Ofrecemos a los estudiantes de teología una edición escolar de los cinco libros de San Ireneo Contra los herejes.35 No la situamos a la altura de las ediciones más eruditas; pues nuestra finalidad es poner el texto de la más antigua síntesis teológica cristiana en las manos de quienes, por desconocer las lenguas clásicas, ya no tienen acceso a los originales. El obispo de Lyon nos ofrece, además, la más completa descripción de las doctrinas gnósticas, que, de vez en cuando, en diversas épocas, vuelven a resurgir en grupos o corrientes que se revisten con un manto de ciencia y novedad, cuando en realidad no son sino reelaboraciones de los viejos errores. El ilustre Padre de la Iglesia se propuso la meta de ofrecer a los cristianos los medios para defender su fe de tales teorías.
No ha perdurado el original griego, ni siquiera en copia completa. Los heresiólogos de los primeros siglos citaron mucho esta obra, y por ello se ha recuperado el 74% del libro I, que describe las enseñanzas heréticas. En cambio del libro II (su refutación), sólo se ha logrado encontrar un 3%. En cuanto a las partes doctrinales, se han recobrado (de florilegios, cadenas y citas de otros Padres) el 11% del libro III, el 7% del IV y el 17% del V[36]. El libro se conserva, en cambio, en traducción latina, hecha durante la segunda mitad del s. IV. De ésta existen muchas copias, de las cuales básicamente se ha reconstruido el texto crítico de Sources Chrétiennes[37]. Los principales manuscritos latinos están dividos en dos familias: CV y AQS, más la edición de Erasmo. Fechas aproximadas de los códices: C (Claromontanus) s. IX; V (Vossianus) 1494; A (Arundelianus) 1166; Q (Vaticanus) 1429; S (Salmanticensis) antes de 1457. Erasmo hizo en el siglo XVI una edición () tomada de manuscritos por ahora desaparecidos, que suele usarse como sustituto de éstos.
Tomé como base la edición crítica de SC, de la siguiente manera: cuando existe el texto original griego, traduje de éste, y en tal caso comparé paso a paso con la traducción latina para corroborar la justeza de nuestra versión (aunque muchas veces la latina deja que desear). Para verificarla, acudí constantemente a las «notas justificativas» de las introducciones a cada uno de los libros. Donde no se conserva el texto griego, hice la traducción del latino. En cuanto a los libros IV y V, aunque vertidos en mayoría del latín, de modo permanente comparé el resultado con la reconversión al griego que se ha hecho de la traducción en armenio[38]. Este continuo parangón de cada parte sirvió para procurar la traducción más precisa que estuvo en mis manos. Una vez terminada ésta, la cotejé íntegramente con la edición de Migne (PG 7). Con frecuencia, para ahondar, si no en el texto literal, sí en el pensamiento de San Ireneo a fin de traducir del modo más fiel, tuve ante los ojos el otro libro del mismo, la Demostración de la fe apostólica[39], que trata temas semejantes. Usé mucho este último para preparar la introducción, y añadí sus referencias en el índice analítico.
La división interna de los libros, así como los títulos y subtítulos que las encabezan, no son originales. En parte me he inspirado en la edición de SC, pero con cierta libertad para reorganizar la materia del modo más lógico que ha sido posible. Su finalidad es sólo hacer manejables los temas, con la ayuda de un índice convencional y práctico. Los números entre corchetes indican las columnas de la edición de Migne, un auxiliar para localizar y citar los textos.
Agradecemos las siguientes generosas colaboraciones: corrección de pruebas, P. Lic. Alberto Mazarro, S.J., P. Dr. Gustavo Leonardo, O.F.M., Dr. Gustavo Sánchez, Sres. Pablo Calderón Gandulias y Jaime Llamas Vega; revisión general, P. Lic. Armando Nieto Vélez, S.J.; diagramación, Sra. Olga Cuello. Y la contribución económica para la edición mexicana a nombre de la niña Inés Pintado Mariscal.
35 En dos ediciones: México, Conferencia del Episcopado Mexicano 1999; y Lima, Revista Teológica Limense 1/2-2000.
[36] Nota de A. Rousseau en Intr. al libro I, SC 263/1, p. 61.
[37] Libros: I, SC 263-264; II, SC 293-294; III, SC 210-211; IV, 100*-100**; V, SC 152-153, ed. crítica por A. Rousseau (et al.). Y en PG 7, ed. de R. Massuet.
[38] En 1904 se descubrieron los textos armenios de los libros IV y V, y de la Demostración de la Predicación Apostólica, en manuscrito de 1270-1289. También se han hallado algunos fragmentos en autores de lengua siríaca. Con estas ayudas se ha tratado de reconvertir al griego estas partes, de manera que, aunque fuese en versión reconstruida, se pueda tener acceso a un texto lo más cercano al original que sea posible.
[39] Ed. preparada por E. Romero Pose (Fuentes Patrísticas 2), Madrid, Ciudad Nueva 1992. Y en SC 62, ed. en francés por L. Froidevaux. En la introducción y en el índice la cito D.