CAPITULO II
ACERCA DE LAS PROPIEDADES DEL ALMA HUMANA

 

557. Una vez establecido el origen del cuerpo humano, pasamos a tratar acerca del alma del hombre, acerca de la cual se presentan prácticamente las siguientes cuestiones: respecto a su existencia, esto es si el hombre tiene alma y cuantas almas, y en verdad si es individual ; acerca de su naturaleza y propiedades, esto es si el alma es substancia y es espiritual simple, inmortal, racional esto es intelectual y libremente voluntaria; acerca de su unión con el cuerpo y sobre los efectos de esta unión, a saber si es la forma del cuerpo y, admitida ésta,si surge una sola naturaleza, una sola persona, una sola substancia; por último acerca de su origen, esto es si es engendrada o creada.

 

Ahora bien de todas estas cuestiones algunas aquí parece que tenemos que pasarlas por alto, ya que consta fácilmente acerca de la solución de éstas, bien por teología o bien por filosofía, o ya que están incluidas o se suponen suficientemente al tratar las otras cuestiones. Así el que el alma humana existe, el que es substancia, y ciertamente racional y libremente voluntaria, está claro tanto teológicamente ( por el modo de hablar de las fuentes acerca del alma, ya como que se mantiene per se, ya como contrapuesta al cuerpo, y acerca de la unión del alma y del cuerpo en un sólo ser substancial, esto es el hombre, y acerca de su naturaleza moral) como filosóficamente (prácticamente por las mismas razones consideradas naturalmente).

 

Hablaremos por tanto de la unicidad y la individualidad del alma humana, de su espiritualidad y simplicidad, de su inmortalidad, de su unión como forma con el cuerpo para constituir una sola naturaleza y una sola persona y una sola substancia, hablaremos también acerca de su origen.

 

Articulo I

De la unicidad del alma

 

TESIS 22. En el hombre hay una sola alma y ciertamente racional.

 

558. Nexo. Se presenta en primer lugar la cuestión acerca de la unidad del alma humana. Ahora bien ésta da por supuesta otra cuestión previa, acerca de la composición del hombre de alma y de cuerpo, la cual cuestión sin embargo no se asume aquí en orden a ser probada directamente, ya que acerca de ella consta con toda claridad bien por los documentos de la Iglesia de la sagrada Escritura, de los SS. Padres, bien por la razón, como se verá también por los argumentos que hemos de aducir en esta tesis, de tal manera que debe decirse que es de fe (explícita o al menos implícitamente) definida.

 

559. Nociones. HOMBRE, el cual considerado metafísicamente es animal racional, y considerado ahora físicamente, es un ser que consta de cuerpo, esto es de una cierta substancia que exige una cantidad inherente a ella misma y dotada de varias cualidades sensitivas, y de otra substancia unida al cuerpo como sujeto de ésta, o sea el alma.

 

El ALMA es el primer principio de vida distinto de la materia en el viviente corpóreo.

 

UNA SOLA, esto es indivisa en sí misma, no triple, bien solamente en cuanto al número, bien también en cuanto a la esencia, esto es según la triple viva vegetativa,sensitiva,e intelectual del hombre, sino una sola alma de la cual fluye esta triple vida de alguna manera que ahora no vamos a determinar.

 

RACIONAL, o sea substancia intelectual.

 

560. Adversarios. Hay que citar aquí en general: los materialistas, los cuales niegan el supuesto de la tesis, esto es el que haya en el hombre algo superior al cuerpo organizado y distinto de éste. Los monistas, que establecen el alma a manera de (o algo semejante) un solo ser absoluto. El marxismo rígido, según el cual su Partido es el todo en el orden moral, y en cambio el alma nada. El racismo rígido, que reduce todo a la sangre. Los maniqueos que admiten en el hombre dos almas racionales, un alma buena y otra mala propia de la carne. Los averroístas, que dicen que los hombres tienen un alma intelectual común a todos y otra sensitiva individual, esto es propia de cada uno de ellos.

 

561. En especial hay que tener en cuanta aquí principalmente a: PLATON, que con su forma de hablar atribuye al hombre una sola alma que, según él tiene tres partes, una racional, otra irascible y una tercera concupiscible, sin embargo en realidad atribuye al hombre tres almas ya que asigna a aquellas tres partes diferentes sedes en el cuerpo (1 q.76 a.3).

 

APOLINAR, al decir que a la humanidad de Cristo le faltaba el alma racional y que hacía sus veces el Verbo mismo, atribuye al hombre además del cuerpo y la menta o alma racional, un alma y principio sensitivo por el que el hombre vive y siente.

 

GÜNTHER (al cual han seguido BALTZER, KNOODT y otros) al querer defender con sus palabras una dicotomía sostuvo en realidad una tricotomía, esto es que el hombre tenía cuerpo y dos almas, puesto que decía que constaba de espíritu como principio de pensar y de cuerpo dotado de vida sensitiva que se derivaba del espíritu mismo. Así pues mientras que el espíritu se distingue realmente del cuerpo, el principio de sentir y de vegetar no se distingue del cuerpo como una realidad de otra realidad sino como una fuerza por la que el cuerpo vive y siente. Sin embargo de estas palabras se sigue una auténtica tricotomía, puesto que excluido el principio de pensar como distinto del sensitivo, la vida sensitiva y la vida vegetativa no pueden, según está claro, proceder de un cuerpo que carezca de vida sensitiva y vegetativa.

 

562. Doctrina de la Iglesia. No parecería que se explica adecuadamente la unidad del hombre como se expresa en ella, a no ser que se juzgue que enseña la unicidad del alma: a) Implícitamente, cuando afirma constantemente y simpliciter que el hombre consta de cuerpo y de alma. y ciertamente racional, o bien dice simplemen­te que el cuerpo del hombre es animado por el alma racional; ya que de este modo contrapone una sola alma y ciertamente racional al cuerpo, que de por sí, esto es sin el alma, se da por supuesto sin duda alguna que es algo inerte y muerto. Y nunca hace mención de algún elemento distinto del alma racional, por el que se diga que el cuerpo del hombre de alguna manera sea vivificado o animado. b) Explícitamente, cuando afirma que el hombre tiene únicamente una sola alma.

 

Se dice que Jesucristo es perfecto hombre, en cuanto compuesto «simpliciter» de cuerpo y de alma racional. El Símbolo Atanasiano (D 40): «...Jesucristo....perfecto Dios, y perfecto hombre, subsiste en virtud del alma raciones y de la carne humana». Concilio de Calcedonia (D 148): «...enseñamos.... que nuestro Señor Jesucristo.... verdadero Dios y verdadero hombre, El mismo consta de alma racional y de cuerpo...» .Igualmente el Concilio 111 de Constantinopla (D 290), ALEJANDRO III (D 393), Concilio IV de Letrán (D 429), Concilio de Viena (D 480), Concilio XI de Toledo (D 283).

 

En Cristo se dice que el alma racional anima el cuerpo. C. 11 de Constantinopla (D 216): «Si alguno.... no confiesa que la unidad del Verbo de Dios ha sido realizada según la subsistencia en orden a la carne animada por el alma racional e intelectual, sea anatema...». De igual modo el C. de Letrán (D 255): «Si alguno... no confiesa.... que el Verbo de Dios ha bajado del cielo, y se ha encarnado.... y vendrá de nuevo en la gloria de su Padre con su carne asumida por El y animada intelectualmente...».

 

Se dice que el hombre consta simplemente de cuerpo y de alma racional. El Símbolo Atanasiano ( D 40): «...Así como el alma racional y la carne es un sólo hombre, así Dios y el hombre es un sólo Jesucristo...». C. 1V de Letrán (D 428): «...Este (Dios)....creó de la nada a ambas creaturas, la espiritual y la corporal, a saber la angélica y la de este mundo, y después la humana, como constituida de espíritu y de cuerpo en común». El C. Vaticano 1 (D 1873) repite las mismas palabras. El C. XV de Toledo (D 295).

 

563. Se establece la unicidad del alma. 1) C. 1V de Constantinopla (D 338): «A pesar de enseñar el Antiguo y el Nuevo Testamento que el hombre tiene una sola alma racional e intelectual.... algunos han llegado a tal grado de impiedad que pretenden afirmar categóricamente sin pudor alguno que el hombre tiene dos almas y confirmar su propia herejía con ciertos conatos irracionales....por consiguiente este sacrosanto Sínodo anatematiza públicamente a los inventores de tamaña impiedad.... y a los que piensan algo semejante a ellos, y define.... que nadie en absoluto posee....de cualquier modo que sea los decretos de los autores de esta impiedad...»

