C A P I T U L O  II

 

DEL ACTO DE CARIDAD TEOLÓGICA

 

 

Articulo I

DE LA NATURALEZA PSICOLÓGICA DE LA CARIDAD TEOLÓGICA

 

TESIS 17. EL ACTO DE CARIDAD TEOLÓGICA ES UN ACTO DE AMOR Y AMISTAD PARA CON DIOS.

 

220. Nociones.  EL ACTO DE CARIDAD TEOLÓGICA, a saber el acto propio de esta virtud, la cual en las fuentes de la revelación se cita juntamente con la fe y la esperanza.

 

EL AMOR es la operación de la voluntad por la cual la voluntad, como facultad apetitiva se dirige a su objeto. En el amor hay que distinguir: aquel que ama (sujeto "cui"),aquello que se ama (objeto material), aquello a causa de lo cual se ama (motivo u objeto formal), aquel al cual se ama (sujeto "cui"). Así pues una vez supuesto esto, se puede dar una doble tendencia en el amor: la primera se detiene en el objeto o persona amada; la segunda vuelve del objeto o persona amada al mismo que ama. En el primer caso tenemos amor de benevolencia, y en el segundo caso amor de concupiscencia.

 

A esta doble tendencia sicológica responde también un doble motivo: en el primer caso una persona es amada a causa de la bondad absoluta de la misma; en el segundo caso es amada a causa de la bondad relativa, que tiene para con el que ama, esto es, a causa de la utilidad del bienestar, de la perfección del que ama.

 

Así pues se da un doble amor:

 

a) De concupiscencia: amor de persona u objeto a causa de la bondad relativa respecto al que ama; el que ama, ama al amado en beneficio propio. Es un amor interesado, cuyo motivo es la bondad relativa del objeto amado, y el sujeto "cui" es el mismo que ama.

 

b) De benevolencia: el amor de alguna persona (no de algún objeto) a causa de su bondad absoluta; el que ama, ama al amado a causa de éste. Es un amor no interesado cuyo motivo es la bondad absoluta de la persona amada, y el sujeto "cui"es la persona amada misma.

 

221. AMOR DE AMISTAD. La amistad propiamente es un estado, el cual por su propia naturaleza va a dar en un acto de amor especial; este amor por tanto se llama amor de amistad. Stó.Tomás describe este amor como amor mutuo de benevolencia, que está fundado sobre una cierta comunicación. Se dice amor de benevolencia aquel por el cual el que ama quiere el bien para la persona amada, no para sí mismo. Se dice además mutuo, a saber con amor recíproco (por ello este amor mutuo no puede dejar de estar manifiesto a ambas personas que aman).[1]

 

Estos dos elementos constituyen esencialmente el amor de amistad. Ahora bien la comunicación, de la que habla Sto. Tomás, es, según explica él mismo, el fundamento necesario para que el verdadero amor de amistad pueda darse entre dos personas. Esta comunicación debe entenderse como semejanza en alguna forma (1.2.  q.27 a.3), esto es cierta posesión común de algún bien.

 

Así pues decimos el acto de caridad teológica es un acto sobrenatural de la voluntad, que ama a Dios con amor recíproco por parte de Dios.

 

222. Doctrina de la Iglesia. Testifica la existencia de algún estado de amistad entre Dios y el justo. A saber el justo, por el hecho mismo de ser justo, es verdaderamente amigo de Dios: Conc. Tridentino s.6. c.7 (D 799) y c.10 (D 803). Aquí se contiene implícitamente la existencia de algún acto que sea amor de amistad del hombre para con Dios. Pues la amistad no es algo estático, sino esencialmente dinámico. En éste texto nos enseña, si bien puede colegirse de él acertadamente, el que tal amor de amistad es un acto de caridad teológica.

 

223. Valor dogmático. El que existe un estado de amistad entre Dios y el justo, es tesis de fe divina y católica definida; el que el justo puede amar a Dios con amor de amistad, parece implícitamente definido. El que este amor es un acto de caridad es teológicamente cierto; ya que el amor de amistad es el supremo amor, y no puede darse en el hombre un amor mayor para con Dios que el acto de caridad.

 

224. Se prueba por la sagrada Escritura. a) En el N. Testamento los justos son llamados amigos de Dios; Jn 15,14s; Lc 12,4; son llamados también domésticos de Dios (esto es de la familia de Dios); Ef 2,19.En el A.Testamento se dice en general que participan de la amistad de Dios aquellos, que poseen la sabiduría: Sab 7,14.27. Por lo demás en particular solamente Abraham en el A. Testamento es llamado amigos de Dios (2 Par 20,7;  Jdt 8,22; Dan 3,35; Is 41,8); a este título alude Santiago en su Epístola 2,23.

 

d) Además en la sagrada Escritura se describe la relación entre los justos y Dios de tal manera, que incluye la familiaridad de amistad. Y así son llamado hijos, hermanos de Cristo, etc. El alma también recibe el nombre de esposa de Dios.

