CAPITULO II

DE LA ESENCIA DE LA EXTREMAUNCIÓN

 

TESIS 2. La materia del sacramento de la Extremaunción es la unción hecha con el óleo bendito; y la forma consiste en las palabras con las que se ruega por el enfermo.

 

243. Nexo. Puesto que todos los sacramentos constan de materia y de forma, después que hemos tratado de la existencia del sacramento de la Extremaunción, pasamos a tratar acerca de su esencia o constitutivos intrínsecos. Ahora bien de los distintos elementos que conciernen a este asunto, hay muchos que entran propiamente dentro de la Teología Moral, como la bendición del óleo que debe ser realizada por el obispo, la renovación anual de este óleo, etc., de los cuales nosotros os vamos a abstener de tratar.

 

244. Nociones. La MATERIA y la FORMA la entendemos en el sentido propio explicado anteriormente en el que se determinan los constitutivos intrínsecos de alguna cosa.

 

Materia remota es aquella substancia material que se usa para este sacramento. En la Extremaunción no se da una materia acerca de la cual se instituye la acción sacramental, sino solamente una materia de la cual se realiza el Sacramento (así como el agua en el Bautismo y el crisma en la Confirmación). En la Iglesia Latina se usa óleo puro de olivas (cn.937); entre los Orientales a este óleo se le pueden añadir diversas mezclas,

 

Según el mismo cn.937 el óleo para la Extremaunción debe estar debidamente bendito y en verdad se requiere para la validez, según diremos después (n.248); ahora bien la bendición debe ser hecha «por el obispo o por un presbítero, que haya alcanzado de la Sede Apostólica la facultad de bendecir el óleo» (cn.945). En la Iglesia Oriental los simples presbíteros tienen permiso, bien expreso bien supuesto, del Romano Pontífice para bendecir este óleo[1]. La bendición requerida, según parece debe ser especial en orden a la Extremaunción; pero esto más probablemente no afecta a la validez sino a la licitud.

 

Materia próxima es la unción misma o aplicación de la materia remota; esta unción debe hacerse «en el orden y modo prescritos en los libros rituales... más en caso de necesidad es suficiente una sola unción en un sólo sentido, esto es más rectamente en la frente con la fórmula prescrita más breve, quedando a salvo la obligación de suplir cada una de las unciones, una vez que cesa el peligro (cn.947,1). Antiguamente fue muy distinto el uso de la unción, según veremos en el argumento; más ahora para la Iglesia Latina el ritual Romano ordena cada una de las unciones en cada uno de los sentidos en este orden: en los ojos, en los oídos, en las narices, en la boca, en las manos, en los pies.

 

La FORMA de este sacramento «es la oración solemne, que el sacerdote pronuncia en cada una de las unciones». El ruego u oración se entiende aquí en sentido propio, y en los casos ordinarios es: «Por esta santa unción y por su piadosísima misericordia te perdone Dios, todo lo que has pecado por la vista o por el oído,,, Amén.» Y en caso de necesidad: «Por esta santa unción te perdone el Señor todo lo que has pecado. Amén»,

 

Según se ve por la fórmula de la unción, la fórmula parece que debe ser deprecativa.

 

La fórmula recibe el nombre de formalmente deprecativa o indicativa (esto es imperativa) según que las palabras expresen formalmente una súplica o un mandato; así, v, gr. : «Unge, Señor, a este tu siervo...», «Yo te unjo, , , » . Sin embargo pueden las palabras sonar ciertamente a súplica, sin embargo tener formalmente (explícita o implícitamente) un sentido indicativo; así v. gr., cuando expresan que el efecto sacramental se obtiene por medio del ministro, a causa de la autoridad recibida de Jesucristo, etc. Por tanto estas forma: «Santifica, Señor, por mi unción a este tu siervo», o bien «Oh Señor, que entregaste a tus presbíteros por el bienaventurado Santiago el poder de ungir...» se llama materialmente deprecativa y formalmente indicativa de un modo explícito. Es también materialmente deprecativa y formalmente (de un modo implícito) indicativa la forma de bendecir que se usa generalmente: «Dios omnipotente os bendiga,..» esta fórmula la emplea el sacerdote, pues según la costumbre eclesiástica se usa para la verdadera bendición sacerdotal; si por el contrario fuera usada por un laico, no sería sino una forma material y formalmente deprecativa. Lo mismo hay que decir acerca de la forma materialmente/ indicativa y formalmente deprecativa bien implícita bien explícitamente.

 

245. Sentencias. 1. Acerca de la materia:

 

a) remota, nadie ha negado jamás que debe ser el óleo de las olivas; los problemas surgieron acerca de la necesidad de la bendición: unos, como Victoria, Juening, De Sainte‑ Eeuve, Drouwen, niegan sencillamente que sea necesaria bendición alguna, a no ser precepto; otros, como Suárez y Estio afirman que debe ser bendecido el óleo por el obispo de forma que ni siquiera el Sumo Pontífice puede conceder a los simples presbíteros la facultad de bendecirlo; los restantes teólogos afirman comúnmente que la bendición es ciertamente necesaria, pero puede ser realizada esta bendición por un simple presbítero, si obtiene la potestad apostólica. Acerca de esto ya nadie puede dudar hoy día a tenor del cn. 945 del anterior Código de Derecho Canónico. Por último nadie niega que la se requiere la bendición por lo menos para la licitud.

