II

CONTEXTO

 

2. El entorno de Jesús

2.1. Situación del Imperio Romano

2.1.1. Octaviano Augusto gobierna del 27 a.C. al 14 d.C. y conduce el Imperio a una situación llamada «Pax Romana Augustana», que se extiende con la dinastía de los Julio-Claudios (14-68), de los Flavios (69-96) y la de los primeros Antoninos (96-161). Bajo el dominio político del Imperio de Roma se unifica paulatinamente todo el Mediterráneo, formando un área cultural comparable a la que en este tiempo se da en Irán, India y China. Esta situación la consigue Augusto con la superación de las guerras civiles y una política exterior agresiva que lleva a establecer unas fronteras seguras del Imperio frente a los bárbaros. Los beneficios de la paz son para los ciudadanos romanos y para todos los habitantes de los territorios sometidos. Se inaugura entonces el «Imperium Romanum» universal, y la paz que defiende se asienta sobre el dominio absoluto de la justicia. Augusto, pues, es el «restitutor pacis et servator rei publicae», y su mejor expresión la dan unos marineros alejandrinos que proclaman al paso de Augusto que gracias a él podían disfrutar de su libertad y de sus bienes1.

1 «Recorriendo luego la costa de Campania y las islas vecinas, pasó incluso cuatro días en su retiro de Capri, donde se entregó por completo al descanso y a toda suerte de amenidades. Cuando costeaba el golfo de Pozzuoli, los pasajeros y la tripulación de un navío alejandrino que acababa de atracar, vestidos de blanco, adornados con coronas y quemando incienso, le habían expresado sus mejores votos y colmado de las mayores alabanzas, asegurando que por él vivían, por él podían navegar y por él disfrutar de su libertad y de sus bienes». SUETONIO, Vida de los doce Césares, «Augustus», 98,1-42. Versión de R. Ma Agudo Cubas. Madrid 1992, I/2 281-282.

EL IMPERIO DE ALEJANDRO MAGNO

Después de las victorias militares en Accio, Iliria y Egipto, Octaviano alcanza un poder político tan grande que se convierte prácticamente en el dueño del Imperio. En el año 28 a.C. reduce el Senado y se coloca el primero de los senadores en calidad de «princeps», prestando el juramento preceptivo ante esta institución del Estado y ante al Pueblo romano. El año 27 el Senado y el Pueblo conceden a Octaviano el «imperium», poder que, unido al de cónsul, le brinda la posibilidad de controlar todo poder socialmente reconocido, o sea, el grado máximo de la «potestad tribunicia». Esta plenitud de poder del Príncipe implica el mando del ejército, la facultad de interpretar la voluntad de los dioses, «auspicia», el derecho de regular los litigios, «iurisdictio», dictar órdenes, «ius edicendi», convocar, presidir y presentar los temas a tratar en el Senado, «ius agendi cum patribus» y «ius referendi», convocar y presidir las asambleas populares y presentar las leyes, «comitia» y «rogatio». Con ello le conceden el título de «Augustus», lo que lleva consigo la elevación de sus funciones a un nivel religioso. Esto supone el poder de restaurar las tradiciones religiosas y éticas de la Urbe y del Imperio.

Si las anteriores guerras civiles se interpretan como la retira-da de la protección de los dioses al Pueblo romano, la llegada de Octaviano y el poder a él concedido manifiestan la regeneración de las costumbres sociales en sus raíces, es decir, la consecución de la «pax deorum». Esto se plasma en la reconstrucción de los templos, de los colegios sacerdotales, de las funciones religiosas de las familias aristocráticas, de la primacía de las divinidades de la religión tradicional, como Apolo y Marte, y la unión a su persona de la dignidad que entraña el «Pontifex Maximus»2. Y todo ello se orienta hacia la tutela del poder y de la familia

2 La acción política de Augusto la refiere HORACIO en el «Canto Secular» compuesto con ocasión de los Juegos Seculares del año 17 a.C. y a petición del propio Augusto. En el aspecto legislativo: (v.17) «En los hijos los decretos de los padres / (v.18) y la ley sobre el yugo marital»; en la defensa de la vida y paz social: (v.45) «dad virtud, dioses, a los mozos dóciles / (v.46) y plácido reposo a los ancianos/(v.47) y a las rómulas gentes descendencia, / (v.48) riqueza y gloria»; en la obra pacificadora: (v.53) «Por mar y tierra el Medo su potente/(v.54) brazo y el hacha albana teme; Escitas/(v.55) e Indos, soberbios antes, sus dictámenes /(v.56) piden ahora»; en la defensa de las virtudes de los mayores: (v.57) «Fe, Paz y Honor y aquel pudor de antaño/(v.58) y la Virtud olvidada osan volver/(v.59) y la beata Abundancia con su cuerno/(v60) lleno aparece». Odas y Epodos: «Canto Secular». Versión de M. Fernández Galiano/V. Cristóbal. Madrid 19972, 376-381.

imperial. No es extraño que, con esta perspectiva, se inicie el culto al Emperador y máxime cuando Augusto es hijo adoptivo de Julio César, al que declaró el pueblo como «dios». No obstante, rechaza el culto a su persona en Roma e Italia, y permite solamente cierto culto a su espíritu, «genius», que es entendido como el elemento rector del cuerpo. En cualquier caso, no elude cierto lenguaje y ritos religiosos hacia su familia, pero este hecho tiende más a la obediencia a su «potestas», -por tanto es de carácter político-, que hacia la adoración a su persona, que refleja la sacralización de la relación.

Sin embargo, otra cosa acontece en Oriente, donde la divinización del emperador y el culto a los soberanos están más al uso por la práctica de las monarquías helenísticas y egipcias. La idea de que Dios se expresa en la acción del soberano conduce a darle el título de «soter», o atributos como «epiphanés» y «kyrios». Así, junto a la diosa «Roma», procedente de la época republicana, se levantan templos y estatuas a Augusto, «dea Roma et Augustus», por ejemplo, en Ancira, la actual Ankara.

2.1.2. Tiberio sucede a Augusto desde el año 14 hasta el año 37. Más republicano que Augusto, devuelve sus poderes imperiales al Senado. Con un carácter complejo, tendente a la misantropía y a la soledad, gobierna el Imperio con la consolidación y la paz conseguida anteriormente3. Con los fallecimientos de Ger-

3 «Tras seducir [Augusto] al ejército con recompensas, al pueblo con repartos de trigo, a todos con las delicias de la paz, se fue elevando paulatinamente; [...] todos, abandonando el espíritu de igualdad, estaban pendientes de las órdenes del príncipe, sin temor alguno por el presente mientras Augusto, en el vigor de la edad, fue capaz de sostenerse a sí, a su casa y a la paz. [...] Luego las preces se dirigieron a Tiberio. Empezó él a divagar sobre la magnitud del imperio y sobre su propia modestia: sólo la mente del divino Augusto -decía- estaba a la altura de tan inmensa mole; él, a quien aquél había llamado a participar de sus trabajos, sabía por experiencia cuán ardua era, cuán sujeta a fortuna la carga de gobernarlo todo. Por ello, en un estado que se apoyaba sobre tantos ilustres varones, no debían concentrarlo todo en uno solo; entre varios y aunando esfuerzos llevarían a término con mayor facilidad las tareas de la república. En tal discurso había más de dignidad que de sinceridad; las palabras de Tiberio, incluso en cosas que no trataba de ocultar, ya por naturaleza, ya por costumbre, eran siempre vagas y oscuras...». TÁCITO, Anales, 1,2.4.11. Versión de J. L. Moralejo. Madrid 1991, 45-48.

mánico en el 19, nombrado su sucesor por Augusto, y de Seyano, prefecto del Pretorio, en el 31, quien mandó en la década anterior, Tiberio se hunde en sus propios complejos en la isla de Capri, a la que se retira en el año 274. Aunque muere sin resolver la sucesión y persiguiendo a los senadores cómplices de Seyano, mantiene una buena política administrativa en el Imperio y, en el fondo, prosigue el poder monárquico de su predecesor, aunque proclamase la «iustitia, clementia y moderatio» para el ejercicio de su poder. De hecho favorece el culto a Augusto y no desdeña del todo la tradición oriental del culto al Príncipe5.

4 «Entretanto el César puso en práctica un proyecto largamente meditado aunque muchas veces diferido: marchó a Campania con el pretexto de dedicar un templo a Júpiter y otro en Nola a Augusto, pero decidido a quedarse a vivir lejos de la ciudad [...] se escondió en la isla de Capri, separada del extremo del promontorio de Sorrento por un estrecho de tres millas. Me inclino a creer que le gustó especialmente su soledad, porque su litoral no tenía puertos y apenas ofrece unos pocos refugios para embarcaciones pequeñas [...] El clima es suave en invierno [...] y su verano, vuelto al céfiro, es muy agradable también por el mar abierto que le rodea; además miraba a una bahía hermosísima antes de que la erupción del Vesubio cambiara el aspecto del lugar». Ibíd., 4,57.67, 314.321-322.

5 «Puesto que el divino Augusto no había prohibido que se le consagrara a él y a la ciudad de Roma un templo en Pérgamo, yo, que observo todas sus acciones y dichos como una ley, me dejé llevar muy fácilmente por el ejemplo de su aceptación dado que a mi culto se unía la veneración al senado. Por lo demás, si el admitirlo por una vez podía perdonárseme, el que por todas las provincias se me consagrasen imágenes como a un dios suponía una actitud de vanagloria, de soberbia; además se desvanecerá el honor atribuido a Augusto si se prodiga con adulaciones indiscriminadas». Ibíd., 4,37, 296.


IMPERIO ROMANO A LA MUERTE DE AUGUSTO

En el Oriente, Tiberio convierte el reino de Capadocia en provincia procuratoria en el año 17 y une Comagene a la provincia romana de Siria, asegurando la frontera del Eufrates. En Armenia impone a Zenón y, a su muerte en el 34, a Mitrídates en el 37, dos reyes fieles a Roma. Por otro lado, a la muerte de Herodes Filipo el año 34, incorpora Tiberio a la provincia de Siria, Gaulanítida, Batanea, Traconítida, Auranítida y el distrito de Paneas (Iturea), territorios heredados por Filipo de su padre Herodes el Grande.

2.1.3. Los gobiernos de Augusto y Tiberio abarcan toda la vida de Jesús de Nazaret. No visitan Palestina, pero le dan un marco pacífico y nombran a las personas que decidirán sobre la vida de Jesús e influirán en la administración de esta tierra. Mas el dominio romano sobre Palestina se inicia cuando Pompeyo la conquista en el año 63 a.C. Esta es la impresión del historiador judío Josefo: «Pompeyo hizo a Jerusalén tributaria de los roma-nos [...] perdimos la libertad y quedamos a merced de los roma-nos [...] Los romanos nos exigieron el pago de más de diez mil talentos. Y la dignidad del rey, anteriormente reservada a los miembros de las familias de los Sumos Sacerdotes, se convirtió a partir de entonces en prerrogativa del común de los hombres»6. Y la reacción religiosa se contempla en este párrafo de los Salmos de Salomón cuando Pompeyo entra en el templo de Jerusalén: «Henchido de orgullo, el pecador derribó con su ariete los sólidos muros, y Tú no lo has impedido. Subieron a tu altar los pueblos extranjeros, lo pisotearon orgullosamente con sus sandalias»7. Y Pompeyo une Judea a la provincia de Siria creada el año 64.

Sin embargo, no se debe entender el dominio romano sobre Palestina como una ocupación en toda regla con la construcción de templos paganos por doquier o la infiltración de la cultura

6 Antigüedades Judías (= Ant.), 14,74-79. Edición de J. Vara Donado (Madrid 1997) I1810-811.
7 SalSal., 2,1-3. Edición de A. Piñero. Apócrifos del Antiguo Testamento (Madrid 20022) III 24.

grecorromana en las diferentes capas sociales. Muy pronto los dirigentes designados por el Imperio son judíos pertenecientes a la aristocracia palestina. Pompeyo nombra a Hircano II sumo sacerdote, dejándole la autoridad sobre Judea, Perea y Galilea, y el idumeo Antípatro es el que desempeña el segundo puesto de mando sobre la población. Samaría y Transjordania dependen directamente de Siria. Aquí gobierna Escauro desde el año 62 al aliarse Pompeyo a César y a Craso para formar el Triunvirato que manda en el República romana en este tiempo. La rebelión de Alejandro, hijo de Aristóbulo II, obliga de nuevo a intervenir a los romanos con Gabino y Marco Antonio, y la subsiguiente pérdida de poder de Hircano II, que queda reducido exclusiva-mente al ámbito religioso. Se hieren de nuevo los sentimientos del pueblo judío cuando en el año 54 Licinio Craso, a la sazón gobernador de Siria, asalta el templo de Jerusalén, y su sucesor Casio Longino aplasta una revuelta antirromana en Tariquea-Magdala, en la orilla del lago Tiberíades. Estas acciones se explican por la forma como gobiernan los romanos las regiones más alejadas del centro de decisión política y militar.

Roma gobierna su imperio con dos sistemas distintos. Distingue entre las provincias senatoriales que son las poblaciones más civilizadas y caen al oeste de Siria y Palestina, y las provincias imperiales que abarcan la parte este de Asia Menor, las nombradas Siria y Palestina. Estas están más alejadas del centro del poder administrativo y, por lo general, se dominan por medio de la instalación de las tropas militares en sitios estratégicos. Se deja el gobierno directo de la población a Ios nativos después de probar su fidelidad a Roma. La invasión es mínima y el orden se mantiene por medio del terror. Toda insurrección es sofocada drásticamente y se somete a los insurrectos y la población a los castigos más horrorosos. Cuando en las provincias imperiales los gobiernos vasallos fallan, Roma impone un administrador suyo con un ejército de apoyo no muy importan-te. En el caso de Palestina y en tiempos de Jesús, tenemos el ejemplo de las dos formas de controlar una provincia imperial con el tetrarca vasallo Herodes Antipas y el romano Poncio Pila-to, como veremos. El interés que tiene el Imperio por Palestina, situada entre Siria y Egipto, es asegurar la entrada a las riquezas de Asia Menor por Siria y frenar la influencia de los partos, y, por otro lado, preservar el granero del Imperio que constituye el valle del Nilo.

En pleno dominio romano de la región, Hircano II y su ministro Antípatro se alían con César en contra de los partidarios de Pompeyo, que es asesinado en el año 48 en Egipto. Entonces César establece un tratado de amistad con los judíos, lo que supone declarar lícita su religión en toda la República romana8. En el año 47 César nombra etnarca a Hircano, y a Antípatro procurador de Judea y ciudadano romano. Éste consigue para sus hijos Fasael, Josefo y Herodes que sean nombrados estratego de Jerusalén, prefecto de Massada y estratego de Galilea respectivamente. Herodes reduce otra rebelión judía manda-da por Ezequías en el año 47, y, sin el permiso del Sanedrín, lo ajusticia. Envenenado Antípatro en el año 43, sus tres hijos gobiernan a los judíos con el apoyo romano.

Asesinado César en el año 44, Marco Antonio se hace con el dominio de Oriente hasta el 31, en que es vencido por Octaviano en la batalla de Accio, suicidándose en el año 30. Marco Antonio hace tetrarcas a Herodes y Fasael en el año 41, pero en el año 40 los partos invaden Siria y Palestina, y destituyen y cortan las orejas a Hircano, por lo que es sustituido en el Sumo

8 «César designó a Hircano Sumo Sacerdote, y a Antípatro le ofreció el cargo que prefiriera. Pero como él dejara la decisión en sus manos, César lo designó procurador de Judea [...] Y el decreto aprobado por el Consejo del Senado es del siguiente tenor: —... El asunto tratado fue éste: Alejandro, hijo de Jasón, Numenio, hijo de Antíoco, y Alejandro, hijo de Doroteo, en su calidad de embajadores de los judíos, varones excelentes y amigos de Roma, hablaron sucesivamente, proponiendo renovar el afecto y la amistad que desde siempre les han unido a los romanos, además de traer en señal de la asistencia militar mutua un escudo de oro por valor de cincuenta mil monedas de oro y de rogar que se les entregaran documentos escritos dirigidos a las ciudades autónomas y a los reyes, a fin de exigirles que su país y sus puertos recibieran garantías de seguridad y no sufrieran ningún quebranto, en relación con todo lo cual el Senado tomó la determinación no sólo de acordar con ellos un tratado de amistad y afecto y de otorgarles todo cuanto pidieron obtener sino también de aceptar el escudo judío». Ant., 14,143, II 822-823; cf. 14,127-140, II 819-822.

Sacerdocio por Antígono, que toma el nombre judío de Matatías. Éste gobierna tres años (40-37) protegido por los partos, mas Herodes consigue ser nombrado rey de Judea por el Senado Romano en el 40, sin reino naturalmente. Apoyado por Marco Antonio y con la ayuda del romano Escosio reconquista Palestina, siendo Antígono deportado y ejecutado en Antioquía en el 37 a instancias de Herodes, que queda ya como rey de todo el territorio aliado de los Romanos, dependiente de Octaviano y del Senado, pero independiente de Siria.

