino de la esperanza para los hombres de buena voluntad».

Asimismo, el nuncio recordó los numerosos llamamientos de Juan Pablo II para que se restablezca el clima de diálogo y cesen los enfrentamientos armados en Oriente Medio. 


Tres nuevas lumbreras para la Academia de las Ciencias del Papa

El italiano Zichichi, el chileno Vicuña, y el mexicano Molina

CIUDAD DEL VATICANO, 9 nov (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha nombrado hoy a tres grandes científicos de prestigio internacional nuevos miembros de la Academia Pontificia para las Ciencias.

Se trata del físico italiano Antonino Zichichi, del biólogo chileno Rafael Vicuña, y del químico mexicano Mario José Molina.

El profesor Zichichi, de 71 años de edad, es presidente de Presidente de la Federación Mundial de Científicos (WFS). Además de ser profesor de Física Superior en la Universidad de Bolonia, dirige un proyecto del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) de Ginebra sobre las partículas subnucleares. Es autor de numerosos y fundamentales descubrimientos científicos, entre los que se encuentra el antideutón, primer ejemplo de antimateria nuclear. Ha sido presidente del Instituto Italiano de Física Nuclear (INFN), de la European Physical Society y del Comité de la OTAN para el desarme.

El profesor Vicuña, de 51 años de edad, es profesor de Biología Molecular en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su investigación científica se orientó, en un primer momento, hacia los aspectos enzimáticos de la replicación del ADN en las bacterias. Desde 1985, se especializó en estudios sobre la biodegradación de polímeros, ganándose la atención de las publicaciones internacionales científicas. Actualmente es miembro de la Academia Latinoamericana de las Ciencias, de la Academia de las Ciencias del Tercer Mundo (TWAS) y de la Academia de las Ciencias de Chile.

El último de los tres nuevos académicos es el profesor Molina, de 57 años, galardonado con el Premio Nobel de Química en 1995, junto a sus colegas F.S. Rowland y P. Crutzen. Alcanzó prestigio internacional gracias a su decisiva contribución a la profundización de la química relativa a la capa de ozono presente en la atmósfera, y a sus estudios sobre su vulnerabilidad causada por las alteraciones provocadas por clorofluorocarburos (CFC) y por otras emisiones contaminantes del hombre. Junto a sus colegas ha propuesto y demostrado experimentalmente una nueva secuencia de reacciones inherentes al peróxido de cloro, responsable en buena parte de la destrucción del ozono constatada en la estratosfera antártica. Miembro de varias academias científicas, Molina es actualmente profesor de química atmosférica en el famoso Massachussetts Institute of Technology (MIT) de Cambridge, Estados Unidos.

La Academia Pontificia de las Ciencias es, sin duda, la más antigua de la historia. Hunde sus raíces en la Academia de los Linces, fundada en Roma en 1603, de la que formó parte Galileo Galilei. Tras algunas vicisitudes, Pío IX la llamó en 1847 Academia Pontifica de los Nuevos Linces, y Pío XI, en 1936, le asignó el nombre actual.

Tiene como fin: honrar la ciencia pura dondequiera que se encuentre; asegurar su libertad y favorecer las investigaciones, que constituyen la base indispensable para el progreso de las ciencias.

La Academia se encuentra bajo la dependencia del Papa. Forman parte de ella 80 académicos de nombramiento pontificio, propuestos por el cuerpo académico y elegidos sin discriminación de ningún tipo entre los más insignes cultivadores de ciencias matemáticas y experimentales de cada país.

Su canciller es monseñor Marcelo Sánchez Sorondo.


Cardenal Sodano: La misión del cristianismo está en sus inicios

El secretario de Estado afronta los desafíos del católico tras el Jubileo

ROMA, 9 nov (ZENIT.org).- ¿Cuáles son los nuevos desafíos de los católicos tras el Jubileo del año 2000? A esta pregunta respondió ayer el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, al inaugurar el nuevo año académico de la Universidad Pontifica Lateranense.

El purpurado italiano mencionó tres que, según él, se están perfilando con particular fuerza en estos momentos: «la exigencia de una nueva evangelización; la necesidad de una renovación moral de nuestra sociedad; la urgencia de volver a meter la levadura evangélica en la civilización actual».

Tras el saludo introductorio del gran canciller, el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario de Roma, y la ponencia del rector, monseñor Angelo Scola, ante los profesores y estudiantes de esta Universidad que pertenece a la Santa Sede, el cardenal Sodano observó que «nuestra civilización ha tenido regresiones espantosas en el siglo XX, con dos guerras mundiales, que han dejado millones de muertos. La ideología nazi, la comunista, han dejado la triste herencia de terribles persecuciones, con formas aberrantes nunca vistas en el pasado».

