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La gran sorpresa, una plataforma al servicio de la familia

Movimientos eclesiales, familiares y pro-vida de derecho humano fundamental

ROMA, 13 oct (ZENIT.org).- Al concluir esta tarde el Congreso internacional de la Familia, en el Vaticano, ha emergido con claridad una constatación más vigorosa que toda la lluvia de discursos: el compromiso por la familia y la vida ha sido capaz de unir en un mismo objetivo a movimientos, organizaciones y comunidades eclesiales de las más variadas sensibilidades.

Se trata de carismas tan diferentes como el de la Renovación Carismática o el de Comunión y Liberación, el del Camino Neocatecumenal o el de la Acción Católica, el de los Legionarios de Cristo, la Comunidad de San Egidio, los Focolares, o el del Opus Dei. Con ellos se encontraban, además, los centenares de organizaciones para la vida que existen en los cinco continentes y que son particularmente activas en Estados Unidos. Los miembros que agrupan a todos estos movimientos superan los cien millones de personas.

En la sala de audiencias intervinieron personajes como Chiara Lubich, Kiko Argüello, Andrea Riccardi, el padre Marcial Maciel, Salvatore Martínez, monseñor Javier Echevarría... Historias, países, maneras de vestir totalmente diferentes. Y sin embargo, en la sala de audiencias se pudo constatar una misma pasión por el hombre y por lo que le es más íntimo: el amor, la familia, los niños...

Si se tienen en cuenta los números, posiblemente la presencia más grande en este Jubileo de las familias, que culminará el próximo domingo, con el encuentro con el Papa es el de la Renovación Carismática, pues los miembros italianos de este movimiento celebran en estos días su propio Jubileo en Roma. Para mañana, tras un encuentro de fiesta que tendrá lugar en la mañana, han organizado una «Marcha de las familias» que convergerá en la plaza de San Pedro del Vaticano. De este modo, el encuentro del Papa con las Familias quedará también marcado por la espontaneidad y la fe que caracteriza a los carismáticos.

La presencia de la Acción Católica también será significativa, con al menos cinco mil personas. Esta organización constituyó desde finales del siglo pasado la columna vertebral de la acción apostólica de la Iglesia con los laicos. Aquí, en el Vaticano, se ha visto en este fin de semana cómo esta corriente se integra y colabora con las nuevas comunidades eclesiales y movimientos surgidos, en buena parte, tras el Concilio Vaticano II.

El entusiasmo y la entrega radical a Cristo, típicos del Camino Neocatecumenal ha llevado a 220 familias a presentarse mañana en el Vaticano para convertirse en misioneros del Evangelio en los cinco continentes. Han dejado el confort de su país, de su ambiente, sus raíces para ir a anunciar el Evangelio, llevándose consigo a sus hijos, por los cinco continentes. Alguna de las familias que mañana se encontrará con el Papa ha dejado Nueva York para ir a evangelizar Japón, otra, que procede de Perú, vive ahora en Finlandia para ser testigo del Evangelio. El Papa les enviará como misioneros del tercer milenio.

Este Congreso internacional jubilar, que ha servido para hacer un diagnóstico realista sobre el frío invierno que azota a la familia (Cf. «El desafío: un nuevo «pacto» entre familia y vida») ha ofrecido también una respuesta inesperada: una plataforma de cristianos, animados por espiritualidades dinámicas y convencidas, provenientes de todos los estados de vida y de las más variadas realidades sociales, culturales y geográficas, que unen sus esfuerzos para ponerse al servicio de los más íntimo del hombre, su vida, la familia.

«La cantidad y el compromiso de todos los miembros de estos movimientos y comunidades eclesiales y familiares --ha declarado a Zenit el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos-- es uno de los motivos que nos permite ser optimistas y pensar que el invierno de la familia está terminando y que pronto vendrá "una nueva primavera"».


