¡Los
pobres son magníficos!
¡Son
maravillosos!
¡Los
pobres poseen una extraordinaria generosidad!
Nos
dan mucho más de lo que nosotros
les
damos a ellos.
*
Hoy día está de moda hablar de los pobres.
Por desgracia, no lo está hablarles a ellos.
*
Toda la desdicha de los pobres, no sólo su carencia de cosas materiales sino
también sus heridas espirituales, necesitan ser redimidas.
Deberíamos compartir con ellos, porque sólo si estamos unidos a ellos
podremos redimirlos, acercando sus vidas a Dios y, al propio tiempo, acercándolos
a Dios.
*
Una forma de satisfacer el hambre de nuestros hermanos consiste en compartir con
ellos lo que tenemos: compartir con ellos hasta el punto de sentir nosotros
mismos lo que sienten ellos.
*
Tengo la impresión de que andamos tan acelerados que ni siquiera tenemos tiempo
de mirarnos unos a otros y sonreírnos.
*
¿Compartimos con los pobres de manera parecida a como Jesús comparte con
nosotros?
*
Quienes quiera sean los pobres para nosotras son Cristo: Cristo bajo semblanza
de sufrimiento humano.
*
Las Misioneras de la Caridad están firmemente convencidas de que cada vez que
ofrecemos ayuda a los pobres es a Cristo a quien realmente proporcionamos ayuda.
*
Nuestra comida. nuestras ropas, deben ser las de los pobres.
Los pobres son el mismo Cristo.
*
Estoy convencida de que la tarea de la Iglesia en este hemisferio rico y
desarrollado es más difícil que en Calcula. En Yemen del Sur o en otras zonas
de la Tierra donde las necesidades de la gente se reducen a ropas para
defenderse del frío o a un plato de arroz con que saciar su hambre: algo que
les demuestre que hay quien les quiere.
Los problemas de la gente en Occidente son más profundos. Son problemas
que están arraigados en las profundidades de sus almas.
*
«Aun en el caso de que tuviéramos que expulsar a todos los misioneros—me
dijo el primer ministro de Etiopía—, no consentiremos que se vayan sus
Hermanas, porque me han dicho, y yo mismo he comprobado personalmente que es
verdad, que ustedes aman a los pobres y se ocupan realmente de ellos.»
*
Cuando un pobre muere de hambre, no es porque Dios se haya olvidado de él.
Sucede porque ni yo ni vosotros nos hemos preocupado de ofrecer a tal
persona lo que necesitaba.
Hemos rehusado actuar como instrumentos de amor en las manos de Dios para
ofrecer a un pobre, hombre o mujer, un trozo de pan, para procurarle una pieza
de ropa con que cubrirse del frío.
Sucede porque no hemos identificado a Cristo cuando, una vez más, se nos
mostró bajo el rostro del dolor, en un cuerpo humano aterido de frío, muriéndose
de hambre; cuando acudió a nosotros como un ser solitario, como un niño
perdido en busca de un hogar donde cobijarse.
*
Sentirse felices con Dios en este mundo supone algunas cosas: amar como Él ama;
ayudar como Él ayuda; dar como da Él; salvar como Él salva; permanecer en su
presencia las veinticuatro horas del día; experimentar su contacto en los
pobres y en las personas que sufren...
*
Muy pobre es el país donde se tolera privar de la vida al niño no nacido: un
niño creado a imagen de Dios, creado para vivir y para amar.
Su vida no está para ser destruida, sino para que viva, a pesar del egoísmo
de quienes temen la carencia de medios para alimentar y educar a un hijo más.
*
Cuando tocamos a un enfermo o a un necesitado estamos tocando el cuerpo doliente
de Cristo.
*
Los pobres nos reclaman.
Tenemos que acudir a su reclamo para amarlos.
Debemos interrogarnos si somos conscientes de la realidad.
¿Conocemos a los pobres de nuestro propio hogar?
*
A veces los pobres pueden tener hambre de algo más que de pan.
