AGUSTÍN - TEXTOS
1. TENTACION/AGUSTIN
Seleccionamos algunos pensamientos de San Agustín acerca de las tentaciones, tomados de diversas obras del Santo
a) CRISTO, DEFENSA EN LA TENTACIÓN
1. Lección de la Victoria de Cristo ¿Por qué clama e] Señor diciendo: Desde el cabo de la tierra clamo a ti cuando se angustia mi corazón?' (Po. 60 3) Cristo habla en nombre de toda su Iglesia, que, repartida por todo el mundo, vive en medio de gran gloria y de grandes tentaciones. Peregrinos somos y, por lo tanto, sufrimos en el camino; luchadores que no son coronados hasta después de la victoria. Por eso, Cristo se angustia en nombre nuestro y pide que no le abandonemos, porque quiso prefigurarnos en su cuerpo a nosotros, que somos cuerpo suyo, y por ello murio para resucitar después. Uno de los momentos en que tomó nuestra persona fue cuando quiso ser tentado en el desierto. '"Cristo era tentado por el diablo y en Cristo eras tentado tú, porque Cristo tomó tu carne y te dió su salvación, tomó tu mortalidad y te dió su vida, tomó de ti las injurias y te dió los honores, y toma ahora tu tentación para darte la victoria. Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo? Mírate a ti tentado en El y conócete a ti vencedor en El. Pudo impedir al demonio que se le acercara, pero, de no ser tentado, no te hubiese dado la leccion de la victoria.
2. El secreto de la victoria "No te entrañe, pues, si en medio de la tentación clama desde las confines de la tierra. Pero ¿por qué no es vencido, In petra exaltasti me: Me pondrás en una roca inaccesible... pues tú eres mi refuglo, la torre fuerte frente al enemigo (ibid., 3 ). No es vencido, porque está fundado sobre piedra. Sobre piedra está edificada también la Iglesia (Mt 16 18), piedra que resiste los embates del viento y de las aguas, como Cristo resiste al demonio. Clamemos, pues, que nuestra voz también se oirá, porque estamos edificados sobre piedra.
3. Cristo, esperanza nuestra Deduxisti me... Habite yo para siempre en tu tabernaculo; me acogeré al amparo de tus alas (ibid., 5). Si no fuera El nuestra esperanza, no nos hubiera guiado; nos guía Él mismo como camino y nos lleva hacia El como a la patria. ¿Por qué? Porque es nuestra esperanza. Y ¿cómo es nuestra esperanza? Lo acabáis de oír. Porque fue tentado, padeció, murio y resucitó. Y cuando leemos todas estas cosas pensamos y decimos: No nos perderá Dios, ya que su Hijo fue tentado, muerto y resucitado por nosotros. No nos despreciará Dios a nosotros, por quien no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos. Si, pues, Cristo se ha hecho nuestra esperanza, debemos ver en El nuestro trabajo y nuestro premio: el trabajo en su pasión y el premio en su resurrección. Tenemos, por tanto, dos vidas: una la de ahora y otra la que esperamos. Aquélla nos es conocida, ésta no; soportad, pues, la que padecéis y alcanzaréis la que aún no tenemos. ¿Cómo se soporta? No siendo vencidos por el tentador. Cristo con sus trabajos, sus tentaciones, su padin y su muerte, te señala la vida en que te desenvuelves; con su resurrección te enseñará la vida adonde irás".
