TERCERA CATEQUESIS 1

 

«Del mismo. Habiendo tratado en la Catequesis anterior 
sobre los juramentos, pronunció ésta volviendo sobre el mismo 
tema, y muestra que no sólo el perjurar, sino también el jurar 
según ley merece castigo, y que fue provechoso el que Cristo 
resucitase al cabo de tres días». 

Insistencia sobre la necesidad de no jurar nunca

1. ¿Verdaderamente habéis desterrado de vuestras bocas la 
mala costumbre de los juramentos? 
JURAMENTOS/CRISOSTOMO: Porque yo no me he 
olvidado, ni de lo que yo mismo dialogué con vosotros, ni de lo 
que vosotros me prometisteis acerca de este tema. En efecto, 
yo disertaba, y vosotros prometíais, si no de palabra, cierto, sí 
al menos con vuestros elogios de lo dicho. 
Ahora bien, esta promesa es mejor que la hecha de palabra, 
pues muchas veces el que promete de palabra asiente con la 
lengua, pero no con la voluntad; en cambio, el que aprueba lo 
que se ha dicho realiza el asentimiento desde su alma. 
¿En verdad, pues, habéis limpiado vuestra lengua de aquella 
grave mancha? ¿Entonces habéis desterrado la suciedad de 
vuestra sagrada alma? 
Yo supongo que la habéis limpiado, porque estáis a punto de 
recibir a un gran rey, y de saborear la abundante enseñanza 
espiritual de padres bastante entendidos. 
Por otra parte, el plazo es suficiente, y el término prefijado 
para la enmienda se acerca ya al final, y vosotros sois dóciles y 
obedientes, pues dice el Apóstol: Obedeced y someteos a 
vuestros dirigentes 2, y vosotros le hacéis caso en todo. 
Basándome en todo esto, creo que el éxito es total. Sin 
embargo, yo no quería suponerlo ni creerlo, sino saberlo con 
toda claridad, para, en tal caso, entregarme con más ardor a 
discursos más místicos, descargado ya de la preocupación por 
los juramentos: os hubiera introducido en el santuario mismo y 
os hubiera mostrado al Santo de los Santos con todo lo que allí 
se contiene: no una vasija de oro con maná 3, sino el cuerpo 
del Señor, el pan del cielo; os hubiera mostrado, no un arca de 
madera con las tablas de la ley, sino la carne irreprochable y 
santa que contiene al legislador en persona; os hubiera 
mostrado en su interior, no una oveja irreprochable degollada, 
sino al cordero de Dios sacrificado, mística víctima que hace 
temblar a los mismos ángeles cuando la miran; os hubiera 
mostrado, no a Aarón entrando con vestimenta de oro 4, sino al 
Unigénito que entra, que tiene la primicia de nuestra naturaleza 
5 y que manifiesta a su Padre la grandeza de su éxito: Porque 
no entró Cristo -dice- en su santuario hecho de mano, sino en el 
mismo cielo, para presentarse ahora en la presencia de Dios 6. 

Hay allí un velo, no tal cual lo tenía el templo judío, sino 
mucho más terrible. Escucha, pues, qué clase de velo es éste, 
para que aprendas cómo era aquel Santo de los Santos, y cómo 
es éste: Puesto que tenemos -dice- mucha confianza para 
entrar en el santuario por la sangre de Jesús, por el camino 
nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros a través del velo, 
esto es, de su propia carne 7. 
¿Ves cómo este velo es más terrible que aquél? En todo esto 
quería iniciaros hoy. 