 

Con estas palabras se define: a) Con certeza que el hombre solamente tiene una sola alma racional. b) Al menos con más probabilidad, que el hombre no tiene otra alma por lo menos sensitiva distinta de la racional, puesto que se afirma simplemente que no tiene «dos... almas». Las palabras «racional e intelectual» han sido añadidas simplemente como aposición (esto es la cual es racional...), como está claro por el hecho de que no se añaden después, cuando se mencionan al decir «que él tiene dos almas» , sin determinar la naturaleza de éstas.

 

No obstante históricamente no consta con certeza qué clase de dualismo se condena aquí, si el maniqueo (admitido el cual valdría la definición acerca de una sola alma racional), como es menos probable, puesto que parece que éste por aquel entonces no había vuelto a dar señales de vida y no solía ser condenado por la Iglesia más que bajo el aspecto de tesis general acerca del doble principio, uno bueno y otro malo; o más bien es condenado el dualismo apolinarista, el cual parece que por aquel entonces se despertó al menos aparentemente. Pues Focio, contra el cual se celebró este Concilio, sin que necesariamente se juzgue, v.gr. con Hefele-Leclercq, que enseñó la tricotomía, fue acusado en cierta ocasión respecto a ésta, de tal manera que tal vez dicha definición se dio con esa ocasión.

 

564. 2) PIO IX (D 1655 nota 3): «Que la sentencia que pone en el hombre un solo principio de vida: a saber el alma racional de la cual el cuerpo recibe también el movimiento y toda la vida y el sentido, es sentencia totalmente común en la Iglesia de Dios y que a la mayor parte de los Doctores y precisamente los de mayor nota, les parece ciertamente que está tan entrañablemente unida con el dogma de la Iglesia, que es la interpretación legítima y la sola verdadera de éste y que por tanto no puede ser negada sin error en la fe».

 

Si bien en estas palabras no se menciona expresamente, aparte de la vida sensitiva, la vida vegetativa como que proviene del alma racional, sin embargo estas palabras van contra aquellos güntherianos (como Baltzer) que tenían como herética la opinión de un único principio vital y por ello defienden precisamente la contraria, a saber que hay «un sólo.... principio de vida», del cual se dice en verdad generalmente que el cuerpo recibe «el movimiento y toda la vida y el sentido», luego sin duda alguna todo lo que incluye la vida sensitiva y la vegetativa. Aunque esta doctrina sea cualificada solamente como sentencia muy común y que parecía ser cierta teológicamente a la mayor parte de los doctores y por cierto de los de primera línea, queda fácilmente claro por el contexto que esta doctrina es aprobada por el Pontífice.

 

3) C. de Colonia (prov.): «... No puede haber duda, de que según la mente de los PP. conciliares todas aquellas operaciones de nuestra vida son llevadas a cabo por la misma alma racional creada por Dios.... así pues hay que apartarse de la opinión de aquellos, que alejándose de la sana doctrina, además del alma racional inventan en el hombre otro cierto principio de vida corporal, al cual llaman alma que siente o somática, bien distingan también del cuerpo este principio psíquico o vegetativo de la vida corporal, bien afirmen que es una sola y misma substancia juntamente con el cuerpo».

 

Sin embargo estándose preparando en el C. Vaticano I la doctrina de que el alma racional no «determina el cuerpo al ser propio del hombre por medio de otra alma, esto es mediante otro cierto principio de vida, sino por sí misma», se declaraba expresamente con estas palabras que no se definía «en contra de algunos escritores católicos, el que no podía admitirse en el hombre ninguna otra alma.... la cual disponga al cuerpo para recibir la primera forma, a saber el alma racional...». Sin embargo no consta el que estas palabras equívocas (que más probablemente deben tomarse respecto a la infusión misma del alma racional) se refieran a nuestro tema, puesto que entonces también se estaba preparando un Canon en contra de los que afirmaban que «aparte del alma racional no había en el hombre otra alma realmente distinta de ella».

 

565. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 338) es que el hombre no tiene más que un alma racional.

 

Más aún también ha sido definido, según estimamos con más probabilidad, que el hombre no tiene ninguna alma sensitiva distinta del alma racional. Al menos esto es (próximo de fe) y teológicamente cierto, en cuanto que debe deducirse inmediatamente tanto de la definición formalmente implícita acerca de la composición del hombre de carne (la cual en verdad en cuanto distinta del alma racional nadie juzga que sea viva) y de alma racional que anima a aquella (D 148, 216, 255, 393, 428), como de aquella definición de que el alma en cuanto intelectual es forma del cuerpo (D 481) puesto que, en cuanto tal, no le da precisamente la intelectualidad.

 

Prácticamente por la misma razón de que ningún alma vegetativa distinta del alma racional se da en el hombre, es cierto en teología, más aún incluso próximo de fe.

 

El raciocinio indicado poco ha, el cual ahora no lo desarrollamos más, se verá con mayor claridad cuando después tengamos constancia respecto al hombre, como una sola naturaleza y respecto al alma como forma del cuerpo.

 

566. Se prueba por la sagrada Escritura. La idea bíblica del hombre no responde al dualimo platónico o aristotélico: puesto que el hebreo no se fija en los seres más que como empíricos y concretos, no ve en el hombre materia o cuerpo o espíritu como opuesto a éste, sino algo único y total dinámico fisio-psicológico. Ahora bien en esto resalta un doble aspecto, el que es:

 

1) Ser material, en efecto: a) Su cuerpo es sexual (Gen 1,27s) y es hecho por Dios de la tierra (2,7). b) El hombre entero es llamado carne (6,12; Is 40,6) casi como los otros vivientes materiales (Gen 7,16; Job 34,15).

 

2) Persona viviente. Puesto que el alma (nephesh, psyché) es signo de vida y tal vez principio de vida (Gen 19,19; 3 Rey 20,31s;Job 11,20; Jer 15,9) ; y designa un individuo incluso animal (Gen 2,19), el hombre entero es llamado alma viviente más excelsa (2,7), pues aparece como persona, esto es como individuo humano racional, en cuanto que: a) El sólo, una vez dada la especial deliberación divina, es hecho a imagen y semejanza de Dios (1,26s). b) Dios le hace al hombre coopera­dor suyo en el paraíso y custodio de éste (2,15). c) Se diferencia de todos los animales, a los cuales por otra parte les impone nombres (2,19s). d) Entre estos animales no encuentra la ayuda semejante a él que desea, y la que sin embargo recibe hecha especialmente por Dios (2,20-25). e) Es capaz de hablar con Dios, de recibir un precepto, de cometer un pecado, de dominar a los animales (Gen 2-3; Ecl 15 11,18; 17,1-12; Sal 8,5-9) y de unirse libremente en matrimonio.

 

Ahora bien, si bien la sagrada Escritura no define expresa y directamente la filosofía del compuesto humano, sin embargo por el hecho de que desde el principio y después constantemente en el A. y N. Testamento presenta al hombre como ser corpóreo-racional, parece que concibe con su noción a éste como cuerpo vivificado por un principio espiritual, o al menos que se desprende esto de su noción de hombre de tal manera que está totalmente de acuerdo con esta idea de ser compuesto de cuerpo y de alma racional: a) La creación de Adán de un cuerpo y de otro elemento vivificante (Gen 2,7; Job 10,9-12). b) La muerte en cuanto que por ella «regresa el polvo a su tierra de donde procedía, y el espíritu vuelve a Dios, que fue el que lo donó». (Ecl 12,7), esto es como separación del polvo y del espíritu (Sal 103,29s; 145,4) o bien como peregrinación desde el cuerpo hasta el Señor (2 Cor 5,6-8; 2 Pe 1,13s), en virtud de la cual «el cuerpo sin el espíritu está muerto» (Sant 2,26; He 20,9s). c) Por tanto la resurrección como que por ella los huesos no vivientes porque «no tenían espíritu» vuelven a la vida, en cuanto que «ha entrado en ellos el espíritu» (Ez 37,1-14; Lc 8,49-55). d) La capacidad de la muerte del cuerpo sin la muerte del alma mediante aquellos «que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (Mt 10,28).