 

b) materia próxima, todos admiten que son las unciones en el cuerpo del enfermo; la discusión versa acerca del lugar y el número de las unciones:

 

1) se requiere la unción de cada uno de los sentidos, pues en ellos está el origen de todos los pecados. Así la Instrucción a los armenios, S. TOMAS, S. ALBERTO MAGNO, ESCOTO, RICARDO DE MEDIAVILLA, S. BELARMINO. Ahora bien estos autores no profundizan en la esencialidad. BILLOT juzga que esta sentencia es probable.

 

2) Es suficiente una sola unción. Así piensan SUAREZ, VAZQUEZ, LUGO, UMBERG, y todos los modernos.

 

II. Acerca de la forma hay tantas sentencias cuantas clases de forma:

 

a) Algunos antiguos negaban la forma en el sacramento de la Extremaunción «porque la unción con este óleo es la forma para sí misma».[2] Sostenían esto de este modo porque advertían una gran variedad en las fórmulas de este sacramento.

 

b) La forma debe ser deprecativa. Así se expresan S. ALBERTO MAGNO, S. BUENAVENTURA, S. TOMAS[3], ESCOTO, SUAREZ y comúnmente todos los modernos. Esta opinión está fundada en el texto de Santiago: REZANDO sobre él... y la ORACION de la fe...

 

c) Ese suficiente la fórmula indicativa (sin embargo es válida .la deprecativa), porque expresa ya de un modo suficiente el efecto de la Extremaunción. Así piensa RICARDO DE MEDIAVILLA, PALUDANO, AUREOLO, etc.

 

Todavía se discute esta cuestión. En el Ritual Romano se usa la fórmula deprecativa, a la cual parece que pueden reducirse las fórmulas indicativas, sobre todo si se admite la causalidad moral en los sacramentos.

 

246. Doctrina de la Iglesia. Puesto que el argumento está formado precisamente a base de documentos eclesiásticos, baste citarlos aquí:

 

El Concilio Tridentino dice: «En efecto, la Iglesia ha entendido que la materia es el óleo bendecido por el obispo...; y que la forma son las palabras: por está unción, etc.» (D 908). Estas palabras prácticamente han sido tomadas casi en su totalidad de las que propuso el Concilio Florentino a los armenios: «El quinto sacramento es la Extremaunción, cuya materia es el óleo de oliva' bendecido por el obispo... La forma de este sacramento es la siguiente: Por esta santa unción...» (D 700).

 

El anterior Código de Derecho Canónico en el cn.937 dice: «El sacramento de la Extremaunción debe conferirse por las unciones sagradas, usando óleo de olivas debidamente bendito y por las palabras prescritas en los libros rituales aprobados por la Iglesia».

 

Cn.945: «El óleo de las olivas, que se ha de usar en el sacramento de la Extremaunción, debe ser bendecido con este fin por el obispo, o por un presbítero que haya obtenido de la Sede Apostólica la facultad de bendecirlo».

 

Cn.947: «Háganse con cuidado las unciones con las palabras, orden y modo prescritos en los libros rituales; ahora bien en caso de necesidad es suficiente una sola unción en un solo sentido o mejor en la frente con la forma más breve prescrita, quedando a salvo la obligación de suplir cada una de las unciones, una vez que cese el peligro».

 

247. Valor teológico. a) La primera parte en cuanto que afirma que la materia remota de la Extremaunción es el óleo y que la materia próxima es la unción misma, es de fe divina y católica definida[4]. En cuanto afirma que para la validez del sacramento debe ser el óleo bendecido por el obispo o por un sacerdote con facultad apostólica, es común y cierta; y así está exigido en los documentos; y en cuanto afirma que debe ser bendecido con preces especiales en orden a este sacramento, es doctrina mas probable y comúnmente admitida. En cuanto dice que la materia próxima es la unción en los sentidos del enfermo o en solo sentido en caso de necesidad, es doctrina cierta.

 

b) La segunda parte, en cuanto sostiene que la forma es la oración sobre el enfermo, es también de fe divina definida,[5] (n(nota ver pág. 412) y en cuanto no requiere necesariamente la fórmula deprecativa sino que admite que la indicativa .se reduce a la deprecativa, es con mucha más probable y común.

 

248. Prueba de la primera parte; I. La materia remota es el óleo bendito. Nota. Puesto que en Sañtiago la palabra «óleo» se entiende clararuente sacado de los frutos de los olivos, y puesto que de modo manifiesto lo enseban el Concilio Florentino <D 700), el Concilio Tridentino y el anterior Código de Derecho Canónico 945, por ello es suficiente que probemos que el óleo debe estar bendecido»[6]

 

1. Por las declaraciones de la Iglesia. INOCENCIO I escribiendo a Decencia, una vez hecha referencia a las palabras de Santiago, añade; «Pues no hay duda de que debe entenderse de los fieles enfermos, los cuales pueden ser ungidos con el santo óleo del crisma,[7] el cual consagrado por el obispo, no sólo pueden usarlo los sacerdotes sino también los cristianos para ser ungidos en su propia necesidad o en la necesidad de los suyos... Por lo demás si el obispo o puede o juzgar digno el visitar personalmente a alguien y bendecirlo y ungirlo con el crisma puede hacerlo sin lugar a dudas, ya que es propio de él el consagrar el crisma» CD 99).

