SANTA SEDE
PROTESTANTES E ISLAMICOS APOYAN AL VATICANO EN LA ONU
2.000 grupos de distintas confesiones respaldan su puesto de observador
CIUDAD DEL VATICANO, 23 mayo (ZENIT.org).- Tras sólo cuatro meses de actividad, el número de grupos que apoyan a la Santa Sede en la ONU ha crecido a más de 2.000, procedentes de más de 50 países de los cinco continentes. Como recuerda C-FAM («Catholic Family & Human Rights Institute»), la campaña comenzó en enero, aunque fue anunciada públicamente en una conferencia de prensa de la ONU el 15 de marzo.
Se han sumado a esta campaña los mayores grupos evangélicos del mundo, incluyendo a «Focus on the Family», y también los más importantes grupos islámicos, como «al-Khoei Foundation», con sede en Londres. «Al-Khoei Foundation», que se unió a la campaña hace tres semanas, expresó su gran tristeza por el ataque que está sufriendo la Santa Sede por parte de las agrupaciones abortistas. «Al-Khoei Foundation» es la mayor fundación chiíta musulmana del mundo y dirige algunas de las universidades más relevantes de Oriente Medio.
La campaña empezó como reacción a los esfuerzos de los extremistas favorables al aborto para remover a la Santa Sede de su puesto de observador en las Naciones Unidas. Esta posición no le permite votar en la Asamblea General, pero la Santa Sede sí puede participar en los debates de la Organización. En algunas Conferencias internacionales, mientras estos grupos trataban de imponer el control demográfico de las personas pobres, la Santa Sede salió en defensa de la dignidad de los más débiles, a quienes no se les pueden imponer decisiones tan íntimas ni acabar con la pobreza acabando con los pobres.
Se observa un fuerte contraste al detenerse en este otro dato: después de más de un año, sólo 498 grupos se han sumado a la campaña «See Change», promotora de la expulsión de la Santa Sede. En su mayoría se trata de organizaciones favorables al aborto, al control de la población y lesbianas. Esa cifra se alcanzó cuando la agrupación líder de la campaña, «Catholics for a Free Choice» (CFFC), insertó anuncios en la portada del New York Times y contrató personal a tiempo completo para dirigir esta actividad. (La semana pasada los obispos de Estados Unidos condenaron a CFFC por su promoción del aborto y por denominarse erróneamente «Catholic»).
Preocupados por las vacilaciones y posibles desaciertos de su campaña, CFFC acaba de contratar a Heidenpriem and Mager, una importante y poderosa compañía de relaciones públicas de Washington DC, para dirigir la campaña «See Change» y para frustrar la consideración de las resoluciones favorables a la Santa Sede en las cámaras legislativas norteamericanas. El encargo lo ha asumido Nikki Heidenpriem, antiguo funcionario de la administración Carter. El hecho de contratar los servicios de Heidenpriem demuestra no sólo la preocupación que ha cundido en CFFC, sino también los impresionantes recursos financieros con que cuenta. En su declaración de la semana pasada, los obispos de Estados Unidos señalaron que CFFC es poco más que la fachada de lo que es una muy rica industria internacional del aborto. El presupuesto de CFFC alcanza los cuatro millones de dólares anuales.
Muchos se preguntan porqué CFFC continúa con su campaña habiendo recibido oposición de todas las partes del mundo. De hecho, Francis Kissling, presidente de CFFC, admitió recientemente la derrota. En su propio boletín, escribió: «Éste (el Vaticano) no teme que la ONU acepte la cuestión». La campaña parece ser de acoso. En 1991 se citaron unas palabras de Kisling, en las que decía que había «buscado durante veinte años un gobierno al que derribar» sin acabar en la cárcel, y que «por fin lo había encontrado en la Iglesia católica».
JUBILEO DE LOS DETENIDOS: EL PAPA PODRIA PEDIR EL INDULTO PARA ALI AGCA
Obispos italianos piden un gesto de clemencia a favor de los presos
ROMA, 23 mayo (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), cardenal Ruini, ha pedido un gesto de clemencia con los encarcelados con motivo del Año Santo. El próximo día 9 de julio se celebrará el Jubileo de los detenidos y los obispos italianos quieren unirse al Papa que podría celebrar la fecha con una nueva sorpresa, una petición de gracia para Alí Agca, el autor del atentado que le habría podido costar la vida.
