DOCUMENTACIÓN


INFORME ESPECIAL

«ETICA EN LAS COMUNICACIONES SOCIALES»

Los medios de comunicación sin ética pueden atentar contra la democracia

El secreto para humanizar la sociedad de la comunicación

Píldoras de «Ética en las comunicaciones sociales»

Los periodistas deparan una sorpresa a Juan Pablo II

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LOS MASS MEDIA SIN ETICA PUEDEN ATENTAR CONTRA LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA

Presentación del documento vaticano «Ética en las comunicaciones sociales»

CIUDAD DEL VATICANO, 30 mayo (ZENIT.org).- La Santa Sede ha hecho hoy público un documento sin precedentes en la historia que lleva por título «Ética en las comunicaciones sociales», una guía de fácil lectura que ofrece los grandes principios morales que deben guiar este proceso de irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación que influye inexorablemente en todas las facetas de la vida social: desde la actividad de los mercados bursátiles hasta la vida íntima de las personas.

El arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, organismo vaticano que ha redactado el texto, ha explicado en una rueda de prensa que de este modo la Santa Sede responde a las peticiones que le han hecho llegar profesionales del mundo de la comunicación, en buena parte no católicos. De este modo, el «ministerio» del Papa para las Comunicaciones continúa con la labor que emprendió al publicar «Ética en la publicidad», en 1997, otro opúsculo de características similares que ha pasado por la mesa de un gran número de profesionales publicitarios suscitando gran interés.

Principios fundamentales
«Ética en las comunicaciones sociales» se basa en un principio fundamental, explicó monseñor Foley: «la persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas».

Ahora bien, como explica el texto, «el bien de las personas no puede realizarse independientemente del bien común de las comunidades a las que pertenecen». Por este motivo, el arzobispo estadounidense añadió que «las decisiones sobre los contenidos y la política de los medios de comunicación no deberían depender sólo del mercado y de factores económicos --los beneficios--, puesto que éstos no contribuyen a salvaguardar el interés público en su integridad ni tampoco los legítimos intereses de las minorías». «Estas minorías --añadió-- no son sólo raciales o étnicas, sino que comprenden también a los pobres, a los enfermos, a los minusválidos, a los ancianos y a los más jóvenes. De este modo, si bien las frecuencias televisivas pueden ser atribuidas a compañías privadas, que tienen por tanto el derecho a una legítima ganancia sobre su inversión, son consideradas como un bien público y las decisiones relativas a la programación no pueden limitarse a las típicas consideraciones demográficas, que sólo tienen en cuenta a los grupos sociales más activos y receptivos desde el punto de vista comercial».

En este sentido, monseñor Foley constató que los políticos «tienen la tendencia a favorecer sólo los intereses de los gigantes de la información, sin tener en cuenta el bien público. Una tendencia que en Europa está influenciando las compañías televisivas estatales y que aísla y debilita todavía más a los países en vías de desarrollo, que de este modo tienen menos voz».

Monseñor Foley concluyó sintetizando con una fórmula utilizada por el mismo documento vaticano el elemento esencial de la ética en los medios de comunicación social: «Servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios».

Un documento para el diálogo
En la rueda de prensa del documento, intervino también el obispo Pierfranco Pastore, secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, quien explicó que en la redacción se han tratado de evitar dos riesgos: por un lado, el de cerrarnos en nosotros mismos, haciendo imposible o por lo menos más difícil el encuentro con nuestros interlocutores (el mundo de la comunicación); por otro, el riesgo de disfrazarnos, de aguar el "mensaje" que teníamos el deber de transmitir, y que constituye la razón misma por la que se nos había presentado esta petición».

La cuestión de la ética en los medios de comunicación tiene repercusiones decisivas, advirtió el prelado italiano: «Las posibilidades de manipulación presentes en la capacidad y en la sofisticación de los instrumentos, junto a un uso sin escrúpulos y sustancialmente "inmoral" de los medios de comunicación no sólo pueden condicionar sino incluso destruir la libertad individual y la democracia en general. Es necesario insistir en el hecho de que la ética es el corazón de la información».

Monseñor Pastore concluyó recordando aquellas palabras del Papa Pablo VI en las que decía: «La experiencia nos dice que la Iglesia, experta en humanidad, tiene mucho que ofrecer al mundo de hoy: no tiene que faltarle la valentía para hacerlo». Prueba de ello son precisamente las líneas de «Ética en las comunicaciones sociales».



EL SECRETO PARA HUMANIZAR LA SOCIEDAD DE LA COMUNICACION

Las propuestas de «Ética en las comunicaciones sociales»

CIUDAD DEL VATICANO, 30 mayo (ZENIT.org).- «Ética en las comunicaciones sociales» es el título del documento con el que el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales («ministerio» del Papa encargado de la atención pastoral de los mass media) no pretende agotar el argumento, sino más bien provocar la reflexión personal sobre el uso moral que se hace hoy día de estos potentes instrumentos que posee el hombre en la aurora de la era de las nuevas tecnologías. Así lo aclaró el mismo arzobispo John P. Foley, presidente de ese organismo vaticano, que firma el texto, al presentarlo a la prensa.

