Entrevista

«Europa ha perdido la posibilidad de dar fundamento ético a su unidad»

Habla el cardenal Vlk, presidente del episcopado europeo

BRUSELAS, 24 oct (ZENIT.org-AVENIRE).- Quien preside el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que acaba de celebrar su asamblea general en Lovaina, ha vivido en su propia piel la división del continente.

Justamente por este motivo el cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, afirma creer en la unidad profunda y espiritual de Europa. Desde hace siete años guía el CCEE con la sensibilidad típica de la Iglesia del Este, heroica en la resistencia al comunismo pero también crítica respecto al neocapitalismo.

Con 68 años, obispo desde hace diez, Vlk tiene un pasado de sacerdote obrero. No por elección sino por obligación: en 1978 el régimen le impidió ejercer el ministerio sacerdotal y así Vlk lo hizo en clandestinidad, ganándose la vida como lavacristales. Ahora es cardenal pero no ha perdido la sencillez y la autenticidad de aquellos años.

--Eminencia, la Unión Europea afronta metas importantes. La primera de todas, la ampliación a los países del Este. Como presidente del CCEE, además de como obispo de esa área geográfica de Europa, ¿que juicio puede dar sobre estos desafíos?

--Hemos dado gran espacio en nuestra asamblea a estas reflexiones. Entre otras cosas, hemos querido encontrarnos con algunos representantes de las instituciones europeas para saber de qué modo las Iglesias de Europa podrían ayudar en este proceso. La unificación no puede darse sólo por motivos políticos, económicos y financieros. Lo dicen los mismos responsables: es necesaria una dimensión espiritual que dé la perspectiva de un camino a menudo difícil y contrastado, hacia una mayor unidad de los pueblos europeos.

Y a la misma conclusión llega también la experiencia de quienes, como yo, han vivido bajo el comunismo. Sin una motivación espiritual y, quiero añadir, profundamente religiosa, los países del Este no habrían podido liberarse de la dictadura y de la opresión.

--En la sociedad del Europa del Este se están difundiendo, sin embargo, dudas y temores respecto a una integración decidida desde lo alto. Alguno ha llegado incluso a comparar a los eurócratas de Bruselas con los antiguos burócratas soviéticos...

--Es verdad, existe el temor de una pérdida de identidad nacional, sobre todo allí donde hay una fuerte tradición religiosa, como, por ejemplo, en Polonia. Yo creo que sobre este punto la Unión Europea deba hacer todo lo posible para aplicar el principio de subsidiariedad: todas aquellas decisiones que se puedan tomar a los niveles más cercanos a la gente deben tener la precedencia sobre las decisiones a nivel central.

--Para muchos, hablar de unificación europea quiere decir abrir las puertas a la secularización...

--Mire usted, hasta hace algún tiempo se pensaba que el proceso de secularización era irreversible. El sociólogo alemán Max Weber, al principio del siglo, había formulado esta teoría pero luego se dio cuenta de que no era así y formuló la tesis de la persistencia de la religión en el mundo moderno. Hay quien, sin embargo, prefiere repetir los viejos tópicos y cerrar los ojos ante la realidad. Es una mentalidad que se resiste a morir, basta leer la reciente Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (Cf. «Obispos europeos: «Aspectos de la Carta de Derechos son inaceptables»).-

--¿Por qué ha dedicado tanta atención la asamblea de obispos europeos a este documento?

--Porque la idea de una Carta de Derechos podría comportar un paso decisivo para la Unión Europea. Un paso en la dirección de dar un explícito fundamento ético al camino comunitario en nuestro continente.

--Se habla en efecto de la posibilidad de inscribir la Carta en los Tratados de la Unión, transformándola en el núcleo de la futura Constitución Europea. ¿Qué piensa de ello?

--Por el momento, la Carta que se aprobará en la cumbre de Niza no tendrá ningún valor jurídico, son sólo recomendaciones. Pero en perspectiva podría convertirse en el preámbulo de una Constitución Europea. El juicio de los obispos europeos es que la Carta debe ser revisada en profundidad. Si fuera inscrita en los Tratados así como está provocaría muchos problemas y dañaría el proceso de ampliación de la Unión Europea.