2. Pero, ¿qué va a ser de mí? La inquietud por los 
juramentos no me abandona, y me consume el alma. 
Y sé bien que muchos condenarán por exagerado lo que 
acabo de decir, al escuchar que consume mi alma, pues ellos 
creen que es un pecado leve: pero justo por eso yo me lamento 
más. Los otros pecados, efectivamente, son graves, pero 
también se piensa que son graves, como ocurre con el 
homicidio y el adulterio: son graves y se cree que son graves; 
en cambio, el juramento es grave, ciertamente, pero no se cree 
que sea grave. Por eso me lamento y tengo miedo de este 
pecado. Esto, en efecto, esto es lo propio de la estratagema del 
diablo: introducir encubierto el pecado y, como si mezclara 
veneno con el alimento habitual, se las ingenia para ocultar el 
juramento entre los preconceptos 8 de los hombres. 
Entonces, ¿qué? ¿Vamos a gastar para el juramento toda la 
enseñanza y todo el tiempo? De ninguna manera, sobre todo 
porque supongo a algunos de vosotros ya corregidos. 
Efectivamente, lo mismo que cuando salió el sembrador no 
toda la simiente cayó entre los espinos, ni toda entre las 
piedras, sino que mucha también fue a parar a la buena tierra 9, 
así también ahora es imposible que, después de tanta 
enseñanza, no haya entre tal muchedumbre nadie que pueda 
mostrar el fruto. 
Así pues, ya que se han corregido muchos, aunque no todos, 
repartamos también nosotros el discurso. Era, en efecto, 
necesario que los no corregidos tampoco escuchasen por 
entero las palabras misteriosas; sin embargo, en atención a los 
más diligentes, complaceremos a los más negligentes, para que 
no se vean defraudados, pues mucho mejor es complacer a 
éstos en atención a aquellos, que perjudicar a los más 
diligentes por causa de los negligentes. 

El tiempo del bautismo

3. Ahora bien, quiero que recordéis la promesa que os hice 
en la plática anterior, pero que no he cumplido porque el 
discurso nos empujó hacia puntos más necesarios. 
PAS/TIEMPO-REGIO: ¿Qué promesa, pues, era aquélla? 
Intentaba yo deciros por qué razón nuestros padres, dejando 
correr todo el año, determinaron que éste era el tiempo 
oportuno para iniciar a vuestras almas en los misterios. Y decía 
que la observancia de este tiempo no está dada sin más y al 
azar. Efectivamente, la gracia es siempre la misma, y en nada la 
estorba el tiempo, ya que es divina; sin embargo, también la 
observancia del tiempo tiene algo de misterioso 11. 
Pues bien, ¿por qué los padres legislaron que esta fiesta 
fuese ahora? Ahora nuestro rey ganó la guerra contra los 
bárbaros: bárbaros, y más crueles que los bárbaros son, 
efectivamente, todos los demonios. Ahora destruyó el pecado; 
ahora aniquiló la muerte y sometió al diablo e hizo prisioneros. 
Por lo tanto, en el presente día recordamos aquellos 
triunfos. Por esto los padres legislaron que los regios dones se 
distribuyesen ahora, ya que ésta es una ley de triunfo; así 
obran también los emperadores paganos: nuestros días de 
triunfo los honran con múltiples festejos. 
Pero el carácter de ese honor está lleno de deshonor, 
porque, ¿qué clase de honor son los teatros y lo que en los 
teatros se hace y se dice? ¿Acaso no está todo rebosando 
vergüenza y gran ridículo? 
Este otro honor, en cambio, es digno de la munificencia del 
que honra. Por eso legislaron que fuese ahora, por valerse de 
este tiempo para hacerte recordar la victoria del Señor, para 
que en las fiestas de la victoria haya algunos que lleven los 
vestidos resplandecientes y entren en la estima del rey. Pero no 
solamente por esto, sino, además, para que también durante 
este tiempo te unas al Señor. 

Bautismo y cruz

Él fue -dice- crucificado en el madero 12: crucifícate tú 
mediante el bautismo, pues cruz -dice- es el bautismo, y muerte, 
pero muerte del pecado y cruz del hombre viejo 13. 