 

567. Se prueba por la tradición. Los SS. Padres, si bien no pocos de ellos se adherirían a la filosofía platónica (dejando a salvo lo que debían dejar a salvo), sin embargo sobre todo después de haber surgido el Apolinarismo, enseñaron explícitamente la dicotomía en cuanto a la exclusión de un alma sensitiva distinta del alma racional; en general al menos implícitamente en cuanto a la exclusión de un alma vegetativa, distinta del alma racional, en la medida que ponen al alma racional; como único principio de vida del cuerpo y en la medida en que presentan constantemente al hombre como contexto de un sólo cuerpo y de una sola alma.

 

568. a) Antes del Apolinarismo. ATENAGORAS (R 170): El hombre que consta de alma y de cuerpo resulta de la unión de ambos un solo ser viviente. «Toda naturaleza de los hombres consta en común de alma inmortal y de un cuerpo, que fue unido con el alma en la creación....; es absolutamente necesario el que, puesto que es un solo ser viviente en virtud de la unión de ambos, lo que padece cualquier alma lo padece también el cuerpo...».

 

S.IRENEO: El alma racional da al cuerpo la vida y el incremento. «Pues no es más fuerte el cuerpo que el alma, pues el cual ciertamente él es inspirado y vivificado incrementado y articulado por ella, sino que el alma posee y domina al cuerpo.... Sin embargo no pierde su ciencia».

 

TERTULIANO (R 352): El alma separada será castigada o en cambio será restableci­da a causa de los pensamientos malos o por el contrario buenos, en los cuales no necesitó de la carne; sin embargo también ella misma actúa mediante el cuerpo. «Es muy conveniente que el alma, aun sin esperar a la carne, sea castigada, en cuanto a aquello en lo que obró mal sin necesidad de la colaboración de la carne. Así también a causa de los pensamientos piadosos y buenos, en los cuales no necesitó de la carne, será premiada sin la carne. ¿Y qué decir ahora, si también en lo relacionado con la carne es ella la primera que lo concibe.... lo dispone,.... lo impulsa? Y si alguna vez actúa en contra de su voluntad, sin embargo es la primera que se ocupa, en lo que va a realizar mediante el cuerpo».

 

CLEMENTE ALEJANDRINO: El hombre consta de cuerpo y de alma racional. «Con toda razón dice Moisés que el cuerpo es formado de la tierra.... y que en cambio el alma dotada de razón fue inspirada en el rostro en virtud del poder de lo alto...»

 

569. b) Después de haber surgido el Apolinarismo. S.GREGORIO NICENO (R 1021): En el hombre hay una sola alma de la cual proviene la vida racional y la sensitiva y la vegetativa. «Si bien.... es cosa sabida que hay tres diferencias en la facultad de vivir, de tal modo que una es la vida que.... nutre....; otra es la que nutre y siente y otra finalmente es la que también usa de la razón y es perfecta y está difundida por todas la otras facultades....; sin embargo nadie por ello piense que haya tres almas en el ser humano....; de forma que debamos pensar que la naturaleza del hombre esté formada de muchas almas. En efecto.... en realidad hay una sola alma perfecta, inteligente, inmaterial, si bien unida por medio de los sentidos a aquella naturaleza material».

 

El alma racional da a los sentidos la facultad de vivir. «El alma es esencia viviente, que proporciona per se a los instrumentos corpóreos de los sentidos la facultad de vivir y de percibir lo que está al alcance de los sentidos...» (R 1056).

 

S.AGUSTIN (R 1563): El alma y el espíritu en el hombre son una sola realidad. «Tres son los elementos de los que consta el hombre: el espíritu, el alma, el cuerpo. Los cuales se dice de nuevo que son dos, puesto que muchas veces al alma se la nombra juntamente con el espíritu (en efecto la parte del mismo ser racional, de la que carecen las bestias, se llama espíritu), lo principal de nosotros es el espíritu».

 

S.CIRILO ALEJANDRINO (R 2062): El. hombre es cuerpo animado por el alma racional. «¿Pues qué otra cosa es la naturaleza de la humanidad, sino carne animada por el alma inteligente...?».

 

El hombre consta de dos elementos, de alma y de cuerpo. «¿Acaso no decimos que es un sólo hombre.... aunque.... no es simple, sino más bien compuesto de dos elementos, a saber de alma y de cuerpo?» (R 2135).

 

S.JUAN DAMASCENO. (R 2357): El alma racional da la vida entera al cuerpo. «El alma es racional e inteligente.... que usa de un cuerpo dotado de órganos, al cual le da la vida, el incremento, el sentido y la capacidad de engendrar, y no tiene otra mente separada de ella misma (en efecto la mente es una parte totalmente sutil de ella misma....) ...».

 

GENADIO (R 2225): En el hombre solamente hay una única alma racional y vivificante de la carne. «Y no decimos que en el hombre haya dos almas... una viviente por la que quede animado el cuerpo... y otra espiritual que proporcione la razón; sino que decimos que hay una sola y la misma alma en el hombre, la cual vivifica con su unión al cuerpo, y se dispone así misma con su razón   para ....elegir con el pensamiento lo que quiere».

 

570. Razón teológica. En las fuentes teológicas el hombre aparece continuamente como que consta simplemente de alma y cuerpo, y en verdad de tal manera que la muerte le sobreviene por la separación de ambos. Ahora bien esto da por supuesto que el hombre tiene la vida entera por aquella alma, luego el hombre tiene una única alma.

 

571. La razón natural confirma esto. Por la conciencia experimentamos que es uno sólo y el mismo el sujeto que siente y el sujeto que entiende, de tal manera que decimos del mismo modo: pienso, oigo, ando. Luego en nosotros es uno y el mismo el principio de entender y el principio de sentir. Ahora bien el principio de sentir en nosotros es el mismo que el sujeto vegetativo: a) por la unión que aparece entre la vida sensitiva y la vida vegetativa. b) y sobre todo por el hecho de que el término de la nutrición es la parte del organismo capaz de sentir, o dispuesta en último término en orden a esto, y el término de la generación es el ser vivo que siente, por tanto de manera que ninguno de los dos pueda ser producido por un principio no sensitivo, a no ser que el efecto no sea más perfecto que la causa. Luego en el hombre es uno sólo el principio de la triple vida, esto es una sola alma.

 

572. Objeciones. Si los hebreos se referían al hombre como algo único concreto, esto es como un organismo sintético psico-físico, sin que por tanto se distinguiera en él como partes (según las nociones aristotélicas) el cuerpo (sama) o la carne (sarx), el alma (psyché, nephesh), el espíritu (pneuma, ruah), se diría mejor que la sagrada Escritura no enseñó directamente ni la dicotomía ni la tricotomía. Ahora bien mientras que en ella en general el alma (nephesh) es el principio de la vida vegetativa y corporal, y el espíritu (ruah) es el principio de la actividad intelectual y espiritual, en otras ocasiones emplea alma y espíritu como vocablos sinónimos de la misma realidad (Job 7,11; 12,10; Is 26,9; Bar 3,1), en concreto respecto al principio vital (Sab 15,8.11.16) o mientras que alma se emplea como principio de vida racional (Job 19,2; Sal 85,4;138,14; Prov 19,2) igual que espíritu, éste también se toma como hálito vital (Gen 6,17; 7,15.22; Ez 37,10-14; Sal 103,29s) como alma. En otras ocasiones el alma se considera como la persona entera (Gen 14,21: Ex 1,5) .Unas veces carne indica el hombre entero (Gen 2,24), y otras aparecen como palabras o ideas sinónimas alma y carne (Sal 62,2; 83,3; Job 14,22), hombre y carne y alma (Sal 15,9s) hombre y espíritu (Sal 30,6), hombre y alma (Sal 48,16). Sin embargo nunca se emplean simultáneamente carne, alma, espíritu.

 

Y puesto que por otra parte la sagrada Escritura, según lo que hemos dicho (n.566) indica (v. gr. Gen 2,4-7) que el hombre es un ser compuesto de dos elementos, los cuales responden más adecuadamente a nuestro cuerpo y a nuestra alma racional, o por lo menos habla de tal manera que puede deducirse con todo derecho esta composición, se supondría sin motivo alguno el que enseña la dicotomía si pareciera que indicaba ésta en unos poco lugares. Mas bien estos modos de hablar tomados de los filósofos griegos deben ser considerados bien como metafóricos, o bien como que indican no dos almas distintas, sino dos aspectos reales de la misma alma, o como que distinguen el orden sobrenatural del orden natural. Por consiguiente téngase esto en cuenta sobe todo en S Pablo el cual emplea el vocablo «espíritu» en muchos sentidos.