--En su opinión ¿por qué en el preámbulo de la Carta se ha querido excluir toda alusión a la tradición religiosa europea?

--Es como si algunos grupos, muy fuertes a nivel político, tuvieran miedo a nombrar la realidad de la fe cristiana y a reconocer su aportación decisiva en la construcción europea. Sé bien que alguno da mucha importancia a la laicidad y no quiere traicionar los ideales de la revolución francesa. Pero, como decía antes, el mundo va hacia adelante y no se puede mirar al fenómeno religioso con la lente de los pensadores del siglo XVIII.


 

Jubileo del deporte: «Los atletas también tienen necesidad de conversión»

Habla Edio Constantini, organizador del encuentro con el Papa

ROMA, 23 oct (ZENIT.org).- «Racismo en los estadios, dopaje, pasaportes falsos, excesos multimillonarios. Y luego dicen que no hay necesidad de un deporte de los valores». Edio Constantini, 48 años, uno de los encargados de la organización del Jubileo del deporte, que tendrá lugar el próximo fin de semana en Roma, está convencido: hacía falta un gran encuentro jubilar de los deportistas.

«Una misión que parecía imposible pero gracias al Jubileo podrá realizarse», añade Constantini, quien es presidente del Centro Deportivo Italiano (CSI), un organismo de promoción del deporte y sus valores promovido por la Iglesia italiana, con 750.000 socios y 12.700 sociedades deportivas.

A Roma ya han comenzado a llegar los atletas que el próximo 29 de octubre se encontrarán con el Santo Padre en el estadio Olímpico de Roma (Cf. «Juan Pablo II, primer Papa que asistirá a un partido de fútbol»).

«Desde el lunes abriremos una ciudad deportiva en Castel Sant’Angelo, junto al Vaticano, --explica Constantini--. Se trata de una serie de campos para baloncesto, fútbol y balón volea. Además de partidos habrá reflexiones, en forma breve pero incisiva, en las que se discutirá sobre los grandes temas del deporte, escuela y sociedad multirracial, nuevas tecnologías, parroquias, etc. Participarán grandes campeones y atletas conocidos y no tan conocidos, dirigentes, técnicos, políticos y periodistas. Y gente del mundo del espectáculo».

--Zenit:¿Qué deportistas participarán?

--Intervendrán el entrenador del equipo nacional de fútbol italiano Giovanni Trappattoni. Y, su predecesor en el cargo, Arrigo Sacchi. Participarán varios futbolistas, entre quienes se encuentra el jugador del Roma Eusebio Di Francesco. Estarán algunos de los campeones olímpicos de Sydney 2000 que serán premiados con nuestro Discóbolo de Oro, un reconocimiento que, independientemente de las medallas recibidas, reconocer la vivencia de valores que parecen pertenecer más a la base que a la cumbre, es decir, saber ganar, aceptar la derrota, respetar a los adversarios...».

--Zenit: «En liza por el Jubileo» es el eslogan de estos actos. ¿Pero de qué partido están hablando?

--Un partido fundamental, una ocasión única para acercar la cumbre a la base. El Jubileo encarna los valores importantes de un deporte que es encuentro con los demás, juego de equipo, paciencia y fatiga en el entrenamiento, conocimiento de los propios límites pero también descubrimiento de los propios recursos. Es sobre todo promoción del hombre. Hoy, en cambio, lo que destaca es el mercado. Pero mientras los reflectores están siempre encendidos sobre el producto fútbol, el deporte de base corre el riesgo de desaparecer entre la desatención general: falta financiación, leyes, instalaciones.

--Zenit: Pero también el fútbol profesional estará presente en este Jubileo. Una selección de futbolisas italianos jugará contra un equipo de futbolistas extranjeros. Y, además, por primera vez el Papa será espectador...

