SANTA SEDE

 

JUAN PABLO II ANUNCIA SU ENCUENTRO CON LOS ARTISTAS DEL MUNDO

Recuerda los emocionantes momentos del Jubileo de los enfermos

CIUDAD DEL VATICANO, 13 feb (ZENIT).- Al concluir las impactantes celebraciones de la Jornada mundial del enfermo, el Jubileo del año 2000 ha calentado los motores. Así lo reconoció esta mañana Juan Pablo II, quien al encontrarse esta mañana con varios miles de peregrinos, dedicó su intervención, por una parte a comentar las emociones que vivió en estos últimos días junto a los 5 mil enfermos que llegaron a Roma a pesar de las dolencias y, por otra, a preparar el próximo gran acontecimiento del año santo, el Jubileo de los artistas.

El pensamiento del Papa no se podía alejar de esas 35 mil personas que han participado en este último Jubileo: enfermos, voluntarios, médicos, farmacéuticos, enfermeros... Nunca en la historia de Ciudad Eterna se había organizado nada parecido. El momento cumbre fue la misa del viernes en la que el pontífice administró el sacramento de la unción a diez enfermos graves. En torno a este momento, otras celebraciones inéditas harán que estos días sean inolvidables para esos peregrinos tan especiales, como la procesión de las antorchas por la Vía de la Conciliación que desembocó en la plaza de San Pedro, donde después tuvo lugar una fiesta de luz y sonido deslumbrante; o como ese Viacrucis del sábado en el que los enfermos se unieron en el Coliseo; o el festival de la alegría en el que personajes del mundo del espectáculo y del deporte dieron su testimonio tras haber afrontado en su propia carne el drama del dolor y la enfermedad.

«La enfermedad nos ayuda a comprender el misterio del hombre --dijo en este mediodía el obispo de Roma--. Al igual que el leproso de quien habla el Evangelio de este domingo, cuando estamos enfermos experimentamos la fragilidad humana y sentimos intensamente el deseo de curarnos. En Jesús, que con pasión se inclina hacia nosotros, encontramos el apoyo y la respuesta a nuestras expectativas más profundas. En su cruz, todo sufrimiento alcanza la posibilidad de encontrar un sentido; la enfermedad no cesa de ser una prueba, sino que es iluminada por la esperanza».

El pontífice dejó muy claro que «Dios no quiere la enfermedad; no ha creado el mal y la muerte». Ahora bien, aclaró que «desde el momento en que, a causa del pecado, estas realidades han entrado en el mundo, su amor tiende totalmente a resanar al hombre, a curarlo del pecado y de todo mal, a colmarle de vida, de paz de alegría. Éste es el anuncio consolador del Jubileo y, de manera particular, de este gran Jubileo que recuerda los dos mil años de la encarnación de Cristo».

Pero el pensamiento del Papa ya se proyecta en las próximas sorpresas que depara el Jubileo. La próxima tendrá lugar el próximo 17 de febrero, fiesta del beato Angélico, genio de la pintura de todos los tiempos. En ese día, el Papa se encontrará con unos mil quinientos artistas, quienes vivirán, además en Roma otros momentos de oración, de encuentro y de testimonio común. Juan Pablo consideró que estos hombres y mujeres «son intérpretes privilegiados del misterio del hombre», pues han «recibido de Dios especiales capacidades intuitivas y expresivas, que han cultivado con el estudio y la experiencia». «Llegarán a Roma para manifestar su fe en Jesucristo, verbo de Dios encarnado, epifanía de la belleza divina en la figura humana --añadió--. Cristo es la fuente suprema de inspiración del arte universal, y lo confirma la época contemporánea, a pesar de que está marcada por el ateísmo: los artistas más grandes de todos los continentes han experimentado la necesidad de vérselas con Jesús y su inagotable misterio. Por eso, la Iglesia da particular importancia al diálogo con el arte».


 

EL JUBILEO DE LOS ENFERMOS TERMINA CON UNA FIESTA
DE LA ESPERANZA

Estrellas del deporte y del espectáculo ofrecen su testimonio ante el dolor

CIUDAD DEL VATICANO, 13 feb (ZENIT).- «Luces de la esperanza» fue el nombre de la fiesta en la que participaron ayer 6 mil personas, en su mayoría enfermos, que puso broche de oro a las celebraciones del Jubileo de los enfermos que han tenido lugar esta semana en Roma.