La respuesta al «por qué» esto ha sido posible es desgraciadamente simple, observó el secretario de Estado de Juan Pablo II. Todo ha sucedido «por haber olvidado aquellos valores que estaban en la base de nuestra civilización. Se quiso organizar la sociedad sin Dios, pero al final se ha organizado una sociedad contra el hombre».

Pero añadió, citando la «Centesimus Annus» de Juan Pablo II, «si no existe ninguna verdad última que guíe y oriente la acción política, entonces las ideas y las convicciones pueden ser fácilmente manipuladas con fines de poder. Una democracia de valores se transforma fácilmente en un totalitarismo abierto o subrrepticio, como ha demostrado la historia».

Para evitar este peligro, el cardenal ha señalado en primer lugar la necesidad de «volver a proponer a las nuevas generaciones el misterio de Cristo», conscientes del hecho de que «la Iglesia existe para anunciar este misterio».

Una mirada a dos milenios de historia, añadió el cardenal, en segundo lugar, «nos demuestra que la misión de Cristo está todavía en los inicios».

Hoy, subrayó, «se ha llegado a exaltar la libertad hasta tal punto de hacer de ella un absoluto, como si fuese en sí misma fuente de verdad. Pero negando la dependencia de la libertad de la verdad, ha desaparecido toda valoración moral de los actos humanos; cada uno se hace así regla para sí mismo. Y hemos visto y vemos los frutos amargos de esto».

Por último, como tercer desafío, Sodano explicó que «una civilización cristiana podrá llamarse así si se inspira en los principios que el Evangelio pone en la base de la convivencia humana: la dignidad de cada persona, el carácter sagrado de la vida, el sentido religioso de la familia, la dignidad del trabajo, la solidaridad con los demás».

En su saludo inicial, el cardenal Ruini había afrontado también el tema de la crisis moral de la sociedad, subrayando en especial «el riesgo de reducir la inteligencia humana a simple razón calculadora y funcional», que al considerar como «extraño» todo lo que «no puede ser medido con el lenguaje técnico-científico... acaba por callar la tradicional afirmación cristiana del hombre "capax Dei"».


Juan Pablo II: Judíos y palestinos están llamados «a vivir juntos»

Mensaje del pontífice a los obispos de Tierra Santa

CIUDAD DEL VATICANO, 8 nov (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha vuelto a dejar oír su voz sobre el actual conflicto que tiene lugar en Oriente Medio y afirmar que «los pueblos israelí y palestino están llamados por la historia y la geografía a vivir juntos».

La Sala de Prensa de la Santa Sede publicó esta mañana un mensaje dirigido por el Santo Padre a los obispos católicos de Tierra Santa, en el que confiesa la preocupación con que está siguiendo los dramáticos acontecimientos que tienen lugar en esa región.

Ahora bien, el Papa afirma que sigue creyendo en la paz: «El paso brutal de la negociación al enfrentamiento representa sin duda alguna un fracaso para la paz, pero ninguno debe resignarse al fatalismo».

La paz, según el pontífice, no será duradera «si no se garantizan a todos los derechos fundamentales: el pueblo israelí al igual que el pueblo palestino tienen el derecho de vivir en su casa, en la dignidad y la seguridad».

«Solo el regreso a la mesa de negociaciones sobre la base de la igualdad --añade--, en el respeto del derecho internacional, es capaz de abrir un porvenir de fraternidad y de paz a quienes viven en esta tierra bendita».

Por eso, el pontífice anima a los obispos católicos de Tierra Santa y a a todos los responsables de las comunidades cristianas «a renovar vuestros esfuerzos para que el respeto mutuo, en la humildad y la confianza, inspire vuestras relaciones».

Su llamamiento se dirige también a los creyentes en el Judaísmo y el Islam «para que encuentren en su fe todas las energías necesarias para que la paz interior y exterior a la que aspiran los pueblos se haga realidad».

Por último, invita a la comunidad internacional «a proseguir sus esfuerzos, para que se ayuden los unos a los otros a encontrar soluciones que garanticen la seguridad deseada y la justa tranquilidad, prerrogativas de toda nación y condiciones de vida y de progreso para toda sociedad».


El Papa: Se reniega de la Eucaristía cuando se vive sin amor

El pontífice profundiza en la dimensión «horizontal» del sacramento

CIUDAD DEL VATICANO, 8 nov (ZENIT.org).- La celebración eucarística, que reúne a los cristianos en torno al altar, no tiene sentido si no se vive con amor. Lo afirmó con firmeza esta mañana Juan Pablo II al intervenir durante la tradicional audiencia general que ofreció este miércoles.

Utilizando las duras palabras que dirigía el apóstol Pablo a los primeros cristianos de Corinto, el obispo de Roma advirtió a los 35 mil fieles de 24 países presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano, que quien participa en la Eucaristía indignamente, «sin hacer que se convierta en caridad fraterna, come y bebe su propio castigo».

