CAPÍTULO IV
DE LA CONDICIÓN MORAL DE LOS ÁNGELES

 

370. Una vez considerado lo que concierne a la naturaleza de los ángeles, pasamos a tratar lo que se refiere a la condición moral de éstos, esto es a qué fin último han sido ordenados y de qué modo han sido dispuestos a dicho fin último, de qué manera se han comportado libremente, esto es, en orden a alcanzar este fin o tal vez a rechazarlo, y en último término qué es lo que les ha sucedido según su forma de actuar.

 

A fin de llevar a efecto esto de un modo más adecuado, es menester considerar en la duración de los ángeles tres momentos distintos entre sí, al menos con distinción de razón: el momento de la creación, el de la prueba y el de la retribución. No obstante estos momentos no son de un tiempo continuado, como es propiamente el tiempo; ya que los ángeles, como espirituales que son, no están por tanto sujetos a la mutación de lo material, no dependen del espacio ni del tiempo; sino de un tiempo separado, esto es que tiene la sola sucesión de los actos inmanentes separados entre sí (1 q.62 a.5 a 2); y por ello estos momentos no responden necesariamente a los nuestros; puesto que más bien un solo acto de los ángeles puede coexistir con muchos momentos nuestros, o puesto que en los ángeles el conjunto de muchos actos del entendimiento y de la voluntad conexionados entre sí puede tomarse como un sólo acto, y de este modo como correspondiendo a un sólo momento de los nuestros[1].

 

Artículo I
De la elevación de los ángeles a la gracia santificante

 

TESIS 13. Los ángeles fueron dotados en estado de vía de la gracia santificante.

 

371. Nexo. Es de fe católica, como se verá por lo que vamos a decir después acerca de la situación final de los ángeles el que éstos, y en verdad todos, fueron destinados al menos extrínsecamente en estado de vía a un fin sobrenatural. Ahora bien, ¿fueron éstos también intrínsecamente elevados a dicho fin sobrenatural, esto es, recibieron la gracia santificante, y en verdad todos ellos? He aquí la cuestión principal que vamos a tratar ahora, a la cual es preciso añadir otras cuestiones menos importantes que se estudian en las Escuelas.

 

372. Nociones. Los ANGELES, a saber todos los que existen, tanto buenos como malos.

 

GRACIA SANTIFICANTE, a saber un don permanente y que confiere el consorcio de la naturaleza divina y la filiación adoptiva juntamente con el derecho a la herencia de Dios; están connaturalmente conexionadas con dicha gracia santificante, tanto las virtudes y los dones del Espíritu Santo como el derecho a los auxilios actuales con los que éste se conserve y alimente. Ahora bien la sobrenaturalidad de esta gracia, que aquí debemos dar por supuesta, prácticamente se probaría como la sobrenaturalidad de la gracia de Adán que expondremos después.

 

FUERON DOTADOS. De este modo se afirma el hecho de la infusión de la gracia, y se prescinde de momento de este hecho.

 

EN ESTADO DE VÍA, a saber, antes de alcanzar la retribución de la gloria o del castigo.

 

Aquí no se prueba esto directamente sino que se da por supuesto como con certeza, tanto acerca de los ángeles malos, puesto que éstos ya hubieran sido intocables en la bienaventuranza, como consiguientemente acerca de los ángeles buenos, puesto que se diría sin duda alguna que algunos ángeles (esto es, los que pecaron), fueron creados en estado de vía, y otros en estado de término. De hecho se juzga que todos los ángeles, ateniéndonos a las fuentes tomadas en el sentido obvio, pudieron en alguna ocasión pecar.

 

373. Adversarios. Entre los que admiten los ángeles nadie niega la tesis respecto a los ángeles buenos. En cambio acerca de los malos negaron la tesis algunos antiguos, HUGO VICTORINO, P.LOMBARDO, ALEJANDRO HALENSIS, S.BUENAVENTURA, en contra de la doctrina que hoy ya ha sido aceptada comúnmente.

 

374. Doctrina de la Iglesia. Comoquiera que Bayo asimilara los hombres a los ángeles en cuanto a su destino a la visión beatífica, la cual decía que les era debida tanto a unos como a otros, la Iglesia defiende dicha sobrenaturalidad al condenar las siguientes proposiciones de Bayo:

 

Ni los méritos del ángel, ni los méritos del primer hombre aún íntegro, se llaman rectamente gracia (D 1001).

 

Tanto para los ángeles buenos como para el hombre si hubiera perseverado hasta el fin de su vida, la felicidad hubiera sido retribución, no gracia (D 1003).

 

La vida eterna fue prometida al hombre íntegro y al ángel en consideración a las buenas obras, que por ley de naturaleza, las buenas obras bastan por sí mimas para conseguirla (D 1004).

 

Por consiguiente si la Iglesia da por supuesto que el hombre sin la .gracia santificante no puede conseguir la bienaventuranza, mientras que en orden a ésta coloca en la misma línea al ángel y al hombre, se deduce con derecho, que al menos los ángeles buenos según la mente de la Iglesia tuvieron la gracia santificante.

 

Valor teológico. La tesis, a causa del mutuo acuerdo de los teólogos es, respecto a los ángeles buenos, cierta en teología, y respecto a los ángeles malos, hoy es tesis común y al menos moralmente cierta.