Se trata de un breve documento de fácil lectura (el folleto impreso tiene algo más de cuarenta páginas), en el que desde un principio se deja muy claro que «La Iglesia asume los medios de comunicación social con una actitud fundamentalmente positiva y estimulante. No se limita simplemente a pronunciar juicios y condenas; por el contrario, considera que estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos».

Beneficios y abusos
En la primera parte, el documento constata los «beneficios» y «abusos» económicos, políticos, culturales, educativos y religiosos de los medios de comunicación.

Los medios de comunicación se han convertido, por una parte, en el motor del comercio y de la economía global, sin los cuales el progreso se vería seriamente comprometido; pero, al mismo tiempo en ocasiones «se usan para construir y apoyar sistemas económicos que sirven a la codicia y a la avidez». De este modo, «los medios de comunicación que deben beneficiar a todos, son explotados en provecho de unos pocos».

En el campo político, los mass media «son indispensables para las sociedades democráticas actuales», pero al mismo tiempo «los políticos sin escrúpulos usan los medios de comunicación para la demagogia y el engaño, apoyando políticas injustas y regímenes opresivos» o utilizan «técnicas copiadas de la publicidad y de las relaciones» para violar «los derechos fundamentales, incluso el derecho a la vida».

A nivel cultural, «los medios de comunicación social facilitan el acceso de la gente a la literatura, al teatro, a la música y al arte, que de otro modo serían inasequibles para ella, y promueven así un desarrollo humano respetuoso del conocimiento, la sabiduría y la belleza». Ahora bien, el documento denuncia «la vulgaridad o la degradación» en la que caen con frecuencia los comunicadores. En este sentido, advierte: «No sirve de excusa afirmar que los medios de comunicación social reflejan las costumbres populares, dado que también ejercen una poderosa influencia sobre esas costumbres, y, por ello, tienen el grave deber de elevarlas y no degradarlas».

No cabe duda los medios de comunicación pueden ser y a veces lo son importantes medios de educación. Sin embargo, en la realidad, se constata que con frecuencia se convierten en ocasiones para perder el tiempo, o peor aún, como «instrumentos de adoctrinamiento, con la intención de controlar lo que la gente sabe y negarle el acceso a la información».

Por último, a nivel religioso, los medios son verdaderos instrumentos de «comunión» entre los creyentes y de enriquecimiento espiritual. Sin embargo, existen dos tentaciones que tienen que evitar tanto los profesionales de los mass media como la misma religión. El mundo de la comunicación debe evitar, por una parte, «ignorar o marginar las ideas y las experiencias religiosas; tratar a la religión con incomprensión, quizá hasta con desprecio, como un objeto de curiosidad que no merece una atención seria». La religión, por su parte, «puede tener tentaciones como formarse un juicio exclusivamente crítico y negativo de los medios de comunicación; no comprender que los criterios razonables de un buen uso de los medios de comunicación, como son la objetividad y la imparcialidad».

Algunos principios éticos importantes Analizados los aspectos positivos y negativos de los medios de comunicación, el documento ofrece «Algunos principios éticos importantes».

«El principio ético fundamental --dice el documento vaticano-- consiste en que la persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas».

«El segundo principio --añade-- es complementario del primero: el bien de las personas no puede realizarse independientemente del bien común de las comunidades a las que pertenecen. Este bien común debería entenderse de modo íntegro, como la suma total de nobles propósitos compartidos en cuya búsqueda se comprometen todos los miembros de la comunidad, y para cuyo servicio existe la misma comunidad».

Por ello, «Los responsables de las decisiones tienen el serio deber moral de reconocer las necesidades y los intereses de quienes son particularmente vulnerables --los pobres, los ancianos, los hijos por nacer, los niños y los jóvenes, los oprimidos y los marginados, las mujeres y las minorías, los enfermos y los minusválidos--, así como las necesidades e intereses de las familias y los grupos religiosos».

«Seguimos creyendo --dicen los redactores del texto-- que la solución de los problemas nacidos de esta comercialización y de esta privatización no reglamentadas no siempre reside en un control del Estado sobre los medios de comunicación, sino en una reglamentación más importante, conforme a las normas del servicio público, así como en una responsabilidad pública mayor. Hay que destacar, a este respecto, que si los cauces jurídicos y políticos en los que funcionan los medios de comunicación de ciertos países están actualmente en franca mejora, hay otros lugares en los que la intervención gubernamental es un instrumento de opresión y de exclusión».

Así, el documento pasa a poner el dedo en la llaga del gran interrogante que hoy plantean los medios de comunicación: «Se suele considerar que la circulación, los índices de audiencia y las taquillas, junto con el análisis de mercado, son los mejores indicadores del sentimiento público; de hecho, son los únicos necesarios para que funcione la ley del mercado. No cabe duda de que la voz del mercado puede oírse de esas maneras. Pero las decisiones sobre los contenidos y la política de los medios de comunicación no deberían depender sólo del mercado y de factores económicos --los beneficios--, puesto que éstos no contribuyen a salvaguardar el interés público en su integridad ni tampoco los legítimos intereses de las minorías».

«A pesar de su inmenso poder --concluye el documento--, los medios de comunicación son y seguirán siendo sólo medios, es decir, instrumentos, herramientas disponibles tanto para un uso bueno como para uno malo. A nosotros corresponde elegir. Los medios de comunicación no exigen una nueva ética; lo que exigen es la aplicación de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias. Y ésta es la tarea en la que todos tienen un papel que desempeñar».

Puede leer el documento completo en

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/pccs/index_sp.ht

 


 

PILDORAS DE «ETICA EN LAS COMUNICACIONES SOCIALES»

Algunos de los pasajes más significativos del documento vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 30 mayo (ZENIT.org).- Ofrecemos, a continuación, algunos pasajes significativos del documento «Ética en las comunicaciones sociales» publicado hoy por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales de la Santa Sede.

· Servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son y seguirán ocupando el centro de la ética en los medios de comunicación.

· La Iglesia asume los medios de comunicación social con una actitud fundamentalmente positiva y estimulante. No se limita simplemente a pronunciar juicios y condenas; por el contrario, considera que estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos.

· Frente a graves injusticias, no basta que los comunicadores digan simplemente que su trabajo consiste en referir las cosas tal como son. Eso es indudablemente su tarea. Pero algunos casos de sufrimiento humano son en gran parte ignorados por los medios de comunicación, mientras informan acerca de otros; y en la medida en que esto refleja una decisión de los comunicadores, también refleja una selectividad inadmisible.

· A menudo, también los medios de comunicación difunden el relativismo ético y el utilitarismo, que caracterizan la actual cultura de la muerte. Participan en la contemporánea «conjura contra la vida», «creando en la opinión pública una cultura que presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como enemigas de la libertad y del progreso las posiciones incondicionales a favor de la vida» (Evangelium vitae, 17).

· Hoy todos necesitan alguna forma de formación permanente acerca de los medios de comunicación, sea mediante el estudio personal, sea mediante la participación en un programa organizado, sea con ambos. La educación en el uso de los medios de comunicación, más que enseñar algo acerca de las técnicas, ayuda a la gente a formarse criterios de buen gusto y juicios morales verdaderos, que constituyen un aspecto de la formación de la conciencia.

· Internet despierta preocupación con respecto a las consecuencias radicalmente nuevas que entraña: pérdida del "peso específico" de la información, reducción de los mensajes a pura información, ausencia de reacciones pertinentes a los mensajes de la red por parte de personas responsables, efecto disuasorio en cuanto a las relaciones interpersonales.

· Sería un gran bien para la Iglesia que un mayor número de personas que tienen cargos y cumplen funciones en su nombre se formaran en el uso de los medios de comunicación. Esto no vale solamente para los seminaristas, para miembros de comunidades religiosas en período de formación y para los jóvenes laicos católicos; vale para todo el personal de la Iglesia.


 

LOS PERIODISTAS DEPARAN UNA SORPRESA A JUAN PABLO II

Se esperaban 700 participantes, vendrán 7000

CIUDAD DEL VATICANO, 30 mayo (ZENIT.org).- «Esperábamos setecientos periodistas y, sin embargo, el próximo domingo, 4 de junio, vendrán siete mil para celebrar el Jubileo de los periodistas junto al Santo Padre». El arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales no escondió su sorpresa al presentarse esta mañana ante la prensa internacional para presentar el documento vaticano «Ética en las comunicaciones sociales».

Los participantes en el Jubileo de los periodistas ya han comenzado a llegar a Roma; de hecho, algunos ya estaban presentes en la rueda de prensa de presentación del nuevo documento de la Santa Sede. El jueves por la tarde serán recibidos por el mismo monseñor Foley y poco después, tras una conferencia de la presidente de la Unión católica internacional de la prensa, Theresa Ee-Chooi, pasarán a recogerse en oración ante el imponente espectáculo que ofrece la Capilla Sixtina. El viernes se reunirán en congreso para reflexionar sobre los grandes desafíos que plantean hoy a todos los niveles las comunicaciones sociales. En la tarde de ese día, se conectarán con Roma por satélite periodistas de otros países.

El sábado por la mañana, estos miles de periodistas, todos juntos, cruzarán la puerta santa se la basílica romana de San Pablo Extramuros en señal de conversión, y participarán en una celebración ecuménica, junto a periodistas de otras confesiones cristianas. Al día siguiente, domingo, tendrá lugar el momento culminante, cuando serán recibidos en audiencia por Juan Pablo II poco después de mediodía.

«Esta amplia e inesperada participación de los periodistas en su Jubileo --añadió monseñor Foley-- es uno de los signos que demuestran que está cambiando la tendencia en el complicado mundo de los medios de comunicación. Cada vez ha más medios de comunicación que están comenzando a entender que el público está cansado de las típicas "malas noticias" y, por ello, buscan personas que con su trabajo y enseñanza representen un "ejemplo" para la comunidad».

«Quizá es un efecto del año jubilar --confesó Foley--, pero me da la impresión de que hay una atención cada vez mayor por parte de los mass media por las buenas noticias».