 

225. Se prueba por la tradición. El justo es amigo de Dios (R 1187); la caridad amigo de Dios (R. 1251); cuán grande es la dignidad de los hombres, ser amigos de Dios. En general expresiones semejantes dicen los Padres, al comenzar el Salmo 138,17; así S. HILARIO, S. JUAN CRISOSTOMO, S. ATANASIO; o también al comentar el Evangelio de S. Juan 15,15, cómo S. Agustín.

 

226. Razón teológica. 1) Entre Dios y el justo se da amistad:

 

a) Se da el fundamento de la amistad, a saber la comunicación del hombre con Dios en cuanto que Dios nos comunica su  bienaventuranza. A saber el máximo don, que Dios nos puede comunicar, es la bienaventuranza propia de El mismo, la cual consiste en la contemplación y el amor de Sí mismo. Así pues nos comunica ésta bienaventuranza no sólo para la vida futura, ni sólo en esta vida como proyecto, sino también en la realidad, en cuanto que esta vida divina queda ya incoada  en nosotros por las virtudes teológicas, para ser llevada a la perfección en la patria del cielo. Por último esta comunicación inmediata y dinámica de la vida y de la bienaventuranza divina supone en nosotros una nueva radical semejanza y comunicación en la gracia santificante, por la cual somos hechos consortes de la naturaleza divina e hijos de Dios, teniendo comunicación en la naturaleza misma del Padre.

 

b) Se da amor mutuo de benevolencia: Pues Dios no puede amarnos de otro modo, ya que nosotros no podemos darle a El ningún bienestar o utilidad[2].

 

2)  La caridad es amor de amistad. De aquí proviene el que nosotros podemos amor a Dios con amor de amistad, sin el cual sería imposible de amistad. Ahora bien este amor de amistad para con Dios debe ser el acto mismo de caridad. Pues por una parte nuestra suprema tendencia de amor para con Dios debe darse en la caridad, ya que a ella se dirigen todas las otras virtudes; y por otra parte el modo perfectísimo de amar queda constituido en el amor de amistad. Luego el acto mismo de caridad coincide con el amor de amistad para con Dios.

 

227. Corolario. En Sto. Tomás encontramos deducidas las señales y las consecuencias de la amistad, las cuales se dan de forma preclara en esta nuestra amistad divina. Dichas señales y consecuencias son: el deseo de la presencia, la benevolencia (quieren recíprocamente lo bueno para ellos), los beneficios (se dan mutuamente lo bueno), la concordia (quieren lo mismo), el descanso en el amor.

 

228. Objeciones. Entre el siervo y el señor no puede darse amistad, es así que el hombre es esencialmente siervo de Dios; luego entre el hombre y Dios no puede darse amistad.

 

Dist. la mayor: Entre el siervo y el señor "simpliciter", conc. la mayor; entre el siervo y el señor por naturaleza, pero hijo y padre por la gracia no puede darse amistad, subdist.: una amistad de igualdad, conc. una amistad de superexcelencia, niego y contradist. la menor. Es siervo por naturaleza pero hijo por la gracia, conc. la  menor; es siervo solamente, niego la menor y dist. igualmente la consec.; no puede darse amistad de igualdad, conc. la consec, amistad de superexcelencia, niego la cons.

 

 

Articulo II

DEL MOTIVO DE LA CARIDAD TEOLÓGICA

 

TESIS 18. EL MOTIVO DE LA CARIDAD TEOLÓGICA ES LA BONDAD DE DIOS EN CUANTO QUE ES OBJETO DE LA BIENAVENTURANZA.

 

229. Nexo. Hemos visto que el acto de caridad es un acto de amor de amistad para con Dios. De donde se seguiría que el motivo de este acto de caridad es la bondad absoluta de Dios. Ahora bien puesto que esta amistad divina no coincide en todo con la amistad humana, hay que estudiar el motivo propio de la misma, en lo cual puede haber cierta dificultad.

 

230. Nociones. LA BONDAD ABSOLUTA DE DIOS, a saber el bien divino en cuanto es bien en Sí y para Sí. Por tanto defendemos que el acto de caridad es amor de benevolencia para con Dios en sentido verdadero y estricto, y que por consiguiente no es interesado en cuanto al motivo. A saber en la caridad el que ama no se mueve a amar por el propio bien (la utilidad, el bienestar), que pudiera hallarse en la persona a la que se ama y a la que se va a amar.

 

Excluimos por tanto la concupiscencia de parte del motivo que determina el amor, la cual es concupiscencia en sentido propio y estricto. Sin embargo no excluimos el deseo de unión con la persona amada; este deseo está incluido en toda amistad.

 

Hay que hacer notar además que nosotros estudiamos el motivo que influye sicológicamente en la voluntad a fin de realizar ésta el acto de caridad; en este sentido excluimos cualquier motivo interesado. Otra cuestión es, a ver si ontológicamente es imposible cualquier amor en las creaturas a no ser que el objeto amado no sólo sea bueno en sí, sino que sea también bueno para la persona que ama; lo cual hay que afirmarlo en verdad, ya que en otro caso no se daría la razón suficiente de dicho amor.  Así pues no podría la voluntad tender a Dios con amor ni de concupiscencia ni de benevolencia, si en ésta tendencia no hallara ontológicamente su propio bien y su propia perfección. No obstante supuesto esto como condición ontológica, la voluntad puede sicológicamente dirigirse a Dios en cuanto que es bueno en Sí mismo, sin que se mueva sicológicamente por la utilidad propia que pueda encontrarse de hecho en este mismo amor respecto a la voluntad misma.

 

231. EN CUANTO ES OBJETO DE LA BIENAVENTURANZA. A saber en la bondad absoluta de Dios se da cierta amabilidad especial en cuanto transciende todo el orden natural, y de este modo es verdaderamente nuestro Padre celestial. Así pues Dios como objeto de la bienaventuranza, no se entiende en cuanto que es bueno para nosotros, más que en aquella su bondad de la que disfrutaremos en la bienaventuranza sobrenatural. Puesto que esta bienaventuranza expresa la vida intrínseca de Dios, se le concibe sobre todo a Dios entendido de esta manera, en su bondad intrínseca y absoluta.

 

Por consiguiente mediante las palabras bondad absoluta de Dios determinamos el motivo de la caridad en cuanto que es verdadero amor de benevolencia; y mediante las palabras en cuanto que es objeto de la bienaventuranza, fijamos el motivo de la caridad en cuanto que es amor de amistad, que añade algo al amor de benevolencia.

 

232. Adversarios. BOLGENI sostuvo que es imposible el amor de benevolencia no interesado para con Dios; y que por el contrario el hombre al amar siempre busca su propio bien.

 

Valor teológico. Común y cierto.

 

233. Se prueba por la sagrada Escritura. Según la Sagrada Escritura, el hombre puede amar a otro con amor no interesado, a causa de la bondad absoluta del mismo; luego también puede amar de este modo a Dios, es así que según la sagrada Escritura nuestra caridad debe ser un amor sumo a Dios; luego la caridad es   un amor no interesado a causa de la bondad absoluta de Dios.

 

El antec.: a) Jesucristo enseña hasta donde se extiende el verdadero amor de amistad entre los hombres. A saber hasta la muerte de la persona que ama por el bien de la persona amada (Jn 15,13), de tal manera que quiere que amemos de este modo al prójimo (Cf.1 Jn 3,16). Es así que un amor de esta clase no es interesado, sino que se da a causa de la bondad absoluta de la persona amada; luego según la sagrada Escritura, un hombre puede amar a otro con amor no interesado a causa de la bondad absoluta de la persona amada.

 

b) De modo semejante Jesucristo dice a los Apóstoles que ellos deben alegrarse del bien de Cristo mismo, antes que fijarse en su propio bienestar, si es que Le aman de verdad (Jn 14,28); es así que una vez más hay que decir que este amor no es interesado; luego era posible un amor no interesado de los Apóstoles respecto a Jesucristo.

 

La menor subsig: por el precepto de la caridad se nos manda amar a Dios con todo el corazón, con todo el alma, con toda la mente, con toda la fuerza, esto es con todas las fuerzas (Mt  22,37; Mc 12,30; Lc 10,27; cf. Deut 6,5); es así que estas palabras significan amor sumo para con Dios, luego según la Sagrada Escritura nuestra caridad debe ser amor sumo a Dios.

 

234. Se prueba por la tradición. a) Indican los SS. Padres el motivo de la caridad para con Dios con estas fórmulas: no a causa de lo que da, sino por su propia naturaleza y con anterioridad a los regalos; porque es verdaderamente amable; por su belleza; a causa de su bondad; por ser bueno en Sí.

 

b) Dicen que  no buscar el propio bien es buscar amor de amistad y tener caridad; el unirse al bien por el bien mismo, el honrar y abrazarse al bien por el mismo bien; el obrar lo bueno por el sólo afecto de la bondad; el gozar de Dios a causa de El mismo.

 

c) Hablan de tres vías o estados de la vida espiritual, en los que prevalece el temor, la esperanza la caridad; y enseñan que la caridad no busca la propia recompensa: así se expresan CLEMENTE ALEJANDRINO, S. BASILIO, S. GREGORIO NACIANCENO, S. GREGORIO NICENO, EUSEBIO EMISENO,S JUAN CRISOSTOMO, JULIAN POMERIO, S. JERONIMO, CASIANO.

