LA SEMANA DE LA IGLESIA

 

LA SABANA SANTA Y LAS JORNADAS DE LA JUVENTUD, «PROVIDENCIAL COINCIDENCIA»

Juan Pablo II saluda a los primeros jóvenes peregrinos llegados a Roma

CIUDAD DEL VATICANO, 13 agosto (ZENIT.org).- La exposición de la Sábana Santa, que comenzó ayer en Turín, y la inminente Jornada Mundial de la Juventud, que será inaugurada el 15 de agosto, fueron los temas que acapararon la atención de Juan Pablo II en el mediodía de este domingo, durante su tradicional encuentro con los fieles.

Fue un encuentro de fiesta, en la residencia pontificia veraniega de Castel Gandolfo --situada a unos 30 kilómetros de Roma--, en el que participaban ya algunos de los jóvenes que han venido a Roma para unirse a los jóvenes de todo el mundo en su encuentro con el Papa. Como suele suceder, los más bulliciosos eran los españoles, que ensordecieron el patio de la residencia pontificia con la popular canción «¡Que viva España!», animada por toda una auténtica orquesta casi improvisada.

Juan Pablo II definió el inicio de la exposición del Sudario de Turín, en el que según la tradición fue envuelto el cuerpo de Jesús al ser sepultado, como «una providencial coincidencia» con la celebración de las Jornadas Mundiales de los Jóvenes, subrayando «la estrecha relación que une el mensaje de la Sábana Santa con el año jubilar». Por eso, dio gracias al arzobispo turinés, Severino Poletto, y a sus colaboradores por haber adelantado las fechas de la exposición para ofrecer a los jóvenes creyentes «la posibilidad de venera este singular testimonio de Cristo».

A continuación, el Papa dejó espacio a las confesiones íntimas al recordar la «viva emoción» que él mismo experimentó cuando visitó la Sábana Santa en tres ocasiones como pontífice. La primera, en 1978, pocas semanas después de haber sido elegido sucesor de Pedro; la segunda, en 1980; y la tercera, en 1998, después del grave incendio que estuvo apunto de dañarla irremediablemente. «Cada vez que se tiene la posibilidad de contemplarla, uno se queda profundamente tocado. Es lo que me sucedió a mí también. ¡Cada ocasión ha sido una profunda experiencia de gracia! En el Hombre del Sudario, de hecho, el amor infinito de Dios habla al corazón de cada hombre».

El Papa explicó, a continuación, que la apertura de la exposición de la reliquia se convierte en una especie de introducción a la Jornada Mundial de la Juventud, y recordó las grandes citas de este acontecimiento, la apertura, en la tarde del 15 de agosto y la conclusión entre el 19 y el 20, en la gran explanada de Tor Vergata, a las puertas de Roma.

Su pensamiento se dirigió también a los jóvenes de la diócesis de Mantua, que han recorrido a pie unos 600 kilómetros para llevar a Roma la Cruz de los jóvenes. «Les dirijo un saludo especial --dijo el Papa-- que extiendo también a todos los jóvenes peregrinos que están hospedados en las diferentes diócesis italianas, donde comparten la alegría de la misma fe y se preparan para venir a Roma. Mi pensamiento quiere abrazar, además, con cariño, a todo joven que en los próximos días se unirá espiritualmente a este acontecimiento y también a quienes se sienten alejados. A todos les digo: Dios está cerca de ti y te ama, ¡acógele!»

El Papa invitó a los mil millones de católicos del mundo a rezar para que los jóvenes que vengan a Roma «puedan encontrarse con Cristo y ser fortalecidos por él en la fe y en la voluntad para seguirle con coherencia». Una intención que, como de costumbre, confió a la intercesión de María, Madre de Cristo y de la Iglesia.


 

EL FORO INTERNACIONAL DE JOVENES PREPARA LAS JORNADAS MUNDIALES

Por primera vez, delegados de Camboya, Belice, Ghana y Macedonia

CIUDAD DEL VATICANO, 13 agosto (ZENIT.org).- En preparación de la Jornada Mundial de la Juventud, tiene lugar estos días en Roma el séptimo Foro Internacional de los Jóvenes, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos, con el título: «Lo digo a todos: ¡Vayamos tras las huellas de Cristo!».

Participan en la cita jóvenes delegados de las conferencias episcopales --desde Burkina Faso hasta Cuba, desde Jordania hasta Vietnam-- y de los movimientos, asociaciones, comunidades y grupos difundidos a nivel internacional. En total son unos trescientos participantes. Además, unos treinta invitados, que trabajan en el sector de la pastoral juvenil en diferentes países, siguen las sesiones de trabajo como «observadores».

Ayer, sábado, tuvo lugar la ceremonia de apertura en la que 250 muchachos entregaron a sus coetáneos la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que fue traída en peregrinación a pie desde Mantua a Roma. «La cruz en la que creemos --dijo uno de los muchachos en un emocionante discurso-- no es signo de muerte o de desesperación, sino de vida, esperanza y alegría». De este modo, la Cruz de los jóvenes regresa a Roma, donde tuvo lugar la primera Jornada Mundial de la Juventud de la historia, después de 15 años, en los que ha recorrido los cinco continentes y casi todos los Países del mundo.

Por eso, en su intervención en el día de ayer, el cardenal James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, reconoció que esta cruz trae consigo «la oración y el compromiso de los millones de jóvenes que en esta cruz han reconocido el signo sencillo y sagrado del amor de Dios por la humanidad».