 

a) El alma en sí simplicísima puede ser llamada espíritu o alma, según que se considere intelectual (y obrando así como espíritu, con independencia intrínseca de la materia) o como sensitiva (y de esta forma como animando al cuerpo) o también según los afectos superiores o inferiores.

 

b) Puede llamarse espíritu lo que en el hombre es el principio de vida sobrenatural, y alma el principio de vida natural, de tal manera por tanto que, según esta o parecida idea, espíritu connota algo sobrenatural que proviene de la vivificación del Espíritu Santo, y alma connota vida natural. De aquí que el cuerpo resucitado se dice que es espiritual (neumaticon [griego]), y el cuerpo mortal se dice que es natural (segicon [griego]) (I Cor 15,44-46); igualmente la gracia sobrenatural se dice que es espiritual (Rom 1,11), mientras que en sentido peyorativo los hombres sarcásticos del final de los tiempos «que vivirán según sus propias pasiones impías» se dice que viven una vida sólo natural (Jud 19).

 

573. 1. Dan 3,86: Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor. Aquí se atribuyen al justo el espíritu y el alma. Luego se enseña la tricotomía.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Se atribuyen al junto el espíritu y el alma como diversos principios de una sola y única substancia, concedo el antecedente; como de diversa substancia, niego el antecedente.

 

En verdad el profeta al exhortar fervientemente a cada una de las cosas del mundo expresamente mencionadas a alabar a Dios quiere que también el hombre con todas sus fuerzas tanto racionales (el entendimiento y la voluntad, esto es el espíritu) como sensitivas (las potencias sensitivas esto es el alma) alabe a Dios, prácticamente como se manda que ame a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente con toda sus fuerzas (Mc 12,30). Además alma (nephesh) y espíritu (ruah) en el A. Testamento son palabras que no se oponen mutuamente, sino paralelas, muchas veces se sustituyen entre sí, nunca se emplean simultáneamente.

 

2.  Lc 1,46s: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. Se distingue en el hombre el alma y el espíritu. Luego se enseña la tricotomía.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. En el hombre se distingue el alma del espíritu en cuanto al vocablo solamente, concedo el antecedente; en cuanto a la realidad, niego el antecedente. Según está claro por el contexto, ambos vocablos indican sinonímicamente alma racional. Se trata de un uso de paralelismo poético.

 

3.  I Cor 2,14: El hombre naturalmente no capta las cosas del espíritu de Dios.... en cambio, el hombre de espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. Igualmente aquí se distingue implícitamente el alma del espíritu, luego se supone la tricotomía.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Se distingue el alma del espíritu en relación a la vivificación e iluminación del Espíritu Santo, concedo el antecedente; en relación a los hecho naturales, niego el antecedente.

 

El hombre espiritual es el que percibe y juzga las cosas según la luz y la vivificación del Espíritu Santo, en cambio el hombre que actúa naturalmente es el que las juzga según su razón natural.

 

Además si el alma se diferenciara del espíritu, el hombre que actúa naturalmente, esto es el que no percibe lo que es propio del espíritu carecería de éste.

 

574.4. I Tes 5,23: Que El, el Dios de la paz os santifique plenamente de todo vuestro ser, el espíritu el alma y el cuerpo se conserve sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Aquí se distingue en el hombre el espíritu del alma; luego se enseña la tricotomía.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El espíritu se distingue del alma con distinción de razón, esto es según algún aspecto, concedo el antecedente; como se distingue una realidad de otra realidad, o sea «simpliciter», niego el antecedente.

 

Poco más o menos según acabamos de decir (n.573 1) S.Pablo quiere que el santo sea el hombre en totalidad, esto es en cuanto al cuerpo y en cuanto al alma, bien como principio intelectual (esto es como espíritu) bien como principio vital (esto es como alma), luego resalta no dos principios del hombre, sino dos aspectos psicológicos de éste (como también en Gal 5,16-25).

 

Además S.Pablo emplea como equivalentes los vocablos «espíritu» y «alma» (Fil 1,27), el primer vocablo lo contrapone simplemente a la palabra «cuerpo» (I Cor 5,3s; 7,34; Rom 8,10) o a la palabra «caro» (Col 2,5), mientras que por el contrario emplea el vocablo «alma» en el sentido del vocablo «espíritu» (Ef 6,6s; Col 3,23), o también simplemente refiriéndose a la persona humana entera (Rom 2,9 13,1).

 

575. Poco más o menos hay que decir lo mismo acerca del texto de Hebr 4,12: Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos; penetra hasta las fronteras del alma y del espíritu. Esta parece que es una fórmula enfática para poner de relieve el poder de conocer los corazones, que tiene la Palabra de Dios.

 

Y prácticamente de este modo hay que entender a S.Justino, el cual parecería que fuera partidario de la tricotomía: «Pues el cuerpo es la casa del alma, y el alma es la casa del espíritu. Estos tres en aquellos que hayan tenido sincera esperanza y fe totalmente segura en Dios, se salvarán» (R 148). Poco antes había dicho: «¿En efecto qué es el hombre sino un animal racional que consta de alma y de cuerpo?».

 

576. 5. Operaciones específicamente diversas, la acción de entender, la sensación, la nutrición, suponen en el hombre principios específicamente diversos, luego el hombre tiene muchas almas.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Operaciones específicamente diversas supone principios próximos específicamente diversos, concedo; principios remotos, subdistingo: virtualmente diversos, concedo; realmente diversos, niego.

 

Nada impide el que una sola entidad simple tenga poder en orden a operaciones incluso específicamente diversas, las cuales sin embargo las realice mediante potencias diversas.

 

«Así... el alma intelectual contiene en su poder todo lo que tiene el alma sensitiva de los brutos y el alma nutritiva de las plantas...» (1 q.76 a.3).

 

6.                Sin embargo hay en el hombre operaciones incluso mutuamente opuestas, luego también diversas almas.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. En el hombre hay operaciones mutuamente opuestas «per accidens», concedo el antecedente; per se, niego el antecedente

 

Así aunque las operaciones sensitivas sean de la misma naturaleza, sin embargo unas son contrarias a la razón, y otras no, unas se oponen a la razón en algunas ocasiones sin mutación intrínseca de ellas mismas, y en otras ocasiones no se oponen. Luego esta oposición no es «per se», esto es en virtud del principio mismo de la naturaleza, sino «per accidens» o sea por razón de las circunstancias y de los objetos. Y no hay inconveniente en que «algo idéntico que existe según diversas fuerzas o partes se mueva en orden a lo opuesto; y por ello aunque la substancia del alma humana sea la misma para la sensitiva y para la intelectual, sin embargo puede moverse a lo opuesto según las diversas partes y fuerzas...» (Quodl. 11 q.5 a.5.2).

 

Algunas veces las operaciones de la vida racional misma son mutuamente opuestas (1 q. 79 a.9) sin que no obstante el hombre tenga muchas almas racionales.

 

7.                No pueden en al lama humana darse movimientos contrarios; es así que en el hombre se dan movimientos contrarios; luego en el hombre hay muchas almas.

 

Respuesta. Distingo la mayor. En la misma alma no pueden darse movimientos contrarios eficaces, concedo la mayor; ineficaces, niego la mayor.

 

El alma puede dejarse llevar por diversas potencias a objetos contrarios, v.gr. a un objeto honesto y a un objeto deleitoso contrario a aquel objeto honesto, pero no dejarse llevar simultáneamente a ambos objetos de un modo eficaz.

 

577. Escolio 1. Acerca de la individualidad del alma humana. Esta es individual en cada uno de los hombres, o sea numéricamente distinta del alma racional de cualquier otro hombre en oposición a la común, cual la pretendieron establecer los Averroistas (cf. n.558).

 

Esto es de fe divina y católica definida, en el C.V de Letrán (D 783) que condena «a todos los que afirman que el alma intelectual... es... una sola en todos los hombres, y a los que ponen en duda todo esto, puesto que el alma intelectual... es verdaderamente "per se" y esencialmente la forma del cuerpo humano,... sin embargo... también es multiplicable y ha sido multiplicada y será multiplicada singularmente respecto a la multitud de los cuerpos en los cuales esté infundida...».

 

Además las fuentes teológicas con toda evidencia y siempre dan esto por supuesto en orden a la vida cristiana (v. gr. en cuanto a la instrucción acerca de las verdades de fe y en cuanto a la recepción fructífera de los sacramentos), en orden a la vida moral y a la sanción del premio o del castigo.

 

La misma razón natural ( con ayuda de la experiencia) proclama la plena independencia intelectual y moral de los hombres entre sí ( 1 q.76 a.ls; 2 CG 73).