 

375. Se prueba por la sagrada Escritura. Según los textos que antes hemos citado de la sagrada Escritura, los ángeles buenos están en estricta conexión con Cristo y con los misterios de éste, tanto de la vida terrena como de la propagación de la Iglesia y con los misterios escatológicos (n. 278). En concreto se gozan en verdad con la conversión de los pecadores, o seas con el fruto de la redención (Lc 15,10), y con su conocimiento progresivo de la Iglesia resulta en ellos más íntimamente conocida la «multiforme sabiduría de Dios» en la ejecución del decreto divino acerca de la salvación de los hombres por Cristo (Ef 3,10s); más aún, los ángeles, aunque no hayan sido redimidos por Cristo, reciben luego de su sangre con cuyo derramamiento reconcilió, «lo que haya, en la tierra y en los cielos», o sea los ángeles (Col 1,20). De donde también los ángeles, como los cristianos, son llamados santos (Mc 8,38; Lc 9,26) y elegidos (1 Tim 5,21), y «en los cielos, ven continuamente el rostro del Padre» (Mt 18,10), donde habitan los ángeles (Mt 22,10).

 

Si bien todos estos textos no resaltan expresamente la gracia santificante, difícilmente se entiende esta íntima asociación de los ángeles con Cristo y los cristianos, sin esa gracia, la cual como don característico hacia los hombres santos y elegidos y destinados a la visión de Dios.

 

376. Acerca de los ángeles malos parece que deben tomarse en la misma línea de la mente cristiana las palabras de Jn 8,44: Este (el diablo) era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad. En efecto, a) La verdad (en cualquier sentido que se considere, incluso como veracidad) suele en S.Juan referirse al bien dado por Cristo, esto es la santidad sobrenatural (la gracia). 1,14: Llena de gracia y de verdad. 2 Jn 3s: La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros según la paz y el amor. Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos quienes viven según la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Cf. 3 Jn 3).

 

b) No se mantuvo en la verdad, esto es no permaneció firme, sino que cayó y se apartó de la verdad en que se encontraba.

 

Igualmente en Jds 6: Y además que a los ángeles que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas. Cualquiera que sea el sentido literal de este texto, se alude de modo manifiesto en él al pecado de los ángeles, los cuales a causa de dicho pecado perdieron algo importante por lo que estaban constituidos en su excelsa dignidad; ahora bien esto no era algo del cielo donde no estaban, ni de su naturaleza simplicísima; luego parecería que se trata de algo sobrenatural, por lo que de hecho se alcanza en esta economía la dignidad divina, o sea la unión singular con Dios, esto es la gracia santificante.

 

378. Asimismo Ez 28,12: Eras el sello de una obra maestra, lleno de sabiduría, acabado en belleza. En el Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto...: Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios... fuiste perfecto en tu conducta desde el día de tu creación, hasta el día en que se halló en ti la iniquidad... y yo te he degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría por causa de tu esplendor. Yo te he precipitado en tierra... has profanado tus santuarios... eres un ob jeto de espanto y has desaparecido para siempre.

 

También aquí, cualquiera que sea el sentido literal, no parecería difícil que se aluda al pecado del diablo. En efecto estas palabras, las cuales las entienden unos (Tertuliano, S.Agustín, S.Cirilo de Alejandría, etc.) únicamente acerca del diablo, otros (Teodoreto) las entienden acerca del diablo y del rey de Tiro, y otros (S.Ambrosio, S.Jerónimo, etc.) acerca del rey de Tiro en el cual se describe al diablo, el profeta no las hubiera dicho, «si no hubiera sabido por otra parte que uno de los ángeles más excelsos... pecó, y de una extraordinaria belleza quedó arrojado a la más extrema miseria, no hubiera llamado querubín al rey de los Tinos, no le hubiera descrito constituido en el Edén en gloria y belleza, ni hubiera llamado de nuevo querubín al que es arrojado de su sede». Luego con estas palabras o bien se enseña directamente y "per se" el pecado y la ruina del príncipe de los ángeles rebeldes, o bien - y esto es más probable - se trata del rey Tirio, sin embargo de tal modo que se da por supuesto el pecado y la ruina de Lucifer.

 

Ahora bien las dignidades de las cuales es privado el ángel malo se juzga con toda razón que son los dones de la gracia santificarte: a) A causa de los predicados extraordinarios con que se describe al diablo; b) por el hecho de que el diablo al pecar pierde dichas dignidades, siendo así que a pesar de ello por el pecado no se pierden los dones de naturaleza, sino solamente los dones de la gracia.

 

379. Cf. también Is 14,12-19: iCómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la auroral... En este texto también ya de un modo directo si se trata directamente del diablo, o ya indirectamente, si como es más probable, se trata del rey de Babilonia, se describe, o al menos se da por supuesto, el pecado y la ruina del diablo, el cual a causa de su pecado quedó privado de los dones sobrenaturales de la gracia, prácticamente como hemos dicho en el texto anterior.

 

380. Se prueba por la tradición. 1) Los SS.PP., en cuanto que hablan del mismo modo de la santidad angélica y de la nuestra, esto es como infundida por el Espíritu Santo, se juzga que también atribuyen a los ángeles la gracia santificante.