No es un congreso, un parlamento o un seminario de estudios, sino una experiencia de fe. Nacido con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Buenos Aires, en 1987, la edad media de los participantes en el Foro internacional de los Jóvenes es de entre 23 y 24 años.

En la tarde de ayer, los jóvenes hablaron en grupos de trabajo sobre los desafíos que plantea la fe en el mundo de hoy. Al final del encuentro, publicarán un mensaje dirigido a los jóvenes de todo el mundo, que será leído durante la Jornada Mundial, en presencia del Santo Padre.

En la mañana de hoy intervinieron Ernesto Olivero, fundador del Servicio Misionero Juvenil, de Turín, y el padre Jesús Castellano, presidente del Instituto Pontificio de Espiritualidad, Teresianum. A continuación, varios jóvenes de diferentes países ofrecieron su testimonio sobre cómo es posible ser cristiano en circunstancias frecuentemente adversas.

El cardenal Stafford, en declaraciones a «Radio Vaticano» ha explicado que este Foro de jóvenes tiene una importancia decisiva para él y para el organismo vaticano que dirige, pues le ofrece la oportunidad de «escuchar» a estos jóvenes: «sus ideales, sus esperanzas, sus tentaciones». Por otra parte, añade, «permite crear un sentido de comunidad entre los jóvenes», una comunidad de cristianos que se extiende por los cinco continentes.

Entre las novedades de este año, cabe resaltar la presencia de delegaciones juveniles de países que hasta ahora no habían podido participar por diferentes motivos (políticos o económicos), como es el caso de Camboya, Belice, Ghana y Macedonia.


 

EL PAPA SE ENCUENTRA CON LOS 25 MIL «ANGELES» DE LOS JOVENES PEREGRINOS

Un auténtico «ensayo» de las Jornadas Mundiales de la Juventud

CIUDAD DEL VATICANO, 13 agosto (ZENIT.org).- Vestidos con sus casacas azules, los 25 mil voluntarios de las XV Jornadas Mundiales de la Juventud abrieron ayer, sábado 12 de agosto, la brecha a los más de un millón de chicos y chicas que vendrán a Roma, atravesando juntos la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano y encontrándose después con Juan Pablo II.

En torno a las 10,30 de la mañana, después de que el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, presidiera en la plaza la celebración eucarística, las grandes pantallas proyectaron, bajo un sol luminoso, la imagen del Papa acogida con aplausos, gritos, viseras y pañuelos enarbolados. Parecía ser una especie de «ensayo» de la coreografía que caracterizará a Roma en estos próximos días en los que, durante una semana, será la capital mundial de los jóvenes.

Juan Pablo II hablaba desde Castel Gandolfo, su residencia de verano situada a unos 30 kilómetros de Roma, y se estaba conectado por el éter con la plaza de San Pedro. Se le veía contento. Con él, además, se encontraban también 1.500 voluntarios, que llenaron con su alegría y el color azul el patio del palacio pontificio.

El pontífice les dirigió palabras de «particular cordialidad» por el hecho de haber ofrecido su disponibilidad para atender a los cientos de miles de jóvenes que están comenzando a llegar a la Ciudad Eterna: «Se trata de un acontecimiento muy esperado, hacia el que apuntan los ojos de todos los creyentes, pues a las jóvenes generaciones les corresponde recoger la antorcha de la fe y llevarla a sus coetáneos y a la humanidad del tercer milenio».

«Me siento agradecido por la generosidad con que habéis ofrecido vuestro compromiso», continuó diciendo el pontífice a estos chicos y chicas que durante estos días serán los «ángeles de la guarda» de los jóvenes peregrinos. «A vosotros se os pide ayudar a vuestros coetáneos y peregrinos, provenientes de todas las partes del mundo, a participar de manera ordenada y provechosa en los diferentes momentos de la Jornada Mundial de la Juventud».

Ahora bien, lo importante no es la organización logística, añadió, «gracias a una eficaz organización, ayudadles a encontrar a Cristo y a hacer de este encuentro internacional una inolvidable experiencia de Iglesia. Ayudadles, además, a experimentar la belleza de encontrarse juntos, animados por sentimientos positivos para poner las bases de una nueva humanidad, inspirada en los valores de la fraternidad y de la paz».

Junto a los voluntarios, otra «división» abarrotaba el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo. Eran los 1.400 dirigentes y colaboradores de la empresa de restaurantes Sodexho, encargada de preparar y distribuir la comida a los jóvenes de las Jornadas Mundiales de la Juventud durante estos próximos días. Agradecido, Juan Pablo II, reconoció que han renunciado a «algunos días de vacaciones para ponerse a disposición de los participantes de este extraordinario acontecimiento jubilar». Los dependientes de la empresa han donado gratuitamente una hora de su trabajo para destinarla a las obras de caridad del Papa.

El Papa, que fue interrumpido una y mil veces, tanto por los aplausos y gritos de los presentes en Castel Gandolfo, como por los miles de voluntarios que se encontraban en la plaza de San Pedro conectados por televisión, bromeó en repetidas ocasiones con los chicos y chicas.

No se olvidó de saludar a unas setenta religiosas pertenecientes al Movimiento de Schoenstatt, una federación de comunidades de religiosas, sacerdotes y laicos, fundada en 1914 por el sacerdote alemán José Kentenich, difundida en los cinco continentes. «Este encuentro con vosotros --dijo el Papa-- me trae a la memoria los testimonios y las obras de tantas mujeres cristianas, que han formado la vida de la Iglesia y de la sociedad». Al menos 1.500 jóvenes pertenecientes a este Movimiento están a punto de llegar a Roma para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud.