SANTA SEDE


«NO SE PUEDE MATAR EN NOMBRE DE LA RELIGION»

Juan Pablo II pide detener los enfrentamientos en India e Indonesia

CIUDAD DEL VATICANO, 28 junio (ZENIT.org).- «No se puede matar y destruir en nombre de la religión». Este fue el tremendo llamamiento que lanzó esta mañana Juan Pablo II, durante su tradicional encuentro con los peregrinos del miércoles, para pedir el cese inmediato de los enfrentamientos que tienen lugar contra los cristianos en las Molucas (Indonesia) y en India.

En las Molucas En estos días, el pontífice ha recibido trágicas noticias procedentes de aquellas regiones. «Por desgracia, no parece que se aplaque la oleada de desórdenes provocados por motivos étnico-religiosos, que desde enero de 1999 agita el archipiélago indonesio de las Molucas. Los repetidos y sangrientos ataques armados de extremistas musulmanes contra aldeas cristianas están provocando numerosísimas víctimas y ruinas sin límites», reconoció el pontífice.

En los últimos días la situación ha empeorado en las Molucas hasta tomar tintes de verdadera guerra civil. En este periodo han muerto más de 60 personas en Ambon, la capital del Sur y más de un centenar en Halmahera, en el Norte del archipiélago. Según la policía indonesia la situación se ha agravado por la llegada de combatientes procedentes de otras zonas del país. Unos 3.000 guerrilleros islámicos desembarcaron en los primeros días de mayo para extender la guerra santa contra la comunidad cristiana. Los cristianos responsabilizan también de su persecución al ejército y la policía indonesia que, según ellos, colaboran con los grupos armados musulmanes. Con el objetivo de detener la violencia, el Gobierno ha declarado el «estado de emergencia civil».

En India «Noticias tan preocupantes como éstas llegan también desde la India, donde últimamente se han registrado múltiples agresiones contra las comunidades cristianas y otras minorías, "las más graves desde la independencia del país", según han constatado aquellos obispos», dijo a continuación el Papa.

En este último mes las crónicas recogen ataques realmente preocupantes. Los casos más dolorosos han sido el asesinato de un sacerdote católico en el Estado de Uttar Pradesh, seguido, poco después, en Andra Pradesh por el incendio doloso de una iglesia católica y de otra protestante. Juan Pablo II sigue de cerca esta situación. El 26 de junio recibió en el Vaticano al primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, y le pidió que se garantice en su país el respeto de la libertad religiosa y de esa consolidada tradición de mutuo respeto entre confesiones religiosas diferentes, que por desgracia ha recibido un duro golpe con estos episodios de violencia.

«Renuevo mi sentido llamamiento para que cesen estas crueles violencias --exhortó el obispo de Roma--. Quiero esperar que todos los que las cometen y promueven comprendan que no se puede matar y destruir en nombre de la religión, ni manipularla según sus propios intereses. A las autoridades les pido que se movilicen con firmeza para que se mejore la situación; a todos les solicito que depongan el odio y que trabajen incansablemente a favor del restablecimiento de la armonía religiosa, en el respeto y el amor recíproco. Y a vosotros, que estáis aquí presentes --concluyó el Papa dirigiéndose a los treinta mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano-- os invito a rezar con fe por estas intenciones».


 

¿QUÉ NOS ESPERA DEL OTRO LADO DE LA HISTORIA?

El Papa continúa profundizando en el misterio de la Trinidad

CIUDAD DEL VATICANO, 28 junio (ZENIT.org).- ¿Qué es lo que nos espera del otro lado de la historia? Esta es, sin duda, una de las preguntas que más ha preocupado e interesado al hombre de todos los tiempos. Juan Pablo II dedicó la intervención de su tradicional encuentro con los peregrinos de este miércoles a responderla.

Su respuesta fue directa: «la manifestación luminosa y plena de la Trinidad». De este modo, el encuentro del Papa con más de 30 mil personas se convirtió en un sugerente viaje por los pasajes más atrevidos de la Biblia en los que con visiones --a veces apocalípticas-- se nos revela el más allá, cuando «veremos cara a cara» a Dios, y se nos ofrezca «la vida eterna», fuente del «conocimiento» que «en el lenguaje bíblico es precisamente comunión de amor». Una realidad que con frecuencia es llamada en los libros sagrados «la Jerusalén celestial».

La intervención del Papa se enmarca en la serie de catequesis que está ofreciendo en este año del gran Jubileo sobre el misterio central del cristianismo: la Trinidad.

Por eso, al hablar de la meta a la que nos conduce la historia, explicó citando algunos pasajes del Apocalipsis: «Allí encontraremos, ante todo, al Padre, "el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin" de toda la creación. Se manifestará en plenitud como el Emanuel, el Dios que ha puesto su morada con la humanidad, cancelando lágrimas y luto y renovándolo todo. Pero en el centro de esa ciudad se encontrará también el Cordero, Cristo, al que la Iglesia está unida con un lazo nupcial. De Él recibe la luz de la gloria, con Él está íntimamente unida, ahora ya no con un santuario, sino de manera directa y total. El Espíritu Santo nos lleva hacia aquella ciudad. Él sostiene el diálogo de amor de los elegidos con Cristo: El Espíritu y la Novia dicen: "¡Ven!"».

Se trata sin duda de pasajes difíciles de entender, de los que comprendemos mucho menos de lo que revelan, pero que ofrecen horizontes inesperados. Para tratar de vislumbrar esa manifestación plena de la gloria de la Trinidad, explicó el pontífice, hay que ir «más allá del límite de nuestra condición humana, más allá del peso de la miseria y de la culpabilidad que penetran nuestra existencia terrena». Ahora bien, aquí en la tierra contamos ya con una especie de «degustación» «de ese amor perfecto»: la Liturgia. «En la Liturgia terrena --dijo el Papa citando el Concilio Vaticano II-- pregustamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén».

En ese camino de purificación, que busca superar los límites de nuestras culpas y miserias, el pontífice recomendó a los cristianos rezar una antigua oración de Simeón Metafraste con la que los cristianos de Oriente se preparan a la comunión «Tú, que por la venida del Espíritu consolador has hecho de tus santos discípulos vasos de elección, haz de mí una morada digna de su venida». De ese modo, cada eucaristía, se convierte para el cristiano en un trozo de cielo en la tierra. 


 

VATICANO: LUCHA CONTRA EL DESIERTO EN ÁFRICA Y LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA

Se reúnen en Roma las dos fundaciones de ayuda del Papa para estas regiones

CIUDAD DEL VATICANO, 28 junio (ZENIT.org).- Las dos grandes fundaciones creadas por Juan Pablo II al servicio del progreso en África y América Latina se reúnen en estos días en el Vaticano para examinar el trabajo realizado en este año y financiar proyectos para el año 2001.

Se trata de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel, cuyo objetivo consiste en atender a las poblaciones de esta región africana que sufren el flagelo de la sequía y la desertización, y de la Fundación «Populorum Progressio», destinada a promover proyectos de desarrollo entre las poblaciones campesinas más pobres de América Latina y el Caribe. Ambas están coordinadas por el Consejo Pontificio «Cor Unum», organismo vaticano encargado de promover y alentar la acción de ayuda y caridad de las instituciones católicas en el mundo, presidido por el arzobispo alemán Paul Josef Cordes.

La reunión de la Fundación Juan Pablo II para el Sahel comenzó el 26 de junio y terminará el 3 de julio. En ella participan obispos representantes de nueve países de la región (Burkina Faso, Senegal, Cabo Verde, Gambia, Guinea Bissau, Malí, Níger, Mauritania, Chad). Se está analizando la financiación de doscientos proyectos. La mitad de ellos afecta a la formación de personal especializado en la lucha contra el despiadado avance del desierto; la otra mitad está destinada a la realización de obras concretas en el campo agrícola y sanitario. Desde 1984 --fecha de su creación-- hasta nuestros días, la Fundación ha financiado proyectos por un valor superior a los 13 millones de dólares.

La reunión de la Fundación «Populorum Progressio» tendrá lugar del 3 al 6 de julio con la participación de obispos representantes de seis países latinoamericanos (Colombia, Brasil, Guatemala, Perú, México y Bolivia). También en esta reunión se examinarán más de 200 proyectos que tienen por objetivo la promoción humana integral de las poblaciones indígenas campesinas, así como su desarrollo agrícola, la educación sanitaria, la actividad productiva y la comercialización de productos. Desde 1992 hasta hoy, la Fundación ha financiado proyectos por un valor de unos 9 millones de dólares.


 

EL PAPA CELEBRA LA FIESTA DEL OBISPO DE ROMA CON DELEGADOS ORTODOXOS

Entrega el palio a 24 arzobispos de cuatro continentes

CIUDAD DEL VATICANO, 29 junio (ZENIT.org).- Unas 50 mil personas, en su mayoría de la ciudad de Roma, prefirieron participar en la misa presidida por Juan Pablo II, en el día del obispo de Roma, fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, en vez de ver el partido de semifinales entre Italia y Holanda del campeonato de la Copa de Europa de fútbol, un auténtico acontecimiento nacional en este país.