De este modo, el Santo Padre continuó con la serie de catequesis que está afrontando en la segunda fase del gran Jubileo del año 2000 sobre ese sacramento que para los cristianos es el milagro más grande de la historia: la presencia de Cristo en la Eucaristía.

Hasta ahora, el sucesor de Pedro, en intervenciones anteriores, había explicado que gracias en la comunión del pan y del vino el cristiano puede alcanzar el grado máximo de unión con Dios, hasta el punto de convertirse en su «consanguíneo». Hoy explicó que esta unión con Dios no puede ser verdadera si no está acompañada por auténticos lazos de amor con los hermanos.

Para los apóstoles y los primeros cristianos, aclaró, esta comunión con la Eucaristía tenía dos dimensiones, una de carácter «vertical», «pues nos une al misterio divino», y una «horizontal», es decir, «eclesial, fraterna, capaz de unir en un lazo de amor a todos los participantes en la misma mesa».

«Es una comunión que se cumple en la historia», insistió el Papa, recordando aquella descripción que hacen los Hechos de los Apóstoles de los primeros cristianos: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones».

«Por este motivo --advirtió Juan Pablo II--, se reniega del significado profundo de la Eucaristía, cuando se celebra sin tener en cuenta las exigencias de la caridad y de la comunión».


El «ministro» de Cultura vaticano y el cristianismo al alba del milenio

Nuevo un libro del cardenal francés Paul Poupard

CIUDAD DEL VATICANO, 8 nov (ZENIT.org).- «El cristianismo al alba del tercer milenio» este es el título del último libro que acaba de publicar en Italia y Francia el «ministro» de Cultura de Juan Pablo II, el cardenal Paul Poupard.

En el ensayo, publicado en Francia por Plon-Mame y en Italia por Piemme, el presidente del Pontificio Consejo para la Cultura considera que, en la aurora del tercer milenio, el cristianismo es quizá el único punto de referencia para la sociedad global.

Aunque cumpla dos mil años de historia el cristianismo está más vivo y vital que nunca, según el purpurado galo. Por todas partes surgen signos de esperanza y renovación. El patrimonio cultural y espiritual cristiano irrumpe en el arte e inspira el cine, la pintura y la literatura. Esta es la razón del nuevo volumen.

«El hilo conductor del libro --explica el cardenal Poupard en declaraciones a Radio Vaticano-- es la esperanza: en este momento de la historia de la Iglesia, al alba del tercer milenio, escuchamos muchas diagnosis negativas sobre el sentido religioso de nuestra cultura y sobre el futuro de la religión. He tratado verificar que fundamentalmente el hombre es religioso, pero la Iglesia --así como el resto de las Iglesias-- tiene grandes dificultades para comunicar este mensaje fundamental. De este modo, ante el inmenso potencial religioso de la humanidad, surgen nuevas formas de religiosidad que rallan en el neopaganismo».

«El gran desafío para la Iglesia --observa el cardenal Poupard-- consiste en responder a esta expectativa con valor, sobre todo a través de lo que llamo una gran "paidéia" para el Tercer Mundo, es decir, una nueva forma de educación a la esperanza. En otras palabras, nos encontramos ante un vasto pluralismo cultural que genera a menudo un gran escepticismo».

«Debemos encontrar el camino --explica el purpurado-- que nos lleve no sólo a la inteligencia sino al corazón de nuestros contemporáneos, sobre todo de los jóvenes, para comunicar el amor de Cristo. Yo lo hago, naturalmente como presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, a través de la complejidad de nuestra cultura contemporánea, a través del arte, el cine, la pintura, la literatura, la filosofía, pero siempre con la afirmación de que el catolicismo es sembrador de alegría, como escribía Paul Claudel, del que he citado en el cierre del libro la hermosa expresión: la alegría es la primera y la última palabra del Evangelio».


Jubileo del mundo agrícola: Un compromiso en la lucha contra el hambre

Alimentos transgénicos y las nuevas riquezas, interrogantes éticos

CIUDAD DEL VATICANO, 7 nov (ZENIT.org).- Lucha contra el hambre y destino universal de los bienes, como son la tecnología, el capital, el saber y la capacidad de organización. Estos son los dos temas que subrayará el Jubileo del mundo agrícola, que tendrá lugar en el Vaticano el próximo fin de semana.

El Comité de preparación vaticano de estas jornadas jubilares, con las que se identifica más de la mitad de la población del planeta que vive de los recursos del campo, presentó hoy a la prensa un documento en el que se recogen una serie de «Consideraciones éticas» que tiene que afrontar hoy el mundo agrícola.

Según el texto, «una vez superado el colectivismo, es necesario no perder de vista el principio de la destinación universal de los bienes», que es válida también para «nuevas formas de propiedad», como el poder económico, el capital, la capacidad de organización, el saber y las tecnologías».