Para agencias internacionales el nacimiento de un niño es una catástrofe

Habla el profesor Michel Schooyans, experto en demografía

CIUDAD DEL VATICANO, 11 oct (ZENIT.org).- En la tarde de hoy comenzó en el Vaticano, en el aula de las audiencias generales, el Congreso internacional teológico pastoral de tres días sobre el tema «Los hijos, primavera de la familia y de la sociedad».

Se trata de una iniciativa organizada por el Consejo Pontificio para las Familias, organismo vaticano dirigido por el cardenal Alfonso López Trujillo, que pretende preparar el Jubileo de las Familias, una cita que reunirá entre el sábado y el domingo próximo a unas 200 mil personas en Roma en torno a Juan Pablo II (Cf. «Jubileo de las familias: Los niños, al centro de la sociedad»).

En el congreso participan 6 mil personas en representación de las Conferencias episcopales de todo el mundo (obispos, sacerdotes y parejas encargados a nivel nacional de la pastoral familiar), así como responsables de organizaciones y movimientos comprometidos a favor de la familia y la vida. Entre los conferenciantes se encuentran expertos de renombre internacional (Cf. «Exclusivo: Recta final al Jubileo de la familia»).

Para comprender los objetivos de este encuentro, «Zenit» ha entrevistado al profesor Michel Schooyans, considerado uno de los mayores expertos del mundo católico en materia de bioética y demografía.

Schooyans, que acaba de publicar en Italia el libro «Nuevo desorden mundial» («Nuovo Disordine Mondiale», editorial San Paolo), es profesor de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Este sacerdote alcanzó fama internacional con la publicación del libro «La deriva totalitaria del liberalismo» (en francés, «La dérive totalitaire du libéralisme»). La Santa Sede le ha encomendado escribir las meditaciones que se leerán durante el «Viacrucis de las familias», que se celebrará en la plaza de San Pedro el 12 de octubre, en el que el sufrimiento de las familias será puesto ante la cruz de Cristo.

-- Zenit: El Jubileo de las familias tiene por tema: «Los hijos, primavera de la familia y de la sociedad». ¿Por qué se ha escogido este tema?

-- Michel Schooyans: Según la sabiduría popular, el niño que viene al mundo es un «regalo». Se trata de un dicho que nuestras abuelas repetían mucho antes de que existiera la abundancia de bienes de consumo a la que estamos acostumbrados hoy. El niño no es un peso. Es, ante todo, un don, el don más bello que pueda hacer una mujer al marido; el don más bello que puede hacer un hombre a su mujer; el don más bello que puede hacer la familia a la sociedad. Es verdad que un nacimiento no produce nada y uno conlleva una renta, pero es un potente estímulo para los padres que desean ofrecer al niño un ambiente agradable, una buena educación, ropa, vacaciones, etc. Al mismo tiempo, el niño estimula a los poderes públicos a mejorar las infraestructuras, el sistema educativo, a modernizarse.

De este modo, el niño, no sólo estimula a la familia, sino también a la vida económica, social, política... Es por tanto aberrante establecer un principio simplista, según el cual, el niño es un peso (especialmente en países del tercer mundo) y por tanto el aborto y la esterilización son «económicamente preferibles» a un nacimiento. A veces da la sensación de que algunas agencias internacionales de la ONU sienten más alegría por el nacimiento de una vaca que de un niño. Es más, un bebé parece ser visto como una catástrofe.

-- Zenit: «La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado» dice el artículo 16, 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por desgracia, 52 años después de la publicación de esta declaración, representantes de países en vías de desarrollo piensan que defender la familia implica impedir la intervención de los organismos de las Naciones Unidas. En efecto, los programas de control de población en Asia, América Latina y África implican la esterilización o el aborto, convirtiéndose en auténticas violaciones de los derechos humanos. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

-- Michel Schooyans: Varios indicios convergentes prueban que la Declaración de 1948 esta amenazada. Las amenazas proceden, ante todo, de la voluntad de prolongar la lista de los derechos humanos, incluyendo algunos «nuevos derechos», entre los que se incluye el derecho a la «salud sexual y reproductiva» que comprende «el derecho al aborto», incluso para las menores de edad y sin el consenso de sus padres, el reconocimiento jurídico de las parejas de homosexuales y de los diferentes modelos de familia.