Herodes, pues, gobierna con el apoyo romano y el odio judío, ya que anula sistemáticamente toda sombra asmonea, que en la época helenística luchó por la independencia judía contra la helenización en el siglo II a.C. Así asesina a su esposa Mariamme, asmonea, nieta de Aristóbulo II y de Hircano II, que también elimina junto a Aristóbulo III, pretendiente al sumo sacerdocio, y a su madre Alejandra. Reprime a los fariseos y a los esenios, aunque a éstos no los considera políticamente peligrosos. Los saduceos apenas tienen influencia social en este tiempo, por lo que no siente preocupación alguna por ellos. También persigue con mano de hierro a las bandas de bandoleros que pululan por todo el territorio. Al Sumo Sacerdocio, con tradicional poder religioso y político, le recorta al máximo sus atribuciones, y le suprime, incluso, su carácter vitalicio y hereditario. Todo esto es simplemente un pequeño ejemplo del estilo de mando de Herodes. Sumiso a Roma, que lleva toda la política exterior del Imperio, posee, sin embargo, amplios poderes en el gobierno interno de Palestina, tanto militar, como económico y judicial, si bien son concesiones de Roma a título personal, por lo que no podrá, sin más, transferir dichos poderes a sus herederos.

No obstante esto, Herodes levanta un muro en torno al santuario de Mambré para honrar la tumba de los Patriarcas en Hebrón. Acomete una amplia remodelación del templo en el 20 a.C. Edifica un palacio dedicado a Antonio, cuya torre domina toda la explanada del templo. A esto se une la construcción de un hipódromo, un teatro y anfiteatro en Jerusalén. Fuera de la ciudad santa, hace de Samaría, llamada después Sebaste, una ciudad romana incluido un templo donde se le rinde culto a Augusto. Transforma el puerto fenicio de la Torre de Estratón en una ciudad, que llama Cesarea, con planificación y estructura por entero romana. Lo mismo hace con la ciudad de Cipros, cercana a Jericó. También construye las fortalezas de Masada, Maqueronte, Herodion, Hircanion, Cipros y Alexandrion, con las que domina toda Judea. Además, con las fronteras seguras, desarrolla la agricultura y el comercio, que se potencian con el puerto de Cesarea. Por todo ello, y más, se le llama Herodes el Grande.

Herodes introduce de nuevo la cultura helenística, que han asumido los romanos para todo el Imperio, aunque su penetración en la población es escasa. Sabiendo las características religiosas del pueblo que tiene sometido, traslada el mesianismo judío a su propia acción política, que tiñe con ciertos aires religiosos imitando lo que antes dijimos de Augusto: una religiosidad al servicio del fortalecimiento y permanencia en el poder. Un poder bien alejado de las pretensiones que están inscritas en la revelación judía. De ahí la distancia y el menosprecio mutuo que reinan entre el rey y el pueblo en estos años. Muere el 11 de abril del año 4 a.C.9.

2.1.4. El reino lo reparte el emperador Augusto entre los hijos de Herodes de la siguiente manera: nombra a Arquelao etnarca de Judea, Idumea y Samaría; a Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea (cf. Lc 3,1); a Herodes Filipo, tetrarca de Gaulanítida, Batanea, Traconítida y Auranítida. A Salomé le da las ciudades de Azoto y Jamnia y el palacio de Ascalón. Gaza se incorpora a la provincia romana de Siria y se le devuelven a la Decápolis

9 Según Josefo, «... la enfermedad se adueñó de todo su cuerpo con múltiples dolores. La fiebre no era alta, pero tenía un picor insoportable por toda la piel, dolores continuos en el intestino, una inflamación en los pies como la de un hidrópico, el vientre hinchado y una gangrena en su pene que producía gusanos. Además sufría asma, tenía dificultades para respirar y espasmos en todos los miembros de su cuerpo». La Guerra de los judíos (= Guerra), 1,656. Edición de J. Ma Nieto Ibáñez (Madrid 1997) 241. Falleció después de un intento de suicidio y de matar a su hijo Antípatro: Ibíd., 1,662-665, 243-244.

 

EL REINO DE HERODE

las ciudades de Hippos y Gádara. Los intentos de los judíos de restituir el poder al sumo sacerdote y al Sanedrín resultan vanos. De hecho Augusto envía a Sabino a Palestina antes de repartir los territorios de Herodes el Grande. Sabino provoca la sublevación del pastor Astronges y el esclavo Simón en Perea y de Judas de Galilea, hijo del también rebelde Ezequías, nombrado más arriba. A todos los vence Varo, que a su paso por Séforis, a 4 km de Nazaret, donde vive Jesús con su familia, la saquea y destruye. Esto no apacigua la aspiración de Judas al poder. El mesianismo judío se deja ver una vez más en estos intentos por alcanzar una comprensible y ansiada libertad.

La suerte de los hijos de Herodes es distinta. Herodes Filipo gobierna hasta el 34 d.C. A Paneas la convierte en capital con nombre de Cesarea en honor del Emperador y de Roma. Aquí se sitúa la pregunta que hace Jesús a sus discípulos sobre la opinión de la gente acerca de su persona y la confesión de Pedro de su mesianismo (Mc 8,27-30par). A Betsaida la llama Julia en honor de la hija de Augusto y la eleva a la categoría de ciudad. De Betsaida proceden Pedro, Andrés y Felipe y cuenta con varias visitas de Jesús. A ella le dirige palabras de reprobación y la compara con Tiro y Sidón, ciudades símbolo de la impiedad e infidelidad10. Betsaida acuña monedas con las efigies de Augusto y Tiberio, sin provocar reacciones de la población formada de etnias mezcladas de procedencia siria y helénica y en menor cuantía judía. Josefo presenta a Filipo como un hombre justo y pacífico con claras inclinaciones a la clemencia11. Muere en

10 Q/Lc 10,13; Mt 11,21; cf. Am 1,9-10; Is 23; Ez 26-28; Zac 9,2-3; procedencia de los discípulos: In 1,44; 12,21; Mc 6,45; 8,22; Lc 9,10.

11 «Filipo murió por aquel entonces, en el año vigésimo de la subida de Tiberio al trono [...] después de dar a las gentes sobre las que gobernaba un trato comedido y suave. En efecto, residía permanentemente en las tierras de sus súbditos. Y viajaba con un pequeño séquito. Y ocupando el trono destinado a que Filipo, sentado en él, juzgara los casos que se le presentaban y que lo acompañaba en sus viajes, cada vez que alguien, yendo a su encuentro, necesitaba que lo socorriera [...] escuchaba sus quejas, circunstancia en que imponía castigos a los condenados y dejaba en libertad a los que habían sido objeto de injustas imputaciones». Ant., 18,106-108, II 1096-1097.

Cesarea sin descendencia y es allí enterrado. Sus territorios pasan a la provincia de Siria12.

TERRITORIOS DE ARQUELAO, ANTIPAS Y FILIPO

Herodes Antipas reina hasta el año 39. Edifica de nuevo Séforis, donde reside, y construye un anfiteatro y fuertes murallas. Aunque no consta, es posible que trabaje en Séforis la familia de Jesús al distar sólo 5 km de Nazaret. Siguiendo a su padre, le da un aire romano con la cultura helena al fondo. De hecho reedifica la ciudad de Betramta en Perea y le impone sucesiva-mente los nombres de Livias y Julias por la esposa y la hija del Emperador. En honor del emperador Tiberio edifica Tiberíades junto al lago de Genesaret. Asentada en parte sobre un cementerio, no quieren los judíos vivir en ella al convertirse en un lugar impuro13. Por esto Herodes Antipas se ve obligado a forzar a la gente a residir en ella14. Es probable que Jesús trabaje también allí. Tiberíades se nombra tres veces en el Evangelio de Juan (21,1; 6,1.23).

Herodes Antipas es quien encarcela y manda decapitar a Juan Bautista en Maqueronte. Aunque los motivos dados por la

12 Cf. supra, 2.1.2., 104-107.

13 «El que toque un muerto, un cadáver humano, quedará impuro por siete días. Se purificará con dicha agua el tercero y el séptimo día, y quedará puro; si no lo hace, no quedará puro. El que toque un muerto, un cadáver humano, y no se purifique, contamina la Morada del Señor y será excluido de Israel, porque no ha sido rociado con agua lustral. Sigue impuro y la impureza sigue en él». Núm 19,11-13; cf. 6,9; 31,19; Lev 21,1; Ag 2,13.

14 «Herodes edificó la ciudad que lleva el nombre del emperador, a saber, Tiberíades, y la fundó en el lugar más hermoso de Galilea, a orillas del lago de Genesaret [...] Y la habitaron gentes llegadas allí y entre ellos no pocos galileos. También otros hombres fueron traídos para habitar estas tierras sometidas al tetrarca, obligados y por la fuerza [...] Pero acogió también para habitar la ciudad junto con los anteriores a mendigos traídos allí de todas partes, entre los cuales había algunos que no era claro que fueran personas libres. Pero él les dio libertad [...] imponiéndoles la necesidad de no abandonar la ciudad [...] porque sabía que la construcción de la ciudad era ilegal y contraria a la tradición judía por haber sido fijado el asentamiento de Tiberíades entre monumentos funerarios...». JOSEFO, Ant., 18,36-38, II 1084-1085.

tradición de Marcos y Josefo son distintos15, lo cierto es que siega la vida de uno de los personajes más importantes del entorno de Jesús. Herodías es la que provoca la caída de Antipas y su posterior destierro y muerte en Lyón en el año 39 al solicitar al emperador Calígula la realeza para su territorio, como consigue Agripa II, hijo de Filipo, el año 3716.

Al igual que Juan, Jesús siente las peligrosas asechanzas de Antipas: «En aquel mismo momento se acercaron unos fariseos a decirle: Márchete de aquí, porque Herodes intenta darte muerte. Les contestó: Id a decir a ese raposo: mira, hoy y mañana expulso demonios y realizo curaciones; pasado mañana terminaré. Con todo, hoy y mañana y pasado tengo que seguir mi viaje, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén» (Lc 13,31-33). Jesús, no obstante el peligro, se ratifica en consumar su misión, y dicha misión culmina en Jerusalén con su pasión y muerte. Herodes no es quién para impedir tal misión. Pero el deseo de aquél de conocerle (Lc 9,9) lo ve cumplido cuando Pilato le remite al preso Jesús en medio de las acusaciones de los sumos sacerdotes y los doctores de la ley (Lc 23,7.10).

15 Según narra Marcos, Juan Bautista critica la unión de Herodes con Herodías, mujer de su hermanastro Filipo, y a instancia de ella lo decapita el tetrarca: 6,17-29par; según Josefo lo mata para evitar una posible rebelión de los judíos ante la autoridad moral del Bautista: Ant., 18,116-119, II 1099; cf. infra, 4.1, 169-173.

16 «... Cayo, que consideraba ya creíble la acusación de intento de rebelión [de Herodes Antipas] lo desposeyó de la tetrarquía, que agregó al reino de Agripa, y sus bienes los entregó igualmente a Agripa, mientras que a él lo condenó al destierro para el resto de sus días, asignándole para vivir la ciudad de Lyón, situada en la Galia». Herodías entonces rechaza el favor de Cayo Calígula de vivir con sus bienes debido, según dice al Emperador, «al afecto que siento por el hombre que está casado conmigo, a quien no es justo que abandone caído en la desgracia cuando he compartido con él horas de felicidad. Entonces Cayo, al considerar irritante el orgullo de esta mujer, la desterró también a ella con Herodes, y el capital de ella lo entregó como regalo a Agripa. Dios impuso este castigo a Herodías por envidia hacia su hermano, y a Herodes por haber hecho caso de los vanidosos sentimientos mujeriles». JosEFO, Ant., 18,245-256, II 1121-1122; cf. Guerra, 2,181-183, 294.

Herodes satisface su curiosidad, «por lo que oía de él y esperaba verlo hacer algún milagro» (Lc 23,8). Ante el silencio de Jesús, lo desprecia, se burla y lo remite a Pilato (Lc 23,11). Aquí se muestra la verdadera intención de Herodes, pues no mueve un dedo para impedir la ejecución de Jesús, aunque no tenga jurisdicción en Judea. La advertencia de los fariseos no es vana, aunque queda clara la opinión de Jesús sobre este personaje al llamarle «raposo», «zorro», que vale como descripción de su personalidad: astuto y maquiavélico, o por el contrario un personajillo superficial y sin importancia.

Arquelao, déspota y cruel, es el que menos años gobierna en la parcela de territorio que hereda de su padre y que le autoriza Augusto. Éste le obliga a ir a Roma, le depone, le desposee de todos los bienes y le destierra en el año 6 a Viena en la Galia, después de sembrar el terror entre los judíos17. Entonces Judea e Idumea pasan a ser provincia independiente dirigida por un prefecto con sede en Cesarea, que, con Sebaste, mantiene las tropas romanas. Por aquel tiempo, el legado de Siria Quirino realiza un censo a la salida de Arquelao, a sabiendas de que el gobernador de esta provincia romana sólo puede intervenir en Judea en caso de necesidad.

Judea, pues, se mantiene como un territorio no fácil de administrar debido a las cuatro etnias que la componen: judíos, samaritanos, idumeos prosélitos del judaísmo y los paganos, situados sobre todo en las nombradas Cesarea y Sebaste, y a los numerosos impuestos que recaen sobre la población: personal

17 «Pero en el año décimo del gobierno de Arquelao los ciudadanos principales de Judea y Samaria, que no soportaban la crueldad y tiranía de este hombre, lo acusaron repetidas veces ante Augusto, y sobre todo una vez que tuvieron conocimiento de que él había contravenido el encargo dado por Augusto de que los tratara comedidamente». El Emperador manda que venga Arquelao a Roma «... y una vez que él hubo llegado, escuchó también sus alegaciones en presencia de algunos de sus acusado-res. Tras ello le mandó al destierro, concediéndole como residencia la ciudad gala de Viena, y confiscó sus bienes». JOSEFO, Ant., 17,344, II 1073; cf. Mt 2,22: «Pero, al oír [José] que Arquelao había sucedido a su padre Herodes como rey de Judá, temió dirigirse allí. Y avisado en sueños, se retiró a la provincia de Galilea» [donde reinaba Herodes Antipas].

(censo), cosechas y tasas especiales como el tráfico de mercancías, o con ocasión de las grandes obras. Con razón los judíos odian tales acciones, en las cuales sienten el peso del poder18. De hecho Coponio, el primer prefecto, provoca la sublevación de Judas el Galileo cuando manda el cobro del impuesto personal: «Judas incitó a los judíos al levantamiento, por un lado diciéndoles que el censo no comportaba ninguna otra cosa más que una evidente esclavitud y, por otro, invitando a la nación judía a defender su libertad, puesto que [...] si el éxito les acompañaba la posesión de la libertad les ofrecería la felicidad...»19. A esto se une que los soldados que integran las fuerzas de ocupación ni siquiera son romanos, sino gente de acentuados sentimientos antijudíos seleccionados de otras etnias20. Jerusalén es la ciudad santa por antonomasia. Allí está el templo, que, con la ley, configura el carácter religioso y étnico del pueblo elegido. Ningún pagano puede acceder al templo; sin embargo los judíos tienen que ofrecer todos los días en él un sacrificio por el emperador y el pueblo romano. Además es vigilado por los soldados desde la Torre Antonia, en donde se guardan las vestiduras del sumo sacerdote. Los prefectos que tienen que ver con esta delicada situación y gobiernan Judea en la época de Jesús son el nombra-do Coponio (6-9), Marco Antípulo (9-12), Annio Rufo (12-15), Valerio Grato (15-26) y Poncio Pilato (26-36).

Poncio Pilato es el que crucifica a Jesús. Del orden ecuestre romano, vive en Cesarea con su mujer Claudia (cf. Mt 27,19).

18 El censo es un recuento de la población e inventario de los bienes para los impuestos, aunque también se emplea para saber los hombres disponibles para la guerra. En Israel puede constituir el censo un acto de impiedad, porque Dios es el único dueño del pueblo, cf. 1Crón 21,1-8; 27,24; 2Sam 24; Núm 1,2; Éx 32,32-33. Un censo que se supone para pagar impuestos es 2Re 15,19-20: «En su tiempo, Pul [Tiglat Piléser III], rey de Asiria, invadió el país, pero Menajén le entregó mil pesos de plata para que lo apoyase y lo mantuviese en el trono. Menajén impuso esa contribución a todos los ricos de Israel, a razón de medio kilo de plata cada uno, para el rey de Asiria».