 

578. Escolio 2. De la espiritualidad del alma humana. El alma humana es espiritual o sea ni es el cuerpo ni depende intrínsecamente en el ser y en el obrar del cuerpo como de sujeto de inhesión (tal como está inherente el accidente) o de sujeto de sustentación (tal como se halla el alma de los brutos y de las plantas); sin que no obstante el alma humana excluya la dependencia extrínseca, cual también la excluye el espíritu puro, esto es Dios y el ángel) del cuerpo como de sujeto de información.

 

Esto es en contra de los materialistas, de fe divina y católica y tal vez definida en el C. IV de Letrán (D 428): «Este (Dios) ....creó ambas clases de creaturas, la espiritual y la corporal.... y después la humana, como constituida por la unión de espíritu y de cuerpo», las cuales palabras las repite el C. Vaticano I (D 1783). A no ser que se diga más bien que con estas palabras se enseña la espiritualidad del alma sólo de paso e indirectamente, a pesar de que se expresa claramente que el hombre, además de cuerpo tiene espíritu (aunque no se decida aquella cuestión acerca de si los ángeles tienen alguna clase de cuerpo).[1]

 

La sagrada Escritura permite deducir la espiritualidad cuando presenta al alma como distinta del cuerpo en cuanto a su origen y en cuanto a su destino (Ecl 12,7; 2 Cor 5,6-8; Cf. 1 Cor 13,12) en cuanto a su entidad (subsistente: Mt 10,28) en cuanto su operación (1 Cor 2,11), en cuanto a su inclinación (Gal 5,17), en cuanto a su preeminencia (Rom 8,16; 1 Cor 2,11), o en general cuando atribuye al hombre una actividad intelectual total.

 

Lo mismo enseñan con claridad los SS. Padres (v. gr. S.Ireneo, R 252; S.Gregorio Niceno, R 1021; S.Agustín, R 1438), además de algunos más antiguos que hablan acerca de este tema con menos claridad (tal vez porque carecieran de la noción clara de espíritu) como Tertuliano (R 346s, 349).

 

La razón teológica deduce esto del orden de la gracia, la cual (la visión de Dios, la gracia santificante, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo,los actos meritorios, etc) da por supuesta la espiritualidad del alma.

 

La razón natural deduce lo mismo por la inmortalidad natural del alma, pues si el alma exige por su propia naturaleza vivir después de la muerte del hombre, es intrínsecamente independiente del cuerpo en el ser y consiguientemente, puesto que en dicho estado debe poder obrar de un modo conveniente, en el obrar; lo deduce también por la libertad de la cual carece una facultad orgánica,por el conocimiento de los seres inmateriales, y de los materiales mediante notas universales abstractas, y de las relaciones (1 q.75 a.ls)[2]. Además, según consta en contra de Bonnetti (D 1650): «El raciocinio.... puede probar con certeza.... la espiritualidad del alma».

 

579. Corolario. El alma humana es : a) Ciertamente integralmente simple, esto es carece de partes no esencialmente distintas, puesto que no se concibe el que éstas se den más que en un ser que tenga cantidad, o sea en el cuerpo, o al menos en un ser intrínsecamente dependiente del cuerpo. b) Ciertamente, como también puede decirse en contra de S.Buenaventura y de otros teólogos de la escuela franciscana, esencialmente simple, o sea no consta de formas y de cierta materia espiritual, puesto que no hay que multiplicar los seres sin necesidad; ya que en otro caso no aparece el por qué el alma entera es el acto de entender y el principio de querer por qué igualmente dicho elemento formal no es compuesto.

 

Articulo II

De la inmortalidad del alma

 

TESIS 23. El alma humana es inmortal.

 

580. Nexo. Puesto que por lo ya probado consta acerca de la existencia del alma humana y ciertamente de una sola alma, y acerca de la individualidad y de la espiritualidad y de la simplicidad de ésta, pasamos ya a tratar acerca del tema de la inmortalidad.

 

581. Nociones. EL ALMA HUMANA, o sea la única alma que se da en el hombre.

 

Se dice INMORTAL el ser vivo que goza de inmortalidad, esto es de imposibilidad de perder la vida: 1) Bien de inmortalidad esencial, esto es la inmortalidad propia de cuya esencia es el existir, y respecto al cual por lo tanto implica contradicción metafísica la muerte, cual es únicamente Dios.

 

2. 0 bien de inmortalidad natural, esto es la inmortalidad propia del ser que posee el existir recibido de otro, sin embargo de cuya exigencia natural es el existir perpetuamente y respecto al cual por tanto implica contradicción física la muerte, si bien no absolutamente, esto es, teniendo en cuenta la omnipotencia de Dios.

 

3) 0 bien de una inmortalidad gratuita, esto es la immortalidad propia del ser que tiene el existir recibido de otro, al que sin embargo, fuera de sus exigencias, se le concede por don gratuito de Dios el que exista perpetuamente (luego se trata siempre de una inmortalidad de hecho, nunca de una inmortalidad de derecho), de tal manera que dicha inmortalidad es o bien necesariamente sin posibilidad de perderse, o sea cual la tiene el cuerpo de los bienaventurados, o bien condicionada-mente sin posibilidad de perderse, cual la tuvo el cuerpo de nuestros primeros padres.

 

La inmortalidad, en cuanto que no compete más que al ser vivo y que no puede morir, se diferencia de la incorruptibilidad, la cual se opone a la corrupción, y que por tanto, no sólo conviene al ser vivo inmortal, sino a todo ser simple, esto es que carece de partes.

 

582. Es, a saber el alma es inmortal tanto de hecho o sea en cuanto que nunca morirá, como de derecho, esto es en cuanto que por exigencia de su naturaleza no puede perder la vida, si bien no metafísicamente, y por consiguiente incluso teniendo en cuenta la omnipotencia de Dios.

 

Puesto que la inmortalidad del alma de hecho, consta claramente por todos los datos con los que las fuentes presentan el destino de todas las almas como eterno (según está claro por el tratado De Novissimis), aquí prácticamente no se estudia este tema, más que para confirmar la inmortalidad de derecho.

 

583. Adversarios. 1. Niegan la inmortalidad de hecho muchísimos v.gr.:

 

Todos los materialistas, como se desprende de sus propias teorías, tanto antiguos como modernos.

 

Los saduceos que negaban juntamente con la resurrección y con la existencia de los espíritus la inmortalidad del alma (Hch 23,8).

 

Algunos árabes del s.III que decían que el alma perecía juntamente con el cuerpo y que tenía que ser resucitada con éste. Entre muchos Protestantes actuales como K. Barth que admite la resurrección como substituta de la inmortalidad, crece la opinión de que el alma en la muerte queda totalmente aniquilada y en la resurrección vuelve de nuevo a ser totalmente creada.

 

Los Neto psiquitas del s.VII, que decían que las almas humanas perecían al igual que las almas de los animales. Arnobio, refiriendose a los malos; los Socinianos, refiriendose a los no cristianos; muchos de los Adventistas (los cuales no todos pertenecen a la misma secta) haciendo referencia a los malos. Los Fieles germánicos. Los Existencialistas rígidos. Los Averroístas, en cuanto al alma sensitiva propia de cada uno de los hombres, no en cuando a la intelectual común a ellos y cuasi impersonal

 

584. 2. Han negado la inmortalidad de derecho, v.gr. ARNOBIO, según parece. Muchos Adventistas. Ciertos Neoaristotélicos del s. XVI en la escuela de Padua. También M. de UNAMUNO, CULLMANN (prot.): Es ajena, dice Cullmann, al N. T. la idea griega de la inmortalidad del alma y la concepción platónica de la unión del alma y el cuerpo; para Pablo el hombre no es, como para los griegos, alma inmortal que debe ser liberada del cuerpo por la muerte, sino conjuntamente alma y cuerpo; el alma es inmortal no por naturaleza sino por la gracia de la redención, sin embargo espera necesariamente la resurrección, puesto que a la persona humana no se la concibe perfectamente sin el cuerpo, a no ser que se piense tal vez que Cullmann juntamente con otros como Gerofalo y Pieter afirman la muerte del alma juntamente con el cuerpo hasta la resurrección, si bien entre tanto se piense que el hombre no termina totalmente después de la muerte, sino que permanece en una cierta unión con Dios y con Cristo.

 

Niegan como consecuencia lógica de sus teorías la inmortalidad individual, incluso de hecho, todos aquellos filósofos que reducen el alma o bien a unos flujos de fenómenos (los Fenomenistas) o bien a unas modalidades de un sólo ser absoluto (los Panteístas).