La Federación Internacional para la Planificación Familia (IPPF) y Family Care International junto a muchas otras organizaciones están haciendo todo lo posible para difundir esta nueva mentalidad. La Unión Europea desempeña un papel fundamental en este sentido. En las Conferencias Internacionales de la ONU de El Cairo (1994) y de Pekín (1995) se convirtió en uno de los principales promotores de estos «nuevos derechos»». La Carta Global de la Sanidad, preparada por la Organización Mundial de la Salud, también los menciona. Para esta mentalidad, existe la familia heterosexual, clásica, pero también está la familia homosexual... Se da el caso de madres «de alquiler», o de madres biológicas que trabajan para parejas que no pueden tener hijos. Surgen así casos imposibles de resolver legalmente: ¿Quién es la madre? ¿Quiénes son los padres? De este modo, el uso ambiguo del término familia podría llevar a la desaparición de los derechos económicos, sociales y culturales de las familias tradicionales.

-- Zenit: En un reciente encuentro de sexólogos celebrado en Berlín, la profesora Judith Mackay de Hong Kong, que trabaja en la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que en el futuro: «Tan sólo algunos obstinados, ultraconservadores guiarán las resistencias de retaguardia: las religiones aceptarán en todo el mundo la píldora y los demás anticonceptivos, admitirán homosexuales y lesbianas como sacerdotes, combatirán juntos en la ONU contra la discriminación sexual. Quien quiera tener descendientes podrá escoger niños a la medida en cuanto al coeficiente intelectual o al color del pelo. El "cybersex" provocará la crisis entre las parejas: el erotismo virtual será la primera causa de divorcios. Nadie se sentirá hombre o mujer para toda la vida, los papeles desaparecerán». Según la experta de la OMS esto es progreso, usted, ¿qué opina?

-- Michel Schooyans: Una corriente feminista muy activa ha desarrollado la ideología del «gender» (género). Distingue las diferencias biológicas (sexo) de los papeles atribuidos por la sociedad al hombre y a la mujer (de aquí viene el término «género»). Según esta ideología, las diferencias entre «géneros» humanos no son naturales, sino que más bien aparecen en el curso de la historia y son creadas por la sociedad. Se trata, por tanto, de diferencias culturales. Según esta ideología, es necesario abolir totalmente toda distinción entre hombres y mujeres. Términos como matrimonio, familia, madre, tienen que ser eliminados, pues no corresponden a ninguna de las realidades admitidas por esta ideología, es más, evocan situaciones históricas superadas que la ideología debe denunciar y destruir.

Como primera consecuencia, si se eliminan las diferencias entre el hombre y la mujer, la masculinidad y la femineidad propias del ser humano dejan de tener sentido. Para el individuo, el cuerpo se convierte de este modo en un simple instrumento para disfrutar de todo tipo de placer: homosexualidad, placeres egoístas... Aunque esto implique el aborto...

Está claro que nos encontramos ante un proyecto que pretende trastornar los modelos culturales. No se trata sólo de añadir nuevos derechos, se trata de algo mucho más profundo: reinterpretar radicalmente los derechos que ya habían sido reconocidos.


 

El desafío: un nuevo «pacto» entre familia y vida

El cardenal López Trujillo desenmascara los factores de la crisis actual

CIUDAD DEL VATICANO, 12 oct (ZENIT.org).- El Congreso internacional, que prepara el Jubileo de las Familias (14 al 15 de octubre), comenzó ayer por la tarde con una constatación realista del cardenal Alfonso López Trujillo, el hombre a quien Juan Pablo II ha encomendado la coordinación de la pastoral familiar en el mundo: las familias están atravesando duro «invierno cultural».