El encuentro tuvo lugar en la sala de las audiencias generales del Vaticano y uno de los presentadores fue Terence Hill, el inolvidable compañero cinematográfico de Bud Spencer. El ritmo de las más de dos horas de duración del encuentro estuvo marcado por el testimonio de gente normal y de artistas y atletas que han tenido que afrontar la enfermedad o el dolor. Fueron particularmente emocionantes las palabras pronunciadas por Olivia Newton John, quien ha superado el cáncer de pecho, o las del cubano Compay Segundo, quien a sus 92 años vino a Roma con su banda de 12 músicos porque, como dijo, soñaba con cantar para el Papa, o las de la cantante irlandesa Scarlett.

«Si sigo viva tendrá que haber un motivo, ahora quiero descubrir la manera en que puedo ser útil a los demás» dice Scarlett von Wollenmann, quien alcanzó sus mayores momentos de éxito a finales de los años ochenta. En 1995 sufrió un accidente de automóvil cuando chocó contra un poste a 35 kilómetros por hora. Quedó paralizada, obligada a moverse para siempre en una silla de ruedas. Una peregrinación a Lourdes le abrió las puertas del alma y encontró un nuevo sentido a su vida cotidiana en la ayuda a otros minusválidos físicos. Ahora ha vuelto a cantar para dar testimonio de la aceptación del dolor, que ella misma define como «una escuela de vida».

La fiesta se convirtió así en un testimonio sobre la manera en que la fe puede dar sentido al dolor y al sufrimiento. Como dijo el campeón estadounidense de voleibol de los años setenta, Kirk Kilgour, quien desde hace 24 años tiene que moverse en silla de ruedas: «Le pedí a Dios que me diera fuerzas para emprender proyectos grandiosos y me ha hecho débil para mantenerme en la humildad. Le pedí a Dios que me diera la salud para realizar grandes empresas: y me ha dado el dolor para comprender mejor...».

Intervinieron también artistas que por diferentes motivos se sienten particularmente cercanos al mundo de la enfermedad. Por este motivo pidieron no recibir ninguna compensación económica por su participación. Entre ellos se encontraban Riccardo Cocciante, compositor del exitoso musical «Notre Dame de Paris» que recientemente se estrenó en la capital francesa, el grupo senegalés Missa Luba, o el compositor italiano Angelo Branduardi. La lista es mucho más larga, aunque en su mayoría está compuesta por artistas italianos sumamente conocidos en su país pero de menor relieve en el extranjero.

Sin embargo los grandes protagonistas fueron ellos, los enfermos y quienes les acompañaban. Durante el encuentro no faltaron las lágrimas, aunque se hicieron más presentes las sonrisas, intensas, serenas, luminosas. Al informar sobre el encuentro, «Radio Vaticano» definió estas sonrisas como «una provocación a la conversión», pues estos héroes de la vida son la prueba de la valentía que da la fe en el amor de Dios.


 

EL MUNDO TIENE NECESIDAD DE LA BELLEZA PARA NO CAER EN LA DESESPERACION

Mensaje de la Santa Sede para el Jubileo de los artistas

CIUDAD DEL VATICANO, 13 feb (ZENIT).- La próxima cita de este año santo será el Jubileo de los artistas, que tendrá lugar el 18 de febrero. Con este motivo, el arzobispo Francesco Marchisano, presidente de la Comisión Pontificia de los Bienes Culturales de la Iglesia, ha hecho pública una carta en la que propone que esta celebración se convierta en una oportunidad decisiva para impulsar el diálogo entre el mundo del arte y la Iglesia.

«Desde las catacumbas la Iglesia ha sido mecenas de las artes para que los bienes puestos al servicio de su misión resplandeciesen de belleza --dice el prelado recordando el mensaje que dirigió el Concilio Vaticano II a los artistas--. Esta alianza se reconfirma hoy, ya que la humanidad debe florecer en un nuevo humanismo sobre el que se pueda implantar la "civilización del amor" de inspiración cristiana. Las artes pueden contribuir autorizadamente a la nueva evangelización desde el momento en que este mundo en el que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperación. La belleza, como la verdad, trae el gozo al corazón de los hombres y es un fruto precioso que resiste el desgaste del tiempo, que une las generaciones y las comunica en la admiración».

«A través de las artes --continúa el prelado-- el anuncio del Evangelio, la celebración de los divinos misterios, la cultura de inspiración cristiana, las obras de caridad, ponen mejor en evidencia sus contenidos generando en los pueblos estupor y maravilla. No obstante, es necesario que los artistas reencuentren en lo sagrado la fuente de inspiración y, en la Iglesia, la ocasión para encontrar a Dios».

Y agrega: «El jubileo del 2000 es, por tanto, un acontecimiento de gracia para dialogar y para abrirse a Dios. A su realización están llamados todos los hombres de buena voluntad y, en particular, los artistas que tienen el don de desvelar los aspectos más íntimos del mundo, del hombre y de Dios».