«La propiedad --aclara el documento-- no es un fin en sí mismo, sino que su finalidad está orientada a la realización personal y social del hombre».

El programa de estas jornadas jubilares del mundo agrícola, en las que se espera la participación de unas 8 mil personas, comenzará el sábado, en la sala de las audiencias generales del Vaticano con una jornada de reflexión. Al final del encuentro, los peregrinos campesinos y ganaderos vivirán juntos un momento de fiesta.

El domingo tendrá lugar el momento culminante de la peregrinación con la misa que será celebrada por Juan Pablo II en el Vaticano.

En la celebración eucarística estarán presentes los máximos responsables de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) del IFAD (Fondo Internacional para la Agricultura y el Desarrollo) y del PAM (Programa para la Alimentación Mundial ), estas dos últimas instituciones también están dirigidas por la ONU.

El director general de la FAO, Jacques Diouf, pronunciará el discurso de saludo al Papa. Según explicó en la rueda de prensa el arzobispo Agostino Marchetto, representante permanente de la Santa Sede ante la FAO, la participación de estos tres organismos de las Naciones Unidas en este Jubileo quiere expresar «la dimensión mundial, universal, de la lucha contra el hambre, una causa eminentemente jubilar y abierta a todos, independientemente del credo o de la ideología de cada uno».

En el encuentro con la prensa intervino también el obispo Fernando Charrier, presidente del Comité del Jubileo del mundo agrícola, quien aclaró que «si la tierra se utiliza de manera adecuada, es capaz de dar de comer y acoger al menos a doce mil millones de personas», un dato que tranquiliza los miedos de algunos grupos ideológicos sobre los peligros del hipotético «boom» demográfico actual.

Por lo que se refiere a las implicaciones éticas de los alimentos modificados genéticamente, monseñor Charrier explicó que «tienen que ser los científicos quienes digan si los alimentos transgénicos violan la naturaleza o si más bien pueden ser una ayuda para el hombre. En este caso, la Iglesia espera el juicio de la ciencia».

Mientras llega un pronunciamiento científico, la recomendación del obispo fue clara: «¡prudencia!»


Santa Sede: Nadie tiene la exclusividad sobre Jerusalén

Comunicado del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso

CIUDAD DEL VATICANO, 7 nov (ZENIT.org).- El Consejo vaticano encargado de promover el diálogo entre las religiones difundió hoy un comunicado en el que recuerda a israelíes y palestinos que el patrimonio espiritual de Jerusalén pertenece a toda la humanidad.

En medio de los enfrentamientos actuales que tienen lugar entre israelíes y palestinos tras el fracaso de la Conferencia de Camp David del pasado mes de julio, que se empantanó precisamente al afrontar el tema de la Ciudad Santa, y después de que el 28 de septiembre el líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, penetrara en la explanada de las Mezquitas de Jerusalén, el documento, firmado por el cardenal nigeriano Francis Arinze, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, reafirma «la importancia de la Ciudad Santa de Jerusalén para judíos, cristianos y musulmanes».

«No puede haber una pretensión de exclusividad sobre la ciudad --explica--. Jerusalén pertenece además al patrimonio espiritual de la humanidad. Todos deben tener acceso libre a los Santos Lugares, sobre todo los judíos, cristianos y musulmanes».

El mensaje vaticano expresa a demás su solidaridad «a todos aquellos que han perdido miembros de las propias familias y a todos los que siguen sufriendo».

«Nos apelamos por lo tanto a los judíos y a los palestinos para que superen la violencia y reanuden de nuevo el diálogo, que es el único camino para una paz verdadera», afirma el comunicado.

El comunicado concluye afirmando que «los líderes religiosos deben ser conscientes de la propia responsabilidad en esta materia».


El Papa llama a los cristianos holandeses a convertirse en misioneros

Peregrinación jubilar de los Países Bajos a la sede de Pedro

CIUDAD DEL VATICANO, 7 nov (ZENIT.org).- Juan Pablo II, al recibir esta mañana a los católicos holandeses que en este día realizaron su peregrinación jubilar, dejó una consigna muy concreta: «Dar testimonio de Cristo es una tarea que involucra a la Iglesia y a cada uno de los fieles a todos los niveles».

Los peregrinos llegaron a Roma guiados por el cardenal Adrianus Simonis, presidente de la Conferencia Episcopal de los Países Bajos. Entre los fieles, sacerdotes y obispos, se encontraba el anciano cardenal Johannes Willebrands, ex presidente del Consejo Pontificio para la unidad de los cristianos, que el pasado 4 de septiembre cumplió los 91 años.

En su discurso de bienvenida, el Papa presentó el año jubilar como un período que debe estimular a «volver a emprender con nuevo empuje el compromiso apostólico y misionero».