El cardenal Ruini se ha hecho portavoz de la Iglesia italiana que vería con buenos ojos un perdón hacia los presos «que sirva para abreviar los tiempos de la pena, según criterios de equidad y que sea compatible con la debida atención a la ya precaria seguridad ciudadana». El presidente de la CEI ha añadido que «la Administración pública no puede sustraerse al deber de invertir los recursos necesarios para hacer frente a las gravísimas carencias estructurales de las cárceles italianas».
Al mismo tiempo, mientras se acerca la fecha del 9 de julio, aumenta en los medios de comunicación la especulación sobre la posibilidad de que Juan Pablo II pudiera pedir el indulto para su agresor, el turco Alí Agca, que sigue cumpliendo su pena en Italia. Ese día, el Papa celebrará la misa en la cárcel romana de Rebibbia y ese podría ser el escenario del anuncio. El mismo Alí Agca ha manifestado hace poco: «Tengo confianza en que esta gracia pueda producirse pronto...»
EL PAPA FESTEJA LOS NUEVOS SANTOS EN EL COLEGIO MEXICANO DE ROMA
Revive en una comida sus inolvidables viajes al país latinoamericano
ROMA, 23 mayo (ZENIT.org).- Tras la fiesta que ofrecieron ayer 20 mil peregrinos mexicanos al Papa, en la plaza de San Pedro, para agradecerle la canonización de 27 nuevos santos compatriotas, Juan Pablo II abandonó los muros vaticanos en coche para ir al Colegio Pontificio Mexicano y comer con los seminaristas y sacerdotes de este centro que estudian en las Universidades Pontificias de Roma, así como con los cardenales Noberto Rivera y Juan Sandoval, y numerosos obispos mexicanos que también se encontraban en la Urbe con motivo de la ceremonia de canonización.
Al final de la comida, el Santo Padre saludó a los presentes, recordando que ya había visitado este centro en otras dos ocasiones, en diciembre de 1979, después de su primer viaje a México, y en noviembre de 1992, con motivo del vigesimoquinto aniversario del Colegio Mexicano.
«Estar con vosotros me hace sentir cerca de vuestras diócesis y lugares de origen y, al mismo tiempo, me hace revivir los inolvidables viajes pastorales efectuados a vuestro querido país», reconoció el Papa con una sonrisa.
Tras agradecer el trabajo de los superiores y de las Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, que ofrecen a estos estudiantes la posibilidad de dedicarse en cuerpo y alma a su formación y convertirse en los evangelizadores que requerirá México en los próximos años, Juan Pablo II deseó que este Colegio «siga favoreciendo un ambiente adecuado, que os permita profundizar y ampliar la formación académica y espiritual, tan necesaria para el ministerio sacerdotal, que es el objetivo principal de vuestra estancia aquí».
«Que la Guadalupana, Reina de vuestra amada Nación y Madre de todos los mexicanos, interceda por vosotros ante su divino Hijo y que os acompañe siempre con su solícita presencia y ternura materna», dijo el Papa al despedirse.
Entre los 150 alumnos del Colegio presentes en el encuentro, se sortearon tres lugares para comer en la mesa del Santo Padre.
JUBILEO DE LOS PERIODISTAS: UN EXAMEN DE CONCIENCIA
Profesionales afrontan sin reservas los defectos de la información
CIUDAD DEL VATICANO, 23 mayo (ZENIT.org).- Los periodistas italianos piden perdón por los vicios de la información. Se trata de una especie de «mea culpa», en preparación del Jubileo de su categoría que se celebrará el próximo 4 de junio. Con este motivo, la UCSI (Unione Cattolica Stampa Italiana) organizó una mesa redonda en la que convocó a las más importantes firmas del panorama periodístico italiano. Dinno Boffo, director del diario «Avvenire», ha propuesto desde los micrófonos de «Radio Vaticano» una lista de «nunca más» para que no sea inútil la lista de errores que se cometen, y también para no aparecer ante los lectores como profesionales reticentes.