Se trataba de la sugerente ceremonia, celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano, en la que el Papa entregó el palio, una estola especial de lana blanca, con seis cruces bordadas en negro, que representan la particular autoridad de los arzobispos metropolitanos, y que el Papa entrega personalmente a los que ha nombrado en este año, encargándoles el gobierno pastoral en sus respectivas provincias eclesiásticas. En esta ocasión, los arzobispos que recibieron el palio eran veinticuatro. Cinco de los prelados ejercen su ministerio en África, nueve en América, tres en Asia y ocho en Europa. Entre ellos se encontraba el recién nombrado arzobispo de Nueva York, monseñor Edward Michael Egan, quien sustituye al cardenal John O'Connor, recientemente fallecido.

«Cada vez que vistáis estos palios --dijo el Papa a los arzobispos--, recordad, hermanos queridos, que como pastores estamos llamados a salvaguardar la pureza del Evangelio y la unidad de la Iglesia de Cristo, fundada en la "roca" de la fe de Pedro».

En la eucaristía, participaba además una delegación del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, encabezada por Athanasios, metropolitano de Helioupolis y Theira. Acompañaron al jefe de la delegación ortodoxa su excelencia Vsevolod, arzobispo de Skopelos, de la Iglesia ortodoxa ucraniana en América dependiente del patriarcado ecuménico y el reverendo archidiácono Tarasios, de Fanar. El patriarcado de Constantinopla desempaña el papel de mayor dignidad en la Iglesia ortodoxa. Se encuentra separado de Roma desde tiempos del Cisma de Oriente, que tuvo lugar el 16 de julio de 1054.

La presencia ortodoxa en la fiesta del obispo de Roma quería ser una muestra del camino hacia la unidad en el que se encuentran comprometidas las dos Iglesias. Una cortesía que después será restituida por la Iglesia de Roma con motivo de la fiesta de San Andrés, hermano de Pedro y patrono del Patriarcado de Constantinopla, que se celebrará el 30 de noviembre.

«¡Unidad plena de la Iglesia!», exclamó con fuerza el Papa durante la homilía de la Eucaristía. «Escucho en mi interior el eco de esta consigna de Cristo. Es una consigna más urgente que nunca a inicios del nuevo milenio. Por eso, rezamos y trabajamos sin cansarnos nunca de esperar».

Uno de los temas clave, en estos momentos, en el camino del diálogo entre los cristianos es el de la comprensión del primado de Pedro. Antes de la eucaristía, cuando se encontró con los peregrinos a mediodía para rezar el «Angelus», el Santo Padre había dicho: «Interceda por nosotros san Pedro, para que el ministerio de su sucesor sea reconocido y aceptado por todos como servicio a la unidad del pueblo de Dios». Una afirmación que va en línea con su propuesta, contenida en su encíclica sobre el ecumenismo, «Ut unum sint», en la que el Juan Pablo II escucha «la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva». 


 

EL PAPA COMENTA EL INFORME DE DESARROLLO HUMANO DE LA ONU

«Derechos humanos y desarrollo humano tienen que ir de la mano»

CIUDAD DEL VATICANO, 29 junio (ZENIT.org).- Al final de su encuentro con miles de peregrinos a mediodía en la plaza de San Pedro, en este jueves en que se celebraba la fiesta del Papa, Juan Pablo II quiso recordar que hoy las Naciones Unidas han publicado un «informe importante» dedicado «a los derechos humanos y al desarrollo humano».

El nuevo informe de las Naciones Unidas constituye una auténtica mina de datos sobre los parámetros fundamentales de la calidad de vida en 174 países. El documento es publicado en concomitancia con la Asamblea especial de la ONU dedicada al desarrollo social. El volumen de casi 300 páginas sobre derechos humanos y desarrollo humano es publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En particular, el PNUD exhorta a la Organización Mundial para el Comercio y a las multinacionales a comprometerse a favor del desarrollo de los derechos humanos. La lucha por el desarrollo económico y la lucha por la libertad son dos caras de la misma moneda, afirma.

Actualmente hay casi 1.500 millones de personas que tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día, y no sólo en los países más pobres, sino también en los así llamados industrializados. El número de los niños obligados a trabajar son 250 millones.

La clasificación del desarrollo humano, medida en términos de esperanza de vida, educación y renta real, la ONU coloca en primer lugar, por séptimo año consecutivo a Canadá, seguida de Noruega, Estados Unidos, Australia e Islandia. Cierran la lista los Estados africanos. Según las Naciones Unidas, Sierra Leona, Níger y Burkina Faso son los países peor situados.

La lucha contra la extrema pobreza sólo empezará a dar frutos si los países ricos se deciden a traducir su compromiso político en medidas concretas de acción urgente, ha afirmado el máximo responsable del PNUD, Mark Malloch. Cinco años después de la Cumbre de Desarrollo Social de Copenhague, cuyo seguimiento realiza esta semana la Asamblea General de la ONU en Ginebra, los resultados «han sido decepcionantes», reconoció el administrador del PNUD.

