CAPITULO II

 

SOBRE LA REVELACIÓN

 

44.- Para demostrar el hecho de la revelación divina obligatoria, que se propone por la religión cristiana, un paso preparatorio fue el tratado del capítulo precedente, donde hemos disputado sobre la noción y la naturaleza de la religión y de su obligación­ para con nosotros. Ahora igualmente se pretende el paso propedéutico, tratado de la revelación, porque si se demostrase que el concepto de revelación es contradictorio, si se demostrase su imposibilidad, si se le enseñase como incognoscible para nosotros en vano investigaríamos sobre su realidad de hecho.

 

Y porque la religión católica que se ofrece a cualquiera, aunque la considere como de paso, como probablemente verdadera, tiene como primario el concepto de revelación, es necesario sopesar este concepto y legitimarlo anta la razón.

 

Para demostrar el hecho de la revelación divina y para demostrar la misma posibilidad de la revelación, podríamos exponer los mismos hechos de aquellas cosas que conocemos desde el Génesis hasta el Apocalipsis acerca de las locuciones divinas para con los hombres, admitiendo como probada en la Introducción a la Sagrada Escritura, la historicidad de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Pero para prevenir con una luz más evidente las dificultades que se suelen poner en contra y para que después se aplique más fácilmente la especulación abstracta en el orden concreto, preferimos empezar exponiendo la teoría misma de la revelación.

 

Artículo I

 

LA NOCIÓN DE REVELACIÓN

 

45.- Como en Ontología se trata de la razón más uni­versal del ente -el ser- (la cual se embebe en todo el objeto de las otras partes de la Filosofía) y de sus causas, así en la Teología fundamental, se trata de la razón más universal de la revelación que se embebe en todo el objeto de las otras partes de la Teología, porque todas consideran sus objetos como revelados por Dios y conocidos por la fe.

 

Tratamos de la revelación según lo entiende la Iglesia porque procuramos probar el hecho de la revelación propuesto por ella. Y esto pide antes que el concepto de este hecho, es decir, el concepto de la revelación que tiene la Iglesia, lo legitimemos filosóficamente en este artículo y en el siguiente.

 

46.-  1) REVELACIÓN  indica etimológicamente remoción de un velo o manifestación de una cosa ocultó.

 

En el Nuevo Testamento, se habla de la revelación con las palabras... con la significación de manifesta­ción de la verdad salutífera (el reino mesiánico, el misterio de Cristo...), hecho por Dios por medio de Cristo o de los apóstoles.

 

En el uso eclesiástico es la manifestación hecha por Dios al hombre de una verdad oculta (D 1634-1636-1785) . Así la revelación, tanto según el Nuevo Testamento, como en el uso de la Iglesia, es una locución de Dios a los hombres ( Heb. 1,1; D.1785).

 

47.  2 ) Esta es la revelación divina, de la cual tratamos. Si se hace por un hombre la manifestación de la verdad, la revelación es humana.

 

Si se hace por un ángel, se tiene como divina, porque los ángeles, en sus revelaciones a los hombres revelan en cuanto forman una misma causa con Dios, porque Dios, o lo manda, o lo permite positivamente. La revelación demoníaca propiamente es nula, porque siendo espíritus mendaces, no pretenden propiamente y de suyo, comunicar ninguna verdad.

 

48.  3 ) La revelación divina puede considerarse activamente o en la acción de Dios que revela pasivamente, o sea, en la percepción de la cosa revelada, o en el signo creado por el que Dios manifiesta directamente su mensaje a otro objetivamente, o sea, en las verdades u objetos que se reve­lan.

 

Si se pregunta por la naturaleza de la revelación considerada activamente, debemos hablar como de la­ naturaleza de la acción de Dios ad extra (fuera de sí mismo), ya se trate de una acción creativa, si Dios crea algo al revelar, ya de una acción edu­cativa, si, como ocurre más frecuentemente, educe algo de la potencia de la materia.

 

Por estas acciones Dios no se muda intrínsecamente, sino que extrínseca y terminativamente se denomina creando actualmente, educiendo y de modo semejante revelando actualmente si estas acciones las consideramos más probablemente como formal (no sólo virtualmente) transeúntes[1].

 

49.-   4) La revelación divina puede ser natural o sobrenatural. La revelación divina natural es la manifestación de la verdad de Dios que viene al hombre de parte de Dios, en cuanto de la naturaleza y por la misma naturaleza creada ( Cfr. Rom. 1,19 s 18,2).

 

Y porque ya vamos a tratar de la revelación sobrenatural y se emplea frecuentemente la mención de este concepto en este tratado y en los­ siguientes, conviene, ya desde el principio, enuclear y declarar el concep­to de lo sobrenatural . Sin embargo, se pospone un concepto más amplio de lo sobrenatural para los tratados de “Deo elevante” y de “Gratia Christi”.

 

50.- DECLARACIÓN DEL CONCEPTO SOBRENATURAL

 

Se llama sobrenatural a los que supera lo que es natural.

 

Natural es lo que pertenece a la naturaleza.

 

Naturaleza, etimológicamente, se entiende lo que nace y significa realmente:

 

a)     la sustancia en cuanto es principio de sus obras,

b)     la esencia de una cosa (así se dice de la '"naturaleza de los accidentes"),

c)      el conjunto de las cosas creadas.

 

Una cosa pertenece a la naturaleza o es natural

 

      1) porque constituye a la misma naturaleza ( v. gr., es natural para el hombre tener alma, cuerpo y partes integrantes).

 

      2) porque es consecuencia (se sigue) de la misma naturaleza (así las potencias del alma y todo lo que la misma naturaleza pueda conseguir con sus propias fuerzas.

 

      3) porque es exigido por la misma naturaleza para que no sean estériles e inútiles ella misma o sus propias fuerzas (p.ej.,­ los medios necesarios, para alcanzar su final: el aire, los alimentos en­ general, para la vida orgánica, la familia, la sociedad, la autoridad, para la vida social, la conservación, el concurso divino, alguna providencia de Dios ....)

 

Estas cosas son naturales porque pertenecen a alguna naturaleza creada o constititutivamente o consecutivamente, o exigitivamente.

 

Sobrenatural indica una cosa positiva que supera la naturaleza:

 

      1) o porque la perfecciona constituyéndola en un estado superior (así, la gracia santificante que se añada como accidente a la­ naturaleza creada, constituyéndola en partícipe de la naturaleza divina),

 

      2) porque supera las fuerzas y capacidades activas de la naturaleza creada ( p,ej., ver intuitivamente a Dios).

     

      3) porque supera las exigencias de la misma naturaleza creada (P.ej., el mismo ver a Dios, tener el dominio perfecto de la concupiscen­cia en la criatura corporal, de modo que no prevenga al dictamen de la razón, asimismo, la inmortalidad y la impasibilidad del cuerpo).

 

Por lo tanto, se puede definir lo sobrenatural: aquello que no pertenece a la naturaleza ni constitutiva ni consecutiva, ni exigitivamente.

 

Así considerada la misma naturaleza que es elevada, o sea, el término de donde parte la elevación, lo sobrenatural es lo que es totalmente indebido a la naturaleza elevada, pero contemplada la naturaleza a la cual es elevada, o sea el término al cual se realiza la elevación, lo sobrenatural es: la participación de una naturaleza superior.

 

51.- DIVISIONES DE LO SOBRENATURAL

 

Sobrenatural puede ser (simpliciter) simplemente tal y (secundum quid) en alguna manera sobrenatural.

 

Lo simplemente sobrenatural se tiene cuando se refiere a toda naturaleza creada y creable, y que, por lo tanto, supera las capacidades y exigencias de toda naturaleza creada, y por lo tanto, se refiere a una cosa propiamente, divina, como es la misma intuición divina y el amor que de ella resulta. Así lo sobrenatural simplemente tal puede ser reconocido por el orden a la visión beatífica y a la última bienaventuranza del hombre, cual es en este orden de providencia. Por eso, la gracia santificante, las virtudes teologales, los dones del Espíritu Santo..., son seres simplemente sobrenaturales.

 

Lo sobrenatural en alguna manera (secundum quid o preternatural), se tienen cuando se refiere solamente a alguna naturaleza creada. Así, lo que para una naturaleza es sobrenatural, puede ser natural para alguna naturaleza superior a la anterior. Para la naturaleza sensitiva del hombre, son dones preternaturales o sobrenaturales en alguna manera, la­ integridad o dominio perfecto de la concupiscencia, la inmortalidad y la impasibilidad.

 

2- Lo sobrenatural puede ser intrínsecamente sobrenatural o en cuanto a su propia identidad, y sobrenatural por analogía de atribución externa.

 

Lo sobrenatural en cuanto a la identidad o intrínseca­mente sobrenatural, es una perfección, pues a modo de accidente inhiere en la naturaleza creada: la gracia santificante, los dones del Espíritu Santo ...

 

Sobrenatural, por analogía de atribución externa, se dice de una cosa que es en sí natural, que es causa o efecto o signo de una cosa sobrenatural en cuanto a la entidad, la cual es ciertamente el analegado principal.

 

            3- Sobrenatural en cuanto a la cosa (sustancia) y sobrena­tural en cuanto al modo. Lo sobrenatural en cuanto a la sustancia, es una cosa intrínsecamente sobrenatural. Se dice sobrenatural, en cuanto al modo, por analogía de proporción, una cosa natural en sí. v.gr., la restitución de la vista en un ciego, pero por el modo como se hace es sobrenatural, v.gr., si se hace de repente, por las palabra, así guarda cierta relación de proporción.

 

52.- REVELACIÓN SOBRENATURAL

 

Es la manifestación que se hace al hombre por Dios fuera de la exigencia y de la capacidad natural. Puede hacerse:

 

a) por hechos milagrosos si p.ej., Dios por obra de milagros, manifiesta la santidad de algún siervo de Dios o las riquezas de su gloria y de su bondad.

 

b) por infusión de ciencia, si alguien, p. ej., sabe algo nuevo por­ ciencia recibida de Dios.

 

c) Pero en sentido propio y estricto se entiende aquella manifestación que se hace al hombre por Dios mediante una locución propiamente dicha ( D 1785, Heb. 1,1).

 

53.- Locución propiamente dicha, es la acción por la que un ser inteligente manifiesta su mente inmediata y directamente a otro.[2]          

 

54.- La locución puede ser docens, locución que enseña, si pretende que alguien sepa las cosas por sus razones internas, y puede ser attestans ( testimoniante, atestiguante),  si pretende que alguien las crea, por la autoridad del que habla. Dios hace las dos cosas en su locución a nosotros, pero esta es primariamente y se la conoce como atestante (D 1789). Y además, porque el objeto primario de la revelación divina es el misterio divino escondido desde los siglos en Dios, que únicamente se conoce por el testimonio de Dios.

 

A la locución docente corresponde la ciencia, la locución atestante, la fe.

 

Luego, el fin primario de la revelación, es que el hombre crea las verdades reveladas por la autoridad de Dios que habla.

 

55.- AUTORIDAD, es una fuerza moral, por la cual alguien ejerce un influjo en otro. Puede ser doctrinal y científica, que consiste en la ciencia y veracidad conocida de algún testigo, y puede ser moral y jurídica, o sea, el derecho de imponer obligatoriamente algún acto, p. ej., el asentimiento a las cosas dichas.

 

En Dios hay una y otra autoridad, es decir,­ una autoridad plena. Tiene la autoridad doctrinal y científica, en cuanto que es la infinita sabiduría y tiene sumo amor a la verdad, por lo tanto, es la primera verdad en cuanto al conocimiento y la locución, a quién la razón creada puede y debe prestarle al obsequio de asentir a lo que dice. Tiene también la autoridad moral y jurídica, en cuanto que es el Señor supremo, que puede imperar el asentimiento.

 

Pero la fe, en cuanto tal, no se presta por la autoridad moral y jurídica del que habla, sino inmediatamente por su autoridad científica, es decir, por su ciencia y veracidad reconocidas. Porque es propio de la virtud de la fe el asentir inmediatamente por esta autoridad científica de Dios, y asentir por la autoridad moral, inmediatamente es propio de la virtud de la obediencia.

 

56.- DIVISIONES DE LA REVELACIÓN SOBRENATURAL

 

1) Por razón de la persona que recibe la revelación, la revelación es inmediata si el hombre recibe directamente la revelación de Dios que habla, mediata si el hombre recibe la revelación mediante otro hombre, legado de Dios.