Escuchaban las palabras inaugurales del encuentro, pronunciadas por el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, unas 4 mil personas (el total de los inscritos a este Congreso teológico-pastoral es de 6 mil), venidas de los cinco continentes en representación de Conferencias Episcopales de todo el mundo y de movimientos eclesiales y de promoción de la vida y la familia. La cumbre gira en torno a un argumento: «Los hijos, primavera de la familia y de la sociedad».

Síntomas de un frío invierno

Las heladoras ráfagas de viento de este invierno cultural son conocidas por todo aquel que lee los periódicos. El cardenal colombiano mencionó algunas de ellas: la píldora «del día después» «gravemente abortiva» y la mentalidad que se esconde detrás de su promoción; la equiparación de todo tipo de unión al matrimonio, incluyendo la adopción de niños por parte de parejas homosexuales; el abuso de niños de las maneras más humillantes (incluida la producción y distribución de material pornográfico); el uso comercial de los fetos abortados...

La lista de vendavales que ponen bajo cero el termómetro que mide el estado de la salud de la familia podría continuar. Sin embargo, el Jubileo de las Familias y este Congreso no se quieren quedar en la simple constatación. En este fin de semana, la Iglesia quiere dar aliento y empuje al compromiso de los miles y miles de familias comprometidas en testimoniar la belleza de su amor y fidelidad.

Bocanada de aire nuevo

«Las dificultades no tienen que detener nuestro empuje --constató al tomar la palabra en el Congreso el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano--. Es necesario ayudar a las familias a recuperar la primacía de los valores morales para que los transmitan a sus hijos».

En efecto, añadió el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité vaticano para el gran Jubileo, en el mismo acto inaugural del encuentro: «este congreso, al ver en los hijos la "primavera de las familias y de la sociedad", quiere ser un acto de fe y de esperanza para testimoniar que el hijo es la vida, la plenitud de las aspiraciones de las parejas y de los pueblos».

Contra la corriente

Por desgracia, constató el cardenal López Trujillo, no piensan así los que promueven una filosofía en la que «familia y vida» están separadas por una profunda brecha. Aquí, según constató, está la raíz del problema. «Los hijos dejan de ser vistos como un don de Dios y son considerados, por el contrario, como el producto de una simple decisión». Un programa más en una agenda en la que abundan otros muchos intereses.

Separación familia y vida

Esta mentalidad que separa familia y vida ha llevado a dos fenómenos típicos de la sociedad de hoy, continuó explicando el cardenal: el nacimiento de los llamados «nuevos modelos de familia» y el control artificial de la natalidad, a veces promovido incluso por organizaciones supranacionales o por potencias económicas. «Los hijos se convierten, según esta mentalidad, en un peso y en un obstáculo para la propia realización».

Esta antropología, al alejarse de la realidad más íntima de la familia y del hombre, «confunde el delito con el derecho». El caso del aborto, en este sentido, es el mejor ejemplo.

En defensa del hombre

El Jubileo de las Familias, por el contrario, quiere traer una bocanada de aire nuevo: «la Iglesia proclama con fuerza la dignidad sagrada de cada niño y los deberes y derechos de la familia». El invierno puede dejar paso a una nueva primavera: «cuando los pueblos y los gobernantes, los legisladores, deciden creen en la verdad del hombre, defenderlo, respetarlo, y las leyes inicuas y asesinas son sustituidas por leyes al servicio de la familia y de los niños, para que el bien más precioso, precisamente los niños, sea amado, defendido, respetado como un tesoro». Es decir, como el futuro de la humanidad.


 

75% de las mujeres «solas» inseminadas son lesbianas: Opinión de la Iglesia

La Iglesia anuncia la verdad con caridad; «es madre, no madrastra»

CIUDAD DEL VATICANO, 12 oct (ZENIT.org).- La noticia ha encontrado eco en el Congreso internacional que prepara en Roma el Jubileo de las Familias: entre el 75% y el 80% de las «mujeres solteras y solas» (según la ley) que se inseminan con donante anónimo son lesbianas que viven en pareja.