 

d) Por el mismo amor no interesado explican también las palabras de S. Pablo, Rom 9,3: CLEMENTE ALEJANDRINO, S. GREGORIO NACIENCENO, S. AGUSTIN, S. JUAN CRISOSTOMO, ISIDORO DE PELUSIO, CASIANO, VICTOR VITENSE, TREOFILACTO, ECUMENIO, TEODORETO, y otros de forma semejante.

 

235. Razón teológica. a) El acto de caridad es el acto supremo con el que el hombre puede amar a Dios; es así que el amor supremo a Dios debe darse a causa de la bondad absoluta de Dios, luego el motivo del acto de caridad es la bondad absoluta de Dios.

 

b) El acto de caridad es amor de amistad; por consiguiente debe quedar especificado por el motivo que especifica a la amistad, es así que el motivo que especifica a la amistad se deriva del fundamento de la amistad, esto es  de la diversa  "comunicación", la cual en nuestro caso es la posesión común de la misma bienaventuranza divina, luego el motivo de la caridad es la bondad absoluta de Dios en cuanto es objeto de la bienaventuranza.

 

Téngase en cuenta que no es el mismo el amor de benevolencia del hombre para con uno que no es amigo y el amor de benevolencia de unos amigos entre sí; más aún tampoco es el mismo el amor de benevolencia entre dos amigos y entre un hijo y su padre, o entre marido y mujer. Dios si que puede ser amado naturalmente con amor de benevolencia (Cf. 2.2 q.23 a.3); sin embargo este amor, incluso en su tendencia sicológica, se diferencia del amor de caridad, precisamente por el hecho de que no se da entre amigos,  o entre un hijo y su padre. No obstante el amor sobrenatural de Dios, que existe entre el justo y Dios, es un verdadero amor de amistad, verdadero amor de un hijo para con el Padre,  cuyo motivo ya no puede ser la bondad absoluta de Dios considerada "simpliciter" ( pues tampoco un hijo puede llegar a esta bondad "simpliciter" respecto a su padre), sino en cuanto que es la bondad de su Padre celestial, que es infinitamente amable en Sí.

 

236. Objeciones. 1. Según los SS. Padres el acto de caridad incluye deseo y concupiscencia para con Dios; luego su motivo es interesado.

 

Dist. el antec.: Deseo de concupiscencia de una unión amistosa con Dios. conc. el antec.; de una posesión de Dios a causa del bien de la persona que ama, niego el antec.

 

2. Sin embargo la voluntad no puede amar más que su bien, luego todo amor humano es interesado.

 

Dist. el antec. Más que lo que es su bien conc.el antec.; más que por el hecho de que es su bien, subdist: ontológicamente conc.; sicológicamente, niego.

 

3. La sagrada Escritura siempre nos propone que Dios debe ser amado como nuestro bien, nuestro bienhechor, nuestra fortaleza, nuestra bienaventuranza; luego la sagrada Escritura no habla de un amor no interesado para con Dios.

 

Resp. 1ª Niego el antec., en base a nuestro argumento de la Sagrada Escritura.

 

Resp. 2ª Dist. el antec., de tal manera que Dios, nuestro bien, nuestro bienhechor, nuestra fortaleza y nuestra bienaventuranza, puede además ser amado a causa de su bondad absoluta, que resplandece en todas estas prerrogativas, conc. el antec.; de tal manera que debe ser necesariamente amado a causa de este bienestar nuestro, niego el antec.

 

4. Dios en cuanto objeto de la bienaventuranza es motivo de la esperanza; luego no puede ser motivo de caridad.

 

Dist.el antec. Dios en cuanto objeto de la bienaventuranza, esto es Dios por ser nuestra bienaventuranza, conc. el antec.;Dios por ser bueno en Sí con  aquella bondad que será el objeto de nuestra bienaventuranza. Niego el antec, y dist. igualmente el consg.

 

5. La caridad es amor del hombre para con Dios; es así que es propio de la noción de cualquier clase de amor el dirigirse al propio bien de la persona que ama;: luego  también la caridad debe dirigirse a Dios bien propio del hombre; por consiguiente el motivo de la caridad es la bondad relativa de Dios.

 

Resp. 1ª Si esto probara algo, probaría de forma semejante la imposibilidad del amor de benevolencia no sólo para con Dios sino también entre los hombre, lo cual está claro que es falso.

 

Resp. 2ª Dist. la mayor. Es amor de benevolencia para con Dios, conc. la mayor; es amor de concupiscencia, niego la mayor y dist. también la menor: es propio de la noción de cualquier clase de amor el dirigirse a aquello que ontológicamente se da a causa del bien de la persona que ama,  conc. la menor; el dirigirse al bien propio de la persona que ama sicológicamente en cuanto es tal, niego la menor y dist. igualmente el primer consg.: la caridad debe dirigirse a Dios, el cual ontológicamente sea el bien propio del hombre, conc. el consg.; debe dirigirse sicológicamente a Dios en cuanto que es el bien propio del hombre, subdit.: si la caridad fuera amor de concupiscencia, conc.el consig; si es amor de benevolencia, niego el consg.

