CAPITULO V

DEL PECADO DE ADÁN

 

Tesis 40. Adán, al pecar gravemente con la transgresión del precepto divino, perdió la justicia original.

 

902.Nexo. Después de haber hablado acerca del pecado personal, pasamos a tratar sobre el pecado original. Ahora bien puesto que éste puede considerarse como se dio en Adán, o sea como pecado originante, y como se da en sus descendientes, o sea como pecado originado, en primer lugar lo estudiaremos como pecado originante, después como originado en cuanto a su existencia, en cuanto a su naturaleza, en cuanto a su modo de propagación, y en cuanto a los efectos en esta y en la otra vida.

 

Así pues tratamos en primer término acerca de la existencia del pecado de Adán, sobre su gravedad, sobre su efecto en cuanto a la justicia original, de tal manera que otras cuestiones acerca de este pecado quedan remitidas para los escolios últimos.

 

903.Nociones. ADÁN es considerado ahora como persona privada en cuanto al pecado mismo, o sea sin fijarnos en la relación que tendría respecto al futuro linaje humano, a no ser en cuanto a la pérdida de la justicia original. Ahora bien lo que vamos a decir tiene también valor respecto a Eva, la cual sin embargo perdió esta justicia para sí sola.

 

AL PECAR GRAVEMENTE. Pecado es el acto moralmente desordenado, grave o leve, según que vaya en contra de una obligación moral grave o leve.

 

PRECEPTO DIVINO, esto es la ley de Dios dada a Adán mismo, y ciertamente un precepto positivo, esto es distinto de la ley natural; estricto, o sea que obliga moralmente; grave, no necesariamente por razón de la materia, pero al menos como impuesto por Dios bajo obligación grave.

 

TRANSGRESION se considera como violación del precepto divino: real, esto es llevada a cabo mediante una obra, y ciertamente formal, o sea con el suficiente conocimiento del precepto y con la suficiente libertad.

 

LA JUSTICIA ORIGINAL se considera como el conjunto de dones que recibió Adán como dones de la naturaleza, esto es que debían ser transmitidos a todos los hombres, y por tanto sin ciencia infusa, la cual se juzga con todo derecho que fue un don personal de Adán y puede considerarse que no la perdió, al menos totalmente, Adán al pecar.

 

LA PERDIO PARA SI. Esta pérdida en cuanto a cada uno de los dones consta con la misma certeza teológica con la que consta cerca de la concesión hecha a Adán de cada uno de los dones, y se prueba con los mismos argumentos por los que se prueba esta concesión de cada uno de ellos. Por tanto no hay motivo para que nos dediquemos aquí a probarla.

 

Como hemos dicho acerca de la elevación (n.706), la pérdida se afirma directamente acerca de Adán pero alcanza a toda la naturaleza humana según queda claro por los mismos argumentos; ahora bien no alcanza al mismo destino absoluto de todos al orden sobrenatural.

 

904.   Adversarios. Los Racionalistas y, sobre todo siguiendo a GUNKEL los Protestantes liberales consideran la narración bíblica como una narración poética, por la que se explica el tránsito del hombre de un estado inculto al conocimiento del bien y del mal; más aún muchos piensan que ésta depende de otras fábulas profanas, sobre todo babilónicas. A estos hay que agregar a LoYsI, a TURMEL. Otros Protestantes (cf. n.49).

 

905.   Doctrina de la Iglesia. C.Tridentino (D 788): «Si alguno no confiesa que Adán,... habiendo quebrantado el mandamiento de Dios en el paraíso, al instante perdió la santidad y la justicia.... e incurrió por la ofensa de esta prevaricación en el enojo y en la indignación de Dios y por ello en la muerte..., y con la muerte en la cautividad bajo el poder... del diablo... sea anatema».

 

«Si alguno afirma que la prevaricación de Adán le dañó a él solo..., o que aquél manchado por el pecado de desobediencia transmitió la muerte a todo el linaje humano, pero no transmitió también el pecado que es la muerte del alma, sea anatema» (D 789).

 

Luego con estas palabras se define indirectamente que Adán transgredió el precepto divino, esto es cometió contra Dios una ofensa de prevaricación; en cambio directamente se define que Adán por su pecado perdió la justicia y la santidad, luego también la gracia santificante; que incurrió en el enojo y en la indignación de Dios juntamente con la cautividad bajo el poder del diablo. Todo esto en verdad se entendería de un modo inadecuado acerca del pecado venial. El pecado de Adán transmitido a sus descendientes se dice que es muerte del alma; luego es mortal.

 

Prácticamente lo mismo había definido el C.Arausicano (D 174s).

 

Podría añadirse el Indículo (D 129s): Está en la verdad aquel que con los católicos crea y afirme: que en la prevaricación de Adán todos los hombre [y mucho más Adán mismo] perdieron su potencia natural y la inocencia [luego también la gracia]...».