4. Cristo, torre de refugio Torre fuerte frente al enemigo (ibid., 4). Me rodean angustias por todas partes, clama la Iglesia. Los paganos se amotinan y me envidian, porque han sido vencidos. Los herejes se disfrazan con el nombre de cristianos. Dentro de mí mismo, la cizaña oprime al trigo. Por todas partes surgen tentaciones. Pero no me abandona el que es la piedra en que me apoyo, y aunque el diablo me ponga continuamente asechanzas, El es la torre en que me refugio. "Cristo es la torre, El es el castillo contra el enemigo, porque es la piedra sobre que fue edificada la Iglesia. ¿Temes ser herido por el diablo? Refúgiate en la torre, que nunca llegarán allí los dardos de Satanás.. Allí estarás defendido y seguro. Mas ¿cómo puedes refugiarte en la torre? Corporalmente no; no te canses buscándola de ese modo, no vayas a desfallecer en la tentación. La torre la tienes delante de ti. Recuerda a Cristo y entra dentro de ella. Y ¿cómo lo recordarás para entrar en la torre? Pues pensando, cuando tengas que padecer algo, que El padeció primero, y meditando que padeció para morir y después resucitar. Piensa después que a ti te espera el mismo fin y ya te encuentras dentro de la torre... Desde allí lanza tus flechas para herir al enemigo y vencerle. ¿Qué flechas? La palabra de Dios, tu fe, tu esperanza y tus buenas obras. Mira que no te digo que estés en la torre holgazaneando, y que eso te baste para que los dardos del enemigo no te alcancen. ¡Trabaja allí también! ¡No paren tus manos! Tus obras buenas son espadas que derriban al adversario" (cf. Enarrat. in Ps. 60,3-5: PL 36,274).
b) DOS ÉPOCAS, DOS VIDAS AYUNO/AGUSTIN-SAN CUA/PASCUA/2-VIDAS: Vemos al Señor, antes de su muerte, tentado por el demonio y ayunando rigurosamente durante cuarenta días Le vemos otros cuarenta días, glorioso, comiendo y bebiendo con sus apóstoles. He aquí dos épocas que representan nuestra vida. Vida de tentación y de penitencia la primera, que si se parece a la de Cristo, nos llevará a la segunda vida, la vida gloriosa para comer con El en su misma mesa del cielo El ayuno es propio de la tribulación, del combate, porque los que se preparan para la lucha, de todo se abstienen (1 Cor. 9,25). Nuestro alimento abundante es la esperanza de la paz, que gozaremos perfecta cuando nuestro cuerpo cuya redención esperamos, se revista de inmortalidad. Pero ahora, alegres en la esperanza, padecemos en la tribulación (Rm 12,12)" (Serm 263,4: BAC, Obras 7, p.452; PL 38, 1211).
C ) CRISTO, NECESITADO Y RICO POBRE/J-NECESITADO: Cristo, en el desierto, no quiere convertir las piedras en pan; en cambio, en Caná cambia el agua en vino. "Su poder era el mismo, pero entonces le tentó Satanás, y Cristo no quiso hacer el milagro... Tuvo hambre por propia dignación, parque ello era propio de la humildad. Tuvo hambre de pan, como cansancio en el camino, como vimos después a la salud herida y a la vida muerta... Si contestó al tentador, fue para enseñarnos a contestarle, porque el jefe pelea para que los soldados aprendan... Sin embargo, no hizo lo que el tentador pedía para despreciar sus deseos, pues este tentador no se vence si no se le desprecia". En Caná, Cristo hace milagros, en el desierto padece hambre. "Ahí teníais a Cristo repartiendo bienes, conoced ahora a Cristo necesitado. Aquí es pobre, allí era rico; porque es pobre, habla y nos dice: Tuve hambre y sed, estuve desnudo, fui peregrino, me hallé en la cárcel... Es rico y pobre a la vez: rico como Dios, y como hombre, mísero". "¿Y tú? ¿Eres rico o pobre? Muchos me contestan: Pobre, y dicen la verdad. Pero yo conozco a ricos que tienen algo y, sin embargo, padecen necesidad'. Tienen, sí, mucho oro y mucha plata, pero, ¡ay!, ojalá se dieran cuenta de que son pobres... Por mucho que tengas tú, que eres rico, eres mendigo de Dios. Ven conmigo a la oración y te lo demostraré. Allí estás pidiendo ¿Cómo? ¿No eres pobre y pides? Es más, pides pan, ¿o acaso no rezas y dices: El pan nuestro de cada día dánosle hoy? (Mt. 5,11). Si pides el pan diario, ¿qué eres? ¿Pobre o rico? Pues entonces escucha a Cristo, que te dice: Dame a mí de lo mismo que yo te di ¿Qué es lo que trajiste cuando llegaste al mundo? Tú, criatura, te encontraste todo lo que yo creé. Nada trajiste, nada te llevarás de aquí. ¿Por qué, pues, no das de lo que es mío? Tú estás lleno de todo, y el pobre no tiene nada. Atended a vuestros principios. Los dos nacisteis desnudos. Sí, tú también naciste desnudo, pero te has encontrado muchas cosas, ¿o es que acaso trajiste algo? Te pido de lo mío; da y te devolveré. Yo he sido tu acreedor, conviérteme en deudor" (Serm 123,2.4 y 5: BAC, Obras 10, p.628 ss; PL 38,685).
