CAPITULO  III

DEL JUICIO UNIVERSAL

 

Articulo I

De la existencia del juicio universal

 

TESIS 13. En la segunda venida de Jesucristo serán juzgados todos los hombres vivos y muertos.

 

310. Nexo. Según lo probado, los hombres han de resucitar en la segunda venida de Jesucristo. Ahora bien, ¿qué les sucederá entonces? Jesucristo, el cual primeramente había venido a redimir a los hombres y a establecer en la tierra su reino, en la segunda venida vendrá a consumar este reino. Ahora bien esto sucederá por el juicio del linaje humano, por el que serán separados pública y definitivamente los buenos de los malos y se les señalará su destino eterno. Así pues nosotros vamos a tratar ahora de la existencia de este juicio, para pasar a decir después algo acerca de las circunstancias del mismo. Este hecho, según hemos dicho, es para S.Tomás como la entrada y la parte central del tratado de los novísimos.

 

311. Nociones. EN LA SEGUNDA VENIDA DE JESUCRISTO. Una vez terminada la propagación del linaje humano, el cual llega a alcanzar el término de su vida en esta tierra mediante algún suceso que sin duda ha de ocurrir de manera preternatural, Jesucristo vendrá por segunda vez cuando todavía acaso vivan los hombres de la última generación o al menos los justos (en el caso de que tal vez no vayan a morir), para resucitar a los muertos y para juzgar a todos los hombres.

 

SERAN JUZGADOS, esto es, por la sentencia del juez serán separados definitivamente los buenos de los malos y les será señalado tantos a unos como a otros el destino eterno del premio o del castigo de acuerdo con lo que han merecido. Ahora bien este juicio, que se llama universal, se diferencia del particular, solamente en que el juicio universal se realiza al mismo tiempo y de un modo público respecto a todo el género humano, en cambio el juicio particular se tiene sobre cada uno de los hombres en la hora de la muerte y en privado. Sin embargo la sentencia del juicio universal no es sino la promulgación pública de la sentencia ya dada en este juicio particular y que ha sido mandada ejecutar inmediatamente después.

 

TODOS LOS HOMBRES, esto es, por lo menos los adultos, ya que las fuentes tratan directamente acerca de éstos, y por otra parte la situación moral, en la que se encontraron en esta vida los niños, no parece que exija el juicio.

 

VIVOS Y MUERTOS. Esta fórmula sacada de las fuentes indica en general que todos los hombres van a ser juzgados, sin embargo puede en concreto considerarse de uno de estos dos modos: a) o bien de aquellos que o ya han muerto o todavía viven, de tal forma sin embargo que esto tenga valor en cualquier momento de la vida del linaje humano; b) o bien tanto de aquellos que han muerto o van a morir en el futuro, como de los que tal vez no morirán, cuales son los justos de la última generación.

 

312. Adversarios.[1] Los Gnósticos, los Albigenses, los Racionalistas. Algunos Protestantes modernos piensan que el juicio ya se está realizando ahora o bien en la postura del hombre respecto a la palabra actual de Jesús, según dice Bultmann, o de otro modo según Althau o según Barth.

 

313. Doctrina de la Iglesia. El Concilio IV de Letrán (D 429): «El cual (Jesucristo) ha de venir al fin del mundo para juzgar a los vivos y a los muertos y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos». Casi las mismas palabras enseñan el Concilio II de Lyon (D 462) y el Concilio Florentino (D 709).

 

Los símbolos: el Apostólico (D 269), el de Epifanio (D 13), el Atanasiano (D 40), el Niceno (D 54), el Niceno-Constantinopolitano (D 86): «Vendrá... a juzgar a los vivos y a los muertos».

 

Cf. PELAGIO I (D 228s), el Concilio (provincial) Lateranense (D 255), el Concilio (provincial) XI de Toledo (D 287), S.LEON IX (D 344), INOCENCIO III (D 422, 427), el Concilio Tridentino (D 994).

 

314. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 429, 462, 709).

 

315. Prueba de la Sagrada Escritura. Mt 16,27: Porque... el hijo del hombre ha de venir... y entonces pagará a cada uno según su conducta. 25,31-46: Cuando el Hijo del hombre venga..., entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de El todas las naciones, y El separará a los unos de los otros... entonces dirá el Rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino... Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno...

 

Hechs 17,31: Porque ha fijado el día en que va a juzgar al mundo según justicia. 10,42: ... Está constituido por Dios juez de vivos y muertos.

