OCTAVA CATEQUESIS 1

«Del mismo, a los nuevos iluminados, y sobre el dicho del 
Apóstol: Si alguno está en Cristo, nueva creación es; lo viejo pasó; 
mira: todas las cosas son hechas nuevas» 2, 

Alegría de la Iglesia por los nuevos bautizados

1. Hoy veo la asamblea más radiante que de costumbre, y a la 
Iglesia de Dios en el colmo del gozo por sus propios hijos. 
Porque, lo mismo que una madre amorosa, cuando ve a sus 
hijos formando corro en su derredor, se llena de gozo, salta de 
alegría y se deja llevar en alas del contento, así también esta 
madre espiritual, cuando mira sus propios hijos, se alegra y exulta, 
pues se ve a sí misma como ubérrimo campo, orgullosa de estas 
espigas espirituales. 
Y considera, querido, el exceso de la gracia, pues ya ves, ¡en 
una sola noche, cuántos hijos alumbró de una vez esta madre 
espiritual! 3. 
Y no te maravilles, porque así son los alumbramientos 
espirituales: no necesitan de tiempo ni de un período de meses. 

2. ¡Ea pues, gocémonos también nosotros con ella y 
participemos de su alegría! 
Porque, si por un pecador que se convierte hay alegría en el 
cielo 4, mucho más conviene que nosotros, por tan gran 
muchedumbre, saltemos de gozo, nos alegremos y glorifiquemos al 
Dios de bondad por su insondable don. 
En efecto, la grandeza del don de Dios verdaderamente 
sobrepasa todo discurso. ¿Qué inteligencia, qué mente, qué 
razonamiento podrá comprender el exceso de bondad de Dios y la 
grandeza de los dones inefables con que ha agraciado a la 
naturaleza humana? 

3. Efectivamente, los que ayer y anteayer, esclavos del demonio 
y sin confianza alguna, estaban bajo la tiranía del diablo y, como 
cautivos, andaban traídos y llevados de Ceca en Meca, mira, ¡hoy 
han sido admitidos en el rango de hijos de Dios y, tras 
desprenderse de la carga de los pecados y ponerse la vestidura 
real, compiten en resplandor casi con el mismo cielo, y 
apareciendo con una luz más fulgurante que estas estrellas que 
vemos, deslumbran la vista de cuantos los miran! 
Aquellas, efectivamente, brillan únicamente en la noche y nunca 
podrían brillar en pleno día. Éstos, en cambio, resplandecen por 
igual de noche y de día, porque son estrellas espirituales y 
rivalizan con la misma luz del sol, mejor aún, la sobrepasan en gran 
medida. 
Efectivamente, si Cristo el Señor se sirvió de esta imagen para 
mostrar el resplandor de los justos en el siglo futuro, cuando dijo: 
Entonces los justos resplandecerán como el sol 5, no fue para 
indicar que brillan solamente tanto, sino porque le era imposible 
hallar otro ejemplo sensible más brillante que el sol; por eso 
comparó con esta imagen la condición de los justos. 

4. Así pues, abracemos también nosotros hoy a éstos, que 
pueden brillar más que las estrellas y rivalizan con el fulgor de los 
rayos del sol, y no nos limitemos a estrecharlos con estas manos 
corporales, sino también demostrémosles nuestro cariño con 
nuestro aliento espiritual y exhortémosles a reflexionar en el 
exceso de la generosidad del Señor y en el fulgor del vestido que 
han sido considerados dignos de llevar: Porque -dice- todos los 
que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estéis vestidos 6, y 
así, que en adelante hagan y obren todo como quien tiene con él 
conviviendo a Cristo, el Creador de todo y Señor de nuestra 
naturaleza. Y cuando digo a Cristo, digo también al Padre y 
también al Espíritu Santo, pues, de hecho, Él mismo pronunciaba 
esta promesa: Si alguno me ama y guarda mis mandamientos, yo y 
mi Padre vendremos a él y haremos en él morada 7. 

5. Este hombre, en adelante, aunque camine por la tierra, se 
comportará tal como si viviese en los cielos, con el pensamiento y 
la imaginación puestos en las cosas de arriba, y sin temor ya a las 
asechanzas del perverso demonio.
Efectivamente, cuando el diablo vea semejante cambio y que los 
que anteriormente estaban bajo su dominio han sido elevados a 
tan gran altura y han sido considerados dignos de tanta bondad 
por parte del Señor, se marchará avergonzado, sin atreverse tan 
solo a mirar a la cara, porque no soporta los destellos que de allí 
emanan, antes bien, deslumbrado por la ráfaga de luz que de allí 
emiten, vuelve la espalda y se va. 