4. Escucha, pues, lo que dice Pablo, cómo declara ambas 
cosas acerca del bautismo, a saber: que es muerte del pecado 
y cruz: ¿O ignoráis que todos cuantos fuisteis bautizados en 
Cristo, fuisteis bautizados en su muerte? 14. Y de nuevo: 
Nuestro viejo hombre fue crucificado junto con Él, para que sea 
anulado el cuerpo del pecado 15. 
Sin duda, para que, al escuchar «muerte» y al oir «cruz», no 
tengas miedo, añadió que la cruz es muerte del pecado. 
¿Ves de qué manera el bautismo es cruz? Pues sabe que 
Cristo también llamó bautismo a la cruz, dándote y tomando en 
cambio el nombre del bautismo. 
Tu bautismo lo llamó cruz. «Mi cruz -dice- la llamo bautismo» 
¿Y dónde dice esto? Un bautismo tengo, para ser bautizado, 
que vosotros no conocéis 16. 
¿Y de dónde sacamos la evidencia de que está hablando de 
la cruz? Se le acercaron los hijos de Zebedeo, o mejor, la madre 
de los hijos de Zebedeo, que dijo: Di que estos dos hijos míos 
se sienten, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda en tu 
reino 17. Es la petición de una madre, aunque desatinada. 
¿Y qué responde Cristo? ¿Podéis beber el cáliz que yo he de 
beber, y ser bautizados con el mismo bautismo con que yo soy 
bautizado? 18. ¿Estás viendo cómo llamó bautismo a la cruz? 
¿De dónde resulta esa evidencia? ¿Podéis -dice- beber el 
cáliz que yo he de beber? Llama cáliz a su pasión, y por eso 
dice: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz 19. 
¿Ves cómo llamó bautismo a la cruz y cáliz a la pasión? 
Ahora bien, los llamó así, no porque Él mismo se purificara 
(¿cómo iba a hacerlo, efectivamente, el que no hizo pecado, ni 
hubo engaño en su boca 20?) sino porque la sangre que de allí 
corría purificaba al universo entero. 
Y por esta razón dice también Pablo: Si fuimos plantados 
juntamente con Él, a la semejanza de su muerte, por medio del 
bautismo... 21. No dijo: en la muerte, sino: a la semejanza de su 
muerte: muerte es aquélla, efectivamente, y muerte es ésta pero 
no de lo mismo: la una, del cuerpo; la otra, del pecado. De ahí 
la semejanza de la muerte. 

Sepultura y resurrección de Cristo

5. Entonces, ¿qué? ¿ Solamente morimos con el Señor, y 
solamente en las cosas tristes nos unimos a Él? Ante todo: ni 
siquiera eso es triste, el tener parte en la muerte del Señor. Sin 
embargo, espera un poco y verás que también tienes parte con 
Él en las cosas provechosas: Si efectivamente morimos con Él 
-dice-, creemos que también viviremos con Él 22. 
Sí, en el bautismo y al mismo tiempo están juntas sepultura y 
resurrección: deja abajo al hombre viejo, y toma el nuevo y 
resucita, como Cristo resucitó por la gloria del Padre 23. 
¿Estás viendo cómo nuevamente habla de la resurrección? 
Mas, ¿por qué razón nuestra resurrección, nuestra sepultura y 
nuestra muerte se dan al mismo tiempo (a la vez, efectivamente, 
somos sepultados y resucitamos), y en cambio la del Señor se 
retardaba tanto? Resucitó, en efecto, al cabo de los tres días. 
¿Por qué, pues, nuestra resurrección es instantánea, y en 
cambio la del Señor más lenta? 
Sí, lo fue, y muy a propósito, para que aprendas que la 
lentitud no se debe a la debilidad, pues el que en breve instante 
pudo resucitar al criado 24 con mayor razón podía resucitarse a 
sí mismo. 
Entonces, ¿por qué motivo la lentitud? ¿Por qué razon la 
sepultura de tres días? Porque, al prolongarse la muerte y 
gracias a esa lentitud, la prueba de la resurrección resulta 
inconcusa. 
Efectivamente, cuando incluso ahora, después de semejante 
prueba, hay hombres que dicen que padeció en apariencia, si 
no hubiera habido tan acusada lentitud, ¿qué no hubieran dicho 
ésos? Porque el diablo no quería conspirar solamente contra el 
relato de la resurrección, sino también contra la fe en la muerte, 
pues sabía, y sabía claramente, que la muerte del Salvador era 
común remedio del universo, y se apresuraba a arrancarla de la 
fe de los hombres, para eliminar la salvación. 
Por esta razón el Señor se retarda en su resurrección, y los 
judíos se acercan diciendo: Danos soldados para que podamos 
guardar el sepulcro 25. 
¡Qué desvergüenza! ¿Cuándo viste, oh judío, un muerto bajo 
custodia? Porque, si el crucificado era un muerto común y mero 
hombre, ¿por qué tomas tan extraña y paradójica medida? ¿Por 
qué tienes miedo y tiemblas y reúnes centinelas? 
Por lo demás, Dios ni siquiera esto impidió, al contrario, dejó 
que le custodiasen, y así el pecador quedaría atrapado en las 
obras de sus propias manos. Aquellos, efectivamente, decían: 
Danos soldados, para que no le hurten sus discípulos y digan 
que resucitó 26, 
Sucedió, sin embargo, lo contrario: tomaron soldados, 
efectivamente, para que, al resucitar Él, no dijesen que los 
discípulos le habían hurtado y que no había resucitado, y lo que 
habían conseguido por intriga contra la resurrección se les 
volvió en favor de la resurrección, y a los mismos conspiradores 
Cristo los hizo testigos de su resurrección, para así truncar la 
excusa que alegaran el día aquel. 