--No quiero demonizar a nadie. La idea de la Ciudad deportiva nació, sin embargo, para evitar que el partido Italia contra el Resto del Mundo aplastase a todas las actividades de este Jubileo de categoría. Este partido no debe representar todo el deporte y de hecho no lo representa. De acuerdo con las oficinas de la Conferencia Episcopal Italiana que se ocupan de la pastoral juvenil, del tiempo libre y de la escuela, hemos querido presentar al público y a los medios de comunicación la actividad deportiva en todos sus aspectos. Es algo que surge del esfuerzo y de la pasión de tantos voluntarios, donde nacen entre otras cosas los campeones de los que la cumbre se enorgullece.

--Zenit: ¿Hay esperanza de acercar dos mundos tan distantes?

-- El Jubileo es conversión y la gran apuesta es reanudar el lazo entre la cumbre y la base. Si no se ofrecen motivaciones a los jóvenes, si no se trabaja con seriedad en las pequeñas realidades, cuando instalaciones y dinero son insuficientes, no habrá recambio y no se garantizarán nuevas generaciones de deportistas y dirigentes.

--Zenit: Excesos aparte, parece que en cuanto a resultados el deporte goza de buena salud

--Pero los jóvenes están cada vez menos implicados y cada vez más seleccionados. ¿Quién piensa en quien es excluido antes de tiempo, a los 9-10 años, porque no sabe driblar a un adversario en velocidad? ¿Quién educa a los padres a no oprimir a sus hijos con el deseo exagerado de afirmación y de éxito que no roza ni siquiera a los niños? Y, ¿qué pasa con los sectores débiles, el deporte de periferia, entre los extracomunitarios marginados, en las cárceles? ¿Quién se ocupa de ellos?

--Zenit: Tantas preguntas que piden respuestas concretas

--Para los cristianos el deporte es un instrumento de frontera y punto de encuentro de todos. Desde el punto de vista religioso, es un momento de maduración del hombre que puede abrirse a la trascendencia. No he sido nunca sólo hombre de deporte. Desde que era dirigente deportivo n mi diócesis, cuando era joven, he luchado por promover una actividad deportiva que no se centre en el crecimiento de los músculos sino en el de la personalidad.

--Zenit: Habla de ello como de una misión

--Lo es, no tengo miedo de decirlo. Educar a los jóvenes para la vida, a través del deporte, para el diálogo, para el respeto de todos es el trabajo cotidiano. Los cristianos tenemos un plus de valores que podemos ofrecer y poner en juego y nuestra actividad tiene una exigencia de acogida y no de discriminación. Muchos jóvenes y también adultos vienen a nuestras sociedades deportivas porque buscan algo más respecto a la simple práctica deportiva.

--Zenit: ¿Cree de verdad que el deporte estelar y millonario podría arrepentirse y volver a no renegar de sus orígenes?

--Si se quiere hacer algo bueno con el deporte de nuestro país, hay que dejar de pensar que existe un deporte de primera división y uno de segunda división. Si un sector muere o se enferma también muere o se enferma el otro. Es también cuestión de humildad, lo digo a todos los componentes. Nadie debe permanecer enrocado en sus propias posiciones más o menos privilegiadas. En nombre de nuestros jóvenes no perdamos esta gran ocasión de encuentro que ofrece el Jubileo.


 

Los obispos europeos critican la Carta de Derechos Fundamentales

Habla el cardenal Ruini, presidente del episcopado italiano

LOVAINA, 22 oct (ZENIT.org-Avvenire).- Los presidentes de las 34 conferencias episcopales de Europa se han reunido del 19 al 22 de octubre, en Bruselas y Lovaina para estudiar, entre otros temas, la Carta de Derechos fundamentales, aprobada hace pocos días por la Unión Europea en cumbre de Biarritz. El presidente de la Conferencia Episcopal italiana, cardenal Camillo Ruini, revela en esta entrevista el debate que ha tenido lugar entre los obispos.

La Carta será aprobada en la próxima reunión del Consejo europeo en Niza, el 7 de diciembre. Todavía no se sabe su tendrá un valor vinculante para los países de la Unión (Gran Bretaña se opone a esta posibilidad) o si no será más que una declaración de buenas intenciones.

--En estos días, obispos del Este y del Oeste de Europa se han confrontado sobre problemas suscitados por la unificación europea. ¿Ha surgido una posición común ante la Europa unida que se está extendiendo a nuevos países miembros?