 

Rom 14,10: En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. 2 Cor 5,10: Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. 2 Tim 4,1: Te conjuro en presencia... de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

 

1 Pe 4,5: Darán cuenta a quien está pronto para juzgar a vivos y muertos.

 

Véase también Mt 7,22; 10,15; 11,22-24; 12,36.41s; 13,4ss; Rom 2,16; 1 Cor 3,13; 4,5; Jds 15; Apoc 20,11ss.

 

316. Prueba de la tradición. 1. Los SS.Padres. Describen éstos una verdad tan fundamental como es ésta de muchas maneras en cuanto al hecho, el modo y los efectos. Baste con presentar unos pocos testimonios.

 

TERTULIANO (R 290): Se afirma el hecho. «Es regla... de fe, a saber aquélla por la que se cree... [que Jesucristo], vendrá... para tomar a los santos a fin de que éstos reciban el fruto de la vida eterna..., y para enviar a los pecadores al fuego eterno...» (cf. R 364).

 

S.HIPOLITO (R 396): También afirma el hecho. «Estando presentes todos, los hombres, los ángeles al juicio de éste (del Verbo)... Cuando la retribución dada a los buenos y a los malos muestra la justicia de sus palabras; ya que a los que han obrado el bien se les retribuye en justicia con el gozo eterno, y en cambio a los que han ambicionado el mal se les devuelve el suplicio eterno».

 

S.CIPRIANO (R 579): Se describe la solemnidad de aquel día. «Oh, día extraordinario, qué solemne y qué grandioso será..., cuando comience el señor a hacer recuento de su pueblo y a sopesar los méritos de cada uno a la luz de su conocimiento divino, y a enviar a los pecadores al infierno... y en cambio a nosotros a darnos la recompensa de la fe...»

 

AFRAATES (R 694): Todos los hombres han de ser juzgados. «Todos los hijos de Adán se congregarán para ser juzgados y cada uno marchará al lugar que tiene preparado...»

 

S.GREGORIO NACIANCENO (R 1014): Jesucristo juez de todos los hombres. «Cree... (que el Hijo de Dios) va a volver... a juzgar a los vivos y a los muertos».

 

S.JUAN DAMASCENO (D 2376): Se dará sentencia de premio o de castigo. «Así pues resucitaremos... y estaremos presentes antes el tremendo tribunal de Jesucristo, y entonces el diablo y sus demonios... y el Anticristo y también los hombres impíos serán entregados al fuego eterno... En cambio los que han obrado el bien resplandecerán como el sol... en la vida eterna».

 

2) Podrían añadirse los monumentos cristianos antiguos, en los cuales aparece con frecuencia la idea del juicio universal.

 

317. Razón teológica. La razón por sí sola no puede probar el hecho del juicio universal, puesto que éste es preternatural; sin embargo una vez iluminada por la fe muestra la conveniencia de éste: a) Por parte de Dios, a fin de que todos los hombres vean y conozcan los caminos de la bondad, de la sabiduría, de la justicia divina, los cuales en esta vida muchas veces no llegamos a comprender; b) por parte de Jesucristo, a fin de que El mismo sea exaltado en presencia del mundo entero, y así como se anonadó por todos, así también reciba el obsequio de todos y triunfe públicamente sobre sus enemigos; c) por parte de los hombres, para que se manifiesten las buenas y las malas obras de todos, las cuales muchas veces quedaron escondidas a los hombres en esta vida, y para que se vea la retribución justa de Dios a todos los hombres».

 

El juicio particular, el cual consta que se da inmediatamente después de la muerte respecto a cada uno de los hombres, y el universal, no pueden dejar de ser moralmente una única totalidad, de forma que el juicio universal es como la promulgación y la confirmación del juicio particular. Sin embargo, una vez que cesa el estado de vía respecto a todos el linaje humano, se realiza con todo derecho el juicio universal, por el que se hace pública y definitiva la separación de los buenos respecto de los malos.

 

Igualmente, puesto que la retribución se da respecto al alma y respecto al cuerpo, se dice con verdad que esta retribución se da en el juicio universal al cual es llamada la persona misma (alma-cuerpo).

 

Articulo  II

De las circunstancias del juicio universal

 

318. El juez es Jesucristo, según se ve en casi todos los testimonios que hemos presentado en la tesis: Hchs 10,42; Rom 14,10; 2 Cor 5,10; Mt 16,27; cf. Jn 5,22. Tertuliano: R 290; S.Juan Damasceno: R 2376. Si bien el juicio procede de Dios, como de causa principal, la potestad judicial conviene a Jesucristo hombre en cuanto Persona divina y en cuanto cabeza y en cuanto posee la plenitud de la gracia y en cuanto ha merecido ésta (S.TO., 3 q.59 a.3). Por otra parte es conveniente que Jesucristo precida el juicio universal, ya que por su redención podemos ser admitidos en el cielo (S.TO., Suppl. q.90 a.1).

