JUBILEO DE LA JUVENTUD


700 MIL JOVENES ARRANCAN CONFIDENCIAS Y ENTUSIASMO A JUAN PABLO II

Inaugura oficialmente las Jornadas Mundiales de la Juventud

CIUDAD DEL VATICANO, 15 agosto (ZENIT.org).- «El Papa, un joven como nosotros». Con esta pancarta acogieron a Juan Pablo II los 200 mil jóvenes que se encontraban reunidos en la plaza de San Juan de Letrán. En la otra gran plaza de Roma, en la de San Pedro, otros 300 mil le recibieron algo más tarde, cuando un implacable sol comenzaba a ponerse. Como los peregrinos con mochila no cabían en las dos plazas, muchos se echaron a las calles para saludarle a su paso en coche. En total, en Roma se encontraban los primeros 700 mil chicos y chicas venidos para encontrarse con el pontífice.

Fue una auténtica fiesta de color, luz, y amistad de jóvenes venidos de todos los países del planeta. El pontífice estaba particularmente en forma. Bromeó durante buena parte de las tres horas y media que pasó con ellos. Y les repitió las palabras con las que había abierto el pontificado: «no tengáis miedo, abrid, abrid de par en par vuestros corazones y vuestras vidas a Cristo».

«No tengáis miedo» Todo el discurso con el que Juan Pablo II inauguró las Jornadas Mundiales de la Juventud, que concluirán el próximo domingo 20 de agosto, se convirtió de este modo en una invitación a los jóvenes a ser valientes, a descubrir la amistad de Cristo y a testimoniar su fe. Los jóvenes volcaron todo su cariño por el pontífice. Como una muchacha que logró saltar la valla para saludar al Papa, que la acogió con una gran sonrisa. Le entregó la bandera de Chile y el pontífice, que estaba sentado, se la puso en las rodillas durante buena parte de la ceremonia.

«¡Viva el Papa!», gritaban los muchachos. «Vive desde hace ochenta años y los jóvenes quieren que siempre esté joven», les respondió.

De los «seis» continentes En el gran encuentro, el de la plaza de San Pedro del Vaticano, Juan Pablo II comenzó saludando a los representantes de cada uno de los países. Las palabras del Papa fueron acompañados por espectaculares coreografías de jóvenes que simbolizaban los «seis» continentes. En efecto, además de los cinco continentes geográficos, el Papa tuvo particulares palabras de cariño para los chicos y chicas que proceden del «continente» sangriento que conforman los países en guerra.

Confidencias Uno de los pocos momentos en los que el Papa suele dejar espacio públicamente a las confidencias es cuando se encuentra con los jóvenes. Y en esta noche, no traicionó su costumbre. Recordó con los muchachos los años de su infancia, en su familia, en los que aprendió a rezar. Recordó las lecciones que le dejaron «la experiencia de la guerra y los años de trabajo en una fábrica», continuó diciendo emocionado.

«La maduración definitiva de mi vocación sacerdotal surgió en el período de la segunda guerra mundial, durante la ocupación de Polonia --en ese momento los jóvenes le escuchaban con particular atención y los aplausos se calmaron--. La tragedia de la guerra dio al proceso de maduración de mi opción de vida un matiz particular. En ese contexto se me manifestaba una luz cada vez más clara: el Señor quiere que yo sea sacerdote. Recuerdo conmovido ese momento de mi vida cuando, en la mañana del uno de noviembre de 1946, recibí la ordenación sacerdotal».

De los años de juventud, sus confidencias pasaron a aquel 16 de octubre de 1978, cuando después de ser elegido para la Sede de Pedro, se le hizo la pregunta: «¿Aceptas?». «Desde entonces --confesó-- trato de desempañar mi misión encontrando cada día la luz y fuerza en la fe que me une a Cristo».

«Queridos amigos, ¿por qué al comenzar vuestro Jubileo he querido ofreceros este testimonio personal?», preguntó el Papa. «Lo he hecho para aclarar que el camino de la fe pasa a través de todo lo que vivimos. Dios actúa en las circunstancias concretas y personales de cada uno de nosotros: a través de ellas, a veces de manera verdaderamente misteriosa, se presenta a nosotros la Palabra "hecha carne", que vino a habitar entre nosotros».

«Juan Pablo II, ¡te quiere todo el mundo!», respondieron los jóvenes de la «generación Wojtyla».