6. Vosotros, por el contrario, los nuevos soldados de Cristo, los 
inscritos hoy en el censo de ciudadanos del cielo, los convidados a 
este festín espiritual y que estáis a punto de gustar la mesa real: 
demostrad un celo digno de la grandeza de los dones, y así os 
ganaréis de lo alto mayor abundancia de gracia. 
Efectivamente, nuestro Señor, bondadoso como es, en cuanto 
vea que somos agradecidos por los bienes ya otorgados y que 
hemos demostrado mucha circunspección en torno a la grandeza 
de los dones, nos prodigará la gracia y, por poco que 
contribuyamos nosotros, El por su parte nos honrará con mayores 
dones. 

Pablo, modelo del nuevo bautizado

7. También Pablo, el maestro del universo, que primero 
perseguía a la Iglesia y, circulando por todas partes, arrastraba a 
hombres y mujeres 8, y todo lo confundía y perturbaba con las 
muestras de su inmenso furor, en cuanto gustó de la bondad del 
Señor y, deslumbrado por la luz inteligible, se desprendió de las 
tinieblas del error y fue conducido de la mano a la verdad y por 
medio del bautismo se lavó de todos sus pecados cometidos 
anteriormente, al instante y sin dejarlo al azar, el que antes todo lo 
hacía en favor de los judíos y asolaba a la Iglesia, se puso a 
confundir a los judíos que habitaban en Damasco, proclamando 
que el crucificado es el Hijo de Dios en persona 9. 

8. ¿Has visto alma mejor dispuesta? ¿Ves cómo por medio de 
los hechos mismos nos muestra que también anteriormente había 
obrado por ignorancia? ¿Ves cómo por la experiencia misma de los 
hechos nos enseña a todos nosotros que con toda justicia se le 
consideró digno de la bondad de lo alto y se le introdujo de la 
mano en el camino de la verdad? 
Cuando Dios en su bondad ve, efectivamente, al alma bien 
dispuesta, pero extraviada por causa de la ignorancia, no la 
desprecia, ni la deja mucho tiempo sin su ayuda providente, al 
contrario, da pruebas de que aporta todo cuanto de Él depende, 
sin descuidar nada de cuanto pueda contribuir a nuestra salvación, 
con una sola condición: que nosotros mismos nos hagamos dignos 
de atraer con abundancia la gracia de lo alto, como hizo este 
bienaventurado Apóstol. 

9. Efectivamente, como quiera que todo lo que hacía 
anteriormente lo hacía por ignorancia y, pensando que con su celo 
no hacía más que defender la Ley, se convertía en causa de 
perturbación y desorden para todos, en cuanto aprendió del mismo 
legislador que iba por camino contrario y que sin darse cuenta se 
estaba precipitando en los abismos, no lo retardó, no lo difirió, sino 
que inmediatamente, nada más iluminarle la luz inteligible, se 
constituyó en heraldo de la verdad, y los primeros que quiso 
conducir al camino de la piedad fueron aquellos mismos para 
quienes llevaba las cartas de parte de los sumos sacerdotes, 
según él mismo decía en su arenga a la muchedombre judía: 
Como también el sumo sacerdote me es testigo, y todo el colegio 
de los ancianos, que habiendo yo recibido de ellos cartas, me 
dirigía hacia Damasco en busca de los sumos sacerdotes, con la 
intención de poder traer presos a Jerusalén a cuantos allí estaban 
10. 
10. ¿Le viste furioso como un león y dando vueltas por todas 
partes? 11. Míralo de nuevo mudado repentinamente en manso 
cordero, y al que antes de esto apresaba, arrojaba en las cárceles 
y acosaba y perseguía a todos los creyentes en Cristo, de repente, 
míralo descolgado por el muro en una espuerta, por causa de 
Cristo, para escapar a las asechanzas de los judíos. Míralo en otra 
ocasión enviado a Cesarea durante la noche y de allí remitido a 
Tarso, para evitar que la furia de los judíos lo despedazase 12. 
¿Ves qué cambio, querido? ¿Ves qué transformación la suya? 
¿Ves cómo en cuanto gustó la generosidad de lo alto, él 
contribuyó largamente con cuanto estaba en su mano, a saber: el 
celo, el fervor, la fe, el valor, la paciencia, la nobleza de alma, la 
voluntad impávida? Por esta razón fue también considerado digno 
de mayor apoyo de arriba, y de ahí que, escribiendo, dijera: Yo he 
trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios, 
que está conmigo 13. 