 

319. Asistirán al juicio presidido por Jesucristo: a) Los Apóstoles. Mt 19,28: Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel (cf. Lc 22,29s). b) Algunos santos, sin que no obstante conste quiénes son éstos. 1 Cor 6,2s: ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros váis a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y, ¡cómo no las cosas de esta vida![2]

 

320. Han de ser juzgados: En general todos, según está patente por los textos presentados en la tesis: Mt 25,32; Rom 14,10; 2 Cor 5,10.

 

En concreto: a) Ciertamente los adultos, según se ve por los mismos textos; en cambio los inocentes, como la bienaventurada Virgen María, tendrán un juicio no de revisión de su vida, sino de retribución por la misma (S.TO., Suppl. q.89 a.6s).

 

b) Según Sto.Tomás, los niños «que mueren antes de la edad de la discreción comparecerán en el juicio, no para ser juzgados, sino para que vean la gloria del juez». Según Suárez, los niños inocentes estarán presentes en el juicio, sin embargo no para ser juzgados mediante un examen de su vida, ya que no han hecho ninguna obra que pueda ser juzgada; en cambio los niños que han muerto sin gracia estarán presentes en cierto modo para ser juzgados, en la medida que vean que ellos se encuentran justamente en ese estado.

 

c) Los ángeles - los cuales, según todos los autores, estarán presentes en el juicio - serán juzgados más probablemente (1 Cor 6,3; 2 Pe 2,4; Jds 6; cf. Mt 8,29). Esto se admite fácilmente tratándose de un juicio, no de revisión (de méritos y de deméritos) por lo menos respecto a los ángeles buenos, los cuales no han hecho nada malo, sino de retribución y ciertamente de premio respecto a los ángeles buenos y de castigo respecto a los ángeles malos, si bien tanto el premio como el castigo es accidental, en cuanto que los ángeles buenos recibirán una gloria especial derivada del juicio, en cambio los ángeles malos recibirán una confusión especial, a causa de los méritos o de los deméritos de los hombres en los cuales los ángeles buenos han influido para el bien y los ángeles malos han influido para el mal. ¿O acaso se trata de un premio o de una pena esencial? Sto.Tomás lo niega; otros como San Buenaventura y Suárez lo afirman.

 

321. Materia del juicio. En general la vida moral entera, esto es todas las obras tanto buenas como malas (2 Cor 5,10; cf. Ecl 12,14). San Jerónimo: «Las conciencias y las obras de cada uno, tanto las buenas como las malas, se manifiestan a todos». En concreto: a) Los pensamientos. 1 Cor 4,5: El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. b) Las palabras. Mt 12,36: Os digo que de toda ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio. c) Las acciones. Rom 2,5s: ...En el día... del juicio de Dios, el cual dará a cada cual según sus obras. d) Las omisiones. Sant 4,17: Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

 

Mt 25,31-46 solamente hace referencia a las obras de caridad tal vez porque éstas son tenidas en muchísima importancia por Jesucristo (Jn 15,12).

 

Las obras ya borradas mediante la penitencia también se van a poner de manifiesto en el juicio, según pensamos, para que resplandezca mejor aquella penitencia y la misericordia de Dios, puesto que por otra parte estos pecados ya no les causan ningún rubor a los justos.

 

322. Modo del juicio. Probablemente los pecados propios de cada uno se manifestarán mentalmente a los interesados y a los otros. La sentencia se llevará a cabo de un modo sensible, según Lesio y otros autores, opinando sin embargo de modo distinto Sto.Tomás (Suppl. q.88 a.2). La primera sentencia es más probable, puesto que se trata del juicio que se va a realizar en medio de los hombres reunidos; sin embargo no es absolutamente necesario.

 

En Mt 25,31-46 el juicio se describe antropomórficamente; y los justos no van a contradecir al Juez, ni tampoco los réprobos se van a excusar.

 

323. Lugar del juicio. «Acerca del lugar, dice Billot, solamente consta lo siguiente: se ha de celebrar en la tierra: a fin de que se lleve a término la vida de todo el linaje humano allí donde tuvo el comienzo, el desarrollo y el fin, y también Jesucristo se siente como juez glorificado allí donde bajo el hombre en calidad de juez fue en otro tiempo despreciado, humillado y tenido como réprobo». Esto consta claramente por los textos donde se trata acerca de la segunda venida de Jesucristo a la tierra (Mt 24,30; 25,31; Hchs 1,11; 1 Tes 4,15-17; etc.).