 

PAULO V (13 de enero de 1611) declaró que era temeraria y próxima a error esta sentencia: «a saber, el que el sacramento de la Extremaunción puede ser administrado válidamente, sin ser consagrado el óleo con la bendición episcopal». Este decreto lo confirmó Gregorio XVI (D 1628). El mismo Sumo Pontífice aprobó esta resolución del Santo Oficio: «En cuanto a la duda sobre si en caso de necesidad el párroco puede usar para la validez del sacramento de la Extremaunción de un óleo bendecido por él, responde negativamente».[8]

 

El Santo Oficio de nuevo el afín 1878 afirmó: «El óleo bendecido por el presbítero es materia totalmente no apta para el sacramento de la Extremaunción».

 

El Concilio de Aquisgrán taño 836) : «También ha sido establecido que por lo menos una vez al ato, esto es, el Jueves Santo, no sea echada en olvido por los obispos a lo largo de todas las ciudades del orbe cristiano la unción del Santo Óleo, en el cual está confiada la salvación de los enfermos,.. sino que se realice con toda devoción según la tradición apostólica y los estatutos de los decretales en lo que esté preceptuado acerca de este asunto».

 

El Concilio Cabílonense II Caño 813) decretó: «Según las palabras del bienaventurado Apóstol Santiago, con las cuales están en armonía también los documentos de los Padres, los enfermos deben ser ungidos por los presbíteros con el óleo, que es bendecido por el obispo».

 

El Concilio Florentino en la Instrucción a los armenios cita como materia de la Extremaunción «el óleo de oliva bendecido por el obispo» (D 700), y el Concilio Tridentino confirmando esto declara: «Pues la Iglesia ha entendido que la materia es el óleo bendecido por el obispo» (D 908).

 

Sin embargo está claro por la Instrucción de Clemente VIII acerca de los ritos de los ítalo-griegos que puede el Sumo Pontífice conceder la facultad de bendecir el óleo de la Extremaunción a un simple presbítero: «No deben ser obligados los presbíteros griegos a recibir de los obispos latinos diocesanos los óleos santos, a excepción del crisma, ya que estas óleos son confeccionados o bendecidos por ellos en la presentación misma de los óleos y de los sacramentos, conforme a un antiguo rito» (D 1806). Benedicto XIV, el año 1742, confirmó esta declaración. Por último el anterior Código de Derecho Canónico defendió expresamente esta facultad en el cn.945.

 

Luego por estos documentos consta que la Iglesia enseña que el óleo debe ser bendecido por el obispo, Y ciertamente en orden a la validez; en otro caso la Congregación del Santo Oficio no podría afirmar que el óleo bendecido por un simple presbítero es materia totalmente no apta; de aquí también que el cn.937, donde dice: «el óleo... debe ser bendecido para este fin por el obispo...» debe ser interpretado acerca de la validez, no de la licitud.

 

249. 2. Por el muto acuerdo de los teólogos. Antes del siglo XVI los teólogos de gran talla profesaron de modo manifiesto esta doctrina. Así el Maestro de las Sentencias, S. ALBERTO MAGNO, S. TOMAS, ESCOTO, S. BUENAVENTURA. En el siglo XVI es ya doctrina totalmente común: y el que fuera defendida entre algunos teólogos como doctrina probable el. que la bendición episcopal del óleo para la Extremaunción era solamente necesaria por precepto; no para la validez, esto en realidad no impide el que podamos acudir al mutuo acuerdo moralmente unánime; sobre todo por el hecho de que esos teólogos no deben ser tenidos en grandes ni por su talla ni por su número ni por su autoridad ni por otra parte los argumentos en los que apoyan su opinión son argumentos fuertes.[9]

 

250. II. La materia próxima es la unción del cuerpo del enfermo.

 

Por la sagrada Escritura y la práctica de la Iglesia. Santiago no exige otra cosa sino la unción del enfermo, sin embargo no determina absolutamente nada acerca del número y el lugar de las unciones. Ni tampoco hablan de modo más explícito los SS. PP. más antiguos. Ahora bien la Iglesia ha empleado distintos ritos, según las distintas épocas y las diversas condiciones de lugares y personas.

 

Entre los distintos rituales, que actualmente conservamos, parece que el más antiguo el usado en Espata hasta el siglo XI, llamado con el nombre de Libro de las Ordenes. Por lo que se refiere a la Extremaunción, parece que es del siglo V. Así pues prescribe acerca de este sacramento lo siguiente: «Entrando el sacerdote junto al enfermo, le hace la señal de la Cruz en la cabeza con el óleo bendito, diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que reina por los siglos de los siglos. Amén.» Y siguen unas antífonas y oraciones con las que se alcanza de Dios la salud del alma y del cuerpo.

 

El ritual de Milán (s. XIII, pero en el que se refieren ritos antiquísimos, tal vez de los siglos VI-VII o incluso más antiguos) ordena en cuanto a las rúbricas: «En primer lugar úngele en el pecho, después las manos, después los pies, con el óleo bendito». Casi las mismas palabras al pie de la letra se dicen en el Libro de los Monjes de San Ambrosio, del siglo XI.