19 JOSEFO, Ant., 18,4, II 1079.

20 Ibíd., 19,354-366, 11 1201-1202.

Nombrado por Tiberio (cf. Lc 3,1), ejerce su función con fidelidad a Roma. A veces no respeta la sensibilidad que los judíos tienen con sus elementos sagrados: imagen del emperador en Jerusalén, prohibición de sacrificios, uso del tesoro del templo para la construcción de un acueducto, etc.21. Y pierde su cargo por matar a un grupo de samaritanos de Tirazana cuando intentan subir a su monte santo, Garizín, para buscar utensilios sagrados depositados por Moisés según una leyenda22. No obstante esto, los Evangelios suavizan la conducta de Pilato, según la intencionalidad de sus redactores, cuando un grupo de sanedritas le llevan a Jesús para que confirme y ejecute la condena a muerte previamente dictada23. Vitelio, gobernador de Siria, lo depone y le envía a Roma para ser juzgado. En el año 37 llega a

21 Sobre las imágenes del Emperador en los estandartes, cf. JosEFO, Ant 18, 55-59, 11 1087-1088; Guerra, 2, 169-174, 291-292; FILÓN DE ALEJANDRÍA, Ad Caium, 38.Obras completas (Buenos Aires 1974) 111 299-305. Con ocasión de la construcción del acueducto para abastecer de agua a Jerusalén hecho con el dinero del templo, ante la protesta de los judíos «Pilatos, tras enviar para rodearlos una ingente multitud de soldados vestidos con el mismo atuendo que ellos y que portaban porras debajo de su vestimenta [...] entonces éstos [los soldados] los golpearon [...] azotando por igual a los que alborotaban y a los que no». Josefo, Ant., 18,55-62, II 1087-1089; cf. Guerra, 2,169-177, 291-293; Lc 13,1: «En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de sus sacrificios».

22 Josefo, Ant., 18,85-89, I1 1093: «... Pero tampoco el púeblo de los samaritanos dejó de cometer disturbios. En efecto, los revolvió un hombre que no daba importancia alguna al mentir y que urdía cualquier cosa para halagar a la masa. Consecuentemente, les mandó que se reunieran con él en la cima del Monte Garizín, considerado por ellos el más sagrado de todos los montes, puesto que les aseguraba que, si acudían allí, les mostraría los objetos sagrados sepultados en aquel lugar, siendo Moisés, según él, quien los había enterrado en aquel sitio. [...] Pero antes de que ellos hubieran conseguido subir a la montaña se les anticipó y les tomó la delantera Pilato con el envío de soldados de caballería y de infantería, quienes [...] mataron a unos y pusieron en fuga a otros, al tiempo que llevaron detenidos a un elevado número de ellos, y a los principales cabecillas así como a los más influyentes de los que pretendieron huir los mató Pilato».

23 Mc 15,1-15par; cf. Jn 18,28-19,22; Hech 4,27; 13,28; infra, 15.3.1.-15.4.3, 612-644.

la Urbe, seguramente muerto Tiberio. Se ignora cómo y dónde termina su vida.

 

2.2. Israel de Dios

2.2.1. Elección, alianza y ley

En la época de la dominación romana en la que le toca vivir a Jesús, Israel está fragmentado en varias corrientes religiosas que se sustentan en grupos o partidos, cuya presencia en la vida social va más allá de la estrictamente creyente. Con todo, existen unas realidades unificadoras que el pueblo experimenta a lo largo de la historia y que, con sus comprensibles variaciones, permanecen con los siglos, identificando a Israel ante las demás culturas y religiones.

Sea cual fuere el origen y formación inicial de Israel, lo cierto es que a lo largo del siglo XIII a.C. Moisés y grupos tribales semitas experimentaron el liberarse de Egipto y la alianza del Sinaí como acciones del Señor (Éx 3,13-16.20-31). La creencia en Él se erige en el fundamento del agrupamiento de ciertas tribus procedentes del desierto y va ganando terreno conforme se asientan en Palestina. Las tribus forman una comunidad de des-tino histórico, al margen de cualquier estatalismo basado en una cultura previa, y su estructura interna llega a una formalización por la tríada Dios, pueblo y tierra. Abrahán es el padre de la raza y de la fe, Moisés es el de la nación y de la religión judía. Para el cristianismo, Moisés será el profeta que ha anunciado a Jesús (Lc 24,44) e imagen de él (Heb 2,3-6), además del modelo del creyente (11,23-40).

Esta constante histórica, que se institucionaliza con más fuerza después del destierro de Babilonia en el año 538 a.C. hasta la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C., arranca de la experiencia y percepción del Señor como único soberano del pueblo, el cual los ha elegido (bahar) y ha realizado una alianza (berit) con ellos, y mediante ella entran en comunión con Él. La consecuencia de la alianza la experimentan en la cohesión interna, especificada socialmente como una federación en la que van asumiendo más tribus, además de la posesión progresiva de la tierra. «Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios [...] Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: —Que serás su propio pueblo [...], que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, fama y esplendor por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho» (Dt 26,17-19). Y dos veces al día rezan los judíos esta profesión de fe al Dios único y verdadero. Es la Shemd: «Escucha, Israel, El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Dt 6,4-5)24. Este amor es respuesta a la elección y amor previos del Señor25, y Jesús lo presenta como el primer mandamiento26.

La alianza del Sinaí (Éx 19-24), que renueva la alianza de Abrahán y determina las posteriores27, abarca a todo el pueblo y comprende el Decálogo (Éx 20,2-17; Dt 5,6-21) y el Código de la Alianza (Éx 20,22-23,33)28, es decir, la ley (tórah), que constituye

24 «Si escucháis y obedecéis los preceptos que os mando hoy, amando al Señor, vuestro Dios, y sirviéndole con todo el corazón y con toda el alma, yo mandaré a vuestra tierra la lluvia a sus tiempos: la lluvia temprana y tardía; cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo pondré hierba en tus campos para tu ganado, y comerás hasta hartarte». Dt 11,13-15; cf. 5,26; Núm 15,37-41; etc.

25 «Pues a ti te lo mostraron, para que sepas que el Señor es Dios y no hay otro fuera de él. Desde el cielo te hizo oír su voz para instruirte, en la tierra te hizo ver su fuego terrible y escuchaste sus palabras entre el fuego. Porque quiso a tus padres y escogió a sus descendientes, él en persona te sacó de Egipto con su gran poder». Dt 4,35-37; cf. 7,6-8; 10,15; etc.

26 Cf. Mc 12,29-30par; infra, 10.3.2., 356-357.

27 Alianza de Abrahán: Gén 12.15.17; cf. Éx. 2,24; 6,5-8; Neh 9,7-8; liturgia de la Alianza de Jos 24; la alianza real concretada en David: 2Sam 7,11; 23,1-7; 2Re 11,17; 23,3; la alianza en los profetas: Os 2,20; 6,7; 8,1; 10,4; 12,2; la nueva alianza: Jer 31,31-33: «Mira que llegan días —oráculo del Señor— en que haré una alianza nueva con Israel y con Judá [...] meteré mi Ley en su pecho, la escribiré en su corazón, Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo».

28 Cf. Código deuteronomista: Dt 12-26; Ley de santidad: Lev 17-26; Código sacerdotal: Lev 1-16.

la carta magna del judaísmo para que éste jamás se aparte de la alianza. El pueblo, que es una comunidad elegida por Dios (gahá1 y 'edah), se entiende como un pueblo exclusivo del Señor. De ahí la severa prohibición de las imágenes y culto a otros dioses, para que siempre se mantenga en su fe monoteísta29. De esta manera, la elección del Señor, la relación establecida entre la liberación de Egipto y la alianza, entre la subsiguiente confianza mutua, entre la historia, el derecho y la ética, entre el culto y la vida estructuran los fundamentos básicos de la fe de Israel en tiempos de Jesús.


2.2.2. Lugares del culto

1.° El Arca de la alianza (Éx 25,10-22; 37,1-9) es el signo de la presencia de Dios en medio del pueblo (1Sam 4-6; 2Sam 6; 1Re 8). Se la conserva en una tienda cubierta con pieles de carneros (Éx 26,14). Allí se consulta al Señor (Éx 33,7). El Arca recuerda en la época primera de Israel las obligaciones de la Alianza y, sobre todo, el auxilio constante del Señor en las distintas vicisitudes que el pueblo experimenta, sobre todo en las guerras con los pueblos vecinos (Núm 10,35-36; 1Sam 4,1-11; etc.). Después se deposita, según deseo de David, en el templo, que construye su hijo Salomón en Jerusalén (1Re 8,1-13)30. Es entonces cuando la tienda sagrada se sustituye por un edificio. El templo pasa a cobijar al Señor. Este templo lo destruyen las tropas de Babilonia al mando de Nabucodonosor en el 587 a.C. A la vuelta del destierro de Babilonia, cuando se inicia la etapa de reconstrucción del judaísmo en todas las instituciones sociales y religiosas, se comienza también la edificación del segundo templo en el 537 a.

29 «No tendrás otros dioses rivales míos. No te harás imágenes: figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos, cuando me aborrecen». Dt 5,7-9; cf. Is 40,18-20; 41,21; Sab 13,10; etc.

30 Cf. 2Re 16,14; 2Cró 5,2-10; 8,12.

C. con Sesbasar, y lo continúa Zorobabel del 520 al 515 a.C. No se menciona ya el Arca de la Alianza. La remodelación de este templo se hace en la época de Herodes el Grande. El templo siempre recuerda la larga historia de la presencia amorosa de Dios para Israel: «Meditamos, oh Dios, tu lealtad en medio de tu templo: como tu gloria, Dios, tu alabanza llega al confín del mundo» (Sal 48,10-11).

2° El templo está en Jerusalén. La ciudad la conquista David a los jebuseos hacia el año 1000 a.C. y a ella traslada el Arca (2Sam 6,7), erigiéndola también en la capital religiosa del pueblo. Sita entre los reinos de Israel y Judá, Jerusalén es la ciudad predilecta del Señor (1Re 11,13; Sal 132,12; etc.). Aquí habita eternamente el Señor (2Re 21,4; 23,27). El rey Josías convierte a Jerusalén en la ciudad santa por antonomasia en la que habla Dios31. De la ciudad y linaje de David (2Sam 5,6-8; Is 11,1) saldrá el Mesías, y en ella Dios lo nombrará hijo suyo (Sal 2,6-7; 132,15-18). Jerusalén se constituye, pues, en el eje del mundo: «Esto dice el Señor: Se trata de Jerusalén: la puse en el centro de los pueblos, rodea-da de países» (Ez 5,5), porque Dios ha escogido allí «su monte santo, colina hermosa; gozo de toda la tierra» (Sal 48,2-3; cf. Is 60-62). Jerusalén es la esposa y madre, como símbolo de todo Israel en sus relaciones con Dios (Is 66,9-12)32.

Con esta profunda e intensa dimensión simbólica, se resaltan a la par la infidelidades a Dios cuando Jerusalén adora a otros dioses: «Llegarán muchos pueblos a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: ¿Por qué trató así el Señor a esta gran ciudad? Y responderán: Porque abandonaron la alianza del Señor, su Dios, y sirvieron y adoraron a dioses extranjeros» (Jer 22,8-9; cf.

31 «En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono del Señor» y acudirán a ella todos los paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado». Jer 3,17; «Los hijos de los opresores vendrán a ti encorvados, y los que te despreciaban se postrarán a tus pies; te llamarán la Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel». Is 60,14; cf. 48,2; Jer 8,19; J14,14; Dan 9,24; Neh 11,18; Sal 9,12; 135,21; Mt 4,5; 27,53; Ap 11,2; etc.

32 Cf. Jer 2,2; Ez 16,1-46; Zac 2,15; Prov 2,17; Mal 2,14; Sal 87; etc.

Ez 8,7-19; etc.); o hiere a sus hijos más queridos, como son los pobres, cometiendo injusticias: «Repasad las calles de Jerusalén, mirad, inspeccionad, buscad en vuestras plazas a ver si hay alguien que respete el derecho y practique la sinceridad; y le perdonaré» (Jer 5,1; cf. 6,6; 7,3-10; etc.), convirtiéndose en una ciudad impura (Is 4,4; Ez 7,23; Sof 3,1; etc.). Ni los sacerdotes escuchan a los profetas (Jer 20,1-2; Q/Lc 13,34; Mt 23,37) y el templo, sede de Dios, se convierte en una cueva de bandidos: «Os hacéis ilusiones con razones falsas, que no sirven: ¿de modo que robáis, matáis, cometéis adulterio, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo que lleva mi nombre, y decís: —Estamos salvados, para seguir cometiendo tales abominaciones? ¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mi nombre?» (Jer 7,8-11; cf. Mc 11,17par). Dios, por consiguiente, puede abandonar su templo cuando caben en él otros dioses que conducen a la degradación moral y a la persecución del pueblo (cf. Ez 11,23; Mt 23,38). Como veremos más adelante33, entonces templo y ciudad pierden el sentido de su existencia.

Por esto los esenios sueñan en una nueva Jerusalén34, como también los cristianos. Jerusalén crucifica a Jesús, rasgándose el velo del templo (Mc 15,38). Así la ciudad y el templo se sitúan fuera de la esfera cristiana. Ellos impiden el deseo de Jesús: «Cuántas veces intenté reunir a tus hijos como la gallina reúne la pollada bajo sus alas, y os resististeis» (Mt 23,37), y le hacen llorar: «Al acercarse y divisar la ciudad, dijo llorando por ella, diciendo: también tú reconocieras hoy lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos» (Lc 19,41-42). El cristianismo fundará una nueva Jerusalén, basada en la nueva alianza de Dios con los hombres35, que será un don de Dios bajado del cielo (Ap 19,8), donde en el nuevo templo, Jesús resucitado, se

33 Cf. infra, 12.3.3. 3; 15.2.1; 15.3.1.
34 5Q15. Textos del Qumrdn. Edición y traducción de F. García Martínez (Madrid 19934) 181-183.
35 Cf. Gá14,22-31; 6,6; cf. Flp 3,20; Heb 12,22; Ap 3,12; 21,2.

adorará a Dios en Espíritu y Verdad (Jn 4,24). Esta es la nueva sede, como la ciudad y templo futuros, que proponen los seguidores de Jesús: «Por eso Jesús, para consagrar con su sangre al pueblo, padeció fuera de las puertas. Salgamos, pues, hacia él, fuera del campamento, cargando con sus afrentas; pues no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la futura» (Heb 13,12-14)36.

3° Junto al templo, sede del Dios altísimo y dominado por los sacerdotes, donde todo judío mira, se orienta y adora al único y verdadero Dios, están las sinagogas. En ellas se lee, comenta y medita la Palabra de Dios, la Escritura Santa. Si en el templo dominan los sacerdotes, en las sinagogas están los escribas, los maestros de la ley. Si en el templo se realizan los sacrificios, en las sinagogas se canta, se medita la Palabra y se reza la Shemd. Es un culto a Dios más espiritual, aunque no es la sinagoga ni un rival ni un sustituto del templo. Incluso se enseña y explica la Ley y los Profetas en las escuelas adosadas a las sinagogas.

Ciertamente es una costumbre del pueblo la enseñanza y lectura comunitaria de la Ley y los Profetas, quizás originada cuando se destruyó el templo en el 587 a.C. Leemos en el libro de Nehemías: «Entonces todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que se abre ante la Puerta del Agua, y pidió a Esdras, el letrado, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que Dios había dado a Israel [...] Leían el libro de la Ley de Dios, traduciéndolo y explicándolo para que se entendiese la lectura» (8,1-2.8). Pero, no sólo son los versados en la Escritura los que pueden leerla y comentarla, sino toda persona que pertenezca al pueblo. Esto es lo que motiva la formación en una cultura que mantiene la identidad de Israel a lo largo del tiempo. Por eso dice la tradición de Jesús que: «se dirigió a su ciudad [Nazaret], acompañado de sus discípulos. Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga...» (Mac 6,1-2par). Fue un lugar común de Jesús para dirigirse a su pueblo: «Y fue predicando y expulsando demonios en sus sinagogas por toda Galilea» (Mc 1,39).

36 Cf. Is 65,17-25; 66,22; 2Ped 3,13.


2.2.3. Las fiestas

Las fiestas en Israel se determinan por el ciclo natural de las estaciones, como en la mayoría de las culturas. Más tarde se les unen ciertos acontecimientos históricos mediante los cuales Israel se sitúa en la historia de una forma diferente a los demás pueblos. Los calendarios más antiguos señalan tres fiestas de peregrinación: «Tres veces al año vendréis en romería. Por la fiesta de los Panes Ázimos. [...] Por la fiesta de la Siega, de las primicias de todo lo que hayas sembrado en tus tierras. Por la fiesta de la Recolección, a fin de año, cuando hayas terminado de recoger las cosechas de tus tierras. Tres veces al año se presentarán todos los varones de tu pueblo ante el Señor» (Éx 23,14-17).