 

Sin embargo no niegan la inmortalidad de derecho aquellos que se piensa que niegan su demostrabili­dad filosófica, como Cayetano, Escoto, y no la niegan tampoco necesariamente los Positivistas (al opinar que esta permanencia en el ser es indemostrable, puesto que va más allá de la experiencia) y tampoco la niegan muchos protestantes actuales, que dicen «que toda demostración a partir de Kant se muestra que es imposible».

 

585. Doctrina de la Iglesia. Todos los símbolos y documentos que recuerdan la vida eterna de los justos o el infierno eterno de los impios, (símbolos y documentos que se estudian en el tratado acerca De los Novísimos) establecen por esto mismo al menos el hecho de la inmortalidad del alma.

 

LEON XIII condenó el error 23 de Rosmini (D 1913): «En el estado natural el alma del difunto existe como si no existiera: puesto que no puede ejercer ninguna reflexión por sí misma, o tener alguna conciencia de sí, su condición puede decirse que es semejante al estado de tinieblas perpetuas y de sueño sempiterno».

 

Esta condena da por supuesto claramente el que el alma considerada en el orden natural continúa en la vida, y ciertamente en vida perpetua, puesto que Rosmini da por supuesta dicha perpetuidad.

 

586. Concilio V de Letrán (D 738): " Puesto que.... en nuestros días,.... el sembrador de la cizaña... ha tenido la osadía de sembrar por encima algunos errores muy perniciosos... en el campo del Señor, principalmente acerca de la naturaleza del alma racional, a saber que es mortal   y puesto que algunos filoso­fando a la ligera, afirman que esto es así al menos según la folosofía, deseando emplear los remedios oportunos en contra de esta plaga perniciosa, condenamos con la aprobación de este Sacrosanto Concilio.... a todos los que afirman que el alma intelectual es mortal..., y a los que ponen en duda esto, puesto que el alma racional no sólo es verdaderamente "per se" y esencialmente la forma del cuerpo... sino que también es inmortal...".

 

Con estas palabras se define en contra de los Neoaristotélicos la inmortalidad: a) Al menos de hecho según está claro. b) Más aún, también de derecho: puesto que sin duda alguna se condena directamente el error mismo citado en la introducción del decreto, a saber "principalmente acerca de la naturaleza del alma racional, a saber que es mortal, o bien que es única en todos los hombres    al menos según la filosofía...."; ya que del mismo modo se refieren a la naturaleza del alma la inmortalidad y la unicidad (la cual en verdad es natural); ya que se dice que el alma es inmortal en cuanto que es la forma del cuerpo y puesto que es dicha forma por su naturaleza; porque se les manda a los filósofos que enseñen esta inmortali­dad, y, en cuanto sea posible, que la demuestren (el cual mandato no le agradaba a Cayetano), de los cuales sin embargo no es propio el establecer el hecho preternatural, sino el tratar acerca de la naturaleza del alma de tal manera que en cuanto filósofos pueden solamente mostrar el hecho de la inmortalidad por la inmortalidad de derecho. Sin embargo el Concilio no define el que esta inmortali­dad puede ser demostrada por la sola razón, si bien enseña que pueden refutarse todos los argumentos filosóficos contrarios; ciertamente Cayetano todavía después negada esta demostrabilidad.

 

Valor dogmático. De fe divina y católica definida en cuanto a la inmortalidad tanto de hecho como, según parece, de derecho (D 738), a no ser que respecto a ésta se diga que la tesis es al menos próxima de fe o más bien de fe divina y católica.

 

587. Se prueba por la sagrada Escritura. 1. En general todos los textos tanto del N. como del A. Testamento - los cuales en verdad aquí no los mencionamos - que establecen o que dan por supuesto que después de la muerte del hombre el alma del justo va a la vida eterna, y en cambio el alma del impío al infierno eterno, enseñan implícitamente la inmortalidad: a) De hecho como se ve claramente de por sí. b) De derecho pues parece con claridad que va en contra de: la bondad de Dios, el que el alma siendo mortal por su naturaleza sea hecha inmortal para ser castigada; de la justicia de Dios , el que, si el alma fuera mortal por su naturaleza, no se extinguiera su castigo al llegar naturalmente su fin (aunque se establezca que el don de la inmortalidad haya sido concedido antes del decreto de la reprobación), puesto que de este modo se cambia substancialmente su castigo.

 

Es verdad que el hombre mortal por su naturaleza en cuanto al cuerpo es condenado y en verdad, también en cuanto a éste, eternamente. Sin embargo de este modo no se cambia el castigo del hombre más que accidentalmente, puesto que no viene a resultar mayor que el castigo del alma sola, más que de un modo meramente extensivo. Pues lo que se dice acerca de la bienaventuranza, a saber que esta no se aumenta en la resurrección del cuerpo más que accidentalmente, esto es por extensión al cuerpo, hay que aplicarlo a la condenación. Una vez dejado esto sentado, dada la inmortalidad natural del alma, no va en nada en contra de la justicia de Dios el que el hombre pecador en su totalidad sea castigado eternamen­te.

 

588. 2. Muchos testimonios bíblicos muestran que el alma no muere juntamente con el cuerpo. De donde se sigue que ésta de hecho no muere, sobre todo puesto que la Escritura nunca hace mención de la muerte del alma. Ahora bien de esto parece que se sigue además la inmortalidad natural, ya que en ninguna parte se dice que esta permanencia del alma después de la muerte del hombre sea debida a un don de Dios, y por tanto se da por supuesto que dicha permanencia se debe a la condición natural del alma:

 

Mt 10,28: Y no temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. Luego el alma es inmortal de hecho, puesto que ella sigue viviendo incluso una vez muerto el cuerpo; de derecho, según parece, ya que se dice que Dios la puede llevar a la perdición en la gehenna, y por tanto eternamente.

 

Lc 16,22-31: Una vez muerto Lázaro es llevado al seno de Abraham; y muerto el epulón es llevado al infierno. Lc 23,43: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Fil 1,23: Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo. 2 Cor 5,1-4:... Si esta tienda, que nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos...

 

Cristo haciendo alusión a la doctrina de la inmortalidad del alma enseñada en el A.Testamento (Ex 3,6) dice a los saduceos lo siguiente (Mc 12,26s; Lc 20,37-39):...

¿No habéis leído aquellas palabras de Dios cuando os dice: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob?» No es un Dios de muertos sino de vivos.

 

Apoc 6,9-11:... Vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios... se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuando, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?». Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco....

 

Además esto consta con más claridad por el hecho de que en tiempo de Jesús todos los judíos, a excepción de los saduceos, sostenían la inmortalidad del alma.

 

En el A. Testamente, por citar el libro que más pone de relieve la inmortalidad del alma, hacemos mención del texto de Sab 2,23: Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza... Según estas palabras el hombre es inmortal (al menos en cuanto al alma), y en verdad según aparece, porque es semejante a Dios; ahora bien el hombre es tal, y en verdad al menos principalmente, a causa del alma racional considerada naturalmente. Luego el alma es naturalmente inmortal. 3,1-4: En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto.... pero ellos está en la paz... su esperanza estaba llena de inmortalidad.

 

Y respecto a los malos, sin que haga mención de la resurrección de éstos, como quiera que a pesar de ello juzga que éstos viven, dice en 5,1-14: Estará entonces el justo en pie con gran confianza en presencia de los que le afligieron.... al verle, quedarán estremecidos de terrible espanto.... se dirán mudando de parecer, gimiendo en la angustia de su espíritu: «Este es Aquél al que hicimos entonces ob jeto de nuestras burlas....¿Cómo pues ha sido contado entre los hijos de Dios?....Luego vagamos fuera del camino de la verdad.... Tales cosas han dicho en el infierno los que pecaron...

 

589. Se prueba por la tradición. Los Padres enseñan la inmortalidad de hecho como está claro de por sí, puesto que toda la religión cristiana está imbuida de esta idea; y la inmortalidad de derecho como se ve v. gr. por lo que sigue:

 

ATENAGORAS: El hombre al resucitar, cuya alma ya era inmortal desde el principio, viene a ser inmortal por don en cuanto al cuerpo. «Ahora bien los hombres tengan en verdad desde su origen mismo una permanencia inmutable en cuanto al alma, en cambio en cuanto al cuerpo adquieran la incorrupción por el beneficio de la mutación».