 

S.BASILIO (R 960): Los ángeles reciben la santidad del Espíritu Santo. «Nada... alcanza la santidad si no es por la presencia del Espíritu Santo. Así pues lo que son los ángeles, lo poseen por el Verbo creador del universo; ahora bien el Espíritu Santo les ha dado a éstos la santidad».

 

S.AGUSTIN: Han recibido el Espíritu Santo. «Hay que confesar... que no pertenece solamente a los hombres santos, sino que también debe decirse de los ángeles santos, el que la caridad de Dios se ha difundido en ellos por el Espíritu Santo que les ha sido otorgado».

 

S.JUAN DAMASCENO (R 2352): Los ángeles reciben del Espíritu Santo la santificación de la gracia. «Todos los ángeles han recibido por medio de la santificación del Espíritu Santo la perfección consumada, a fin de que cada uno según su dignidad... fuera partícipe del esplendor de la gracia». Los ángeles «poseen la santidad procedente de alguien distinto de su propia naturaleza, a saber del Espíritu Santo». (R 2353).

 

381.2) El Catecismo Romano (1,2,17): «El mismo creó de la nada a la creatura espiritual y a innumerables ángeles... a los cuales dotó después del don admirable de su gracia... pues ya que se encuentra esto en las sagradas Escrituras, que el diablo no permaneció en la verdad, está claro que éste y los demás ángeles desertores fueron dotados de la gracia desde el comienzo de su origen».

 

382. Razón teológica. 1) Si todos los hombres fueron elevados en Adán a la gracia santificante, mucho más se supone que todos los ángeles fueron también elevados a ella.

 

2) Si los ángeles, y ciertamente todos, han sido ordenados a la visión beatífica, es lógico el que éstos fueran dotados de la gracia santificante, como medio proporcionado para tal fin.

 

383. Objeción. Según Jn 8,44, el diablo era homicida desde el principio, y según Jn 3,8, peca desde el principio. Según estas palabras, el diablo pecó desde el principio, luego no tuvo gracia santificante.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El diablo pecó desde el principio, esto es desde el primer instante de la creación, niego el antecedente; de otro modo, puede pasar el antecedente.

 

Nada impide el que la prueba fuera tan breve que pueda decirse que el diablo pecó desde el principio, como cuando se dice, que ya está inmerso en la red de los pecados, peca y va por mal camino desde su nacimiento o desde el seno de su madre (Sal 57,4).

 

384. Corolario. Los ángeles recibieron también las virtudes infusas tanto teologales como morales, juntamente con la gracia santificante, puesto que estas virtudes son consecuencia de la gracia santificante, y ya que les eran convenientes en orden a obrar sobrenaturalmente.

 

Ahora bien mediante esta fe conocieron en el estado de vía, como es cierto, todos los misterios sobrenaturales de la fe que conciernen a Dios, en cuanto que es único, v.gr. que Dios es salvador, justificador, remunerador sobrenatural; el misterio de la Santísima Trinidad, como se admite comúnmente; más probablemente el misterio de la Encarnación, no en cuanto a todas las circunstancias.

 

385. Escolio 1. Los ángeles recibieron la gracia santificante en el momento mismo de la creación. Esto es muy probable, en contra de Alejandro Halense, S.Buenaventura, etc., los cuales dijeron que los ángeles fueron creados en las gracias naturales, y que después recibieron la gracia tras una debida preparación.

 

Ciertamente S.Agustín dice (R 1755): «... simultáneamente creó la naturaleza de los ángeles y les otorgó la gracia». S.Basilio (R 960): «Pues los ángeles no fueron creados en estado de infantes, y después habiéndose perfeccionado paulatinamente con el ejercicio se hicieron de este modo dignos de recibir el Espíritu; sino que en la primera constitución y juntamente con una a modo de mezcla de su substancia tuvieron la santidad infusa». S.Tomás (1 q.62 a3), al cual le siguen ya los autores comúnmente, como Suárez, Frassen, y otros por doquier, sostienen lo mismo. Tienen valor "a fortiori" las razones aducidas en este asunto respecto al hombre (Cf. 714).

 

386. Escolio 2. Los ángeles se dispusieron con un acto propio sobrenatural para esta gracia. 1) Esto, que lo negó Molina, diciendo que los ángeles recibieron la gracia a manera de naturaleza sin una disposición previa, lo afirmaron como más probable no sólo Pedro Lombardo y aquellos autores antiguos que hemos citado poco ha, sino que lo enseña la mayor parte de los teólogos juntamente con Sto.Tomás, esto es que los ángeles en el primer instante de la creación por un acto libre propio se dispusieron a la gracia santificante (1 q.62 a.2), y que los ángeles superiores recibieron mayor gracia a causa de su mejor disposición para ella (1 1.62 a.6; 2.2 1.24 a3 a 3). Además conviene a la creatura libre el que sea infundida en ella la gracia santificante en virtud de una disposición previa, puesto que por dicha gracia se entable entre Dios y el hombre una verdadera amistad, de cuya naturaleza es siempre el mutuo acuerdo de ambas partes.

 

387. Escolio 3. Los ángeles recibieron la gracia tanto actual como santificante según distinta perfección natural de ellos. Esto se admite comúnmente en contra de algunos como Arriaga, sin que no obstante dicha perfección natural sea de ningún modo la razón que exige la gracia y mucho menos la diferente distribución de ésta. S.BASILIO ciertamente dice (R 950): «Las virtudes de los cielos... según la proporción por la que se aventajan mutuamente tienen la santificación recibida del Espíritu». SJUAN DAMASCENO (R 2352): «Todos los ángeles... mediante la santificación del Espíritu Santo recibieron la perfección consumada, a fin de que cada uno según su dignidad y orden fueran partícipes del esplendor de la gracia».