11. Imitad a éste, os lo suplico! También vosotros, los que ahora 
habéis sido considerados dignos de entrar bajo el yugo de Cristo y 
habéis gustado la adopción filial, y ya inmediatamente, desde el 
comienzo, demostrad un fervor y una fe en Cristo tan grandes 
como para atraer sobre vosotros de arriba una gracia mayor, 
hacer más resplandeciente el vestido que os han regalado y gozar 
de más abundante benevolencia de parte del Señor. 
Efectivamente, si a pesar de no haber hecho todavía ni una sola 
obra buena, antes bien, estando cargados con tantos pecados, él, 
imitando su propia bondad, os consideró dignos de tan grandes 
dones -pues no solamente os libró de los pecados y os justificó 
con su gracia, sino que también os hizo santos y os dio la adopción 
filial-, pues se anticipó regalándoos tantos dones, con tal que 
vosotros os apresuréis, después de tantos dones, a contribuir con 
cuanto esté en vuestra mano, y junto con la guarda de lo ya 
recibido, demostréis rigor en la conducta, ¿cómo no vais a ser 
considerados dignos otra vez de mayor generosidad? 

El bautismo como nueva creación

12. /2Co/05/17: Escuchaste hoy al bienaventurado Pablo, el 
padrino de boda 14 de la Iglesia, que, escribiendo, decía: De modo 
que si alguno está en Cristo, nueva creación es 15. Para que no 
pensemos que lo dicho se refiere a esta creación sensible, señaló 
esta condición: Si alguno está en Cristo; con ello nos enseña que, 
si alguno se pasa a la fe en Cristo, nos muestra una nueva 
creación. 
Porque, dime, ¿qué provecho puede haber en ver un cielo 
nuevo y nuevas las demás partes de la creación? ¿Tanto como 
ganancia en ver a un hombre pasar del vicio a la virtud y del error 
a la verdad? 
Pues a esto, efectivamente, llamaba nueva creación aquel 
bienaventurado, y por eso añadió en seguida: Las cosas viejas 
pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas! 16; con ello 
nos daba a entender más o menos que, después de despojarse 
como de un vestido viejo de la carga de los pecados por medio de 
la fe en Cristo, los recién liberados del error e iluminados por el sol 
de justicia se ponían este nuevo y resplandeciente vestido y túnica 
de reyes. Por esto decía: Si alguno está en Cristo nueva creación 
es; las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas 
nuevas! 

13. Efectivamente, ¿cómo no van a ser nuevas e inimaginables, 
cuando el que ayer y anteayer estaba entregado a la molicie y a la 
glotonería de golpe abraza la continencia y la vida frugal? 
¿Como no van a ser nuevas e inimaginables todas las cosas, 
cuando el que antes era un libertino y se consumía en los placeres 
de la vida presente, de pronto se hace superior a sus pasiones y, 
como si no estuviese revestido de un cuerpo, así se pone a 
conquistar la templanza y la castidad? 

14. ¿Ves cómo lo ocurrido es realmente nueva creación? En 
efecto, la gracia de Dios sobrevino, remodeló y transformó las 
almas, y las convirtió en otras diferentes de las que eran, no 
cambiando su esencia, sino transformando su voluntad y no 
dejando que en adelante el tribunal de los ojos de la mente juzgue 
contrariamente a la realidad 17: como quien quita una legaña de 
los ojos, les permitió ver con exactitud la fealdad y disformidad del 
vicio y la mucha belleza y resplandor de la virtud. 

15. ¿Ves cómo el Señor cada día obra una nueva creación?
Porque, dime, ¿qué otro hubiera persuadido a un hombre que 
con frecuencia consumía toda su vida en los placeres de la vida y 
que adoraba a las piedras y a la madera 18 por creerlas dioses, a 
que de repente se lanzase a tal altura de virtud que pudiera, de 
una parte, despreciar y mofarse de todo aquello y ver piedras en 
las piedras lo mismo que madera en la madera, y de otra, adorar al 
creador de todas las cosas y preferir la fe en él a todos los bienes 
de la vida presente? 