«Hemos fracasado en estimular el compromiso político surgido de Copenhague para convertirlo en acciones concretas que movilizasen mayores recursos para la ayuda oficial al desarrollo, el alivio de la deuda de los países pobres o favorecer su acceso a los mercados», indicó. Malloch consideró que es indudable que los países ricos reconocen la necesidad de aliviar la pobreza, pues tiene consecuencias negativas en economía, la estabilidad y la seguridad del mundo, «pero en general no hemos logrado en los últimos años que se traduzca en una prioridad política urgente».

A pesar de que es una tarea muy difícil, Malloch mostró su convencimiento en que es posible reducir a la mitad la extrema pobreza en los próximos quince años. La mayor parte de los pobres del mundo viven en Asia, donde existen buenas perspectivas de crecimiento económico que si se combinan con políticas destinadas a mejorar las condiciones de vida llevarán a una significativa reducción de la pobreza, señaló.

Latinoamérica, por su parte, ha vivido un período de gran crecimiento económico que, sin embargo, no se caracterizó en sus primeras etapas por una mayor reducción de la pobreza, consideró el responsable del PNUD.

Pero «ahora hay un grupo de presidentes y gobiernos que han entendido la conexión efectiva que existe entre crecimiento y mejora de las condiciones de vida y que están intentando combinar las estrategias de crecimiento con políticas sociales más eficaces», como por ejemplo el caso de Brasil, indicó. Sin embargo, no deben perderse de vista países como Colombia, Ecuador y Perú que atraviesan por situaciones problemáticas y que podrían afectar a sus vecinos.

Sin embargo, «el acceso a los mercados y el crecimiento económico no es la solución universal a la pobreza», hay que tener en cuenta, además, la promoción de «la salud y la educación», agregó.

Comentando los resultados de este informe, Juan Pablo II afirmó hoy: «La lucha contra la pobreza es uno de los desafíos que se presenta ante la humanidad del nuevo milenio. La comida, la asistencia sanitaria, la educación, el trabajo, no representan sólo objetivos de desarrollo: son derechos fundamentales, que todavía son negados por desgracia a millones de seres humanos».

El Papa explicó que «los derechos humanos y el desarrollo humano tienen que caminar de la mano, pero para ello es necesaria una mayor colaboración internacional a favor de los pueblos más desaventajados».

«Deseo vivamente que, entre los frutos de este gran Jubileo, nazca un nuevo y concreto compromiso de solidaridad internacional», concluyó el pontífice.


 

TODOS LOS CRISTIANOS DEBEN SER MISIONEROS

Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Misionera Mundial (DOMUND)

CIUDAD DEL VATICANO, 29 junio (ZENIT.org).- En la Iglesia todos son misioneros. Esta es la idea que ha querido recalcar Juan Pablo II al publicar el mensaje para el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) que se celebrará el próximo 22 de octubre.

«Nadie se puede sentir dispensado de ofrecer su colaboración al desarrollo de la misión de Cristo que continúa en la Iglesia», afirma el Santo Padre.

En el mensaje el pontífice recuerda a los muchos «misioneros, mártires de la fe, que como Cristo han dado su vida derramando la propia sangre». Su vida y sangre no debe quedar olvidada, añade. «Que estos testigos de la fe, de los que hemos hecho memoria, sean modelo y estímulo para todos los cristianos, de manera que el anuncio de Cristo sea percibido como una tarea propia de cada cristiano».

«La perspectiva del gran Jubileo --explica Juan Pablo II--, nos lleva a un mayor compromiso misionero». De hecho, constata, «Dos mil años después del inicio de la misión, siguen siendo enormes las área geográficas, culturales, humanas o sociales en las que Cristo y su Evangelio todavía no han penetrado. ¿Cómo no sentirse interpelados ante esta situación?» se pregunta.

Juan Pablo II dedica unas palabras especiales a los catequistas en tierras de misión: «Trabajando con gran esfuerzo y celo misionero, constituyen sin duda el apoyo más eficaz para los misioneros en múltiples tareas. A menudo, debido a la escasez de ministros, les toca la responsabilidad de vasta zonas, donde siguen a las pequeñas comunidades, desarrollando el papel de animadores en la oración, en la celebración litúrgica de la Palabra de Dios, en la explicación de la doctrina y en la organización de la caridad».

El Santo Padre subraya al final del mensaje que «se participa en la misión ante todo con la oración, en la liturgia o en el silencio de la propia habitación, con el sacrificio y el ofrecimiento a Dios de los propios sufrimientos. Esta es la primera colaboración que cada uno puede ofrecer. Además, es importante dar una contribución económica, que es vital para tantas iglesias particulares». 