 

Puesto que Dios creó con diferencia de perfección natural a los ángeles, a los cuales destinó el orden de la gracia y de la gloria, convino el que aquellos fueran destinados a diversos grados de gracias según los diversos grados de perfección.

 

388. Escolio 4. Los ángeles buenos alcanzaron la vida eterna. Estos ángeles, al perseverar en la gracia, son llamados también «hijos de Dios» (Job 1,6), ahora bien, la vida eterna consiste en la visión beatífica, que es otorgada a los hombres que mueren en gracia, puesto que en las fuentes la bienaventuranza de los ángeles se describe del mismo modo que la bienaventuranza de los hombres. Nuestro aserto es de fe católica.

 

Consta, v.gr.: a) por el culto que se les tributa a los ángeles en la Iglesia. El Catecismo Romano (3,2,8-10), al tratar del culto de los ángeles: «Así pues deben ser invocados puesto que están viendo constantemente a Dios»... b) Según Mt 18,10: sus ángeles en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos (Ap 1,4; 5,11; 7,11). Por Mt 22,30 (Lc 20,36), los hombres bienaventurados serán como ángeles de Dios en el cielo. En Lc 9,26 son llamados santos. c) Por los SS.Padres, v.gr. S.Agustín (R 1971): «Entonces conoceré así como soy conocido... los que han hallado esto, debemos decir que ellos mismos están en la posesión de la bienaventuranza... más quiénes son estos bienaventurados en grado sumo, los cuales ya están en dicha posesión..., esto ya es muy difícil de saber. Sin embargo es totalmente cierto el que los ángeles santos sí que se encuentran ya en la posesión de la bienaventuranza...».

 

No cesan día y noche de decir: Santo, Santo, Santo, Señor Dios todopoderoso, aquel que era, que es y que va a venir. (Ap 4,8), como ya había dicho Is 6,3. Estas palabras son como la substancia de la liturgia celestial, a la cual se une diariamente la Iglesia en la oblación del sacrificio como vemos en el prefacio. Además Juan XXIII, al exhortar a los sacerdotes a la recitación devota del breviario, pone de relieve la conexión de nuestras preces con la liturgia de los ángeles: «Nos gusta citar del libro del Apocalipsis, libro admirable en verdad y muy acomodado para el consuelo, el texto en el que están bosquejados los ritos y las ceremonias divinas que se realizan en el templo del cielo, de donde sobre todo los sacerdotes podrán tomar un incentivo para la meditación (transcribe Ap 8,3-5; cf. 5,8).

 

De este espectáculo sublime se concluye claramente cuántos momentos hay por voluntad de Dios benignísimo en las preces de los santos, esto es en la Iglesia, adecuados al culto de los hechos de los tiempos».

 

389. La naturaleza y las propiedades (la eternidad, la impecabilidad, la igualdad, la inmutabilidad) de esta bienaventuranza no se estudian aquí, puesto que según las fuentes no se juzga el que éstas difieran esencialmente de la bienaventuranza de los hombres de la cual se habla en el tratado Acerca de los Novísimos.

 

390. Escolio 5. Los ángeles han merecido su bienaventuranza. Esto es cierto en teología. S.Agustín (R 1950): «Algunos ángeles... libremente... apostataron de Dios... pero los demás también libremente permanecieron en la verdad y han merecido conocer con toda certeza la verdad acerca de que jamás caerán». «Los ángeles santos... al caer los otros libremente, también libremente permanecieron ellos mismos y merecieron recibir la recompensa debida a esta permanencia, a saber tan gran plenitud de bienaventuranza, por la que saben con toda certeza que permanecerán siempre en ella...». (R 1955). S.Gregorio Magno (R 2325): «... Al caer los ángeles malos, los ángeles santos permanecieron en su bienaventuranza y recibieron esto como don, el ya no poder caer jamás...». En verdad, ¿con qué motivo los ángeles pudieron ser colocados en estado de vía, sino a fin de merecer la bienaventuranza del mismo modo que el hombre?.

 

Escolio 6. ¿Cuándo recibieron los ángeles la bienaventuranza?. En el primer instante después del primer acto de caridad realizado. por ellos, según S.Tomás (1 1.62 a.5; q.63 a.5 y 4), a quien le siguen otros muchos autores.

 

Artículo II

Acerca de la caída de muchos ángeles

 

TESIS 14. Muchos ángeles pecaron gravemente.

 

392. Nexo. Lo que hemos dicho hasta ahora de la condición moral de los ángeles conviene a todos ellos. Ahora bien puesto que después aparecen unos como malos y otros como buenos, pasamos a tratar ahora de la situación ulterior de los mismos. Así pues trataremos en primer lugar de la situación de los malos, y antes de nada del modo cómo se hicieron malos, esto es, del pecado de ellos.

 

393. Nociones. MUCHOS ÁNGELES. Tenemos esta fórmula indefinida puesto que no consta el número de los ángeles que pecaron. Si bien dicho número se considera como grande.