16. FE/NUEVA-CREACION: ¿Ves cómo se llama nueva creación 
a la fe en Cristo y al regreso a la virtud? Por tanto escuchemos 
todos, os lo suplico, los que fuimos iniciados antes y los que 
acaban de gustar la generosidad del Señor, la exhortación del 
Apóstol, que dice: Las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas 
son hechas nuevas!, y olvidados de todo lo anterior, 
transformemos nuestra propia vida, como ciudadanos de un nuevo 
régimen de vida, y con el pensamiento clavado en la dignidad del 
que mora en nosotros, hablemos y obremos consecuentemente en 
todo. 

El resplandor del nuevo bautizado

17. Efectivamente, si los hombres que reciben cargos 
mundanos y que muchas veces llevan sobre el vestido que los 
envuelve la marca de las imágenes imperiales, gracias a la cual 
aparecen dignos de crédito ante los demás, nunca se permitirían 
obrar lo que fuese indigno de ese vestido con las insignias 
imperiales; y si alguna vez lo intentasen ellos, tienen a muchos que 
se lo impedirían; e incluso si otros quisieran maltratarlos a ellos, el 
vestido que llevan puesto les aportaría suficiente seguridad para 
no sufrir nada desagradable, con mucha mayor razón es justo que 
quienes tienen a Cristo morando, no sobre el vestido, sino sobre el 
alma, y con Él a su Padre y la presencia del Espíritu Santo, den 
pruebas de tener gran seguridad, y por su cabal conducta 
evidencien ante todos su personal condición de portadores de la 
imagen imperial. 

18. Lo mismo, efectivamente, que aquellos, al mostrar sobre el 
vestido a la altura del pecho las imágenes imperiales, se ponen en 
evidencia ante todos, así también nosotros, los que de una vez por 
todas fuimos revestidos de Cristo y considerados dignos de tenerlo 
morando en nosotros, si de verdad le queremos, mediante una 
vida perfecta, incluso callando, podremos mostrar a todos la fuerza 
del que mora en nosotros. 
Y de la misma manera que ahora el despliegue de vuestro 
indumento y el brillo de las vestiduras atraen todas las miradas, así 
también, y para siempre, con tal que lo queráis y conservéis el 
resplandor de vuestra regia vestimenta, podréis con mucha más 
exactitud que ahora, por medio de una conducta según Dios y muy 
cabal, atraeros a todos los que os miran a un mismo celo y a la 
glorificación del Señor. 

19. Por esta razón, indudablemente, decía Cristo: Alumbre 
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras 
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos 
19. 
¿Ves cómo exhorta a que alumbre la luz que hay en nosotros, 
no a través de los vestidos, sino mediante las obras? En efecto, al 
decir: Alumbre vuestra luz, añadió: Para que vean vuestras buenas 
obras. 
Esta luz no se detiene en los límites de los sentidos corporales, 
sino que ilumina las almas y las mentes de los que miran, y tras 
disipar la tiniebla de la maldad, persuade a los que la reciben a 
que alumbren con luz propia e imiten la virtud. 

20. Alumbre -dice- vuestra luz delante de los hambres. Y dijo 
bien: delante de los hombres. «Vuestra luz -dice- sea tan grande 
que no solamente os ilumine a vosotros, sino que alumbre también 
delante de los hombres que necesitan abundancia de ella». 
Por consiguiente, como esta luz sensible ahuyenta la oscuridad 
y hace que caminen recto los que han tomado este camino 
sensible, así también la luz espiritual que proviene de la óptima 
conducta ilumina a los que tienen la vista de la mente enturbiada 
por la oscuridad del error y son incapaces de ver con exactitud el 
camino de la virtud, limpia la legaña de los ojos de sus mentes, los 
guía hacia el buen camino y hace que en adelante marchen por el 
camino de la virtud. 

21. Para que vean vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre 
que está en los cielos. «Vuestra virtud -dice-, vuestra exactitud en 
la conducta y el éxito de vuestras buenas obras excite a los que os 
ven a glorificar al común Señor de todos». 
Así pues, cada uno de vosotros, os lo suplico, ponga toda su 
diligencia en vivir con tal exactitud que eleve hasta el Señor la 
alabanza de todos los que os miran. 