--Dino Boffo: Hoy hacerse periodista es difícil. Los jóvenes que quieran empezar esta profesión deben enfrentarse a muchas dificultades. Sin embargo también existe la tentación de que, una vez que hemos llegado al «recinto» profesional, estemos tan acomodados que olvidemos la razón por la que decidimos emprender este camino. Es providencial esta invitación del Jubileo: recuperar aquello que constituye la esencia de nuestra profesión, para redescubrir la deuda permanente que tenemos frente al prójimo, al público, a la colectividad. Estoy convencido de que ser periodista es una misión, una vocación de gran altura. O redescubrimos esto o contribuiremos al hundimiento de esta profesión.
--Usted pronunció en el encuentro un largo elenco de «nunca más». ¿De qué se trata? --Dino Boffo: Voy al grano: nunca más perezosos, nunca más «acomodados». Nunca más renunciar a hacer una verificación, un control; nunca más cansarnos de ser curiosos. Creo que la pereza es un virus que nos está adormeciendo. En realidad, esta profesión se hace de verdad si se permanece despierto de corazón, despierto de cabeza, despierto de mirada, despierto por dentro.
--¿Es el protagonismo uno de los mayores problemas del periodismo?
--Dino Boffo: Una de las cosas que perjudican a nuestra profesión es el narcisismo. También debemos bajar el tono y aceptar los asuntos ordinarios, si es lo que exige la crónica; no transformar en asunto de actualidad aquello que no lo es, simplemente por motivos de exclusiva o por ventas.
--En cuanto a todo lo que ha sucedido en Fátima en días pasados, ¿cómo cree que ha sido tratada esta noticia?
--Dino Boffo: En Fátima tuvo lugar un gran acontecimiento del pueblo. Ello me impresionó y creo que debía impresionar más. Es la fe de los sencillos que con frecuencia se ignora, no se considera, no se ve. La televisión en esto puede haber tenido un papel positivo, pero de manera descontrolada e involuntaria ha terminado por darle un énfasis como para provocar un rechazo, sobre todo en la sensibilidad laicista. Ha hecho pensar que la Iglesia pone su confianza en los milagros y en las revelaciones privadas, más de lo que se fía de la Palabra de Dios; cosa que no es así, porque la Iglesia tiene bien presente esta distinción. No por casualidad aquel anuncio no lo hizo el Papa, sino su más estrecho colaborador; es como expresar que el Papa ha tenido presente que existe una distinción entre el magisterio pontificio y las revelaciones de carácter privado.
ACUERDO DE RELACIONES DIPLOMÁTICAS ENTRE LA SANTA SEDE Y DJIBUTI
Otro país de mayoría islámica estrecha sus contactos con Roma
CIUDAD DEL VATICANO, 23 mayo (ZENIT.org).- La Santa Sede y la República de Djibuti, con el deseo de promover vínculos de amistad, han decidido establecer relaciones diplomáticas al nivel de nunciatura y embajada respectivamente. País africano independiente desde 1977, Djibuti se encuentra en una posición geográfica estratégica, gracias al puerto que permite acceder al Mar Rojo y al Golfo Pérsico. Hoy la actividad portuaria sufre aún de gran lentitud a causa del conflicto entre Etiopía y Eritrea.
La población de 623.000 habitantes está formada principalmente por dos grupos étnicos, uno mayoritario, los Issa (somalíes), residentes en el sudeste, y otro minoritario, los Afar, que suman unas 155.000 personas. El actual presidente, Ismael Omar Guelleh, elegido el 9 de abril de 1999, también preside actualmente la Autoridad Intergubernativa para el Desarrollo (IGAD), con sede en Djibuti, a la que pertenecen Eritrea, Etiopía, Kenia, Uganda, Sudan y Somalia.
En cuanto a la situación religiosa del país, el 96% de los habitantes son musulmanes sunnitas. Los católicos constituyen el 2%. Otro tanto suman, juntos, los cristianos protestantes y los ortodoxos. El obispo de Djibuti es Monseñor George Perron, de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, asistido por cuatro sacerdotes que trabajan en cinco parroquias. De la comunidad católica forman parte los numerosos militares franceses con residencia en el territorio. Se espera la llegada de las hermanas Misioneras de la Caridad, de Madre Teresa.
La República de Djibuti eleva a 172 el número de los países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas al nivel de embajada y de nunciatura, además de las «representaciones» de la Federación Rusa y de la Organización para la Liberación de Palestina. Cuando Juan Pablo II fue elegido Papa, el Vaticano había entablado relaciones con 92 países.