En este sentido, recordó las «numerosas compañías de misioneros y apóstoles» que a través de la gloriosa historia de la Iglesia holandesa «han anunciado el Evangelio y servido a la humanidad».

Entre otros, destacó la espléndida figura de sor Maria Adolfina Dierckx y la de sus compañeras de martirio en China, canonizadas por el mismo Juan Pablo II el pasado 1 de octubre.

Asimismo, el pontífice recordó a esos holandeses que todavía hoy «trabajan en el extendido campo de la misión y de la promoción humana» y que constituyen «un signo de bendición» y una «señal de aliento» para no desfallecer en el «fervor cristiano».

Juan Pablo II aprovechó la oportunidad para invitar a los peregrinos a «profundizar en la comunión entre la Iglesia que está en Holanda y el sucesor de Pedro y, a través de él, con la Iglesia universal».

De hecho, «sobre el fundamento de la unidad --precisó-- las diversidades contribuyen a enriquecer a todo el cuerpo de Cristo». Y si surgen motivos de diferencias en la vida eclesial, añadió, «el diálogo en la caridad y en la verdad debe caracterizar siempre la actitud con la que cada una de las personas y comunidades se relacionan entre sí y con la Iglesia».

Antes de la audiencia papal, los peregrinos holandeses participaron en la misa presidida por el cardenal Simonis en la misma Basílica vaticana. La peregrinación jubilar, tras la comida en plan picnic en la Plaza de San Pedro, continuó, por la tarde, con una procesión hacia la Basílica de San Juan de Letrán. En el recorrido, los peregrinos se detuvieron a meditar sobre algunos aspectos de la vida cristiana en los lugares sagrados de la ciudad que encontraron a su paso.


Vaticano a la ONU: El clamor de los refugiados interpela a los países ricos

Intervención del «embajador» del Papa sobre el drama de inicios de milenio

NUEVA YORK, 7 nov (ZENIT.org).- La Santa Sede pidió ayer ante las Naciones Unidas una movilización internacional a favor de los millones de refugiados que existen en el mundo y que constituyen uno de los desafíos más dramáticos para la comunidad internacional

El llamamiento fue presentado ayer por el «embajador» del Papa ante la sede de la ONU en Nueva York, el arzobispo Renato Martino, quien intervino ante el Comité de la Asamblea General que analizaba cuestiones relativas a los refugiados, repatriados y desplazados y asuntos humanitarios.

Por una parte observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas reconoció el «éxito contundente» de la tarea del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas, pero a continuación reconoció que «sigue habiendo situaciones en las que las personas son alejadas a la fuerza de sus hogares. Esta sigue siendo una de las grandes tragedias de nuestro tiempo».

El arzobispo citó los datos del informe ACNUR sobre los refugiados y dijo que su número ha aumentado en todo el mundo hasta alcanzar los 22,3 millones, de los que 11,6 millones son refugiados y 4,08 desplazados internos. Del 50 al 70 por ciento son niños, entre los cuales «algunos han pasado la vida entera en un campo de refugiados».

Monseñor Martino recordó que «los países más pobres han soportado la carga más pesada a la hora de acoger a los refugiados» y declaró que «necesitan la solidaridad de la comunidad internacional, particularmente de las naciones mas ricas, que aceptan sólo una pequeña parte de esta carga».

La Santa Sede, continuó diciendo el representante vaticano, «Alienta los progresos de un sistema más claro de responsabilidades acerca de las personas desplazadas internamente y se congratula de la obra de la inminente Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Intolerancias relacionadas».

El prelado no se quedó en la simple constatación del drama de los refugiados, sino que insistió en las propuestas que se plantean para su reintegración. En este sentido, consideró como clave apoyar la unidad de las familias que sufren este trauma, pues «la experiencia ha demostrado que el núcleo familiar tiene más oportunidades de reintegrarse en sus hogares o de integrarse en un país nuevo que los refugiados individuales».


El Papa contradice rumores sobre su dimisión anunciando un viaje a Ucrania

El periódico alemán «Bild» aseguraba que anunciaría su retiro en Navidad

CIUDAD DEL VATICANO, 6 nov (ZENIT.org).- El portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, ha afirmado que las revelaciones periodísticas, según las cuales, Juan Pablo II piensa en dimitirse la próxima Navidad, carecen de todo fundamento.

En un comunicado de prensa oficial, entregado esta mañana, el director de la Oficina de Información del Vaticano reaccionaba a las «revelaciones» publicadas por el diario alemán «Bild» el sábado pasado.

Navarro-Valls ofrece el mejor desmentido posible: «Por el contrario, puedo confirmar, por ejemplo, que el Santo Padre viajará a Ucrania en el próximo mes de junio».

Días antes, el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité central para el gran Jubileo, revelaba que el Papa también quiere viajar cuanto posible a Damasco (Siria) en el marco de su peregrinación jubilar, en esa ocasión, tras las huellas de san Pablo (Cf. «Juan Pablo II quiere ir a Damasco»).