 

La Comisión bíblica respondió negativamente a esta pregunta acerca del carácter histórico de los primeros capítulos del Génesis (D 2123): «LA ver si especialmente el sentido literal histórico puede ponerse en duda cuando se trata de los hechos narrados en estos capítulos los cuales se refieren a los fundamentos de la religión cristiana: como son entre otros..., el precepto dado por Dios al hombre para probar la obediencia de éste; la transgresión del precepto divino, por la persuasión del diablo bajo la forma de serpiente; la pérdida de nuestros primeros padres de aquel estado de inocencia; y también la promesa del futuro Redentor?

 

906.Valor dogmático. De fe divina y católica definida es que Adán pecó al quebrantar el precepto divino y en verdad gravemente según se ve por las palabras empleadas y por los efectos (D 788). Es más probable que el precepto fue positivo; sin embargo la decisión final depende de la cuestión acerca de la naturaleza del pecado de Adán.

 

907.Se prueba por la sagrada Escritura. El autor sagrado después de mostrar a Dios como creador en su omnipotencia, en su transcendencia, en su infinita benevolencia y bondad, no obrando nada más que el bien, puesto que hizo el hombre a su imagen y todas las cosas a causa del hombre, al cual le constituyó como dueño de ellas, presenta a Dios mismo comportándose de un modo extraordinariamente amoroso para con el hombre, al que llama a realizar libremente la comunión perpetua con El, y en cambio presenta al hombre apartándose ingratamente de Dios. 1) El precepto dado a Adán, el cual se verá por su sentido obvio que fue positivo, fue estricto. Gen 2,16s: Y Dios impuso (en hebreo sivah, en el griego de los LXX  ενετειλατο) al hombre este mandamiento: De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. 3,1: Dijo (la serpiente) a la mujer: ¿Como es que Dios os ha mandado (en hebreo amar, esto es, os ha dicho): no comáis de ninguno de los árboles del jardín? Cf. 3,11.17 (Sivah, ενετειλαμην ). Las palabras hebreas "amar" y "sivah" (hifil de "savah") y el griego  εντελλω, significan un precepto en sentido estricto.

 

Así mismo amenaza absoluta de la pena, 2,17: Porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.

 

S.Pablo al decir (Rom 4,15): Donde no hay ley, no hay transgresión (na pa (3 a a.S ), llama con la misma palabra griega por una parte al pecado de Adán (Rom 5,14...: con una transgresión semejante a la de Adán) y por otra parte al pecado de Eva (1 Tim 2,14: Y el engañado no fue Adán sino la mujer, que seducida incurrió en la transgresión). A la acción de Adán la llama "desobediencia" (n a p axon) (Rom 5,19: En efecto... por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores).

 

Fue conveniente el que a los primeros padres, sobre todo puesto que sobresalían en dones egregios, se les impusiera un precepto, a fin de que se sometieran con su obra a Dios y le tributaran obsequios como reconocimiento del dominio de Dios; y en verdad un precepto positivo, esto es en el cual apareciera solamente la razón de la voluntad de Dios que manda, puesto que en la ley natural, además de la prohibición divina, se da alguna razón de mal o de inconveniente, y puesto que los primeros padres, al observar ésta espontáneamente y sin dificultad alguna, parecería que se obedecían a sí mismos y a su razón más que a Dios.

 

908. 2) El precepto dado a Adán fue grave: a) Por la promulgación tan solemne del precepto, y con la adición de una sanción grave (Gen 2,16s).

 

b) Por la grave pena subsiguiente, la cual de suyo (esto es si no se da una razón especial, que en verdad aquí no aparece) da por supuesta una culpa grave, y por tanto un precepto grave. Ahora bien la pena fue: la privación de la inmortalidad (Gen 3,17-24) y de la integridad (3,11), el hecho de arrojar a los primeros padres del paraíso (3,22-24), aparte de los castigos especiales a la serpiente (3,14s), a Eva (3,16), a Adán (3,17-19). Además el hecho de arrojar a nuestros primeros padres del paraíso indica suficientemente la pérdida de la amistad con Dios (Gen 3,8) la cual solamente se da por un pecado grave. Más aún, conforme hemos hecho notar anteriormente según S.Agustín, la muerte parece que en este texto debe tomarse de un modo total, o sea en cuanto espiritual, la cual conlleva "per se" la muerte corporal y la eterna, según se leería conforme a la interpretación más adecuada en Sab 2,24s.