Cita luego, refiriéndose al difícil encuentro entre Iglesia y arte contemporáneo, una alocución pronunciada por Pablo VI en su «Encuentro con los artistas en la Capilla Sixtina», del 7 de mayo de 1964: «Quizá les hayamos puesto, podemos decir, un peso de plomo a sus espaldas; perdónennos. Luego también nosotros los hemos abandonado. No les hemos explicado nuestras cosas, no los hemos introducido en la celda secreta donde los misterios de Dios hacen vibrar el corazón del hombre de gozo, de esperanza, de alegría y de embriaguez. No los hemos tenido como alumnos, amigos e interlocutores; por ello ustedes no nos han conocido».

La carta es una invitación profunda a renovar el antiguo diálogo: «La Iglesia llama a los artistas de todas las artes y de todo el mundo a reunirse idealmente en Roma, el 18 de febrero del 2000». Los objetivos de esta cita aparecen con claridad en el texto vaticano: «encontrar el "parámetro interior" del propio arte, a fin de que se pueda llevar a cabo la renovatio Urbis et Orbis, dando a la belleza de las obras el valor de signo de la progresiva recapitulación de todas las cosas en Cristo».

Algunos de los participantes en estas celebraciones serán el compositor de música Ennio Morricone, el director de cine Kristof Zanussi, el escultor español Venancio Blanco, la pintora portuguesa Emilia Nadal, el pintor francés André Gence, y el arquitecto inglés Austin Winkley. El momento culminante de estas celebraciones tendrá lugar con el encuentro del Papa a mediodía del 18. Antes habrán participado juntos en una Eucaristía jubilar y en la tarde organizarán un Congreso internacional sobre «Iglesia y arte en la peregrinación hacia Dios». Con este motivo se han organizado también algunos conciertos musicales, así como la «peregrinación silenciosa entre las piedras de la memoria y del arte cristiano, los cuales darán contenido y "alas de águila" a los que son llamados a devolver un rostro de belleza al mundo».


 

LOS ENFERMOS Y LOS QUE SUFREN, PROTAGONISTAS
DEL TERCER MILENIO

El Papa administra la Unción a diez enfermos graves ante
35 mil peregrinos

CIUDAD DEL VATICANO, 11 feb (ZENIT).- Juan Pablo II confirió esta mañana el sacramento de la Unción a algunos enfermos graves. Era el momento más emocionante del encuentro cumbre del Jubileo de los enfermos. Tenía lugar al final de la Eucaristía que el Papa presidió esta mañana ante 35 mil personas, según el cálculo realizado por la Agencia italiana para el Jubileo.

El Santo Padre impuso los santos óleos en la frente de los peregrinos junto a diez obispos, entre quienes se encontraba monseñor Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud. Los grandes protagonistas de la mañana fueron precisamente ellos, los que sufren el dolor y la enfermedad. «La Iglesia --les dijo el pontífice recordando el «valor salvífico del sufrimiento»-- tiene una deuda con vosotros y el Papa también».

Había casi 4 mil personas que llegaron en silla de ruedas y siete en camilla. Los enfermos contaron en todo momento con la ayuda de 1.200 voluntarios de los Caballeros de Malta, de la Cruz Roja y de otras instituciones católicas de ayuda. En la plaza de San Pedro, la UNITALSI (institución católica que organiza peregrinaciones a los santuarios marianos) había colocado una tarima con una moqueta roja de más de 5 mil metros cuadrados que gracias a un sistema de resistencias eléctricas permitió a los enfermos seguir el acontecimiento sin sentir las consecuencias de las temperaturas invernales de la mañana. De todos modos, el sol acarició a los presentes durante toda la celebración. En las afueras de la plaza de San Pedro, se habían instalado dos tiendas de campaña como centro de primeros auxilios. Junto a los peregrinos, se encontraban estacionadas tres ambulancias y una motoambulancia para responder inmediatamente a cualquier necesidad.

El sentido del dolor
En la homilía, Juan Pablo II constató que «el dolor y la enfermedad forman parte del misterio del hombre en la tierra». Si bien «es justo luchar contra la enfermedad, por que la salud es un don de Dios», añadió, es muy importante también «saber leer el designio de Dios cuando el dolor llama a nuestra puerta». Y esta «clave de lectura está constituida por la Cruz de Cristo».

«Desde entonces --dijo el pontífice-- todo sufrimiento puede tener sentido, haciéndolo particularmente precioso. Desde hace dos mil años, desde el día de la pasión, la Cruz brilla como manifestación suprema del amor que Dios tiene por nosotros. Quien sabe acogerla en su vida se da cuenta de que el dolor, iluminado por la fe, se convierte en fuente de esperanza y de salvación.