 

Se piensa piadosamente que este lugar es Josafat, un valle cercano a Jerusalén, y esto se deduce de Jl 3,2: Y los congregaré en el valle de Josafat. Sin embargo, puesto que el vocablo "Josafat" significa «juzgue Dios», por ello tal vez el lugar del juicio del valle de Josafat se emplea de un modo metafórico. «No es necesario, dice Palmieri, que nos detengamos en investigar esto, que hemos de ver en último término con nuestros propios ojos; por consiguiente dejamos para aquel día la solución de esta cuestión».

 

CAPITULO  IV

DEL MILENARISMO

 

TESIS 14. Toda clase de milenarismo debe ser rechazada.

 

324. Nexo. Así pues ya que Jesucristo va a venir a la tierra y va a enviar definitivamente a los elegidos al cielo y a los malos al infierno, se puede preguntar si entre estos dos hechos, a saber, entre la venida de Jesucristo y la retribución final de los justos, El mismo va a reinar gloriosamente en la tierra entre los justos durante algún tiempo. Tratamos por tanto del milenarismo.

 

325. Nociones. EL MILENARISMO o quiliasmo (χιλιασμος) es la opinión, que (prescindiendo de multitud de diferencias con que la presentan sus defensores) afirma lo siguiente: después del estado actual de la Iglesia va a darse en la tierra un reino glorioso de Jesucristo, y en verdad lleno de toda clase de gozo, el cual va a durar alrededor de mil años.

 

Lo que se encierra en esta definición, es como el elemento esencial del milenarismo, lo cual lo admiten más o menos todos los que defienden esta opinión. En cambio son elementos secundarios, los que los quiliastas presentan de distintas formas: a) A ver si aquel reino, que debería sin duda tener súbditos en este mundo, va a suceder entre la segunda venida de Jesucristo y entre la resurrección general y el juicio final, según dicen comúnmente, y sin duda después de la resurrección de todos los justos o de la mayor parte de éstos o sin haberse dado esta resurrección, sino estando todavía viviendo en cuerpo mortal muchos justos; o por el contrario si más bien va a suceder después del juicio universal. b) Acerca de si este reino va a durar precisamente mil años, o simplemente va a durar un largo tiempo sin ninguna ulterior determinación o más bien con alguna determinación, o tal vez va a durar eternamente.

 

326. El milenarismo: a) Craso (esto es carnal) atribuye toda clase de deleites corporales, aparte de otros gozos, a la felicidad de este reino. b) El milenarismo mitigado (o espiritual, sutil) hace poner esta felicidad en los gozos o bien solamente espirituales o tal vez también, según el distinto modo de hablar, en gozos materiales totalmente honestos.

 

TODA CLASE, esto es, tanto el milenarismo craso como el mitigado.

 

DEBE SE RECHAZADA, no en el sentido de que todo milenarismo repugne intrínsecamente, sino porque de hecho el milenarismo es una teoría que no está de acuerdo con las fuentes.

 

327. Adversarios. En medio de una variedad tan grande de maneras de hablar es difícil distribuir en grupos a los defensores del milenarismo. Por tanto pueden citarse en general como adheridos al milenarismo: a) al craso, CERINTO, los Ebionitas, NEPOS. b) Al milenarismo mitigado, el cual lo enseñó en primer lugar, según parece, PAPIAS, S.IRENEO, S.JUSTINO, TERTULIANO y los Montanistas, S.METODIO, LACTANCIO (R 647); y se cita como próximos a éstos un gran número a partir del s.XIV, entre los cuales se encuentran, por citar aquí unos pocos, EYZAGUIRRE, MORRONDO, CHABAUTY, ROHLING, además de muchísimos Protestantes, como los Mormones, los Irvingianos, los Adventistas, otros como BIETENHARD, el cual espera, después de la primera resurrección de todos los que duermen y la transformación de los justos, algún reino de Jesucristo que gobierne visiblemente en Jerusalén y sobre Israel; M. DE LACUNZA, que tiene una gran preeminencia entre los milenaristas más modernos a causa del gran influjo que ejerció en autores posteriores, incluso en los Protestantes.

 

Del milenarismo entendido así difiere la opinión acerca de un futuro estado feliz de la Iglesia, sobre la cual opinión diremos algo después. De donde hay que preguntar si cada uno de aquellos autores que hemos citado u otros autores, los cuales también son nombrados como milenaristas, enseñan una venida de Jesucristo visible (al menos a manera de un acto, o sea no habitualmente), puesto que en otro caso juzgamos que no deben ser tenidos como milenaristas en sentido estricto.