 

c)           Por el fin del precepto. Pues siendo éste acerca de algo intrínsecamente indiferente, o al menos algún precepto especial, su única razón o al menos la más importante fue el que Adán con su sometimiento declarara con su obra a Dios como su principio y su fin; ahora bien el rechazar el sometimiento a Dios es grave; luego sáquese la consecuencia.[1]

 

Puesto que el pecado venial, en cuanto mal moral, supera a cualquier mal físico, la sola pena física de la privación de la integridad, de la inmortalidad, de la impasibilidad, tal no probara totalmente la gravedad del precepto ; pues Dios puede con un mal físico grave castigar el pecado venial a causa de alguna razón de un bien universal (2 Re 6,6.23; 3 Re 13,26). Sin embargo: a) Nuestra prueba está tomada en el conjunto de otras pruebas. b) Puesto que en la providencia ordinaria actual no se castiga los pecados veniales con penas tan graves en esta vida, deducimos congruentemente que el pecado de Adán no fue venial. c) Según S.Agustín (R 2013) a la enormidad del pecado de Adán le siguió la gran pena de la mortalidad.

 

909.  3. La transgresión del precepto fue real; puesto que nuestros primeros padres aparecen comiendo del fruto del árbol (3,6), acusados de esto por Dios y confesándolo ellos mismos (3,11-17); ya que esto se da por supuesto en otros textos, como en Rom 5,19; Por la desobediencia de un solo hombre (Adán)..., y en 1 Tim 2,14: La mujer (Eva) que, seducida incurrió en la transgresión.

 

Esta transgresión del precepto fue formal, ya que nuestros primeros padres tenían libertad y conocimiento de la ley, pues ambas se dan a conocer: a) Por la narración del pecado, en la cual aparece: Eva, que al ser tentada tenía en su mente de un modo claro el precepto con su sanción y se decidió libremente, después de pensarlo, a comer el fruto (3,3); Adán que al no tener nada que responder a la pregunta de Dios acerca de su transgresión del precepto, no dijo otra cosa sino que él, habiendo sido invitado por la mujer, había comido (3,lls), y aparece la condena de Adán por Dios, precisamente por haber atendido a la voz de su mujer y haber comido del árbol en contra del precepto divino (3,17).

 

b) Por los dones de Adán, en virtud de los cuales éste había sido constituido moralmente en el orden de tal manera, que ni la pasión le arrebatara la razón, ni fuera impulsado a obrar a causa de la obcecación del entendimiento sin una reflexión seria.

 

Según está claro por toda la narración, se da como mínimo lo siguiente: a) Un acto externo de desobediencia, luego también de rebeldía, el cual nuestros primeros padres realizan de mutuo acuerdo. b) El cual acto sin embargo procede de otro acto interno, por el cual desean ser como dioses, de tal modo que la malicia radica sobre todo en esto.

 

910.  Se prueba por la tradición. S.Agustín (R 2013): El pecado de Adán fue mayor que los pecados de los otros a causa de la excelencia mayor de Adán. «El pecado de su [naturaleza racional] cuanto más increíble, tanto mayor condena merece... Adán mismo fue el primero de una naturaleza tan excelente, que su pecado sería tanto más grave con mucho que los pecados de los otros, cuanto mejor con mucho fue él que los demás; de donde también su castigo... fue tan grande, que continuamente estaría también sujeto a la necesidad de morir...».

 

Los SS.Padres dan por supuesto que el pecado de Adán fue grave, entre otros modos de forma especial en cuanto que dicen que Adán perdió la gracia por su pecado o que nosotros la perdimos en él mismo, esto es la vestidura de la santidad: S.Ireneo (R 225); la justicia: S.Agustín (R 1698); la imagen celestial conforme a la cual fue creado el hombre: S.Basilio (R 973), S.Ambrosio (R 1318); la inhabitación del Espíritu Santo: S.Cirilo de Alejandría (R 2086).

 

911.  Objeción. La narración bíblica del paraíso depende de fábulas míticas babilónicas; luego es mítica como éstas.

 

Respuesta. Niego la mayor. Esta afirmación de algunos autores independientes, la niegan no sólo todos los católicos, sino también la mayoría de los protestantes. La narración bíblica: a) Se diferencia de las otras por la forma moderada en las palabras, y por la pureza de la doctrina religiosa y moral, por la dignidad de los hechos y por la substancia de lo narrado en ella. b) No concuerda con las otras más que a lo sumo en poquísimos datos y en verdad de muy poca importancia. La afinidad tal vez aparente en pocos detalles más bien confirma la historicidad bíblica, ya que los elementos semejantes de las diversas narraciones de un hecho idéntico se explican rectamente como vestigios que testifican una tradición común de la verdad revelada.

 

Y tampoco va en contra, según está claro "per se", de la verdad de ésta la sencillez, puesto que manifiesta más bien la mente histórica del autor, y la forma en algún sentido figurada, puesto que ésta se da con frecuencia en los libros históricos, sobre todo en los libros históricos antiguos, y no va en contra de la substancia de la narración.