No se puede «pasar de largo» ante la enfermedad
A continuación el Papa Wojtyla se dirigió a los numerosos voluntarios y profesionales del mundo de la salud presentes en el Vaticano ese día. «Como el buen Samaritano --dijo-- todo creyente tiene que ofrecer amor a quien vive en el sufrimiento. No se puede "pasar de largo" ante quien padece la prueba de la enfermedad. Es necesario detenerse, inclinarse ante la enfermedad y compartirla generosamente, aliviando el peso y las dificulades».

Testigos del tercer milenio
Al final, el Papa, que demostró discreta forma física, lanzó una «provocación» al mundo consumista de nuestros días: «La Iglesia entra en el nuevo milenio apretando contra su corazón el Evangelio del sufrimiento que es un anuncio de redención y de salvación. Hermanos y hermanas enfermos, vosotros sois testigos singulares de este Evangelio. El tercer milenios se espera este testimonio de los cristianos que sufren».

Al final de la celebración, los enfermos fueron acompañados a comer al restaurante del gran estacionamiento del Janículo que acaba de ser inaugurado por Juan Pablo II. Cuando comenzaba a anochecer en Roma, regresaron en autobuses a la Vía de la Conciliación para participar en una sugerente procesión de antorchas --como las que caracterizan al santuario de Lourdes-- que desembocó en la plaza de San Pedro del Vaticano, donde tuvo lugar la primera de las fiestas organizadas para los enfermos en estos días de su Jubileo. Los peregrinos olvidaron durante unos buenos momentos sus preocupaciones y sufrimientos, en especial al sentir el resplandor de los impresionantes fuegos artificiales que iluminaron la fachada de la Basílica vaticana.

La fiesta de hoy fue transmitida por satélite en todo el mundo. Algunos de los santuarios más concurridos se unieron directamente por satélite al encuentro. Se trataba del de Lourdes, que hoy recordaba de manera especial las apariciones a Bernadette, de Czestochowa en Polonia, de Yamossoukro en Costa de Marfil, de Guadalupe en México; del Santuario de la Inmaculada en Washington y del de Sydney en Australia.


 

SANTUARIOS, LA PRESENCIA CARIÑOSA DE LA MADRE DE DIOS

Relectura teológica de lo que Pablo VI llamó «clínicas del espíritu»

ROMA, 11 feb (ZENIT-AVVENIRE).- Hoy se celebra Nuestra Señora de Lourdes, uno de los espacios que atrae mayor número de personas. Cada año, millones de creyentes y no creyentes, inician un viaje muy especial, una romería en busca de fuerza para superar una grave enfermedad o un problema preocupante. El objetivo escogido es siempre un santuario mariano. Y, en ocasiones --aparte de los millones de milagros morales, de refuerzo de la fe o reencuentro con ella-- se produce también el milagro físico. «Ve, tu fe te ha curado», parece repetir Dios por medio de María en todos estos lugares que el Papa Pablo VI llamó «clínicas del espíritu».

Los ex votos conservados en estos ámbitos, donde se experimenta una especial presencia benéfica de la Madre de Dios, dan testimonio de una tradición que se remonta en los siglos y en los últimos decenios ha experimentado un importante impulso. Pero no parece que los santuarios marianos sean sólo ámbitos de expresión de le religiosidad popular, de la gente con menos nivel cultural. Es verdad que la gente sencilla es el público predominante. Pero grandes intelectuales y personalidades relevantes los consideran como una fuente importante de renovación de su fe. Por ejemplo, Jacques y Raïsa Maritain iban todos los años al Santuario de La Salette, en Francia, junto a otros notables intelectuales católicos. Y los anteriores soberanos de Bélgica, Balduino y Fabiola, sellaron su noviazgo y mantuvieron encuentros significativos, bajo la mirada de Nuestra Señora de Lourdes, a la que acudían a visitar de incógnito.

El padre Stefano De Fiores, miembro de la Pontificia Academia Mariana Internacional, explica el origen de esta devoción. En primer lugar, recuerda que los santuarios están presentes en todas las religiones. «Representan el espacio sagrado en el que se entra en contacto con lo divino a través del tiempo, es decir la peregrinación, y a través del espacio, o sea el lugar sagrado». «Está claro --añade-- que las diferencias existen. Por ejemplo, en el cristianismo no existe la "obligación" de la peregrinación pero se trata siempre de una expresión universal de la religiosidad. Ligados, en general, a la "manifestación" de Dios, los santuarios son "elegidos" desde lo alto a través de un acontecimiento especial, o una aparición, y son por tanto los lugares a los que se acude para establecer este contacto directo, y por esto van por ejemplo quienes quieren pedir una gracia».