La fiesta principal es la Pascua, o la de los Panes ácimos o, simplemente, Ázimos: «La fiesta de los Ázimos, que los judíos 11a-man Pascua...»37. Al principio son dos fiestas diferentes. Se celebra en primavera. El rito de la Pascua se asocia a una fiesta de pastores para la fecundidad del rebaño38. Se hace en la primera luna llena de primavera, cuando el ganado pare y se prepara para ir a los pastos de verano. Con el fin de evitar el peligro del enemigo, se untan las estacas, después las puertas, con la sangre de los animales sacrificados. Esto se relaciona con la salida de Egipto como hecho salvífico del Señor. La sangre con la que se manchan las casas se entiende como protección de sus inquilinos, y las costumbres de los pastores determinan las prisas de la comida para huir de Egipto.

37 JOSEFO, Guerra, 2,10, 255.
38
«El Señor dijo a Moisés y a Aarón en Egipto: —Este mes será para vosotros el principal. [...] Decid a la asamblea de Israel: El diez de este mes cada uno procurará una res para su familia. [...] La guardaréis hasta el día catorce del mes, y entonces toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Con algo de la sangre rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, acompañada de pan sin fermentar y verduras amargas. [...] La comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os la comeréis a toda prisa, porque es la Pascua del Señor». Éx 12,1-14.21-23.

Por el contrario, el ritual de los Ázimos39 trata de una fiesta cuando Israel trabaja en la agricultura, pues se hace referencia a la siega y a la cosecha (Éx 23,16; cf. 34,18-23). También se relaciona con la liberación de Egipto (12,1; cf. Dt. 16,3). Tal vez se unen las dos fiestas, al menos se encauza su fusión, cuando se fija la celebración de la Pascua en Jerusalén convirtiéndose en una fiesta nacional celebrada en el templo (cf. 2Re 23,23; Dt 16,1-2.5-7), pues antes sólo se hace en las familias: «Moisés llamó a todas las autoridades de Israel y les dijo: Escogeos una res por familia y degollad la víctima de pascua» (Éx 12,21).

Cuenta el evangelista Lucas (2,41-50) que Jesús sube a Jerusalén cuando tiene doce años para celebrar la Pascua con sus padres, ocasión que aduce para que muestre su sabiduría, su dedicación total a Dios y una alusión a su última Pascua, con la muerte y resurrección (los tres días que tardan sus padres en encontrarle). Juan dice que visita tres veces Jerusalén para la Pascua: cuando la purificación del templo y la relación al nuevo templo de su cuerpo resucitado (2,13-22); la segunda está unida a la multiplicación de los panes junto al lago de Tiberíades: «Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos» (6,4); es el discurso del pan de vida que entraña el don extremo de sí mismo que hace Jesús con su muerte; la tercera Pascua se relaciona con la resurrección de Lázaro, con la unción de María y con la predicación a los griegos (11,55; 12,1.20), signos de la resurrección definitiva, de su muerte y del anuncio de la salvación universal a los paganos. Lo cierto es que Jesús termina su vida celebrando previamente una cena festiva con sus discípulos en pleno ambiente de Pascua en Jerusalén (Mc 14,1-25 par).

A los cincuenta días o siete semanas de la Pascua (Dt 16,9; Lev 23,16), se celebra la fiesta de las Semanas, o de Pentecostés40, lla-

39 «Durante siete días comeréis panes ázimos; el día primero haréis desaparecer de vuestras casas toda levadura, pues el que coma algo fermentado será excluido de Israel. Así del primero al séptimo día ...». Éx 12,15-20; cf. 13,3-10; 23,15; 23,14-17; 34,18-23; Lev 23,6-8.

40 «Durante el reinado de Asaradón regresé a casa; me devolvieron a mi mujer, Ana, y a mi hijo, Tobías. En nuestra fiesta de Pentecostés (la fiesta de las Semanas), me prepararon una buena comida». Tob 2,1; cf. 2Mac 12,31-32.

mada algún tiempo de la Siega (Éx 23,16-17). Esta fiesta de la siega del trigo supone que Israel está ya asentado en Canaán y probablemente tal costumbre procede de los cananeos. «Y celebrarás la Fiesta de las Semanas en honor del Señor, tu Dios. La oferta voluntaria que hagas será en proporción a lo que te haya bendecido el Señor» (Dt 16,10). Se ofrece en esta fiesta las primicias de la cosecha y más tarde se le une la ofrenda de dos panes y el sacrificio de algunos animales (Lev 23,17-20). Con el tiempo se hace memoria en ella de la alianza del Sinaí, pues los hebreos tardan tres meses en recorrer el espacio que media entre Egipto y el monte santo41, aunque también se invoca el tiempo de esclavitud: «Recuerda que fuiste esclavo en Egipto» (Dt 16,12) y, por tanto, es el cierre del horizonte de la fiesta pascual.

Otra fiesta importante es la de las Tiendas, o de la Cosecha: «Desde el día 15 del séptimo mes, recogida ya la cosecha, celebraréis la fiesta del Señor durante siete días. El primero y el octavo son días de descanso solemne» (Lev 23,39)42. Para Josefo es «la fiesta más santa y más grande de los hebreos»43. Se celebra hacia el otoño, después de recoger la cosecha de la era y vendimiar (de ahí las «tiendas» hechas con el ramaje donde los judíos se cobijan, Is 1,8; Job 27,18). Después del exilio se la relaciona con la historia de la salvación: «Habitaréis los siete días en cho-zas. Todo indígena israelita habitará en chozas; para que sepan vuestras futuras generaciones que yo hice habitar a los israelitas en chozas cuando los saqué de Egipto» (Lev 23,42-43). En el Evangelio de Juan, cuando «se acercaba la fiesta judía de las Tiendas» (7,2) en el discurso de la revelación mesiánica, Jesús grita: «Quien tenga sed acuda a mí a beber...» (7,37) y «Yo soy la luz del mundo; quien me siga no caminará en tinieblas, antes tendrá la luz de la vida» (8,12). El agua viva que representa al Espíritu y la luz que lleva a la vida, las encuadra el redactor según el ritual de la fiesta en este tiempo, pues los sacerdotes van durante los días que dura la celebración a sacar agua a la

41 Cf. Éx 12,1.6; 19,1; 2Cró 15,10-15; Jub., 6 (II 96-99).
42 Cf. Éx 23,16; 34,22; Dt 13,16; Jue 21,19.
43 Ant., 8,100, I 448.

fuente de Siloé para derramarla después en el ángulo del altar. También se ilumina el atrio de las mujeres donde se contemplan las danzas y se escucha música, puesto que es la más alegre de las fiestas de Israel44.

En el templo se celebran también otras fiestas significativas en Israel. A los diez días del año nuevo se tiene el día de la Expiación (yón kippur), fiesta de la reconciliación45. El sumo sacerdote expía con sangre de animales los pecados del pueblo. Además se hace el ritual del macho cabrío de Azazel que concentra el pecado de todos, se le envía al desierto y se le despeña desde una roca para que todos queden purificados de sus peca-dos (Lev 16,10). Fiestas más recientes son la Dedicación del templo, desde el año 164 a.C. Se celebra con ocasión de la consagración de un nuevo altar de los holocaustos, que sustituye al profanado por Antíoco IV Epífanes46. Josefo dice que es la fiesta de las Luces, ya que en ella brilla de nuevo la libertad del pueblo47. Más tarde se explica por qué da pie esta fiesta a que brille la luz

44 «El sonar de la flauta, cinco o seis (días). Es la flauta (que se tocaba) en la fuente que no desplaza ni al sábado ni al día festivo. Se solía decir: quien no ha visto la alegría en la recogida del agua (de la fuente) no ha vista jamás alegría». Misná, Sukkah, 5,1, 367.

45 «El día diez del mes de Ti"sri es el día de la expiación. Os reuniréis en asamblea litúrgica, haréis penitencia y ofreceréis una oblación al Señor. No haréis trabajo alguno, porque es día de expiación. Es el día en que se expía por vosotros en presencia del Señor, vuestro Dios». Lev 23,27-30; cf. 25,29; Núm 29,7-11.

46 «Durante ocho días celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la facha-da del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de kisleu». 1Mac 4,56-59.

47 «Y Judas, acompañado de sus conciudadanos, festejó la recuperación del sacrificio del Templo durante ocho días, no omitiendo manifestación alguna de alegría, sino agasajándolos con sacrificios carísimos y espléndidos, con himnos y toques de arpas honrando a Dios y deleitándolos a ellos. Y encontraron tal placer con la renovación de sus costumbres, al disponer de la libertad de rendir culto a Dios inesperadamente después de tanto tiempo, que establecieron la obligatoriedad legal a las generaciones futuras de festejar la recuperación de los oficios en el Templo durante ocho días. Y desde entonces hasta hoy venimos celebrando esta fiesta, bajo el nombre de la Fiesta de la Luz, habiendo puesto este nombre por habérsenos aparecido, según creo, la libertad de una manera inesperada». Ant., 12,323, II 698-699.

de la ley (Prov 6,3). Además de otras celebraciones menores, como las fiestas de las Suertes (Ester 9,20-26; cf. 3,7) y de Nicanor (1Mac 7,43-49; 2Mac 15,36), se ofrecen diariamente en el templo sacrificios por la mañana y por la tarde, coincidiendo con el amanecer y atardecer, además de las oraciones prescritas.

Una de las señales características del pueblo hebreo es la celebración del sábado. De origen yahvista, al inicio simplemente se indica el descanso prescrito después de seis días de trabajo: «Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios» (Éx 20,8-10). Más tarde se le incorpora a la historia de la salvación al recordar los días de la creación, la huida de Egipto y la alianza perpetua entre Dios y su pueblo. Es el tiempo de Dios, mediante el cual el hombre hace memoria de que la creación es un don, que no una propiedad. Como día consagrado al Señor, el liberador de Egipto, se deduce que el descanso del sábado es un signo de libertad, libertad de las ataduras que lleva con-sigo el trabajo, además del respeto al trabajador, sea cual fuere su condición. Por eso constituye una realidad social importante: «No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el emigrante que vive en tus ciudades, para que descansen como tú, el esclavo y la esclava» (Dt 5,14). Las familias cambian de vestidos, se reúnen en las sinagogas y continúan en el hogar y en el pueblo este día de fiesta dedicado a Dios. Se recuerda al ausente, al caminante, al pobre, que muchas veces lo sientan a su mesa para comer. En el exilio, lejos del templo, se convierte el sábado en la única fiesta posible, y adquiere después matices drásticos en su cumplimiento por ser una bandera de la identidad judía y signo de su unidad: pena de muerte a quien no lo cumpla (Éx 31,14-17); no se puede recoger leña o encender fuego o salir de casa48; comprar, vender o viajar (Is 58,13-14). Además los asideos prefieren morir antes que luchar en sábado (iMac 2,32.28) o no persiguen al enemigo en dicho día (2Mac 8,26-28).

Estas prescripciones para la observancia del descanso sabático, que se multiplican con el paso del tiempo49, se transforman muchas veces en una carga y una esclavitud muy distinta del signo de libertad de las responsabilidades terrenas y dedicación a Dios que tiene en un principio. Jesús lo denuncia cuando los discípulos recogen espigas en sábado (Mc 2,23-28par, siguiendo la acción de David en Nob, iSam 21,2-7, y según permite Dt 23,26): «El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado» (Mc 2,27), y cuando cura al hombre de la mano seca (Mc 3,1-6par), preguntando a los fariseos y herodianos que están al acecho: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal?, ¿salvar la vida o dar muerte?» (3,4). Lucas acentúa el derecho de Jesús, en nombre de Dios, de hacer el bien en «su día» (13,10-17; 14,1-6) y en él proclamar a los pobres el «año de gracia» (4,16-22). Juan, en esta línea, ve la liberación y la salvación comunicada por Jesús también en sábado el día en el que se revela con su Padre al mundo (5,1-9.19-24; etc.).

Podemos añadir, en este orden de cosas, que los judíos rezan tres veces al día (tefillah) con dieciocho bendiciones. En la puerta de la casa, en el lado derecho, se coloca un pequeño rollo (mezuzah) de piel en un nicho según mandato del Dt 6,9 y 11,20 con los textos de Dt 6,4-9 y 11,12-21 (Shemá) antes citados: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios con todo el corazón [...] La palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos [...] las atarás a tus muñecas como un signo, serán en tu frente una

48 Núm 15,32-36; cf. Éx 16,19; 35,3; cf. Is 56,2-6; 66,23; etc.
49 Sobre el cumplimiento del sábado de los esenios, dice Josefo: «Evitan [...] trabajar el día séptimo de la semana con un rigor mayor que el de los demás judíos. Ellos no sólo preparan la comida el día anterior al sábado para no encender fuego ese día, sino ni siquiera se atreven a mover algún objeto de sitio ni a ir a hacer sus necesidades...». Guerra, 2,147-148, 285; cf. Jub., 2,17-33, II 86-87; Misnd, Shabbat
per totum, 221-257.

señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales». Según esto algunos se atan trozos de pergamino con frases de la Ley en la frente o antebrazo. Son las filacterias o tefillim, citados también en el Evangelio, con las orlas o sisit, que cuelgan en los extremos del manto de lana que se ponen sobre la túnica50. Jesús se adapta a esta costumbre: «... una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, se le acercó por detrás y le tocó la orla de su manto» (Mt 9,20par), aunque critica todo lucimiento al respecto: «Todo lo hacen [los fariseos] para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y borlas grandes» (23,5) o a los letrados que «les gusta pasear con largas túnicas» (Mc 12,38).


2.4. El Sanedrín

En 1Mac 12,6 se nombra junto al sumo sacerdote Jonatán «el senado de la nación», que seguramente es el sucesor del Consejo de Ancianos de la época de Nehemías (6,7; Esd 5,9). Con Herodes el Grande se comienza a llamar «synedrion». La composición y función del Sanedrín varía según los intereses de los dominadores de Israel y de las necesidades del mismo en orden a la gobernabilidad del pueblo. En tiempos de Jesús se compone de 71 miembros, quizás rememorando los setenta ancianos que acompañaron a Moisés en su encuentro con el Señor (É( 24,1.9; cf. Núm 11,16). Entre los miembros contamos a los ancianos, con gran poder en la sociedad israelita, a los sumos sacerdotes y sus familias, como los nombra Lucas en los Hechos (4,5), y a los escribas o doctores de la ley, por lo general del partido de los fariseos. El sumo sacerdote presidía esta asamblea. Su función se centra en la administración de la nación en temas religiosos y civiles, aunque cambia según la cabeza política de turno. Por

50 «El Señor a Moisés: —Di a los israelitas: Haceos borlas y cosedlas con hilo violeta a la franja de vuestros vestidos. Cuando las veáis, os recordarán los mandamientos del Señor y os ayudarán a cumplirlos sin ceder a los caprichos del corazón y de los ojos, que os suelen seducir. Así recordaréis y cumpliréis todos mis mandatos y viviréis consagrados a vuestro Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios, que os sacó de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios». Núm 15,37-41; cf. Éx 13,9.

ejemplo, en tiempos de Herodes el Grande apenas tiene función social alguna, pues cuando éste sube al poder manda asesinar a la mayoría de sus miembros51. En el tiempo de Jesús los romanos se reservan el derecho a intervenir cuando lo crean conveniente a los intereses de Roma, y en el caso del juicio de Jesús se muestra que hay un arco de posibilidades que va desde instruir un juicio informativo a pronunciar una sentencia de pena capital y ejecutarla, o sentenciar para que el procurador romano la ejecute. Ante el Sanedrín, o Consejo, como quiere Josefo (cf. Mt 15,43; Lc 23,50), o Consejo de Ancianos (Lc 22,66; Hech 22,5) es donde se cumple, como función suprema de gobierno judío, aquella frase de Caifás (Jn 11,49-50) de la necesidad de la muerte de Jesús para mantener la paz con Roma52.


2.3. Los movimientos religiosos

2.3.1. Herodes introduce por segunda vez la cultura helena en Israel avalada por la política imperial romana53. Antes, en el siglo III, los tolomeos inician una seria helenización de Palestina. Tolomeo II manda traducir al griego le Ley por los así llamados Setenta sabios, y Tobías prosigue con fuerza esta corriente cultural. En el fondo hay una visión en el pensamiento griego de que los judíos pertenecen a una cultura bárbara. Por el contrario, el judaísmo intenta el mantenimiento de su monoteísmo, tradiciones y ritos religiosos con unos gobiernos teocráticos mantenidos por los sumos sacerdotes. Lo cierto es que en el año 172 a.C. Antíoco IV, seléucida, depone al sumo sacerdote Jasón y nombra a Menelao, que es partidario de la helenización de Israel. Pero dicha helenización54, llevada a cabo con san-

51 En concreto cuarenta y cinco, según JosEFO: Ant. 15,6, II 883; aunque un poco antes afirma que los asesina a todos: Ibíd., 14,168-176, II 828.
52 Cf. infra, 2.3.2., 136; 15.3., 612.
53 Cf. supra, 2.1.3., 107-111.
54 «El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén, disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal». 1Mac 1,14-15.

grientas persecuciones a los oponentes, alcanza su cumbre cuando erige un altar a Zeus Olímpico en el mismo templo de Jerusalén en el año 176 (2Mac 6,1-2; cf. Dan 11,31). Esto motiva la rebelión de Matatías (1Mac 2). Su hijo Judas, llamado «martillo» (en hebreo «macabeo», por eso se llama la sublevación de los Macabeos), logra vencer en varias batallas a las huestes seléucidas, que también observan con temor la potencia emergente de los Partos, herederos de las tradiciones indígenas del antiguo mundo persa. Ante esto, Antíoco V cede y se consagra de nuevo el templo en el año 164 a.C. (2Mac 11,22-26).