 

Si es por medio de los ángeles, se dice que es inmediata. La revelación hecha a los apóstoles por Jesús es inmediatamente divina, pues las acciones de Jesús son divinas.

 

2) Por razón de la facultad humana que es afectada inmediatamente en aquél que recibe la revelación, la revelación puede ser sensitiva (la voz en el bautismo de Jesús, las palabras Manes, Tecel, Phares, en el­ banquete de Baltasar); imaginaria (la escala de Jacob); e intelectiva. La revelación intelectiva puede ser puramente intelectual, si no coopera el fantasma, o por el contrario no puramente intelectual.

 

Pero siempre se requiere en la revelación la luz intelectual, para juzgar acerca de las cosas recibidas, porque siendo locución, es necesario entender que Dios habla.

 

3) Por razón del destinatario la revelación es privada si se dirige a personas particulares, pública, si se dirige para que sea creída por todo el género humano ( D 1785), o al menos a un pueblo íntegro (p.ej., al israelítico) o sociedad perfecta.

 

Acerca de las revelaciones privadas, se debe hacer notar, que aquellos a los que no se dirige alguna revelación, no están obligados a mantener y afirmar por fe divina aquella revelación con un acto positivo, por más que conozcan que se ha hecho la revelación, pero aquellos que recibieron estas revelaciones y a los que se dirigen las revelaciones, pueden y deben afirmarlas y sostenerlas con fe divina, si les consta con certeza que Dios les ha hablado a ellos mismos, lo que también pueden hacer los que llegasen a la certeza de esta locución divina. Tales revelaciones privadas deben ser juzgadas prudentemente según las reglas de discreción de espíritus y de la sana crítica histórica, sin admitirlas temerariamente, ni rechazarlas con una oposición pertinaz.

 

Las revelaciones hechas a Santa Margarita María sobre el culto del Sacratísimo Corazón, eran revelaciones privadas, porque la revelación pública acabó con el último apóstol, como se di­rá expresamente en el tratado del Magisterio de la Iglesia. Pero ciertamente el culto del Sacratísimo Corazón, se dirigía, según el Señor a todo el género humano. Por lo tanto, también las revelaciones privadas, como  otros carismas, no raramente tienen una función social, y no se dirigen solamente al bien particular de unos poco.

 

SOBRE LA APROBACIÓN DE LAS REVELACIONES - Las revelaciones privadas no son aprobadas por la Iglesia con una aprobación canónica, la cual se refiere a la revelación pública (contenida en las Sagradas Escrituras y en la Tradición), pero ciertamente pueden ser aprobadas con aprobación permisiva, si se permite su lectura, o con aprobación negativa, si se declara. que en ellas no se contiene nada contra la fe o las costumbres, con aprobación negativa solemne, si antes de la incoación del proceso de beatificación de un siervo de Dios, se declara que en sus escritos no se contiene nada contra la fe o las costumbres, o por último, con aprobación positiva, si se enseña claramente el origen divino de alguna revelación ( p. ej., las revelaciones hechas a Santa Margarita María, sobre las cuales se habla frecuentemente, y las afirma Pío XI en la Encíclica "Miserentissimus Redemptor", es decir, en un documento del Magisterio, o también otras, como las de la B. Virgen Lampurdense). En estas aprobaciones positivas no se da de hecho el magisterio sumo y absolutamente infalible de la Iglesia acerca de la realidad de las revelaciones, sin embargo, sería temerario e imprudente negarlas sin razón suficiente.[3]

 

4) Por razón de las verdades que se revelan, la revelación puede ser sobrenatural en cuanto al modo, si las verdades que se revelan son accesibles a la razón, y por lo tantos pueden conocerse naturalmente, y sobrenatural en cuanto a la sustancia y si las verdades que se revelan son naturalmente incognoscibles.

 

5) Por razón del objeto revelado, se le llama formal y virtual, según que se conozca la verdad revelada inmediata o mediatamente ya través de una conclusión.

 

57.- LA SOBRENATURALIDAD DE LA REVELACIÓN

 

a) De la revelación divina propiamente dicha, por locución, no se puede decir que pertenezca a la naturaleza humana ni constitutiva, ni consecutiva ni exigitivamente. De aquí que no es algo natural para el hombre, sino sobrenatural.

 

            b) Además, toda revelación propiamente dicha por locución, puesto que es una libérrima intervención de Dios, que debe ser reconocida por aquél que la recibe por una señal extraordinaria, supone, pues, un suceso fuera del orden de la naturaleza, luego es milagrosa (cfr. n. 147-153).

 

            c) Se puede preguntar si esta revelación es sobrenatural, simplemente, esto es, si supera la capacidad y las exigencias de toda la natura­leza creada que ordena a la visión beatífica, o si es sobrenatural en alguna manera (secundum quid) (o preternatural), de modo que no está necesariamente ordenada a la visión beatífica.

 

Parece que se debe responder que por su concepto, la revelación no está necesariamente ordenada a la visión beatífica y que, por lo tanto, por su concepto, no es sobrenatural simplemente, porque se puede entender bien que Dios puede proponer algunas verdades que se deben creer para alguna prueba. Más aún, la revelación de los misterios que exceden todo entendimiento credo, a algunos nos le parece que por su concepto y naturaleza sea simplemente sobrenatural. De hecho, sin embargo, la revelación de que habla la Iglesia, se ordena a la visión beatífica y es, por lo tanto, simplemente sobrenatural. La Iglesia habla de la revelación que tiene conexión con el fin último del hombre simplemente sobrenatural, porque en el Concilio Vaticano I se habla de la revelación sobrenatural sin ninguna añadidura: haberle agradado a Dios revelarse a si mismo por vía sobrenatural ( D 1785) y la revelación se llama sobrenatural (D 1787), donde se habla de sobrenatural sin más añadidura, se entiende en el mismo Concilio simplemente sobrenatural (D 1786-1789).

 

58.- Diferencia entre la revelación y otras operaciones divinas.

 

1) La revelación se distingue de la inspiración porque la revelación es locución de Dios, de ahí que el que recibe la revelación, no sólo es elevado a percibir las cosas divinas, sino que también tiene conciencia de que Dios habla con él y que le­ manifiesta algo a él. La inspiración, en cambio, es solo la acción de Dios como autor principal del libro para lo cual basta en el hagiógrafo una ilustración sobrenatural del entendimiento, una moción de la voluntad y la ejecu­ción para que escriba lo que Dios quiera que escriba, pero no se tiene necesariamente conciencia de ese influjo sobrenatural, como no se tiene conciencia ordinaria de las ilustraciones y nociones de la gracia.

 

Pero la inspiración se tiene para escribir lo que Dios quiere comunicar, por eso, todo lo que es inspirado es palabra y sentencia de Dios para nosotros de donde Dios nos manifiesta algo por ello , luego esta palabra de Dios es revelada para nosotros, al menos mediatamente, si por algún legado que recibió la revelación inmediata, nos consta que Dios escribió eso para nosotros. Por eso, para el acto de la inspiración no se requiere propiamente que exista revelación, pero todo lo que es inspirado canónicamente contiene una revelación mediata para nosotros.

 

            2) Para la inspiración profética o profecía no se requiere conciencia de que Dios habla o revela, si se trata de mero instinto profético (Caifás), lo contrario, si se trata de un verdadero profeta en sentido pleno, es decir, de aquél que habla por instinto de Dios y en nombre de Dios, entonces se da revelación.

 

            3) La profecía estricta, si se recibe de Dios que habla, es una revelación de futuro, luego se distingue de la revelación como la parte del todo o como la especie­ del género, porque la revelación no solo puede ser de futuro, sino también de alguna cosa pretérita y presente.

 

4) El profeta que habla en nombre de Dios es verdadero legado de Dios o enviado por Dios (n. 416), pero no todo legado es profeta.

 

5) La revelación tomada objetivamente se distin­gue de la luz sobrenatural por la cual alguno­ conoce el origen divino de alguna noticia infusa, en que esta luz no es la misma noticia recibida, sino el principio de ella, por el cual es conocida, ni es un principio permanente sino cualidad transeúnte.

 

            6) Es la ciencia infusa propiamente Dios no habla ni testifica como en la revelación, por lo cual, en la ciencia infusa se manifiestan cosas, pero no en cuanto y porqué están en la mente divina.

 

            7) En la asistencia divina Dios no habla ni mueve a hablar, sino solamente está presto para que no yerre alguno.

 

            8) La revelación se distingue de la visión intuitiva de Dios, en cuanto por la revelación no es elevada la mente al orden divino, como ocurre en el concepto intuitivo de

Dios, sino que la mente permanece en el orden de los conceptos analógicos.

 

9) La revelación es visión (intelectual o imaginaria o sensitiva), pero no toda visión es revelación, es decir, si el sentido de la visión no se entiende (v. gr. Dn 5,5, Act. 10,10-17, donde se dice que San Pedro ha tenido una mera visión, cuyo sentido y por lo tanto la revelación la recibió después).

 

59.- FALSAS NOCIONES DE REVELACIÓN

 

Generalmente excluyen de ella todos los elementos verdaderamente sobrenaturales. Así cono suelen, los racionalistas que no admiten nada sobrenatural, puesto que supera a la razón, afirman que todo puede y daba explicarse por la razón.

 

Los antiguos racionalistas (Reimanus, Lessing...) entienden con el nombre de revelación el conocimiento natural del objeto religioso.

 

Kant entiende por revelación la voz de la conciencia...

 

Los Protestantes liberales y modernistas entienden por revelación la experiencia religiosa, que subyace al sentimiento peculiar con que aprehendemos a Dios, especialmente si esta experiencia es más viva y casi pasiva.

 

60.- NOCIÓN MODERNÍSTICA DE LA REVELACIÓN

 

EL MODERNISMO indica una tendencia moderna, esto es, del fin del siglo XIX y principios del XX, de explicar a interpretar muchas cosas de la religión por el subjetivismo inmanentista y el relativismo, presuponiendo como fundamentos el evolucionismo radical y el agnosticismo subjetivista. Muchas son las formas del modernismo, sea en cuanto a la misma religión y su esencia, y noción, sea en cuanto a la inspiración de los libros sagrados y su interpretación, sea en cuanto a la historia religiosa y la evolución del dogma, sea en cuanto a la misma fe y revelación y la defensa y apologética de las mismas. De aquí el modernismo filosófico, exegético, dogmático...

 

El conjunto de todas las doctrinas modernistas propuesto sistemática y claramente, se encuentra en el Decreto "Lamentabili" (3 de Julio 1907) (D 2001 - 2065) y en la Encíclica "Pascendi" (8 de Septiembre 1907) (D 2071 - 2109)

 

Entre los principales modernistas se cuentan: Alfredo Loisy que escribió “L’Evangile et l’Eglise” (1902), “Autour d’un petit livre” (1903); George Tyrrell (1861-1909) y Edouard Le Roy (“Dogne et Critique”, 1907), el cual, sin embargo, no dejó la Iglesia.

 

Sobre la noción modernista de la religión, hemos tratado más arriba n, 22-23. La religión, según el modernismo, no debe exponerse como un concepto intelectual de Dios, sino que, como es un fenómeno vital, debe explicarse por la misma vida del hombre. Pero el primer impulso de cualquier fenómeno vital se debe tomar de cierta indigencia o de un cierto movimiento del corazón que se llama sentimiento. Por lo tanto, la fe, que es el principio y fundamento de cualquier religión se debe colocar en un ciervo sentimiento íntimo, que nace de la indigencia de lo divino. Y esta indigencia se encuentra en el subconsciente y de él emana (D 2074),

 

61.‑ Supuestas estas nociones de la religión y de la fe, los modernistas pervierten fácilmente la noción de revelación. La Revelación, según los modernistas, no es la manifestación intelectual de alguna verdad que provenga del exterior, sino que es algo que viene del interior del hombre por el sentimiento religioso. La revelación, o al menos, el nacimiento de la revelación, es ese mismo sentimiento religioso que aparece en la conciencia, o la experiencia religiosa por la cual Dios es sentido y se manifiesta en el mismo hombre ( D 2075). Así se dice que tienen revelaciones los hombres que poseen ese sentimiento religioso más evolucionado y más vivas experiencias religiosas. Por lo tanto, "la revelación -dicen- no pudo ser otra cosa que la conciencia adquirida por el hombre de su relación para con Dios". ( D 2020).