 

PECARON. De este modo se afirma simplemente el hecho de que aquellos ángeles violaron algún precepto de Dios, aunque desconocemos con certeza cuál fue su pecado.

 

GRAVEMENTE. Esto no se prueba directamente en la tesis, puesto que por el tenor de las fuentes y por lo que vamos a decir después acerca de la condenación de aquellos ángeles se desprende fácilmente.

 

394. Adversarios. De entre los Albigenses dualistas, esto es, que admiten un principio bueno y otro malo por su propia naturaleza, sostenía la mayor parte, que muchos demonios fueron malos desde el principio por su propia naturaleza, y otros decían que hubo un solo ángel malo desde el principio, el cual sedujo a los otros ángeles malos.

 

Y no faltan hoy en la historia de las religiones, los que piensan que la doctrina cristiana acerca del diablo es cierto efecto del antiguo dualismo. Incluso entre los protestantes hay algunos a quienes las fe, según dicen ellos, nada les enseña acerca de nuestra tesis, v.gr. Barth, el cual, al negar el pecado de los ángeles que habían sido antes buenos, dice que la existencia del diablo no puede negarse o afirmarse, sin que por lo demás la razón humana pueda saber qué es el diablo. Según otros es algo impersonal simbólico del mal, que obra en la historia o de un modo sorprendente en ciertos hombres, e incluso para Reisner, que es protestante, es un fenómeno interior de la conciencia moral, o sea la nada personificada del hombre el cual está en contra del Creador para perseguir su propia divinización, o, según dice Turmel, algo mitológico.

 

395. Doctrina de la Iglesia. El C. provincial Bracarense (D 237): «Si alguno dice que el diablo no fue primeramente un ángel bueno creado por Dios... sino que él mismo es el principio y la substancia del mal, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema».

147

INOCENCIO III (D 427): «Creemos que el diablo se hizo malo, no por su propia condición, sino por su libre voluntad».

 

El Concilio IV de Letrán (D 428): «En efecto el diablo y otros demonios fueron creados ciertamente por Dios buenos por naturaleza, sin embargo ellos mismos se hicieron malos por su propia voluntad». Todas estas palabras son claras, sobre todo si se tienen en cuenta las que acabamos de citar acerca de la mente de los Albigenses.

 

396. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 428).

 

397. Se prueba por la sagrada Escritura. En los textos de la tesis precedente, se menciona el pecado de los ángeles: a) en singular (acerca del diablo) en Ez 28,12-19; Is 14,12-19; Jn 8,4; b) en plural (de los ángeles que pecaron) en Jds 6.

 

Se pone de relieve explícitamente el pecado de los ángeles. 2 Pe 2,4: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron. 1 Jn 3,8: El diablo peca desde el principio.

 

Se dice implícitamente que pecaron muchos ángeles, los cuales son presentados como malos, a pesar de que Dios no pudo hacerlos moralmente malos. Se les llama a estos ángeles malos: Espíritus inmundos (Le 8,29), Los Espíritus del mal (Ef 6,12), Espíritu malo (Lc 11,26), Homicida... desde el principio... mentiroso (Jn 8,44), Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero, fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él en la batalla contra san Miguel y sus ángeles (Ap 12,9); donde por otra parte aunque se trate, según parece, de la batalla de Cristo triunfante en los cielos en contra de satanás mediante el ejército de los ángeles, sin duda se indica la batalla empezada al principio por, los ángeles malos.

 

398. Se prueba por la tradición. Los SS.Padres en muchísimas ocasiones citan el pecado de los ángeles, aunque no se pongan de acuerdo sobre la cualidad del pecado:

 

S.AGUSTÍN (R 1950): «Algunos ángeles cuyo príncipe es el que recibe el nombre de diablo, libremente se hicieron apóstatas de Dios nuestro Señor».

 

S.GREGORIO MAGNO (R 2307): «Dios había creado las dos clases de creaturas, a saber la angélica y la humana; ahora bien a ambas por su soberbia las derribó y las derrumbó del estado de rectitud con que habían sido creadas... el Creador... debió rechazar al ángel apóstata».

 

S. FULGENCIO (R 2266): «Parte... de los ángeles... se apartó de su Creador... con una aversión totalmente voluntaria...».

 

S. LEON MAGNO resume así la doctrina de la tradición (R 2180): «La fe verdadera, que es la católica, confiesa la buena substancia de toda creatura, tanto espiritual como corporal... porque Dios... todo lo hizo bueno. De donde también el diablo sería bueno si permaneciera en lo que fue creado. Pero puesto que usó mal de su excelencia natural y no se mantuvo en la verdad... se apartó del sumo bien, al cual debió estar adherido».

 

399. Razón teológica. Hay ángeles moralmente malos; es así que éstos no pudieron ser creados de esta forma por Dios, luego ellos mismos pecaron.

 

400. Objeción. No hubiera sido conforme con la sabiduría de Dios el que creara a tantos ángeles, los cuales había previsto que no alcanzarían el fin último; luego éstos no pecaron.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Dios había previsto que éstos no alcanzarían el fin último que debía ser alcanzado condicionalmente, esto es la bienaventuranza, concedo el antecedente; el fin último que debía ser alcanzado absolutamente, esto es la manifestación de la bondad de Dios, niego el antecedente (1 q.63 a.7 y 2).