d) CRISTO, MODELO 1. De humildad San Agustín, comentando los versículos 10 y 11 del salmo 90: No te llegará la plaga ni se acercará el mal a tu tienda, pues te cometerá a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos, dice que esta tienda es la santa humanidad. ¿Cómo puede padecer en ella después de tantas bendiciones ? Habéis oído recitar el salmo, pero también habéis oído el evangelio, y él os podrá dar la respuesta. ¿Para qué fue bautizado? Para darnos ejemplo. Previendo que pudiera existir algún soberbio que, creyéndose mejor que los ya bautizados, menospreciase recibir este sacramento, ahí tienes, para darle ejemplo, a Cristo bautizándose. Y el siervo no ha de ser de mejor condición que su amo.
2. En las tentaciones Después del bautismo ayunó y fue tentado. "Pudo no padecer hambre, pero entonces ¿cómo hubiera sido tentado? Y si El no hubiese vencido al tentador, ¿dónde ibas tú a aprender a luchar con el diablo?" Contemplemos la primera tentación. Cristo pudo convertir las piedras en pan ¿No fueron sus manos fuentes de pan el día de la multiplicación? ¿No nos lo da a diario, sin que apreciemos esta cotidiana maravilla, precisamente por su uso de cada día? ¿No podía haber hecho incluso de las piedras hijos de Abrahán? ¿Mt. 3,9). "¿Por qué, pues, no lo hizo? Para que aprendieras a contestar al tentador, y si alguna vez en medio de tus apuros le vieses acercarse y sugerirte. Si eres cristiano, si perteneces a Cristo, ¿por qué te abandona? ¿No debe acudir en tu ayuda?, tú sepas contestarle: ¡Tam bien el médico saja y parece que maltrata, pero no hace daño!" Podría creerse que se olvidaba de San Pablo, pero no le abandonaba, cuando, no queriendo curarle sus padecimientos, le garantizaba la asistencia de la gracia suficiente (2 Co 12,7-9).
3. Fortaleza en la tentación "También podríamos decirle al médico cuando nos receta un sinapismo: Me resulta muy molesto. ¡Quítemelo' Y el medico responde: No; hace falta más; de lo contrario no te curarás. El médico no accede al gusto del enfermo, porque atiende a su salud... Por lo tanto, hermanos, sed fuertes y si en medio de los contratiempos oís la voz que os dice ¿Por qué no te envía Dios un cuervo como a Elías?, o se os aduce aquello de jamás vi abandonado al justo, ni a su prole mendigar el pan (Ps. 36,25), contestadle al diablo: Cierto que dice eso la Escritura, pero yo tengo un pan que tú desconoces. ¿Qué pan? Escucha al Señor (Mt. 4,4): No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. ¿Pan la palabra de Dios? ¡Sí! Yo soy el pan que bajó del cielo (Jo. 6,41). Ya has oído la lección de cómo debes responder a Satanás". "Pues ¿y si te tentase diciendo: Ya que eres cristiano, debes obrar los prodigios que otros han hecho? Desear tal cosa sería tentar a Dios, y muchos se han arrepentido por ello, como Simón el Mago". "Le gustó el poder de los milagros y no le agradó la humildad del que los hacía. Por eso el Señor, dirigiéndose a un discípulo que quiso seguirle maravillado por sus milagros y por el poder de obrarlos, viéndole soberbio y muy ajeno a buscar la senda de la humildad, le dijo que las raposas tenían cuevas y las aves del cielo nidos, pero que él carecía de una piedra para reclinar su cabeza (Mt. 8,20). Del mismo modo, los hijos del Zebedeo pidieron los primeros puestos (Mt. 20,21). "Ambicionaban el poder y no sabían que se consigue por la humildad y la pasión... ¿Cómo, pues, pensáis en la grandeza de mi reino, sin imitar mi humildad?" No tentemos, pues, a Dios queriendo milagros (cf. Enarrat. in Ps. 90,6 y 7: PL 36,1165).
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2. SAS/AGUSTIN-SAN
B) El demonio San Agustín trata incidentalmente, en diversas ocasiones, del demonio, de su naturaleza y de su modo de tentar. Presentamos a continuación dos o tres aspectos de este misterio de la persona del demonio analizados por el Santo con su profundidad acostumbrada. Este tema aparece desarrollado principalmente en De civitate Dei, contra los gentiles adoradores de los demonios, y en su Líber contra manichaeos, quienes afirmaban la malicia substantiva de Satanás.
a) EL DEMONIO, SER BUENO, PERO CAÍDO CIUDADES-2/AGUSTIN-SAN SAS/PERFECCIÓN: Antes de que comencemos a tratar de la creación del hombre, quisiera decir algo de los ángeles "y su sociedad con los hombres, para que veáis que no existen cuatro ciudades, dos de ángeles y dos humanas, sino únicamente dos, a saber, la que está constituida por los hombres y ángeles buenos y la que esta formada por los hombres y ángeles malos" (De civ. Dei 12,1,1: PL 41,347-355).
1. Naturaleza buena, pero voluntad mala Los ángeles buenos y malos no se diferencian porque estén dotados de diversas naturalezas, sino por su propia voluntad, "porque los unos quisieron permanecer constantemente en el que es el bien común a todos, a saber, Dios en su eternidad, verdad y caridad; y los otros, deleitándose en su propio poderío, como si ellos fuesen su propio bien, se apartaron del superior, común y beatífico, para buscar el propio, y apreciando la fastuosidad de su excelencia en lugar de la excelsa eternidad, la astucia de la vanidad en vez de la verdad certísima, los deseos de cada uno y no la caridad individual, tornáronse engañadores, soberbios y envidiosos. Su felicidad consistía en unirse a Dios. Por lo tanto, habremos de entender que su desgracia estribaba en no permanecer en esta unión. Así, pues, si preguntáis por qué los unos son felices, se os contestará con razón: Porque están unidos a Dios. Y cuando preguntéis por qué aquellos otros son desgraciados, se os responderá con razón también: Porque no están unidos a Dios, puesto que no hay otro bien con el que las criaturas racionales e intelectuales puedan ser felices sino Dios". No todas las criaturas pueden ser felices, por ejemplo, las piedras ni los leños; "pero la que puede serlo no lo será nunca por sí misma, ya que fue creada de la nada, sino por Aquel que la creó; si lo consigue, es feliz; si la pierde, desgraciada. En cambio, Aquel que tiene la felicidad en sí mismo y no en otro, nunca podrá ser desgraciado, porque no puede separarse de si mismo" (ibid., 2).