Amor «Así pues --concluyó--, no penséis nunca que sois desconocidos a sus ojos, como simples números de una masa anónima. Cada uno de vosotros es precioso para Cristo, Él os conoce personalmente y os ama tiernamente, incluso cuando uno no se da cuenta de ello».

Las Jornadas Mundiales de la Juventud no podían haber comenzado mejor. El calor pegajoso y asfixiante, las seis o siete horas que pasaron de espera y encuentro, bajo un sol implacable, no empañaron el entusiasmo de los jóvenes, ni siquiera cuando ya había pasado las 9.40 de la noche. En los próximos días, hasta el sábado, los jóvenes vivirán momentos de oración, encuentro y espectáculo que culminarán en la noche del sábado con el gran encuentro con el Papa y en la mañana del domingo, con la misa de despedida. Para ese momento, el número de los participantes podría multiplicarse por dos. 


 

JUAN PABLO II: ROMA, CAPITAL DE LA JUVENTUD DURANTE UNA SEMANA

El Papa agradece la acogida que están ofreciendo las familias y voluntarios

CASTEL GANDOLFO, 15 agosto (ZENIT.org).- «¡Roma será la capital de la juventud del mundo!» durante esta semana. Lo prometió Juan Pablo II al encontrarse con varios miles de peregrinos a mediodía, horas antes de que comenzar las Jornadas Mundiales de la Juventud que del 15 al 20 de agosto reúnen a cientos de miles de jóvenes.

Roma ofrecía esta mañana al desperezarse un espectáculo único: chicos y chicas, con camisetas, pañuelos o sombreros en la cabeza, de todas las razas, caminaban en grupos invadiendo las calles para llegar a las parroquias de la Ciudad Eterna que se han volcado para darles la bienvenida. Los párrocos, repitiendo un gesto típico de san Felipe Neri, al acoger a los peregrinos que llegaban a Roma, lavaron los pies a algunos de los jóvenes en señal de acogida.

Una atención particular se reservó a trescientos jóvenes provenientes de países en guerra. Les acogió el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini y él mismo fue quien les lavó los pies en la basílica más importante de Roma, la de san Juan de Letrán.

Cuando le quedaban seis horas para dar personalmente la bienvenida a los jóvenes, que se congregarían después en las plazas de San Juan de Letrán y en la de San Pedro del Vaticano, el Papa quiso agradecer «a los organizadores y a los numerosos voluntarios todo lo que han hecho y lo que harán en los próximos días para asegurar el éxito del gran Jubileo de los jóvenes». Asimismo dio las «gracias de manera particular a las familias, parroquias, escuelas, instituciones, que han abierto sus puertas para acoger a los jóvenes peregrinos provenientes de todas las partes del mundo».

«Se puede decir --añadió--, que desde hoy hasta el próximo domingo, ¡Roma será la capital de la juventud del mundo!».

Juan Pablo II encomendó a la Virgen María, de quien los mil millones de católicos del planeta celebraban en ese día la fiesta de la Asunción, el éxito y la fecundidad de estos días de encuentro juvenil. Recordó que en las vísperas de este día, había sido asesinado hace 49 años en Auschwitz Maximiliano Kolbe, y concluyó: «Que la Reina del cielo, a quien él tanto amaba, siga como madre cariñosa el camino terreno de sus hijos, en especial de las nuevas generaciones, y les recuerde a todos la meta gloriosa, donde ella nos ha precedido y nos espera». 


 

LA ODISEA DE 300 JOVENES RUSOS PARA PARTICIPAR EN EL ENCUENTRO CON EL PAPA

«Santidad, ¡ven a Moscú!», gritan

CIUDAD DEL VATICANO, 15 agosto (ZENIT.org).- Más de trescientos jóvenes rusos se encuentran en Roma participando en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Doscientos han recorrido miles de kilómetros en autobús, procedentes de todos los rincones de ese inmenso país, de Novosibirsk en Siberia, de los Urales, de San Petersburgo y de la región del Volga.

Además, unos cien chicos y chicas de Kaliningrado, enclave ruso que se encuentra entre los Países Bálticos y Polonia, se han unido a los grupos polacos que han salido desde Varsovia.

