4. Conclusiones


4.1. Contra los gnósticos

25,6. [exclamdown]Con razón su <<Madre>> llora por los inventores de tales fantasías! <<Tales mentiras son dignas de retumbar en sus cabezas>>, porque su <<Madre>> se halla <<fuera de la Plenitud>> ([exclamdown]es decir, fuera del conocimiento de Dios!), y su colección (de hijos) es <<un aborto deforme y sin belleza>> ([exclamdown]pues nada han aprendido de la verdad!); <<están asentados en la sombra y el vacío>> ([exclamdown]pues su doctrina está vacía y llena de sombras!), y <<Horus no le permitió entrar en el Pléroma>> ([exclamdown]pues el Espíritu no los recibió en su descanso!). Su <<Padre>>, al engendrar <<la ignorancia>>, hizo brotar en ellos <<las pasiones>> de la muerte. Nosotros no tratamos de calumniarlos, pues ellos mismos lo afirman, lo predican, se glorían de estas doctrinas. Se enorgullecen de tener una <<Madre>> que, dicen ellos, nació <<sin Padre>> ([exclamdown]o sea sin Dios!), <<una Mujer brotada de Mujer>> ([exclamdown]en otras palabras, error de error!)

4.2. Oración por ellos

25,7. Por nuestra parte, oramos por que no caigan en el pozo que ellos mismos han cavado; sino que se aparten [971] de su <<Madre>>, salgan del <<Abismo>>, renuncien al <<Vacío>> y a la <<Sombra>>, y se conviertan para nacer a la Iglesia de Dios, a fin de que Cristo se forme en ellos, y conozcan al Creador y Demiurgo de todas las cosas como al único Dios y Señor. Al orar de esta manera por ellos, los amamos más de cuanto ellos piensan amarse a sí mismos. Y porque nuestro afecto es verdadero, puede servir para su salvación, si es que quieren aceptarlo. Es como una medicina dolorosa que desprende las costras superficiales de la carne herida: [972] este afecto les arranca el orgullo y la vanagloria. Por eso no nos cansará seguir con todas nuestras fuerzas tendiéndoles la mano.

En el próximo libro continuaremos haciendo aflorar las palabras del Señor, acerca de estos temas, por ver si con la doctrina de Cristo podemos convencer a algunos de que se aparten de su error y renuncien a blasfemar contra su Demiurgo, que es el único Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.