 

Tal vez se insista: al menos desdice de la bondad de Dios, el no haberles dado gracias eficaces; luego éstos no pecaron.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Desdice de Dios el no haberles dado gracias al menos verdaderamente suficientes, concedo el antecedente; precisamente eficaces, niego el antecedente.

 

401. Corolario. Los ángeles pecadores no fueron creados en una bienaventuranza sobrenatural (según dijeron Vives y unos pocos autores) puesto que la razón de ésta es la impecabilidad.

 

Tampoco fueron creados en una bienaventuranza natural. Esto parece más probable en contra de los Tomistas, ya que la razón de cualquier bienaventuranza es la imposibilidad de perderla y consiguientemente la impecabilidad, y porque en otro caso habría que decir que los demonios son ahora bienaventurados, como dijeron algunos, según Billuart, a pesar de que el pecado grave personal aparta de Dios en cuanto fin sobrenatural y en cuanto fin natural.

 

Y no se diga, con los mismos Tomistas, que los ángeles son impecables en contra de la ley natural (cf. n356), pues, supuesto esto, éstos serían también impecables contra la ley sobrenatural, puesto que la ley natural ordena la obediencia respecto a toda ley impuesta a la creatura. Sto.Tomás mismo dice (1 q.63 a.1): «No puede haber pecado en la sola voluntad divina, más en cualquier voluntad creada puede haber pecado según el orden de su naturaleza» (cf. 356). Así pues si dice (1 q.62 a.1): «En cuanto a la primera bienaventuranza, que el ángel pudo alcanzar con la virtud de su naturaleza, fue creado bienaventurado», trata sin duda acerca de cierta bienaventuranza natural imperfecta e incoada, como si según su modo de pensar los ángeles hubieran tenido naturalmente tal conocimiento de Dios mayor que el cual no lo hubieran alcanzado en la bienaventuranza natural, más no trata de una bienaventuranza perfecta, puesto que en ésta hubieran sido impecables.

 

402. Ahora bien, por otra parte los ángeles malos no pecaron en el momento mismo de su creación, según dijeron algunos antiguos, interpretando mal aquel texto: el diablo peca desde el principio (1 Jn 3,8). En verdad esta opinión es rechazada como muy temeraria por los teólogos; «esta sentencia es muy temeraria porque va contra el torrente de los Padres y los teólogos, y consiguientemente contra las expresiones de la sagrada Escritura, según las entienden comúnmente los santos y los teólogos»; más aún, según Sto.Tomás (1 q.63 aS), el ángel no pudo pecar en el primer instante de su creación. «La operación comienza simultáneamente con el ser de una realidad le proviene por el agente por el cual tiene el ser... ahora bien el agente que trata el ser a los ángeles, a saber Dios, no puede ser la causa del pecado» (El mismo texto anteriormente citado).

 

403. Escolio 1. El número de los ángeles que pecaron fue grande. Se dice "multitud innumerable" (S.Juan Damasceno), "ejército" (S.Justino), "innumerables" (Eusebio).

 

Sin embargo fue menor el número de los ángeles que perseveraron en gracia. Muchos refieren a los ángeles el texto del Ap 12,4: Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo (Si bien, según parece, literalmente «las estrellas del cielo» en este texto son los hombres). Muchos Padres afirman esto, v.gr. S.Agustín: «Puesto que el número mucho mayor de los buenos en el cielo observa el orden de su naturaleza». Parece que es conveniente el que la mayor parte de ellos no pecaran, así mismo el pecado va contra la inclinación natural (1 q.63 a.9).

 

404. Escolio 2. El pecado de los ángeles fue gravísimo. Lo cual está claro: a) Por la excelencia de Dios, S.Agustín (R 2013): «En efecto la naturaleza racional cuanto es ella misma superior, tanto peor es su caída, y cuanto más increíble es su pecado, tanto es más condenable. Por consiguiente el ángel cayó sin posibilidad de reparación...». b) Por carecer de la debilidad de la carne. S.Gregorio Magno (R 2307): «Pues el ángel solamente es espíritu, y en cambio el hombre es espíritu y carne. Por tanto el Creador, compadeciéndose, debió encarnarse a a fin de redimir la carne, la cual consta que en la realización del pecado obró algo por debilidad; y por consiguiente debió rechazar al ángel apóstata tanto más cuanto que... no tuvo nada débil procedente de la carne». c) Por la carencia de tentación propiamente tal, incluso externa (lo cual tiene valor al menos refiriéndose al diablo, puesto que se juzga que los otros fueron inducidos por él). S.Juan Damasceno: «Se considera digno de mayor perdón el que peca por persuasión de otro... pues el que peca por su propia decisión, éste no tiene ninguna excusa... y por consiguiente el diablo que pecó por su propia voluntad, quedó exento de toda penitencia».

 

405. Escolio 3. El pecado del diablo fue de soberbia, considerado en sentido estricto, esto es en cuanto al apetito desordenado de la propia excelencia. Esta es la opinión totalmente común de los Padres y doctores, en contra de unos pocos Padres primitivos (como Orígenes, Clemente Alejandrino, Tertuliano) que pensaron que el pecado fue de lujuria carnal con las hijas de los hombres (Gén 6,1-4), o que fue (según algunos autores más), por envidia de ver que el hombre había sido creado a imagen de Dios y que de este modo había sido elevado a tan gran dignidad.