En 1991, en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Czestochowa, miles de rusos aparecieron a última hora en el encuentro con el Papa. Polonia se encontraba cerca y no se requería visa para cruzar las fronteras. «En aquella época todavía existía la Unión Soviética, que se derrumbaría pocos meses después, mientras que en Polonia la democracia ya se había instalado desde 1989 --explica monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo católico de Moscú--. Muchos jóvenes no creyentes llegaron animados por una ingenua curiosidad y por el deseo de descubrir la fe».

Ahora, la situación ha cambiado radicalmente y el viaje a Roma ha sido tan complicado que sólo los muchachos más motivados y con una clara identidad cristiana se han atrevido a emprender. Para empezar, es un viaje que cuesta muy caro (en 1991 se podía ir en tren con un puñado de rublos desde Mosca hasta Varsovia; hoy hacen falta centenares de dólares para ir a Italia).

De hecho, muchos han podido venir gracias a la ayuda que les ha ofrecido la Conferencia Episcopal de la Federación Rusa. A esto, se le añade la complicación, sobre todo para muchos chicos y chicas de provincia, de poder recibir una visa para todos los países que atraviesan en la frontera.

Hoy, en el primer encuentro con Juan Pablo II, gritaron: «Santidad, ¡ven a Moscú!».

«Sin embargo, la tercera Roma, no nos escucha», añade monseñor Kondrusiewicz, refiriéndose al patriarcado ortodoxo de Moscú --históricamente denominado «tercera Roma»-- que sigue oponiéndose a la visita del pontífice al país.

De hecho, al inaugurar el Concilio de la Iglesia ortodoxa rusa --en el que se aprobó la canonización del último zar de Rusia, Nicolás II--, el patriarca Alejo II invitó a los 130 obispos presentes a colaborar con los fieles de las demás confesiones cristianas, pero al mismo tiempo denunció «el expansionismo de los católicos» en los territorios de tradición ortodoxa..

En los próximos días, el Concilio ortodoxo ruso debería aprobar un texto sobre la doctrina social, una novedad absoluta para la Iglesia rusa. La comisión preparatoria ha estudiado las encíclicas sociales de los Papas, confirma monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, quien a petición del patriarcado ortodoxo le entregó una amplia documentación. «La intención es buena, esperamos ver los resultados», concluye el arzobispo católico.


 

DE ROMA A ROMA: HISTORIA DE LAS JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD

Los momentos privilegiados de Juan Pablo II para encontrarse con los jóvenes

CIUDAD DEL VATICANO, 15 agosto (ZENIT.org).- De Roma a Roma. Esta es la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que comenzaron precisamente hace dieciséis años en la Ciudad Eterna y que en ella se celebran por segunda vez.

Surgidas por intuición de Juan Pablo II, las Jornadas Mundiales de la Juventud han sido el momento privilegiado de encuentro del Papa con los jóvenes. Fueron preparadas por dos grandes acontecimientos internacionales: el primero tuvo lugar en 1984, durante el año santo de la Redención; y el segundo, al año siguiente, cuando las Naciones Unidas celebraron el Año Internacional de los Jóvenes.

Esa celebración se convirtió en la excusa que le llevó a Juan Pablo II a instituir estos encuentros con los chicos y chicas de todo el mundo que se celebran a nivel diocesano o internacional en años alternos.

Después de Roma, la Jornada Mundial de la Juventud se celebró en 1987 en Buenos Aires. El lema del encuentro fue «Nosotros hemos reconocido y creído en el amor de Dios por nosotros». Juan Pablo II invitó a los jóvenes a comprender el sentido de su propia existencia a la luz de Cristo.

La tercera etapa tuvo lugar en Santiago de Compostela, en 1989. Los jóvenes siguieron las huellas de los antiguos peregrinos del Camino de Santiago, que constituyen el origen de Europa como comunidad. Allí, en lo que los antiguos consideraban el «Finisterre» (final de la tierra), el Papa invitó a los chicos y chicas a ser evangelizadores como Santiago: «No tengáis miedo: esta es la libertad con que Cristo nos ha liberado», les exhortó.

Después de la caída del Muro de Berlín, la cita tuvo lugar en Czestochowa, en 1991, donde por primera vez pudieron participar más de 100 mil jóvenes de los países del Este, muchachos y muchachas que habían sufrido la persecución de la fe bajo los regímenes totalitarios comunistas. A los pies de la Virgen Negra de Jasna Gora, Juan Pablo II les invitó a todos, a los del Este a los de Occidente, a ser constructores de la civilización del amor, cuyo «gran programa» se encuentra en la doctrina social de la Iglesia.