 

En el antiquísimo Libro de los Sacramentos atribuido a Gregorio el Grande, se lee: «Hará en él [el enfermo] el signo de la cruz en la cabeza con el óleo bendito diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, te sirva esta unción del óleo consagrado para purificación de tu alma y de tu cuerpo».

 

El antiguo códice de la Iglesia de Cataluña indica las unciones que hay que hacer «en el pecho y por detrás en las espaldas y en la cabeza y también en las manos para la parte interior y en la planta de los pies».

 

En el Sacramentario Gregoriano (s. VIII) después que prescribió algunas oraciones, añade: «Y así unja al enfermo con el óleo consagrado, realizando cruces en el cuello y en la garganta y entre las espaldas y en el pecho o en el lugar donde sienta más dolor». Y después de las ceremonias advierte: «Pues muchos de los sacerdotes ungirán a los enfermos [así] además en los cinco sentidos del cuerpo, esto es, en las cejas de los ojos, y en las narices por dentro y en la parte alta de las narices o sea exteriormente, esto es, por fuera, y en los labios exteriormente y en las manos exteriormente, esto es, por fuera... En efecto hagan esto con el objeto de que si hubo alguna mancha en los cinco sentidos del alma y del cuerpo, sea curada ya par la medicina de Dios».

 

Esta rúbrica un tanto modificada se encuentra después en muchas Ordenes, como se puede ver en Martène. De entre éstas la Orden II Cs. IX) prescribe: «Haga con el óleo sobre él [el enfermo] doce señales de la cruz, esto es, la primera una gran cruz entre las espaldas hasta el cuello, y transversalmente hasta por encima de las espaldas... Después en el cuello hasta la nuca. La tercera sobre la cabeza hasta la frente transversalmente de oído a oído… La cuarta y la quinta en la vista, esto es, en las cejas de los ojos, la sexta en el olfato, esto es, en la nariz o fosas nasales. La séptima en el gusto... La octava y la novena cruz en el oído, esto es, en los oídos por fuera. La décima en la garganta. La undécima en el pecho. La duodécima y la decimatercera en el tacto, esto es, en cada una de las manos por fuera. Las dos restantes en los pies.»

 

Y Teodolfo Aurelianense advierte: «Con este número de quince hacemos cruces con el óleo santo sobre el hombre enfermo en razón del misterio de la Trinidad y del significado de los cinco sentidos. Y porque ha existido la costumbre las más de las veces de santificar por medio de un número impar. Algunos quieren hacer sobre el enfermo veinte cruces. Otros con un número distinto, esto es, tres entre las espaldas, tres en el cuello, en la nuca y en el cerebro, tres en la frente, y en las cejas, tres en las narices y en los labios, dos en la garganta y en el pecho, dos en las manos y dos en los pies. Algunos añaden dos en las sienes y hacen dos cruces en las manos por la parte interior. Otros dicen que no es necesario hacer con el óleo la cruz en la frente de nadie ni en las manos del sacerdote por la parte interior. Sin embargo nada lo impide.»

 

La Orden XIX (s. XII) indica las unciones «en la nuca, en la frente, en las sienes, en el rostro, y después en los ojos, en los oídos, en las narices, en los labios, en la garganta y en el cuello, entre las espaldas, entre los pectorales, en las manos, en los pies, en el vientre o en el lugar donde sea mayor el dolor».

 

En la Orden IV (s. IX) refería todavía más unciones: «En el cuello, en la garganta, entre las espaldas, en el pecho, en los cinco sentidos corporales, esto es, en las cejas de los ojos, etc.... También en las rodillas, en las piernas, en las pantorrillas, en los pies, en las plantas de los pies, y en casi todos los miembros, esto es, que se unja en el lugar concreto donde más acucia el dolor».

 

Las Ordenes XXVIII y XXXII añaden la unción en los riñones (la cual también se prescribía en el Concilio Tridentino: D 700). Pero en la Orden XXXII se recomienda que esta unción no se haga a las mujeres por decoro. Por el mismo motivo se dejaron de hacer las unciones en el vientre, en el pecho y entre las espaldas, por lo cual poco a poco se iba reduciendo la unción a los cinco sentidos corporales.

 

En el ORIENTE nunca hubo algún rito uniforme y universal. La Orden XXXIII, que está sacada del Eucologio de los Griegos, y que data del siglo IX, no indica más unciones que en la frente, en las manos y en los oídos. Sin embargo en el mismo siglo Teodulfo recitando también estas tres unciones, las describe de distinto modo: «Los Apóstoles al ungir con el óleo a los enfermos no hacían sobre ellos con el óleo más de tres cruces. De donde los griegos, que imitan la tradición misma de los Apóstoles, de modo semejante hacen solamente tres cruces con el óleo derramando con la ampolla el óleo de los enfermos a manera de cruz sobre la cabeza y los vestidos y todo el cuerpo del enfermo, empezando la cruz desde la cabeza hasta los pies, transversalmente desde la mano derecha hasta los brazos y el pecho hasta la mano izquierda».