El dato ha sido facilitado por una encuesta realizada por el diario madrileño «El mundo», publicada el pasado 8 de octubre. El estudio tiene en cuenta datos de la Sociedad Española de Fertilidad e informaciones ofrecidas por colectivos de gays y lesbianas.

Los periodistas que siguen las sesiones del Congreso, que lleva por tema «Los hijos, primavera de la familia y de la sociedad», en preparación del encuentro del Papa con las familias del mundo (14-15 de octubre), en el que participarán unas 200 mil personas, pidieron a algunos de los participantes sus comentarios en una rueda de prensa ofrecida en el marco del encuentro.

Dado que entre los ponentes del Congreso que participaban en este encuentro con la prensa se encontraba el responsable de la Comisión de los obispos españoles para la Familia, monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Segorbe-Castellón, fue él el encargado de dar una interpretación a la noticia.

El prelado evitó en todo momento hacer polémica. Con exquisito respeto de las personas, consideró, sin embargo, que el fenómeno «constituye un signo de la tiniebla antropológica que influencia la sociedad». Contradice a las conclusiones de la psicología en este siglo, que no han hecho más que demostrar que la evolución psicológica de un niño se conforma armoniosamente gracias al amor del padre y de la madre.

Los niños, los grandes perjudicados «Esta realidad que propone la modernidad no es un auténtico progreso --añadió--, por el contrario, el progreso se ve cuando éste da sentido a la vida de la personas no sólo desde el punto de vista individual, sino también desde el punto de vista familiar, dimensión esencial de la persona. La humanidad, en su dimensión sexual, constituida por hombres y mujeres, es esencialmente familiar».

De este modo, el prelado español consideró que «recordar la dimensión esponsal del matrimonio es un bien para la persona, para los propios hijos, para la sociedad y para la Iglesia». Al final, los grandes perjudicados de este «vacío antropológico» serán desgraciadamente los niños.

Este es el motivo que ha llevado precisamente a escoger el lema del Jubileo de las familias: «Los niños primavera de la familia y de la sociedad».

Según las fuentes citadas por «El Mundo», «cada año nacen en España alrededor de 375 bebés fruto de uniones de lesbianas. Sólo en EEUU, los expertos calculan que hay ya alrededor de 100.000 niños concebidos por medio de la inseminación artificial de madres lesbianas, que viven solas o con su pareja. En el mundo occidental, una de cada cinco lesbianas ha recurrido a estas técnicas y un número igual de ellas piensa hacerlo en los próximos cinco años. El 95% de las nuevas familias homosexuales está encabezada por lesbianas...». Los datos de la investigación, sin embargo, no tienen carácter científico y dependen en gran parte, como explica el periódico español, de colectivos homosexuales.

En el encuentro con la prensa, se le preguntó a monseñor Francesco De Felice, subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia, si la Iglesia, que desde hace dos mil años sigue anunciando la belleza del amor matrimonial (por lo que es tachada de «retrógrada») se opone al diálogo. «La Iglesia responde con la verdad y la caridad --replicó--. La Iglesia no puede rebajar la verdad: pues algo es verdad o no lo es».

«En definitiva --aclaró--, la Iglesia defiende el acto de amor que tiene lugar en el matrimonio y se opone a que el hombre sea manipulado artificialmente. Afirma que no todo lo que es técnicamente posible es moralmente lícito. Luchar por estas verdades no significa, sin embargo, dictar condenas. La Iglesia tiene que obrar en la caridad, la Iglesia es madre y no madrastra, es comprensiva, pero no quiere hacer compromisos con lo que no es verdad. Se está jugando demasiado: no se puede jugar con la existencia o con la vida».


 

Niños de la calle: la Iglesia se moviliza

El grito de desesperación de los muchachos en el Jubileo de las familias

CIUDAD DEL VATICANO, 12 oct (ZENIT.org).- El grito de desesperación de niños y niñas que sobreviven en las grandes metrópolis, especialmente en el continente americano, se escuchó en el Vaticano, en el Congreso internacional que está preparando desde ayer el Jubileo de las familias, la gran cita con el Papa de unas 100 mil personas que tendrá lugar este fin de semana.