 

El origen del milenarismo, que es difícil de determinar, parece que proviene del Judaísmo, en cuyos apócrifos y en otros escritos ya estaba en vigor antes de la encarnación de Jesucristo la idea de un tiempo futuro en el que los hombres gozarían de todos los bienes materiales, a los cuales sin embargo con frecuencia se decía que había que añadir también los bienes espirituales. Este tiempo, según las distintas opiniones, empezaría con el Mesías o sin el Mesías; alcanzaría solamente a los judíos o también a los no judíos que les estuvieran sometidos o también a los justos; duraría 400 ó 1000 ó 2000 años, etc. Así pues, aleccionados de este modo por el Judaísmo e interpretando mal el texto del Apocalipsis 20, parece que algunos cristianos han tomado la idea del milenarismo, la cual, según se ha dicho, Cerinto y otros la interpretaron materialmente y Papías y otros la concibieron de un modo espiritual.

 

328. Doctrina de la Iglesia. a) Negativamente. La Iglesia en sus documentos nunca cita el reino milenario de Jesucristo. Más bien, según está claro por los textos que hemos aducido en favor del juicio final, solamente concibe una segunda venida de Jesucristo para juzgar a todos los hombres y en verdad una vez ya resucitados, a fin de dar a éstos de forma definitiva inmediatamente después el premio o el castigo.

 

b) Positivamente. La Sagrada Congregación del Santo Oficio encomendó el año 1941 al Exmo. señor Arzobispo de Santiago de Chile que había hecho una pregunta acerca del milenarismo espiritual, el cual parece ser que lo defendían algunos en su diócesis, lo siguiente: «El sistema del milenarismo, incluso del milenarismo mitigado - a saber el que enseña que según la revelación católica nuestro Señor Jesucristo antes del juicio final, bien después de la resurrección de muchos justos o bien sin haber todavía sucedido esta resurrección, va a venir corporalmente a esta tierra a fin de reinar - es una teoría que no puede enseñarse con seguridad». A estas palabras se añaden las siguientes: «Vuestra Exca. cuidará de vigilar con todo empeño a fin de que la teoría citada no sea enseñada bajo ningún pretexto, ni sea propagada, ni defendida, ni recomendada, tanto de palabra como con cualquier clase de escritos».

 

Luego estas palabras se refieren directamente: al milenarismo aunque sea el mitigado (por consiguiente mucho más se refieren al milenarismo craso, del cual no obstante no se habla en este texto directamente); en cuanto se dice que está contenido en la revelación pública; y en cuanto que enseña que Jesucristo va a venir: corporalmente, antes del juicio final, a fin de reinar (así pues no se niega que Jesucristo tal vez en alguna ocasión se aparezca por otro motivo, corporalmente en este mundo durante un breve tiempo, v.gr. como apareció a Pablo), a esta tierra, bien después de la resurrección de muchos justos bien sin haber sucedido todavía esta resurrección; y se afirma que esta teoría del milenarismo no puede enseñarse con seguridad; igualmente se prohíbe cualquier clase de propaganda de la misma.

 

329. Después la misma Sagrada Congregación, el año 1944, respondió a una pregunta acerca de «qué había que pensar sobre el sistema del milenarismo mitigado, a saber el que enseña que nuestro Señor Jesucristo antes del juicio final, bien después de haber resucitado muchos justos bien sin haber todavía resucitado éstos, va a venir a esta tierra para reinar», lo siguiente: «El sistema del milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad».

 

Esta respuesta, según se ve claramente, repite la respuesta anterior, sin embargo omitiendo las palabras de aquella primera respuesta «según la revelación católica» y substituyendo la palabra «corporalmente» por la palabra «visiblemente».

 

330. Valor dogmático. El milenarismo craso es considerado por los teólogos como herético, y ciertamente con toda razón en cuanto que es opuesto a la Sagrada Escritura (Mt 22,30; 1 Cor 15,50; Rom 14,17).

 

El milenarismo mitigado es una opinión por lo menos temeraria.

 

331. Prueba de la Sagrada Escritura. La Sagrada Escritura en ninguna parte habla del reino milenario; más aún, si bien no lo rechaza expresamente, une con la segunda venida de Jesucristo la resurrección universal de los muertos y el juicio final, al cual le sigue en verdad inmediatamente la ejecución de la sentencia, de tal modo que no deja lugar alguno al reino milenario (cf. v.gr. Mt 24,3.27-31 y 25,31-46; Jn 5,27-29; Mt 16,27; 2 Tim 4,1).