LA SANTA SEDE DECRETA EL DIA DE LA DIVINA MISERICORDIA
Una propuesta de Faustina Kowalska
CIUDAD DEL VATICANO, 23 mayo (ZENIT.org).- La Sala de Prensa de la Santa Sede publicó hoy un decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, organismo vaticano presidido por el cardenal Jorge Arturo Medina, en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».
La devoción a la Divina Misericordia constituye un auténtico movimiento espiritual dentro de la Iglesia católica promovido por Faustina Kowalska, a quien el pontífice canonizó el 30 de abril. El Papa había escogido aquel día para anunciar la sorpresa: «En todo el mundo --explicó en aquella ocasión--, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».
Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización. De este modo, el decreto que ahora publica la Congregación para el Culto Divino sirve para anunciar de manera oficial a la Iglesia universal el deseo de este Papa que dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia («Dives in misericordia»).
Faustina Kowalska, una religiosa polaca que falleció a los 33 años (en 1938), vivió una experiencia mística de consagración a la divina misericordia, un itinerario atravesado por visiones, revelaciones, estigmas escondidos. Todo ello anotado en su diario, por sugerencia de su director espiritual. El centro de su vida fue el anuncio de la misericordia de Dios por cada ser humano. Un mensaje que ha tocado el corazón de muchas personas sencillas pero también ha maravillado a numerosos teólogos, sorprendidos al encontrar en los escritos de la religiosa, alejada de los estudios, una profundidad extraordinaria.
En la experiencia de la religiosa polaca, se inspiran los apóstoles de la Divina Misericordia, un movimiento integrado por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la misericordia en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina misericordia, e invocar la misericordia de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo.
El decreto vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de Pascua y las lecturas del breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el misal y el rito romano.
EN SU «ADIOS», CRISTO INDICA AL HOMBRE LA META DE SU VIDA Y DE LA HISTORIA
Juan Pablo II continúa reflexionando sobre el misterio de la Trinidad
CIUDAD DEL VATICANO, 24 mayo (ZENIT.org).- En el momento del adiós a sus discípulos, la ascensión, Cristo no sólo deja sus últimas indicaciones, sino que además nos permite vislumbrar ese misterio de los misterios del cristianismo: la Trinidad. Juan Pablo II continuó así esta mañana, durante la tradicional audiencia general de los miércoles, la reflexión que está haciendo en este Jubileo sobre esta verdad esencial de la fe.
Una soleada plaza de San Pedro ofrecía otra vez un espectáculo que ya comienza a ser habitual en el año 2000: cincuenta mil peregrinos, de unos treinta países se congregaron para escuchar las palabras del pontífice. El clima era de fiesta.
Vida tras la muerte El Papa explicó en su intervención que el momento de la ascensión de Jesús a los cielos nos «indica la meta hacia la que discurre la trayectoria de nuestra historia personal y universal». «Si bien nuestro cuerpo mortal pasa por la disolución en el polvo de la tierra, todo nuestro yo redimido está orientado hacia lo alto y hacia Dios, siguiendo a Cristo como guía». El Papa hablaba con la voz grave del anciano que centra su atención en las cosas verdaderamente importantes de la vida. Y ciertamente hay pocas cosas tan importantes como el saber si después de la muerte hay vida o sólo nos espera la angustia de la nada.
Al dejar a sus discípulos sus últimas palabras, Jesús les habla de lo más importante: del Padre y del Espíritu, las dos personas que junto con él, por amor, forman la unidad de Dios. En esos momentos de intensa emotividad, Cristo les recuerda el designio de salvación del Padre y la promesa del Espíritu Santo que cambiaría para siempre sus vidas, haciendo que aquellos once rudos pescadores imprimieran un giro sorprendente a la historia de la humanidad.
Cristo guía al más allá «Cristo, después de haber recorrido los caminos de la historia y de entrar en la obscuridad de la muerte, frontera de nuestra condición finita y salario del pecado, regresa a la gloria, que desde la eternidad comparte con el Padre y con el Espíritu Santo --explicó el Papa--. Y consigo guía a la humanidad redimida». Esta última frase cambia todo: es el motivo que fundamenta la esperanza cristiana.