 

En el siglo XV Simeón de Tesalónica recuerda también tres unciones, pero éstas en la frente, en forma de cruz en el rostro por causa de los sentidos y en las manos. Poco después Arcudio (s.XVII) dice que la unción hay que hacerla en la frente, en el mentón y en ambas mejillas. Por otra parte el Denzinger anota: «Cuáles son las partes del cuerpo, que son ungidas entre los orientales, no lo hallamos indicado en ninguna parte, como no sea lo que dice Bernato de Coptos: cita una sola unción, la cual hay que hacer la frente. Y También Vanslebio habla de una sola unción, la cual tiene que ser hecha por un sacerdote provecto. Ahora bien según el ritual del Patriarca Gabriel en Renodocio y según Eucologio. Tuquiano y el Códice Vaticano 78 todos lo sacerdotes ungen, ahora bien no se indica si en distintas partes y por ello no parece que deba admitirse». Según Arcangelsqui el ritual griego no tiene ninguna rúbrica acerca de esto, sino que los sacerdotes realizan la unción según han aprendido a hacerlo.

 

Entre los orientales modernos las unciones se realizan bien en los cinco sentidos, bien en la frente, en las narices, en las mejillas, en la boca, en el pecho, en las manos por dentro y por fuera, o bien en la frente, en las mejillas, en las manos, en el mentón, o en otros sitios similares.

 

Por último, respecto a la Iglesia Romana, el Ritual Romano ordena la unción en los cincos sentidos, y en casos de necesidad, según hemos dicho antes, concede una sola unción «en un solo sentido o mejor en la frente, quedando a salvo la obligación de suplir cada una de las unciones una vez que cesa el peligro» (anterior Código de Derecho Canónico cn.947,1.)

 

Luego por todo esto consta que para la validez es suficiente una sola unción (en otro caso nunca estaría permitido>, y que para la licitud se requiere en la Iglesia Romana la unción en los cinco sentidos, y entre los Orientales distintas unciones según los distintos ritos.

 

251. Prueba de la segunda parte. I. La forma de la Extremaunción consiste en las palabras con las que se ora por el enfermo.

 

1. Por la sagrada Escritura. Santiago al tratar de la Extremaunción dice: ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que OREN sobre él... y la ORACION DE LA FE salvará al enfermo. Ahora bien, según se ha dicho antes (n-229) la oración προσευζασθωσαν, ευχη es la oración propiamente dicha, la cual no la recita el enfermo, sino los presbíteros hechos venir con este fin para que ungiendo al enfermo con el óleo y orando sobre él alcancen de Dios la salud.

 

Ahora bien que esta oración es una fórmula sacramental, está claro por el nexo que guarda con la unción <que es la materia) y, con el efecto («que oren... ungiendo: y la oración de la fe salvará al enfermo»).

 

2. Por los documentos y la práctica de la Iglesia. En la instrucción a los armenios (D 700), en el Concilio Tridentino (D 908) y en otros documentos anteriormente citados, aparece que la forma se encuentra en las palabras (ciertamente deprecatorias) u oraciones, según la recomendación de Santiago: oren sobre él... y la oración de la fe.... (Sant 5,14-15), las cuales acompañan a la unción, según la podemos ver ahora en el Ritual Romano. Así como hemos hecho, al tratar de la materia próxima (n.250), podríamos también aquí presentar muchas fórmulas sacadas de los libros rituales y de las Ordenes. Sin embargo en este aspecto cualquier lector de los rituales y de las Ordenes se da cuenta de que ciertamente no es tan grande la Variedad en las fórmulas como en la materia. Suele en primer lugar citarse alguna oración general que alude a la unción, sin que siempre se exprese en la rúbrica que la unción debe realizarse en ese momento;[10] después se añaden tantas fórmulas u oraciones, cuantas son las unciones que se prescriben. A fin de aducir algunos ejemplos, baste citar los documentos más antiguos:

 

Libro de las Ordenes (s. V): «Entrando el sacerdote al lugar en que se encuentra el enfermo hace sobre él signo de la cruz en la cabeza, con el óleo bendito diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que reina por los siglos de los siglos. Amén. Y dice las tres antífonas ordenadas debajo, y por último en orden la oración Antífona: Sáname, Señor, mis huesos están agitados y mi alma está muy conturbada. Tú, Señor, vuélvete a mí y llévate mi alma. Versículo: Señor no estés enojado.

 

Esta antífona se dice, cuando se tratare de muchos enfermos: Antífona: Sana, Señor, todas nuestras enfermedades, aleluya: libra de la muerte nuestra vida, aleluya, aleluya. Versículo: Para que te confesemos.

 

Antífona: El Señor habló a sus discípulos: Recibid el Espíritu Santo: en mi nombre expulsad demonios y poned sobre los enfermos vuestras manos y sanarán. Versículo: El Señor Dios de dioses.

 

[Antífona]: El Señor levanta a los abatidos, el Señor liberará a los impedidos. El Señor sana a los enfermos. Versículo: El Señor que sana a los contritos,

 

Imploremos [la misericordia] de Dios omnipotente, a fin de que se digne propicio curar y sanar las heridas de su siervo (de sus siervos). Oración. Jesús, salvador y Señor nuestro, Tú que eres verdadera salud y medicina y por quien y de quien existe la verdadera salud y la verdadera medicina, que nos enseñas por medio de las palabras de tu Apóstol a que tocando con el óleo a los enfermos, imploremos tu misericordia piadosa; mira propicio sobre este tu siervo (estos tus siervos). III. Desde aquella admirable sublimidad de los cielos; a fin de que a quien Ca quienes) la enfermedad inclina hacia el fin de esta vida y la falta de fuerzas ya les arrastra hacia su ocaso, el remedio de tu gracia le restituya purificado (los restituya purificados)..., etc.