 

912.     Corolario. Adán perdió por el pecado la gracia santificante, la integridad, la inmortalidad, la impasibilidad; estaba sujeto al reino del diablo y a las persecuciones de éste; habiéndole sido quitado a Adán los dones indebidos, con los cuales recibía mucha ayuda incluso en sus funciones naturales, su entendimiento quedó obscurecido y su voluntad debilitada. De este modo sus funciones naturales, sin que le hubieran sido quitadas o disminuidas por el pecado, se dice rectamente que quedaron deterioradas, puesto que desapareció aquella portentosa armonía entre las fuerzas en orden al fin último, y en su lugar le sobrevinieron la discordia entre la carne y el espíritu, la dificultad para hallar y proseguir el bien, las tentaciones.

 

913.     Escolio 1. De la historicidad de la narración bíblica acerca del pecado de Adán. Esta historicidad consta: a) Por la naturaleza histórica de todo el libro del Génesis, la cual fácilmente queda patente por los últimos capítulos del mismo libro. b) Por otros textos de la sagrada Escritura que dan esto por supuesto: Ecl 25,33; Rom 5,12-19; 1 Tim 2,14; 2 Cor 11,3; Apoc 12,9 (donde se hace mención de aquel gran dragón, la serpiente antigua, el cual recibe el nombre de diablo y de Satanás, y que seduce a todo el orbe). c) Por muchos testimonios de los SS.Padres, v. gr. de Teófilo de Antioquía (R 183), S.Ireneo (R 225), S.Ambrosio (R 1318), S.Agustín (R 2013). d) Por la liturgia que menciona como relacionados entre sí nuestra redención y el pecado de Adán a causa de la comida del fruto prohibido. Así en el Pange lengua (Canta lengua) : «El Creador condoliéndose del engaño que había sufrido nuestro primer padre Adán, cuando cayó en la muerte por comer la fruta perjudicial: El orden de nuestra salvación había reclamado tal obra, que el talento multiforme esquivara la habilidad del traidor, y trajera el remedio de allí precisamente de donde el enemigo había causado la lesión. Y en el Prefacio de la Cruz: «A fin de que de donde procedía la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que vencía en un leño, también en un leño fuera vencido».

 

Esta historicidad exige, según el análisis de la respuesta de la Comisión bíblica (D 2123), que existiera un precepto divino, y ciertamente, según es más congruente, positivo, puesto que los preceptos naturales ya se daban por supuestos; la tentación del diablo, y en verdad según el sentido más obvio, por medio de la serpiente (fantástica o natural, más sin que necesariamente se excluya el que ésta fuera metafórica en sustitución del diablo); la transgresión de dicho precepto, la pérdida del estado de inocencia. Sin embargo no niegan que la primera tentación y la prevaricación fue tipo de las siguiente que se han dado entre los hombres; y no prohibe la exposición alegórica según el sentido espiritual, si bien una vez que se dé por supuesto el sentido literal.

 

914.     Escolio 2. La tentación del diablo a nuestros primeros padres. a) El hecho consta: por Gen 3,1-5, puesto que la serpiente, como bestia que era, no podía hablar, discutir, etc., y por tanto no obraba más que por un poder superior inteligente, el cual en verdad no era ningún ángel bueno; por la Escritura que atribuye el comienzo de la muerte a la envidia del diablo (Sab 2,24), que llama a éste homicida desde el principio (Jn 8,44), gran dragón, serpiente antigua (Apoc 12,9); por los Padres como Tertuliano (R 286); S.Cipriano (R 567), S.Metodio (R 612); por el C. IV de Letrán (D 428): «Ahora bien el hombre pecó por sugestión del diablo».

 

b) El modo. Esta fue, no sólo extrínseca, en cuanto que procedía del diablo, no de lo intrínseco del hombre, sino también externa al hombre, puesto que procedía del «diablo bajo la apariencia persuasiva de la serpiente» (D 2123).

 

c)  La conveniencia. Puesto que era menester el que en algún precepto se sometiera perfectamente a Dios el hombre, el cual sin embargo no sentía dentro de sí ninguna dificultad, fue conveniente el que fuera tentado "ab extrinseco" (desde fuera). Ahora bien, puesto que la condición del hombre, que puede ser ayudado o estorbado por otras creaturas, era conveniente que Dios permitiera que el hombre fuera tentado por el diablo, así como convenía el que el hombre fuera impulsado hacia el bien por los ángeles buenos (2.2 q.165 a.1).

 

d) El diablo tentó a Eva, no a Adán porque, aunque ambos tenían el don de la integridad, aquella caería con más facilidad que el varón: puesto que, aparte de la gracia más abundante otorgada sin duda a Adán, era más fácil de ser seducida, más débil para resistir, y en cuanto que unida como estaba al marido era más indicada para seducir a éste, pues «la mujer era empleada como instrumento de tentación para hacer caer al marido» (2.2 q.165 a.2).