 

EL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO VATICANO ANALIZA LA OBRA DE DIOS EN LA CREACIÓN

Un curso para científicos en colaboración del Centro de Teología de Berkeley

CIUDAD DEL VATICANO, 29 junio (ZENIT.org).- El Observatorio Astronómico Vaticano, junto con el Centro para la Teología y las Ciencias Naturales de Berkeley (EE.UU.) han patrocinado el sexto de una serie de encuentros titulados «Perspectivas Científicas sobre la Acción Divina». El encuentro, que comenzó el 25 de junio concluye el próximo 2 de julio, en el Observatorio de la Santa Sede de Castelgandolfo.

Veinticuatro expertos, entre ellos científicos, filósofos y teólogos se han dado cita en el Observatorio vaticano para estudiar el la «Física cuántica y teoría del campo cuántico». Según un comunicado de prensa del director del centro, el padre George V. Coyne, los expertos han analizado «las implicaciones de la física cuántica de cara a la comprensión del modo en que Dios obra en la creación».

En los encuentros de este tipo que organizó en años anteriores el Observatorio Astronómico Vaticano se analizó, en primer lugar la relación que existe entre «Física, filosofía y teología». A continuación, en los años sucesivos, se afrontaron los temas «Cosmología cuántica y leyes de la naturaleza», «Caos y complejidad», «Biología evolutiva y molecular» y «Ciencias neurológicas y persona». De cada encuentro se ha publicado un libro editado por el Observatorio Vaticano. El primer volumen contiene un mensaje de Juan Pablo II sobre el diálogo entre fe y ciencia.

Los orígenes del Observatorio Astronómico Vaticano se remontan a los tiempos del papa Gregorio XIII, quien creó una comisión científica encargada de estudiar los elementos necesarios para la realización de la reforma del calendario litúrgico que tuvo lugar en 1582.

Desde entonces, el papado ha apoyado la investigación astronómica. De hecho, los Papas fundaron tres observatorios: el Observatorio del Colegio Romano (1774-1878), el Observatorio del Capitolio (1827-1870) y la Espécula Vaticana (1789-1821). Esta tradición alcanzó su clímax a mediados del siglo XIX, con las investigaciones del padre Angelo Secchi, el primero que clasificó las estrellas según su espectro.

Para responder a quienes acusaban a la Iglesia de oponerse a la ciencia, el Papa León XIII, en 1891, fundó formalmente la Espécula Vaticana (Observatorio Vaticano) y lo colocó en una montaña detrás de la Basílica de San Pedro. El crecimiento de la ciudad de Roma y la contaminación obligaron a transportar en los años treinta el Observatorio a Castel Gandolfo, localidad situada a 35 kilómetros de la Ciudad Eterna. Con la instalación en 1957 de un telescopio Schmidt, la investigación se extendió a las nuevas técnicas de clasificación de las estrellas según su espectro. Se trata de una programa que todavía sigue adelante y que continúa con la labor pionera del padre Angelo Secchi.

Con el continuo crecimiento de Roma, el Observatorio de Castel Gandolfo también comenzó a experimentar los efectos de contaminación luminosa. Por esta razón, el Observatorio fundó un segundo centro de investigación, el Vatican Observatory Research Group (VORG), en Tucson, Arizona (Estados Unidos), uno de los centros astronómicos más importantes en estos momentos. Las oficinas se encuentran en el Steward Observatory de la Universidad de Arizona. En 1993, el Observatorio Vaticano, en colaboración con el Steward Observatory, terminó la construcción del Vatican Advanced Technology Telescope (VATT) en el Monte Graham de Arizona, el primer telescopio de rayos infrarrojos de este centro astronómico. Este proyecto es la base para la construcción en los próximos años de algunos de los más sofisticados y poderosos telescopios del mundo.

Actualmente el Observatorio Vaticano está dirigido por el astrónomo y sacerdote Richard P. Boyle. La sede de Castelgandolfo se ha dedicado sobre todo a archivo y librería: contiene más de 22 mil volúmenes de incalculable valor, entre los que se encuentran originales de Copérnico, Galileo, Newton, Kepler, Brahe, Clavius y Secchi. Además, se encuentra una colección única de meteoros que está sirviendo para estudiar la historia del sistema solar. Las investigaciones científicas se publicar en revistas especializadas internacionales.

El Observatorio publica también «Studi Galileiani» («Estudios de Galileo»), una serie de estudios sobre las controversias en torno a Galileo y Copérnico.

Cada dos años, el Observatorio ofrece a unos 20 estudiantes de astronomía --muchos de ellos provenientes de países del tercer mundo-- cursos de formación y prácticas profesionales en Castel Gandolofo y en Tucson durante el verano. El Observatorio Vaticano recibe una financiación anual de la Santa Sede. Ahora bien, para financiar proyectos especiales, como la construcción del Vatican Advanced Technology Telescope, pide también ayuda a privados. Para ello, ha creado la Vatican Observatory Foundation (VOF), institución exenta de impuestos. 


 

INAUGURADA UNA EXPOSICIÓN SOBRE LOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO

La muestra conmemora los primeros siglos cristianos de Roma

ROMA, 28 junio (ZENIT.org).- Con la asistencia de diversas autoridades vaticanas --los cardenales Ratzinger, Etchegaray y Stafford, monseñor Cacciavillan, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA)-- del alcalde de Roma y representantes de la región, fue inaugurada ayer, en el Palacio de la Cancillería de Roma, una exposición con el título «Pedro y Pablo. La historia, el culto, la memoria en los primeros siglos».

El proyecto, promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos, con la colaboración de otras entidades vaticanas y la región del Lazio, ideado y realizado por un nutrido comité científico compuesto por especialistas de las universidades de Roma y Bolonia y de los Museos y de la Biblioteca Vaticana, afronta con gran claridad el tema de las raíces de la cristiandad.

La exposición que permanecerá abierta hasta el 10 de diciembre, propone los orígenes de la historia de la Iglesia en Roma, a la que desde los inicios las comunidades cristianas han mirado como al propio punto de referencia porque en ella tenían el testimonio de la sangre de los apóstoles Pedro y Pablo. Uno, por haber recibido el mandato de Cristo resucitado, y el otro por ser el apóstol de las gentes, constituyen «las columnas» de la Iglesia, atestiguan el único fundamento que es Cristo e indican la universalidad.

Peregrinar a los lugares donde los apóstoles dieron el supremo testimonio y a sus tumbas fue percibido desde los inicios de la historia de la Iglesia como evento privilegiado de una relación percibida como viva y eficaz con quienes más de cerca han seguido a Cristo.

La muestra, con 150 piezas excepcionales, consta de cinco secciones: «Los orígenes de la Roma cristiana»; «El clima espiritual en la Roma del final del imperio»; «Pedro y Pablo. La historia»; «Pedro y Pablo: la invención de las imágenes, la vocación de las historias, la génesis de las teofanías»; «El culto de los apóstoles Pedro y Pablo, desde los orígenes al siglo V».

En un cuadro orgánico, que alterna admirables objetos de arte y extraordinarios restos arqueológicos, el itinerario de la muestra documenta el interés apasionado de la comunidad cristiana de los primeros siglos por la experiencia de Pedro y Pablo y las razones que, desde hace dos mil años, convierten a Roma en «caput mundi», meta de la peregrinación jubilar, corazón de la cristiandad.


 

EL PAPA PIDE HUMANIZAR LAS CÁRCELES Y SEÑALES DE CLEMENCIA PARA DETENIDOS

Mensaje de Juan Pablo II al mundo de las prisiones con motivo del Jubileo

CIUDAD DEL VATICANO, 30 junio (ZENIT.org).- Será recordado como uno de los textos más originales y significativos del gran Jubileo del año 2000. En vísperas del día jubilar de los encarcelados, que se celebrará en todo el mundo el próximo 9 de julio, Juan Pablo II ha tomado papel y pluma para enviar un mensaje en el que pide hacer un auténtico examen de conciencia sobre la delicada situación que atraviesan los sistemas penitenciarios en el mundo: «La cárcel no debe ser un lugar de deseducación, de ocio y tal vez de vicio, sino de redención».

El Papa que se movilizó para que se le concediera el indulto presidencial a Ali Agca, el terrorista turco que atentó contra él el 13 de mayo de 1981, celebrará el Jubileo del mundo de la cárcel precisamente en la prisión tristemente más famosa de Roma, el «Regina Coeli». Allí escuchará a los presos y compartirá con ellos durante un día sus decepciones y esperanzas.

Una ocasión que no se ha de desperdiciar El concepto más repetido en la carta, preñada de palabras de comprensión y de cercanía para las personas que se encuentran detrás de las rejas, a quienes el Papa llama «hermanos y hermanas en humanidad», es el siguiente: «La perspectiva que el Jubileo abre a cada uno es una ocasión que no se ha de desperdiciar». En otras palabras, el pontífice pide que este año jubilar se convierta en una «oportunidad» privilegiada para humanizar la cárcel y, por qué no, para ofrecer «una señal de clemencia en favor de todos los encarcelados».