 

El ritual de Midlán, juntamente con la unción tiene esta fórmula: «Te unjo con el óleo consagrado, a fin de que ungido a manera de soldado y preparado para la lucha, puedas vencer a, los ejércitos infernales. Obra con la creatura del óleo. † En el nombre del Padre omnipotente †y del Hijo † y del Espíritu Santo: a fin de que aquí no esté oculto este espíritu inmundo ni en sus miembros ni en sus entrañas ni en ninguna contextura de los miembros de este hombre (de esta mujer); sino que obre en él la virtud de Jesucristo, el Hijo Altísimo, el cual con Dios Padre eterno... Cuando has ungido en el pecho, di: Todo lo que has pecado por el pensamiento de tu corazón te lo perdone Dios. Después cuando has ungido en las manos, di: Todo lo que has pecado por obra de tus manos te lo perdone Dios. En tercer lugar cuando has ungido en los pies, di: Todo lo que has pecado por los pasos (así) que han dado tus pies te lo perdone Dios. Otra oración. El Señor a vosotros y todos los sacerdotes dicen al mismo tiempo esta oración]. Oh Dios de los ángeles, etc.».

 

En las treinta y tres Ordenes transcritas por Marténe, se encuentra la forma más o menos como en el actual Ritual Romano, aunque se observan algunas modificaciones, como veremos inmediatamente. Por tanto la forma de la Extremaunción consiste en estas palabras, las cuales acompañan siempre a la unción o siguen a ésta inmediatamente, y con las cuales se suplica en favor del enfermo.

 

252. II. La forma de la Extremaunción es formalmente deprecativa, sin embargo puede ser materialmente indicativa o imperativa.

 

Por los documentos y la práctica de la Iglesia. Tanto en las Iglesias Orientales como en la Iglesia Romana la forma de este sacramento es deprecativa, sin embargo en los libros rituales se encuentran algunas formas mixtas (.en parte deprecativas­ y en parte indicativas), y también algunas que a primera vista parecen simplemente indicativas o imperativas algunos ejemplos: y otras desiderativas. He aquí

 

a) Formas deprecativas. El Libro de los Sacramentos atribuido a Gregorio Magno, dice:, «Ungirás a éste tal enfermo] con óleo santo y dirás: Dios omnipotente, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en la virtud del Espíritu Santo, oh Dios trinitario, compadécete de este tu siervo y otórgale el perdón de todos sus pecados y la recuperación de la enfermedad que se cierne sobre él por esta santa unción y nuestra oración suplicante. Tú que vives…».

 

La Orden XI dice: «Tan pronto como el sacerdote comience a ungir al enfermo, dígale esta oración.,,: Suplicamos tu clemencia, Dios omnipotente, para que a este siervo tuyo, al cual confiando nosotros en tu misericordia comenzamos a ungirle con la efusión del óleo consagrado, le aproveche este óleo de tu don celestial para la enmienda saludable de su alma y para el bienestar de su cuerpo, a fin de que con la protección de la unción divina pueda vencer con el siempre victorioso poder de tu virtud todos los engaños de las acechanzas del enemigo mortal. Por nuestro Señor Jesucristo».... Después, una vez recitadas otras dos oraciones por dos sacerdotes distintas, se hace la unción en cada uno de los sentidos o miembros con una oración también al hacer la unción en cada sentido. Sirva ésta de ejemplo: «En la unción en el pecho. Oh Dios escrutador de los íntimo del corazón, que no cesas de proteger con coraza inexpugnable el interior de tus fieles; te rogamos que protejas con esta unción salvífica lo íntimo del corazón de este tu siervo, a fin de que desechados los deleites de las curiosidades carnales y las invenciones pestilentes de todos los espíritus inmundos, pueda apoyarse siempre en la mediación de tu poder divino. Por nuestro Señor Jesucristo».

 

En la Orden XV, antes de ungir cada uno de los miembros y sentidos, dice la rúbrica: «Así pues mientras el sacerdote unge al enfermo, diga esta oración ungiéndole con bastante lentitud: Te rogamos, Señor, que acudas a nuestros humildes obsequios y que asistas como cooperador benigno a éstos; a fin de que los que imponiendo las manos en este enfermo como justificación de tus mandatos, presentamos la unción del óleo sagrado, sintamos que tú intervienes en este nuestro acto de servicio; en cuanto que acompañando a los deberes de nuestra acción la gracia del Espíritu Santo, se aparte toda enfermedad y debilidad de este tu siervo y en su lugar se dé la plenitud de todo vigor y salvación; y abandonado el lecho de su debilidad, levante su vista y su pensamiento a ti, médico celestial, y a causa de haberle sido restituida la salvación tribute a tu nombre eternamente alabanzas adecuadas. Por nuestro Señor Jesucristo».

 

En el Eucologio de los Griegos la forma es la siguiente: «Padre santo, médico de las almas y de los cuerpos, que enviaste a tu hijo unigénito nuestro Señor Jesucristo para curar toda enfermedad y para liberarnos de la muerte: sana también a tu siervo al que le tiene retenido la enfermedad corporal y vivifícale por la gracia de tú hijo Jesucristo, con la intercesión especialmente de nuestra santa Señora madre de Dios y siempre virgen María [siguen los nombres de otros santos]... y de todos los santos. Amén. Porque tú eres la fuente de la salud, Cristo Dios nuestro y a ti referimos la gloria, al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo: ahora y siempre y por los siglos de los siglos».