 

Y como la revelación se concluye en la misma conciencia de los hombres y se desarrolla con ella, queda sujeta al progreso y a la mutación de ningún modo, pues, quedó cerrada con el último Apóstol, la revelación pública (D 2021), sino que se perfecciona en la conciencia de los fieles.

 

Cuando el hombre religioso piensa su fe y elabora su pensamiento por la reflexión, se llega a las fórmulas religiosas y a los dogmas, los cuales no pueden ser inmutables sino perfectibles y evolutivos. (D 2022, 2078, 2080) .

 

La revelación, pues, es algo natural que procede de la naturaleza y se desarrolla con la naturaleza, de ningún modo es sobrenatural, La revelación es algo que proviene del interior del hombre, por lo tanto, sus criterios no deben ser buscados desde el exterior, sino internos y subjetivos.

 

Artículo II

 

POSIBILIDAD Y CONVENIENCIA DE LA REVELACIÓN

 

Una vez que expusimos la noción que la Iglesia tiene de la Revelación, venimos a demostrar en primer lugar, la posibilidad de tal moción.

 

TESIS 2 .- LA REVELACIÓN DIVINA SOBRENATURAL, SEA INMEDIATA (I) SEA MEDIATA (II), ES POSIBLE.

 

62.- NOCIONES - POSIBILIDAD es la aptitud para existir.

 

Posibilidad interna o metafísica consiste en la socialilidad de las notas que constituyen la esencia o definición de aquella cosa que se dice posible.

 

Posibilidad externa es la aptitud para existir por una razón externa de causa eficiente, que puede hacer pasar a la existencia aquella cosa.

 

Esta posibilidad se dice física, si existen las fuerzas y condiciones físicas que se requieren para que la causa eficiente pueda poner en la existencia tal cosa.

 

La posibilidad se llama moral, si según el modo acostumbrado de obrar, no existe una dificultad tan grande que impida el que la fuerza física existente pase al acto.

 

63.- ESTADO DE LA CUESTIÓN

 

En Dios no se puede hablar de una gran dificultad que le impida hacer algo, puesto que es omnipotente, por lo tanto, no podemos tratar de imposibilidad moral, a no ser en sentido traslaticio, es decir, si existiera una dificultad o repugnancia a causa de que Dios no pudiera tener unos fines dignos de sí y una razón final en la revelación, esto es, si la revelación fuese inconveniente para Dios. De esta no repugnancia y de la conveniencia de la revelación o de su posibilidad moral, tanto por parte de Dios, como por parte del hombre, aunque se deben tocar muchas cosas sobre ello en esta tesis, especialmente lo trataremos en la tesis siguiente.

 

En cuanto a la posibilidad física de la revelación, bastará probar que la cosa es metafísicamente posible, es decir, que no repugna, porque, si consta de esto, fácilmente consta que Dios puede hacerla fácilmente.

 

Por lo tanto, ahora tratamos directa y especialmente de la posibilidad metafísica de la revelación, aunque sobre su posibilidad física y moral será necesario decir algo también.

 

Pero porque los elementos que forman la definición de revelación son: a) la causa eficiente divina y su modo de proceder, b) el sujeto humano (racional, vital) que la recibe, y c) el objeto que se revela, será necesario atender a estas tres cosas, para que se excluya la repugnancia por parte de todas éstas y excluida positivamente, la repugnancia, queda demostrada positivamente la posibilidad. ( cfr. n.110).

 

64.- ADVERSARIOS - Niegan la posibilidad de la revelación:

 

1) de parte del agente, o sea, de Dios, todos los que niegan, o su existencia, o que El pueda hablar, o el que de hecho, El haya hablado con los hombres. Así, los ateos materialistas, panteístas, deístas. ( Dios no obra: en el mundo con una acción diversa a la creación primera), y en general, los naturalistas y todos los que niegan el orden sobrenatural.

 

            2) de parte del sujeto pasivo, o seas del hombre, niegan la posibilidad de la revelación, los racionalistas (D 1703 s), según los cuales, la razón humana es la única fuente de conocimiento humano, por­que toda Revelación desde el exterior destruiría la vitalidad de nuestra razón y acabaría con su autonomía.

 

Según los modernistas, la experiencia vital es la única fuente del conocimiento religioso, luego, la fe no puede ser impuesta desde el exterior del hombre mismo (D 2074 s.).

 

65.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

Frecuentemente se refieren los documentos de la Iglesia al hecho de la revelación ( v. gr. D 1785‑1787), Luego, implícitamente se dice que la re velación a nosotros es posible, tanto la mediata como la inmediata que se presupone en la mediata

 

Mía aún, explícita mente, está definida la posibilidad de la revelación, "es posible que por la revelación divina sea enseñado el hombre" (D 1807). Si la revelación se toma aquí como la revelación mediata, en esta se implica el hecho, y por tanto, la posibilidad de la revelación inmediata.

 

La posibilidad de la revelación mediata es afirmada en el Símbolo, puesto que el Espíritu Santo "habló por los profetas" y todo el Magisterio de la Iglesia y la predicación de la palabra de Dios, se funda en la revelación hecha a nosotros, e implícitamente es afirmada.

 

VALOR DOGMÁTICO - De fe divina y católica solemnemente definida (D 1807) y en el símbolo. Ni se puede dudar que se contiene en la revelación divina (Hebr. 1,1...) y, por lo tanto, que es de fe divina lo que se presupone en toda doctrina que sea de fe divina y católica, ni exis­te duda de que la Iglesia, en su magisterio ordinario y en el símbolo, propone esta doctrina como revelada por Dios.[4]

 

66.- SE PRUEBA – 1ª Parte:

 

1) A posteriori se probaría por la revelación ya hecha.

 

            2) A priori excluyendo la repugnancia que existiría de parte de los elementos que se consideran en la revelación.

 

Puesto que la posibilidad consiste en la sociabilidad o no repugnancia de las notas o elementos que entran en la definición de una cosa, el camino para demostrar a priori esta posibilidad estará en la exclusión de cualquier repugnancia que pueda encontrarse en asociar estos elementos. Así se demuestra positivamente esta sociabilidad de las notas o posibilidad aunque sea por vía de exclusión ( cfr. n.110).

 

La Revelación inmediata repugnaría, a) o por parte de la causa eficiente y por el modo como se hiciese, es decir, de parte de Dios, b) o por parte del sujeto en el que se recibiría la revelación, es decir, por parte del hombre, c) o por parte del objeto o cosa revelada.

 

Ahora bien, no se puede admitir ninguna de estas cosas :

 

A) Porque, por parte de Dios y de sus atributos, repugnaría, si a) Dios careciese de los conocimientos que revela, o b) careciese de fuerza para revela, o c) del modo como revelar, d) del fin para qué revelar.

 

Pero Dios a) es sapientísimo, b) es potentísimo, ni obsta el que deba mudarse el orden de la naturaleza previamente establecido según las leyes de la misma naturaleza, porque tales leyes no son absolutamente necesarias, como las leyes metafísicas y matemáticas, sino hipotéticamente necesarias, de donde no se le hace ninguna fuerza a la criatura si la misma criatura (de la que lo más íntimo de su propia naturaleza es el que se someta a su Creador) si se la somete a la voluntad preternatural del mismo Creador (cfr. nº. 5) - c) Dios tiene también el modo de comunicarse con los hombres por una locución externa o por una locución interna, por la fantasía o inmediatamente en el entendimiento, pues Dios puede servirse siempre de una luz interior para que el entendimiento perciba el origen divino de la noticia recibida, de lo contrario, Dios estaría en peores condiciones que los hombres, que pueden comunicarse mutuamente, d) por fin, Dios tiene fines dinos para revelar, para manifestar su gloria como en toda acción ad extra, porque puede manifestar su omnipotencia y sabiduría­ y su amor para con los hombres, porque el género humano puede ser ayudado­ por la revelación, puesto que necesita de un auxilio especial de Dios para conocer congruamente la misma religión natural (Cfr. más abajo n.76 ss.).

 

A esto se añade que Dios es esencialmente comunicable, en primer lugar, porque es esencialmente ser, de donde también es esencialmente la verdad irradiante en todas direcciones, además, porque es esencialmente maestro no sólo dotado de ciencia y arte para acomodarse a la inteligencia de los­ discípulos, sino que tiene también celo por enseñarles y sobre todo, goza­ de suma autoridad y capaz de arrastrar al asentimiento de sus palabras.

 

Negativamente. Dios puede comunicarse con los hombres, porque de Dios sólo se puede negar lo que­ envuelva una imperfección. Ahora bien, el comunicarse no envuelve ninguna imperfección. Porque comunicarse supone estar en acto y difundir el propio bien (el conocimiento propio).  Ahora bien, Dios está siempre en acto purísimo y es esencialmente bueno que tiende a la difusión de sí. Si el hombre puede comunicarse con otros, ¿Porqué no podría con Dios?.

 

Ni Dios se muda al revelar, como tampoco se muda al crear y conservar las cosas y al producir otros efectos. Porque decretó desde la eternidad hacer eso en el tiempo y no recibe intrínsecamente nada de estos efectos ad extra, sino que más bien comunica.

 

B) Por parte del hombre se excluye la repugnancia sopesando las propiedades del hombres es decir, porque sea: a) ser inteligente, b) racional evolutivo, c) vital, d) personal.

 

Pero a) no ha repugnancia porque el hombre no pudiese entender algo propuesto por Dios, porque el objeto del entendimiento humano es cualquier ser, con tal de que se le proponga rectamente, pues teniendo la noción de ser, la noción de lo verdadero, da la sustancia, del accidente, de la persona y otras nociones semejantes..., podrán proponérsele muchas verdades si se le exponen suficientemente. Además, si el hombre con su mente puede recibir algo de otros hombres. ¿Porqué no podrá recibirlo de Dios? Porque éste puede o coordinar las mismas especies intelectuales del hombre, o infundirle otras nuevas y confirmar el entendimiento con su luz para que juzgue rectamente de ellas.

 

b) No repugna por el hecho de que pudiese ser turbada por la reve­lación la armonía de la evolución del entendimiento, humano, porque se turbaría también por el magisterio humano y por la fe humana, por otra parte es propio del mismo concepto del ser sobrenatural (como se supone la revelación), el perfeccionar la naturaleza.

 

c) No repugna por el hecho de que el hombre sea un ser vital y que, por lo tanto, obra inmanentemente, porque el hombre puede recibir pasivamente una especie infusa o la acción divina, como recibe del exterior la determinación para conocer y puede reaccionar después cooperando activamente y haciendo (él mismo) aquel conocimiento. Además, en el juicio sobre la significación de la cosa representada, de su origen divino, no se da sino la reacción vital propia del hombre,

 

d) No repugna por el hecho de que el hombre sea un ser personal “sui iuris” y que goza de la autonomía de la razón, porque esta autonomía, se juzgue como se juzgue, debe apetecer la conformación con la verdad, la cual se obtiene en grado sumo, por la manifestación divina de la revelación. Por lo demás, la sana autonomía de la razón se obtiene en los adultos después de que recibieron muchas verdades por el magisterio y la autoridad de testigos.

 

C) POR PARTE DE LA COSA REVELADA, no repugna la revelación, si el hombre no conoce todavía la cosa revelada, porque aprende lo que­ ignora. Pero si ya conoce la cosa, entonces a lo más, se podría pensar en una repugnancia, no de la misma revelación, sino de la extensión de lo que se pueda revelar. Por otra parte, también podemos hablar y escuchar al que nos habla de cosas conocidas y afirmarlas por un acto nuevo y un motivo nue­vo de certeza.

 

Se excluye, pues, la repugnancia, si se trata del conocimiento de verdades naturales, sea adquirido por demostración o por autoridad. En cuanto a los misterios, los consideramos más abajo, con más cuidado y detenimiento.

 

Luego, la revelación divina inmediata es posible.

 

67.- PRUEBA DELA 2ª. Parte, excluyendo la repugnancia (de la revelación) por parte de aquellas cosas que provienen de la revelación mediata.

 

a) No habría repugnancia por parte de Dios. Dios puede ejercitar su derecho de proponer la revelación por medio de otros, si lo quiere así, especialmente porque es propio de la divina providencia gobernar a los inferiores por los superiores y conducir a unos hombres por otros, no porque le falte poder a El, sino por su bondad. Dios puede prestar un auxilio sin que se altere la verdad revelada.