Tampoco después del juicio se otorga a los justos un reino milenario, sino un reino eterno: Mt 25,34. Después de la resurrección en el último día (Jn 6,39) acontece en el último día el juicio (Jn 14,48), al cual sigue la inmediata retribución del premio o del castigo (Mt 24-25; 1 Tes 4,15s).

 

332. Prueba de la tradición. Los SS.PP. rechazan enérgicamente cualquier clase de milenarismo. S.JERONIMO habla «de la fábula de los mil años». S.AGUSTIN, el cual anteriormente había admitido el milenarismo, después lo rechaza.

 

Por lo demás en cuanto a los Padres partidarios del milenarismo (mitigado) Pesch dice lo siguiente: «Así pues, si desea ya alguien deducir por sus palabras, cuáles son los escritores antiguos insignes por su autoridad en Teología Dogmática, los cuales han enseñado el milenarismo más espiritual, pueden reducirse a dos: Justino e Ireneo, influidos por la veneración de Papías, y estos dos admiten que otros buenos cristianos piensan en sentido contrario. De donde el argumento que alguien pretendiera extraer de la tradición prácticamente no tiene valor ninguno». Más aún Rosadini añade acerca de otros las siguientes palabras: «Estos... ni presentan esta época de felicidad (ciertamente espiritual) en el mismo sentido, ni siempre lo hacen de forma aseverativa, y, lo que todavía es más de tener en cuenta, se oponen a éstos otros varones eclesiásticos de gran autoridad».

 

Y en cuanto a los Padres posteriores Franzelin escribe lo siguiente: «Después de Lactancio, al comienzo del siglo IV, ya ningún autor serio y católico hasta hoy ha mencionado esta teoría, sin que haya sido para al mismo tiempo desaprobarla y rechazarla». «Así pues, no puede haber ninguna duda acerca de la unanimidad universal, constante y ratificada de los Padres y de los Doctores, por lo menos a partir del siglo V hasta nuestros días, en el hecho de rechazar esta opinión milenarista.

 

333. Objeción. Sin embargo parecería que milita en favor del milenarismo el texto del Apoc 20: Luego vi a un ángel que bajaba del cielo... Dominó al dragón... y lo encadenó por mil años... vi también las almas de los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús... revivieron y reinaron con Cristo mil años. Los demás muertos no revivieron sino hasta que se acabaron los mil años. Es la primera resurrección. Dichoso... el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos... y reinarán con Cristo mil años. Cuando se terminen los mil años, será Satanás soltado de su prisión y saldrá a seducir a las naciones... Entregó el mar los muertos que tenía en su seno, y asimismo la muerte y el infierno entregaron los que tenían, y fue juzgado cada uno según sus obras. La muerte y el infierno fueron arrojados al estanque de fuego; esta es la segunda muerte.

 

Así pues según estas palabras parecería que iban a resucitar primeramente los justos, los cuales reinarían con Cristo en la tierra durante mil años, y después todos los demás para el juicio final.

 

Sin embargo hay que negar esto. El libro del Apocalipsis es muy oscuro. De aquí que el texto que se ha presentado como objeción, no poco difícil en sí mismo, debe ser entendido haciendo uso de aquella interpretación, que esté más de acuerdo con la analogía de los dogmas, si bien tal vez esta interpretación sea menos literal y obvia.

 

Por tanto en el reino de Cristo durante mil años, esto es a lo largo de un largo tiempo antes de la segunda venida de Jesucristo, muchas almas alcanzan la santidad y la salvación eterna: esta es la resurrección primera. Los impíos, en cuanto que no resucitan de este modo espiritualmente, se dice que están muertos. Al fin del mundo se le permitirá al diablo atacar con más dureza el reino de Jesucristo, todos los muertos resucitarán corporalmente (esta es la resurrección segunda) y después del juicio final los impíos serán entregados al fuego: esta es la muerte segunda. Esta interpretación adecuada del texto, ya expuesta por S.Agustín, es la más común entre los teólogos y exegetas católicos.

 

Además en el texto que se ha puesto de objeción no se indica que aquel reino va a ocurrir en esta tierra, o después de la segunda venida de Jesucristo.

 

Wickenhauser es de la opinión, la cual no debe ser admitida por los demás, de que aquella primera resurrección es propiamente la resurrección corpórea de los mártires, por la que se indicaría simbólicamente que éstos son galardonados con algún privilegio de la gloria.