 

6. El amor de amistad esencialmente conlleva querer el bien para el amigo; es así que no podemos querer el bien para Dios, ya que Dios no carece de ningún bien; luego no podemos amar a Dios con amor de amistad.

 

Dist. la mayor: querer el bien para el amigo, esto es desear para él el que tenga el bien que no tiene, o gozar del bien que tiene, conc. la mayor; querer el bien para el amigo, esto es solamente desearle el bien que no tiene, niego la mayor y contradist. la menor: no podemos desear a Dios el bien que no tiene, conc. la menor; no podemos gozar del bien que Dios tiene, niego la menor.

 

237. Escolio. De la bondad absoluta de Dios, que resplandece en cada uno de los atributos divino. Preguntan los teólogos si se requiere para el motivo de la caridad la bondad absoluta de Dios, en cuanto que abarca la esencia divina y todos los atributos; o si es suficiente la bondad que resplandece en uno o en otro atributo, así v.gr. en la sabiduría. Los teólogos han dado distintas respuestas. Sin embargo parece que hay que decir que es suficiente para el motivo de la caridad cualquier bondad absoluta de Dios, incluso la que se da en cada uno de los atributos. Pues la bondad de cualquier atributo divino, como infinita y divina que es, es bondad de Dios y es bondad absoluta, no relativa.   De donde también es suficiente como motivo de la caridad la bondad absoluta, que resplandece también en los atributos relativos de Dios, v.gr. en la misericordia de El o en la beneficencia divina. Pues ella misma no es menos absoluta, o  menos divina, que la bondad de cualquier otro atributo, y así mediante la consideración de los beneficios de Dios somos introducidos en la verdadera caridad; no deteniéndonos en el hecho de que Dios ha sido bueno para mí (de donde se seguiría solamente la gratitud, la cual no es una virtud teológica),sino avanzando hasta la consideración de la suma y absoluta benignidad de Dios, por la que es infinitamente bueno en Sí, cuyos signos y testimonios aparecen en los beneficios de El (cf. 2.2 q. 106 a.5).

 

Articulo  III

DEL OBJETO MATERIAL DE LA CARIDAD TEOLÓGICA

 

TESIS 19. EL OBJETO MATERIAL DE LA CARIDAD TEOLÓGICA, ADEMÁS DE DIOS, ES TODA CREATURA INTELECTUAL CAPAZ DE LA BIENAVENTURANZA.

 

238. Nexo. Una vez examinada la naturaleza íntima del acto de caridad por su tendencia sicológica y por su motivo especificante, queda el que estudiemos cuales son los objetos acerca de los cuales puede ejercerse tal acto de caridad.

 

239. Nociones. ADEMÁS DE DIOS. Evidentemente Dios mismo debe ser el objeto del acto de caridad, y ciertamente el objeto primordial. Y en esto  no puede haber dificultad. Pues en él se da en primer término y "per se" el motivo específico de este amor. Por ello no hay ninguna cuestión acerca de esto. Sino que toda la cuestión versa acerca de si además se da algún otro objeto de la caridad teológica, aunque sea secundaria. Y afirmamos esto.

 

TODA CREATURA INTELECTUAL CAPAZ DE LA BIENAVENTURANZA, a saber todo los hombres que se encuentran en estado de vía, las almas que están en el purgatorio, los santos y los ángeles en el cielo.

 

EL OBJETO MATERIAL, a saber aquel acerca del cual puede versar el acto de caridad, o sea aquello que puede ser amado con amor de caridad en sentido estricto. Ahora bien puesto que hemos dicho que la caridad es amor de amistad y que su motivo es la bondad absoluta de Dios en cuanto que es objeto de la bienaventuranza, nuestra tesis ahora es la siguiente: la creatura intelectual capaz de la bienaventuranza, puede ser amada con amor de amistad a causa de la bondad absoluta de Dios, en cuanto Dios es objeto de la bienaventuranza.

 

Decimos siempre puede ser amado con este amor. Pues no tratamos directamente de la obligación de amar así al prójimo, ni de la posibilidad o imposibilidad de amar al prójimo con otro amor sobrenatural, el cual no sea un amor de caridad estrictamente tal y de amistad divina. Está claro en último  término que nosotros tratamos del acto mismo del amor con el prójimo, realizado por la voluntad a causa de un motivo de caridad estrictamente tal, y no del hábito, por el que sea  realizado este acto; el cual evidentemente es realizado por el hábito de caridad. Si es un verdadero acto de caridad, estrictamente tal, pero no sucede lo mismo al contrario.