 

Enseñaron este aserto: a) implícitamente los que (como Escoto), hacen consistir este pecado en el amor desordenado de sí mismo, puesto que dicho desorden consiste en que el ángel se prefiere a Dios, en lo cual precisamente está la soberbia; y aquellos que (como S.Cipriano, Lactancio, etc.) hacen consistir este pecado en la envidia, puesto que, dicen S.Agustín (R 1708) «la causa de tener envidia es la soberbia«. b) De modo explícito otros, como S.Atanasio (R 793): «La soberbia precipitó a Satanás desde el cielo...».

 

Lo mismo enseña la sagrada Escritura, Ecl 10,15: Porque el comienzo de todo pecado es la soberbia. Cf. Tob 4,14. Le 10,18: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo, las cuales palabras Cristo las dijo en contra de la vanagloria.

 

Lo mismo enseña la razón teológica, según la cual el pecado de los ángeles no pudo dejar de ser el amor desordenado a ellos mismos, y en verdad, a causa del apetito de algún bien espiritual indebido, en lo cual precisamente consiste la soberbia. Ahora bien, de ésta surge fácilmente la envidia, la desobediencia, la desesperación, etc.

 

Sin embargo es muy incierto qué clase de excelencia ansió desordenadamente el diablo al pecar, a saber, según las diversas opiniones, si deseó la unión hipostática (Suárez) y en contra del orden de Dios (conocido tal vez por el diablo en virtud de algún precepto), el principado tiránico sobre todas las demás creaturas (Molina); o en último término, pasando por alto otras opiniones, lo que se defiende más comúnmente con Sto.Tomás, a saber que era como Dios, más no en cuanto a la igualdad de naturaleza, puesto que sabía el diablo que esto era imposible, sino en cuanto a la semejanza, y en verdad en cuanto aquello en lo que no nació para asemejarse a Dios, a saber, «porque... ansió el poseer por su propia virtud la bienaventuranza final, bien la natural bien la sobrenatural, lo cual es propio de Dios... a causa de esto se siguió también el que deseó tener algún principado sobre las otras creaturas. En lo cual quiso perversamente también asemejarse a Dios» (1 q.63 a.3).

 

406. Acerca del pecado del diablo en el orden cristiano. Siendo los ángeles ordenados, una vez prevista la redención y la encarnación, al servicio de Cristo y de todos los hombres en orden a la salvación de ellos en Cristo, el pecado del diablo conlleva a causa de esto mismo el rechazo del mandamiento divino y la rebelión contra el proyecto divino de salvar a todos en Cristo, de tal manera que se dirige al mismo tiempo contra Dios y contra Cristo y contra todos los hombres en cuanto destinados por El mismo a la salvación cristiana. De donde la guerra del diablo contra los hombres va contra ellos y en contra de todo el orden que debe ser llevado a su culmen por Dios en el Cuerpo Místico de Cristo por medio de los hombres.

 

407. En este tema hay que fijarse sobre todo en el pecado de Satanás[2]. Ahora bien, puesto que los otros ángeles que pecaron lo siguieron, se juzga con todo derecho que éstos cometieron el mismo pecado en cuanto a la especie.

 

408. Escolio 4. A los ángeles que pecaron no se les dio tiempo de penitencia. Así pues el castigo siguió inmediatamente después del pecado, el cual así como para el hombre la muerte es el fin del tiempo de la prueba, así también el pecado lo fue para los ángeles malos. Esta es la opinión prácticamente común en contra de la opinión, que de ningún modo puede ni debe aprobarse, de unos pocos autores (Escoto, Salmerón), de que les fue concedida la gracia de tener tiempo para hacer penitencia.

 

La sagrada Escritura parece que avala este aserto, 2 Pe 2,4: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron (igualmente Jds 6; Lc 10,18), sin que haga mención de entre tan gran multitud de nadie que hiciera penitencia. S.Agustín (R 1843): «Puesto que... sabemos que el Creador de todos los buenos no concedió ningún momento de gracia para reparación de los ángeles malos...». S.Fulgencio (R 2265): «Acerca de los ángeles... dispuso y cumplió esto, que, si alguno de ellos perdía la bondad de su voluntad, nunca la repararían con un don divino».

 

409. La razón de no dar a los ángeles tiempo de penitencia fue la voluntad de Dios. La cual quiso mostrar en éstos la justicia, mientras que en los hombres ha querido mostrar su misericordia. Ahora bien, ¿por qué lo ha querido así?, tal vez por la naturaleza de la voluntad angélica que se adhiere de forma inamovible a sus decretos deliberados de por sí, y por tanto incapaz de penitencia y de alcanzar el perdón (según los tomistas); o bien sencillamente por un decreto de Dios de negar tiempo y gracia de penitencia a causa del pecado gravísimo y perfectamente deliberado y cometido sin ninguna tentación previa interna ni externa; o bien al mismo tiempo para que los hombres conocieran la gravedad del peligro.