22. Por esta razón también aquel bienaventurado imitador de 
Cristo y maestro de la conducta óptima, que recorría el mundo y 
todo lo hacía por salvación de los hombres, decía escribiendo: Si 
alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; 
mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas! 20, casi como 
exhortándonos diciendo: «Te quitaste el viejo vestido y tomaste el 
nuevo, que tiene un resplandor tan grande que puede rivalizar con 
los rayos del sol: mira cómo te las arreglas para que puedas 
conservar con ese mismo brillo la belleza del vestido». 
Efectivamente, mientras aquel malvado demonio, enemigo de 
nuestra salvación, vea que este nuestro vestido espiritual sigue 
resplandeciente, no osará ni siquiera acercarse, pues tanto teme 
él su resplandor: le ciega el fulgor que de allí salta. 

23. Por eso, os lo suplico, ya desde los mismos comienzos, 
presentad la lucha sin cuartel y mostrad la intensidad del 
resplandor haciendo por todos los medios que la belleza de este 
vestido sea más luminosa y más refulgente. Y que de nuestra 
lengua no salga una sola palabra vana y sin más, antes bien, 
examinemos primero si tiene alguna utilidad y si puede ofrecer a 
quienes la oigan alguna edificación, y aun entonces profiramos las 
palabras con mucho temor, como si a nuestro lado tuviéramos a 
alguien escribiéndolas, sin olvidar lo dicho por el Señor: Mas yo os 
digo que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella 
darán cuenta en el día del juicio 21. 

24. Por consiguiente, que tampoco se dé entre vosotros 
conversación de cosas terrenas, inútil y sin provecho, porque 
hemos escogido para en adelante una vida nueva y diferente, y 
conviene que obremos en consecuencia con esta vida, para no 
hacernos indignos de ella.
¿No veis en los cargos terrenales cómo a los que se afanan por 
formar parte de lo que ellos llaman Senado las leyes humanas les 
impiden realizar algunas acciones que a los demás se les permiten 
con toda libertad? 
Pues de la misma manera lo justo sería que vosotros, los recién 
iniciados, y nosotros, los que de antes fuimos considerados dignos 
de esta gracia, inscritos como estamos una vez por todas en el 
Senado espiritual, no tuviéramos ya parte en las mismas obras que 
los demás, sino que diéramos pruebas de rigor en la lengua y de 
limpieza en la mente, y educáramos cada uno de nuestros 
miembros para que no emprendan obra alguna que no reporte al 
alma gran provecho. 

25. ¿De qué estoy hablando? De que la lengua se ocupe 
únicamente de himnos, de glorificación, de lectura de las divinas 
palabras y de conversaciones espirituales, pues dice: Si sale 
alguna palabra buena, sea para edificación, para que dé gracias a 
los oyentes. Y no contristéis al Espirita Santo de Dios, con el cual 
estéis sellados 22. 
¿Ves? El no hacer lo dicho tiende a contristar al Espíritu Santo. 
Por esta razón, os lo suplico, pongamos todo nuestro empeño en 
no obrar nada que contriste al Espíritu Santo, y si hemos de salir, 
no busquemos afanosos las reuniones perjudiciales, ni los 
encuentros insensatos y llenos de boberías, sino al contrario, ante 
todo, que nada nos sea más preferible que las casas de oración y 
que las reuniones donde se conversa sobre temas espirituales. 

26. Y todo cuanto nace de nosotros que vaya impregnado del 
mayor decoro, pues dice: El atuendo del hombre, su risa y su 
andar delatan lo que él es 23. 
En efecto, el semblante externo podría muy bien ser clara 
imagen de la disposición del alma, pero su belleza la pone de 
manifiesto muy particularmente el movimiento de los miembros. 
Y si caminamos por la plaza, sea tal nuestra andadura y dé 
pruebas de tanta serenidad y aplomo que todos cuantos nos 
encuentren se vuelvan a contemplarnos. Que el ojo no parezca ser 
un azogue ni los pies trastrabillen; que la lengua profiera las 
palabras con sosiego y suavidad, y en fin, que todo nuestro 
exterior revele la belleza del alma que está dentro, y que en 
adelante nuestra conducta resulte extraña y cambiada, puesto que 
nuevo y extraño es lo que hemos comenzado, como muestra el 
bienaventurado Pablo cuando dice: Si alguno está en Cristo, nueva 
creación es 24. 