En el siglo V, el historiador Sozomeno relata que en Constantinopla se siente una presencia terapéutica de María, acompañada por apariciones. Y la oración a María nace de la experiencia religiosa, del haber experimentado su intercesión. En el pasado reciente, sin embargo, prevaleció una fuerte crítica racionalista a la religiosidad popular en el mismo seno de la Iglesia, considerando las peregrinaciones a los santuarios cercanas a la superstición o a formas de religiosidad pagana.

«Mire --observa el mariólogo-- toda la vida eclesial debe ser continuamente sometida a juicio. Si no, se corre el riesgo de absolutizar el templo hecho de piedra, en perjuicio del "templo vivo". Y por tanto no tenemos que maravillarnos de los riesgos del sincretismo, de la fractura entre fe y cultura que a veces se da, riesgos que se deben neutralizar en nombre de la verdadera fe. Por tanto, no basta condenar, sino que es necesario purificar estas manifestaciones. Está claro que la representación de María en la época barroca es distinta las representaciones de la Ilustración. Cada siglo ha interpretado su figura a través de los datos culturales que tenía. El error que no hay que cometer es el de refugiarse en la cultura pasada, sino mantener la conexión con la historia».

Quien quiera profundizar sobre el argumento puede leer el documento vaticano «El Santuario: memoria, presencia y profecía del Dios vivo» publicado por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes 


 

ORGANIZACIONES INTERNACIONALES ATENTAN CONTRA EL DERECHO MAS FUNDAMENTAL

Recriminación del «ministro» de Exteriores vaticano a agencias de la ONU

CIUDAD DEL VATICANO, 11 feb (ZENIT).- Una encíclica publicada «en el momento justo». Con estas palabras, el arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario de Estado de la Santa Sede para las relaciones con los Estados comentó esta mañana el momento de la aparición de la «Evangelium vitae», la encíclica de Juan Pablo II sobre la vida que vio la luz hace cinco años.

La Academia Pontificia para la Vida ha dedicado a este acontecimiento su asamblea anual. Monseñor Tauran, conocido comúnmente como «ministro» de Asuntos Exteriores de la Santa Sede, examinó en su ponencia que inauguró las sesiones de la plenaria la situación del derecho más elemental, la vida, en las diferentes organizaciones, políticas y normativas internacionales, constatando que se trata de «un ajedrez complejo», donde «es fácil encontrar incoherencias y contradicciones llamativas».

«En este contexto la defensa de la vida está amenazada por corrientes culturales que se desarrollan siguiendo dos sendas maestras --reveló el purpurado francés--: la primera, caracterizada por previsiones apocalípticas a causa de una exagerada explosión demográfica que amenazaría el acceso a los recursos del planeta y, la segunda, condicionada por un feminismo radical que exige para la mujer un control total de su cuerpo, en especial en lo que se refiere al derecho de decidir la suerte de los niños que están por nacer».

El responsable de la diplomacia vaticana definió estos dos puntos de vista como «hedonistas y maltusianos» y criticó con palabras muy claras la manera en que se organizaron las Conferencias internacionales de las Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo en el Cairo (5-13 de septiembre de 1994) y la sobre la Mujer celebrada en Pekín (4-15 de septiembre de 1995). El argumento más debatido en estos dos foros internacionales fue el del aborto.

Ante estas propuestas, la Santa Sede, informó Tauran, se ha esforzado por defender el principio que se alcanzó en la Conferencia de la Ciudad de México, en 1984, según el cual, el aborto nunca debe ser considerado como un instrumento de planificación familiar y el así llamado «derecho al aborto» no tiene fundamento jurídico.

«A pesar de que en El Cairo se habló del fantasma de una explosión demográfica incontrolada, temor que después se ha revelado infundado, y a pesar de que no tiene autoridad para imponer estas políticas a los Estados, las reuniones de las Naciones Unidas han establecido principios generales que influencian las decisiones políticas de los individuos de muchos países; esos mismos principios condicionan la política de asistencia a los países pobres y al mismo tiempo han influenciado las directivas y las políticas de las demás agencias de las Naciones Unidas y de los demás organismos internacionales», precisó el «ministro» de Exteriores vaticano.

Como ejemplos más claros, Taurán citó el CEDAW (el Comité que se dedica a difundir y hacer respetar la convención firmada en 1979 para la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). «El CEDAW difundió en febrero de 1999 una Recomendación general en la que condena las leyes que prohíben el aborto, pidiendo que sean enmendadas. En la misma recomendación, se dice que el Estado debería ofrecer los servicios de salud reproductiva incluso en aquellos casos en los que se opongan las autoridades sanitarias».

