«El anglicanismo se va a pique; no es una Iglesia, sino más bien una asociación religiosa»


 

Habla el canónigo anglicano Edward Norman, que se ha convertido al catolicismo

Es un intelectual respetado dentro del anglicanismo, o al menos lo era hasta ahora. El canónigo Edward Norman anunció hace pocos días su salida formal de la comunión anglicana y su recepción en la Iglesia católica. Pero no pisa tras las huellas de otros conversos famosos como Chesterton. Es, según dicen, un converso «improbable», pues la mayoría de los anglicanos que «pasan» a Roma provenían de la ritualizada y conservadora «High church of England». En cambio, Norman siempre ha sido un exponente de la filocalvinista «Low church», como en su día lo fue J. H. Newman.


 



Norman, arriba a la derecha. Sobre estas líneas, «sacerdotisas» anglicanas

 

José Antonio Ullate - Madrid.-
Acaba de publicar un libro titulado «Anglican Difficulties» («Dificultades anglicanas»), considerado como un ataque feroz a la Iglesia de Inglaterra ¬al anglicanismo¬, pero Edward Norman, enfundado en la rigurosa sotana de canónigo canciller de York Minster, afirma con toda seriedad que su libro «no es una crítica». Poco después afirma: «En el corazón del anglicanismo existe un gran vacío: es la autoridad. El anglicanismo se está yendo a pique. Creo que no es una Iglesia; más bien es una asociación religiosa». O sea, para Norman, sencillamente, la Iglesia de Inglaterra no es una Iglesia.

   Edward Norman, notable experto en Historia eclesiástica, sostiene en su último libro, hablando de los sínodos generales de la Iglesia de Inglaterra, que «cualquier desacuerdo, en cualquier comisión, se resuelve evitando un debate sobre los principios. La cobardía moral más burda se presenta como un pronunciamiento sabio y la e quivocidad en la elaboración de las fórmulas de compromiso se ha convertido en una segunda naturaleza para los eclesiásticos. En realidad, hoy en día, el número de gente que responde a la enseñanza de la verdad es extremadamente pequeño».

   Pese a todo, Norman insiste en que su libro no habla del abandono del anglicanismo y que su ingreso en la Iglesia católica es una cuestión diferente. De hecho, ha sufrido un periplo sorprendente. En su juventud simpatizó abiertamente con las ideas marxistas. Como representante del ala más liberal del anglicanismo, fue abogado de la introducción del sacerdocio femenino.

No al sacerdocio femenino

«Al principio estaba a favor, de acuerdo a premisas liberal racionalistas, pero ahora estoy en contra, basado en la evidencia. Nos dijeron que [excluyendo a las mujeres] del ministerio sacerdotal, a éste le faltaba una completa dimensión de la humanidad, pero [con la incorporación de las mujeres] no ha llegado el enriquecimiento que esperábamos». No se detiene ahí y lanza una afirmación sorprendente: «Las mujeres enfatizan el cuidado, las relaciones, el sufrimiento, la curación y el amor. A los hombres les interesan la verdad, las ideas, el conflicto, el pecado, la maldad y la virtud. Por supuesto esto es una caricatura, pero creo que Nuestro Señor fue muy sabio al confiar el oficio del sacerdocio a hombres».

   No se detiene aún: «El sacerdocio trata de la enseñanza, no sólo de la comunicación de los sacramentos. Si se piensa que el cristianismo es sólo una cuestión de amor y de relaciones, entonces se lo lleva la corriente». Se da cuenta de que los oídos de los contemporáneos no está n acostumbrados a palabras tan rotundas, pero no se desdice y concluye, resignado, que «no se me ocurre cómo expresar esto en palabras que suenen aceptables para la cultura contemporánea».

Católico sin darse cuenta

Su discurso irrita a muchos y le sacan a relucir su pasado político, pues del comunismo inicial pasó en los años 70 a una fuerte crítica a la izquierda. El canónigo Norman responde tranquilamente: «No soy un político. Mi única ideología es el cristianismo clásico, sin reservas».

   El polémico canónigo cesará en todos sus cargos dentro del anglicanismo a mediados de mayo próximo y después será recibido en la Iglesia católica por un compañero de sus años de Cambridge, el padre Dermont Fenlon, del Oratorio de Birmingham, que fue fundado por el cardenal anglicano converso John Henry Newman, una de las figuras más sobresalientes del catolicismo inglés del siglo XIX. «El catolicismo es lo que siempre he creído, aunque no tenía la inteligencia de darme cuenta», concluye Norman.