 

b) Indicativas o imperativas. La mayor parte de las formas o fórmulas, que se hayan en las Ordenes, pertenecen a la forma indicativa, así la Orden I: «Te unjo con el óleo santificado,, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo... a fin de que no quede oculto en ti el espíritu inmundo...» En la unción de los ojos: «Unjo tus ojos con el óleo consagrado, a fin de que todo lo que has pecado con miradas no permitidas, quede expiado con la unción de este óleo. Por nuestro Señor Jesucristo...» Casi del mismo modo son las Ordenes III, V, XII, XV, XVI, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII, XXIII, etc., las cuales expresan la forma del modo indicado o este otro modo: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo te unjo (tus manos, tus oídos...) con el óleo consagrado, a fin de que todo lo pecaminoso que has consentido con el deleite del oído, (del tacto, del olfato...), la medicina espiritual lo arroje de ti». Y otras fórmulas a este tenor.

 

Bajo la forma imperativa no es tan frecuente la unción, sin embargo se dan algunos ejemplos, como en la Orden XIII: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que reina por los siglos de los siglos. Recibe la salud del cuerpo y el perdón de todos tus pecados». En el antiguo ritual de la iglesia suesionense: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, recibe la salud eh el nombre del Señor. Amén.» Y en la unción de los pies: «Recibe la salud en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, levántate y anda. Amén».[11]

 

c) Optativas. La forma optativa se usa en el Ritual Romano moderno: «Por esta santa unción y su piadosísima misericordia te perdone el Señor todo lo que has pecado por la vista (el oído, el olfato, etc.). Amén». Sin embargo ya antiguamente se usaba una forma semejante. Tal forma aparece en las Ordenes III, X, XVIII, etc.: «Por esta unción del óleo consagrado y la bendición de Dios te perdone el Señor todo lo que has pecado por la vista. De modo semejante por todos los sentidos». Alguna vez se expresa la forma optativa más bien en la oración que en las palabras mismas de la unción, como sucede muchas veces en las formas indicativas.

 

d) Mixtas. La forma mixta aparece alguna vez en una sola y misma oración, de la cual parte es indicativa u optativa, y parte es deprecativa. Así la Orden 1 contiene la unción de los ojos completada de este modo: «Unjo tus ojos con el óleo consagrado, a fin de que lo que has pecado con miradas prohibidas, quede expiado por la unción de este óleo. Por nuestro Señor. Socorre, Señor, a este enfermo y adminístrale la medicina espiritual, a fin de que restituido por ti a su antigua salud, te tribute una acción de gracias», Las Ordenes V y VI tienen esta forma: «Te unjo con el óleo santo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: suplicando la misericordia del mismo único Señor y Dios nuestro, a fin de que ahuyentados todos los dolores y molestias de tu cuerpo, se recobre en ti la fuerza y la salud: en cuanto que por la obra de caridad cristiana de este misterio y por esta unción del óleo consagrado y nuestra súplica, cuidado o favorecido por el poder de la sacrosanta Trinidad, merezcas recibir la salud antigua y mejorada. Por el Señor Dios nuestro salvador, que es la verdadera salud...

 

La Orden XI al presentar las distintas oraciones que se han de recitar en la unción de cada uno de los sentidos, unas las propone como optativas y otras como deprecativas: «En la unción del cuello: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, esta unción santificadora sea para ti purificación de nacimiento sagrado... En la unción del pecho: Oh Dios, escrutador del interior del corazón, que no cesas de custodiar la intimidad de tus fieles con coraza inexpugnable; te rogamos que protejas con la unción salvífica lo íntimo del corazón de este tu siervo, a fin de que...». La Orden XIV une la forma indicativa e imperativa juntamente con la optativa: «Te unjo con el óleo santo, invocando la majestad del gran Creador, el cual mandó al profeta Samuel ungir a David como rey. Obra, creatura del óleo, en el nombre del Dios Padre omnipotente y del Hijo y del Espíritu Santo; a fin de que no quede oculto el espíritu inmundo ni en los miembros ni en las médulas ni en ninguna contextura de los miembros; sino que habite en él la virtud de Cristo altísimo y la santificación del Espíritu Santo. Por el mismo Jesucristo...»

 

Por estas distintas fórmulas, se ve claramente que la fórmula indicativa y la optativa pueden reducirse facilísimamente a la deprecativa, sobre todo puesto que muchas veces van unidas con otras oraciones deprecativas o se usan en ellas las fórmulas: En el nombre del Padre, etc.; o bien: «Te unjo... suplicando misericordia de Dios mismo...» En cuanto a las formas imperativas, hay que tener en cuenta en primer lugar que son muy pocas y además, según parece no pertenecen sino a un cierto como resumen o extracto de los libros litúrgicos y siempre después de una fórmula muy breve viene alguna oración general en la cual se pide a Dios la salud del enfermo. Por tanto en realidad todas las fórmulas pueden reducirse a la fórmula deprecativa.