 

b) Por parte del legado habría repugnancia porque no pudiese ser reconocido como legado, pero podrá serlo por los signos credenciales que le garanticen o (podría repugnar la revelación) porque la verdad al ser transmitida, se tuviese que corromper, pero se puede proteger y cus­todiar, la verdad por documentos, y sobre todo, por la asistencia divina.

 

            c) Por parte del destinatario, no hay dificultad; cualquiera puede recibir la verdad de otros hombres, si consta de su ciencia y vera­cidad y puede constar por señales divinas, entonces es propio de sabios el creer.

 

            d) Por parte de la verdad que se transmite no habrá repugnancia porque la verdad que se comunica para la salvación de los hombres, estará también acomodada a la inteligencia humana; ya se perciba la verdad­ por sus razones internas, ya se perciba por autoridad y se puede conservar­ también incorrupta gracias al auxilio divino.

 

De otro modo. Para que sea posible la revelación divina mediata, sólo se requiere que pueda transmitirse fielmente todo lo revelado, y además, pueda constar con certeza que se propone la revelación en nombre de Dios.

 

Ahora bien, es posible que los hombres entiendan rectamente alguna verdad recibida de Dios y decir  otros recta y verazmente lo que entendieron. Especialmente si, es una larga serie de transmisiones, son ayudados por Dios. Además, es posible a los otros hombres conocer ciertamente, en las debidas circunstancias, la ciencia y la veracidad del testigo, especialmente, si Dios sella con alguna señal suya a aquél a quién propone la revelación, como a un legado suyo (de Dios).

 

Existe también la misma tradición incorrupta de las verdades naturales cognoscibles por ciencia humana, pero para las verdades reveladas con certeza del hecho de la revelación. Pero este hecho histórico, (de la revelación) se podrá conocer por los testimonios o por otros y nuevos signos de credibilidad.

 

Luego, la revelación divina mediata es posible.

 

68.- OBJECIONES DE PARTE DE DIOS

 

1) La revelación es imposible si Dios se muda al revelar, Ahora bien, Dios se muda al revelar, Luego ......

           

Distingo la mayor: La Revelación es imposible si Dios se muda intrínseca y entitativamente, concedo la mayor, si se muda extrínseca y terminativamente, niego la mayor, Contradistingo la menor.

 

            2) Ahora bien, Dios al revelarse, muda intrínsecamente.

                       

Lo pruebo: Una mutación extrínseca y terminativa, supone en el agente la adquisión de un acto nuevo y una mutación intrínseca. Luego, Dios, por una mutación extrínseca y terminativa, a causa de la revelación, se muda también intrínsecamente.

 

Niego la menor subsunta, y distingo el antecedente de la prueba. La mutación terminativa del agente supone un acto nuevo y una mutación intrínseca en un agente creado, concedo el antecedente, (porque para obrar debe ser actuado), en el agente increado e infinito niego el antecedente (porque siempre tiene en sí la plenitud del acto).

 

            3) La acción reveladora es en el tiempo o ab eterno. Si es ab eterno, la revelación debe ser ab eterno, pero si es en el tiempo, Dios se muda cuando pasa de no, revelador a actualmente-revelador.

 

            Respondo: La voluntad de Dios de revelar en el tiempo es eterna e inmanente a Dios y se identifica con su esencia, pero la revelación actual y formal, es en el tiempo, y es una acción no solo virtualmente transeúnte, sino (dicho con más probabilidad) formalmente transeúnte, como el modo físico de la educción inherente a la­ cosa educida, o el modo físico de la creación adherente a la cosa creada.­

Tales modos (que los suponemos más probables), denominan a Dios revelador, creador extrínsecamente.

 

Y así distingo la 2ª. parte de la disyunción. Dios cuando pasa de no revelador a actualmente‑revelador; se muda intrínsecamente, niego, se muda extrínseca y terminativamente, concedo.

 

            4) Si la voluntad de Dios de revelar se identifica con su­ esencia, la revelación es necesaria. Ahora bien, las acciones de Dios ad extra, no pueden ser necesarias. Luego...

 

Distingo la mayor. Si la voluntad de Dios de revelar, se identifica con su esencia, la revelación es necesaria, esto es, la voluntad de Dios de revelar, es necesaria entitativamente, concedo la mayor, la revelación formal y terminativa es necesaria, niego la mayor. Concedo la menor. Niego la conexión y la consecuencia.

 

            5) Ahora bien, la revelación formal y terminativa sería nece­saria. Lo pruebo: El Ser sumamente bueno es sumamente difusivo de sí. Ahora bien, lo que es sumamente difusivo de sí, debe revelar formal y terminativamente por necesidad. Luego...

 

Niego la subsunción. Concedo la mayor de la prueba y distingo la menor. Lo que es sumamente difusivo de sí, debe revelar necesariamente, esto es, con necesidad de pura conveniencia, de modo que lo contrario no desdiga, concedo la menor, de modo que lo contrario desdiga (no está bien), niego la menor, y con esta distinción distingo igualmente la conexión, o simplemente niego la menor.

 

            6) Si Dios revela en el tiempo, mudando el orden establecido por la creación, muda sus decisiones. Ahora bien, mudar las propias decisiones, es contra la sabiduría del Ser infinitamente providente. Luego...

 

Nido la mayor. Dios, al revelar, no muda sus decisiones, sino que desde la eternidad decide revelar en el tiempo. Ni tampoco se le puede negar a Dios la facultad de intervenir en la propia creación, de la que es el Señor.

 

7) Esta revelación en el tiempo supondría una creación manca (mutilada). Ahora bien, una creación manca supondría una imperfección de Dios. Luego...

 

Distingo la mayor - La revelación en el tiempo supondría una creación manca, esto es, que las criaturas son capaces de ulterior perfección (dentro del plan sapientísimo de la ordenación divina), concedo la mayor, que las criaturas han sido mal hechas en su naturaleza y en el orden de la naturaleza, niego la mayor, Contradistingo la menor. Una creación manca supondría una imperfección de Dios por el hecho de que las criaturas hubiesen sido mal hechas, concedo la menor, por el hecho de que sean capaces de una perfección ulterior, niego la menor.

 

Dios siempre obra optimamente, pero no está obligado a hacer óptimas las cosas.

 

POR PARTE DEL HOMBRE – 8) La revelación y la fe consiguiente, destruirán la autonomía de la razón.

 

Niego lo presupuesto de tal autonomía absoluta, porque el entendimiento, aún buscando la verdad por sí mismo, debe conformarse a la verdad primera.

 

9) No puede haber proporción para hablar entre la inte­ligencia divina y la inteligencia humana. Luego la revelación es imposible.

 

Distingo el antecedente. No puede haber proporción entitativa, concedo el antecedente, proporción o adecuación en el conocer, al menos analógicamente, niego el antecedente.

 

            10) La locución con el hombre se hace con un lenguaje articulado. Ahora bien, Dios no puede hablar con un­ lenguaje articulado. Luego...

 

Distingo la mayor, La locución del hombre con el hombre se hace con un lenguaje articulado, concedo la mayor (porque los hombres mediante los sentidos y los órganos corpóreos, deben comunicarse mutuamente sus sentimientos), la locución de Dios a los­

hombres, niego la mayor.

 

DE PARTE DEL OBJETO REVELADO – 11) La revelación mezclaría elementos falsos, porque es relativa en el hombre. Luego, es imposible.

 

Niego el antecedente y distingo la prueba . La revelación es relativa en el hombre, esto es, no es un conocimiento absolutamente perfecto, como el conocimiento de Dios, pero es analógica, conc., es falsa, niego.

 

            12) Es así que es falsa. Pruebo - Las verdades divinas se rebajarían al orden sensible. Ahora bien, tal rebajamiento supone una falsificación.

 

Niego la subsunción y distingo la mayor. Las verdades divinas se rebajarían al orden sensible, esto es, se conocerían frecuentemente con respecto al orden sensible, de donde tomamos nuestros conocimientos, aún los espirituales, concedo la mayor, se conocerían falsamente, niego la mayor, (se conocerían verdaderamente como se conocen verdaderamente las cosas espirituales, aunque analógicamente)

 

TESIS 3 : LA REVELACIÓN DIVINA ES CONVENIENTISIMA, TANTO PARA LA BONDAD Y SABIDURÍA DIVINAS (I) COMO PARA LA NATURALEZA RACIONAL DEL HOMBRE (II), Y PARA EL HOMBRE TAMBIÉN ES UTILÍSIMA

 

Después de haber tratado de la posibilidad de la revelación debemos considerar su conveniencia y utilidad, que ya han sido tratadas de alguna manera, en la tesis anterior.

 

69.- NOCIONES - Conveniente, congruo, decente, se dice de lo que es conforme a la perfección de alguna naturaleza. Se afirma esta conveniencia de la revelación con respecto a Dios, de tal modo que lo opuesto no sea inconveniente o indecoroso (como decimos de la creación), y por consiguiente, de esta conveniencia no se infiere necesidad alguna de revelar.

 

ÚTIL , lo que proporciona ventajas y es medio para otra cosa.

 

DE DIOS, se afirma la conveniencia de honestidad, no la conveniencia de utilidad, como respecto del hombre.

 

70.- ADVERSARIOS - Los Deístas - Fuera de la creación, sería indecoroso para Dios, todo lo demás que supusiese una intervención de Dios en el mundo, después de la creación, el mundo debe bastarse a si mismo.

 

Los Racionalistas: La revelación sería contra la sabiduría de Dios, que cambiaría así el curso establecido, como corrigiendo su propia obra. Y la revelación testificante sería contra la naturaleza racional del hombre, porque es inútil si se trata de una cosa cognoscible naturalmente, y si se tratase de la revelación de algo sobrenatural, entonces sería un concepto vacío e ininteligible. Así tenemos entre los errores del Sílabo : "La fe de Cristo es incompatible con la razón humana, y la divina revelación, no sólo no es provechosa, sino que incluso daña a la perfección del hombre". (D 1706).

 

71.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

La 2ª y la 3ª parte de la Tesis están abiertamente en el Concilio Vaticano I, donde encontramos definido que es conveniente que el hombre sea enseñado por la revelación divina acerca del Dios y del culto que debe tributársele (D1807).

 

Más aún, en el mismo Concilio se considera la utilidad de la revelación por el hecho de que a ella se le debe atribuir él conocimiento congruo de la ley natural que ha tenido el género humano (D1786) y también se dice que la fe libra y defiende a la razón de los errores y la provee de múltiples conocimientos.

 

VALOR DOGMÁTICO - En la Sagrada Escritura y en la Tradición, se propone, al menos implícita­mente, que la revelación es conveniente al hombre y a la bondad de Dios. Luego la tesis está ciertamente en la palabra de Dios y, por lo tanto, debe ser sostenida con fe divina. Más aún, en el Concilio Vaticano I fueron solemnemente definidas las partes 2ª y 3ª, pero también, por lo que se refiere a Dios y a la primera parte de la tesis, la conveniencia o decencia de la revelación de Dios está, al menos implícitamente, en el Magisterio ordinario de la Iglesia que la propone como revelada (Cfr. también 1785). De donde la tesis es de fe divina y católica en todas sus partes.

 

72.- PRUEBA DE LA 1ª Parte

 

            a) CONVIENE A LA BONDAD DIVINA la comunicación de bienes, como a un rico le es conveniente el dar. Ahora bien, la revelación es una cierta­ comunicación de bienes, puesto que los que reciben la revelación serán perfeccionados por esta locución de Dios, v.gr., por el conocimiento de las divinas per­fecciones, por la adquisición de normas ciertas para la vida moral y religiosa, y por el amor y la alabanza a Dios, al que conocerán mejor por la revelación...

 

Luego, la revelación divina es conveniente a la bondad divina.

 

b) ES TAMBIÉN CONVENIENTE PARA LA SABIDURÍA DIVINA, el darnos a conocer sus perfecciones para movernos así a su amor, y de ahí a nuestra perfección, porque es propio del sabio el ordenar las cosas a su fin y es convenien­te al artista el perfeccionar su obra. Ahora bien, la revelación nos da a conocer las perfecciones divinas, a saber, la omnipotencia divina por la que se realiza la acción preternatural, pues cuando muda el curso preestablecido de la naturaleza, nos muestra la independencia divina por razones superiores, también nos da a conocer la sabiduría divina por la que se da la locución, la veracidad en cuanto conocemos lo que se nos propone para ser creído. Luego, la reve­lación divina conviene a la sabiduría divina.

           

73.- PRUEBA DE LA 2ª Parte

 

LA REVELACIÓN DIVINA ES UTILÍSIMA A LA NATURALEZA HUMANA EN CUANTO RACIONAL

 

a) Por la nobleza y pericia del maestro, que por la revelación nos ha tocado en suerte, así aprendemos más fácilmente.

 

            b) Por el nobilísimo y certísimo motivo del asentimiento a las verdades que se comunican por la revelación, es decir, por la autoridad de Dios revelante, así aprendemos con mayor certeza.

 

c) Por la mayor sujeción de nuestras facultades a Dios, de donde se tiene una mayor armonía y elevación en nuestra personalidad. Más aún, nuestra razón se conforma mejor con la norma suprema de la verdad, que es la inteligencia increada, digan lo que digan los defensores de la autonomía de la razón, así aprendemos con mayor seguridad.

 

d) Por la revelación se perfecciona la ciencia humana , porque la reve­lación ayuda a la ciencia que es suprema para el hombre, la ciencia que se refiere a los actos humanos morales y a las cosas divinas. También dilu­cida las cosas oscuras y aporta premisas para ulteriores conclusiones. Para la­ ciencia, la revelación divina es "la estrella reina y la madre nutricia como norma segura", para los niños y los rudos, es una divulgadora de verdades, que, de otra forma, quizás ni los sabios las conocerían. Así aprendemos más abundantemente.

 

74.- PRUEBA DE LA 3ª Parte

 

LA REVELACIÓN ES UTILÍSIMA PARA EL HOMBRE

 

            a) Hay ventajas, por las que más arriba mostramos la conveniencia de la revelación, para la naturaleza racional del hombre, en cuanto­ racional.

 

            b) La revelación ayuda a fomentar la unión y amistad con Dios, pues­to que es una locución y signo de amistad, y de una ternísima caridad, por lo que el hombre es hecho partícipe de los secretos divinos.

 

            c) Por la revelación y la certísima autoridad de Dios, se adquiere seguridad y firmeza en los principios religiosos y morales teóricos­ y prácticos, lo que es importantísimo en la educación religiosa y moral, si de­be ser verdaderamente eficaz y por lo tanto, desea formar hasta para la heroicidad. No se obtiene nada firme por la fluctuación y la diversidad de opiniones­ de los hombres.

 

75.- OBJECIONES

 

1.- Dios se envilecería al hablar con los hombres. Luego, la revelación no es conveniente para Dios.

 

Dist. el antecedente. Si esta colucución de Dios con los hombres fuese a causa de su indigencia y necesidad, o si supusiese un peligro a la propia dignidad, conc. el antecd. si esta­ colucución es fruto del amor y sin peligro alguno para la propia dignidad, niego el antecedente.

 

            2.- Si Dios al revelar, pide fe a sus palabras, está renun­ciando, de hecho, a su dominio sobre el entendimiento humano. Luego, la revelación no es conveniente para Dios.

 

Niego el antecedente. Dios al revelar, no sólo no renuncia a su dominio sobre el entendimiento, sino que ejercita el derecho de demandar la fe, ciertamente no coacciona despótica­mente a creer y producir el acto de fe, como no coacciona a la observancia de otros preceptos.

 

3.- Las ventajas recordadas más arriba, nacidas de la revelación, se podrían obtener por hombres eximios y sabios, que transmitiesen su doctrina a sus descendientes. Luego, la revelación no es conveniente a la naturaleza racional del hombre.

 

Resp.= a) Pase todo, pero también y más eficazmente se obtendrán por la revelación divina.  

b) Niego el antecedente - Esos sabios no tendrían Derecho ni prestigio moral para imponer sus ideas, porque la experiencia nos enseña que grande es la fluctuación y la diversidad en las opiniones humanas.

 

4.- Por la revelación extrínseca se turba ab intrínseco la armonía y la evolución del ingenio humano. Luego...

 

Niego el antecedente - Una y otra, la evolución ab intrínsico y la revelación ab extrínseco, son obras de Dios cuyas obras no pueden perturbarse mutuamente, la revelación sería como una nueva rama generosa injertada en el árbol, cuyos frutos se hacen mejores. Es tan grande la perfección humana científica y moral adquirida por obra de la revelación, que los mismos racionalistas la tienen como un fruto óptimo de la evolución humana.

 

            5.- La ciencia se vería coartada por las normas externas de la revelación y perecería la libertad científica.

 

Niego el antecedente. No sería coartada, sino dirigida, para que no trabajase en vano.

 

6.- Es más perfecto y más agradable el buscar la verdad por las propias fuerzas, que el poseerla.

 

Niego al ant., porque es más perfecto y más agradable estar ya en el término deseado que en el camino.

 

            7.- Buscando la verdad con las propias fuerzas, crecen las dificultades intelectuales y se debilitan al recibir la verdad por mero testimonio. Luego...

 

Dist. el antecedente. Dentro de unos límites determina­dos, conc. el ant., generalmente y hablando en absoluto, niego el antecedente, porque frecuentemente ayuda a dirigir el trabajo intelectual el que ya se conozca con anterioridad la solución del problema, o la vía por la que se puede encontrar la solución, especialmente en algo fundamental, no sea que trabajes en vano durante largo tiempo o quizás por toda  la vida. A esto ayuda la revelación. Además, nada impide que de los datos de la revelación se investigue ulteriormente por el estudio de la Teología,­ como la fe que busca ser entendida (ut fides) (quaereus intelectum), y cier­tamente no han languidecido las fuerzas del entendimiento humano por culpa del trabajo de los teólogos.

 

            8.- El asentimiento a las verdades naturales, nacido de la evidencia o de la demostración, se oscurecería o se corrompería por la fe que exigiría la revelación.

 

Niego el antecedente. Tal asentimiento no se oscurecería, sino que se confirmaría. Además de que la fe puede ser primariamente acerca de verdades no conocidas naturalmente.

 

9.- La revelación sería una interrupción en la historia de los hechos humanos..

 

Niego el antecedente . Esta revelación pertenecería también a la historia humana.

 

            10.- La revelación impuesta bajo precepto fomenta la intolerancia y el fanatismo. Luego, no es útil al hombre.

 

Dist. el primer miembro. Fomenta la intolerancia del error, conc., fomenta la intolerancia para con las personas con falta de caridad y falta de prudencia en las relaciones con los demás. niego.

 

Niego el segundo miembro. Porque el que la revelación sea obligatoria, no significa que la religión revelada se propague imprudente e ilegítimamente.

 

Artículo III

 

DE LA NECESIDAD DE LA REVELACIÓN

 

TESIS 4 - LA REVELACIÓN DIVINA SOBRENATURAL ES, EN LAS PRESENTES CONDICIONES DEL GENERO HUMANO, MORALMENTE NECESARIA PARA UN CONOCIMIENTO CONGRUO (CONVENIENTE) DE LA RELIGIÓN NATURAL

           

76.- Hemos visto que la revelación divina no es sólo posible, sino que es también conveniente y útil para el género humano, ahora, dando un paso mas, mostramos su necesidad para el mismo género humano. Así se dispondrán las mentes más fácilmente para recibir el hecho de la revelación.

 

77.- NOCIONES

 

La revelación divina sobrenatural, es la que tratamos ahora especialmente, cual es propuesta y afirmada por la sociedad religiosa católica, que dice que ella ha sido revelada y que posee la divina revelación y la comunica por el magisterio vivo, auténtico y perenne.

 

78.- La necesidad moral se contrapone a la necesidad física. La necesidad fí­sica es la necesidad de una acción o de un hecho por las leyes físicas, e implica impotencia física de que se halla lo contrario, es decir, implica aquella impotencia que nace de la falta de fuerzan físicas o de aquellas con­diciones que, según las leyes físicas, son necesarias para que se haga algo.

 

Así, los ojos, los oídos, son físicamente necesarios para ver, para oír (fuer­zas físicas necesarias) el no estar atado de pies, es físicamente necesario para pasear (condición física necesaria).

 

Necesidad moral es la necesidad de una acción por las leyes del orden de las costumbres, o psicológico, o según el modo acostumbrado de obrar. No se toma aquí como una imposición por la ley moral que engendra una obligación, si no como aquella necesidad que implica una impotencia moral de que se haya lo contrario.

 

La impotencia moral, que responde a esta necesidad moral no consiste en la falta de fuerzas o condiciones físicas para obrar, sino a) en una gran dificultad para hacer algo, b) de tal modo que, considerado el modo humano de obrar, según una prudente estimación, nunca o apenas alguna vez pase al acto la fuerza física.

 

De donde la impotencia moral no solo consiste en una gran dificultad (porque entonces todas las cosas muy difíciles serían moralmente imposibles) sino que requiere un nuevo elemento, a saber, la connotación al juicio prudente que se puede formar, de tal modo que cualquiera pudiese decir “eso no se hará o apenas se hará". Existen ciertamente las fuerzas físicas en cierto momento, pero considerado el modo humano de proceder, o considerada la sicología humana, cualquiera podría decir con certeza, eso no sucederá nunca o apenas sucederá. Si esa cosa nunca sucederá, se tiene la impotencia moral estricta, si se concibe que una cosa apenas o muy raramente sucederá, se tiene la impotencia moral lata (amplia).

 

Este juicio prudente se puede formar acerca del modo humano de proceder o por la historia del género humano, o por la experiencia de los hombres y de la vida, o (y más eficazmente), por la divina presciencia y revelación que lo manifiesta.

 

Ejemplos de impotencia moral: Cuando se dice que es moralmente imposible que un joven de pasiones ardiente conserve la pureza, pues dado el vicio frecuenta los bailes y otros peligros mayores, eso se conoce ciertamente por la dificultad natural y además, por el juicio prudente de la experiencia de los hombres. También es moralmente necesario que un mecanógrafo que escribe durante un largo tiempo (aunque goce de facultades, como se supone, que cometa algunas faltas o erratas). Otro ejemplo: El hombre no guardará durante mucho tiempo toda la ley natural, ni siquiera en cuanto a su sustancia (es decir, pecará mortalmente), sin el auxilio de la gracia de Dios, esto se conoce por la experiencia humana y certísimamente, por la presciencia y revelación divina. Más aún, ningún hombre se verá libre por largo tiempo de pecados veniales (subsepticios) sin un privilegio especial de Dios, consta igualmente por la experiencia prudente y la revelación divina.

 

79.- No se puede determinar matemáticamente en que consiste el conocimiento congruo o conveniente de la religión natural, por lo tanto, admite di­versos grados, como no se puede determinar matemáticamente cuantos alimentos­ necesita el hombre para una congrua sustentación de la vida. Pero esta congruidad del conocimiento exige al menos. las principales verdades de la reli­gión natural. Tales son, no sólo el conocimiento de Dios personal, sino también de sus principales atributos, a saber, la paternal providencia de Dios,­ la misericordia, la justicia, que es fin y Señor del Hombre, más aún, el conocimiento de las leyes morales naturales y de las obligaciones para con Dios y para con los demás, al menos, las principales y fundamentales, y aún el cono­cimiento de la inmortalidad del alma y de la sanción futura...

 

Además, este conocimiento congruo exige que todas estas cosas se conozcan "de un modo fácil, con certeza y sin mezcla de error alguno" (D 1786). De aquí que se requiera la certeza, la seguridad y la oportunidad (del tiempo debido) y la facilidad en conocerlas. Y cuantas más verdades se exijan en este conocimiento congruo, menor será la posibilidad de que el género humano las adquiera por sí mismo.

 

80.- ESTADO DE LA CUESTIÓN

 

La tesis considera el estado presenta del genero humano (de naturaleza caída y reparada), por eso no se hace la afirmación de solos los individuos o de algunas clases. Y hablamos de la impotencia moral estricta del género humano, pero si se tratase de individuos, hablaríamos de la impotencia moral lata.