2. Perfección de la naturaleza angélica del demonio "Decíamos que bien inconmutable no lo es sino el único, verdadero y bienaventurado Dios, y todo cuanto El hizo es, sin duda, un bien, porque procede de El, pero mudable, pues no salió de El, sino de la nada. Las criaturas no son ciertamente bienes sumos, puesto que Dios lo es mayor. Sin embargo, lo son muy grandes, aunque mudables, y pueden alcanzar la felicidad adhiriéndose al Bien inconmutable el cual de tal modo es el suyo, que sin El necesariamente son desgraciadas". No creáis que son de mejor condición que nosotros las criaturas que no pueden conocer la desgracia porque tampoco diremos que los miembros del cuerpo son más felices que el ojo por el hecho de que no pueden quedarse ciegos. Es más noble la naturaleza que puede padecer y alcanzar la felicidad que la que no puede padecer ni ser feliz. "Siendo esto así, aquellas naturalezas creadas en una excelencia tal que, aunque mudables, pueden conseguir la felicidad uniéndose al bien inconmutable, y que sólo siendo felices llenan una indigencia que nada logra colmar sino Dios, esas naturalezas, si no se unen a El, son viciosas. Todo vicio daña a la naturaleza, y por ello es contra naturam. Por lo tanto, el que no se une a Dios y el que vive unido no se diferencian por su naturaleza, sino por el vicio del primero". El vicio es malo; la naturaleza, buena. El ojo es hermoso; la ceguera, triste. "Este mismo defecto de los ángeles malos, que al no permanecer unidos a Dios les perjudica, como perjudica a la naturaleza todo vicio, nos demuestra manifiestamente que Dios les dió una naturaleza tan perfecta, que les daña el no estar con E1" (ibid., 3).
3. Naturaleza y malicia "La Sagrada Escritura los llama enemigos de Dios, porque se oponen a El, no por su naturaleza, sino por sus vicios, aun cuando ciertamente no dañan a Dios, sino que ellos se dañan a sí mismos..., y no precisamente por otra razón, sino por la que corrompió el bien de su naturaleza. No es esta naturaleza la enemiga de Dios; lo es su maldad, porque lo malo se halla en oposición a lo bueno. Y ¿quién negará que Dios es el sumo bien? Por lo tanto, el vicio es contrario a Dios como la maldad a la bondad". "No hay ningún mal que pueda perjudicar a Dios, sino sólo a las naturalezas mudables y corruptibles, cuyo mismo vicio es testimonio de su bondad, porque, si no fuesen buenas, el vicio no podría dañarlas. ¿Qué otra cosa hace el mal cuando les perjudica, sino robarles la integridad, la belleza, la salud, el poder y todo lo que suele disminuir y borrar en las naturalezas buenas?" "El vicio no puede darse en el sumo bien, pero tampoco puede existir más que en el bien. El solo bien puede existir; el solo mal, nunca, porque hasta las mismas naturalezas que por defecto de su mala voluntad se han visto viciadas, en cuanto viciadas son malas; en cuanto naturalezas, buenas" (ibid., c.3: 350-351).
4. El secreto de la felicidad angélica "Así, pues, la causa verdadera de la felicidad de los ángeles consiste en que están unidos al ser por excelencia. Y si buscáis la causa de la desgracia de los ángeles malos, encontraréis que consiste en que se han separado del que es sumo bien, volviéndose hacia sí mismos, que no son tales. Y ¿cómo se llama este vicio, sino soberbia? El pecado es el principio de la soberbia (Eccli. 10,15). No quisieron refugiarse dentro de su fortaleza (Ps. 58,10), Y los que hubieran sido grandes uniéndose al que es sumo, al preferirse a sí mismos, llegaron a ser casi nada. Este es el principal defecto, la máxima necesidad y el vicio mayor de su naturaleza, que fue creada no para ser suma, pero sí para gozar de la felicidad de que disfruta el que lo es. Por haberse apartado de El, no sólo no gozarán de ninguna felicidad, sino, lo que es peor, se volverán desgraciados".
5. La mala voluntad carece de causa eficiente MAL/CAUSA-EFICIENTE: "La mala voluntad es la causa del mal, y ella a su vez no tiene causa..., porque no hay una primera voluntad mala que crease malas voluntades". "No es que exista un ser inferior que haya creado las voluntades malas; es que la voluntad creada apeteció perversa y desordenadamente los seres inferiores". Dos voluntades contemplan una misma hermosura corporal; la una se sostiene pura, la otra peca, ¿quién tiene la culpa? "¿Qué ha ocurrido allí ? Que la una ha querido faltar a la virtud de la castidad, y la otra no" (ibid., c.6: 353-354). "Nadie busque la causa eficiente de una mala voluntad, porque no encontrará causa eficiente, sino deficiente... Separarse del que lo es todo para inclinarse a lo que es menos, es el comienzo de la mala voluntad. Y querer encontrar la causa de estas defecciones, que en realidad no son eficientes, sino deficientes, es lo mismo que pretender ver las tinieblas u oír el silencio... Nadie me exija que sepa lo que yo sé que ignoro..., y todo aquello que no consiste en una realidad, sino en su privación, no puede decirse ni entenderse, como no sea sabiendo que no se sabe" (ibid., c.7: 355-356).