El significado del exorcismo

6. La razón, pues, de que los padres mandaran realizar en 
este tiempo la iniciación a los misterios os la expuse de manera 
suficiente (yo al menos lo creo) a través de lo que llevo dicho. 
Quiero, sin embargo, saldar con vosotros otra deuda -si es 
que no os cansáis ya de escuchar- y deciros por qué razón de 
aquí os enviamos desnudos y descalzos a las voces de los 
exorcistas. Y en verdad, también aquí aparece otra vez el mismo 
motivo, a saber, que el rey ganó la guerra e hizo prisioneros: y 
tal es la indumentaria de los prisioneros. 
Escucha, pues, qué dice Dios a los judíos: De la manera que 
anduvo mi siervo Isaías, desnudo y descalzo, así caminarán 
hacia la cautividad los hijos de Israel, desnudos y descalzos 27. 
Pues bien, porque quiere recordarte la anterior tiranía del 
diablo, se vale de la indumentaria para llevarte a ti al recuerdo 
de tu anterior origen vil. 
Por esta razón estáis de pie, no solamente desnudos y 
descalzos, sino también con las palmas de las manos abiertas 
hacia arriba: para que también confeséis la ulterior soberanía 
de Dios, a la que ahora os estáis acercando. 
Despojos y botín de guerra sois todos vosotros. Y de estos 
despojos hace mención Isaías mucho antes del cumplimiento de 
los hechos, al anunciar de antemano así: Él mismo repartirá 
despojos del fuerte 28; y luego: Vino a proclamar libertad a los 
cautivos 29. y con él, David, profetizando esta cautividad, decía: 
Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad 30.
Pero no te amusties, al oír «cautividad», pues nada hay de 
mayor dicha que esta cautividad. En efecto, la cautividad de los 
hombres lleva de la libertad a la esclavitud; ésta, en cambio, 
hace pasar de la esclavitud a la libertad; la de los hombres priva 
de la tierra patria y lleva a la extraña; en cambio, esta cautividad 
expulsa de la tierra extraña y lleva a la patria, la Jerusalén de 
arriba; la cautividad de los hombres priva de la madre; ésta, en 
cambio, te conduce a la madre común de todos nosotros; 
aquélla, en fin, separa de parientes y de conciudadanos, 
mientras que ésta lleva hacia los ciudadanos de arriba. 
Dice, en efecto: Sois conciudadanos de los santos 31. Esta 
es, pues, la razón de la indumentaria. 

7. EXORCISMOS/RAZON: Mas, ¿por qué motivo las voces, 
terribles y estremecedoras voces, de los exorcistas te hacen 
recordar al común Señor, el castigo, la venganza, la gehena? 
Por causa de la desvergüenza de los demonios. Y en efecto, el 
catecúmeno es una oveja sin marcar, un albergue solitario, una 
posada sin puertas, abierta simplemente a todos, guarida de 
bandoleros, madriguera de fieras y morada de demonios. 
Pues bien, ya que plugo al rey, por su inmensa bondad, que 
este albergue solitario y sin puertas, esta guarida de 
bandoleros, se convirtiese en palacio real, por esta razón nos 
mandó preparar al albergue a nosotros, los que enseñamos, y 
a los otros, los exorcistas. Y nosotros, los que enseñamos, 
consolidamos con nuestra enseñanza las paredes ruinosas, 
pues dice: Todo el que me oye estas palabras, y las practica, 
será comparado a un hombre prudente que edificó su propia 
casa sobre la peña 32. 
Vamos echando los cimientos bien sólidos, hasta que se 
presente el rey. Si en alguna parte vemos algo de suciedad o 
de barro, lo quitamos, porque tal es la costumbre del pecado: 
hedionda y sucia. 
Escucha, pues, cómo describe David su naturaleza: Como 
carga pesada se han agravado sobre mi. Hedieron y se 
pudrieron mis llagas, por causa de mi locura 33. 
Nosotros quitamos la hediondez y ponemos el perfume 
espiritual, y los exorcistas, por su lado, con aquellas terribles 
voces, van mirando alrededor, no sea que en alguna parte 
aparezca una fiera, una serpiente, una víbora o un escorpión; y 
es que, después de escuchar aquella temible voz, la fiera, por 
dañina que sea, no puede ocultarse hundiéndose o 
deslizándose, antes, bien, se levanta y escapa, aunque no 
quiera. 