Según el prelado, es bastante grave la posición asumida en estos momentos por la OMS, quien desde 1998 ha adoptado una posición muy decidida a favor del control de los nacimientos y de la «salud reproductiva». «Las declaraciones oficiales de la OMS --añadió-- reflejan tendencias que son inaceptables para la Santa Sede».

El responsable de las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado del Vaticano no ahorró críticas tampoco contra UNICEF (el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y contra el ACNUR (Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU conocido también con las siglas UNHCR) «por su decisiva involucración en programas de control de los nacimientos».

Subrayó que la posición en defensa del derecho a la vida de la Santa Sede refleja las normativas de los textos jurídicos aprobados a nivel internacional y, en este sentido, citó la Declaración de la Convención para el Derecho de los Niños en la que se afirma que cada niño necesita «protecciones legales apropiadas, antes y después del nacimiento». Asimismo, la Convención Americana para los Derechos Humanos «garantiza un reconocimiento jurídico de la vida desde el momento de la concepción».

Monseñor Tauran puso de relieve cómo existe en el mundo de hoy un auténtico conflicto de intereses entre una persona nacida y la que debería venir a la luz. «La vida que está por nacer es con frecuencia sacrificada», exclamó el obispo en recuerdo de los 50 millones de abortos anuales que existen en el mundo. Y concluyó con una propuesta: «Es necesario ser solidarios con las madres e insistir en el derecho a la objeción de conciencia sin discriminaciones para el personal sanitario (que se niega a practicar abortos), apoyando la investigación científica que respeta la vida».


 

EL PAPA CON SU AMIGO PRESIDENTE DE LA FEDERACION MUNDIAL DE CIENTIFICOS

Zichichi le entrega el ejemplar 100 mil de su libro sobre fe y ciencia

CIUDAD DEL VATICANO, 10 feb (ZENIT).- El profesor Antonino Zichichi, presidente de la World Federation of Scientists (Federación Mundial de Científicos) entregó esta mañana a Juan Pablo II el ejemplar número cien mil de su libro «Por qué creo en el que ha hecho el mundo» («Perché io credo in colui che ha fatto il mondo», editorial «Il Saggiatore») que durante meses se ha encontrado en el primer lugar de las clasificaciones italianas de ventas de libros de ensayo.

«Le he entregado a Su Santidad este éxito para expresarle todo mi agradecimiento por haberme animado a escribir el libro, que nació en parte de nuestros diálogos y cuyo título fue escrito por el mismo Papa», explica este físico, autor de estudios e investigaciones sobre las estructuras y fuerzas fundamentales de la naturaleza que han abierto nuevos caminos en la física subnuclear.

Según Zichichi, quien ha sido también presidente de la European Physical Society, su libro es «la prueba matemática y científica de la validez de la encíclica "Fides et ratio", dos dimensiones que van totalmente juntas y que no pueden ser enfrentadas, como sostiene la cultura atea».

Al hablar de su éxito editorial, lo define como «un análisis riguroso de lo que han hecho la lógica matemática y la ciencia desde que nacieron hasta nuestros días». En esta época sumamente tecnológica fascinada por lo irracional, Zichichi considera que «el gran público se interesa por temas ligados a las extraordinarias conquistas de la inteligencia humana cuando se explican con claridad, pues hay mucha confusión en la información sobre materias que no son científicas, como es la astrología».

Por lo que se refiere a la divulgación científica, Zichichi considera que los expertos se han quedado en los «Principia matematica» de Bertrand Russell, y olvidan a Kurt Godel, «quien 30 años después de la confianza axiomática de Russel en la lógica puramente matemática, demuestra que incluso la matemática más rigurosa siempre tendrá un teorema que no puede demostrar y que, si trata de hacerlo, acaba cayendo en una contradicción».

De hecho, para el físico de la Universidad de Bolonia, «la ciencia no nació por un acto de la razón, sino por un acto de fe, como lo testimonian el «Dialogo su due nuove scienze» (Diálogo sobre dos nuevas ciencias) y «Il saggiatore» de Galileo, quien quiso estudiar la realidad porque en ella está la mano del Creador: «estudiando las piedras estaba seguro de descubrir las leyes fundamentales de la naturaleza, sosteniendo que aquel que hizo el mundo ha escrito estas leyes utilizando caracteres matemáticos», explica el físico italiano.

Zichichi tiene una gran amistad con Juan Pablo II a quien conoció poco después de que fuera elegido Papa. En mayo de 1979 presentó al pontífice el Consejo de Físicos Europeos y «en ese momento volvió a resonar el nombre de Galileo en el Vaticano», explica. Desde entonces se han encontrado en numerosas ocasiones. «El Santo Padre es un hombre de una cultura extraordinaria, que se apasiona sobre temas de física y de lógica matemática. El tema del que más le gusta discutir es el del infinito, argumento sobre el que también he escrito un libro. Me pide explicaciones más detalladas y me obliga a profundizar».


 

EL VATICANO ESTUDIA LA INFLUENCIA DE LA GLOBALIZACION EN LAS DEMOCRACIAS

Asamblea plenaria de la Academia Pontificia para las ciencias Sociales

CIUDAD DEL VATICANO, 10 feb (ZENIT).- La relación de las democracias nacionales con los poderes y las instituciones internacionales será el tema central de la asamblea plenaria de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales.

Esta institución vaticana, que se reunirá del 21 al 23 de febrero en el Vaticano para analizar cuáles son los efectos que provoca la globalización en la democracia, ofrecerá a la Iglesia «elementos útiles para la elaboración de su doctrina social», explica un comunicado. Presidida por el profesor Edmond Malinvaud, la Academia cuenta entre sus miembros a Hans Tietmeyer, presidente de la Bundesbank alemana, Rocco Buttiglione político y filósofo italiano, y Mary Ann Glendon, catedrática de Derecho de la Universidad de Harvard y representante de Juan Pablo II en la Conferencia de la ONU sobre la Mujer en Pekín (1995)

El tema de la democracia, explica la Academia, «tiene un interés muy particular para la doctrina social», ya sea porque «desde la mitad del siglo XX ha reconocido establemente el valor de la democracia y de las responsabilidades a ella ligadas», ya sea porque «al mismo tiempo, la democracia como forma institucional se ha impuesto a escala mundial bajo el empuje de la descolonización y del fracaso de los sistemas de poder alternativos (regímenes autoritarios y comunismo».

La Academia estudiará por tanto el desafío que afronta la democracia «en un mundo global, con las interacciones que tienen lugar entre las democracias nacionales, en un mundo que comunica de manera global». En este sentido, los expertos vaticanos estudiarán en particular «posibles estrategias para afirmar los valores en democracia».

La Academia Pontificia para las Ciencias Sociales fue instituida en 1994 por Juan Pablo II con la tarea de promover el estudio y el progreso de las ciencias sociales --economía, sociología, derecho y ciencias políticas-- y ofrecer a la Iglesia «elementos útiles para la elaboración de su doctrina social y reflexionar sobre la aplicación de esta doctrina en la sociedad contemporánea».


 

¿COMO DESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS EN LA HISTORIA? Intervención de Juan Pablo II en la audiencia general de este miércoles

CIUDAD DEL VATICANO, 9 feb (ZENIT).- Al recibir esta mañana a unos 13 mil fieles de 15 países, que se congregaron en la plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la tradicional audiencia de los miércoles, Juan Pablo II aclaró que el Jubileo quiere ayudar a todos los hombres a descubrir la «presencia secreta y eficaz» de Dios en la historia, para que todos puedan esperar en «un mundo nuevo, más cristiano y humano».

Entre las personas que le escuchaban se encontraba una representación de indios Tamiles, un grupo de la Iglesia baptista estadounidense de Wisconsin y numerosos obispos pentecostales afroamericanos quienes vinieron a Roma con el deseo explícito de comprender mejor cuál es el papel y el trabajo que desempeña la Santa Sede.

El Papa se sumergió en los pasajes más bellos del Antiguo y del Nuevo Testamento, que revelan la ternura y el cariño de Dios por el hombre, para concluir que «a la luz del Padre, del Hijo y del Espíritu la historia deja de ser una sucesión de eventos que se disuelven en el abismo de la muerte para convertirse en un terreno fecundado por la semilla de la eternidad, un camino que lleva a esa meta sublime en la que "Dios será todo en todos"».

El tema del encuentro del Papa con los fieles, «La gloria de la Trinidad en la historia», constituyó un capítulo más de la serie de meditaciones sobre el misterio de los misterios del cristianismo, Dios uno y trino, que el pontífice ha emprendido en este Jubileo del año 2000.

La desconcertante presencia del Padre
Comenzó profundizando la manera en que se hace presente el Padre en la vida del hombre. Para ello entresacó textos que desconciertan por la fuerza de su cariño paterno, como aquel del profeta Oseas que pone en los labios de Dios estas palabras: «Cuando era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo... Yo le enseñé a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer... Mi corazón está en mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas».