De este modo, apoyado en «esta certeza gozosa», Juan Pablo II repitió aquellas palabras de Isabel de la Trinidad, una mística carmelita que murió con tan sólo 26 años: «Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme en ti, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad... ¡Apacigua mi alma! Haz en ella tu cielo, tu morada preferida y tu lugar de descanso... Oh mis tres, mi todo, mi beatitud, soledad infinita, inmensidad en la que me pierdo, yo me abandono en ti..., en la espera de poder contemplar en la luz el abismo de tu grandeza».
EL PAPA SE MOVILIZA PARA DETENER LA VIOLENCIA EN EL SUR DEL LIBANO
Pide garantizar la convivencia y la soberanía libanesa
CIUDAD DEL VATICANO, 24 mayo (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido «a todos los responsables» que el retiro de Israel del Líbano tenga lugar en el respeto de los «derechos» de las personas y los pueblos y que se impidan «acciones contra la vida y la convivencia entre la comunidad».
Al final de la audiencia general de este miércoles, en la plaza de San Pedro del Vaticano, Juan Pablo II hizo pública su preocupación por el proceso de paz en Oriente Medio y por la situación de lo que hasta hace unos días era la «franja de seguridad» de Israel.
«Pidamos a Dios que ilumine las mentes y los corazones para que se ahorren a todas las poblaciones civiles nuevas matanzas y se garantice la soberanía de todo país, para que todos puedan mirar al porvenir con una gran esperanza», afirmó.
En estos momentos, el Papa se está movilizando para tratar de detener la escalada de violencia que tiene lugar en la región. Hoy mismo envió un mensaje al cardenal Nasrallah-Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía de los Maronitas, en el que al recibir noticias de los acontecimientos le garantiza su solidaridad e invita «a todos los cristianos a sentirse solidarios con las poblaciones que, en el sur del Líbano, temen por su futuro a causa de la situación que se ha creado en los últimos días».
Caravanas de guerrilleros en fiesta entraban hoy en los pueblos ocupados hasta hace pocas horas por los israelíes, enarbolando banderas y disparando ráfagas de mitra al aire en signo de júbilo. Antes también se habían visto caravanas humanas, esta vez de desalojados --hombres mujeres y niños, en su mayoría cristianos-maronitas-- que avanzaban en dirección de Metulla, la «puerta» que lleva a Israel. Son las dos caras del retiro militar israelí del sur libanés. Por un lado, la antigua franja de seguridad ha acabado prácticamente bajo el control de la milicia Hizbulah, ante el desmantelamiento del Ejército de Líbano del Sur (ELS), el ejército favorable a Israel que experimenta centenares de deserciones. Por otro, miles de refugiados --cinco mil según Israel-- tratan de huir del caos que reina en el área en estas primeras horas.
Durante la noche, las últimas tropas israelíes presentes en el sur del Líbano atravesaron la frontera. Poco antes habían hecho estallar sus puestos de control fortificados, como el castillo de Beaufort y de Margeaionne, capital de la zona de seguridad. Largas columnas de carros armados y de camiones militares han superado la frontera, dirigidos hacia nuevas bases de la Alta Galilea. «Adiós Líbano», exclamaban los soldados.
LA BIOLOGIA NO PUEDE RESOLVER TODOS LOS INTERROGANTES DE LA VIDA
Monseñor Sgreccia en el Congreso internacional de científicos
CIUDAD DEL VATICANO, 24 mayo (ZENIT.org).- La bioética no puede solucionar por sí sola todos los interrogantes que plantean la biología y la medicina. «La bioética requiere un fundamento filosófico y una visión teológica». Lo afirmó esta mañana monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, al participar en el Congreso internacional sobre el diálogo entre la ciencia y la fe que ha reunido en Roma a unos 400 científicos de todo el mundo.
El simposio, que llevaba por título «El hombre en búsqueda de la verdad: filosofía-ciencia-fe. La perspectiva del tercer milenio», se ha convertido en la plataforma de preparación del Jubileo de los Científicos, que en la tarde de hoy vivió uno de los momentos más emocionantes con una ceremonia penitencial en la que los hombres de ciencia pidieron perdón por los abusos de la ciencia, así como por ciertos prejuicios de los creyentes en relación con eso que el Concilio Vaticano II definió como «legítima autonomía de la ciencia».