27. Y para que aprendas que es nuevo e inimaginable lo que 
nos han dado, los que antes de esto éramos más despreciables 
que el barro y, por así decirlo, nos arrastrábamos por tierra, de 
repente nos tornamos más resplandecientes que el oro y 
cambiamos la tierra por el cielo. 
Y ésta es la razón de por qué son espirituales todos los dones 
que se nos han hecho. Efectivamente, espiritual es nuestro 
vestido, espiritual nuestra comida y espiritual nuestra bebida. La 
consecuencia es que en adelante, también nuestras obras y todas 
nuestras acciones deberían ser espirituales. 
Éstas son efectivamente fruto del Espíritu, como dice también 
Pablo: Mas el fruto del Espirita es: amor, alegría, paz, entereza de 
ánimo, agrado, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales 
cosas no hay ley 25, dice. 
Con razón habló así, pues quienes se esfuerzan por lograr la 
virtud están por encima de la ley, y no sujetos a ella, pues dice: La 
ley no está puesta para el justo 26. 

28. Luego, después de explicarnos el fruto del Espíritu, añadió: 
Y los que son de Cristo crucificaron su carne con sus pasiones y 
concupiscencias (/Ga/05/24) 27, como quien dice: la incapacitaron 
para obrar el mal, la redujeron a objeto inerte, la vencieron de tal 
modo que podía estar por encima de las pasiones y apetitos. 
Esto es, efectivamente, lo que Pablo quería significar cuando 
dijo: crucificaron. Lo mismo que el que está clavado en la cruz y 
horadado con aquellos clavos, molido por los dolores y, por así 
decirlo, traspasado de parte a parte, nunca podría ser perturbado 
por el apetito carnal, al contrario, tiene desterrados toda pasión y 
todo apetito, porque el dolor no deja sitio alguno para las 
pasiones, así también los que se han consagrado a Cristo: de tal 
modo se han clavado a él y se han reído de las necesidades 
corporales que es como si se hubiesen crucificado a sí mismos con 
sus pasiones y apetitos 28. 

29. Así pues, nosotros, los que ya somos de Cristo, nos hemos 
revestido de Él y hemos sido considerados dignos de su comida y 
de su bebida espirituales, regulemos nuestras propias vidas como 
corresponde a quienes naca tienen en común con las realidades 
de la vida presente. 
En efecto, nos hemos empadronado en otra ciudad, en la 
Jerusalén de arriba. Por eso, os lo suplico, presentemos obras 
dignas de aquella ciudadanía, para que, bien porque por ellas 
practicamos la virtud, bien porque por ellas invitamos a los demás 
a glorificar al Señor, podamos atraernos abundante benevolencia 
de lo alto. 
Porque, cuando nuestro Señor es glorificado, Él por su parte 
también derrama con gran abundancia entre nosotros sus propios 
dones, como quien ha aceptado nuestros buenos sentimientos y 
sabe que no deposita sus propios beneficios en manos 
desagradecidas e injustas. 

30. Sé que hice largo el sermón. Perdonadme, sin embargo, el 
gran cariño que os tengo fue extendiendo y alargando nuestra 
instrucción. Y es que, al ver vuestra riqueza espiritual, y porque 
conozco la furia del perverso demonio y que ahora sobre todo es 
cuando necesitáis el apoyo y la vigilancia, por eso os exhorté a 
que cada día permanezcáis sobrios, estéis despiertos y demostréis 
vuestra continua vela y vigilancia en torno de vuestro tesoro 
espiritual, para que el enemigo de nuestra salvación no pueda 
encontrar ni un solo resquicio. 

31. Así pues, los pactos que hicisteis con el Señor y que 
escribisteis, no con tinta ni en papel, sino con la fe y la confesión 
29, guardadlos firmes e inconmovibles. Y esforzaos por 
permanecer durante todo el tiempo de vuestra vida con el mismo 
resplandor. 
Porque es posible, efectivamente, con tal de querer nosotros 
contribuir continuamente con nuestra parte, no sólo mantener el 
mismo resplandor, sino también hacer que sea más rutilante el 
ámbito de estos nuestros vestidos espirituales, puesto que el 
mismo Pablo, después de la gracia del bautismo, cuanto más 
avanzaba el tiempo, tanto más brillante y refulgente se mostraba, 
pues la gracia florecía en él. 