ESTADOS HELENÍSTICOS

 

Desde el inicio de la revuelta, el grupo judío más activo fue el de los hasideos, personas piadosas deseosas de la observancia de la ley y de las fiestas que configuran la religión yahvista55. Ellos forman el caldo de cultivo para la aparición de los partidos surgidos más tarde de los fariseos y esenios. También en este grupo opositor a Antíoco IV están los asmoneos, a quienes les interesa más la independencia política, pero que con Juan Hircano aceptan un gobierno griego. Por otra parte, los saduceos constituyen una corriente que se inclina más hacia la monarquía helenista, como el nombrado Juan Hircano, pues admiten una relación con la cultura y religión «pagana» como medida de enriquecimiento cultural y conservación de sus privilegios. En la reforma del año 175 a.C. siempre mantienen la línea tradicional hereditaria del sumo sacerdote, es decir, la legitimación sadóquida, procedente del sacerdote Sadoc (1Sam 2,35), a quien Salomón pone al frente de los sacerdotes de Jerusalén y cuyo linaje gobierna el templo desde Ezequías, rey de Judá (727-699 a.C. )56.

2.3.2. En el entorno de Jesús, los saduceos, pertenecen, por consiguiente, a las poderosass familias de la sociedad judía y a la aristocracia sacerdotal. Se entienden fácilmente con las fuerzas de ocupación romana, como sus antecesores lo hacen con los seléucidas. En cualquier caso, siempre están unidos al poder,

55 Cf. 1Mac 2,29-42; cf. 7,13-14; 2Mac 7; 14,6)
56 Cf. Ez 40,46; 43,19; 44,15; 48,13; Eclo 51,12.

son ricos57 y forman un grupo fuerte de presión dentro del Sanedrín. De hecho, un sacerdote saduceo, Caifás, es quien aúna las fuerzas opositoras a Jesús, lo sentencia a muerte (Jn 11,49-50) y lo juzga previamente para conducirlo después a Pilato (Mc 14,53-65par). Este acoso saduceo, que comienza poco antes de la decisión de acabar con él, lo siente Jesús, lógicamente, con ocasión del pago del tributo a los romanos (Lc 20,19-26), que ellos tratan de defender a toda costa como colaboracionistas con el poder imperial. También disputan con Jesús la cuestión de la resurrección de los muertos (Mc 12,18par).

Los saduceos corresponden a los llamados ortodoxos según el ámbito religioso. Estos defienden un concepto de Israel como pueblo elegido por Dios, donde el templo es el centro de la actividad religiosa y de identificación étnica sagrada, además de fuente de poder social y político proveniente de la memoria de David como recapitulador de las máximas aspiraciones judías en la historia. Sólo aceptan el Pentateuco como texto normativo; se atienen a la exégesis literal y son conservadores en la liturgia tradicional58 en contra de los cambios propugnados por los fariseos con la introducción de la tradición oral para interpretar la Escritura y cierta innovación de los ritos religiosos (día de las Expiaciones, fecha de Pentecostés, etc).

Como suponen los Sinópticos (Mc 12,18-23par), niegan toda prolongación de la vida, bien como resurrección o supervivencia del alma o la existencia de los espíritus59, reduciendo al hom-

57 Josefo, Ant. 13,298, II 769.
58 Ibíd. 13,297, II 769
59 «Por su parte los saduceos, que son la otra secta, rechazan total-mente el Destino y sostienen que Dios está al margen del hecho de obrar o de contemplar el mal. Dicen que el bien y el mal dependen de la elección de los hombres y que éstos se comportan de una u otra manera según la voluntad de cada uno. No creen en la pervivencia del alma después de la muerte, ni en los castigos ni premios del Hades. Los fariseos se quieren entre sí y buscan estar en buenas relaciones con la comunidad. En cambio los saduceos, incluso entre ellos, tienen un carácter más tosco y se comportan con los suyos con la misma falta de educación que con los extraños». JOSEFO, Guerra, 2,164-166, 290; cf. Ant., 12,173, II 676; 18,16, II 1081; Hech 23,8.

bre dentro de sus límites espacio-temporales, en los que él, con su libertad, se juega su salvación, entendida esta salvación como prolongación en la historia sin mezcla de mal.


2.3.3. Los esenios participan del espíritu de los jasidín, el grupo o «resto» que cultivó hasta el extremo la teocracia judía y que cuidó una mentalidad llamada apocalíptica, en la que la intervención decisiva de Dios se haría al final de la-historia, y al margen de toda acción política y militar proveniente de la exclusiva fuerza humana. La salvación era una cuestión de Dios y al final de los tiempos, no algo en absoluto presente, aunque ciertamente inminente en algunos escritos; al menos no se presentaba la salvación como una realidad lejana.

Los esenios, quizás, forman grupos diseminados por la geografía palestina. Pero sucedió que un sacerdote, el llamado «Maestro de justicia», se distanció del templo de Jerusalén ante la relajación descrita en tiempos de los asmoneos, fue seguido por los esenios, y arrastró a un grupo de piadosos judíos, sobre todo sacerdotes. Corría el año 150 a.C. aproximadamente cuan-do se retiraron al desierto.

Es entonces cuando crean la comunidad esenia del Qumrán, lugar situado a unos 12 km al sur de Jericó, cerca del Mar Muerto, y de la cual se conservan unos 600 manuscritos. Este grupo, separado y apartado de la cotidianidad de las gentes, se mantiene santo por el sentido de pertenencia exclusiva a Dios. Se consideran dentro de la esfera divina: «... se separarán los hombres de la comunidad (como casa santa para Aarón, para unirse a los santos de los santos, y (como) una casa de la comunidad para Israel, (para) los que marchan en la perfección»60. Para ello se configuran en una comunidad fuertemente jerarquizada con unos hábitos en los que predomina la caridad fraterna, desprecio de las riquezas y control de los placeres: «Son un pueblo único y admirable en el mundo entero sobre los demás, viven sin ninguna mujer, renunciando a toda relación amorosa, sin dinero y en compañía de las palmeras. Cada día se renueva en

60 1QS 9,5-6, 60.

igual número la multitud de los que van a vivir allí»61. Practican el culto a la ley, y ritos como los de la purificación, celebración del sábado y ordenación de las comidas. Esto conduce a una división entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, expresión de un dualismo cósmico, con ciertas repercusiones antropológicas62, mas siempre bajo la mirada atenta de Dios, que domina la historia, algo muy distinto del dualismo de corte griego. Espe-ran un mesías, rey, o, en especial, sacerdote en consonancia con su condición sacerdotal. Y todo transido por un secretismo doctrina163

61 PLINIO EL VIEJO, Historia Natural, 5,17,73. Versión de A. Fontán, I. Gar-cía Arribas, E. del Barrio, W L. Arribas (Madrid 1998) 222. JOSEFO, en cambio, sabe de una rama que acepta el matrimonio: «Hay otra orden de esenios que tiene un tipo de vida, unas costumbres y unas normas legales iguales a las de los otros, pero difieren en su concepción del matrimonio. Creen que los que no se casan pierden la parte más importante de la vida, es decir, la procreación, y, más aún, si todos tuvieran la misma idea, la raza humana desaparecería enseguida. De acuerdo con esta creencia, someten a las mujeres a una prueba durante tres años y se casan con ellas, cuando tras tres períodos de purificación demuestran que pueden parir. Mientras están embarazadas, los hombres no tienen relaciones con ellas, lo que demuestra que se casan por la necesidad de tener hijos y no por placer. Las mujeres se bañan vestidas y los hombres con sus partes cubiertas». Guerra, 2,160, 288-289.

62 «... Entre ellos es muy importante la creencia de que el cuerpo es corruptible y de que su materia es perecedera, mientras que el alma permanece siempre inmortal. Esta procede del más sutil éter y atraída por un encantamiento natural se une con el cuerpo y queda encerrada en él igual que si de una cárcel se tratara... los hombres buenos se hacen mejores a lo largo de su vida por la esperanza del honor que van a adquirir después de la muerte, y los malos refrenan las pasiones por miedo a sufrir un castigo eterno cuando mueran». Ibíd. 2,150-159, 286-288.

63 «Cuando éstos hayan sido establecidos en el fundamento de la comunidad dos años cumplidos /en/ conducta perfecta /serán separa-dos/ (como) santos en medio del consejo de los hombres de la comunidad. Y todo asunto oculto a Israel, pero que ha sido hallado por el Intérprete, que no se lo oculte por medio de un espíritu de apostasía». 1QS 8,10-12, 59); «Hacen juramento de que siempre van a amar la verdad y aborrecer los mentirosos; de que mantendrán sus manos limpias del robo y su alma libre de ganancias ilícitas; de que no ocultarán nada a los miembros de la comunidad ni revelarán nada a las personas ajenas a ella, aunque les torturen hasta la muerte». JOSEFO, Guerra, 2,141, 284.

No tenemos referencias a ellos en los Evangelios. Quizás no habría ninguna comunidad en Galilea, o por su alejamiento de la gente debido a la espiritualidad y doctrina no tiene Jesús la oportunidad de relacionarse con ellos. Lo cierto es que la enseñanza y práctica de Jesús, no sacerdote, está bien lejos de lo que defienden y viven los esenios.


2.3.4. Los fariseos, por el contrario, pertenecen a las clases humildes y están muy presentes en la sociedad judía y, por tanto, en la vida de Jesús. También provienen del ámbito espiritual y cultural de los jasidín, rechazando todo intento de helenización del judaísmo. Seguramente fueron los que se opusieron a Alejandro Janeo, que mandó crucificar a 800 de ellos64, pero con Alejandra Salomé se unieron al poder y entraron en el Sanedrín65. Con Herodes forman un fuerte grupo de poder y comparten el Sanedrín con los saduceos. En todo caso, este movimiento laico tiene una gran influencia en la población debido a su ejemplo de rigidez moral y prescripciones tan serias como claras, aunque resultaban a veces muy complicadas. En la práctica, estas leyes ordenaban la vida cultual, ritual y de piedad del pueblo.

Los fariseos intentan, pues, santificar la vida cotidiana con la práctica de la Ley. Esto conlleva el rigor y la disciplina en la conducta humana, que debe ajustarse a la voluntad de Dios manifestada en la Torah. De ahí su preocupación por la interpretación, comentario y actualización a las nuevas circunstan-

64 «... mientras celebraba un banquete a la vista de la gente en compañía de sus concubinas, ordenó crucificar a unos ochocientos de ellos, al tiempo que degolló en su presencia, cuando todavía estaban con vida, a sus hijos y esposas, en venganza por las injusticias de que él había sido víctima». JOSEFO, Ant., 13,379, II 783; Guerra, 1,97, 100.

65 «... y a los fariseos se les permitió hacer lo que quisieran, llegando incluso a ordenar al pueblo que obedeciera sus mandatos, y, además, cualquier norma que su suegro Hircano hubiera derogado, de las introducidas por los fariseos a lo largo de la tradición, la restableció de nuevo. Pues bien, ella tenía el nombre de reina, pero los fariseos el poder». Ant., 13,410, II 788; Guerra, 1,113, 104.

cias con las que se pueda encontrar el creyente. La halakah (tradiciones legales) y la haggadah (tradiciones éticas y narrativas), que son comentarios con las consiguientes disposiciones jurídicas y casuísticas escolares con dependencia de la tradición oral, simbolizan su actividad básica en favor de la experiencia religiosa entendida por una libre cooperación entre Dios y el hombre para la salvación. Elaboran un marco con 613 reglas para el mejor cumplimiento de la Ley (248 preceptos y 365 prohibiciones), codificadas más tarde en la Misnah y el Talmud. Y aún así no pueden resolver todas las situaciones que presenta la vida. Por ejemplo, qué situaciones humanas (de trabajo, salud, necesidad, etc.) abarca el descanso sabático (cf. Mc 3,1-6par; Hech 1,12). Creen en la resurrección de los muertos junto a la pervivencia de la vida después de la muerte y una retribución a cada creyente según su conducta en la historia, en la que se mezclaba el valor de las obras de amor humanas y la misericordia divina66. Como los grupos mencionados, esperan también un mesías de la familia de David67, pero tal espera no era inminente, al menos no tiene la carga escatológica de los esenios o de Jesús.

Los Evangelios miran mal a los fariseos, pues constituyen una parte importante de la crisis de Jesús en Galilea y en su condena: «Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con

66 «... y aunque entienden que todo el acontecer humano está determinado por el destino, tampoco quitan a la voluntad su propia iniciativa, por haber determinado Dios, por un lado, que en el devenir de los acontecimientos intervenga también la decisión del Destino, y, por otro, que la voluntad de los hombres proceda con virtud o con maldad. Y creen ellos que las almas poseen el don de la inmortalidad, y que cuando ellas bajan al otro mundo sufren condenas o reciben premios, según en la vida se hubieran conducido perversa o virtuosamente, de suerte que las primeras reciben como pago la prisión eterna, y las segundas la facultad de volver a la vida». JosEFO, Ant., 18,11-15, II 1080-1081); cf. 13,171-173, II 747-748; Guerra, 2,162-163, 289; Hech 23,8.

67 «Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo». SalSal., 17,21, III 52.

los herodianos cómo acabar con él» (Mc 3,6par); o para cogerle en un renuncio con respecto a la Ley o sentimientos del pueblo, como el pago del tributo a los romanos (Mc 12,13-17par); o para descalificarle como persona: «Oían esto los fariseos, muy amigos del dinero, y se burlaban de él» (Lc 16,14); o son orgullosos y pagados de sí, como el orante fariseo en el templo (Lc 18,10; cf. Mt 6,1-18).


2.3.5. Entre los fariseos hay que contar a los doctores de la Ley, o los maestros, o los escribas (Lc 5,17; 7,30), aunque algunos también son saduceos. Son aquellos que, por la Ley y sus tradiciones, enseñan con interpretaciones teológicas y aplicaciones jurídicas concretas al pueblo, muchas veces al margen de su sensibilidad creyente o de situaciones personales difíciles que puedan estar sufriendo las personas. Más aún, se anteponen con sus doctrinas a las expresiones diáfanas de la fe como el amor a Dios y al prójimo (Mc 12,28-34par). En ellas se expresa un orgullo y potencia espiritual e intelectual que oscurecen el auténtico rostro de Dios (cf. 8,1-13par). Con ello más complican que aplican los mandamientos divinos, procurando ellos mismos abolir sus exigencias: «En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Lo que os digan ponedlo por obra; lo que hacen no lo imitéis; pues dicen y no hacen...» (Mt 23,1-11).

No obstante esto, tal descripción no es del todo completa, pues los fariseos son los que mantienen el espíritu religioso en el pueblo viviendo en medio de la gente con fuerte acento testimonial, separándose de los intereses económicos y políticos de las instituciones religiosas de este tiempo. Otra cosa sucederá cuando el judaísmo se encuentre sin templo al destruirlo Tito en el año 70 y sólo les quede la Ley como única realidad en la cual basar su fe y su religión. Entonces sobrevendrán serios conflictos entre los judíos convertidos al cristianismo y los fariseos.


2.3.6. De estos grupos nombrados resume Josefo que «los judíos tienen tres tipos de filosofía: los seguidores de la primera son los fariseos, los de la segunda son los saduceos, y los de la tercera, que tienen fama de cultivar la santidad, se llaman esenios. Estos últimos son de raza judía y están unidos entre ellos por un afecto mayor que el de los demás»
68. Y añade en las Antigüedades que vendrá después una cuarta escuela fundada por los fariseos Judas el Galileo y por Saduco69. Son los celosos y pro-ceden de la fracción samaíta de los fariseos.

El censo de Quirino del 6/ 7 a.C.70, provoca la rebelión de ciertos «celosos» de la extrema teocracia judía que ofrece al pueblo la capacidad de ser libres ante toda imposición religiosa y pecuniaria (impuestos) ajena a Israel. Parten de la convicción de ser el pueblo elegido y excluyen todo sometimiento a los pode-res extranjeros paganos, que de alguna manera desautorizan a Dios como núcleo fundante de su lugar en la historia. «Es ver-dad que Judas y Saduco iniciaron entre nosotros una cuarta escuela de filosofía [...] Quienes sustentan las ideas enseñadas por esta escuela concuerdan con el punto de vista de los fariseos en todas las cuestiones, con la única diferencia de que su amor a la libertad es inconmovible, puesto que no aceptan otro jefe y soberano más que únicamente Dios»71. Es el citado «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno» (Dt 6,4), que los judíos rezan todos los días.