 

e) La serpiente tentadora. Esta es considerada hoy por algunos como mero símbolo del diablo, por otros es tomada en sentido propio, bien como un verdadero animal, bien como una serpiente fantástica, y en verdad con razón, puesto que nada va en contra de la interpretación en sentido propio. Dios permitió congruentemente que la serpiente fuera empleada como instrumento en este hecho, ya que este animal acechante es cuasi como el símbolo connatural de la astucia. Su maldición (Gen 3,16s) es interpretada por unos, como Hummelauer, Hetzenauer, respecto a la serpiente y al diablo; por otros como Ceuppens, Hoberg, Pesch, Lercher y prefiriendo esta interpretación, según parece, Hofbauer, respecto al diablo solamente, como si con esta maldición se diera a entender el desprecio divino del diablo y la profunda humillación de éste.

 

f)    El árbol de la ciencia del bien y del mal. La tentación consistió en comer de aquel árbol (Gen 2,9-17; 3,3-5). Ahora bien ¿por qué este árbol recibe el nombre de árbol de la ciencia del bien y del mal? Se han dado muchas opiniones acerca de esto. Sin embargo tal vez todas las más comunes se reducen a : 1) La discreción del bien y del mal, pero no mediante una simple distinción entre ambos, la cual ya se suponía, sino mediante la experiencia del bien de la obediencia en la comunión feliz con Dios y del mal de la desobediencia en la desgraciada aversión y apartamiento de Dios. 2) La facultad de decidir por sí mismos qué es lo bueno y qué es lo malo, y de obrar según esta norma totalmente autónoma y personal, por la que el hombre en la práctica niega el orden establecido por Dios, al cual por tanto se equipara como si no necesitara de El. 3) La ciencia total, la cual sería según las varias opiniones o bien exhaustiva, esto es que llegara a alcanzar los secretos de la naturaleza y los misterios de la vida o bien la experiencia total, esto es incluyendo también el mal.

 

Ahora bien en general los autores eligen alguna de las interpretaciones de la fórmula en cuanto se refiere, por una parte a Dios (2,17) y por otra parte a la serpiente (3,5). Sin embargo tal vez se toma más acertadamente con De Fraine la fórmula referida a Dios según la primera o también según la segunda interpretación, y referida a la serpiente según la tercera.

 

Además este árbol, según Haag, es considerado como real por la mayor parte de los exegetas, lo cual ciertamente se refiere a los exegetas más antiguos, como Hummelauer, Hetzenauer, Hoberg, y hoy v. gr. se inclina a lo mismo Morant; sin embargo después de Lagrange, el cual dijo que este árbol podía considerarse o bien en sentido propio o bien en sentido metafórico, otros, como Ceuppens, Heinisch, Arnaldich, Schwegler, Junker, Oñate, prefieren el sentido metafórico; este árbol es tan propio del paraíso que, según Cothenet, no podría probarse seriamente que hubiera existido otro semejante en los jardines de Mesopotamia.

 

915. Escolio 3. En qué consistió el pecado de nuestros primeros padres. 1) No fue un pecado sexual, en contra de una opinión de la cual se encuentran ciertos vestigios en la antigUedad judía, después en Clemente de Alejandría y en algunos citados por S.Agustín, y esta opinión la sostuvieron en época más reciente ciertos psicoanalistas y protestantes o racionalistas. Según Mayrhofer, Dios, queriendo que el acto generativo fuera vehículo de la gracia, esto es un cuasi sacramento, de tal manera que estuviera sujeto a éste su carácter sobrenatural, prohibió dicho acto a nuestros primeros padres durante un tiempo determinado, sin embargo éstos, no haciendo caso de esta prohibición, pecaron, no formalmente a causa del mismo acto generativo, como si éste en sí fuera malo para ellos, sino en cuanto que quebrantaron dicha prohibición sobrenatural, esto es usaron este cuasi sacramento antes del tiempo debido, de tal manera por tanto que el pecado de nuestros primeros padres consistió formalmente en un rechazo de un Ser sobrenatural y por consiguiente fue un pecado de soberbia. Contra todos éstos, los autores católicos establecen en común, que se afirma absolutamente sin ninguna razón suficiente el que el pecado de nuestros primeros padres hubiera sido sexual.[2] En efecto (y esto prácticamente tiene valor incluso contra Mayrhofer): a) Se diría sin fundamento alguno que se pecó mediante el acto conyugal después de haber habido una exhortación previa en orden a la generación (Gen 1,27s) y después de haber sido instituido y ensalzado el matrimonio (2,18.23s). b) Se dice que Eva comió en primer término, y después Adán (3,6), luego el hagiógrafo no pensaba en un pecado sexual. c) La concupiscencia de la carne aparece como un efecto, no como la causa del pecado (3,7.10s). d) Más tarde se dice por primera vez que Adán conoció a Eva, la cual dio a luz y alabó a Dios (4,1); todo esto tiene difícil explicación si el acto conyugal que hubiera precedido hubiera sido ilícito. e) Así mismo se da por supuesto que Adán de algún modo alcanzó con su pecado ciencia divina, esto es, «he aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros en cuanto a conocer el bien y el mal» (3,22); luego esto no se refería a un pecado sexual. Por otra parte la sutil hipótesis elucubrada por Mayrhofer, ¿con qué sólido fundamento podría fundarse en la Escritura o en la Tradición?