A los pies de las Montañas Rocosas de Denver tuvo lugar la Jornada Mundial de la Juventud de 1993. Llevaba por mensaje un pasaje tomado del Evangelio de san Juan: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». Se convirtió en una especie de desafío para la sociedad postmoderna de las grandes metrópolis, de los rascacielos y del "business". Fue allí cuando el Papa dijo: «No tengáis miedo de salir a las calles, a los lugares públicos, como los primeros apóstoles, que predicaron a Cristo y la Buena Nueva de la salvación en las plazas de las ciudades, y de los pueblos. No es el momento para avergonzarse del Evangelio. Es el tiempo para predicarlo desde los tejados».

De América a Asia. En Manila, en Filipinas, tuvo lugar la Jornada Mundial más concurrida. Participaron varios millones de jóvenes. Nadie pudo saber el número exacto.

Y, por último, llegó París, en 1997, corazón de la Europa cristiana, y al mismo tiempo frontera de la secularización y de encuentro multicultural. En el hipódromo de Longchamps, donde se encontraba un número de jóvenes muy superior al previsto, el Papa concentró su reflexión sobre la pregunta de los discípulos: «Maestro, ¿dónde vives? Venid y veréis».

Ahora, le toca de nuevo el turno a Roma, pues en este año se celebra el gran Jubileo. En su mensaje de preparación de estas Jornadas, el Papa es claro. Dirigiéndose a los jóvenes, les dice: «No tengáis miedo de ser los santos del tercer milenio».


LA ASUNCIÓN Y LAS JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD

Palabras de Juan Pablo II en su encuentro festivo con los peregrinos

CASTEL GANDOLFO, 15 agosto (ZENIT.org).- Las Jornadas Mundiales de la Juventud, que hoy comenzaban en Roma, y la celebración de la fiesta de la Asunción concentraron la atención de Juan Pablo II en su tradicional encuentro de los días festivos a mediodíacon los peregrinos, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo. Ofrecemos a continuación el texto íntegro de las palabras que pronunció el Santo Padre.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Hoy la Iglesia en fiesta celebra la gloriosa Asunción al cielo de María Santísima. Desde siempre, el pueblo de Dios, guiado por la Revelación y la Tradición, cree que la Madre de Cristo está asociada a la victoria del Hijo sobre la muerte y la venera en su asunción a la gloria en alma y cuerpo.

Escogida por Dios como sede purísima para «venir a habitar» en medio de los hombres, María, al final de su existencia terrena, fue acogida inmediatamente en el cielo. Por eso, la comunidad cristiana canta gozosa sus alabanzas en un célebre himno y la invoca así: «Salve, sostén poderoso de la fe / estandarte esplendoroso de gracia... / Salve, llave del reino de Cristo / Salve, esperanza de tesoros eternos... / Salve, por ti exultan los cielos con la tierra / Salve, por ti festeja la tierra con los cielos» («Akathistos»).

La fiesta de la Asunción, celebrada por todos los lugares con fiestas de pueblo, coincide con el período de vacaciones de agosto. Exhorto a todos, en especial a quienes se encuentran de vacaciones, a redescubrir el sentido cristiano de la fiesta de hoy, participando en la celebración eucarística y rezando con devoción a nuestra Madre de los cielos.

La Asunción nos recuerda que nuestra auténtica patria es el Cielo y nos ofrece su ayuda materna para prepararnos al encuentro definitivo con Cristo, al final de nuestra peregrinación en la tierra.

2. Este año, el 15 de agosto, en el corazón del año santo, constituye también el inicio del encuentro mundial de los jóvenes. Muchos de ellos han llegado en los días pasados, y en esta tarde tendrá lugar la apertura oficial de la XV Jornada Mundial de la Juventud, con la ceremonia del rito de acogida, primero en San Juan de Letrán y después en la Plaza de San Pedro.

Agradezco a los organizadores y a los numerosos voluntarios todo lo que han hecho y lo que harán en los próximos días para asegurar el éxito del gran Jubileo de los jóvenes. Doy gracias de manera particular a las familias, parroquias, escuelas, instituciones, que han abierto sus puertas para acoger a los jóvenes peregrinos provenientes de todas las partes del mundo. Se puede decir, que desde hoy hasta el próximo domingo, ¡Roma será la capital de la juventud del mundo!

3. Invocamos la materna protección de la Virgen María para esta cita jubilar. La invocamos contando con la intercesión de san Maximiliano Kolbe, sacerdote y mártir, de quien hacer celebramos su memoria. Que la Reina del cielo, a quien él tanto amaba, siga como madre cariñosa el camino terreno de sus hijos, en especial de las nuevas generaciones, y les recuerde a todos la meta gloriosa, donde ella nos ha precedido y nos espera.


JUAN PABLO II REJUVENECIDO POR LA INVASION DE JOVENES

Veinte mil de ellos cruzan cada dos horas la Puerta Santa del Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- La Sala de Prensa de la Santa Sede ha emitido un comunicado oficial para manifestar «la alegría total» que experimenta Juan Pablo II tras el extraordinario inicio de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tuvo lugar ayer, 15 de agosto, en la tarde y noche.

A pesar de que pasó casi cuatro horas con los jóvenes en las dos plazas más grandes de Roma (la de la Basílica de San Juan de Letrán y la de San Pedro del Vaticano), con un calor que en ocasiones se hacía insoportable, al pontífice se le pudo ver tan entusiasmado como los cientos de miles de jóvenes que le escuchaban. En varias ocasiones bromeó con ellos y el encuentro se convirtió en una continua serie de saltos al protocolo por parte del obispo de Roma.

El comunicado de prensa de la Santa Sede confirma que la satisfacción del Papa se debe «al clima de fiesta y al entusiasmo con el que los más de 700 mil jóvenes presentes ya desde ayer vivieron el inicio de su Jubileo, acogiendo con el frescor y espontaneidad propios de su edad su invitación a profundizar en la amistad con Cristo y a testimoniar su propia fe».

Según la Agencia italiana para el Jubileo, en las primeras veinticuatro horas de las Jornadas Mundiales de la Juventud se ha registrado un 30 por ciento más de participantes con respecto a las previsiones. La mayoría de los 2741 alojamientos (escuelas, cuarteles, parroquias, etc.) están completos. Las secretarías de acogida están buscando más lugares para albergar a quienes llegan sin haber hecho la inscripción previa.

Pero los jóvenes están dando otra gran satisfacción al Papa: «a las 7:00 de esta mañana --continúa diciendo en el comunicado el vicedirector de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el padre Ciro Benedettini-- más de 20 mil jóvenes comenzaron a cruzar la puerta santa».

El símbolo de atravesar la puerta santa constituye el momento jubilar por excelencia y es signo del deseo de conversión propios del año santo. La puerta de la Basílica de San Pedro estará abierta hasta el próximo viernes desde las 7:00 de la mañana hasta las 11:00 de la noche. Cada dos horas están cruzando la puerta 20 mil jóvenes. Se trata de un gesto que demuestra al Papa que estos cientos de miles de chicos y chicas no han venido a Roma a hacer turismo, sino a vivir una experiencia de fe. 


 

ROMA VIVE LA CATEQUESIS JUVENIL MAS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS

Más de trescientos obispos responden a las preguntas de chicos y chicas

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- Tras la inauguración oficial de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en la que junto a Juan Pablo II participaron 700 mil jóvenes, comenzaron en la mañana de hoy una serie de catequesis que hasta el próximo viernes congregan a los peregrinos por grupos diseminados por toda Roma.

Trescientas plazas públicas --en muchos casos auténticamente monumentales--, iglesias, campos de tenis..., etc., se han convertido de este modo en el sugerente escenario de encuentro en el que los muchachos y muchachas pueden plantear en 32 idiomas sus preguntas e inquietudes de fe, gracias a la disponibilidad de más de tres centenares de obispos venidos de los cinco continentes.

El tema de reflexión de esta primera jornada era «El Emanuel, Dios con nosotros». En la Basílica de San Juan de Letrán, por ejemplo, el encargado de dirigir el encuentro con los jóvenes fue el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, quien recorrió los grandes pasajes del Antiguo Testamento que anuncian la promesa de la venida de Jesús, para detenerse después en los escritos del Nuevo Testamento de Juan y Pablo que ahondan en el cumplimiento de la promesa divina.

El purpurado italiano concluyó: «Muchas veces nos preguntamos: "¿Cuál es mi destino? ¿Cuál es nuestro destino? ¿Qué es lo que nos espera?". El Señor responde a esta pregunta, que es la pregunta más importante de nuestra vida, de la que dependen las demás preguntas, la que en el fondo preocupa a toda mujer, a todo hombre, a todo joven, a todo anciano... Pues bien, la respuesta de Dios es ésta: "Tu destino es la comunión eterna conmigo". De este modo, en la palabra "Emmanuel" --que quiere decir "Dios con nosotros"-- encontramos el sentido, el significado y también la grandeza del don de ser cristianos. Este es la razón por la que debemos vivir nuestro cristianismo y testimoniar nuestra fe. Este es el sentido del gran año santo de 2000, este es el sentido de la Jornada Mundial de la Juventud». 


 

TRESCIENTOS ESPECTÁCULOS AL AIRE LIBRE EN LA CAPITAL DE LA JUVENTUD

La plaza de San Juan de Letrán, escenario de un musical sobre san Francisco

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- Con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, Roma se ha convertido en el escenario de más de 300 espectáculos al aire libre que comenzaron en la tarde de hoy y que concluirán el próximo viernes. Se trata de conciertos de música ligera y clásica, obras de teatro, encuentros con artistas, escritores, testigos del cristianismo, etc.

La plaza más grande de la Ciudad Eterna, la que se encuentra ante la Basílica de San Juan de Letrán, presentó esta noche el espectáculo musical «Forza, venite gente» («Ánimo, venid todos») que narra la historia de un personaje único, Francisco de Asís, y la relación complicada con su padre, Pietro Bernardone, quien no compartía sus «locas» decisiones. De este modo, el espectáculo se convierte en una alegoría de los eternos contrastes entre generaciones, entre padres e hijos.

Michele Paulicelli, que interpreta a san Francisco, y que ha escrito la música, explica el sentido de este gran espectáculo que comenzó a llevarse a los escenarios en 1981. «Comencé poniendo música a las "Florecillas de San Francisco" sin saber muy bien qué es lo que quería hacer --confiesa--. Después, poco a poco, junto a otras personas que experimentaban la misma emoción ante la figura de Francisco, logramos que debía haber representado durante veinte días. Ahora ya lo mantenemos en escena desde hace casi veinte años».

¿Cuál es el secreto de un espectáculo que dura dos décadas? «La figura de Francisco de Asís», responde sin dudarlo Paulicelli. 


 

«LA FIESTA DEL PERDON»: UN RECORD MAS DEL JUBILEO DE LOS JOVENES

Setecientos confesionarios en el Circo Máximo

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- El Circo Máximo de Roma ofrece un espectáculo único en la historia: trescientos cincuenta confesionarios, de madera color claro, colocados en semicírculo. Se trata de la así llamada «fiesta del perdón», una oportunidad para el más de millón de jóvenes peregrinos que durante esta semana visitan la Ciudad Eterna con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, para recibir el sacramento de la reconciliación.

Se tata, también, de uno de esos records por los que será recordado este Jubileo de los jóvenes: desde esta mañana hasta el próximo viernes, dos mil sacerdotes se están turnando desde primeras horas de la mañana hasta media noche para impartir el sacramento del perdón. La reconciliación se prepara con momentos de oración. El examen de conciencia es acompañado por la lectura de la Biblia y de escritos de espiritualidad y por una serie de gestos simbólicos.

Por otra parte, todas las basílicas jubilares de Roma se han movilizado y también ofrecen a los jóvenes peregrinos la posibilidad de acercarse a recibir el perdón divino en los idiomas más comunes de los peregrinos.

Pedir y recibir el perdón de Dios, a través del sacramento de la penitencia, constituye uno de los momentos más intensos de toda auténtica peregrinación. El Comité vaticano para la preparación del Jubileo ha hecho un esfuerzo sin precedentes para que las jornadas que estos días transcurren los chicos y chicas en Roma no sean simplemente un bonito viaje, sino que se conviertan también en un encuentro personal con el amor de Cristo. 


 

RECONCILIACIÓN EN EL FORO DE LOS JOVENES ENTRE ESTADOUNIDENSES Y CUBANOS

Piden perdón por las ofensas acarreadas por sus dos países

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- El Foro Internacional de la Juventud, con el que se han preparado las Jornadas Mundiales que tienen lugar en estos días en Roma, concluyó con emocionantes palabras de reconciliación entre los jóvenes que participaban en representación de Cuba y de Estados Unidos.