 

NOVACIANO: El cuerpo muere en cambio el alma está tan fuera de las leyes de la muerte que no puede ser matada. «Pues ¿qué decir acerca de si la divinidad en Cristo no muere, sino que sólamente es matada la substancia de la carne, puesto que también en los otros hombres... sólamente la carne sufre ciertamente el asalto de la muerte..., y en cambio al alma se la reconoce incorrupta fuera de las leyes de la muerte?... Si... el alma en cualquier hombre tiene tal nobleza de inmortalidad, que no puede ser matada, mucho más tiene este poder la nobleza del Verbo de Dios para no poder recibir la muerte».

 

S.AGUSTIN: Todos por instinto natural queremos la inmortalidad. «Pues no todos los hombres querríamos por instinto natural ser inmortales y bienaventurados, si no pudieramos serio».

 

590. TERTULIANO (R 349): Así pues se dice que el alma es inmortal como se dice que es racional, etc.y por tanto por su naturaleza. «Definimos que el alma ha nacido inmortal en virtud del hálito de Dios... simple en cuanto a su substancia... de libre arbitrio racional...» S.JUAN DAMASCENO (R 2357): «El alma es substancia viviente simple e incorpórea... invisible, inmortal, racional, e inteligente...».

 

Const. Apostólica: El alma es inmortal, en cuanto racional y libre. «Confesamos que nuestra alma es incorpórea e inmortal... en cuanto racional y en cuanto que tiene libre potestad».

 

S.AMBROSIO: El alma, puesto que es vida no puede morir. «¿Cómo puede morir su substancia, puesto que el alma ciertamente es la que infunde la vida?... Por consiguiente el alma es vida. Ahora bien, ¿cómo puede recibir la muerte al ser su contraria?...»

 

591. Razón teológica. El alma del condenado es inmortal de hecho. Ahora bien va en contra de la bondad y de la justicia de Dios el que el alma, si fuera naturalmente mortal, fuera hecha inmortal para ser castigada (n. 587). Luego el alma humana es naturalmente inmortal.

 

592. La razón natural establece lo mismo. a) El alma por una parte no puede corromperse ni per se esto es por separación de las partes ya que es simple, ni per accidens, esto es en cuanto forma material mediante la substracción del sujeto al cual informa, puesto que es espiritual, o sea intrínsecamente independiente de la materia en el ser; por otra parte es apta, en cuanto intrínsecamente independiente de la materia en el entender y en el querer para poder obrar y por consiguiente existir sin el cuerpo; luego el alma es naturalmente inmortal.

 

b)    El hombre desea naturalmente, con un apetito innato y elícito, existir siempre. Luego, puesto que el deseo de la naturaleza no puede ser vano, el hombre es de tal naturaleza, al menos respecto al alma, que sin duda alguna vivirá siempre (1 q.75 a.6; a CG 55.79-81).

 

c)    El recto orden moral lleva consigo sanción perfecta (esto es universal y absolutamente eficaz) según los méritos o los pecados de los hombres. Ahora bien no se daría esta sanción perfecta si el alma fuera de por sí mortal (puesto que en el orden natural se juzgaría que Dios no la conservaría milagrosamente, al menos si ésta debiera ser castigada) luego el alma es naturalmente inmortal.

 

d)    Todo esto tiene una gran confirmación en el mutuo acuerdo universal tanto de los pueblos antiguos como de los actuales, como de los filósofos, incluso de los no escolásticos, antiguos y de hoy día.

 

593. Objeciones. 1 Se dice en Ec13,18-21: Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos: Sucede así para que Dios les pruebe y les demuestre que son como bestias. Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra, y ambos tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad. Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo. ¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de la bestia desciende hacia abajo a la tierra?

 

Según estas palabras, es posible que tiendan al mismo lugar el espíritu de la bestia y del hombre que muere. Luego la inmortalidad del espíritu humano es al menos dudosa.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Es posible que tiendan al mismo lugar el espíritu de la bestia y del hombre, si el espíritu del hombre no se considera como el alma humana, puede pasar el antecedente; en otro caso, niego el antecedente.

 

En estas palabras no se dice que el alma humana muera como muere al alma del bruto. En efecto: a) Se da por supuesto que el alma humana debe ser juzgada por Dios, lo cual carecería de sentido si el alma muriera juntamente con el cuerpo (3,17): Dios juzgará al justo y al impío. (cf. 5,7; 11,9; 12,13s). Ahora bien tal juicio no se da en esta vida. b) Dice el Ecl. que el alma en la muerte del hombre regresa a Dios (12,7) se encamina al infierno (9,10) «a la casa de su eternidad» (12,5).

 

594. Además se proponen muchas interpretaciones de este texto bastante difícil, de las cuales algunas se citan aquí, quedando excluidas también aquellas, las cuales, puesto que el hagiógrafo no puede cometer ningún error, no podemos aprobarlas, según las cuales interpretaciones erróneas aquél hubiera negado al hombre una vida superior a la vida del bruto, o incluso la inmortalidad (si bien tal vez no piense expresamente acerca de ésta). De aquí que el Eclesiastés menciona lo que es común al hombre y al bruto y describe la muerte de ambos según aparece al exterior ésta, como si fuera igual la suerte de ellos, de tal manera que en ese texto (18-20) la palabra «spiritus» indica no el principio vital, sino aliento de vida, y se dice que el hombre y el bruto mueren igualmente, en cuanto que el aliento de vida de ambos muere igualmente; con otras palabras, se describe la muerte según las leyes puramente orgánicas de la muerte y del bruto.¿ Y qué decir del sentido del vil: ¿Quién sabe si el aliento de vida de los hijos...?

 

Esta opinión nos parece más probable.

 

a) Puesto que en el tiempo en que fue escrito el libro, entre los judíos comenzara a difundirse como nueva la opinión de los Esenios, los cuales juntamente con Platón y otros griegos sostenían que las almas de los difuntos subían hacia arriba, mientras que ellos sostenían comúnmente que las almas bajaban a algún lugar inferior, el hagiógrafo recordando esta opinión, la cual sin embargo todavía no la había aprobado la autoridad religiosa judía, no la condena pero tampoco la aprueba, si bien más tarde parece que es partidario de ella (12,7).

 

b)    Según otros, la palabra «spiritus» es en este texto, no el alma, sino una fuerza vital, o sea como un aliento de vida impersonal, esto es que hace vivir, de tal manera que la vitalidad del hombre no supera a la vitalidad de la bestia, ya que ambos son del mismo origen y duración y del mismo fin: y una vez sentado esto se duda, admitida la inmortalidad, sobre si aquel aliento de vida se dirige a Dios y si el aliento de vida de la bestia se dirige a la tierra (según sostenían comunmente los judíos) o más bien ambos se dirigen a Dios o ambos a la tierrra. Ahora bien parece que la opinión común atribuyó al aliento de vida una dirección distinta.

 

c)    Según otros, después de dejar sentado que el espíritu del hombre vuelve a Dios (12,7), se duda acerca de si también el aliento de vida de la bestia regresa a Dios y no a la tierra.

 

d)    Según otros, el autor habla con admiración poco más o menos en este sentido: unos pocos consideran (o tal vez también -lo cual prácticamente viene a ser lo mismo- unos pocos saben con certeza) que el aliento de vida de los hijos del hombre sube hacia arriba, y en cambio el aliento de vida de las bestias desciende hacia abajo.

 

e)    Según otros, el autor dice que él en otro tiempo había ayudado acerca de esto.

 

595. 2. S.Justino dice que las almas viven mientras Dios quiere y que todo lo que ha sido hecho muere; luego niega la inmortalidad del alma

 

Respuesta. Distingo el antecedente. S.Justino niega la inmortalidad esencial del alma, concedo el antecedente; niega otra inmortalidad, la cual sin embargo dependa de Dios, niego el antecedente.

 

Ciertamente S.Justino dice (R 132) : «¿Así pues no son inmortales?. No, puesto que afirmamos que el mundo ha sido creado. Sin embargo no digo que mueran todas las almas; pues en verdad esto sería para los perversos ventajoso. ¿Entonces qué?. Que las almas de las personas piadosas están ciertamen­te en un lugar mejor, y en cambio las de las personas perversas.... en un lugar peor, esperando el tiempo del juicio...». Cf. R 133.

 

Tal vez se insista. S.Justino mismo dice que las almas de los impíos no alcanzarán la inmortalidad; luego al menos respecto a los impíos niega ésta.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. S.Justino niega a las almas de los impíos la inmortalidad sobrenatural y bienaventurada, concedo el antecedente; niega otra inmortalidad, niego el antecedente.