«Las ciencias biológicas describen el fenómeno de la vida, pero por sí solas no son capaces de explicar su origen y significado y, por tanto, tampoco pueden indicar su sentido y valor --continuó diciendo Sgreccia--. No se trata sólo de deshacer los interrogantes que todavía hoy afrontan las ciencias experimentales al comprender el fenómeno de la vida, como por ejemplo sucede con la unidad de la dualidad espíritu y cuerpo. Se trata de afirmar la necesidad de comprender el concepto de creación, como explicación de la Causa y del Fin de las diferentes formas de vida. Conceptos como organismo, individuo, corporeidad, persona..., no pueden ser explorados sólo por la investigación biomédica; se trata de conceptos que tienen que ser profundizados desde el punto de vista filosófico, en la línea de la ontología, y deben ser iluminados por la misma teología».
«En estos momentos --concluyó monseñor Sgreccia--, asistimos al doble drama de la separación entre la razón y la fe y al del recíproco distanciamiento entre razón científico-experimental y razón filosófica. Es necesario recomponer la unidad de la mente y la de la cultura al mismo tiempo. En este sentido, nos espera una era de ecumenismo y convergencia. Es necesario, por tanto, restablecer esta doble conexión, manteniendo la respectiva y legítima autonomía, entre las dos vías de la razón, la científica y la filosófica. Asimismo es necesario reabrir el diálogo con la teología, explorar y contemplar las sublimes bellezas de la creación y del misterio de la vida del hombre».
EL PAPA RELANZA EL DIALOGO FE-CIENCIA CON 2.5000 CIENTIFICOS
Atraviesan juntos la puerta santa en signo de conversión
CIUDAD DEL VATICANO, 25 mayo (ZENIT.org).- La fe no debe tener miedo de la ciencia; ni la ciencia debe tener miedo de la fe. Este es el mensaje que lanzó hoy Juan Pablo II, al encontrarse con 2.500 científicos que se congregaron en el Vaticano al concluir el Jubileo del mundo de la ciencia y de la investigación.
El encuentro con el pontífice ha sido el último acto de una serie de acontecimientos extraordinarios. Ayer concluyó el Congreso internacional en el que casi 400 científicos de todos los continentes discutieron con hombres de Iglesia y teólogos sobre la relación entre la fe y la ciencia ante la perspectiva del tercer milenio.
Cuando caía la tarde, los participantes y otros científicos llegados a Roma se dieron cita ayer en la iglesia romana del Espíritu Santo «in Sassia» para pronunciar un «mea culpa» conjunto por los abusos cometidos por la ciencia, especialmente en este siglo, así como por ciertos prejuicios de los creyentes en relación con la «legítima autonomía de la ciencia».
Esta mañana tenía lugar el momento más simbólico: estos miles de hombres y mujeres de ciencia, entre los que había personajes de talla mundial, atravesaron juntos la puerta santa de la Basílica del Vaticano para testimoniar su fe en Cristo y su deseo de conversión. Provenían de las instituciones más prestigiosas del mundo: desde la Royal Society de Londres a la Academia de las Ciencias de París, del Centro Nacional de Investigación (CNR) de Roma al CERN de Ginebra, sin olvidar importantes centros de investigación de Estados Unidos.
Tras la eucaristía, presidida por el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, se reunieron con el Papa. En su discurso, el obispo de Roma trató de despejar viejos prejuicios. «Una reflexión basada exclusivamente en elementos científicos había tratado de acostumbrarnos a una cultura de la duda --explicó--. Se negaba a considerar la existencia de Dios y a concebir al hombre en el misterio de su origen y de su fin, como si una perspectiva así pudiera poner en causa a la misma ciencia. En ocasiones, ha considerado que Dios no era más que una simple construcción del espíritu que no podría resistir al conocimiento científico. Estas actitudes han llevado a alejar la ciencia del hombre y del servicio que está llamada a ofrecer».
Una nueva era de relaciones Ahora bien, el pontífice está convencido de que ha comenzado una nueva era en las relaciones entre la ciencia y la fe. «El rico panorama de la cultura contemporánea --dijo--, en el alba del tercer milenio, abre perspectivas inéditas y prometedoras en el diálogo entre la ciencia y la fe, así como entre la filosofía y la teología».