 

Considera también la tesis las condiciones presentes en que se desarrolla el género humano en esta providencia. Por lo tanto, no tiene un sentido absoluto para todo estado posible en que pueda encontrarse el género humanos. Procede, pues, la tesis de un modo hipotético y disyuntivo, es decir, en la­ hipótesis de que este estado presente no vaya a ser mudado por algún auxilio divino especial o preternatural. Tal auxilio sería, v. gr., la abundancia de hombres de genio eminentísimo, de gran autoridad, de doctrina y probidad, que transcurriendo los siglos, enseñasen siempre y arrastrasen a los demás a su sana doctrina, otro auxilio, sería la infusión de cierta ciencia preternatural, etc.

 

Si se tratase de un conocimiento de la religión de orden sobrenatural y en la hipótesis de que el hombre deba tender libremente a un fin sobrenatural propuesto, en ese caso, la revelación divina sería absoluta y físicamente necesaria, porque para que el hombre tienda libremente a un fin sobrenatural, debe conocerlo primero como posible, lo que no puede conocer por las criaturas por vía de causalidad, porque tal fin supera las fuerzas y exigencias de las criaturas, luego tendría que ser conocido por revelación. Además, el hombre debe conocer tal fin como propuesto para él y cual sea y con qué medios se debe alcanzar. Todas estas cosas piden que sean manifestadas por Dios con una intervención suya positiva, esto es, piden una revelación divina absoluta y físicamente necesaria .

 

81.- ADVERSARIOS

 

Los Racionalistas niegan toda necesidad de la revelación (D 1703 s), especialmente los llamados progresistas, que sostienen que el hombre por sí mismo, y con un progreso continuo, puede y debe llegar a la posesión de toda la verdad y de todo bien (D1808).

 

Los Teodicionalistas, por exceso, niegan al hombre la potencia de conocer la religión natural, a no ser que se le añada la divina revelación.

 

Los partidarios del método de inmanencia, en Apologética, exaltan demasiado las indigencias de la naturaleza, como si la revelación fuese exigida por ella y fuese así absolutamente debida y necesaria, no solo hipotética y disyuntivamente (cfr. D2103 y más abajo n. 138 ss.). Por la consideración de la naturaleza humana se afirma con toda razón la indigencia de alguna ayuda, pero sin razón se concluye que esta ayuda deba ser la revelación sobrenatural.

 

82.- DOCTRINA DE LA IGLESIA

 

Según la doctrina del Concilio Vaticano I (D 1786) a la revelación divina sobrenatural (a la revelación de que se ha tratado en el nº. precedente (D 17851 a ésta), hay ciertamente que atribuir (de hecho) que aquello que en las cosas divinas no es de suyo inaccesible a la razón humana (esto es, las verdades de la religión natural como los tratados en el C.1 (los atributos de Dios) y en el C.2 (Dios principio y fin, D1785) y las obligaciones para con Dios) pueda ser conocido por todos (luego, se trata del género humano) aún en la presente condición del género humano (esto se refiere al estado presente del hombre caído por el pecado y en las hipótesis de que Dios no provea con algún otro medio extraordinario) de modo fácil con firme certeza y sin mezcla de error alguno (es decir, congruamente).[5]

 

VALOR TEOLÓGICO – La tesis se contiene expresamente en la Encíclica "Humani Generis" y por este capítulo es doctrina católica, pues no parece que además haya sido definida allí.

 

Además, la tesis concuerda plenamente con la doctrina del Concilio Vaticano que tenemos como definiciones perentorias aún en los capítulos, a no ser que se trate de las razones y argumentos que no se proponen como doctrina de la Iglesia (Cfr. n.65, nota). Pero como la misma tesis, según se­ enuncia, no aparece expresamente como definida ni se encuentre en las palabras del Vaticano sin un cierto raciocinio, preferimos calificarla como doctrina que es aceptada y se enseña en toda la Iglesia, sin que tenga una calificación superior o de fe, Por eso decimos que la tesis es doctrina católica y aún puede decirse teológicamente cierta, pues los teólogos están de acuerdo en que al menos se deduce de la definición del Concilio Vaticano I.

 

83.- SE PRUEBA: 1º.- a posteriori, por el juicio prudente que se forma a causa de los errores que pululaban en todos los pueblos acerca de la materia religiosa:

 

A) EXAMEN DE LOS ERRORES Y DE LOS HECHOS:    

 

a) La historia de las religiones y su estudio comparativo nos muestra la ley de la evolución y degradación religiosa, tal que el culto de Dios y la religión no aparecen más puros según se viven en un tiempo posterior, sino todo lo contrario.

 

            b) En la mima cultura helénica, más conocida y perfecta que las otras, cuántos errores crasos te encuentran acerca de Dios y de su culto, que conmemora en gran parte el Libro de la Sabiduría ( c.13 y 14).

 

Tomamos ahora este libro, no como inspirado, sino como histórico. Se llama Sabiduría de Salomón, para procurarse mayor autoridad, nacido en Egipto, siglo II antes de Cristo, bajo el dominio de los últimos Ptolomeos y bajo el influjo de la cultura helénica. Fue escrito en griego por un judío que conocía las cosas judías, como aparece en el libro y estaba imbuido de la cultura helénica. Quiere el autor consolar a los demás judíos que vivían en la diáspora o dispersión y eran oprimidos por las tribulaciones, y además quiere confortarlos en las tentaciones por el influjo y la corrupción de la civilización material y pagana. Por lo tanto, pretende elevar la mente de los lectores a la verdadera sabiduría y civilización, mostrándoles (c.1.5) la necedad de la falsa cultura y (c.6.9) los valores que aparecen en la verdadera sabiduría, y (c.10.9) lo que la sabiduría ha obrado en el curso de la historia. Los capítulos 13 y 14 muestran cuánto han errado los que no han seguido la sabiduría, sino la idolatría.

 

1) Allí se describen en primer lugar, los errores que se refieren a Dios y se encuentran diversas formas religiosas inferiores.

 

Existían diversas formas de animismo, la fisiolatría, pues estimaron como dioses rectores del orbe de la tierra al fuego o al espíritu o al aire o al giro de las estrellas o a las grandes aguas o al sol o a la luna (Sap. 13,2), y esta fisiolatría se extendía a Romanos y Griegos en el culto de las fuerzas naturales, entre los Persas, tomaba principalmente la forma de heliolatría, que después pasó a los romanos en la fiesta del Sol invicto (sustituida hoy por la fiesta de la Natividad del Señor), entre Los Egipcios, el culto a la tierra y al Nilo.

 

También florecía el fetichismo, atribuyendo culto divino y absoluto a las obras hechas por el hombre.

 

Porque eran infelices los que llamaron dioses a las obras de las manos de los hombres, al oro, a la plata, a la invención del arte y a semejanzas de animales o a una piedra inútil, obra de una mano antigua... ( Sab. 13,10).

 

Crecía el manismo, culto a los hombres (dioses manes, genios, demonios), "cuando con gran dolor y llanto por el hijo prematuramente arrebatado, hace su imagen, y al que entonces había muerto como hombre, ahora comienza a darle culto como a Dios y establece entre sus siervos ceremonias sagradas y sacrificios" ( Sáb. 14,15) y así el culto al cesar, mientras se daba culto a imágenes de los tiranos del imperio e hicieron una imagen visible del rey a quién querían honrar para dar culto como presente al que se había ido... y al que tiempo antes, había sido honrado como hombre, ahora los estimaron Dios ( Sáb. 14,16‑20) .

 

Se celebraban misterios religiosos, como ritos sacros, secretos, con vigilias supersticiosas, (por la abstinencia, luz intensa, éxtasis...) que prometían la liberación de la culpa y la esperanza de la vida, a éstos se refiere quizá, Sabiduría 14,23, conmemorando vigilias llenas de locura  así hubo orgías del culto sirio, misterios Eleusinos (en Atenas) y el cul­to de Mitra que invadió el Imperio Romano en el siglo III.

 

Los Romanos dieron nacimiento a su sincretismo infecundo, al aceptar o asimilar o adaptar tales formar religiosas de diversa índole y origen.

 

Hubo además, un culto indigno a Dios sacrificios humanos, taurobolia (aspersión de sangre de animales), prostitución sagrada, magia negra...(cfr. Sab. 14. 23 ss.)

 

2) A estos errores religiosos se unían los Errores Morales, sobre los­ cuáles, léase Sab. 14,12; 23­-27, y especialmente Rom. 1,18; 21-32 . Lo que confirma la historia profana acerca de las costumbres y cultura de aquél tiempo, porque faltaban los principios morales (sobre la autoridad y la sanción divina, sin un conocimiento claro de la libertad y la dignidad humana, con duda de la inmortalidad del alma), reinaban muchos vicios contra la castidad, desprecio del trabajo manual, alabanza del suicidio, esclavitud, "pan y circenses”, guerras crueles, hombres sin misericordia. (Rom 1,31).

 

84.- c) . Pero ni siquiera el pueblo que poseía una religión monoteística, el pueblo de Israel estuvo exento de esta ley de degeneración religiosa, sin el auxilio especial de Dios. La historia constante de Israel, nos muestra que inclinado era este pueblo a la idolatría y que una y otra vez rompió el pacto sinaítico, y abandonado Yavé, dio culto a los númenes de los­ pueblos colindantes. El Monoteísmo, si se conservó puro, se debe a los prof­etas que hablaban en nombre de Dios, por lo que estimaban como revelación di­vina.

 

d) También en nuestros tiempos, los pueblos que se profesaban cristianos. Habiendo abandonado, sin embargo esta religión que tenían como revelada, y despreciando lo que antes habían abrazado, el Magisterio de la Iglesia, cayeron en una serie de errores, de tal modo que nos podemos preguntar que es lo que conservan del primitivo cristianismo.

 

            e) Los filósofos modernos y los hombres de cultura profana, desprecia­da por ellos la doctrina cristiana revelada, cayeron en torpísimos­ errores religiosos y morales, cociendo y recociendo los errores precedentes. Pusieron los fundamentos de la Ética y del consorcio social sobre una arena movediza.

 

            f) En las regiones de misión, aún tras el influjo de la religión cristiana, llamada revelada, cuántos errores perduran aún acerca de lo­ que se refiere a la religión natural.

 

85.- B) DISCUSIÓN DE LOS HECHOS Y DE LOS ERRORES

 

Siendo así los hechos, consta suficientemente que muchas gentes estuvieron privadas de todo concepto, en algún modo puro, de Dios y de la religión y de la moral, y que se dio una universalidad de hecho entre aquellos pueblos que no tenían la religión verosímilmente revelada.

 

Y esto ocurría, a pesar de los deseos de todas las gentes de conocer la religión (daban culto a los números, adivinaban sobre la suerte futura, la religión era muy estimada, inquirían ávidamente sobre los “misterios” orientales, de modo que nacieron nuevos sistemas filosóficos, Neoplatínicos, Plotino ...)

 

No obstante los conatos de muchos filósofos. Ellos mismos no fueron capaces de sanar este estado,.v. gr., cuando percibieron la vaciedad de los dioses... (Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca...).

 

Y esto supone una causa universal, es decir, la naturaleza humana, porque es un hecho moralmente universal.

 

Ahora bien, esta causa debe ser alguna impotencia por la que la naturaleza sola no pueda llegar a alcanzar la plena verdad religiosa, porgue lo que nunca se realiza a pesar de los deseos y conatos, supone alguna impotencia. Ahora bien, no puede ser una impotencia física, puesto que consta que el hombre tiene fuerzas físicas para conocer y demostrar naturalmente la religión natural, para esto basta tener entendimiento y aplicarlo a los argumentos y pruebas que se proponen en filosofía ( Teodicea, Ética...).

 

Luego, debe ser una impotencia moral, es decir, la gran dificultad que existe en la naturaleza humana para conocer congruamente la religión natural, y tal dificultad no sería superada sin un auxilio particular de Dios, según un juicio formado prudentemente a la luz de la historia.

 

Luego, en la presente condición del género humano, es moralmente necesario algún auxilio divino, la revelación sobrenatural (que invocan los cristianos) para un conocimiento congruo de la religión natural.

 

86.- PRUEBA 2º .-  argumento psicológico, quasi - a priori, por la consideración de la naturaleza humana en el estado presente, no considerándola puramente en abstracto, sino en concreto en algún modo, atendiendo a lo que los hombres serían y son: necesitados, perezosos... Luego, la prueba procede también históricamente en alguna manera.

 

Se obtendría un conocimiento congruo de la religión natural para el géne­ro humano, 1) por la investigación propia de cada uno, o 2) por el magisterio de otros. Ahora bien, ni de un modo ni del otro, puede el género humano tener un conocimiento congruo de la ley natural.

