SAN GREGORIO NACIANCENO

 

Nació el año 329-330 cerca de Nacianzo, en la Capadocia (Asia menor). Durante su juventud frecuentó la escuela de Cesarea de Capadocia, y más tarde la escuela cristiana de Cesarea de Palestina, donde aprendió Retórica, y la de Alejandría. Por fin pasó a Atenas y se dedicó a la Filosofía, con maestros cristianos y paganos. Allí comenzó su amistad con San Basilio el Grande, que iba a durar toda la vida.

Cuando Basilio marchó a Capadocia para consagrarse a Dios, Gregorio permaneció en Atenas. No obstante, casi en secreto, un día abandonó la ciudad y regresó a Nacianzo. Allí recibió el Bautismo y se dedicó a la vida monástica junto a Basilio. En la Navidad del 361 fue ordenado sacerdote, y en el año 372 fue consagrado obispo de Sásima por San Basilio, entonces metropolita de Capadocia, aunque nunca llegó a tomar posesión de su sede, pues fue puesto al frente de la Iglesia en su ciudad natal.

A la muerte del emperador arriano Valente, los católicos de Constantinopla le pidieron que se hiciera cargo de la reorganización eclesiástica de la capital. En mayo de 381 se celebró el I Concilio de Constantinopla, en el que—además de condenar el arrianismo—se nombró a Gregorio Arzobispo de la ciudad. Pero disgustado por algunas disensiones, renunció a la sede y regresó a Nacianzo, hasta el nombramiento del nuevo Obispo de esta ciudad, en el año 384. Entonces, cumplida su misión, Gregorio se retiró a la finca donde había nacido, para dedicarse a la contemplación y a escribir libros, hasta que le sobrevino la muerte en el año 390.

La obra literaria de San Gregorio, no muy abundante, se puede clasificar en discursos, poemas y cartas. No compuso ningún comentario b'blico, ni ningún tratado dogmático científico. Pero tanto en prosa como en verso, brilla por encima de sus contemporáneos por la perfección de su estilo.

LOARTE