32. Por consiguiente, esforcémonos también nosotros por 
examinar cada día con cuidado este nuestro radiante vestido, no 
sea que coja alguna mancha o arruga 30; pero hagamos un 
examen constante hasta de las faltas que se tienen por pequeñas, 
para que así podamos evitar los grandes pecados. 
Efectivamente, si comenzamos por desdeñar algunos fallos 
como insignificantes, y seguimos andando por este camino, en 
breve tiempo llegaremos a las grandes caídas. 
Por esta razón os exhorto también a que siempre traigáis en la 
mente el recuerdo de estos pactos y constantemente rehuyáis el 
contagio de todo aquello a que renunciasteis, quiero decir, de las 
pompas del diablo y de todos los demás artificios del Maligno, y a 
que guardéis íntegros los pactos con Cristo, para que, sacando 
continuo provecho de estos festines espirituales y fortalecidos con 
esta comida 31, os hagáis invulnerables a las asechanzas del 
diablo. 

33. Y con la perfección de vuestra conducta, os atraeréis de 
parte del Espíritu una gracia tan grande como para hacer que 
también vosotros seáis inexpugnables, que la Iglesia de Dios salte 
de gozo y se alegre por vuestro progreso, que el Señor de todas 
las cosas sea glorificado, y todos nosotros seamos considerados 
dignos del reino de los cielos, por la gracia, las misericordias y la 
bondad del mismo Hijo unigénito y Señor nuestro Jesucristo, por el 
que se dé al Padre, junto con el Espíritu Santo, la gloria, la fuerza y 
el honor, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 
.................................................
1. Según WENGER (Introd., p. 41ss.), el grupo constituido por esta octava 
Catequesis y por las cuatro Catequesis postbautismales siguientes habría 
sido compuesto por la misma época, o sea, en la semana de Pascua del 
año 390, Y podría distribuírselas así: la octava, el domingo o el lunes (Id. pp. 
182-199); la novena, el martes (Id. pp. 200-214); la décima, el miércoles (Id. 
pp. 215-228); la undécima, el viernes (Id. pp. 229-246), Y la duodécima, el 
sábado (Id. pp. 247-260). 
2. 2 Co 5, 17: la cita en el título probablemente remonta al mismo 
Crisóstomo. 
3. Al estar reservado el bautismo para la noche pascual, se comprende 
fácilmente que fuera grande el número de neófitos. 
4. Cf. Lc 15, 7. 
5. Mt 13, 43. 
6. Ga 3, 27. 
7. Cf. Jn 14, 23 y la nota 21 de la quinta Catequesis.
8. Cf. Hch 8, 3. 
9. Cf. Hch 9, 22.
10. Cf. Hch 22, 5. 
11. Cf. I P 5, 8. 
12. Cf. Hch 9, 25-30. 
13.1 Co 15, 10. 
14. Nymphayogós -término frecuente en san Juan Crisóstomo- era el que 
conducía a la esposa en el cortejo nupcial; del correspondiente latino derivó 
en castellano antiguo «paraninfo». 
15. 2 Co 5, 17.
16. Ibid. 
17. Sobre la dificultad de estas expresiones, véase WENGER, nota 2,p. 
190. 
18. Esto es, a los ídolos, fabricados generalmente con esos materiales. 
19. Mt 5, 16. 
20. 2 Co 5, 17. 
21. Me 12, 36. 
22. Ef 4. 29-30. 
23. Si 19, 27. 
24. 2 Co 5, 17. 
25. Ga 5, 22-23. 
26. 1 Tm 1, 9. 
27. Ga 5 24. 
28. Nótese la original valoración positiva del dolor en la más dramática 
forma de la crucifixión y su consideración como medio indispensable para 
dominar las pasiones y ser dueños de si mismos.
29. La fe señala las disposiciones internas; la confesión, la exteriorización 
de esas disposiciones, según explicó en la Catequesis. V, 19 (cf. WENGER, 
op. cit. nota 2 de la p. 198). 
30. Probable alusión a Ef 5, 27. 
31. Festines y comida: clara alusión a la Eucaristía.