 

240. Valor teológico. Es de fe divina por la Sagrada Escritura y por la tradición algún nexo intrínseco entre la caridad para con Dios y el amor del prójimo. El que el prójimo puede ser amado en virtud del mismo hábito de la caridad teológica con que amamos a Dios, es sentencia común y cierta. El que puede ser amado por un acto, que tenga el mismo motivo que tiene el acto de caridad para con Dios es sentencia más probable.

 

241. Se prueba por la sagrada Escritura. a) Se da un hecho íntimo entre la caridad de Dios y la caridad del prójimo: 1 Jn 4,7‑13.

 

b) De forma que de una se puede probar la otra: 1 Jn 4,19‑21; 5,2

 

c) Este nexo íntimo se fundamenta en las relaciones mutuas de la misma familia divina (no sólo en la voluntad de guardar los mandamientos): 1 Jn 5,1.

 

d) Por ello se puede hablar indiscriminadamente de la caridad de  Dios y de la caridad del prójimo: 1 Cor 13,13.

 

e) Por consiguiente también la caridad para con el prójimo puede ser señal segura de adhesión a Cristo por la fe y la caridad: Jn 13,35.

 

242.  Se prueba por la tradición.  1) Los SS. Padres: a) enseñan la unión intrínseca entre el amor de Dios y el amor del prójimo; que el prójimo no es amado con otra caridad, que aquella con la que es amado Dios; el que ama a Dios totalmente también ama al prójimo; el que descuida el amor del prójimo, también descuida el amor de Dios, y a la inversa; no ama al Padre aquel que no ama al Hijo al que ama el Padre; el que no ama al prójimo, no será contado entre los hijos de Dios; el que tiene gran caridad para con Dios, ama a sus hermanos espiritualmente; por el amor de Dios nace el amor del prójimo, y por el amor del prójimo se nutre el amor de Dios; el amor de Dios y el amor del prójimo se unen mutuamente, así como la contemplación y la acción.

 

b) Enseñan que el amor del prójimo es la señal del amor de Dios: así como por el amor de Dios nace el amor del prójimo, así por el amor del prójimo se muestra el amor de Dios; no vemos a Dios invisible, sin embargo hallamos el camino hacia Dios en sus siervos; la verdadera caridad para con el prójimo se encuentra solamente en los discípulos de Cristo; la caridad para con el prójimo es señal del verdadero cristiano y del verdadero cristianismo.

 

c) Enseñan que el motivo del amor del prójimo es Dios mismo: la caridad verdadera se da cuando es amado el amigo en Dios, y es amado el enemigo a causa de Dios; el prójimo debe ser amado por Dios, en Jesucristo, los prójimos sean amados como miembros del cuerpo místico de Cristo; y otras muchas expresiones muy semejantes a éstas.

 

243. 2) Todos los teólogos posteriores enseñan la unidad de la virtud de la caridad. Más aún incluso reducen en general a la caridad el acto de caridad para con el prójimo. Sin embargo esto lo explican de distintas maneras, y no siempre de forma que sea el mismo el motivo de caridad para con Dios y de caridad para con el prójimo. He aquí algunas explicaciones: EL MAESTRO DE LAS SENTENCIAS enseña: "el que ama a los hombres, debe amarlos o bien porque son justos o bien para que sean justos; esto es debe amarlos en Dios y por Dios". S. BUENAVENTURA explica:"porque amar es querer el bien, y la caridad no quiere más que el bien, a saber el bien divino "en cuanto que desea este bien para el prójimo" y así se dice que ama al prójimo". Y en otro texto:"puesto que la caridad es el peso que inclina al sumo Bien y a la bienaventuranza perfecta, hace amar a todo aquello que es bienaventurado o que puede hacerse bienaventurado". Sto.TOMAS dice:" el prójimo es amado con caridad, porque en él está Dios o para que en él esté Dios". ESCOTO se expresa con ligeras variantes:"me amo a mí a al prójimo por caridad, queriendo amarme a mí y a él , y mediante el amor queriendo tener a Dios en él".En los siglos XIV‑XV en muchos autores prevalece la fórmula: el objeto de la caridad es Dios y todo lo que quiere Dios que sea amado. Así se expresan PEDRO DE ALIACO, GABRIEL BIEL y otros.

 

244. Razón teológica. Es objeto material de la caridad, todo aquello, en lo cual pueden hallarse la razón de bondad absoluta de Dios en cuanto que es objeto de la bienaventuranza; es así que ésta se halla en toda creatura intelectual capaz de la bienaventuranza; luego el objeto material secundario de la caridad es la creatura intelectural capaz de la bienaventuranza.

 

La menor: Cualquier creatura intelectual de esta clase tiene la comunicación de la bienaventuranza (la cual es el fundamento de la mistad) bien perfectamente, bien imperfectamente, o bien en la disposición y la decisión divina. Cf 2.2 q.25 a.12 y a.6.

 

245. Objeciones. 1. Nada es amado a no ser a causa de su bondad; es así que la creatura no es buena con la bondad de Dios en cuanto Padre; luego la creatura no puede ser amada a causa de la bondad de Dios en cuanto Padre.