Nueva exhortación contra los juramentos

8. JURAMENTO/MALICIA: Quería decir también otra cosa, 
que justamente no había prometido decir. Pero era necesario 
aclarar por qué razón nosotros nos llamamos fieles y, en 
cambio, los no iniciados catecúmenos. Y en efecto es realmente 
vergonzoso y ridículo que quien recibe una dignidad no sepa 
siquiera el nombre de tal dignidad. 
Pero, ¿qué me está pasando? ¡Otra vez se me ha 
presentado la preocupación por los juramentos, que me acusa 
de lentitud y arrastra hacia ella mi discurso! 
Por esta razón dejemos para el próximo día lo que estábamos 
tratando y volvamos ahora a la exhortación sobre los 
juramentos. 
¡Cosa terrible el juramento, querido! Terrible y dañina: 
remedio fatal, veneno intolerable, herida oculta, llaga invisible, 
pastizal totalmente sombreado y que lleva el miasma hasta el 
alma, dardo satánico, flecha encendida, alfanje de doble filo, 
espada aguzada, yerro inexcusable, delito sin posible defensa, 
abismo profundo, precipicio escarpado, trampa poderosa, red 
extendida, atadura indisoluble, nudo corredizo sin posible 
escape 34.
Pues bien, ¿os basta lo dicho para que creáis que el 
juramento es algo terrible y más peligroso que todos los 
pecados? 
Fiaos de mí, os lo ruego, fiaos. Pero si alguno no cree, desde 
ahora mismo ofrezco la demostración: ningún pecado posee lo 
que precisamente tiene este pecado. 
Efectivamente, si no transgredimos los demás mandamientos, 
estamos libres de castigo; pero el juramento, tanto si lo 
guardamos como si lo violamos, muchas veces somos 
castigados por igual. 
¿Quizá no habéis comprendido lo dicho? Pues bien, 
entonces es necesario repetirlo más claro. 
Muchas veces alguien juró realizar una acción inicua, y cayó 
dentro de un nudo corredizo indisoluble: en adelante le era 
necesario guardar el juramento y transgredir la ley, o bien no 
guardar el juramento y ser condenado bajo acusación de 
perjurio. 
Así, por uno y otro lado el precipicio se hizo profundo: por 
uno y otro lado, la muerte inexorable, tanto si guardaba el 
mandamiento como si no lo guardaba. Por consiguiente, ¿hay 
algo más fatal que esto, lo mismo cuando se cumple que 
cuando no se cumple? 