 

Recientemente Coppens rechazó aquel pecado sexual en sentido rígido, sin embargo consideró el primer pecado como de orden sexual, como si hubiera sido un conato de ofrecer el matrimonio a las deidades paganas de la fecundidad, cuyo símbolo fuera la serpiente. Sin embargo también esta opinión sexual mitigada ha sido rechazada por muchos por carecer de fundamento suficiente.

 

Hace poco fue propuesta por Bravo la siguiente opinión: los primeros padres, queriendo tener dominio absoluto en la tierra, no quisieron tener hijos, y por ello quebrantaron el precepto divino de multiplicarse (Gen 1,28). Sin embargo, ¿cómo se prueba en Gen 1,28 que era un precepto (grave) y no más bien una bendición?

 

2) Fue un pecado de desobediencia. Los autores católicos más comúnmente, dando por supuesto que el precepto impuesto a Adán fue positivo, juzgan que el pecado de nuestros primeros padres fue sencillamente de desobediencia, como se ve o incluso se llama en las fuentes (Gen 3,11; Rom 5,19; S.Ireneo R 225), aunque no sepamos en qué consistió este acto del pecado.[3]

 

Ahora bien además, puesto que pueden concurrir muchos movimientos anímicos y de este modo muchas malicias a un solo pecado, y ya que nada impide el que dicho precepto haya sido un mandato de no comer el fruto de cierto árbol, añadimos como más probables las siguientes concreciones:

 

En el pecado de Eva, cual se describe en Gen 3,4-6, podrían distinguirse : Soberbia, por el apetito desordenado de excelencia (seréis como dioses); gula, por el apetito del fruto prohibido (vio que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista); tal vez también infidelidad, a causa del crédito concedido al diablo que hablaba en contra de Dios; desobediencia (tomó de su fruto y comió); escándalo (y dio también a su marido). Luego el primer pecado de Eva fue de soberbia y ciertamente en sentido estricto, según se sostiene comúnmente.

 

En el pecado de Adán se da, además de la soberbia y de la desobediencia, un afecto desordenado (de condescendencia) para con la mujer. Escoto dice que éste fue el primer pecado de Adán, y parecería que Palmieri también supone esto. Sin embargo comúnmente se sostiene que el primer pecado interno de Adán, así como el de Eva fue de soberbia, considerada en sentido estricto, aunque no se sepa en qué consistió y con la violación de qué precepto se mostró .[4]

 

En efecto la sagrada Escritura llama soberbia (en sentido estricto) al comienzo de todo pecado (Ecl 10,15; Tob 4,14), lo cual como quiera que se refiere con más seguridad al pecado humano que al pecado de los ángeles, según dice Bellarmino, o bien tiene valor respecto a todo pecado o bien respecto al pecado de nuestros primeros padres. Puesto que el demonio tentó a Adán por medio de Eva, lo congruente es que Adán recibió de Eva aquella promesa «seréis como dioses» seducido por la cual apeteció desordenadamente la excelencia. De aquí las palabras (Gen 3,22): i He aquí que el hombre ha venido a ser uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal!; las cuales palabras no pueden indicar otra cosa sino que Adán quiso ser como Dios mediante la ciencia del bien y del mal.

 

La infidelidad en Eva parece que se muestra con suficiente claridad, en cuanto que por instigación de la serpiente dudó de la palabra de Dios «de ninguna manera moriréis» (3,4) y juzgó que el precepto de Dios tendía al bien no del hombre sino de Dios que defendía sus privilegios en contra del hombre. Por otra parte, ellos al pecar de soberbia, no hay que juzgar que quisieron ser como dioses en un plano de igualdad, lo cual sería imposible, sino solamente en cuanto a una posible semejanza por lo que se refiere a la ciencia del bien y del mal, si bien por encima de la debida medida (2.2 q.163 a.2).

 

916. Escolio 4. ¿El pecado de nuestros primeros padres fue el más grave de todos?. No de todos los pecados cometidos en alguna ocasión, esto es incluido el pecado de los ángeles, puesto que Eva fue seducida por una tentación, la cual aunque meramente externa (Sab 2,24, etc), disminuyó la malicia. Ni por razón de la especie moral, puesto que en la clase de la soberbia hay otros pecados más graves, como el odio a Dios.