 

Dist. la mayor; A causa de su bondad, por la cual es constituida en su ser, o por la cual es hecha sobrenaturalmente partícipe de la bondad divina, conc. la mayor; sólo a causa de la bondad por la cual es constituida en su ser, niego la mayor y contradist. la menor: la creatura no es buena, esto es, no es constituida en su ser con la bondad de Dios en cuanto Padre, conc. la menor; no es buena, esto es no es hecha sobrenaturalmente partícipe de la bondad de Dios en cuanto Padre, niego la menor.

 

2. El culto de latría, con que adoramos a Dios, se diferencia específicamente del culto de dulía con que veneramos a los Santos, por más que veneremos a los Santos a causa de Dios. Luego "a pari", la caridad, con la que amamos a Dios, se diferencia específicamente de la caridad con que amamos al prójimo, aunque amemos al prójimo por Dios.

 

Niego la paridad. El motivo interno en el culto de latría y en el culto de dulía se diferencian específicamente. Por ello se diferencian también éstos dos cultos esencialmente. Ahora bien en la caridad para con Dios y en la caridad para con el prójimo, el motivo es uno sólo y el mismo según ha quedado explicado en la tesis. Por ello son actos de una sola y misma virtud teológica.

 

246. Escolio 1. Del amor a uno mismo por caridad. Por lo dicho está claro que nosotros podemos amarnos a nosotros mismos con verdadero amor de caridad. Pues en cuanto somos capaces de la bienaventuranza, y en cuanto ya poseemos ésta de forma incoada, se da en nosotros algo de la bondad de Dios, en cuanto Padre. Por tanto, si nosotros amamos a causa de esta bondad, el motivo de este acto es un verdadero motivo de caridad. Más aún podemos amar incluso a nuestro propio cuerpo en virtud del mismo amor. Pues también él es capaz de la bienaventuranza por redundancia, así cómo es también un instrumento de la misma bienaventuranza que ha de ser adquirida. Y no impide esto la razón de  "alteridad", la cual parece que es necesaria en la amistad; pues no se tiene amistad consigo mismo. En efecto respecto a nosotros mismos tenemos "algo mayor que la amistad" Pues la amistad conlleva unión; y con nosotros mismos tenemos bondad, la cual es mayor  que la unión. Cf. 23.2 q.25 a.4s.

 

247. Escolio 2. Del amor al prójimo a causa de los bienes creados sobrenaturales del mismo. Preguntan los teólogos a ver si el acto de amor al prójimo a causa de los bienes de la gracia que hay en él , es un verdadero acto de caridad teológica y de amistad sobrenatural. Y en verdad parece que hay que afirmar ambas cosas, y que la razón que mueve a este amor no es más que la comunicación incoativa de la bienaventuranza sobrenatural, en la cual se coloca el fundamento de la amistad y de la caridad.

 

248. Escolio 3. Del amor a las otras creaturas por caridad. El que también pueden ser amadas las creaturas irracionales con amor de caridad , lo explica Sto. Tomás del siguiente modo: "Mediante la amistad se habla ciertamente de una manera al amigo con el que se tiene amistad; y de otra manera, a los bienes que se desean para el amigo: Así pues de la primera manera ninguna creatura irracional puede ser amada por caridad.... sin embargo pueden ser amadas por caridad las creaturas irracionales, así como los bienes que queremos para  otros: a saber en cuanto que por la caridad queremos que estas creaturas sean conservadas para honra de Dios y utilidad de los hombres. Y de éste modo Dios también las ama por caridad". (2.2 q.25 a.3).

 

249. Escolio 4. Del orden de la caridad. Puesto que el motivo de la caridad se halla primeramente y principalmente en Dios mismo, en el cual se da la bondad absoluta de El mismo, en cuanto que es objeto de la bienaventuranza, y después de un modo secundario y diferente se halla en los que son capaces de la misma bienaventuranza, hay que establecer un orden en la caridad. En este orden Dios debe ser amado por caridad principalmente y sobre todas las personas y cosas; pues es amado como la causa de la bienaventuranza. En cambio todos los demás son amados después, como participantes de la bienaventuranza.

 

Ahora bien entre todos los que participan de la bienaventuranza se da también un orden. Pues el hombre debe amarse a sí mismo por caridad más que al prójimo, ya que, según enseña Sto. Tomas "el hombre se ama a si mismo por caridad, atendiendo a la razón, por la que es partícipe del bien antes citado; en cambio el prójimo es amado, en cuanto a la razón de sociedad en éste bien". Ahora bien es más importante la unidad que la unión. Y puesto que la asociación en la participación plena de la bienaventuranza es mayor razón de amar que la participación de la bienaventuranza por redundancia, hay que amar más al prójimo que al cuerpo propio.