Es muy posible que nuestros hijos, nuestro marido, nuestra esposa, no
tengan hambre de pan, ni tengan necesidad de vestido y que no carezcan de
habitación.
Pero ¿estamos igualmente convencidos de que ninguno de ellos se siente solo,
abandonado, descuidado, desatendido, carente de cariño?
También eso es pobreza.
*
«Cristo, siendo rico, se hizo pobre» (2 Cor. 8, 9).
Si queremos imitar a Cristo, quien siendo rico se hizo pobre y practicó
la pobreza, tenemos que hacer lo que Él hizo.
Hay personas que desean ser pobres y viven como los pobres, pero al mismo
tiempo les gusta poseer objetos de valor.
Eso en realidad es ser ricos: quieren lo mejor de los dos mundos
Las Misioneras de la Caridad no pueden hacer esto: sería una contradicción.
Cristo habría podido elegir por morada un palacio real.
Sin embargo, para ser como nosotros, quiso serlo en todo salvo en el
pecado (cfr. Heb. 4, 15).
Nosotras, para ser como los pobres, hemos elegido ser como ellos en todo
salvo en su estado de miseria.
*
Si en la luna hay pobres, allí iré yo.
*
Las demandas, y por consiguiente las necesidades, son las mismas o parecidas en
cualquier parte del mundo donde nos encontremos.
A pesar de todo, creo que, en general, en Occidente las necesidades son
sobre todo espirituales.
Las necesidades materiales, en la mayoría de casos, suelen estar
cubiertas.
Se da más bien una inmensa pobreza espiritual.
*
Estamos al servicio de los pobres.
Pero ¿somos capaces, estamos deseosos de compartir su pobreza?
¿Nos identificamos con los pobres a los que servimos?
¿Nos sentimos solidarios con ellos?
¿Estamos dispuestos a compartir con ellos como Jesús comparte con
nosotros?
*
Hoy, como siempre, Cristo está en los pobres que no son amados, que carecen de
empleo, de cuidados, que no tienen ropas ni hogar.
En esos pobres que se llegan a considerar un peso para la sociedad y el
Estado.
Nadie
tiene tiempo para ellos.
Somos yo y vosotros, en cuanto cristianos dignos del amor de Cristo si
nuestro amor es auténtico, quienes tenemos que ir en su busca y ofrecerles
nuestra ayuda.
Ellos están ahí para que les salgamos al encuentro.
*
Los pobres, en cualquier parte del mundo donde se encuentren, son Cristo que
sufre.
En ellos vive y muere el Hijo de Dios.
A través de ellos Dios deja ver su rostro.
*
Todos los años que llevo sirviendo a los pobres me han ayudado a convencerme de
que ellos son quienes mejor comprenden la dignidad humana.
Cuando tienen un problema, no es por falta de dinero, sino porque se
atropella su derecho a ser tratados con humanidad y ternura.
*
Jesús viene a nuestro encuentro.
Salgamos a su encuentro para darle la bienvenida.
Viene a nosotros en los que tienen hambre, los que carecen de vestido,
los que no tienen a nadie, los alcohólicos, los drogadictos, las prostitutas,
los mendigos callejeros.
Es posible que venga a vosotros o a mí en el padre que no tiene a nadie,
en una madre, en un hermano, o en una hermana.
Si los rechazamos, si no les salimos al encuentro, estamos rechazando al
mismo Jesús.
*
Lo importante no es hacer muchas cosas ni hacerlo todo.
Lo que importa es estar preparados para todo, en todo momento.
Lo importante es estar convencidos de que, cuando servimos a los pobres,
servimos realmente a Dios.
*
La pobreza no ha sido creada por Dios.
Somos nosotros quienes hemos creado la pobreza.
Ante Dios, todos somos pobres.
*
Antes de juzgar a los pobres, tenemos que examinar con sinceridad nuestra
conciencia.