 

Luego, de otro modo, la revelación divina es moralmente necesaria en el presente orden de la providencia, para un conocimiento congruo de la religión natural.

 

Pruebo la menor: 1) Ese conocimiento congruo no se obtendría por la propia investigación de cada uno.

 

Porque: a) pocos son los que se pueden dedicar a esto, muchos en el género humano están impedidos por la indisposición de sus circunstancias (por necesidad de acudir a su familia, por falta de ocio, por pereza.­

 

b) Para estos pocos se requeriría largo tiempo empleado en investigación de tales verdades, por su profundidad que postula y exige un largo ejercicio del entendimiento y el conocimiento de muchas otras verdades (casi la consideración de toda la Filosofía). Además, en tiempo de la juventud fluctúa el alma entre los movimientos de las pasiones y no está apta para un conocimiento profundo de la verdad, sino que con el tiempo se hace prudente.

 

c) Pero, además, muchas veces la falsedad se mezclaría a la investigación humana por la debilidad del entendimiento y la movilidad de la fantasía y porque muchos se engañan por la falsa autoridad cien­tífica de otros.

 

Luego, el género humano no obtendría un conocimiento congruo de la ley natural por la investigación propia de cada uno.

 

2) Ni tampoco por el magisterio de otros - Porque apenas existirían tales maestros que tuviesen este conocimiento, más aún, pasándolo, no concediéndolo, que se encontrasen tales maes­tros en número suficiente, tendrían que tener deseo y voluntad de enseñar a otros, especialmente al pueblo sencillo. Y también tendrían que tener autoridad y jurisdicción para esto, por fin, no podrían postular un asentimiento firme a sus enseñanzas, frecuentemente por falta de ciencia cierta y por la discrepancia de las opiniones que aún en las cosas mas obvias nace entre los hombres, especialmente en las cosas morales que moderan las costumbres. Muchos, pues, dudarían razonablemente y no prestarían un asentimiento firme a sus dichos

 

"Luego, la divina clemencia proveyó saludablemente al mandar que fuesen tenidas con fe, aún aquellas cosas que la razón puede investigar" (1 C G 4).

 

87.- COROLARIO.- Luego, como consta sicológica e históricamente (aún por la historia mas reciente), el pueblo o la sociedad que rechace toda revelación y quiera vivir la religión solo con las fuerzas del ingenio y de la filosofía, ni siquiera alcanzará a conocer la religión natural y mucho menos a vivirla.

 

88.- OBJECIONES.- 1 - Si la revelación divina es necesaria al género humano, entonces es exigida por la naturaleza humana. Ahora bien, la revelación sobrenatural no puede ser exigida por la naturaleza humana. Luego, la revelación divina no es necesaria al género humano.

 

Resp. Dist. mayorem. Si la revelación divina es necesaria con necesidad física al género humano para que obtenga su fin esencial, es exigida por la naturaleza humana, conc. may., si es necesaria con necesi­dad moral para un conocimiento congruo de la religión natural, es exigida por la naturaleza, subdist, si es absolutamente necesaria, concedo, si es disyuntivamente necesaria, niego. Conced. la menor y distingo igualmente al consecuente.

 

            2.- Si la revelación es moral y disyuntivamente necesaria para el conocimiento congruo de la religión natural, entonces la naturaleza creada es incompleta e imperfecta. Ahora bien, eso sería contra la sabiduría y bondad del Creador. Luego ...

 

Dist. la mayor. La naturaleza humana creada es incompleta e imperfecta, en cuanto que Dios haya obrado de un modo imperfecto, niego la mayor. (Dios obra siempre óptimamente), la criatura es incompleta en cuanto que la naturaleza es susceptible de una perfección mayor, concedo la mayor.

 

Contradistingo la menor. Sería contra la sabiduría del Creador el no obrar óptimamente, conc. la menor, sería contra la sabiduría y bondad del Creador no obrar lo óptimos niego la menor (Dios no esté obligado a hacer lo óptimo).

 

            3.- Dios está obligado a conformar la naturaleza de tal modo que ésta pueda obtener su fin. Ahora bien, si la revelación es nece­saria a la naturaleza, la naturaleza no fue conformada de tal modo que pudiese ella misma obtener su fin. Luego ..,

 

Dist. la mayor. Dios esta obligado a conformar la naturaleza con medios naturales físicamente necesarios, de tal modo que ella misma pueda obtener su fin, Conc. la mayor, solo con medios naturales, no utilizando medios sobrenaturales, niego la mayor.

 

Contradistingo la menor. Si la revelación es físicamente necesaria, la naturaleza no fue formada de tal modo que pueda ella misma obtener su fin, Conc. la menor, si es moral y disyuntivamente necesaria, y Dios está preparado a ofrecer y dar el auxilio sobrenatural de la revelación, no fue formada la naturaleza de tal modo que pueda obtener su fin, niego la menor.

 

            4.- Si este auxilio sobrenatural de la revelación es necesario, lo deberían haber recibido todos. Ahora bien, no todos los pueblos y personas lo recibieron. Luego...

 

Dist. la mayor. Todos debieron recibir este auxilio en sí o en sus predecesores, concedo la mayor, precisamente en sí, niego la mayor. Contradist. la menor.

 

            5.- Este auxilio sobrenatural hecho a los predecesores, se oscureció en muchos pueblos. Ahora bien, si esto es así, Dios no proveyó suficientemente a estos pueblos. Luego....

 

Concedo la mayor. Distingo la menor. Dios no proveyó suficientemente a estos pueblos para obtener de algún modo el fin sobrenatural, niego la menor, no proveyó suficientemente para obtener convenientemente el fin sobrenatural, es decir, para un conocimiento congruo de la religión natural, subdist. antecedentemente a los pecados de los hombres, niego (Porque Dios proveyó suficientemente), consecuentemente a los pecados personales de los hombres, y por estos pecados, subdist, de nuevo: Dios no proveyó suficientemente como si estuviera obligado a hacer más, niego, no proveyó más abundantemente permitiendo la ignorancia de la religión por fines superiores, concedo ( Cfr. el Scolio).

 

6.- El género humano actual no puede ser castigado por los pecados de los predecesores. Ahora bien, los pueblos y las personas que de hecho no tienen la revelación, serían castigados por los pecados de los predecesores. Luego, el género humano de cualquier época debió poseer la revelación.

 

Dist. la mayor: El género humano no puede ser castigado por los pecados de los predecesores, con la privación de la perfección natural debida pase la mayor o concedo, con la privación de dones indebidos, como es la revelación, niego la mayor. Contardist. la menor.

 

7.- El género humano en gran parte no conoció la revelación. Luego, el género humano, gran parte fue abandonado por Dios .

 

Concedo el antecedente. Distingo el consiguiente. Fue abandonado por Dios de tal modo que por la parte de Dios, los hombres no pudiesen conseguir su fin, y que Dios no tuviese una voluntad sincera y operativa de condu­cirlos a su fin, niego el consecuente, fue abandonado en cuanto que no les concedió medios más abundantes, como al pueblo de Israel y después de Cristo al pueblo cristiano, subdist., como si Dios estuviese obligado a hacer algo mas, niego. Permitiéndolo Dios, por razones justas y sabias, concedo. Aquí vale: "Justo eres Señor, y recto es tu juicio". (Ps. 118,137).

 

8.- Ni siquiera pudo quitar todos los errores, la revelación que, como se supone, ha sido hecha a judíos y cristianos (v. gr. entre los cismáticos y protestantes), ni pudo producir la santidad de vida en todo el género humano. Luego, ni siquiera es necesario suponer la revelación sobrenatural.

 

Dist, el antecedente. La revelación no pudo quitar todo error... y esto prueba que es necesaria la cooperación de los hombres y que son necesarios otros auxilios (gracia de Dios y el Magisterio vivo de la Iglesia), concedo el antecedente, de ahí se prueba que la revelación sea inútil e y innecesaria, niego el antecedente.

 

            9.- Si la revelación es necesaria para el conocimiento de la religión natural, no se pueden imputar los errores acerca de Dios a los pueblos que no la tienen. Ahora bien, se pueden imputar. ( Cfr. Rom. 1,19‑21). Luego ....

 

Distingo la mayor, Si la revelación es necesaria para un conocimiento congruo de la religión natural (es decir, para que fácilmente, con certeza y sin mezcla de error alguno, se conozcan las verdades de la religión natural), no puede imputarse algún error invencible acerca de Dios, concedo la mayor, no pueden imputarse los errores crasísimos acerca de Dios niego la mayor. Contradist. la menor.

 

            10.- Según San Pablo (Rom,. 2,14), los gentiles hacen naturalmente las cosas que son de la ley,. Luego, conocen naturalmente a Dios legislador y los preceptos de la ley. Luego, la revelación no es necesaria.

 

Dist. el antec. Los gentiles que no tienen la ley, hacen constantemente las cosas que son de la ley, esto es, conocen por la razón natural y sin la ley escrita hacen algunas cosas que son de ley natural, conced. el antecedente, conocen congruamente y hacen todas las cosas que son de la ley y las que se refieren a Dios, niego el antec. Igualmente dist. el último consec. Luego, la revelación no es necesaria para algún conocimiento de Dios y de la ley natural, conc., no es necesaria para un conocimiento congruo, niego.

 

89.- ESCOLIO - Concordancia entre la necesidad moral de la revelación y otras verdades.

 

Por lo visto en el argumento en que considerábamos las raíces sicológicas de aquella ignorancia universal, consta que en la naturaleza humana hay una debilidad y como enfermedad para conocer la ley natural, que en muchos hay indisposición de complexión, a muchos los detienen otras ocupaciones, muchos ni tienen tiempo... y que muchos fluctúan por las pasiones y el fuego del temperamento, de tal modo que no se reposan ni son prudentes para la plácida contemplación de la verdad, y que frecuentemente se mezcla la falsedad por la debilidad del entendimiento y la confusión de los fantasmas.

 

De donde nos preguntamos: “¿Pudo Dios crear la naturaleza humana con esta debilidad y como enfermedad para conocer la religión natural?" “¿Es contra los atributos de Dios que el género humano racional no alcance a conocer y cumplir obligaciones plenamente racionales, obligaciones religiosas?”.

 

Ciertamente Dios pudo crear al hombre con esta debilidad sin ningún don sobrenatural, estado d el naturaleza pura. En esta hipótesis se supone razonablemente que, por la bondad y providencia de Dios, Dios mismo daría un auxilio (de orden natural) para conocer esta religión natural, sería duro suponer lo contrario.

 

De donde también se conjetura rectamente que Dios dio algún auxilio a los primeros padres. Pero este auxilio frecuentemente no aparece en el decurso de la historia. Luego, se conjetura con razón (no ciertamente) que hubo alguna culpa primitiva en el género humano (pecado original y pecados personales).

 

Por las fuentes de la revelación sabemos que Dios creó al hombre con dones excelsos y ayuda excelsa, es decir, con los dones sobrenaturales de la gracia, de la revelación, de la integridad .... para Adán y para nosotros: estado de justicia original.

 

Pero Adán por su pecado original (originante) perdió aquellos dones para sí y para nosotros, de donde la naturaleza humana quedó expoliada de lo gratuito y herida en lo natural ("expoliata in gratuitis et vulnerata in naturalibus"), en cuanto que no tenía los dones excelsos del estado, paradisíaco: estado de naturaleza caída.

 

Dios da remedio a este estado prometiendo al Redentor, restituyendo la gracia, conservando y aumentando la revelación sobrenatural al género humano por Adán, los patriarcas, Moisés, Jesús y otros profetas y apóstoles...

 

Pero nos preguntamos: ¿quiere Dios el remedio de todo el género humano y provee después de la caída de Adán?

 

Ciertamente, Dios quiere la salvación sobrenatural de todos y Dios provee suficientemente para que cada uno consiga su fin por la elevación al estado de gracia, por los signos de la revelación primitiva y patriarcal y por otros medios (esto es teológicamente cierto).

 

Más aún, y por algún remedio ordinario por el que se librasen los infantes del pecado original y fuesen santificados, a saber, y como probablemente dicho, por el llamado propiamente "sacramentum naturae" (sacramento de la naturaleza) para aquellos que estaban bajo la ley natural solamente, a semejanza de la circuncisión, que era para los que pertenecían al pueblo de Israel.