--Querría subrayar, antes que nada, que el interés por el proceso de unificación europea es verdaderamente grande, no sólo en los obispos de los países del Este, sino también en los episcopados de los países que todavía no forman parte de la Unión. Los encuentros que hemos tenido en Bruselas con los altos responsables de las instituciones europeas se inscriben en esta dinámica de conocimiento y de diálogo con una realidad como la de la Unión Europea, destinada a tener cada vez más influencia sobre la vida de nuestras sociedades.

Ha emergido claramente la voluntad de dar una aportación positiva a la unificación del continente según la línea que ha caracterizado el empeño de los católicos desde finales de la segunda guerra mundial hasta hoy.

--En este sentido se ha expresado el fuerte mensaje que el Papa ha dirigido a su Asamblea...

--Juan Pablo II nos ha querido recordar que la fe cristiana es un elemento fundante de Europa y una matriz siempre esencial para la vida de los pueblos y de los ciudadanos de nuestro continente. De este modo, el Santo Padre ha expresado el sentir profundo y unánime de los obispos europeos, conscientes de la importancia decisiva que el cristianismo tiene para Europa no sólo en el pasado sino también en el presente y en el futuro.

--Han dedicado más de una sesión a hablar y debatir sobre la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. ¿Por qué tanto interés?

--Era natural que después de la cumbre europea de Biarritz, donde se ha aprobado definitivamente la Carta, la asamblea de los obispos examinase la cuestión en profundidad. A tal fin nos hemos valido de la valiosa colaboración de la COMECE (Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea), que ha seguido paso a paso el proceso de formación de la Carta de los Derechos.

--¿Que juicio han dado?

--El Consejo ha evaluado de manera favorable el hecho de que se haya redactado la Carta de los Derechos Fundamentales como inicio de un proceso «constituyente» de la Unión Europea. Esto contribuirá ciertamente a superar los riesgos y los límites de una visión puramente económica del proceso de integración. Nos alegramos por el hecho de que la Carta reconozca el principio de subsidiariedad junto al de solidaridad. Traducido en términos concretos, estos dos principios señalan el futuro de Europa que debe perseguir una unidad verdadera en el respeto a las diversas identidades nacionales. La Unión se presenta bajo este perfil como algo nuevo, incluso desde el punto de vista de las formas de soberanía hasta ahora conocidas.

Al mismo tiempo y con mucha franqueza hemos expresado nuestra clara insatisfacción por el modo en que han sido afrontados algunos temas importantes que pueden tener un papel decisivo en el presente y el futuro de Europa.

--¿Qué es lo que no está bien en esta Carta?

--Querría recordar sobre todo tres puntos sobre los que nos hemos sentido en el deber de realizar críticas. Antes que nada el hecho de que la prohibición de la clonación de seres humanos se haya limitado a la clonación reproductiva, de modo que deja abierto el camino a la terapéutica. En segundo lugar, consideramos francamente inaceptable la distinción entre el derecho a casarse y el derecho a constituir una familia, legitimando de este modo formas de unión diversas de las fundadas sobre el matrimonio. Por último, nos parece muy extraño e inquietante que la Carta haya omitido reconocer una específica relevancia jurídica e institucional a las Iglesias y a las comunidades religiosas.

--En días pasados, a alguno no le gustaron las observaciones críticas hechas por el Episcopado italiano a esta carta...

--Debo decir que sobre estos temas la sensibilidad de los obispos europeos es si cabe más crítica que la que ha manifestado el Episcopado italiano. Los comentarios que a menudo se leen en nuestra prensa, según los cuales la posición de la Conferencia Episcopal Italiana en esta materia sería típicamente italiana, por no decir extremista, resultan en verdad lejanos de la realidad. Que quede claro: la insatisfacción expresada respecto a la Carta de los Derechos no significa en ningún modo un menor compromiso a favor de la unidad europea. Por el contrario, los obispos europeos están profundamente convencidos de la necesidad de construir juntos Europa y del hecho de que sólo salvaguardando algunas estructuras portantes de nuestra civilidad europea esta construcción podrá resultar benéfica y duradera.