Además, el pontífice está analizando la posibilidad de emprender viajes pastorales a Brasil, Polonia, y Corea del Norte.

En octubre del 2001, además, el Papa Wojtyla ya tiene en su agenda la celebración del Sínodo de los obispos de todo el mundo, asamblea que en esta ocasión analizará precisamente la figura del obispo.

«Altos exponentes de la Santa Sede --escribía «Bild» sin citar nombres propios-- consideran probable que el Papa anuncie antes del año próximo su decisión de dimitir y que quizá lo haga durante el solemne discurso tradicional de Navidad».

Según el periódico, el Sumo Pontífice se retiraría a un claustro de la orden de los camaldulenses en Wigry, en el Este de Polonia.

Sobre la posibilidad de que el Papa presente las dimisiones ya había hablado el mes pasado el cardenal belga Godfried Danneels, arzobispo de Bruselas. En esa ocasión, Navarro-Valls había dicho que se trataba de «una opinión personal» del primado belga.

El 24 de octubre, el cardenal Danneels aclaró que él sólo había hablado de una posibilidad teórica y que considera que «no es deseable» que Juan Pablo II renuncie.

«El Papa no me ha susurrado al oído una confidencia sobre sus intenciones de irse. Pero tampoco se puede pensar que el Papa no sea capaz de hacerlo», aclaró.


Ucrania: El viaje más difícil del Papa a la ex Unión Soviética

La caída del comunismo abrió heridas en el país con la Iglesia ortodoxa

CIUDAD DEL VATICANO, 6 nov (ZENIT.org).- El viaje de Juan Pablo II a Ucrania, que tendrá lugar el próximo mes de junio, como anunció esta mañana el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, será sin duda el más difícil de los que ha afrontado el pontífice al antiguo bloque comunista.

El anuncio del director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha sido precedido por un paciente trabajo para resanar las heridas que surgieron entre católicos y ortodoxos tras la caída del régimen comunista.

Un camino de reconciliación que tuvo una etapa importante en mayo de 1999, en Bucarest, cuando el abrazo entre el obispo de Roma y el patriarca Teoctist sirvió para superar malentendidos que también tienen lugar en Ucrania.

El patriarcado ortodoxo de Moscú ha acusado en los últimos años a la Santa Sede de expansionismo en estas tierras. En particular, niega el derecho de los católicos de rito bizantino, más conocidos como uniatas, a recuperar propiedades que les había arrebatado el comunismo.

Stalin, en 1946, decretó la eliminación de la Unión Soviética de la Iglesia católica de rito oriental, particularmente presente en Ucrania, que había nacido en 1550, gracias a la Unión de Brest. Cristianos ortodoxos, en aquella ocasión, reconocieron el primado del Papa de Roma. La Santa Sede les acogió en el seno de la Iglesia católica y al mismo tiempo les permitió celebrar la liturgia de rito oriental, como lo hacen los ortodoxos.

Algunos pastores ortodoxos, sobre todo tras la persecución comunista, ven esta presencia de católicos con su misma liturgia en sus mismas tierras como una especie de Caballo de Troya.

Los católicos uniatas pagaron muy cara su fidelidad a Roma. Las parroquias, por orden de Stalin, pasaron a formar parte de la Iglesia ortodoxa. Los obispos y sacerdotes que no quisieron entrar en la Ortodoxia sufrieron la persecución, la cárcel, el asesinato o la deportación a Siberia.

El símbolo del sufrimiento de los uniatas fue el cardenal Joseph Slipy, arzobispo de Lviv, quien cinco meses y medio después de su nombramiento, el 11 de abril de 1945, fue arrestado por la policía soviética. Fue sometido a torturas y terribles interrogatorios y condenado a trabajos forzados en Siberia. En 1963, Juan XXIII logró liberarlo dirigiéndose directamente a Nikita Jruchov, secretario en ese momento del Partido Comunista de la Unión Soviética.

De este modo, el cardenal hizo resonar en el Concilio Vaticano II el grito de los católicos de rito oriental perseguidos.

Mijail Gorbachov, ex presidente de la Unión Soviética, promulgó una ley que reparaba las injusticias sufridas por los católicos uniatas, que hoy son unos cinco millones, y, estableció el que pudieran recuperar los edificios eclesiásticos que les habían sido expropiados según un criterio democrático: la Iglesia (católica u ortodoxa) que tuviese el mayor número de fieles en el lugar tendría derecho a su uso.

Ahora bien, muchos fieles ortodoxos, por motivos varios, no se encontraban registrados como tales, de modo que se asignaron iglesias, monasterios y casas parroquiales a los católicos en una medida superior a la que los ortodoxos consideraban justa.