También propugnan, junto a la libertad frente a los romanos y la soberanía de Dios, una elevación de las capas pobres del pueblo. Con Dios y su Reino vienen todos los bienes para la gente, en especial la de condición humilde y sencilla. De ahí que gocen de gran simpatía en los ambientes rurales y lugares marginados de las ciudades. En el tiempo de Jesús, quizás, no están aún organizados como grupo guerrillero como en el año 44. Cuando provocan la revolución del año 66 contra los romanos, se suicidarán en la fortaleza de Masada en el 73 al verse sitiados por las huestes del Imperio72.

68 Guerra, 2,119, 279-280; cf. 2,120-166, 280-290; cf. Ant., 13,171-173.297-298, II 747-748.769; 15,171, II 908.
69 Ant., 18,1-11.16.23.25, II 1079-1082.
70 Cf. supra, 2.1.4., 113.
71 Ibíd. 18,23, II 1082
72 «No obstante, a Eleazar no se le pasaba por la cabeza el escapar de Masadá ni iba a permitir hacerlo a ningún otro. Cuando vio que el muro había sido devastado por el fuego, no pensó en ninguna otra forma de salvación ni de heroísmo, sino que puso ante sus ojos lo que los romanos les harían a ellos, a sus mujeres y a sus hijos, en caso de que obtuvieran la victoria, y decidió que todos debían morir [...] porque preferían la muerte a la esclavitud». JOSEFO, Guerra, 7,320-322, 378-379; cf. ibíd. 7,323-406, 379-391.

Los más radicales de los celosos se llaman sicarios. Quizás proviene el nombre de los mismos romanos, pues llevan un puñal, sica, con el que matan a sus víctimas. Aprovechan los lugares donde se concentra la gente para asesinar y huir con-fundiéndose con la multitud. «En aquel entonces los sicarios se alzaron contra los que querían someterse a los romanos y les trataron en todo momento como enemigos: saquearon y rapiñaron sus posesiones y prendieron fuego a sus casas»73. Una de sus víctimas más famosas fue el sumo sacerdote, colaboracionista romano, Jonatán ben Anán74. Y junto a estos se puede contar a «otro grupo de bandidos, que tenían las manos más puras, pero sus intenciones eran también más impías. Esta banda acabó con el bienestar de la ciudad en no menos medida que los asesinos. Hombres mentirosos y embaucadores que, bajo el pretexto de estar inspirados por Dios, buscaban innovaciones y cambios. Incitaron a la multitud a actuar como si estuvieran poseídos por la divinidad y la llevaron al desierto con la idea de que allí Dios les mostraría las señales de su liberación»75.

Entre los discípulos de Jesús se encuentra Simón, llamado el celoso (Lc 6,15; Hech 1,13). Sin embargo, existen textos en los Evangelios que indican tradiciones que transmiten que Jesús elude el poder político. Después de la multiplicación de los panes, al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es el profeta que había de venir al mundo. Jesús, conociendo que pensaba venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de

73 Ibíd. 7,254, 386.
74 «Al primero que mataron fue al sumo sacerdote Jonatán, y después de él cada día morían muchos a manos suyas. El miedo era más insoportable que la propia desgracia, ya que todos, como si estuvieran en una guerra, esperaban la muerte de un momento a otro». Guerra, 2,54-257, 310-311; cf. Ant., 20,62-166, II 1228-1229.
75 Ibíd., 2,258-259,
311.

nuevo al monte, él sólo» (Jn 6,14-15)76. Los mandatos de «amad a vuestros enemigos, tratad bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian...» (Q/Lc

LA FAMILIA HERODIANA

 

76 Es significativo el fundamento de la redacción de la tercera tentación de Jesús de la fuente de Mateo: «Después le llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El diablo le dijo: —Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo. Le replicó Jesús: Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto [Dt 6,13]». Q/Lc 4,5-8; Mt 4,8-10.

6,27-28; Mt 5,43-44), muestran un espíritu totalmente ajeno a la violencia física, como trataremos más adelante77. Con todo, hay situaciones que narran los Evangelios, como la expulsión de los mercaderes del templo (Mc 11,15-19par), o la frase «No penséis que he venido a traer paz, sino espada» (Mt 10,34) y la acusación ante Pilato de que «hemos encontrado a éste agitando a nuestra nación, oponiéndose a que paguen tributo al César y declarándose Mesías Rey» (Lc 23,2), como la inscripción en la cruz, expresión de agitador político (23,38), que pueden indicar una relación, aunque sea indirecta, con estos ambientes mesiánicos revolucionarios, estén o no organizados como grupo estable contra Roma. En cualquier caso, y no obstante los intereses redaccionales, Jesús se mueve en otra órbita bien distinta a la violencia. La lucha, y quizás una lucha más revolucionaria, Jesús la plantea a otra escala y con un espíritu y fuerza más radical.


3. La sociedad en tiempos de Jesús

3.1. Descripción de Palestina

Palestina linda al norte con el Líbano, al este con el desierto de Siria, al oeste con el mar Mediterráneo y al sur con la península del Sinaí. En línea recta de norte a sur tiene unos 240 km y una anchura media de 65 km. La superficie total suma 15.640 km2. Se distinguen cuatro regiones en Palestina. La llanura del litoral mediterráneo se extiende desde Jope a Aco, es muy fértil y está poblada de bosques de robles. Alcanza la llanura una anchura de 40 km en Sarón y conforme se orienta hacia Siria se va estrechando progresivamente. En el centro se sitúa la cordillera que se extiende por todo el país, de norte a sur. En el norte está el monte Arbel, en la Alta Galilea, con una altitud de 1.208 ms. En el sur se presenta con colinas onduladas. Esta cordillera se rompe con la llanura de Yizreel o Esdrelón (Jue 6,33; Jud 1,8),

77 Cf. Q/Lc 6,29-32; Mt 5,38-42; infra, 14.4.2.5a-6a, 544-555.

en la actualidad llamada de Emeq. Las montañas de la Alta y Baja Galilea están en el norte de la llanura, y en el sur las montañas de Manasés, Efraín, Benjamín y Judá (Jos 17,15; 20,7). El valle del Jordán está al este de la cordillera central. Lo recorre el río Jordán, que significa «el que desciende». Nace de Huleh el «pequeño» Jordán, se alimenta de los manantiales que provienen del monte Hermón con 2.814 ms de altitud y discurre 20 km hasta llegar el lago de Genesaret, que mide 21 km de norte a sur, su anchura es de 12 km y su superficie 144 km2 con 210 metros por debajo del Mar Mediterráneo. El río Jordán continúa después 120 km en línea recta hasta su desembocadura en el Mar Muerto, con una superficie de 940 km2, 80 km de norte a sur y una anchura de 17,7 km; está a 392 ms bajo el nivel del mar y su profundidad mayor es de 390 metros. Al este del Jordán se sitúa la Transjordania, y la conforman al norte Basán, en el centro Amón y en el sur la meseta de Moab. Tiene cuatro ríos: Yarmuc, Yaboc, Zareky y Arnón, que desembocan en el río Jordán y el Mar Muerto. Al sur del Mar Muerto está el desierto de la península del Sinaí, que separa Palestina de Egipto. Es el desierto del Négueb veterotestamentario.

El clima de Palestina ha sufrido pocos cambios a lo largo de los siglos. Es un clima subtropical, con verano e invierno, que se diferencian por la frecuencia de las lluvias. En Galilea varía el tiempo de las dos estaciones entre 15 y 30 grados aproximada-mente. La costa es más estable, oscila entorno a 25 grados. El valle del Jordán, con clima tropical, está entre 30 y 35 grados, y de 25 en el macizo central. En Judea, con un clima más continental y desértico, hay una variabilidad de 0 a 45 grados entre el verano e invierno. Cuando el viento proviene de Arabia, con el polvo del desierto, empeora la situación calurosa: «De las cámaras del sur viene la tormenta, de los vientos del norte la helada. [...] Tú, que te abrasas en tu ropa cuando la tierra se aletarga bajo el solano» (Job 37,9.17). La lluvia procede del oeste, y riega toda la costa mediterránea y la parte occidental del macizo central. El valle del Jordán y Judea quedan aislados de esta bendición celeste. Con las precipitaciones y el suelo calcáreo, se originan cantidad de fuentes y pozos que, en Judea sobre todo, dan lugar a fértiles oasis.

En Galilea se cultiva la cebada y el trigo, y en menor grado el trigo candeal, el mijo, las habas, el comino y el lino, y en Judea la vid. El olivo, la higuera, el granado, el manzano y la palmera se extienden por todo el país. De Jericó se dice que es «la ciudad de las palmeras» (Jue 3,13). Hay bastante arbolado en la alta Galilea, la Transjordania y el valle del Jordán, con robles y pinos: «Aunque en tierra tranquila te sientas seguro, ¿qué harás en la maleza del Jordán?» (Jer 12,5; cf. Jos 17,18). En Israel, pueblo de semitas, la fauna la componen rebaños de ovejas y cabras, el asno y el camello. También se cuenta con leones, osos, jabalí-es, chacales, etc., y toda clase de aves y animales domésticos. Basán es famosa por sus cereales y ganado vacuno (Dt 32,14) y en Moab también se pueden producir cereales cuando hay hambre en Judá (Rut 1,1). La pesca se da en el lago de Genesaret y en el Mediterráneo. Una de las puertas de entrada y salida de Jerusalén se llama la de los Peces; es por donde entraban los fenicios a vender pescado e indica un comercio activo en este sentido (cf. Neh 13,16).

De todas formas, esta tierra está bien lejos de ser la que «mana leche y miel» (Éx 3,8; Dt 31,20), o del panorama que describe Josefo de Galilea: «a causa de su fertilidad esta tierra no rechaza ninguna planta, y los agricultores cultivan en ella de todo, pues la temperatura suave del aire es apropiada para especies [...] Podríamos hablar de un orgullo de la naturaleza, que se ha esforzado por unir en un solo lugar especies tan contrarias, y de una hermosa competencia de las estaciones, donde cada una de ellas parece aspirar a imponerse en esta tierra»78. Aunque, si se contempla desde el desierto de Judea y la península del Sinaí, se justifican las expresiones aducidas.

En esta tierra se ha fraguado gran parte de la historia de la salvación de las tres religiones monoteístas, en especial la judía y la cristiana. Por eso se llama tierra «santa» (Zac 2,16; Sab 12,13), o «santuario», porque es la tierra de «Dios» (Is 14,2; Os

78 Guerra, 3,516-518, 478-479.

9,3) y la «heredad de Yahveh». Los israelitas, por consiguiente, se sienten huéspedes (Lev 25,23) al ser una propiedad de Dios (Jos 22,19), que la pone al servicio del hombre, sin explotarla. Por esto la tierra también descansa (Éx 23,10-11; Lev 25,3-7), se redistribuye en el año del jubileo (Lev 25,13-17) y ofrece sus primicias a su Dueño y a sus seres más indefensos, como las viudas, los huérfanos o los extranjeros: «Cuando seguéis la mies de vuestras tierras, no desorillarás ni espigarás después de segar. Tampoco harás rebusco de tu viña ni recogerás las uvas caídas. Se lo dejarás al pobre y al emigrante» (Lev 19,9-10; cf. Dt 14,28-29).

Con esta lectura teológica de la tierra, el creyente judío encuentra en todos sus elementos continuos símbolos que remiten al Dios de la vida. El Señor vive en el cielo, donde tiene su trono y se le da culto (Gén 11,5-7). El sol es símbolo de Dios que ilumina la ciudad (Is 60,19), o las estrellas de lo inconmensurable (Gén 15,5), o de las tribus israelitas, siendo la luna y el sol los padres (Gén 37,9-11). Además, la luna dice relación a la fecundidad, usada como adorno o colgada en el cuello de los animales (Jue 8,21). El Señor aparece en la nube (Ez 1,14), que indica el camino a los israelitas y los acompaña por el desierto (Núm 14,14). El rayo es el fuego de Dios (2Re 1,12), que purifica (Lev 13,52). En la tierra, la montaña es donde se revela Dios y se le da culto (Gén 22,2.14; Éx 19,24). La peña, la roca o la piedra muestran la seguridad del que confía en Dios (Gén 49,24). En la caverna se resguarda el hombre de la majestad de Dios (Éx 33,17-23) y el desierto es el lugar donde sale Dios y el diablo al encuentro del hombre (2Re 4,42-44). El agua de los ríos y de las fuentes son signos de vida y bendición divinas, del mismo Dios (Gén 26,15). Y el vino simboliza la prosperidad, el gozo (Gén 49,11; Jue 9,13) y la salvación (Sal 16,5; Zac 9,17). La leche y la miel resumen la bondad de la tierra y la sabiduría (Dt 6,3; Prov 24,13-14). El olivo es imagen del justo y el aceite un don de Dios con el que se unge al rey y al sacerdote (Sal 52,10). La sal es la inmutabilidad de la alianza (Lev 2,13). El pan, el maná del desierto, es símbolo de la palabra de Dios (Dt 8,3), es el «trigo de los cielos», el «pan de los fuertes» (Sal 78,24-25) y «comida de los ángeles» (Sab 16,20), incluso la misma sabiduría (Eclo 15,3). Todo, por consiguiente, hace referencia a Dios, o también al mal, cuando aparta al hombre de Dios o hiere la existencia en la creación.

Jesús, enraizado en la tradición de su pueblo, también dice que el cielo es sede de Dios, como ser trascendente (Mc 11,25; Mt 5,16), y proclama su Reino en el monte, cuando decide relacionarse con su gente. Jesús elige a los doce en el monte (Mc 3,13-14; Mt 5,1-48) y en él revela Dios su gloria en la transfiguración (Mc 9,1-13par). El Reino de Dios es como un grano de mostaza, que después se convierte en un arbusto, o como la levadura que pone la mujer en la harina y fermenta la masa79. Quien cumple la palabra es como una roca firme (Q / Lc 6,47-49; Mt 7,24-27) sobre la cual se funda su comunidad (Mt 16,18). Las piedras preciosas con la que se compara el Reino y que figuran la divinidad (Dan 10,6; Ap 4,1): quien encuentra una perla fina lo vende todo para quedarse con ella (Mt 13,45-46). Jesús será la piedra angular de salvación (Mc 12,10). Jesús es, asimismo, la fuente de agua «que brota dando vida eterna», en contraste con la del pozo de Jacob, el judaísmo, que no sacia (Jn 4,7-14). El mar es lugar de perdición; es el mundo al que envía Jesús a los apóstoles para salvar a los hombres, simbolizado en la acción de pescar (Mc 1,17; Mt 13,47). Pero la pesca hay que hacerla en el nombre de Jesús, pues de lo contrario las aguas hacen zozobrar a la

79 Véase la actitud de acogida de Abrahán hacia el Señor y los dos ángeles (Gén 19,1): «El Señor se pareció a Abrahán junto al encimar de Mambré, mientras él estaba sentado junto a la puerta de la tienda, porque apretaba el calor. Alzó la vista y vio a tres hombres de pie frente a él. Al ver-los, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y prosternándose en tierra dijo: —Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis bajo el árbol. Mientras, ya que pasáis junto a vuestro siervo, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir. Contestaron: —Bien, haz lo que dices. Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: —Aprisa, toma veintiún litros de flor de harina, amásalos y haz una hogaza. El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase enseguida. Tomó requesón, leche, el ternero guisa-do y se lo sirvió. Él les atendía bajo el árbol mientras ellos comían». Gén 18,1-8.

comunidad (Jn 6,16-21; Mc 6,45-52). Los discípulos se convierten entonces en la sal de la tierra y la luz del mundo (Mc 9,50par). Lo opuesto del agua es la sequedad, el desierto, que es el lugar de la cercanía de Dios y del mal, el espacio de la prueba de la fidelidad del hombre a Dios (Mc 1,12-13par). El fuego significa destrucción, que aniquila a los falsos miembros de la comunidad (Mt 7,19; 13,12). La higuera es Israel que no da frutos (Mc 11,12-14). Además de otros signos relativos al campo, a la casa, a la ciudad, al cuerpo, a las costumbres, etc. está, sobre todo, el pan y el vino, símbolos de la vida y de la alegría. Ellos transmiten y hacen presente la persona de Jesús y su salvación con la Palabra y comidas y bebidas en comunidad (Mc 14,22-25par).