 

334. Escolio. Del estado feliz que va a tener la Iglesia. Según estas teoría, antes de la llegada de Jesucristo se dará un largo período en el cual la Iglesia se encontrará en un estado muy feliz. Afirman esto, además de muchos acatólicos, ciertos católicos como Bisping.

 

Esta opinión, según Beraza, es «falsa y está muy alejada del dogma católico»; según Lercher «debe ser desaprobada como temeraria». Sin embargo, si mantiene la doctrina de Jesucristo acerca de que se debe llevar la cruz, no parece que deba ser calificada de este modo. No obstante carece sin duda de un fundamento sólido: pues la cruz de Cristo siempre hay que llevarla (Lc 9,23; 14,25); en la Iglesia siempre habrá trigo y cizaña (Mt 13,24-30), ovejas y cabritos (Mt 25,32s); corderos y lobos (Lc 10,3), buenos y malos (Mt 13,47); en todos, incluso en los justos, siempre quedará la concupiscencia derivada del pecado original (D 792), fuente de muchos males morales, e igualmente la posibilidad de sufrir físicamente.

 

CAPITULO  V

DEL FIN DEL MUNDO MATERIAL

 

335. Nexo. Hemos hablado hasta ahora de los novísimos de cada uno de los hombres y del linaje humano. Ahora bien, de aquí surge esta cuestión: si los hombres son resucitados a fin de que después de ser juzgados alcancen su destino eterno, bien de premio en el cielo o bien de castigo en el infierno, ¿qué le acontecerá al mundo material mismo, del cual han usado los hombres antes de su muerte o transformación: será aniquilado, o en cambio quedará casi cual es ahora, o será perfeccionado?

 

336. El mundo tiene fin. Se considera aquí el mundo como el orbe de la tierra con igual disposición de causas naturales; en consecuencia lo que vamos a decir de él parece que tiene el mismo valor respecto a todo aquello que rodea la tierra y está relacionado causalmente con ella, esto es por lo menos respecto del firmamento, más aún tal vez respecto de todo el mundo sidéreo. Así pues, este mundo, tal cual es, tendrá fin. Mt 5,18: ... Antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la ley...

 

Esta consumación del mundo se realizará tal vez, según lo dicho anteriormente (n.268), mediante un incendio de fuego corpóreo. 2 Pe 3,7-12: Mientras que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos... Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en el pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y así mismo la tierra con las obras que en ella hay. Pues si todo de este modo ha de disolverse, ¿cuáles debéis ser vosotros..., en la expectación de la llegada del día del Señor, cuando los cielos, abrasados, se disolverán, y los elementos, en llamas, se derretirán?[3]

 

Según Sto.Tomás (Suppl. q.74 a.8) aquel fuego del incendio, aparte de otros efectos, en cuanto agente natural reducirá a ceniza los cuerpos de los hombres, que tal vez se encuentren vivos; en cuanto instrumento de la justicia divina atormentará a los malos, en cambio no servirá de castigo para los buenos a no ser que éstos tengan que purificarse de alguna manera de sus manchas.

 

337. El mundo no será aniquilado, sino que será renovado.[4] Is 65,17: Porque voy a crear cielos nuevos y una tierra nueva y ya no se recordará lo pasado y ya no habrá de ello memoria. 2 Pe 3,13: Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según la promesa del Señor (cf. Rom 8,19-22; Apoc 20,11d; 21,1).

 

Ahora bien, esta renovación parece que consiste en que la creatura quedará liberada de la maldición del pecado y de la esclavitud de la corrupción de forma que, aparte de los cuerpos de los justos (Fil 3,20s), sean glorificadas proporcionalmente todas las cosas en el cielo y en la tierra (Ef 1,9s; Col 1,18-20), con lo cual el mundo quedará dispuesto una vez que haya sido convenientemente trocado en orden al estado de los hijos de Dios (Rom 8,19-22). Ahora bien, esta renovación será hecha por Jesucristo.

 

338. Los Santos Padres también enseñan la renovación del mundo. S.CIRILO DE JERUSALEN: «En efecto sobrevendrá la consumación de este mundo y este mundo creado será renovado de nuevo... Pasará este mundo, a fin de que sea hecho surgir siendo más bello... Envolverá el Señor los cielos, no para destruirlos, sino para hacerlos surgir de nuevo más hermosos». S.BASILIO: «Toda creatura corporal será transformada juntamente con nosotros». S.JERONIMO: «No dijo (S.Pedro) veremos otros cielos y otra tierra, sino veremos los antiguos y éstos transformados en mejores».