 

253. Objeciones. 1. En la Instrucción a los armenios se dice que el enfermo debe ser ungido en los cinco sentidos y en los riñones; luego no es suficiente una sola unción.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Estas unciones se indican de forma preceptiva, niego el antecedente; a manera de instrucción, concedo el antecedente. Ningún autor admite que sea necesaria la unción en los riñones, la cual sin embargo se propone en la Instrucción citada que debe ser hecha así como las otras cinco unciones, según la costumbre de aquel tiempo.

 

2. Si cesa la necesidad, las otras unciones hay que hacerlas, y sin duda de un modo absoluto; luego según el Decreto del Santo Oficio no puede deducirse que sea suficiente una sola unción.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Hay que suplir las unciones para la validez del sacramento, niego el antecedente; para la integridad, concedo el antecedente. Ahora bien está claro que se suplen absolutamente; pues en otro caso se harían condicionadamente en tanto en cuanto pudiera haber duda acerca del valor del sacramento., Ahora bien, en cuanto a la validez del sacramento, no hay ninguna duda. Esto también ocurre en otros sacramentos, v.gr. en el Bautismo y en el Orden, los cuales son sacramentos que no se pueden repetir y si por necesidad o por negligencia (incluso voluntaria) se omitió algo de los ritos accidentales, debe ser suplido cuando haya ocasión.


[1] Véase BENEDICTO XIV en la Bula «Etsi Pastoralis» del 27 de mayo de 1742; CLEMENTE VII, Instrucción acerca de los ritos ítalo-griegos del 30 de agosto de 1595.

[2] «Dijeron algunos que este sacramento no tiene una forma fuera del mismo sacramento: puesto que la unción misma con este óleo es la forma para sí mismo; y para probar esto aducen las siguientes razones...» (S. ALBERTO MAGNO, En 4 d.23 q.1). Y poco después manifiesta este juicio: «Hay que decir sin prejuicio, que, según pienso, la primera opinión aducida es una novedad presuntuosa en contra de la observancia y de la sentencia de todos los antiguos; y por ello juzgo que esa opinión no es sensata y que no puede sostenerse sin peligro de error. Lo mismo dice S. TOMAS, Suppl. q.29 a.7.

[3] Suppl. q.29 a.8. Donde respecto al punto 3 dice: las fórmulas indicativas. son disposiciones para la forma «en cuanto la intención del ministro se determina en orden a este acto por estas palabras».

[4] D 908. El Concilio Tridentino en el cn,1 y 3 (D 926 y 928) afirma que el rito actual de la Extremaunción es substancialmente el misma que el que es prescrito por Santiago. Por consiguiente lo que ha declarado en el capítulo está incluido en los cánones.

[5] Aunque en el canon el Concilio Tridentino no dice nada acerca de la forma, pero se entiende suficientemente que está incluido en el canon 3, donde se habla del rito en general.

[6] El Tridentino (D 908) no dice expresamente que se trate de óleo de olivas pero si no se indica otro, siempre se entiende esta clase de óleo. Pues cuando no se trata del óleo puro de olivas, se indica claramente, como en la Confirmación cuyo óleo se llama. crisma, porque se mezclan otras substancias.

[7] El crisma, en este texto, se entiende como óleo, según la costumbre de aquel tiempo, donde no estaba todavía establecida la terminología. Véase PUIG n.980 nota 21.

[8] Según el decreto del Santo Oficio del 14 de septiembre de 1842. Puesto que el Sumo Pontífice responde: «Negativamente a la forma del decreto del Jueves Santo en presencia de SS. del día 13 de enero de 1611» y en el citado decreto se niega la proposición bajo la calificación de temeridad y de proximidad de error («temeraria y próxima a error») estamos obligados a dar la misma calificación a esta opinión.

[9] «No fijándose en la tradición de la Iglesia, ellos suelen argüir bien por el hecho de que Santiago no dice nada acerca de la consagración del óleo, o bien por la semejanza con el Bautismo, para cuya validez no se requiere el agua consagrada; sin embargo se ve fácilmente con claridad que ninguno de los dos argumentos tiene ningún valor, ya que en este asunto el último criterio de verdad es 'el sentido de la Iglesia misma» (OTTEN, n.277s).

[10] Probablemente suponen las Ordenes o Rituales que en primer lugar áe hacía la imposición de la mano (lo cual se dice expresamente en alguna ocasión, v.gr. en la Orden V) y después la unción. Ahora bien esta imposición de la mano coincide mucha veces con la unción probablemente en la cabeza. Tal vez también podría decirse que esta oración es la que antiguamente se recitaba cuando se hacía una sola unción; después añadidas ciertamente otras unciones con sus propias oraciones, permaneció ésta como oración general.

[11] DE SAINT-BEUVE, Sobre el sacramento de la Extremaunción de Ios enfermos d,4 a.2. BENEDICTO XIV (Acerca del Sínodo 1,3 c. 2 n. 2) dice: «No sabemos de qué modo puede hallarse la deprecación en otras formas, de los muchísimos antiguos rituales presentados por Menardo y Marténe, en los cuales sólo se emplea la palabra UNJO sin ninguna adición, de la cual pueda deducirse o imaginarse la deprecación.» En realidad estas formas no se hallan en ninguna parte en Marténe y en Menardo ni, que sepamos nosotros, en ninguna Orden o Ritual antiguo o moderno. Tal vez un autor las recitó de memoria y hubo alguna confusión.