No sólo. Algunas familias de sacerdotes ortodoxos (casados) se encontraron en situaciones difíciles, pues la ley les pedía que abandonaran la casa parroquial en la que vivían desde hacía décadas. Todo esto, dio orígenes a conflictos entre comunidades locales.

Roma, a través del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, presidido por el cardenal australiano Edward I. Cassidy, ha tratado de colaborar en la resolución de estos conflictos (que también tuvieron lugar en Rumanía) ayudando a crear comisiones mixtas entre católicos y ortodoxos que analicen los problemas y promoviendo el diálogo y la reconciliación como única vía posible.

Esta política dio buenos resultados en el caso de Rumanía, el primer país de mayoría ortodoxa visitado por Juan Pablo II, que le ofreció una bienvenida estupenda, donde también existe una importante presencia de católicos de rito oriental. Parece que ahora también está dando buenos resultados en el caso de Ucrania, de lo contrario el viaje no podría haber sido anunciado, pues el Papa nunca visitaría ese país sin la aprobación de sus líderes ortodoxos. Pronto, aunque la fecha todavía no se conoce, debería reunirse la comisión mixta que analiza las relaciones entre Roma y el patriarcado de Moscú.

En este ambiente, el Papa será sometido a duras presiones durante su visita a Ucrania. Ahora bien, su actitud podría desempeñar un papel decisivo para el futuro de las relaciones con los ortodoxos, de modo que el viaje podría abrir (o cerrar) las puertas de Moscú a un viaje del pontífice.


El Papa pide a Venezuela espacio para la acción de la Iglesia

Discurso al nuevo embajador de Caracas ante el Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 6 nov (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo esta mañana un llamamiento al gobierno de Venezuela a evitar «reticencias» y «rivalidad» entre la Iglesia y el Estado, dos instituciones que deben trabajar, según su propia identidad, al servicio del bien común del pueblo.

La intervención del Papa tuvo lugar al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo embajador de Caracas ante la Santa Sede, Ignacio Quintana, catedrático universitario y candidato a la presidencia del país en las elecciones de 1998.

Las palabras del obispo de Roma tienen lugar en un momento decisivo para la República Bolivariana de Venezuela, que hace menos de un año aprobó su nueva Constitución y que confirmó recientemente en la presidencia a Hugo Chávez (Cf. «Los obispos venezolanos ante las elecciones»). En los últimos años, las relaciones entre el gobierno de Chávez y representantes de la Iglesia católica no han sido fáciles, hasta el punto de que ha tenido que crearse una comisión formada por representantes eclesiales y gubernamentales para la promoción del diálogo y la colaboración mutuos (Cf. «Venezuela: Nace una comisión Iglesia-Gobierno para superar diferencias»)

El Papa constató con el señor Quintana que «la acción de la Iglesia y de los poderes públicos confluyen en los mismos destinatarios, puesto que las dos partes tienen por objetivo el bien --material y espiritual-- de la persona humana en un determinado momento de la historia. Por eso, con exquisito respeto de las respectivas incumbencias, las relaciones que deben existir entre ellas son sobre todo de diálogo y colaboración».

«A la Iglesia le corresponde una competencia en los ámbitos concernientes a los valores que, a su vez, son el alma de una nación», añadió el Santo Padre. En este sentido, denunció la amenaza que representa «una democracia sin valores» que con facilidad termina «en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia».

El sucesor de Pedro reconoció que «la Iglesia no tiene el deber ni la pretensión de competir con los proyectos políticos para resolver los problemas de la sociedad desde la perspectiva técnica y administrativa, propia de la autoridad civil». Ahora bien, «por su sentido de la persona, su interés por la solidaridad y su atención a los más débiles, puede contribuir a la instauración de una vida social mejor».

El pontífice garantizó al representante de Hugo Chávez ante el Vaticano que la Iglesia y sus pastores en Venezuela seguirán manteniendo su firme compromiso «en favor de los derechos fundamentales de las personas, en su decidida defensa de la vida desde el momento de su concepción hasta su natural extinción, en su intensa y constante actividad educativa, en su promoción de la familia como institución natural y célula primaria de la sociedad y en sus desvelos por rescatar a tantos ciudadanos de las cadenas de la miseria, el hambre, la corrupción de costumbres y tantas otras formas de marginación social».

Aclaró que no se trata de una acción política, sino que la Iglesia trabaja «inspirada en el Evangelio que ilumina las realidades temporales a la luz de la excelsa vocación a la que el hombre ha sido llamado por Dios, y firmemente convencida de que esa es la mejor manera de servir a los hombres y los pueblos».

Para ello, lo único que reclama la Iglesia es «el espacio necesario para sus actividades, colaborando concretamente con las autoridades civiles, para disponer establemente del espacio social y de los medios necesarios que le permitan llevarlas a cabo».

«No debe haber, pues, reticencias ni tanto menos rivalidad en asuntos en los que se decide el bien común y el futuro digno de un pueblo --concluyó el Papa--, como son la defensa sin paliativos de la dignidad humana en toda su integridad, de una educación abierta a la dimensión trascendente de la persona, que no puede prescindir del aspecto religioso, o los derechos fundamentales, civiles y sociales, de todo ser humano».


Jubileo de los convertidos en Roma

Habla el ex obispo anglicano de Londres, convertido al catolicismo

CIUDAD DEL VATICANO, 6 nov (ZENIT.org).- Del 2 al 8 de noviembre se está celebrando en Roma la peregrinación jubilar de la organización «Camino a Roma» («Path to Rome»), en la que participan católicos convertidos de otras religiones y particularmente de otras confesiones cristianas.

La iniciativa ha sido promovida por «Miles Jesu», (Soldados de Cristo), una institución que promueve una forma de compromiso cristiano para laicos, más definible como «familia eclesial de vida consagrada». Fundada por el padre español Alfonso María Durán en 1964 en Fénix, Arizona, actualmente cuenta con 23 casas en 13 países, con más de mil asociados, entre los que se cuentan obispos, sacerdotes, laicos consagrados en el celibato y también matrimonios.

Desde 1996, organizan congresos internacionales bajo la denominación «Camino a Roma». Este año jubilar han elegido como tema le Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe «Dominus Iesus», sobre el carácter único y universal de la salvación en Cristo y en su Iglesia.

Entre los ponentes, se encuentra el reverendo Graham Leonard, antiguo obispo anglicano de Londres y presidente de las Conferencias «Camino a Roma», Su Alteza Imperial la archiduquesa Alexandra de Austria, vicepresidente de la Conferencia, así como el cardenal nigeriano Francis Arinze, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso; el cardenal Luis Aponte Martínez, arzobispo emérito de San Juan de Puerto Rico; el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, y el obispo Rino Fisichella, obispo auxiliar de Roma.

Según explica Patrick Madrid, quien ha publicado el best-seller «Surprised by Truth» («Sorprendidos por la verdad»), las conversiones al catolicismo en Estados Unidos en estos momentos son algo más que un fenómeno para pasar a ser tendencia. Su libro recoge testimonios de pastores y fieles protestantes, bautistas, luteranos, anglicanos..., que a través de sendas muy diferentes han descubierto el camino que lleva a Roma.

Scott Hahn, antiguo ministro ordenado presbiteriano y gran predicador de esa comunidad cristiana, es uno de los nuevos católicos más famosos en Estados Unidos. Ha escrito un libro que en inglés lleva por título un interesante juego de palabras «Rome sweet home» (en español, «El regreso a casa»).«Hay pocas alegrías más grandes que saber que has vuelto a casa, reencontrar a la familia con los padres, los hermanos y las hermanas», reconoce en declaraciones a Zenit.

«Nos hemos enriquecido --añade Hahn-- porque ahora tenemos la eucaristía y los otros sacramentos, el esplendor de Cristo y de su Iglesia, María y los santos, el Papa, el Magisterio».

Los que vuelven a la Iglesia católica parecen tener las ideas claras también sobre el papel que la Iglesia de Roma desempeña hoy en el mundo. A este respecto, el ex obispo anglicano de Londres, monseñor Graham Leonard (convertido ahora a la Iglesia católica y prelado de honor de Su Santidad), ha declarado a Zenit que «es muy importante para nosotros comprender el significado de la Iglesia como cuerpo de Cristo, una vía que refleja el hecho de que la Iglesia es una».

«Esta unidad corporal de Cristo con la Iglesia es comunicada a través de los sacramentos, a hombres y mujeres unidos con Cristo vivo a través del Espíritu Santo --añade--. La palabra "comunión" nos recuerda que la unidad de la Iglesia es un don del Señor: se trata de una unidad de la Iglesia forjada en la verdad».

Leonard subraya que «el primado de Pedro es un don de Dios para que la Iglesia en la Tierra sea santa en la verdad y siempre sea misionera».

«Mi formación anglicana --confiesa el ex obispo de Londres-- me ha habituado a pensar en la así llamada "autoridad difusa", pero en ausencia de una autoridad que define y declara la fe, basada sobre la revelación de Dios, sólo queda una opinión humana. La "autoridad difusa" es, por tanto, inadecuada para la misión de la Iglesia. Como ha afirmado justamente el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el primado de Pedro no es una invención de los Papas sino un elemento de unidad eclesial sancionado por el Señor y desarrollado por la Iglesia naciente».

Ahora bien, Leonard se pronuncia a favor de un renovado compromiso ecuménico «para que la Iglesia católica y las otras comunidades cristianas reencuentren la comunión».

En este sentido, invita a volver a leer el decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, indicando luego la encíclica de Juan Pablo II «Ut unum sint» como base para un «renovado diálogo con las Iglesias ortodoxas».