3.2. La vida social en Palestina

3.2.1. Estas tierras de Palestina las recorren varias calzadas, que comunican a sus gentes y son correa de transmisión del comercio que favorece el trabajo y la vida. Las rutas entre Egipto y Arabia, y de estos dos imperios con Asiria y Babilonia, sitúan a Israel en un cruce de caminos que utiliza para su propio provecho. Con ello originó a lo largo de los tiempos una actitud comercial en sus gentes, largamente aprovechada como medio de vida (Gén 37,25-28). Existen los tradicionales itinerarios internacionales entre Menfis en Egipto, y Temá o Efá en Arabia hasta el puerto de Gaza, de donde salen los barcos para alcanzar Asia Menor; o bien la ruta terrestre hasta Damasco, Triqa y Babilonia. En el interior de Palestina están las rutas que comunican a Judea con Galilea. La calzada de la llanura costera relaciona Gaza y Cesarea para pasar a Asia Menor, o la calzada interior que une las ciudades de Masada y Jerusalén hasta Séforis, además de un sinfín de caminos que ofrecen una relación ágil y frecuente entre los judíos.

Favorece esta comunicación el que los romanos tengan bien asegurada la red de itinerarios terrestres y marítimos dentro del Imperio, al menos en las rutas más importantes. El peligro en el viaje está más en los caminos de poco tránsito, o en los que cruzan lugares desérticos, como muestra el relato ejemplar del Buen Samaritano (Lc 10,19-30) y la experiencia de Pablo en sus viajes (2Cor 11,25-27). Hay un sistema de moneda, con sus variantes, que es aceptado por todos, además del uso universal de la lengua griega y, en menor grado, la latina. La mayoría viaja a pie, y algunos en asno, o caballo, o camello; los más pudientes en carros o carrozas. El viajero camina con sandalias, sujetas al pie con una correa, lleva un manto, otras sandalias, dos mudas y una bolsa de dinero colgada en el cinturón o en el cuello, o el pliegue del ceñidor de la túnica también se usa como bolsa. En las ciudades y pueblos hay posadas, a la distancia de un día de camino, muchas de ellas construidas por exigencias de la burocracia de los gobernantes. En las grandes ciudades, sobre todo en las que se encuentran en la rutas comerciales, hay mucha más oferta en este aspecto.

Aun así, la gente confía más en la hospitalidad que ofrecen la familia, los amigos y las personas conocidas, porque en los pueblos semitas el huésped es sagrado. La necesidad pasa a ser una virtud (Job 31,31-32). Los casos de Abrahán80, el sucedido en la ciudad de Guibeá81 y Labán (Gén 24,28-33) constituyen un paradigma que justifica el «venid benditos de mi Padre [...], porque era emigrante y me acogisteis» (Mt 25,35); o «quien acoja a uno de estos niños en atención a mí, a mí me acoge. Quien me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me envió» (Mc 9,32par).

80 Q/Lc 13,20-21; Mt 13,33; EvT 96,1-2.
81 En el viaje del levita de Efraín, no quiso reposar en Jebús para alcanzar a Guibeá. Al entrar en la plaza del pueblo nadie le ofreció casa para pernoctar; entonces «ya tarde llegó un viejo de su labranza. Era oriundo de la sierra de Efraín, y, por tanto, emigrante también él en Guibeá. Los del pueblo eran benjaminitas. El viejo alzó los ojos y vio al viajero en la plaza del pueblo. Le preguntó: —¿Adónde vas y de dónde vienes? Le respondió: — Vamos de paso, desde Belén de Judea hasta la serranía de Efraín; yo soy de allí y vuelvo de Belén a mi casa; pero nadie me invita a la suya, y eso que traigo paja y forraje para los burros, y tengo comida para mí, para tu servidora y para el criado que acompaña a tu servidor. No nos falta nada. El viejo le dijo: —¡Sé bien venido! Lo que te haga falta corre de mi cuenta. Anda, no te quedes de noche en la plaza. Lo metió en su casa, echó pienso a los burros, los viajeros se lavaron los pies y se pusieron a cenar». Jue 19,16-21.

 

LA GALILEA DE JESÚS

 

 

La hospitalidad supone un alto en el lento viaje, donde el camino no sólo es ir al encuentro con otras gentes y cambiar las cosas de lugar, sino también es símbolo de la actividad salvadora de Dios, que sacó al pueblo de Egipto mostrando la ruta de la libertad y de la tierra que les dio de comer. Es más, andar por los caminos del Señor es cumplir su voluntad (1Re 2,3; 8,58; Mal 2,8).

Jesús camina por Galilea, sobre todo en las aldeas y pueblos que están en el triángulo que forman Corazín, Betsaida y Cafarnaún, donde suele descansar. No se sabe con exactitud las rutas que hace Jesús en el anuncio del Reinado. Según el Evangelio de Marcos, Jesús parte de Nazaret, pasa por el Valle de las Palo-mas y arriba a Magdala, a las orillas del lago de Genesaret. En la región de Magadán llama a los primeros discípulos y llega a la casa de Pedro en Cafarnaún (Mc 1,14-21). Después se embarca para alcanzar la región pagana de la Decápolis. Calma la tempestad, expulsa a los demonios, cura la hemorroisa y resucita a la hija de Jairo (Mc 4,35-5,43). A continuación se narran las dos multiplicaciones de los panes en las orillas occidental y oriental del lago de Generaset respectivamente. Instruye a la gente hasta el atardecer y los alimenta con cinco panes y dos peces. Navega hacia Betsaida fuera de los dominios de Herodes Antipas, pasa a Fenicia y cerca de Tiro cura a la hija de una mujer pagana. Cruza la Decápolis y sobre la colina de Hadar realiza la segunda multiplicación de los panes y retorna en barca a Dalmanuta en la región de Magadán (Mc 6,31-8,10). Seguidamente gira hacia el norte. En el viaje sucede la incomprensión de los discípulos entre Cafarnaún y Betsaida. Caminando hacia Cesarea de Filipo se da la profesión de fe de Pedro, la transfiguración y las predicciones de la pasión (Mc 8,13-9,33). Por último inicia Jesús el itinerario más importante y definitivo. Abandona Galilea y se dirige a Betania y, desde aquí, sube a Jerusalén para celebrar la Pascua y para encontrarse definitiva-mente con Dios. En el recorrido, caminando, forma a los discípulos y polemiza con sus enemigos, es acogido, traicionado y ejecutado a la llegada a la Ciudad Santa (cf. Mc 10,1-15,47). Mas caminar con Jesús es, sobre todo, seguirle: «Al pasar [Jesús], vio a Leví de Alfeo, sentado junto al banco de los impuestos, y le dice: —Sígueme. Se levantó y lo siguió» (Mc 2,14). Y seguirle es descubrir, en definitiva, que él mismo «es el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6).


3.2.2. Palestina, como las poblaciones del Imperio, entraña diferentes clases sociales delimitadas por el rango, el honor y la riqueza. Estas categorías agrupan a la población, sobre todo en una sociedad agraria, en ricos que son los propietarios de extensos territorios, en campesinos y artesanos, y en marginados que viven a expensas de los anteriores. A la clase alta o aristocrática pertenecen los gobernantes, cuyas familias ocupan los puestos más relevantes en el ámbito político y militar. Constituyen una parte mínima de la población como las sagas de los sumos sacerdotes y los grandes mercaderes en Judea y los terratenientes en Galilea. Quizás no alcancen todos juntos ni el 1% de la población82. Ellos dan lugar a un subgrupo de gente que ejerce las funciones de jueces, mandos militares, recaudadores, mercaderes, administradores de fincas, propietarios de granjas, etc.

La mayoría de la población, un 80%, la forman los campesinos y artesanos, a los que se unen los soldados, los sacerdotes que sirven al templo, los funcionarios y recaudadores pertenecientes a los niveles más bajos, etc. Los trabajadores del campo lo hacen en tierras propias o arrendadas o como jornaleros en las grandes fincas. Por lo general, ganan para comer o perciben salarios de subsistencia. Por último, los marginados son los enfermos o impedidos para trabajar por cualquier causa física y psíquica, como los endemoniados, y los temporeros que dependen para todo de los que disponen los bienes tanto familiares como sociales. El equilibrio social en el ámbito económico es tan inestable, que p.e. una sequía prolongada o una guerra generalizada integra en este grupo a buena parte del conjunto de la sociedad83.


3.2.3. La
economía se basa fundamentalmente en la agricultura, la ganadería, la pesca y el comercio. El trabajo en la agricultura abarca todo el año. Se comienza con la labranza y siembra de los

82 Para darnos una idea de esto, en la Galilea natal de Jesús, cuando Herodes da un banquete por su cumpleaños «a los magnates, a sus comandantes y a la gente principal» (Mc 6,21), pueden sumar entre todos unas setenta familias, cf. JosEFo, Autobiograf a, 14,79. Versión de M. Rodríguez de Sepúlveda (Madrid 1994) 114.

83 Se adivinan los tres grupos en este párrafo de Josefo referente a la ciudad de Tiberíades: «En esta ciudad había tres facciones: la primera, la de los ciudadanos distinguidos, estaba dirigida por Julio Capelo. Él y los suyos [...] aconsejaban en aquel momento mantenerse fieles a los romanos y al Rey. [...] La segunda facción, formada por gentes poco significativas, se mostraba a favor de la guerra. Justo, el hijo de Pisto, que era el jefe de la tercera facción [los de la ciudad], aparentaba estar indeciso, pero deseaba ardiente-mente la revolución, porque pensaba que un cambio de gobierno le daría ocasión de obtener el poder. Así pues, se presentó en público e intentó hacer creer al pueblo que su ciudad había sido siempre la capital de Galilea, al menos en la época de su fundador Herodes el Tretarca, quien quería que la ciudad de Séforis dependiera de la de Tiberíades». Ibíd., 9,32-37, 106.

cereales en otoño (Mc 4,3-9par). Si no llueve, se siembra a final del invierno. Se labra con bueyes o asnos. Las recolecciones se inician con las del lino y le siguen las de la cebada, trigo y espelta. Para finales de la primavera y comienzo del verano se recogen los frutos, como los higos, se vendimia hacia el final del verano, y en otoño se tiene la recogida de la oliva. La tierra se usa de forma diferente. Hay pequeñas parcelas, donde se cultivan verduras y cereales, y grandes extensiones, que se parcelan y arriendan a granjeros con un contrato de arrendamiento (Mc 12,1-9par), bien sobre la producción de la cosecha, bien por la cantidad de terreno. Otras grandes extensiones de terreno las mantienen obreros contratados y dirigidos por un administrador (Mc 13,34-37par).

La ganadería comprende el ganado mayor, como el buey, el asno y, en menor grado, el bisonte y el cebú, y también se crían el caballo y el camello. Todos ellos son animales que se emplean para el trabajo, la carga y la carne. Más importante es el ganado menor, o los rebaños de ovejas y de cabras, qua dan leche, lana y carne, además de la piel que se emplea para cobertores, tiendas y odres. La figura del pastor aparece bastante en los Evangelios84. El cerdo, como animal impuro, se cría en territorio pagano (Mc 5,1-20par). En la avicultura prevalece la paloma, que se utiliza además como ave cultual85. Las gallinas ((Q / Lc 13,34; Mt 23,37), y toda clase de aves y pájaros se usan para la alimentación (Q/Lc 12,6; Mt 10,29).

La pesca es importante en Israel. El pescado y el pan son un alimento cotidiano para los pueblos costeros del Mediterráneo y del lago de Genesaret86. Se pesca con tres tipos de redes: las diktya, varias redes superpuestas de 10 a 20 metros de largas; amphiblestron, un red redonda con piedras fijas en los bordes (Mc 1,16par), y sagene, red de arrastre de 150 a 250 metros de larga y 5 metros de ancha, que la llevan varios barcos (Mt 13,47). Después el pescado se pone en salazón, se vende o come (Jn

84 Cf. Mc 6,34; 14,27; Mt 9,36; 12,11-12; 25,32; 26,31; Lc 2,8; 2,15.18.20; 14,5; 15,1-7; Jn 10,2-16; 21,15-16; etc.
85 Lev 12,6-8; Mc 11,16par; etc.
86 Cf. Q/Lc 11,11; Mt 7,9; Jn 6,9; etc.

21,9-14) y se limpian o remiendan las redes (Mc 1,19par). La bilis, el corazón y el hígado de los peces se usan como medicamentos (Tob 6,3-9), y muchas veces se le añade miel al pescado (Lc 24,42). Los ciento cincuenta y tres peces que pescan los discípulos a la señal de Jesús, una vez que ha resucitado, pueden significar las clases de peces conocidas en este tiempo (Jn 21,11).

En lo comercial Israel exporta trigo, aceite y vino, como cera, miel y bálsamo. Importa piedras preciosas, madera, hierro, etc. El comercio local es el más corriente. La fabricación, distribución y servicio se hace a pequeña escala para satisfacer las necesidades de la gente sencilla. Este comercio se realiza en la puerta de cada ciudad o pueblo, donde se intercambian toda clase de productos, además de existir profesionales de ciertos artículos artesanales trabajados con piel, hierro, madera, lana, etc. Hay alfareros, bataneros, tejedores, curtidores de piel, herreros, etc. Todas estas actividades provenientes de la agricultura, ganadería, pesca y artesanía exigen una formación específica, que se transmite de padres a hijos. Jesús es un especialista de la madera o de la piedra, tekton: «carpintero» o «artesano» e «hijo del carpintero [o del artesano]» (Mc 6,3; Mt 13,55).

Para el comercio se utiliza la moneda romana. Se cita en los Evangelios la dracma (Lc 15,8-10), moneda griega que equivale a tres cuartas partes de un denario (Mc 6,37par), que es de plata y la moneda más corriente del Imperio. Existen otras monedas inferiores de cobre, sobre todo el as (el dipondio vale dos ases; el sextercio cuatro ases o un cuarto de denario), con las que se hacen las transacciones comerciales ordinarias. Un denario vale de 16 a 24 ases, según sean los honorarios de los cambistas. Los Evangelios refieren el talento y la mina87, que no son nombres de una moneda, sino valores globales económicos, que descansan en monedas corrientes, como en este caso se apoyan sobre la dracma, generalmente de plata (6.000 dracmas para el talento y 100 dracmas para la mina). Para darse idea del coste de la vida, habida cuenta de sus fluctuaciones, con dos ases se pueden comprar cinco pajarillos (Q/Lc 12,6), o con un as dos pajarillos

87 Cf. Q/Lc 19,11-27; Mt 25,14-30; cf. 18,23-14.

(Q/Mt 10,29). Para comer cinco mil hombres, según el relato de la multiplicación de los panes, el coste es de 200 denarios, lo que da a entender que una porción de comida cuesta menos de un as (Mc 6,37). Dos denarios bastan para el alojamiento y el sustento de varios días en una posada de campo, como sucede con la ayuda que da el Buen Samaritano al hombre apaleado en el camino (Lc 10,35). En la parábola de los obreros, éstos son con-tratados por un denario al día (Mt 20,1-15).

Palestina debe pagar los impuestos a los romanos. Éstos son de dos clases. El tributum soli, que recae sobre la propiedad (tierras, casas, barcos, etc.) que es, más o menos, el 10% de la producción; y el tributum capitis sobre las personas adultas en edades comprendidas entre doce o catorce años y sesenta o sesenta y cinco años, y, al parecer, un denario por persona al año (Mc 12,14-17par). Por lo general se aplica a los varones, pero en la provincia de Siria se incluye a toda la población. Estos impuestos directos los recauda un procurador de finanzas a las órdenes del gobernador. También existen los impuestos indirectos, como los de las aduanas (Mc 2,14par; Lc 19,1-10) por pasar las mercancías por el país o por venderlas en sus mercados y tiendas; de manumisión de esclavos, etc. El impuesto del templo era de dos dracmas. Sobre este impuesto no hay problema para que la gente lo pague, incluso cobrarlo es fácil (Mt 17,24-27). Sin embargo, los impuestos directos o indirectos que recaban las instituciones políticas, especialmente las romanas, son muy impopulares. Éstos últimos los recaudan los llamados publica-nos, personas dedicadas a los negocios públicos. Ellos pagan a las autoridades, y después son libres de cobrar lo que estimen necesario para resarcirse. En este sentido, hay subcontratas para la recaudación de impuestos dadas a otras personas para las pequeñas ciudades, pueblos o aldeas (Mc 2,14-16par). Ellas son los que aparecen en los Evangelios como gente despreciada por el pueblo, y se les une a los pecadores (Mc 2,15-17par) como ladrones que son (Lc 19,1-10).