b) CIENCIA DEL DEMONIO
1. Ciencia sin caridad El nombre de demonio daimones según los clásicos (Platón en el Cratylo y Lactancio en sus Institut. 1.2), se deriva de ciencia o sabiduría. El demonio en realidad era sabio, pero la ciencia hincha y la caridad edifica (1 Cor. 8,1), lo cual quiere decir que la ciencia no aprovecha si no va unida a la caridad. "Los demonios tienen ciencia, pero sin caridad, y por ello están tan hinchados y soberbios que desean se les tributen, y, en cuando pueden, trabajan por conseguirlo, los honores divinos y el servicio de la religión, que no ignoran deben concederse sólo a Dios. No comprenden bien los hombres, hinchados también de una soberbia inmunda y parecidos en su falsa ciencia a los demonios, cuánto aprovecha la humildad de Dios, que apareció en forma de siervo, contra aquella soberbia de Satanás, que se había aprovechado del género humano por haberlo éste merecido" (De civ, Dei 9,20: PL, 41, 273 ) "Los demonios lo sabían muy bien, y por eso cuando veían al Señor revestido de nuestra carne, decían: ¿Qué te importa a ti de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos antes de tiempo? (Mt 1,24; Mt. 8.29). Con sus palabras demostraban su ciencia y su falta de caridad. Temían el castigo que les amenazaba y no amaban su justicia.
2. Su conocimiento limitado de Cristo "(Cristo) se les dió a conocer en la medida que El quiso, y tanto quiso cuanto convino. Pero se dió a conocer no sólo a los ángeles santos, que disfrutan de una eternidad participada, en cuanto que el Verbo de Dios está con ellos, sino a aquellos de cuya tiránica potestad vino a liberar a los predestinados para su reino y gloria veraz y verazmente sempiterna". "Se dió a conocer a los demonios no por la fe, que limpia los corazones, que es vida eterna, luz inconmutable que ilumina a los buenos, sino por ciertos efectos temporales de su poder y señales ocultísimas de su presencia que podían ser percibidas por los sentidos de aquellos espíritus malignos". En alguna ocasión juzgó oportuno suprimir esta luz y ocultarles la verdad, y por eso tentaron al Señor para conocer si era Hijo de Dios o no (ibid., c.21: 273-274).
3. Ciencia angélica "Esta ciencia de lo corporal y terrenal que hincha a los demonios es despreciada por los ángeles buenos, y no porque ellos ignoren todas estas cosas, sino porque tienen en tal estima a la caridad de Dios, que les santifica, y por la cual arden en santo amor hacia lo bello, no sólo incorpóreo, sino inconmutable e inefable, que desprecian todo lo que está debajo de ella y que no es Dios, incluso a sus mismas personas, para gozar totalmente, por ser buenos, del bien por el que ellos lo son". "Conocen certísimamente todo lo temporal y mudable, porque ven en el Verbo de Dios, por el cual se hizo el mundo, todas las causas... Los demonios no contemplan en la Sabiduría de Dios las causas eternas y en cierto modo cardinales de los tiempos, sino que adivinan las cosas con su experiencia, mucho mayor que la de los hombres, guiándose por ciertas señales ocultas para nosotros. En ocasiones se permiten incluso anunciar el futuro, pero muchas veces se equivocan por completo". Una cosa es conjeturar lo temporal basándose en lo mudable, y otra "prever los cambios de los siglos, apoyados en las leyes eternas e inconmutables de Dios, que viven en su sabiduría y en la voluntad divina, certísimas y potentísimas sobre todo" (ibid., c.22: 274).
C) EL DEMONIO, ESPÍRITU DE LAS TINIEBLAS Dios es luz y era El no hay tiniebla alguna (1 Io. 1,5). "¿Qué es la luz sino la caridad? ¿Quién podrá explicar estas palabras de otro modo?... Oye al apóstol Juan, que acabamos de citar y que a continuación dice: Dios es caridad (ibid., 4,8). Por lo mismo que Dios es luz, Dios es caridad, y, por lo tanto, la caridad es la luz que se difunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado... El que aborrece a su hermano está en tinieblas (1 Io. 2,11). Esas son las tinieblas en que el demonio y sus ángeles cayeron por soberbia... Ellos y el diablo se separaron de la luz y del calor, y, queriendo subir con soberbia y envidia, están ahora envueltos en dureza de hielo" (Ep. 140,22: PL 33,561). ________________________________________________
3. AG/INTERIORIDAD INTA/AG: Debemos tratar de vivir su enseñanza respecto del "Maestro interior" y comprender mejor lo que fue su inmenso aporte ofrecido a la Iglesia: el descubrimiento de la interioridad. Es decir, el descubrimiento de que todo el mundo de la revelación evangélica tiene su lugar privilegiado en el corazón del hombre, y de que el corazón del hombre está en relación con el corazón de todos los hombres, con el cuerpo de la Iglesia. San Agustín es maestro de interioridad y de eclesialidad. (·MARTINI-3.Pág. 19) ........................................................................
4. /Lc/08/21:Con sorprendente agudeza concluye San Agustín en una homilía: "Os ruego, hermanos míos, paréis mientes, sobre todo, en lo dicho por el Señor, extendiendo su mano hacia los discípulos: éstos son mi Madre y mis hermanos; y al que hiciere la voluntad de mi Padre que me ha enviado, ése es mi padre, y mi hermano y mi hermana. ¿Por ventura, no hizo la voluntad del Padre la Virgen María, que dio fe y por la fe concibió y fue escogida para que, por su medio, naciera entre los hombres nuestra salud, y fue creada por Cristo antes de nacer Cristo de ella? Hizo por todo extremo la voluntad del Padre la Santa Virgen María, y mayor merecimiento de María es haber sido discípula de Cristo que Madre de Cristo; mayor ventura es haber sido discípula de Cristo que Madre de Cristo. María es bienaventurada porque antes de pedirle llevó en su seno al Maestro. Mira si no es verdad lo que digo. Pasando el Señor seguido de las turbas y haciendo milagros, una mujer exclama: "Bienaventurado el vientre que te llevó" (/Lc/11/27); y el Señor, para que la ventura no se pusiera en la carne, responde: Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica. María es bienaventurada porque oyó la palabra de Dios y la puso en práctica, porque más guardó la verdad en la mente que la carne en el vientre. Verdad es Cristo, carne es Cristo. Verdad en la mente de María. Carne en el vientre de María, y vale más lo que se lleva en la mente que lo que se lleva en el vientre". Sermón 25.Obras de S.Agustín, VII. BAC, Madrid 1950 ........................................................................
5. CÁNTICO-NUEVO Sermón 34, 1-3. 5-6: CCL 41, 424-426. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Se nos ha exhortado a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo conoce el cántico nuevo. Cantar es expresión de alegría y, si nos jijamos más detenidamente, cantar es expresión de amor. De modo que quien ha aprendido a amar la vida nueva sabe cantar el cántico nuevo. De modo que el cántico nuevo nos hace pensar en lo que es la vida nueva. El hombre nuevo, el cántico nuevo, el Testamento nuevo: todo pertenece al mismo y único reino. Por esto, el hombre nuevo cantará el cántico nuevo, porque pertenece al Testamento nuevo Todo hombre ama; nadie hay que no ame; pero hay que preguntar qué es lo que ama. No se nos invita a no amar, sino a que elijamos lo que hemos de amar. ¿Pero, ¿cómo vamos a elegir si no somos primero elegidos, y cómo vamos a amar si no nos aman primero? Oíd al apóstol Juan: Nosotros amamos a Dios, porque él nos amó primero. Trata de averiguar de dónde le viene al hombre poder amar a Dios, y no encuentra otra razón sino porque Dios le amó primero. Se entregó a sí mismo para que le amáramos y con ello nos dio la posibilidad y el motivo de amarle. Escuchad al apóstol Pablo que nos habla con toda claridad de la raíz de nuestro amor: El amor de Dios -dice- ha sido derramado en nuestros corazones. Y, ¿de quién proviene este amor? ¿De nosotros tal vez? Ciertam ente no proviene de nosotros. Pues, ¿de quién? Del Espíritu Santo que se nos ha dado. Por tanto, teniendo una gran confianza, amemos a Dios en virtud del mismo don que Dios nos ha dado. Oíd a Juan que dice más claramente aún: Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. No basta con decir: El amor es de Dios. ¿Quién de vosotros sería capaz de decir: Dios es amor? Y lo dijo quien sabia lo que se traía entre manos. Dios se nos ofrece como objeto total y nos dice: «Amadme, y me poseeréis, porque no os será posible amarme si antes no me poseéis.» ¡Oh, hermanos e hijos, vosotros que sois brotes de la Iglesia universal, semilla santa del reino eterno, los regenerados y nacidos en Cristo! Oídme: Cantad por mí al Señor un cántico nuevo. «Ya estamos cantando», decísd Cantáis, sí, cantáis. Ya os oigo. Pero procurad que vuestra vida no dé testimonio contra lo que vuestra lengua canta. Cantad con vuestra voz, cantad con vuestro corazón, cantad con vuestra boca, cantad con vuestras costumbres: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Preguntáis qué es lo que vais a cantar de aquel a quien amáis? Porque sin duda queréis cantar en honor de aquel a quien amáis preguntáis qué alabanzas vais a cantar de él. Ya lo habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Preguntáis qué alabanzas debéis cantar? Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. La alabanza del canto reside en el mismo cantor. ¿Queréis rendir alabanzas a Dios? Sed vosotros mismos el canto que vais a cantar. Vosotros mismos seréis su alabanza, si vivís santamente. ....................................
6. PEDRO-JUAN/AG JUAN-PEDRO/AG DISCIPULO-AMADO /Jn/13/23 /Jn/19/26 /Jn/20/02 /Jn/21/07/20
Pedro es mejor, Juan más feliz De los Tratados sobre el Evangelio de Juan (In Io. Ev. Tract. 124, 4)
Y entre estos dos apóstoles, Pedro y Juan, ¿quién no se mueve a preguntar por qué el Señor amó más a Juan, habiendo sido más amado por Pedro? Pues en todos los lugares en que san Juan se menciona sin expresar su nombre, para darse a entender dice que le amaba Jesús, como si él solo fuera amado, para distinguirle por esta señal de los otros, a quienes sin duda amaba, ¿qué quiere decir con esto sino que era el más amado? [...] Sin embargo, si nos proponemos indagar cuál de los dos era mejor, el que amaba más o el que amaba menos a Cristo, ¿quién dudará en contestar que el que más amaba? Y si preguntamos cuál de los dos era mejor, el que es más o el que es menos amado por Cristo, no dudaremos afirmar que el que más amado por Cristo. En la primera de las comparaciones propuestas, Pedro es antepuesto a Juan; mas en la segunda Juan aventaja a Pedro. Por eso propongo una tercera: ¿cuál de los dos es el mejor, el que ama menos a Cristo que su condiscípulo, pero es más amado de Cristo, o el que ama más a Cristo, pero es menos amado por Cristo? Aquí se detiene la respuesta y crece la dificultad. Por mi parte, con facilidad daría esta respuesta: que es mejor el que más ama a Cristo, y más feliz el que es más amado por Cristo [Quantum autem ipse sapio, meliorem qui plus diligit Christum, feliciorem vero quem plus diligit Christus, facile responderem]. _________________________________________________