 

339. La razón teológica muestra la conveniencia: a) A fin de que el mundo manchado por los crímenes quede purificado y creado a causa del hombre quede glorificado juntamente con el hombre. b) Para que el hombre pueda tener en el mundo un domicilio adecuado a los cuerpos gloriosos; para gozar donde cultivó las virtudes por Dios, y soportó sinsabores y tal vez el martirio; para alcanzar esta gloria accidental, ya que no ve a Dios con los ojos de la carne. c) Con el objeto de que Jesucristo sea la recapitulación perfecta de todas las cosas, incluso de la creatura irracional, y a fin de que tiendan a El todas las cosas. d) Para que todo exista por Jesucristo a causa de Dios, cuya bondad, una vez renovado el mundo, difundiéndose, resplandezca, y brille su sabiduría gobernando armónicamente todas las cosas y quede patente su poder al cual todo le está sometido.

 

340. ¿Cómo será el mundo renovado? En general, tal cual conviene al estado de los bienaventurados. De aquí que puesto que los bienaventurados, en cuanto ya incorruptibles, no necesitan de los vegetales ni de los animales, muchos pensaron que todas estas cosas no se van a dar en el mundo renovado. No obstante parece más probable lo que sostienen otros, a saber que el reino orgánico de las plantas y de los animales vienen bien al mundo renovado, como complemento de éste y para mayor recreo de los bienaventurados.

 

341. ¿Cuándo sucederá la renovación del mundo? No consta, ya que no sabemos si aquel incendio va a acontecer después del juicio universal, como piensan S.Agustín, Suárez, Jungmann, etc., o antes del juicio universal, según opinan Sto.Tomás, A Lapide, etc. (cf. n.268). Tal vez es mejor decir: «Antes del juicio, en el juicio y después del juicio». De este modo se concilian las dos primeras opiniones y se sitúa la renovación del mundo, según parece más adecuado, después del juicio universal.

 

342. Escolio. De la consumación del Cuerpo Místico. Una vez realizado el juicio final y elegidos los galardonados con la bienaventuranza, alcanzará su consumación el reino de los cielos y el Cuerpo Místico, cuyo rey y cabeza es Jesucristo «cuyo reino no tendrá fin» (D 86) y de este modo se cumplirán las profecías (Dan 713ss; Lc 1,32). Entonces se dará «el reino eterno y universal... el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amo y de la paz», el cual Jesucristo se lo entregará al Padre. Entonces se someterán a Jesucristo como a fin del universo que es todas las cosas (1 Cor 15,25-28), entonando éstas con toda la fuerza de su voz el himno (1 Tim 1,17): Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 


[1]  S.AGUSTIN, De la ciudad de Dios 20,30,5: ML 41,708: «Así pues nadie niega o pone en duda que se va a llevar a cabo el juicio final por obra de Jesucristo de un modo tal, cual se indica en la Sagrada Escritura; solamente osará negarlo aquel que llevado por no sé qué increíble animosidad o ceguera no cree en la misma Sagrada Escritura...

[2]  No consta acerca del modo como juzgarán a aquellos que asistan al tribunal de Jesucristo; no obstante esto pudiera tal vez suceder: a) Comparativamente, en cuanto que la bondad de la vida de éstos será acusación respecto a los réprobos. b) Interpretativamente, en cuanto que ellos mismos aprobarán públicamente el juicio de Jesucristo. c) Formalmente, en cuanto que podrán manifestar a otros la sentencia de Jesucristo conocida por ellos.

[3]  C.CEULEMANS, Comentario a las epístolas católicas (Mechliniae 1925) 179-181: «Es cierto que este mundo perecerá por el fuego, sin embargo también es cierto que no será destruida la substancia del mundo. Todo lo demás es opinable y discutido: v.gr. si el incendio va a preceder o va a ser al juicio, si también van a ser abrasados los espacios sidéreos y otras cuestiones semejantes» (cf. n.268). Además aunque conste por la razón natural que este mundo tendrá fin alguna vez, sin embargo el fin, que tendrá de hecho, será preternatural, según queda claro por el modo de hablar de la Sagrada Escritura, ya que se trata de un suceso que va a ocurrir de modo repentino (Mt 24,37; 1 Tes 5,2).

[4]  No han faltado quienes dijeran que el mundo va a ser destruido por el fuego, v.gr. ciertos Gnósticos, de forma especial los Valentinianos: cf. KLEE, 2,512s. La filosofía no puede dar con la solución de este asunto, sino solamente la teología, la cual está muy por encima tanto del pesimismo como del optimismo acerca del destino futuro del mundo.