 

Y no todos los prójimos han de ser amados de igual modo por caridad, sino según la mayor o menor cercanía que tienen respecto a Dios y respecto a nosotros. Estos y otros muchos datos se encuentran en Sto. Tomás 2.2 q.26.

 

250. Escolio 5. De los actos de caridad. El acto principal de caridad es el amor; este acto "conlleva cierta unión en los afectos de la persona que ama respecto a la persona amada; a saber en cuanto que el que ama estima al amado en cierta manera como una unidad con él, o como que pertenece a él"; y por consiguiente se diferencia de la mera benevolencia, ya que añade a ésta la unión del afecto. Por  este acto debemos amor totalmente a Dios según el precepto de la caridad a saber, no sólo porque nosotros debemos amar todo, lo que pertenece a Dios, sino también porque debemos amar a Dios con todas nuestras posibilidades y porque deben ser ordenadas todas nuestras cosas al amor de Dios. Cf. 2.2 q.27.

 

De este acto de amor se siguen otros actos de caridad, como efectos del mismo. De los cuales unos, según enseña Sto. Tomás, son internos, a saber el gozo, la paz y la misericordia (2.2 q.28‑30); otros son externos, a saber la beneficencia, de la cual una parte especial es la limosna, y también parte singular de ésta es la corrección fraterna (2.2 q.31‑33).

 

251. Escolio 6.  De la necesidad del acto de caridad. El que este acto no es necesario para la justificación, a no ser que ésta sea extra-sacramental, se ve claro por el tratado " de sacramentis". Sin embargo el acto de caridad es sumamente necesario para la salvación con necesidad de medio, puesto que constituye la tendencia verdadera e intrínseca en orden al fin último. Existe además el primero y el más importante   mandamiento acerca del acto de caridad (Mt. 22,37s); este precepto obliga a realizar el acto de caridad (D 1101), incluso sin necesidad de alcanzar la justificación por el mismo (D 1157), no una sola vez (D 1155), sino muchas más veces que una vez cada cinco años (D 1156).

 

EPILOGO

 

252.  Por lo que hemos dicho acerca de los actos de fe, de esperanza y de caridad, se ve fácilmente en qué sentido éstas virtudes son en verdad virtudes teológica. En efecto tienen a Dios como motivo y como objeto material primordial o principal.

 

Pues la Fe no cree a no ser a causa de la autoridad de Dios que revela, en cuanto que ésta autoridad existe en sí misma. Y no cree más que lo que ha sido dicho por Dios, entre lo cual sobresale lo que ha sido revelado acerca de Dios mismo. Por consiguiente cree a Dios a causa de la autoridad de Dios, (credit Deum Deo).

 

La Esperanza así mismo no espera más que a Dios mismo en su objeto primordial. Y no espera de ningún otro que no sea Dios mismo y el poder auxiliador de El. Así pues espera a Dios confiada en el poder de Dios, (Sperat Deum a Deo).

 

Por último la Caridad tiene a Dios como objeto primordial y principal. Ahora bien solamente ama a éste a causa de Dios mismo.

 

Por consiguiente ama a Dios a causa de Dios (Amat Deum propter Deum). 


[1] Cf. las palabras de S. Agüstín:"¿de qué otra cosa tenemos cuidado en la indisposición de la amistad sino en que el amigo no piensa que o bien no le amamos, o bien le amamos menos de lo que el mismo ama? Si llegare a creer esto, será más débil en el amor del que los hombres disfrutan mutuamente con familiaridad mutua" (De la Catequesis de las personas rudas:8,7 ML 40,315).

[2] Tal vez diga alguno: Dios debe referir el propio amor a su gloria. Luego el amor de Dios con el que nos ama, no puede detenerse en nosotros. Luego no es amor de benevolencia. Respondemos que la relación de amor al fin último es tal que no excluye el verdadero amor de benevolencia. Por ello la  amistad entre los hombres puede ser buena, sin que deje de ser verdadera amistad.

 

Tal vez insista alguien de nuevo: sin embargo Dios no puede moverse al amor más que por la bondad que se da en El mismo. Luego no puede moverse por la bondad que haya en el hombre. Respondemos que en Dios no puede suponerse algo que hablando en sentido estricto le mueva a El mismo, y que no sea  El mismo. Sin embargo toda la tendencia de este amor con el que Dios ama, no se detiene en el término amado, esto es en nosotros, a los cuales ciertamente nos hace con su amor divino buenos y amables (Cf. Lennerz, 422‑424). 

 

A causa de éstas consideraciones y de otras más es verdad que nuestra amistad con Dios no es en todo semejante a las amistades humanas, ya que la amistad humana siempre se da entre iguales. Y por ello ESCOTO llama a esta amistad divina "superamistad".

 

Ahora bien nosotros podemos amar a Dios de tal manera, que queramos el bien para El, prescindiendo de la bondad relativa de Dios.