 

Ciertamente fue el más grave de todos el pecado de nuestros primeros padres: a) Por razón de la clase, esto es por razón de la soberbia, la cual «sobresale en cuanto modo en malicia entre los otros pecados» (a.3), y ciertamente de una soberbia tal por la que se apetece una semejanza con Dios. b) Por razón de las circunstancias: a causa del fin del precepto de alcanzar expresamente la sujeción a Dios. Por la perfección del estado, sobre todo a causa de la clara iluminación de la mente, de la perfección de la voluntad y de la integridad; por la ingratitud para con Dios, tan gran bienhechor de ellos; por la previsión, que parece que tenían que proveer, de la ruina de su descendencia. De aquí que S.Agustín llama al pecado de Adán «el mayor con mucho de los pecados de las otras personas» (R 2013), «inefablemente enorme», «mucho más enorme de lo que podemos juzgar»; Sto. Tomás lo llama «gravísimo secundum quid», no en cambio "simpliciter".

 

El pecado de nuestros primeros padres puede decirse por las razones aducidas que fue el pecado más grave de todos los pecados de los hombres. Ahora bien si se compara el pecado de Adán con el pecado de Eva, consideradas las personas, el pecado de Adán fue más grave por la mayor perfección del varón, teniendo en cuenta la clase de pecado, ambos fueron iguales, o sea de soberbia; si nos fijamos en la especie de soberbia, el pecado de Eva fue más grave puesto que «fue más grande el engreimiento de la mujer que el del marido» y ella indujo a su marido a pecar, y el pecado del hombre quedó disminuido, en cuanto que fue realizado dejándose llevar por cierta benevolencia amistosa (a.4).

 

Además esta gravedad también queda clara por la pérdida de los dones no debidos y por la pérdida de la felicidad que les fue otorgada en íntima familiaridad con Dios, la cual ruina está contenida como en compendio en la muerte en cuanto separación de Dios que es la fuente de la vida y de todos los bienes espirituales y materiales, y externamente también se ve la gravedad de este pecado por sus consecuencias: 1) Cósmicas, en cuanto que se cambia a peor la relación de toda a creación respecto a los primeros padres. 2) Sociales: a) Se rompe la alianza entre la humanidad y Dios. b) El hombre y la mujer se ruborizan en su trato destinado de suyo a una mutua ayuda. c) El hombre, a aquella a la que había saludado gozoso diciéndole «hueso de mis huesos» (Gen 2,23), la acusa ahora gravemente: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol... (3,12), dando así entrada a las disensiones familiares. d) La mujer estará «bajo el poder de su marido,...y él la dominará» (3,16) lo cual por otra parte, según queda patente, conlleva también una múltiple servidumbre del varón respecto a la mujer. e) Cierta atracción al mal se apoderó del corazón de los hombres (6,5s), de donde Caín al matar a su hermano (4,8) dio comienzo a los homicidios y a las guerras, y además «la tierra se corrompió en la presencia de Dios: la tierra se llenó de violencias» (6,11).

 

917.     Escolio 5. De la posibilidad del pecado de los primeros padres. Esta posibilidad parecería que quedaba excluida en aquel estado de tanta perfección sobrenatural y preternatural; sin embargo también los ángeles - lo cual es más difícil de explicar - pudieron pecar. De aquí que «parece que hay que tener mucho cuidado en no ensalzar este estado (de inocencia) de tal modo que apenas puede explicarse la posibilidad de pecar».

 

Por otra parte los primeros padres no estaban confirmados en gracia, ni en virtud de la justicia original eran formalmente impecables, sino que disfrutaban de un libre arbitrio defectible (que tenía la posibilidad de fallar); el cual podría elegir el pecado, incluso sin ningún error previo, si bien mediante cierta falta de consideración de la mente, en cuanto que ellos, ocupados en el pensamiento de la conveniencia de una semejanza especial con Dios, no considerarían que ésta no les convenía, ni llegarían a erigirse en semejantes a Dios, sino que querrían libremente deleitarse en esto en apariencia bueno y apetecerlo. Así explica Sto. Tomás que el ángel pecó «volviéndose mediante su libre arbitrio a su propio bien sin guardar el orden con la regla de la voluntad divina», por medio «sólo de la falta de consideración de aquello que debe tenerse en cuenta» (1.q.63 a.1 hasta el 4).

 

Puesto que se dice que todos los hombres en sus decisiones padecen más o menos el influjo de las inclinaciones "subconscientes" y que por ello no usan en estas decisiones de perfecta libertad, recientemente se ha atribuido lo mismo a Adán en estado de inocencia, si bien en menor grado (a causa de la integridad) el cual por tanto podría haber pecado sin una libertad perfectísima. Esto se admitiría más fácilmente, si se dijera que la integridad de Adán no impidió en él los movimientos espontáneos del apetito sensitivo. Ahora bien ¿esta opinión (la cual supone que Adán aunque inconscientemente estaba internamente inclinado también a aquello que fuera objetivamente malo) no lesiona la libertad perfectísima en orden al bien, la cual se juzga según el mutuo acuerdo de todos los teólogos que tuvo Adán?