 

Puesto que la vida eterna es sobrenatural y tiene que ser alcanzada por la gracia de Dios, la inmortalidad de los justos en cuanto bienaventurados, es gratuita para ellos, y no se concede a los condenados. De aquí que el estado de éstos puede compararse a la muerte sempiterna. En este sentido puede entenderse el texto que se ha puesto como objeción, ya que S. Justino mismo dice: «Nosotros sabemos que solamente alcanzan la inmortalidad los que están más cerca de Dios por su santidad de vida y por su virtud; en cambio los que viven perversamente y no se convierten, sabemos por la fe que éstos son castigados con el fuego eterno».

 

En este mismo sentido hay que interpretar a otros Padres que tal vez escriben como S. Ireneo: «En efecto la vida no procede de nosotros ni de nuestra naturaleza, que se nos da según la gracia de Dios. Y por ello el que mantuviere la vida que se le ha dado y diere gracias a Aquel que se la ha concedido, recibirá vida permanente por los siglos de los siglos... en cambio los ingratos.... con toda justicia no recibirán de Dios la vida permanente por los siglos de los siglos.

 

596. 3. Arnobio enseña que las almas por su naturaleza son mortales, y que las almas de los impíos son consumidas totalmente después de un tormento prolongadísimo.

 

Esto lo escribió siendo todavía catecúmeno, y cuando no conocía perfectamente la doctrina católica.

 

4. Taciano parece que enseña que las almas de los impíos (esto es de los que desconocen la verdad) mueren juntamente con el cuerpo y que después resucitan con éste para ser atormentadas en la inmortalidad (R 157): «...Pues muere (el alma).... con el cuerpo, si desconoce la verdad; y después resucita al fin del mundo juntamente con el cuerpo, recibiendo la muerte mediante los- suplicios en la inmortalidad...».

 

Respuesta: Parece que Taciano no trata de la verdadera muerte, sino de cierto estado de sopor. En efecto poco después al dar la razón de por qué las almas de los difuntos no pueden hacer juegos de prestidigitación, da por supuesta la existencia de dichas almas a las cuales se atribuían estos juegos, las cuales ciertamente no son otras que las almas de los impíos: «Es muy dificil pensar que un alma inmortal, la cual tiene el estorbo de los miembros del cuerpo, se haga más sagaz, por haber salido de éste».

 

597. Escolio. Acerca de la inmortalidad del alma en los libros del A. Testamento escritos antes del destierro. Los Racionalistas negaron que se enseñe en estos libros la inmortalidad. Sin embargo en primer término sería extraño el que esta verdad, que era sostenida entre los pueblos orientales, v.gr entre los Caldeos y los Egipcios, fuera ignorada por el pueblo Hebreo, el más religioso de todos. Y todos afirman que los judíos fueron también los primeros que conocieron dicha verdad. Lo cual está claro v.gr. por lo siguiente:

 

a)               La muerte para los judíos es: ir con los padres (Gen 15,15: respecto de Abraham); congregarse con su pueblo (Gen 25,8: acerca de Abraham; 49,29: respecto a Jacob); irse a juntar con su pueblo (Gen 25,17: acerca de Ismael; 35,29: respecto a Isaac; 49,32: respecto a Jacob; Deut 32,50: acerca de Aaron); unirse a sus pueblos (Deut 32,50; acerca de Moisés); reunirse con sus pueblos (Num 20,24: respecto a Aaron); ir a su pueblo (Num 27,23: acerca de Moisés y de Aarón). Ahora bien este hecho se distingue del sepelio mismo (Gen 35,29: respecto a Isaac; 49,29: acerca de Jacob; 1 Rey 28,19: acerca de Saul). Además tampoco indica este hecho necesariamente un supulcro común, puesto que muchas veces no pudo ser tal, o de hecho no lo fue v. gr.: respecto a Abraham que fue sepultado cerca de Efrón en Palestina (Gen 25,9s), mientras que sus abuelos están sepultados «en Ur de Caldea» (11,28) y sus padres en Haran (11,32); respecto a Ismael hijo de Abraham el cual murió en la región oriental (25,17s); respecto a Moisés cuyo sepulcro se ignora en el valle de la tierra de Moab (Deut 34,6); respecto a Aaron muerto en el monte Hor (32,50).... (Cf también 3 Rey 2,10; 16,28; 4 Rey 21,18). Luego indican dichos textos que se reúnen después de la muerte vivientes con vivientes.

 

b)               En concreto Jacob quiere bajar al sheol junto a José, su hijo (Gen 37,35), A pesar de que piensa quer éste ha sido devorado por una bestia (37,33) siendo así que el mismo quiere ser sepultado en Efron juntamente con sus padres (49,29-31).

 

c)                Se juzga que las almas de todos los que mueren van al «sheol», esto es al lugar de las regiones inferiores de los difuntos, (Gen 37,35; 42,38; 44,29-31; Job 3,13-19; 7,9; 30,23; Sal 6,6; 88,49; Is 5,14) tanto si los que mueren son buenos (Gen 37,35, Sal 48,15 s) como si son malos ( Sal.48,15; Num 16,30; Is 14,9.11.15). El cual lugar por otra parte se diferencia ciertamente del sepulcro, puesto que es el mismo para todos (Job 3023; Sal 82,49) y éstos tienen allí cierta vida (Is 14,9-20; Ecl 11,28), tanto de buenos (Gen 37,35; Sal 48,15s) como de malos (Sal 48,15; Num 16,30-33; Is 14,9.11.15).

 

d)               Se les prohíbe a los judíos el que pregunten a los muertos ( Deut 18,11). Por otra parte Saul interrogó a Samuel (1 Re 28,7-20). Cf. Is 8,19.

 

e)               Por lo cual los Patriarcas consideraban esta vida como una peregrinación (Gen 49,9) la cual ciertamente hace referencia a algún término estable. Cf. Sal 38,13.

 

f) De aquí el que tanto Jesucristo (Mt 22,32; cf. 28,11 -juntamente con Ex 3,6) como S.Pablo (Hebr 11,13-16; cf. 13,14) dan por supuesto el que los patriarcas tuvieron fe en la vida eterna.

 

598. Y las fórmules «morir el alma», «matar el alma», y otros semejantes, las cuales ciertamente, no se emplean acerca de la muerte moral (como en Mt 10,18) sino respecto a la muerte física (Gen 37,22; Deut 22,26; Jer 40,15; Ecl 21,3; Ez 13,19; 17,17, etc), no van en contra de nuestra conclusión, puesto que en estos textos el vocablo «alma» se emplea en lugar de «vida», como en otros muchos textos (Gen 19,17; Jud 12,3; 1 Sam 19,5; Sal 118,109; Job 2,6; Jud 16,30; Job 36,14, etc). Bien en lugar de vida en abstracto, bien en lugar de un viviente en concreto, o también muchas veces en lugar de una persona y sustituyendo a un pronombre personal.

 

Los lugares en los que parecería decirse que el hombre no es «inmortal» (Ecl 17,29) o que ya no existiría después e la muerte (Sal 38,14; Job 7,21; 14,10) se refieren a la vida terrena, la cual dura poco tiempo, y es una peregrinación (Gen 47,9; Sal 38,13; Ecl 7,1).

 

Consta por tanto que los judíos conocieron el hecho de que los difuntos continuan viviendo. Ahora bien hay que confesar que otras determinaciones acerca del modo de esta vida futura sólamente fueron enseñadas poco a poco a medida que se ampliaba la revelación. De aquí que el «sheol» era descrito entre los judíos como una tierra tenebrosa y cubierta por una obscuridad de muerte, tierra de miseria, donde habita el horror sempiterno (Job 10,21s) como una tierra que devora (Prov 1,12) e insaciable (30,16; Is 5,14s), como inexorable (Cant 8,6). Sin embargo se juzgaba que los buenos tenían alguna clase de gozo (Ecl 11,28) y mucho más que realizaban alguna clase de acción, sin embargo no meritoria (Ecl 9,10; Sal 6,6; 113,17; Is 38,18).


 


[1] Cf. BOYER pág. 141s. Además, aunque las fuentes traten menos acerca de la espiritualidad del alma que de la inmortalidad de ésta (inmortalidad que es la que de modo especial interesa a los hombres), sin embargo, cuando se enseña la inmortalidad natural, también se enseña implícitamente la espiritualidad.

[2] El cerebro no es instrumento del alma, aunque ésta ciertamente depende de él, extrínsecamente en orden a los actos espirituales.