«Un gran reto que tenemos al final de este milenio --constató citando el número 83 de su última encíclica, «Fe y razón»-- es el de saber realizar el paso, tan necesario como urgente, del fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando ésta expresa y pone de manifiesto la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión especulativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya».
La fe no teme a la razón Y es que, añadió, «La fe no teme a la razón». Es más, dirigiéndose a los científicos afirmó: «Si en el pasado la separación entre fe y razón ha sido un drama para el hombre, que ha conocido el riesgo de perder su unidad interior bajo la amenaza de un saber cada vez más fragmentado, vuestra misión consiste hoy en proseguir la investigación convencidos de que --aquí citó a Gregorio Palamas--, "para el hombre inteligente [...], todas las cosas se armonizan y concuerdan"».
Se trata de una misión que ya han asumido grandes científicos y cristianos. «Desde Copérnico a Mendel, de Alberto Magno a Pascal, de Galileo a Marconi la historia de la Iglesia y la historia de las ciencias nos muestran claramente que hay una cultura científica enraizada en el cristianismo», constató.
En sus palabras de saludo al Papa en nombre de los científicos presentes, el cardenal Poupard, «ministro» del Vaticano para la Cultura, explicó que «el objetivo del Jubileo no sólo consiste en pasar revista a las principales tareas que tienen que afrontar los científicos y los teólogos ante las urgencias planetarias. No se trata sólo de celebrar la ciencia como la actividad más eminente del hombre, en cuanto búsqueda de la verdad, ni de organizar una reunión imponente de científicos del mundo entero. El objetivo del Jubileo del mundo de la ciencia y de la investigación consiste en celebrar a Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, Redentor del hombre, que se definió a sí mismo como Camino, Verdad y Vida. Él es el Señor del Cosmos y de la Historia, el centro de nuestro Jubileo».
PAZ, ECOLOGIA HUMANA Y LIBERTAD RELIGIOSA, PRIORIDADES PLANETARIAS
Palabras de Juan Pablo II a cuatro nuevos embajadores ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, 25 mayo (ZENIT.org).- Paz, deuda externa, ecología, libertad religiosa. Estos han sido los grandes temas afrontados por Juan Pablo II esta mañana al recibir a cuatro nuevos embajadores ante la Santa Sede con motivo de la ceremonia de presentación de cartas credenciales.
El pontífice aprovechó esta oportunidad, que podría parecer de rutina --en estos momentos el Vaticano mantiene relaciones estables con 175 estados del mundo--, para tocar argumentos decisivos para la Iglesia y para los países que representan los nuevos embajadores: Nueva Zelanda, Kuwait, República del Congo y Ghana. Se trata de países muy diferentes entre sí, pero que el Papa quiso acomunar en una breve reflexión centrada en la desesperada necesidad de paz que existe en nuestro planeta y de aliviar a los países pobres del pesado fardo de la deuda externa. Dos compromisos, que según el Papa, deben convertirse en realidades emanadas del espíritu que caracteriza este Jubileo del año 2000.
A continuación, el Papa afrontó las realidades de cada uno de los países representados por los diplomáticos.
Tras años de terribles sufrimientos en búsqueda de la paz, dijo el Papa al afrontar la situación de la República del Congo, la clave para lograr la concordia pasa necesariamente por «la reconciliación y el perdón». Un objetivo en el que la Iglesia católica local, que también ha sufrido el derramamiento de sangre, está comprometida hasta el fondo a través de la formación que ofrece a nivel espiritual, moral, cívico, gracias a sus obras de educación.
Volvió a tocar estos conceptos, extendiéndolos al continente africano, al dirigirse al embajador que representa a la patria de Kofi Annan, Ghana. El mensaje del Papa fue muy claro: «sin solidaridad no puede haber paz», de modo que la sangre que hoy día corre en ese continente es también responsabilidad del resto de la humanidad.
Al dirigirse al diplomático de Nueva Zelanda, país sumergido en auténticos paraísos naturales del Pacífico, el Papa habló de ecología. No sólo recordó la responsabilidad común de conservar la naturaleza, que debe ser entregada intacta a las nuevas generaciones, sino que fue más allá, para hablar de una «ecología del hombre», basada en el papel central de la familia y en la inviolabilidad del derecho a la vida.