El juramento de Herodes

9. Y para que aprendáis que esto es así y que muchos se 
hicieron acreedores muchas veces al castigo, no sólo violando 
el juramento, sino también guardando el juramento voy a 
relataros algo parecido. 
Herodes estaba una vez festejando su cumpleaños y 
celebraba el día de su nacimiento 35. 
Como quería hacer espléndido aquel día, invitó a la hija de la 
reina a que bailase para él, sin percatarse de que así 
deshonraba más bien aquel día. Y en efecto, cuando lo que 
necesitaba era dar gracias al Dios bondadoso por haberle 
creado de la nada, por haberle dado un alma, por haberle 
introducido en este augusto espectáculo de la creación, por 
haberle hecho espectador de esta hermosísima y maravillosa 
creación; cuando era necesario, digo, que honrase el día con 
himnos y acciones de gracias al Señor, él, sin embargo, lo 
honró con el deshonor. 
Efectivamente, ¿hay algo más deshonroso que el baile? Y 
ese día bailó la hija de Herodías. 
¡Escuchad, hombres y mujeres, todos cuantos con tales 
bailes y tales cantares honráis lo mejor de vosotros mismos! No 
son pequeños estos males, aunque parezcan ser indiferentes. 
Por eso precisamente son males grandes: porque parecen ser 
indiferentes y por ello tampoco se benefician de especial 
precaución. 
Efectivamente, la enfermedad grande y que se cuida 
desaparece; en cambio la que parece pequeña, al ser 
descuidada por esto mismo, se hace grande. 
¿Qué estás diciendo? ¿Alguien se atreve a meter el baile en 
la casa de un fiel y no teme que un rayo de lo alto caiga y todo 
lo abrase? 
Esto lo digo también a las mujeres, para que hagan entrar en 
razón a sus maridos y los aparten de semejante diversión. 
Aquel día, la hija de la reina entró y bailó. ¡Dios bendito! 
¡Hacia qué gran templanza hiño que se volviera nuestra vida! 
Escuchad, fieles, a qué esposo os estáis acercando: al que 
adornó con pudor, templanza y recato vuestra vida, muy 
degradada antes de esto: lo que entonces la reina no se 
avergonzó de hacer, ahora no querría soportarlo una simple 
criadita. 
Bailó, pues, aquélla, y después del baile cometió otro pecado 
más grave: persuadió al mentecato aquel a que le prometiera 
con juramento darle lo que ella pidiese. 
¿Estáis viendo cómo el juramento hace también mentecatos? 
¡Juró él, sin más, darle justamente lo que pidiese! 
Pues bien, ¿qué hubiera pasado si ella hubiera pedido su 
cabeza? ¿Y qué, si hubiese pedido el reino entero? 
Solamente que él de nada de esto era consciente: el diablo 
se había presentado junto a él con un fuerte lazo y, en cuanto el 
rey acabó el juramento, puso el lazo y extendió la red por todas 
las partes, y entonces sugirió aquella petición que haría 
inevitable la presa: Dame -dice- sobre una bandeja la cabeza 
de Juan el Bautista 36, 
¡Desvergonzada la petición! ¡Insensata y fatal la donación! 
¡Culpable de ambas, el juramento! 
¿Qué se debía, pues, hacer? Recordad lo que yo os decía: 
que somos igualmente castigados, tanto si guardamos el 
juramento, como si lo violamos. 
¿Era necesario dar la cabeza del profeta? ¡En tal caso el 
castigo habría sido insoportable! 
¿No darla, entonces? ¡Sobrevendría la acusación de 
perjurio! 
¿Ves cómo el precipicio se abre a uno y otro lado? Dame 
-dice- aquí, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. 
¡Oh petición maldita! ¡Y sin embargo logró persuadir, y con 
ello creía acallar aquella sagrada lengua que, por el contrario, 
aún ahora sigue gritando! En efecto, cada día, pero sobre todo 
en cada iglesia, a través del Evangelio escucháis a Juan 
advertir a gritos: ¡No te es licito tener la mujer de tu hermano! 
37 (/Mt/14/03-04). 
Cortó la cabeza, pero no cortó la voz. Acalló la lengua, pero 
no acalló la reprobación. 

10. Ya veis lo que hace el juramento: corta cabezas de 
profetas. Viste el cebo: teme tu pérdida. Viste la red: no caigas 
en ella. 
Sólo que, en adelante, será necesario andar con talento para 
evitar que el corte se haga más profundo: en adelante, será 
necesario detener la mano y el hierro ensangrentado, y reducir 
a silencio el discurso referente a las heridas del perjurio. 
Sí, recordad esto y nunca pecaréis: tanto si guardáis el 
juramento como si no lo guardáis, seréis igualmente castigados. 