Por una cárcel regeneradora Si bien «la prisión como castigo es tan antigua como la historia del hombre», Juan Pablo II considera que «abstenerse de acciones promocionales en favor del recluso significaría reducirla a mera venganza social, haciéndola solamente odiosa». Por tanto, lo que el Papa propone no son medidas esporádicas, sino la revisión de todo el sistema.

La prioridad, según el obispo de Roma, tiene que ser prevenir el delito. Ahora bien, cuando el delito ya ha sido cometido, la sociedad tiene que adoptar «el compromiso de contribuir al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y comunitario» de los encarcelados.

¿Cuáles son los obstáculos que se plantean en el mundo para alcanzar este objetivo? El Papa los enumera pocas líneas después, al exigir la abolición de «aquellas normas contrarias a la dignidad y a los derechos fundamentales del hombre», de «las leyes que obstaculizan el ejercicio de la libertad religiosa para los detenidos», de «los reglamentos penitenciarios que no prestan suficiente atención a los enfermos graves o terminales». De este modo, pide revisar las «instituciones destinadas a la tutela legal de los más pobres», analizar «las condiciones precarias de los lugares de reclusión en los que los encarcelados se ven obligados a vivir, así como a las vejaciones infligidas a veces a los presos por discriminaciones motivadas por razones étnicas, sociales, económicas, sexuales, políticas y religiosas»...

«En ocasiones --constata con tristeza--, la cárcel se convierte en un lugar de violencia comparable a los ambientes de los que frecuentemente provienen los encarcelados. Esto hace inútil, como es evidente, todo intento educativo de las medidas de reclusión».

Enmiendas necesarias A partir de estas premisas, Juan Pablo II hace un sentido llamamiento a los gobernantes del planeta para que, en este año santo, adopten «las enmiendas que sean necesarias» para humanizar las cárceles. «No se trata de aplicar casi automáticamente o de modo puramente decorativo medidas de clemencia meramente formales, de manera que, acabado el Jubileo, todo vuelva a ser como antes --advierte--. Se trata, por el contrario, de poner en marcha iniciativas que sean un punto de partida válido para una renovación auténtica tanto de la mentalidad como de las instituciones».

Una señal de clemencia En este sentido, el Papa se dirige a los responsables de los Estados «para implorar una señal de clemencia en favor de todos los encarcelados: una reducción, aunque fuera modesta, de la pena sería para ellos una clara expresión de sensibilidad hacia su condición, que provocaría sin duda ecos favorables, animándolos en el esfuerzo de arrepentimiento por el mal cometido y favoreciendo el cambio de su conducta personal».

«La acogida de esta propuesta por parte de las autoridades competentes --concluye Juan Pablo II--, a la vez que animaría a los detenidos a mirar al futuro con renovada esperanza, sería también un signo elocuente de la progresiva afirmación de una justicia más verdadera en el mundo que se abre al tercer milenio cristiano, porque estaría abierta a la fuerza liberadora del amor».


 

NUEVE PRESOS EN UNA CELDA ESPERANDO AL PAPA

La cárcel «Regina Coeli» espera la visita del pontífice el 9 de julio

ROMA, 30 junio (ZENIT.org).- Los detenidos están terminando de pintar las paredes y de dar brillo a las manillas de la puerta. Se preparan para recibir a Juan Pablo II, quien el próximo 9 de julio vendrá visitarles, en el mismo día en el que la Iglesia celebrará el Jubileo de la cárcel. Al menos, durante un día, la dureza de este anónimo recinto será dulcificada con coronas de flores blancas y amarillas.

Esta cárcel histórica de Roma, la famosa «Regina Coeli», es también el símbolo de la superpoblación que experimentan las prisiones en Italia. En su interior viven 900 detenidos; la estructura sólo prevé espacio para 600. En la sección de los recién llegados, hay celdas en las que duermen nueve personas, con literas de tres pisos. Si el de arriba se cae de la cama corre el riesgo de romperse la cabeza. La sección recién restaurada es más cómoda, sin embargo, los presos que viven en ella, por motivos de organización, disfrutan de menos tiempo de convivencia, por razones de seguridad.

A este clima de asfixia se le añade la gran polémica que ha surgido en estos días en Italia: ante la constatación de que las cárceles no pueden acoger a todos sus presos, los políticos de la mayoría en el gobierno han hablado de la posibilidad de conceder una amnistía. Una promesa que, al no estar bien formulada, no ha creado más que polémicas. Ahora vienen las vacaciones parlamentarias y parece que la propuesta podría quedar arrinconada. Nunzio, que tiene cuarenta años y que padece el sida en estado avanzado, afirma: «Sabemos muy bien que la amnistía o el indulto no son un derecho. Pero hablan y después no hacen nada. Es mejor que no nos hubieran dado falsas esperanzas».