Cada Conferencia Episcopal había enviado a este Foro a dos representantes, un chico y una chica. Por parte de Estados Unidos se encontraban en el Foro Alejandro Madrigal, de 22 años, e Isa Tejada, de Rode Island, de 26. Ambos pidieron perdón por las ofensas que su país ha realizado contra los pueblos del continente americano. En particular, Alejandro, hijo de cubanos, pidió explícitamente por las consecuencias negativas que han podido tener la política de su país, Estados Unidos, sobre los habitantes de la isla caribeña.

Por su parte, un representante cubano pidió perdón por las ofensas y falta de compasión que en ocasiones han demostrado los habitantes de la perla caribeña hacia la comunidad cubana en el exilio. 


 

CONCLUSIONES DEL FORO INTERNACIONAL DE JÓVENES

Los 300 representantes del mundo responden al llamamiento a la santidad

CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- Concluyeron ayer las sesiones del Foro Internacional de Jóvenes, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos, en el que han participado 300 chicos y chicas de todos los países del mundo, en representación de sus conferencias episcopales, así como de movimientos y comunidades eclesiales.

En un comunicado final, que será leído ante Juan Pablo II en la noche de la vigilia final de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en la explanada de Tor Vergata, el próximo 19 de agosto, los jóvenes han querido manifestar su propia adhesión a la invitación del Papa a convertirse en los santos del nuevo milenio, como elemento esencial para ofrecer un testimonio eficaz entre sus coetáneos. Alguno podría pensar que no es más que un bonito sueño, pero estos jóvenes han reivindicado su derecho a soñar en este mundo asfixiado por el materialismo.

El responsable de la sección juvenil del Consejo Pontificio para los Laicos, monseñor Renato Boccardo, explica así las conclusiones que han surgido en el Foro: «Yo diría que en ellos queda una nostalgia de la santidad. De hecho, éste ha sido el hilo conductor en estos días de encuentro. Me parece que los chicos y chicas han recibido muy bien las palabras del Papa contenidas en el mensaje de esta Jornada Mundial: "No tengáis miedo de ser los santos del tercer milenio". Son conscientes también de la urgencia de responder con generosidad a lo que la Iglesia y el mundo esperan de ellos».

«Ha sido algo estupendo el poder escuchar en estos días la diversidad y la primavera de testimonio de los jóvenes --añade el encargado de esta Oficina para los jóvenes del organismo vaticano--: de los que proceden de las grandes Iglesias --o más bien, las más antiguas u organizadas-- y de los que pertenecen a Iglesias que están renaciendo en estos últimos años, tras las persecuciones y la caída de los muros. Pienso, por ejemplo, en Nepal, en Mongolia, en Sudán --donde la Iglesia sufre la persecución y las dificultades que todos conocemos... Estos días del Foro han sido como dar la vuelta al mundo, o mejor aún, la vuelta al mundo de la Iglesia. Hemos podido ver cómo en todas las regiones de la tierra la Iglesia está presente y los jóvenes están comprometidos generosamente en la Iglesia».

Por lo que se refiere a la vida cristiana de estos muchachos y muchachas, representantes de todos sus coetáneos del mundo, monseñor Boccardo considera que «por todas las partes se da una búsqueda de puntos de referencia. Las ideologías que han querido darles algo, les han dejado con mal sabor de boca. Estos muchachos se dan cuenta de que hace falta un lugar en el que encontrarse, en el que cada uno pueda calentar su corazón, encontrar razones para vivir y para esperar. Esto es lo que están buscando en la Iglesia. Y cuando una Iglesia, hecha de testigos, con sus glorias y miserias, sabe presentarles el rostro luminoso del Señor, ellos responden. Nosotros lo hemos visto y lo hemos podido constatar en el mensaje final del Foro que será leído el sábado».

En síntesis, según monseñor Boccardo, en este documento, los jóvenes participantes en el Fondo afirman: «entramos en el tercer milenio, convirtiéndonos en testigos de la fe. ¿Cómo? Han hablado de reconciliación, de perdón y de esperanza, es decir, de los elementos fundamentales de la presencia cristiana en el nuevo milenio».