Al hablar con el embajador kuwaití el Santo Padre se centró en la importancia decisiva del respeto del «corazón mismo de los derechos humanos», el derecho a la libertad religiosa. «Al profesar su religión, la persona expresa sus aspiraciones más profundas y desarrollo lo que le es más íntimo: su interioridad, santuario del ser que nadie puede fracturar. Asimismo es indispensable que cada quien pueda seguir su conciencia en toda circunstancia y que nadie le obligue a actuar contra ella». Un derecho que no sólo debe ser privado, sino que, como reconocen la mayoría de los Estados, debe ser también garantizado en su dimensión pública.
«SANTO PADRE, SOMOS ESCLAVAS EN BUSCA DE LIBERTAD»
Prostitutas encuentran acogida y rehabilitación en la Asociación Juan XXIII
CIUDAD DEL VATICANO, 25 mayo (ZENIT.org).- «Papa, ayúdanos a liberar a las más de 50 mil muchachas que se prostituyen en las calles italianas. Padre, libéranos, ayúdanos. Ayuda también a tantos niños que en Africa mueren de hambre, enfermedad y guerra». Después de pronunciar estas palabras, Miriam, de 26 años, ex prostituta nigeriana gravemente enferma de SIDA, se echó a llorar, arrodillada ante Juan Pablo II, quien la consolaba y la bendecía, profundamente conmovido.
El encuentro tenía lugar al final de la audiencia general de ayer miércoles en la plaza de San Pedro. Estuvieron con el Papa el padre Oreste Benzi y las antiguas prostitutas y todos los marginados a quienes las comunidades «Juan XXIII» han abierto sus puertas.
Este sacerdote de la calle, apóstol desde hace años de las prostitutas, ya ha liberado a 1.100, decía: «Santidad, hemos venido a San Pedro a celebrar con usted el Jubileo para renovar la fe de la Iglesia en la tumba de Pedro, pero también para lanzar un signo del Año Santo: la liberación de los esclavos del año 2000, entre los que 50.000 prostitutas se encadenan cada noche en las calles de Italia».
La Asociación Juan XXIII, fundada por este sacerdote, ha rehabilitado a estas mujeres, empujadas a la prostitución, creando casas de acogida para facilitar su reinserción. Miriam, que dejó en Nigeria a 51 hermanos (su padre tenía nueve esposas) y a dos hijas pequeñas, llegó a Italia hace 11 años engañada, como tantas otras, a casa de quien le había prometido un trabajo honesto. Fue encontrada abatida en las aceras de Roma, acabando en el hospital con SIDA. Allí un asistente social le facilitó el teléfono del padre Benzi, quien la acogió en una casa-familia. La estructura de la asociación permite ayudar actualmente a 170 mujeres.
Cuando saludó a los 2500 representantes de la Asociación Juan XXIII, presentes en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II se dirigió a ellos con estas palabras: «Conozco el bien que hacéis entre los pequeños, los pobres y los necesitados. El Papa os dice: "continuad"».
Miriam no representaba sólo a las 40 ex prostitutas presentes en la audiencia, sino también a cientos y cientos de discapacitados, niños en acogida y adopción, ex toxicómanos, enfermos psíquicos, pobres y abandonados de todo tipo acogidos en las 250 casas-familia, comunidades, cooperativas de la Asociación Juan XXIII, que en 18 países del mundo sientan a la mesa a 5.000 personas cada día. Entre los discapacitados gravísimos, se encuentra Francesco, de 11 años, está acogido por la familia de Gianna y Maurizio de Fossano; Jean, de 15 años, uno de los 15 mutilados por los guerrilleros de Sierra Leona acogidos por la Comunidad, se encuentra en la Roma; Nicola, de 18 años, acogido en la casa de oración en Serravalle de San Marino, en casa de Grazia Isaia, de 30 años, quien por Nicola tuvo que dejar a su novio, pues éste le obligó a elegir entre los dos.
«Entre los 2.500 hermanos y hermanas de la Comunidad --concluye el padre Benzi-- también estaban con el Papa ex toxicómanos, pobres, objetores de conciencia y muchas familias. Hemos venido en mayo, porque confiamos todas nuestras actividades a la Virgen, y nos hemos citado otra vez con el Papa el 3 de septiembre, para la beatificación de Juan XXIII».