El zenit del amor, el Hijo
La presencia de Dios Padre en la historia alcanza su zenit cuando Cristo se hace hombre. «El Hijo entra en el tiempo y en el espacio como el centro vivo y vivificador que da sentido definitivo al fluir de la historia, salvándola de la dispersión y de la banalidad --constató el sucesor de Pedro--. Hacia la cruz de Cristo, manantial de salvación y vida eterna, converge toda la humanidad con sus alegrías y lágrimas, con su azarosas vicisitudes de bien y mal».

La presencia del Espíritu
Ahora bien, «para descubrir en el flujo de los acontecimientos esta presencia secreta y eficaz» de Dios, «es necesario ir más allá de la superficie de las fechas y de los acontecimientos históricos», aclaró Juan Pablo II. «Aquí entra en acción el Espíritu Santo». «El Espíritu de Dios no sólo desvela el sentido de la historia, sino que da la fuerza para colaborar en el proyecto divino que en ella se cumple».

En el fondo, este es el auténtico objetivo del Jubileo: que el hombre descubra la presencia de Dios en su vida y en su historia para que pueda volver a esperar en un mundo más cristiano y humano.

Entre los presentes en la Plaza de San Pedro se encontraban numerosos enfermos, quienes han venido a Roma para participar en su Jubileo que comenzará mañana y terminará el domingo. El Papa imploró para ellos «el consuelo y la esperanza» de la Virgen de Lourdes. La gran cantidad de peregrinos que están participando en las audiencias del Papa en este Jubileo está obligando a realizarlas al aire libre. Hoy, si bien el cielo era plúmbeo, la temperatura era bastante agradable para estas fechas del invierno romano.


 

DEL JUBILEO DE LOS ENFERMOS AL JUBILEO DE LOS ARTISTAS

Palabras de Juan Pablo II en su encuentro dominical con peregrinos

CIUDAD DEL VATICANO, 13 feb (ZENIT).- El Jubileo del año 2000 ha entrado en un ritmo imparable de grandes celebraciones, como la última Jornada mundial de los enfermos, celebrada en esta semana, o el Jubileo de los artistas, que tendrá lugar el próximo 18 de febrero. Estas celebraciones han inspirado las palabras que pronunció Juan Pablo II en este domingo, durante su tradicional encuentro con los fieles a mediodía. Ofrecemos a continuación el texto íntegro.

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Queridos hermanos y hermanas:

1. Sigue vivo el recuerdo de la extraordinaria celebración del Jubileo de los enfermos en la plaza de San Pedro, el viernes pasado, fiesta de la Virgen María de Lourdes.

La enfermedad nos ayuda a comprender el misterio del hombre. Al igual que el leproso de quien habla el Evangelio de este domingo, cuando estamos enfermos experimentamos la fragilidad humana y sentimos intensamente el deseo de curarnos. En Jesús, que con pasión se inclina hacia nosotros, encontramos el apoyo y la respuesta a nuestras expectativas más profundas. En su cruz, todo sufrimiento alcanza la posibilidad de encontrar un sentido; la enfermedad no cesa de ser una prueba, sino que es iluminada por la esperanza.

Sí, Dios no quiere la enfermedad; no ha creado el mal y la muerte. Pero, desde el momento en que, a causa del pecado, han entrado en el mundo, su amor tiende totalmente a resanar al hombre, a curarlo del pecado y de todo mal, a colmarle de vida, de paz de alegría. Éste es el anuncio consolador del Jubileo y, de manera particular, de este gran Jubileo que recuerda los dos mil años de la encarnación de Cristo.

2. En el marco del itinerario jubilar, que con el pasar del tiempo comienza a estar cada vez más cargado de oportunidades espirituales, se celebrará el próximo viernes, 18 de febrero, el Jubileo de los artistas, en el día de la memoria litúrgica del beato Angélico. Con este motivo, tendré la alegría de encontrarme con estos hermanos nuestros que, por haber recibido de Dios especiales capacidades intuitivas y expresivas, cultivadas por ellos con el estudio y la experiencia, son intérpretes privilegiados del misterio del hombre. Llegarán a Roma para manifestar su fe en Jesucristo, verbo de Dios encarnado, epifanía de la belleza divina en la figura humana. Cristo es la fuente suprema de inspiración del arte universal, y lo confirma la época contemporánea, a pesar de que está marcada por el ateísmo: los artistas más grandes de todos los continentes han experimentado la necesidad de vérselas con Jesús y su inagotable misterio. Por esto, la Iglesia da particular importancia al diálogo con el arte.

3. Confiemos a la Virgen, toda hermosa, esta celebración jubilar tan particular. En ella, inmune al contagio de la culpa original, resplandece el fulgor de Cristo, la Belleza que ha redimido al mundo. Que la Virgen nos ayude a amar esta Belleza y a hacerla brillar constantemente en nuestra existencia.