La portavoz del sufrimiento de estos pequeños fue Mary Rose McGeady, presidente de la Casa Alianza («Covenant House», como es conocida en Estados Unidos), agencia católica internacional encargada de sacar del abandono de las calles a muchachos y muchachas de México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Canadá y Estados Unidos.

La hermana McGeady, miembro de las Hijas de la Caridad de San Vincente de Paul, con cuarenta años de trabajo al servicio de niños y niñas abandonados, pidió incrementar aún más el compromiso de la Iglesia con estos pequeños: «Es oportuno que la santa Madre Iglesia, durante este Congreso de la Familia, se preocupe de los niños de la calle, un grupo de niños cada vez más numeroso, y que vive privado de amor, de atención y de la protección de sus familias».

La Casa Alianza nació, en 1969, cuando seis chavales, que habían huido de sus casas en un día azotado por una tempestad de nieve, tocaron a la puerta del padre franciscano Bruce Ritter, quien vivía en pequeño apartamento en la zona este de Manhattan. Hoy Casa Alianza es el mayor programa de refugio para niños y niñas de y en la calle de las Américas. Más de 200 mil jóvenes, como los seis primeros, han tocado a sus puertas para escapar de la agonía de la vida en la calle --soledad, hambre, dolor y rechazo--.

Además del programa de calle, que incluye servicios de salud y Centros de Crisis, Casa Alianza ofrece una variedad de servicios a jóvenes sin hogar, que incluyen alimentación, ropa, educación, preparación vocacional, programas de tratamiento y prevención del abuso de drogas, servicios legales, recreación, consejería pastoral, programas para madres adolescentes, hogares de transición, una línea telefónica (en los Estados Unidos) de atención en crisis, asistencia para encontrar lugares para vivir a largo plazo y seguimiento de los jóvenes independizados.

Casa Alianza proporcionó servicios residenciales y no residenciales a más de 48mil niños, niñas y jóvenes el año pasado a lo largo de las Américas. Aproximadamente 13 mil jóvenes fueron acogidos en sus Centros de Crisis (refugios) y programas residenciales. Otros 14 mil recibieron ayuda en Centros de Servicios Comunitarios o en programas de seguimiento y de prevención. Sus educadores y educadoras de calle ayudaron a unos 21 mil jóvenes en las calles.

La «Línea Nueve» de Casa Alianza en Estados Unidos («Nineline» = 800-999-9999), recibió cerca de 87 mil llamadas en momentos de crisis de jóvenes de todos los estados de los Estados Unidos, jóvenes que necesitaban ayuda inmediata y no tenían a nadie a quien acudir.

El sello distintivo de Casa Alianza es su política de «Puertas Abiertas», según la cual a ningún niño o adolescente se le niega la entrada en su primera visita, sino que se les acepta «sin hacer preguntas». Solamente los malos comportamientos graves o la negativa a hacer uso de los servicios ofrecidos pueden limitar sus visitas.

La hermana Mary Rose recordó en Congreso que se celebra en el Vaticano, que lleva por lema «Los niños, primavera de la familia y de la sociedad», el drama de tantas existencias aparentemente tan parecidas como fotocopias, pero infinitamente diversas unas de otras: «Con frecuencia, niños de seis años acaban en las calles, comienzan a robar, toman droga, son instigados por los adultos a la prostitución o a la venta de droga. No van a la escuela y con frecuencia forman bandas para protegerse».

Según la religiosa estadounidense, el mensaje de Juan Pablo II pronunciado durante las últimas Jornadas Mundiales de la Juventud a favor de los muchachos y muchachas abandonados constituye un aliciente para toda la Iglesia para hacerse más cercana a la infancia abandonada.

Por el momento, la organización liderada por la hermana Mary Rose albergará esta noche a 1.500 niños y niñas con necesidades y sin hacer ruido ni publicidad...