 

Más aún, Dios provee suficientemente para que cada uno,‑consiga su fin congruamente, en cuanto que no estaba obligado a hacer otra cosa, sin embargo, no congruamente con plenitud para muchos, después de los pecados personales.

 

¿Porque no hico Dios que todos conocieran congruamente la religión natural antes del advenimiento del Redentor? Se nos ocurre esta respuesta: Para mostrar la necesidad del Redentor y excitar su deseo, asimismo mostraría las riquezas que tenemos en El, y también vale esto: “!Oh profundidad de la riqueza y de la sabiduría de Dios¡  ¡Cuán insondables son sus juicios e irrastreables sus caminos¡ Porqué ¿quién conoció el pensamiento del Señor? ¿O quién se hizo su consejero?


[1] En esta sentencia, a la revelación formalmente tal, como a la creación formalmente tal, y como a cualquier acción educativa de Dios, se la tiene como formalmente transeúnte y extrínseca a Dios, esta razón última y formal de llamar a Dios "actu revelante" (actual­

mente de hecho revelante), como de un modo semejante “actu creante”, “actu educante”, se debe distinguir cuidadosamente del decreto de Dios y de su voluntad y de su potencia de revelar como igualmente del decreto, de la voluntad y de la potencia de crear y de educir, porque este decreto, esta voluntad y esta potencia son formalmente inmanentes en Dios, pero no pueden llamarse revelación actual, creación, educación actual, sino solamente reve­lación, creación... radical, virtual, porque en realidad producen la revelación formal en el tiempo o producen con el tiempo el flujo actual de la criatura. Los autores tratan más ampliamente esta materia cuando exponen las sentencias sobre la naturaleza de la acción creativa, o en general, de la acción y de la pasión. Cfr. LUIS DE LOSADA, Cursus Philosophicus, Phisica t 3.d, 1.c.3 (Barcelona 1883) t.6.p 186‑193, F. MARXUACH, Compendium Theologicae naturalis (Madrid 1929) n. 157 III. Igualmente F, SUAREZ, Disputat metaphisicae 20 s.4, I HELLIN, Theologie naturalis (Madrid 1950) th 92 ‑URRABURU, Cosmollgia 1.1.d.2,c.2 a.3, al trata de que consiste la acción creativa (p.205‑219), cita a autores que sostienen que la creación formal es formalmente transeúnte, como algo distinto de la cosa creada, como un modo de la cosa, como la acción educativa predicamental. Así, además de SUAREZ y LOSADA, MOLINA, REODES, HURTADO, ARRIAGA, citados allí por él.

La causa eficiente de la revelación; Según la doctrina católica, la revelación divina es una obra de Dios ad extra , y por eso se hace por las tres divinas personas sin división. Pero, a veces se atribuye a Dios Padre (1 Cor. 2,10): "Dios nos reveló por su Espíritu”; Mateo 16,17 "Bienaventurado eres, Simón Hijo de Jonás, porque la carne y la sangre no te reveló esto, sino el Padre que está en los cielos", otras veces se atribuye al Hijo (Mt. 11,27) : "Y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie al Padre sino Hijo y aquel a quién el Hijo se lo quiere revelar", puesto que El es la sabiduría de Dios que ilumina a todos los hombre, por fin, a veces la revelación divina se apropia al Espíritu Santo, como todas las obras de Dios que proceden del amor (así 2 Ptr. 1,21: "Los hombres santos de Dios han hablado inspirados por el Espíritu Santo" y en el Símbolo se nombra al Espíritu Santo, quién habló por los profetas).

[2] a) Las interjecciones o las palabras pronunciadas mecánicamente no son locución, porque entonces el hombre no obra como inteligente. También los animales a veces expresan sus sensaciones de esta manera.

b) Si alguien manifiesta algo, p, ej., su hermosa voz en el canto, pero indirectamente, no por eso se dice que hable eso. Así los atributos de Dios manifestados por la creación, e igualmente las ideas ejemplares de la mente divina que se conocen por las criaturas, éstas no las habla Dios, porque Dios no las dice directamente, ni las acciones tienden a que Dios las manifieste directa o indirectamente. Se excluye, el medio objetivo ex que, desde el cual se conozca la mente por deducción, pero no se excluye el medio subjetivo (la boca, las orejas) o el medio objetivo que (los sonidos, una carta).

c) Se requiere que el que hable manifieste su mente, de lo contrario, se le llama "intérprete" más que "locuente".

d) El locuente debe manifestar a otro su mente, como de persona a persona, no por una mera infusión de luz o de ideas o especies. Por lo tanto, se debe dar esta alte­ridad, y por eso, la revelación, siendo una manifestación de Dios con esta alteridad, es también un acto de amor de Dios para con nosotros, al comunicarnos sus pensamientos.

La revelación no es una infusión de ciencia, que directamente es solo la comunicación de un objeto, no precisamente como la mente y el conocimiento de aquél que infunde la ciencia (pensamos, p.ej., en que alguien deja un escrito que otro lee, no por eso es carta y conversación). Ni la revelación es una gracia que ilustra, porque en ésta nada se dice propiamente del pensamiento divino.

[3] A las revelaciones privadas, aunque hayan merecido la aprobación de la Santa Sede, no se les presta un asentimiento de fe divina y católica , cual se debe a la revelación pública. En lo cual convienen los teólogos, porque "en lo que se refiere a la fe, hemos sido edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús" (Ef 2,20) ni nadie puede poner, otro fundamento (Cardenal Bona, De discretione spiritum c.20) ( sobre las revelaciones y su discreción): Opera omnia, Amberes. 1723,187). También parece que ha sido demostrado que las revelaciones privadas pueden y deben ser creídas con fe divina, por aquél que las recibe inmediatamente, si está cierto del hecho de la locución divina. Igualmente, por aquellos a los que se dirige mediante la revelación, si están igualmente ciertos del hecho de la locución divina. Por fin, aquellos a los que no es destinada la revelación privada, si están ciertos del hecho de la revelación, parece que ellos pueden creerla con fe divina. Sin embargo, a éstos, frecuentemente, no les constará con certeza el hecho de la revelación. Cf. M. Nicolau. Asentimiento que se debe a las apariciones y revelaciones privadas. Salm. 8 (1958-605, J.A. Aldama, El magisterio pontificio ante las apariciones y revelaciones privadas: Salm. 5 (1958) 507‑636.

[iv] De fe divina, se dicen aquellas verdades que están contenidas en la palabra de Dios, escrita o tradicional ( D1792), La proposición contraria se llama error en la fe.

De fe divina y católica, se dicen aquellas verdades que "se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio ( y entonces son verdades definidas), ora por su ordinario y universal magisterio" ( D 1792) .

Tales verdades son los dogmas de la fe, pero "no se entiende que una cosa ha sido declarada o definida dogmáticamente, a no ser que esto conste manifiestamente" (CIC  1917 en 1323) ( Cfr. ­CIC 1983 cn. 749 &3). La negación o la duda de alguna verdad que debe ser creída por fe divina y católica es herejía (CIC 1983 cn.751).

El pronunciar tal juicio infalible es propio tanto del Sumo Pontífice, como Supremo Pastor y Doctor de todos los fieles, a quién pertenece el confirmar en la fe a sus hermanos cuando proclama con un acto definitivo, que una doctrina de fe o de costumbres debe sostenerse, como también al Co­legio de los Obispos cuando los Obispos ejercen el Magisterio reunidos en Concilio Ecuménico, como doctores y jueces para toda la Iglesia y declaran que una doctrina de fe o de costumbres debe ser tenida definitivamente, o cuando dispersos por el orbe y manteniendo el vínculo de comunión entre sí, y con el sucesor de Pedro, enseñando auténticamente a una con el mismo Romano Pontífice las materias de fe y de costumbres, concuerdan en que una sen­tencia debe ser tenida definitivamente. (CIC 1983 cn. 749 & 1 y 2) (Cfr. D 1683.)

En cuanto al valor dogmático de los cánones y capítulos de la Constitución Dei Filius del Concilio Vaticano I, sobre la cual hablaremos frecuentemente en nuestro tratado, escribe v.gr. J.M.A Vacant, Etudes Theologi­ques sur les Constitutions du Concile du Vátican I ( Paris 1895) introduction a.5 p.41-44: En los cánones se define la doctrina que debe ser creída como de fe católica, en los capítulos es manifiesta la intención de la Iglesia de proponer su doctrina definitiva y perentoriamente, como muestran las fórmulas que están puestas al principio de los capítulos y en la Introducción (D 1781), La misma Santa Iglesia sostiene y enseña (D1785), La Iglesia Católica profesa .... (D 1789), el consentimiento perpetuo de la Iglesia sostuvo y sostiene.... ( D.1795). Así los capítulos del Concilio positivamente y los Cánones negativamente proponen la doctrina infalible, pero lo que se enseña en los capítulos puede no ser de fe divina y católica, sino solamente lo que debe ser sostenido sólo asertiva e infaliblemente, más aún si son meramente las razones dadas y los argumentos, que no se proponen como doctrina de la Iglesia, entonces no son propiamente infalibles.

Ni vale decir que hubiese sido necesaria la firma de todos los obispos al final del Concilio para que fuese promulgada la constitución, porque tal promulgación no fue necesaria. Porque todos los Padres lo aprobaron y el Sumo Pontífice que presidía personalmente, definió y confirmó con su autoridad apostólica todos los decretos y cánones de la Constitución que habían agradado a todos. ( Ibid., tq. docum.25)

[5] EL RVDMO. GASSER, OBISPO DE BRIXEN (TIROL), RELATOR DEL CONCILIO, dijo así : "Porque cuando hablamos del estado presente del hombre, sobreentendemos también al hombre cuido por el pecado.

Luego, sin esta divina revelación sobrenatural, el género humano no podría conocer congruamente la religión natural. Ahora bien, si no puede sin la revelación, luego, la revelación es necesaria, lo que además se comprueba por el esfuerzo vano e inútil de muchos hombres para conocer la religión. Pero esta necesidad no se debe entender física y absoluta, porque ya se ha dicho antes que tales verdades de la religión natural no son de suyo inaccesibles a la razón humana, y consta, además, por el concilio y por la razón, que el hombre tiene capacidad física para conocer la religión, contra los tradicionalistas, y se añade además: sin embargo, no por ello, ha de decirse que la revelación sea absolutamente necesaria (D 1786).

Luego, se debe decir que la revelación divina sobrenatural es moral e hipotéticamente necesaria para un conocimiento congruo de la religión natural.

Pero para el conocimiento del fin y de la religión sobrenatural, se dice allí mismo (D 1786), que la revelación sobrenatural es absolutamente necesaria.

Los teólogos del Concilio Vaticano I sublineaban el esquema propuesto para destacar "la necesidad omnímoda de la revelación en cuanto a los dogmas sobrenaturales", pero que rían que "nadie pensase que se podía declarar igual la necesidad en cuanto­ a todas las verdades religiosas y morales". Por esta decisión, "Además de los dogmas sobrenaturales de los que hasta ahora se ha tratado en la revela­ción sobrenatural, se contienen asimismo las verdades referentes a Dios y a­ la ley natural que, de suyo, pueden también ser conocidas por la manifestación natural de Dios. No se puede, pues, afirmar la necesidad absoluta de la mani­festación sobrenatural o revelación para el conocimiento de tales verdades, si no se trata en efecto, del modo del conocimiento, sino solo del mismo conocimiento en sí. Sin embargo, son tales las dificultades para que el género humano, en su presente condición, alcance estas verdades, en su debido tiempo, con suficiente claridad, plena certeza y sin mezcla de errores, que, sin una ayuda especial, la potencia física no pasaría, general­mente al acto. Estas dificultades constituyen la impotencia moral a la responde la necesidad moral de ayuda. Ahora bien, esta ayuda especial de la providencia común del presente orden de la naturaleza elevada, consiste en la misma revelación sobrenatural. Luego, se debe pensar que, en cuanto a esas verdades de suyo racionales, la revelación es moralmente necesaria al genero humano en el presente orden."

Y en la Encíclica "Humani Generis", se dice expresamente: ...”la revelación divina es moralmente necesaria para qué, aún en el estado actual del género humano, todos puedan conocer con facilidad, con firme entereza y sin mezcla de error alguno, aquellas verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón."