Tratado sexto
De los preceptos del Decálogo

Antes de pasar más adelante nos parece conveniente prevenir algunas cosas acerca del Decálogo en general, especialmente cuando lo dicho hasta aquí, y lo que en lo sucesivo se ha de tratar en esta Suma, se ordena a su observancia.

Capítulo único
Del Decálogo, número, orden y obligación de sus preceptos

Punto primero
De la naturaleza del Decálogo, y número de sus preceptos

P. ¿Qué es Decálogo? R. Que es: Summa seu Epitome legis naturalis, et divinae; o por mejor decir, es un Catálogo de todas las leyes; porque así como el Símbolo de los Apóstoles es Summa credendorum; y la oración Dominica lo es petendorum; así el Decálogo lo es omnium agendorum. Veáse S. Tom. 1. 2. q. 100. art. 3.

Es, pues, el Decálogo: Lex naturalis, et divina decem praeceptis comprehensa populo Hebraeorum a Deo duobus tabulis per Moysem data, et promulgata. Dícese: Lex naturalis; así porque sus preceptos son de derecho natural, como por reducirse a él todos los preceptos naturales. Se añade divina, por ser una ley positiva, que Dios dio inmediatamente a los hombres. Se añade decem praeceptis comprehensa por ser éste su número. Las últimas palabras constan de la Sagrada Escritura.

P. ¿Cuántos y cuáles son los preceptos del Decálogo? R. Que son diez, como el mismo nombre Decálogo lo da a entender. Así consta del capítulo 20 del Éxodo, y del 5 del Deuteronomio. El primero es: Non habebis deos [166] alienos. Non facies tibi sculptile, Non adorabis ea, et non coles. Segundo: Non assumes nomen Dei tui in vanum. Tercero: Memento, ut diem Sabbati sanctifices. Cuarto: Honora patrem tuum, et matrem tuam. Quinto: Non occides. Sexto: Non maechaberis. Séptimo: Non furtum facies. Octavo: Non loqueris contra proximum tuum falsum testimonium. Nono: Non concupisces uxorem proximi tui. Décimo: Non desiderabis domum proximi tui, nec omnia quae illius sunt.

Dirás: en el nono y décimo precepto se prohíben los deseos contra el sexto y séptimo; es así, que también los deseos contra los demás son pecado; luego deben asignarse más preceptos que los diez dichos. R. Concediendo las premisas, y negando la consecuencia, y es la razón; porque el deseo de los deleites carnales y de las riquezas se presentan tan apetecibles, que fue necesario el que expresamente se prohibiesen, lo que no sucede en el homicidio, y lo demás que se prohibe en los otros preceptos, por representarse más feo y repugnante, y así no fue necesario se prohibiese expresamente su deseo, como los otros dos.

 

Punto segundo
Del orden y obligación de los preceptos del Decálogo

P. ¿Qué preceptos pertenecen a la primera tabla, y cuáles a la segunda? R. Que los tres primeros pertenecen a la primera tabla, y los otros siete a la segunda. Aquellos se ordenan al honor de Dios, y éstos a la utilidad del prójimo. Los principios universales per se conocidos, como: bonum est faciendum, malum est fugiendum; y los preceptos que pertenecen a la fe, esperanza, caridad y temor, se contienen en el Decálogo, no expresamente, sino implícitamente, y a la manera que los principios en las conclusiones. Los demás preceptos que piden mayor luz, y discurso para su conocimiento, como los que prohiben la superstición, simonía, usuras, y semejantes, se contienen en el Decálogo, como se contienen las conclusiones en sus principios. Así S. Tom. en el lugar citado art. 4.

Según lo dicho, al primer precepto del Decálogo se han [167] de reducir, en primer lugar los preceptos universales del derecho natural, como también los que tocan a la fe, esperanza, y caridad, con las cuales es Dios venerado. Pertenecen después al mismo precepto todos los que prohiben la idolatría, superstición, vana observancia, magia, maleficio, simonía, y otros vicios de esta clase. Al segundo se reducen los que prohiben la blasfemia, la violación de los votos, y la falsa doctrina. Al tercero, todos los preceptos ceremoniales que se ordenan a dar culto a Dios, y a sus Santos.

Al cuarto se reducen los preceptos que mandan la reverencia que se debe dar a los ancianos, y otros mayores, y ordenan el modo de conferir los beneficios a los iguales e inferiores. Al quinto todos los que prohiben el odio del prójimo, o causarle algún daño temporal o espiritual. Al sexto todos los que prohiben cualquier acto de lujuria. Al séptimo los que prohiben todo género de injusticia en los bienes de hacienda. Al octavo los que prohiben la mentira, contumelia, murmuración, convicio, juicio temerario, y semejantes. Al nono y décimo no se reducen otros preceptos por ser ellos una adicción del sexto, y séptimo.

P. ¿Obligan en la ley de gracia todos los preceptos del Decálogo? R. Que obligan; porque aunque fueron promulgados por Moisés, son de derecho natural y del todo indispensables, por lo menos en cuanto a la substancia. Aunque con la muerte de Cristo cesase la ley de Moisés en cuanto a sus preceptos ceremoniales, y judiciales, no cesó en cuanto a los morales y naturales. Su obligación es grave, y así su transgresión sólo podrá ser leve, o por parvidad de materia en los preceptos que la admiten, o por falta de perfecta deliberación. [168]