Los impuestos, por lo general, se pagan a través de tasas fijas, lo que favorece a los que poseen mucho. Tal hecho abre más el foso en la población, entre los ricos y los pobres. La riqueza se basa en la posesión de tierras heredadas, o adquiridas por insolvencia de los dueños, o compradas por comercian-tes venidos a más, o tomadas como botín de guerra (Mc 4,3par). En menor escala aparecen en los Evangelios ricos de otra clase, como el mercader que encuentra una perla preciosa (Mt 13,45-46), o el citado Zaqueo (Lc 19,1-10), o los propietarios de las ganaderías, sobre todo las que abastecen a los mercados y a los sacrificios en el templo. En cualquier caso, es difícil que la riqueza pase a manos nuevas. En la otra orilla de la vida, están los obreros eventuales, que trabajan en el campo (Mt 20,1-6), o en la pesca (Mc 1,20). Más desahogados viven los comerciantes y artesanos, como los propietarios de pequeñas parcelas de terreno, o granjas, etc., aunque condicionados por los imponderables de entonces, como las guerras, los saqueos, la irregularidad del tiempo, las enfermedades, etc. Casi sin estatuto de existencia están los esclavos, bien judíos, bien paganos, llamados siervos muchas veces, que son propiedad de otra persona como los animales88. Esta condición ínfima de la existencia es la que inspirará más tarde a la teología del Nuevo Testamento para compren-der la Encarnación. Jesús asumió la forma de esclavo para libe-rar al mundo de las ataduras del pecado y dar a todos los humanos la dignidad de hijos de Dios89.


3.2.4. La casa suele ser de una habitación, que forma un rectángulo de 6 x 4 metros. Cuando son muchos de familia se construye con un perímetro más grande. La edificación tiene dos espacios en uno de los lados o al fondo. El superior se utiliza para dormir. El inferior es donde se guardan los utensilios de trabajo y la comida, con tinajas para el aceite, el agua, etc. En un ángulo se tiene el horno, cuando la mayoría de las veces, en el campo, se cuece el pan fuera de la vivienda. También en la parte baja de la casa es donde pernoctan los animales, sobre todo en caso de lluvia. El muro que la rodea se alza sobre piedra de mampostería90 y está hecho con adobes o ladrillos. Cuando hay

88 Cf. Q/Lc 12,42-48; Mt 24,45-51; 17,7-9.
89 Cf. Flp 2,7; Rom 6,6; Gá14,3; 4,5.
90 Cf. Q/Lc 6,47-49; Mt 7,24-27.

ventanas, éstas son pequeñas, de unos 50 x 50 cm; de lo contrario, la puerta es la que ilumina la casa. La mujer que pierde la dracma, debe recurrir a encender una luz por la poca visibilidad91. La casa se utiliza casi sólo para dormir. La vida se hace en el atrio de la vivienda. También hay casas con dos o tres habitaciones y un patio interior, al que se entra directamente desde fuera. La casa noble tiene varias habitaciones, alrededor de un patio con un aljibe o una cisterna. Hay columnas y los techos son adintelados. La familia se reúne al atardecer muchas veces en las azoteas, hechas de troncos de madera cubiertas con barro. A la azotea se accede por una escalera exterior, en las casas pobres, o interior en las ricas. Al paralítico lo introdujeron en la casa abriendo un boquete en la azotea (Mc 2,4). La casa se cierra con una puerta de madera, que evita el peligro de noche y man-tiene alejados los malos espíritus. El cerrojo consiste en una barra de madera o hierro o una llave, hecha de metal o también madera. Quien tiene la llave es el amo de la vivienda o posee los derechos del dueño (Mt 16,19). Dentro de casa sólo se cierra con una puerta la despensa, que es un cuarto oscuro sin ventanas. Es la estancia a la que se refiere Jesús cuando una persona ora sola ante Dios (Mt 6,0.

La familia se forn a con un pacto entre los padres de los contrayentes, o de los clanes o tribus. La mujer es propiedad del marido (Gén 39,7-9), que aporta unos bienes a la familia de la novia. Los esponsales incluyen este pago. Después de un tiempo, la mujer pasa a casa de su marido. Desde este momento el hombre provee y protege a la mujer (Mt 1,20). En caso de repudio, el hombre queda libre, bien antes de llevarla a casa92, bien después93. La mujer contrae matrimonio a los trece o catorce años, y se la conduce solemnemente a casa del marido (Mt 25,1-13). El adulterio es un pecado grave, porque la mujer es el eslabón entre las familias y propiedad del marido. Se castiga con la lapidación o estrangulamiento. Probar un adulterio es difícil,

91 Cf. Lc 15,8; cf. Mc 4,21par; Mt 5,15; Lc 11,33; etc.
92 Cf. Mt 1,19; Lc 1,26-27; 2,5.
93 Cf. Mc 10,1-10; Mt 19,1-12.

porque debe aducirse la prueba de dos testigos que hubieran visto el hecho. Lo más rápido es sorprender a la pareja en la relación adulterina (cf. In 8,1-11).

En la extrapolación del matrimonio a las relaciones del Señor con Israel, se comprenden las invectivas que lanzaban los profetas94 cuando no eran fieles al Señor, pues el pueblo es propiedad de Dios y su vínculo de unión con los demás pueblos de la tierra. El hijo mayor del padre de familia tiene el derecho de primogenitura. Es un don del mismo Dios y le pertenece (Gén 22,10-13). Tiene derecho a heredar como dos hijos para mantener un status superior a los demás (Dt 21,17). El jefe del clan o el anciano de la familia puede retirar tal derecho (Gén 49,3-4) o el primogénito en cuestión está capacitado para renunciar, aunque fuera por un plato de lentejas (Gén 25,31-34).

Jesús es el primogénito de María (Mt 1,25; Lc 2,7); ella lo presenta al Señor (Lc 2,22) y ofrece dos tórtolas en el templo para purificarse, como una madre pobre: «Si no tiene medios para comprarse un cordero, que tome dos tórtolas o dos pichones: uno para el holocausto y el otro para el sacrificio expiatorio. El sacerdote hará la expiación por ella, y quedará pura» (Lev 12,8; cf. 12,6). La circuncisión del niño a los ocho días de nacer es una señal de entrega a Dios y pertenencia al pueblo elegido. Con ella se señala en la carne la alianza con el Señor y la disponibilidad para su servicio95. Por eso se le impone el nombre (Gén 17,5; Lc 2,21).

La educación corresponde al padre. La Torá sólo la aprenden los varones. Las mujeres se dedican a las labores de casa (Lc 10,38-42), y ésa es su formación, además de ayudar, a veces, al

94 Cf. Os 1-3; Is 1,21; Ez 16; Jer 23; etc.
95 La circuncisión es un rito muy antiguo, anterior ciertamente a Israel. Se hace al llegar la pubertad. Es un signo de propiedad o pertenencia a una determinada cultura o religión. Israel la aplica poco después de nacer, como leemos a los ocho días: «Este es el pacto, que hago con vosotros y con tus descendientes futuros y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones; circuncidaréis el prepucio, y será una señal de mi pacto con vosotros. A los ocho días de nacer, todos los varones de cada generación serán circuncidados...». Gén 17,10-14.

trabajo del marido. La madre instruye a los niños en los prime-ros años. Más tarde se le deja al padre la educación religiosa y profesional. Así puede decir Lucas sobre la enseñanza que María y José dan a Jesús: «El niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber; y el favor de Dios lo acompañaba» (Lc 2,40). A los ancianos se les respeta: «Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano» (Lv 10,32), ya que la longevidad se ve como una vida agradable a Dios (Prov 10,27). Es el don que le concede Dios a Simeón y Ana de saludar al Mesías (Lc 2,25.37). La familia, pues, descansa sobre el padre, con el que se forma la unidad social fundamental de Israel. El clan actúa como institución que protege a las distintas familias que constituye el padre. A él pertenecen la mujer, los hijos, los esclavos, la casa, los enseres y medios de existencia (Éx 20,17). La cohesión y unidad de la familia se muestra con las genealogías, donde consta el parentesco. Mateo une a Jesús a Israel como depositario de las pro-mesas mesiánicas. Parte, por tanto, desde Abrahán96. Lucas, en cambio, entronca a Jesús con Adán, cabeza de la humanidad (Lc 3,23-38) o de la «nueva» humanidad (Rom 5,12). Jesús pertenece a la familia humana e irfaelita.

Casa y familia, por consiguiente, ejercen una función social fundamental en la configuración de la población judía. Cuando los Estados no tienen más responsabilidad que el dominio de la población por la fuerza militar y la imposición de impuestos con una red administrativa débil, los restantes deberes sociales recaen sobre la familia. La educación, el trabajo y la economía, la justicia y la religión se practican con la dirección del paterfamilias, que a la postre es el último responsable del funcionamiento de la familia, sobre todo en la sociedad judía. Los tribunales funcionan para dirimir causas entre los jefes de las familias, pero dentro de éstas es el paterfamilias el que actúa como juez para las mujeres, los hijos, los parientes, los esclavos. Lo mismo podemos afirmar de la protección y cuidado de los miembros más débiles, como los huérfanos y las viudas (Mc 12,41-44; Hech 6,1) y de la defensa de los bienes y personas pertenecien-

96 Mt 1,1-17; cf. 2Sam 7,1; Is 7,14.

tes al clan frente a cualquier agresión externa. Deben rescatar a hermanos, tíos, sobrinos (Lev 25,47-49), bienes (25,25), o vengar ultrajes y muertes (Núm 35,9-34).


3.2.5. Por lo general la gente se viste con un ceñidor que va desde la cintura hasta las rodillas, que puede ser de piel, de lino o algodón (Jer 13,1-11; Mt 3,4). También se usa una túnica semi-larga, de lana o algodón, que a modo de camisa puede ir con mangas largas, o hasta el codo, o simplemente sin mangas (Jn 19,23). Es una vestidura amplia, que se sujeta con un cinturón y cae hasta las rodillas. En el trabajo, se remanga y los bordes se sujetan al cinto. Llevar dos túnicas, una como camisa sin man-gas, y otra con mangas y larga es para gente distinguida. Expresamente lo prohíbe Jesús para sus discípulos (Mc 6,9par), o «el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene» (Lc 3,11). Formando parte de la túnica está el cinto, hecho con lino, que se enrolla al cuerpo formando pliegues, y que a veces se usa de alforja para llevar el dinero (Mc 6,8par). El vestido exterior es el manto, confeccionado con tejido de lana más grueso, se echa sobre los hombros con aberturas para las manos. El manto se utiliza para montar en el asno, como alfombra (Mc 11,7-8par), para transportar productos (Éx 13,34), o para dormir (Éx 13,34; Dt 24,12-13). Cuando el manto o la túnica se tiñen de púrpura es signo de poder y riqueza (Lc 16,19), de poseer un reino (Jn 19,2), además de expresar el espíritu de la persona (19,23-24) y a la misma persona (Mc 5,27.29; 6,56). La forma de vestir de las mujeres es como la de los hombres, si bien la túnica interior es más larga y, quizás, llevan diferentes colores. A veces se ponen un chal que les cae sobre los hombros y espalda y les sirve para transportar cosas (Rut 3,15).

Para los viajes calzan sandalias, de piel o madera, atadas con una cordonera. En casa no se llevan como cuando se trabaja. Quitar las sandalias al entrar en casa y llevarlas en la mano es signo de esclavitud, pero los esclavos judíos están exentos de esta tarea. El Bautista no se cree digno ni siquiera de hacer esta tarea de esclavos para Jesús (cf. Jn 1,27), aunque también puede simbolizar entregar el papel de esposo a otro hombre, cuando se muere sin descendencia; en este caso, Juan admite que el verdadero esposo de Israel es Jesús (Mc 1,7par). Calzar al viajero que llega descalzo es, por el contrario, signo de acogida. Es lo que hace el padre del hijo pródigo (Lc 15,22). Para los viajes se lleva otro par, que también prohíbe Jesús97, pero no quiere decir que los discípulos viajen descalzos, según expresión de Marcos (6,9). Ir desnudos es signo de prisioneros o fugitivos (Mc 14,52); el mal vestido es el signo de Ios pobres (Mt 25,36-37).

Se tienen dos comidas al día, al mediodía y al anochecer98. La familia reunida come en el suelo (los ricos lo hacen sentados, con mesas [Mt 15,27]), y de una fuente común, donde también se moja el pan (Jn 13,26), que se cuece en las casas (Mt 13,33). El trigo se muele en el molino sea a mano sea movido por un asno (Mt 24,41). Se suele hacer para un día (Mt 6,11), por eso cuando se presenta un huésped de improviso hay que solicitarlo a los amigos o vecinos (Lc 11,5-8). El pan de cebada es el de los pobres (Jue 7,13); el de los ricos, de trigo (Dt 32,14). El pan es el alimento básico y signo de toda la vida (Jn 6,35-36), de la comunión y unión de la familia, del pueblo y de éstos con Dios (Sal 41,10; Jn 6). Las comías se acompañan con agua, o vino en las fiestas (Mc 14,23-25par), que se usa además para ciertas enfermedades (Lc 10,34; 1Tim 5,23). En sentido figurado, la vid y los sarmientos remiten a la unión con Cristo (Jn 15,1-8), y, como el perfume, el vino es símbolo de amor (Cant 1,2; 7,10; Jn 2,1-11). Las comidas se hacen con los productos que nombramos en la agricultura, ganadería y pesca, y se aderezan con aceite, que además sirve para curar heridas (Is 1,6), y sal (Mc 9,50par). Proverbios invita a la moderación cuando se come, naturalmente cuando hay para ello: «Sentado a la mesa de un señor, mira bien quién tienes delante; ponte un cuchillo a la garganta si tienes mucha hambre; no seas ansioso de sus manjares, que son comida engañosa» (23,2-3; cf. 6-8). Y el Deuteronomio recomienda que la comida se termine con una bendición: «... cuando comas hasta hartarte, bendice al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado» (8,10).

97 Cf. Q/Lc 10,4; Mt 10,10; cf. Mc 6,8-9; Lc 22,35.
98 Cf. Lc 14,12; 17,8; Jn 21,12.

 

Cuadro cronológico de Israel

 

Año Acontecimiento

1850 aprox. Abrahán emigra de Mesopotamia a Palestina

1250 aprox.  Moisés sale de Egipto

1200 aprox. Josué conquista Canaán. Establecimiento progresivo del pueblo

1030 aprox. Institución de la Monarquía

1010 aprox. Reinados de David y Salomón

721 Fin del reino de Israel por Sargón II que conquista Samaria

587 Destierro de los israelitas. Los babilonios toman Jerusalén.

 

Época Persa

539 b Ciro conquista Babilonia

538 Ciro da la libertad a los israelitas. Los judíos comienzan su retorno a Palestina

 

Época Griega

333 Alejandro Magno

300 Helenización de Palestina Se inicia la traducción griega de la Biblia

200 Los Seléucidas de Siria dominan Judea

167 Persecución de Antíoco Epífanes

166 Rebelión de los Macabeos

 

Época Romana

63 a.C Pompeyo conquista Jerusalén Hircano II, Sumo Sacerdote Antípatro, Ministro de Hircano

62 a.C Pompeyo se une a César y Craso Rebelión de Alejandro, hijo de Aristóbulo, e intervención de Gabino y Marco Antonio

54 a.C. Craso saquea el Templo

48 a.C. Pompeyo asesinado en Egigto César da libertad a la religión judía en el Imperio

47 a.C. Los hijos de Antípatro, Fasael, Josefo y Herodes, gobiernan Jerusalén, Masada y Galilea

        Herodes mata al rebelde Ezequías

43 a.C. Antípatro es envenenado

44 a.C. César asesinado

            Marco Antonio domina el Oriente

40 a.C. Los Partos invaden Siria y Palestina

            Herodes nombrado rey aliado por el Senado Romano

38 a.C. b Los Partos expulsados de Siria y Palestina Sosio Gobernador de Siria

37 a.C. a Herodes gobierna Palestina

31 a.C. Augusto vence a Marco Antonio en Accio

30 a.C. Marco Antonio se suicida

29 a.C.  Augusto Emperador

            Siria provincia del Imperio

9-6 a.C. Sencio Saturnino legado de Siria

7-6 a.C. Nacimiento de Jesús

6-4 a.C. b Quintilio Varo legado de Siria

4.a.C.  Muerte de Herodes el Grande
            Herodes Antipas gobierna Galilea, Arquelao Judea, Samaria e Idumea
            y Herodes Filipo Gaulanítida, Batanea, Traconítida y Auranítida
            Sublevación de Astronges, Simón y Judas el Galileo.

6 d.C.   Augusto destituye a Arquelao
            Judea provincia romana
            Coponio prefecto de Judea

14 d.C. Muerte de Augusto Tiberio Emperador

6-15? Anás, Sumo Sacerdote

9 a Marco Antípulo, prefecto de Judea

12 b Annio Rufo, prefecto de Judea

15 Valerio Grato, prefecto de Judea a Ismael ben Fiabi, Sumo Sacerdote

17 Simón ben Kámitos, Sumo Sacerdote

18 Caifás Sumo Sacerdote

26 Poncio Pilato prefecto de Judea

27 Predicación de Juan Bautista
     Jesús comienza su ministerio

30 Ejecución de Jesús

68 Los romanos destruyen Qumrán

70 Los romanos destruyen el templo y Jerusalén