Roberto, que está aquí metido por posesión de droga, añade: «yo iré al encuentro con el Papa. En medio de las polémicas políticas, el único que dice y que hace lo que piensa es el Papa. Es imposible que tras una visita del Santo Padre no suceda nada».

El director de la cárcel, Mauro Mariani, ha anunciado que cuando venga el Papa se abrirán las puertas, se pondrán grandes pantallas para que todos puedan verle bien, y se ofrecerá la libertad de rezar sin sentirse detrás de las rejas.

Casi la mitad de los encarcelados en esta prisión romana son inmigrantes procedentes de países musulmanes. Juan Pablo II también les saludará y ellos también quieren encontrarse con él. «La clemencia es clemencia para todos y vuestro Papa también se dirige a nosotros, a todos los que le escuchamos», afirma Jalel, de Túnez, quien habla en nombre de todos los que practican su religión en «Regina Coeli». De hecho, recuerda, que el hombre por quien el obispo de Roma pidió el indulto, Ali Agca, profesa su misma religión.

Durante la visita, el Papa se encontrará con Salvatore Grigoli, asesino de una de las ramas más despiadadas de la mafia siciliana, «Cosa Nostra», quien el 15 de septiembre de 1993 asesinó en Palermo al sacerdote Pino Puglisi. Durante el encuentro, el asesino pedirá perdón al Papa por este y por otros crímenes cometidos. Ha sido condenado a 14 años de cárcel por el asesinato del sacerdote que denunció repetidamente la cultura mafiosa y el chantaje en el que vivía la gente de su parroquia.

Los que han querido, han podido leer hoy la carta que el Papa dirige a todos los encarcelados del mundo. A Nunzio se le abrían los ojos al leer estas palabras: «me dirijo con confianza a los responsables de los Estados para implorar una señal de clemencia en favor de todos los encarcelados: una reducción, aunque fuera modesta, de la pena sería para ellos una clara expresión de sensibilidad hacia su condición, que provocaría sin duda ecos favorables, animándolos en el esfuerzo de arrepentimiento por el mal cometido y favoreciendo el cambio de su conducta personal». «¡Ojalá!», dice Jalel con todo lo que esta palabra significa para él.


 

¿AMNISTIA? UNA ESPERANZA DE VIDA

Entrevista con el padre Vittorio Trani, capellán de la cárcel «Regina Coeli»

ROMA, 30 junio (ZENIT.org).- Hasta lo políticos pueden hacer prodigios y responder a la petición de amnistía que hace el Papa en su mensaje a los encarcelados de todo el mundo. Lo afirma el padre Vittorio Trani, capellán de la cárcel «Regina Coeli» de Roma, que recibirá el próximo 9 de julio la visita de Juan Pablo II.

--Padre Vittorio, ¿qué clima se respira en la cárcel en estos días?

--Vittorio Trani: Es el clima del primer Jubileo de las cárceles, y todos creen que puede dar frutos inesperados. La amnistía o el indulto no son métodos ajenos a la justicia, sino una manera de hacer justicia. De este modo se puede decir a los detenidos: os damos una posibilidad, aunque, a decir verdad, sería una posibilidad a medias.

--¿Por qué a medias?

--Vittorio Trani: Porque para que la posibilidad fuera total, no sólo habría que tener en cuenta la reducción del castigo, de la cárcel, sino que debería incluir el apoyo después de salir de la cárcel, para integrarse en la sociedad. De lo contrario, vuelven a entrar aquí, y veo a muchos que vuelven y vuelven. De las palabras bellas y sinceras del Papa hacia los encarcelados se puede pasar a gestos concretos.

--Cómo están esperando la visita del Papa.

--Vittorio Trani: Con una doble esperanza. Cada día, cambia el escenario político en Italia en torno a la cuestión de la clemencia y esto aumenta también la inquietud. Sin embargo, el camino privado y colectivo de la reconciliación con Dios es sereno. Los grupos de catequesis, en el último mes, han tocado a las rejas de cada celda, han escuchado las intenciones de cada detenido, han prestado atención al Papa quien les ha pedido preocuparse por el hombre desnudo de su delito.

--¿Cuáles son las reivindicaciones que usted ha presentado en estos días a encarcelados y políticos?

--Vittorio Trani: El llamamiento de los capellanes tiene dos direcciones: una interior y otra política. Pedimos a cada uno que se abra al diálogo con Dios. Al Estado le pedimos que se haga cargo de los sufrimientos de los detenidos.

--¿Cuántos detenidos han pedido participar en la preparación espiritual del 9 de julio, día en que vendrá el Papa?

--Vittorio Trani: Toda la cárcel está participando, con todas las tonalidades de la fe y de la esperanza. En la misa con el Papa participará el coro que canta todos los domingos, el coro de los detenidos.