 

918.     Escolio 6. La sentencia de Dios a nuestros primeros padres. Fue la siguiente: a) Grave en cuanto al castigo, puesto que éstos quedan inmediatamente privados de los dones de la justicia original. b) Misericordiosa en el modo de castigar, ya que Dios en la imposición misma de la pena les prometió la victoria sobre el diablo (Gen 3,15), y la sagrada Escritura presenta a Dios mismo vistiéndolos con unas túnicas (Gen 3,21); misericordiosa también en el perdón, puesto que nuestros primeros padres recibieron de Dios tiempo para hacer penitencia y también el perdón, ya que se dice que el primer hombre fue sacado de su caída y recibió el poder de dominar sobre todas las cosas (Sab 10,1s), más aún puesto que nuestros primeros padres, según la sentencia común de los SS.Padres y de los Teólogos, la cual puede decirse que es cierta, alcanzaron la salvación eterna; pues como dice S.Ireneo, en contra de los Encratitas o Tacianos (llamados así por el agnóstico Taciano) que negaban que Adán alcanzó la salvación, si el primero que murió no fuera salvado de la muerte espiritual, le sería éste arrebatado a la victoria de Cristo y no se diría «donde está muerte tu victoria» y por ello en las Iglesias orientales los primeros padres son honrados con el culto público.

 

Sin duda la intención principal del hagiógrafo en la narración detallada del pecado, con la cual se pone de relieve de una manera especial la ingratitud del pecador, fue a fin de que se viera claramente la misericordia de Dios para con los primeros padres y para con todos los pecadores descendientes suyos, los cuales estarían cuasi prefigurados en ellos. En verdad el mismo gravísimo castigo aparece como medicinal, en cuanto que Dios permitió el pecado mismo en su plan salvífico.

 

919.  Escolio 7. Consideración de Adán en el paraíso. Esta pregona la bondad de Dios que dota al hombre con dones tan eximios; enseña la gravedad del pecado; muestra que el origen de las fatigas humanas, tanto físicas como morales, no fue Dios bueno el cual creó por pura benevolencia todas las cosas para el bien («y vio Dios que era bueno») en orden al hombre, sino la voluntad de éste, cuya decisión libérrima se pone de relieve exprofeso en la narración, si bien estimulada por la envidia del demonio. Esta voluntad ciertamente Dios pudo apartarla del pecado, incluso sin reprimir físicamente la libertad del hombre (v.gr. poniéndole una inclinación contraria que le determinara necesariamente), robusteciendo la voluntad con aquellas gracias, con las que con certeza no se apartaría del camino recto; sin embargo no estando obligado por ley alguna a hacer esto el Señor absoluto de todas las cosas, quiso benevolentísimamente permitir el pecado de Adán, no para mal de los hombres, sino para mayor bien de éstos, en cuanto que por la dignidad del Redentor divino, que supera inmensamente la malicia del primer pecado. El mismo sería glorificado con mucha mayor amplitud y profundidad en la santificación del hombre. De aquí que el pecado de Adán nos mueve en gran manera a agradecer la venida de Cristo para restituirnos a un paraíso superior, mediante nuestro regreso ontológico, ascético, místico en un ferviente deseo de la perfección evangélica a la vida del paraíso.

 

De donde siendo el precepto dado a Adán conveniente a la naturaleza humana en el estado de inocencia y pudiendo por otra parte el hombre fácilmente resistir mediante el libre arbitrio a la tentación (2.2 q.165 a.1.), la permisión divina de la transgresión prevista se explicaría muy bien, puesto que sería la ocasión de otorgar al mundo dones eximios. En efecto de este modo Dios venció «al mal en el bien» (Rom 12,21) o sea venció la malicia del hombre. «O felix culpa...», Oh, feliz culpa...).


 


[1] S.JUAN CRISOSTOMO: «Con aquel pequeño precepto quiso mostrar su dominio sobre el hombre».

[2] S.AGUSTIN, l.c.; CEUPPENS p.313: «A la opinión de los que afirman que el pecado de nuestros primeros padres fue un pecado de la carne, se opone el contexto entero; no se encuentra el contexto ninguna señal ni ningún fundamento de esta clase de pecado...». BEA p.158 not.1: «Lo que presentan algunos autores más recientes... para tratar de recomentar esta opinión, carece totalmente de fundamento».

[3] RENIE, 45s: «Mediante la comida real del fruto Adán indicaba su voluntad orgullosa independencia y se substraía el desdichado a la gracia».

[4] S.AGUSTIN, Sermones 564: «El diablo habiendo sido precipitado... tentó con pecado de soberbia a aquel que fue creado a imagen de Dios... lo persuadió a que despreciara la ley de Dios... ¿y cómo lo persuadió?, diciéndole: Si comiereis, seréis como dioses».