*
Si los países ricos legalizan el aborto, tales países se truecan realmente en
los más pobres del mundo.
*
Es a Jesús a quien brindamos cuidados, a quien visitamos, vestimos, alimentamos
y consolamos cada vez que hacemos esto con los más pobres entre los pobres, con
los enfermos, los moribundos, los leprosos, y con los enfermos de sida.
*
No deberíamos servir a los pobres como si fineses Jesús.
Debemos servirlos porque son Jesús.
*
Es más lo que nos dan los pobres que lo que pueden recibir de nosotros.
*
Para servir mejor a los pobres, debemos comprenderlos, y para comprender su
pobreza, no hay como experimentarla.
*
Hay muchas personas en derredor nuestro, y por todo el mundo, que están
dispuestas a compartir su vida con los pobres.
*
Decimos que amamos a Dios, a Cristo...
¿Cómo lo amamos?
No hay mejor manera de hacerlo que prestar servicio amoroso y gratuito a
los pobres más pobres.
*
Nuestro amor al prójimo debe ser igual que el que sentimos por Dios.
No tenemos necesidad de ir en busca de oportunidades para cumplir este
mandato.
Se nos ofrecen a cada momento, durante las veinticuatro horas del día,
dondequiera que nos encontremos.
*
Debemos tratar de ser amables y corteses los unos con los otros, y ser
conscientes de que no es posible amar a Cristo si no lo amamos en el prójimo .
*
Tenemos que salir al encuentro de los que no tienen a nadie, de los que son víctimas
de la peor de las enfermedades: la de no ser queridos, de ser indeseados, de
quedar fuera de todo cuidado.
En ellos encontraremos a Cristo, que está en le pobres y en los
abandonados.
*
Si los pobres no nos aceptasen, no seríamos nada.
Deberíamos estarles inmensamente agradecidos, porque nos brindan la
posibilidad de amar y servir en ellos a Jesús.
*
No es tarea nuestra indagar cómo nuestros asistidos han podido contraer una
enfermedad.
Ante nuestros ojos todos son iguales: todos son hijos de Dios.
*
El amor de los pobres más pobres viendo en ellos a Jesús mantendrá limpios
nuestros corazones.
*
La Eucaristía y los pobres: dos realidades que los cristianos no podemos
separar.
*
ya lo sé: hay millones y millones de pobres.
Yo pienso en uno a la vez.
Jesús no es más que uno.
Nosotras nos ocupamos de las personas individualmente.
A los hombres no se los puede salvar más que de uno en uno.
Señor,
por tu gracia, haz que los pobres, viéndome, se sientan atraídos por Cristo, y
lo inviten a entrar en sus casas y en sus vidas.
Haz
que los enfermos y los que sufren encuentren en mí a un verdadero ángel que
conforta y consuela.
Haz
que los pequeños que encuentro en las calles se abracen a mí porque les hago
pensar en Él, el amigo de todos los pequeños.
*
Los pobres nos brindan lecciones auténticas.
Es
siempre más lo que ellos nos dan a nosotros que lo que nosotros les damos a
ellos.
Abre
nuestros ojos, Señor, para que podamos verte a Ti en nuestros hermanos y
hermanas.
Abre
nuestros oídos, Señor, para que podamos oír las invocaciones de quien tiene
hambre, frío, miedo, y de quien se siente oprimido.
Abre
nuestros corazones, Señor, para que aprendamos a amarnos los unos a los otros
como Tú nos amas.
Danos
de nuevo tu Espíritu, oh Señor, para que nos volvamos un solo corazón y una
sola alma en tu nombre. Amén
*
Los contemporáneos de Jesús no quisieron aceptarlo porque su pobreza
contrastaba con la ambición que ellos tenían de enriquecerse.
*
Dios no ha creado la pobreza,
La hemos creado nosotros con nuestro egoísmo.
*
Es muy hermosa una costumbre bengalí según la cual, antes de ponerse a comer,
se toma un cazo de arroz para dárselo a los pobres.