El encuentro con Cristo en la
cárcel:
La historia de Raúl Orestes
Historia de un ex banquero argentino
MADRID, 11 mayo 2003 (ZENIT.org-VERITAS).-
«Si pudiera volver atrás y me dieran a elegir entre estar o no preso, no lo
dudaría, porque aquí encontré a Cristo», afirma Raúl Oreste, ex banquero
argentino condenado a 9 años de prisión por un delito contra la salud pública.
Primero estuvo en Soto del Real y ahora en Aranjuez (en España). Las rejas lo
limitaron físicamente, pero encontró en su corazón la libertad de los Hijos de
Dios.
Los «culpables» han sido un grupo de carismáticos que visitan las cárceles
llevando la alabanza y la alegría de Dios vivo y resucitado.
Raúl oyó el canto «Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad», y decidió
entrar atraído por aquella música que lo interpelaba.
«Estaban cantando, te invitaban a dar el testimonio, comencé a hablar, a pedir
perdón, reconocí mis errores y en ese instante sentí el Espíritu Santo», señala
Raúl, conmovido aún por el recuerdo de aquél momento.
«Ahora el Evangelio es mi hermano y la Palabra de Cristo resuena fuerte en mi
Corazón. Doy palabras de aliento, evangelizo a mis compañeros de celda, atiendo
a sus dudas sobre la fe», indica efusivamente.
Un día se encontró con el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco
Varela, cuando este celebró una Eucaristía en Soto del Real, y desde entonces
mantienen una amistad por carta y personal cuando Raúl sale de permiso.
El argentino de cabello blanco mueve las manos intentando dar cauce a toda esa
energía de quien se ha encontrado por la presencia del Resucitado: «Cristo me
ilumina, pero esa luz no llega sola, me fue regalada del cielo, esa luz fue
producto de los sufrimientos, llantos, desencuentros, peleas de patio, no poder
comunicarme con mi interior», manifiesta con énfasis, «hasta que un día, como
cabalgando en mis lágrimas, vi a Cristo, lo sentí, percibí su misericordia y
vino, y no vi al Dios de la barba blanca ni ángeles con alas, ni escuché la voz
de trueno. Simplemente, en un grito desesperado y en las cataratas de lágrimas,
estaba el Señor, el Padre de amor, y ahí encontré un segundo nacimiento. Como un
niño que va al encuentro de su madre abrí las puertas de mi alma».
Hoy Raúl es feliz, pero la plenitud que hoy llena su ser fue precedida por una
etapa de tinieblas después de que un cáncer arrebatara de su lado a su esposa.
Comenzó una vida de libertinaje. «No pude asumir la pérdida de mi amor profundo.
Iba en busca de amor y encontraba tormento», cuenta.
Una vez en España la policía lo detuvo en un hotel de Madrid cuando estaba de
tránsito hacia Formentera, donde poseía un café-concert, una inmobiliaria y una
galería de arte.
«No importa si era culpable o inocente, ése fue el comienzo del pandemónium que
llaman cárcel», explica. Lo condenaron por 9 años de los cuales ha cumplido ya
4.
Pero ahora se plantea dar un salto más en su fe: seguir a Dios a través de la
vida sacerdotal. «Si accedo al sacerdocio estaré logrando ayudar al prójimo. Lo
que más quiero es pastorear, estoy intensificando mis estudios de Teología»,
asegura.
Sobre el giro de 365 grados que dio su vida, añade que «los caminos de Dios son
inescrutables y marcan la vida del hombre; si uno logra transitarlos encuentra
hasta el mismísimo amor».
Raúl Oreste es también un escritor prolífico de poesías, cuentos y hasta de un
libro que está por publicar con su testimonio de conversión. También participa
activamente en la revista «El límite», que los propios presos elaboran gracias a
que cuentan con ordenador, impresora y el material necesario.
«El preso no está totalmente perdido, puede recuperarse», señala reflexivo. «Lo
que le pediría a los grupos de la Iglesia que visitan las cárceles y a las
Organizaciones No Gubernamentales es que podrían hacer más por los presos,
especialmente paliar la soledad que se encuentran cuando salen. Dejas la última
puerta y estás sólo, no tienes a nadie», se lamenta.
«No hace falta decir que hay que desarrollar instrumentos para incorporar
laboralmente a los presos y así no tengan que deliquir», declara.
Raúl pide a todos los cristianos oración por los presos y recuerda que del 4 al
11 de mayo es la Semana Internacional de Oración por los Presos que este año
tiene como lema «Kyrie Eleison: Señor, ten misericordia de nosotros», en la que
también se ora por las víctimas, los funcionarios de las prisiones y por los
familiares de los presos.