¿Dónde están ahora los que decían: «¿Y si juro por un 
justo?». Porque, ¿cómo puede esto ser justo, si hay 
transgresión de la ley? ¿Cómo justo, si Dios lo prohíbe pero tú 
lo haces? 
En adelante, empero, soportad que nosotros os vendemos 
las heridas, porque incluso el vendaje tiene su tanto de 
doloroso. Efectivamente, grave es el castigo, tanto del perjurio 
como del juramento guardado, ya antes de nuestra enseñanza: 
pero será mucho más grave después de nuestra enseñanza. 
Dice, en efecto: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera 
hablado, no tendrían pecado; mas ahora no tienen excusa de 
su pecado 38. 
También es posible decir esto refiriéndolo a vosotros: en 
adelante, no tendréis disculpa alguna si erráis. 
Lo cierto es que ahora el bautismo, aunque encuentre 
perjurio, juramento legal, fornicación, adulterio o cualquier otra 
maldad, lo limpia y lo purifica todo con el máximo rigor.
¡Ojalá en lo porvenir también vosotros conservéis esta 
limpieza, libres ya de toda mancha, y nosotros podamos 
participar de alguna confianza por vuestras oraciones! En 
adelante, efectivamente, os está permitido rogar también por 
vuestros maestros, porque, de hecho, dentro de muy poco vais 
a aparecer ante nosotros desde el cielo, resplandeciendo con 
mayor luminosidad que las mismas estrellas. 
¡Ojalá, pues, todos nosotros participemos, por vuestras 
oraciones, de segura confianza delante del tribunal de Cristo, 
por el cual y con el cual se dé gloria al Padre, junto con el 
Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos! 
Amén. 
.................................................
1. Esta Catequesis, editada por PAPADOPOULOS, op. cit. pp. 154-156 
(del que traduzco), fue pronunciada diez días después de la segunda 
durante la cuaresma del año 388 (cf. la n. I de la segunda Catequesis, y 
WENGER, Introd., pp. 28-29 y 64); el título es el que presenta el códice de 
la Biblioteca Sinodal de Moscú n. 129, del siglo X. 
2. Cf. Hb 13, 17. 
3. Cf. EX 16, 32-34. 
4. Cf. EX 28, 6ss. 
5. Quizá alusión indirecta a St 1, 18. 
6. Cf. Hb 9, 24. 
7. Cf. Hb 10, 19-20; para el significado de «terrible, tremendo» 
aplicado a lo sagrado y al bautismo, cf. WEN- GER, Introd., p. 71ss.
8. Traduzco asé el singular prolepsis, probable derivación estoica. 
9. Cf. Mt 13, 3ss. 
11. Como en otras ocasiones, así traduzco mystikós, según la acepción 
originaria del término.
12. Cf. Ga 3, 13 (referencia a Dt. 21, 23). 
13. Cf. Rm 6, 6, citado más explícitamente casi a continuación (n 15). 
14. Rm 6, 3. 
15. Rm 6, 6. 
16. Cf. Lc 12, 50; Mt 20, 22; Mc 10, 38: Papadopoulos sugiere la 
posibilidad de que sea un agraphon (aparato crítico, p. 158).
17. Mt 20, 20-21. 
18. Mt 20, 22; Mc 10, 38. 
19. Mt 26, 39. 
20. Cf. 1 P 2, 22 (con referencia a Is 53, 9). 
21. Cf. Rm 6, 5. 
22. Cf. Rm 6, 8. 
23. Rm 6, 4. 
24. Cf. Mt 8, 6-13; Lc 7, 1-15. 
25. Cf. Mt 27, 62-66; Evangelio de Pedro. 30 (ed. de A. DE SANTOS 
OTERO, Madrid 1979, B.A.C. 148, pp. 387-388). 
26. Cf. Mt 27, 64 y nota anterior. 
27. Cf. Is 20, 3-4. 
28. Cf. Is 53, 12. 
29. Cf. Is 61-1.
30. Sal 67, 19: la versión de los Setenta calca servilmente la 
paronomasia o figura etimológica, del hebreo (cf. JOUON, Grammaire de 
l'Hebreu biblique, Roma 1965, par. 125 q); san Juan Crisóstomo la hace 
suya. 
31. Ef 2, 19. 
32. Mt 7, 24. 
33. Sal 37, 5-6.
34. Nótese la larga enumeración, cuyo fin es poner de relieve la 
peligrosidad del juramento. 
35. Cf. Mt 14, 6-12. 
36. Cf. Mt 14, 8. 
37. Cf. Mt 14, 3-4. 
38. Jn 15, 22.