 

410. Escolio 5. ¿De dónde es que pudieron pecar los ángeles? En efecto éstos estaban inmunes, no sólo de error, de pasión de hábito malo, sino también de ignorancia. Según unos, ninguna ignorancia es absolutamente necesaria para que la voluntad peque siguiendo su arbitrio, mientras que según otros no puede haber pecado sin ninguna ignorancia, o al menos según piensa Suárez, no parece que sea necesaria, sino que comúnmente no se da el pecado sin ella. De aquí que responden Escoto, Valencia y otros, que los ángeles, simplemente llevados de su libre arbitrio, sin ninguna ignorancia en absoluto; Sto.Tomás, Suárez, Billuart y la mayor parte responden que los ángeles pecaron con alguna ignorancia, no con una ignorancia positiva, esto es con un acto positivo erróneo, sino negativa, o sea con falta de suficiente consideración.

 

Sosteniendo esta última opinión pregunta Manya acerca de la causa de esta falta de suficiente consideración, situándola en cierto apetito indeliberado de la propia excelencia, «el cual espontánea-mente, esto es, aparte de los dictámenes objetivos de la mente angélica, tal vez actúa en la voluntad del ángel moviendo a ésta»; pues en otro caso no puede explicarse la posibilidad de dicho pecado, ya que la intuición angélica agota toda la cognoscibilidad natural de la cosa, y por otra parte tampoco está estorbada por la pasión, y la voluntad libre sin algún juicio previo, no estima como bueno esta falta de suficiente consideración. Esta opinión parece que implica contradicción con la perfección angélica; sin embargo tampoco consta de un modo absoluto acerca de la falsedad de dicha opinión.

 

Articulo III
De la condenación de los ángeles pecadores

 

TESIS 15. Los ángeles pecadores fueron condenados eternamente.

 

411. Nexo. Puesto que consta que muchos ángeles pecaron gravemente, surge la cuestión acerca de qué es lo que les sucedió. A los cual responde esta tesis.

 

412. Nociones. LOS ANGELES PECADORES, igual que en la tesis anterior.

 

FUERON CONDENADOS ETERNAMENTE. Con estas palabras se indica la condenación al infierno que vamos a estudiar después como que corresponde a los hombres que mueren en pecado mortal, y que comprende la pena de daño y la pena de sentido, ya que las fuentes hablan del mismo modo respecto al infierno de los ángeles y al infierno de los hombres (D 429; Mt 25,42).

 

Así pues la naturaleza de esta condenación no se estudia aquí, puesto que según las fuentes, ésta nos e diferencia esencialmente de la condenación de los hombres, de la cual se trata en otro lugar.

 

413. Adversarios. Aparte de los que niegan la existencia de los demonios (los materialistas, los racionalistas), los origenistas dijeron que los demonios en alguna ocasión serían restituidos a la felicidad eterna. Ahora bien, el pensamiento de ORIGENES en cuanto que favorece a éstos probablemente (si bien hipotéticamente), no está claro.

 

414. Doctrina de la Iglesia. VIGILIO (D 211): «Si alguno dice o piensa, que el suplicio de los demonios es temporal... y que alguna vez llegará su fin, o bien que se dará la reintegración de los demonios a su situación primitiva... sea anatema.

 

C. IV de Letrán (D 429): «Estos hombres (los hombres réprobos y los elegidos), resucitarán... para recibir según sus obras..., los réprobos pena perpetua en compañía del diablo y los elegidos premio eterno en compañía de Cristo».

 

PIO XII: El hecho de la inmutabilidad y la eternidad del juicio de la condenación y de su ejecución está fuera de cualquier controversia... el Legislador Supremo... dejó fija la validez sin término de su juicio y de la ejecución de éste. Luego esta duración no tiene fin.

 

415. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 429).

 

416. Se prueba por la sagrada Escritura. Mt 25,41: Apartaos de mi malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. 2 Pe 2,4: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro los entregó a las prisiones tenebrosas. Jds 6: Y además que a los ángeles que no mantuvieron su dignidad..., los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran día. Ap 20,9: Y el diablo... fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

 

417. Se prueba por la tradición. Los SS.Padres así como hacen mención muchas veces del pecado de los ángeles, así también muchas veces mencionan la condenación eterna de éstos.

 

S.ATANASIO (R 793): «De este modo... habló (el diablo): Subiré y pondré mi trono enfrente de Dios y seré semejante al Altísimo. Y a causa de esta expresión fue arrojado y su herencia ha sido el fuego eterno».

 

S.FULGENCIO (D 2266): «La parte... de los ángeles, que se apartó con aversión voluntaria... de Dios..., encontró por el juicio de la justicia divina el comienzo de su condenación en la aversión misma de su voluntad, de tal manera que para esta parte de los ángeles el empezar ya a ser castigados no fue algo distinto, que el ser apartados del amor de aquel bien beatífico, la cual condenación ordenó Dios que durara íntegramente en un suplicio eterno de tal manera que preparó también para ellos el fuego eterno...».

 

S.AMBROSIO: «Tú, manqueo, piensas que has sido creado por el diablo, así pues apresúrate a marchar a la sede de aquél, donde el fuego..., donde no se apaga su incendio, para que jamás termine el castigo».

 

418. Escolio 1. De los ángeles malos. Estos se citan muchas veces, no sólo en el N.T., sino en el A.T., son llamados demonios (Mt 9,34), ángeles del diablo (Mt 25,41), espíritus inmundos (Lc 8,29), espíritu malo (Hchs 19,12), dominadores de este mundo tenebroso, espíritus del mal (Ef 6,12).

 

Se dice que éstos tienen algún príncipe, como dijeron los judíos mismos (Mt 9,34), estando de acuerdo Jesucristo (Mt 25,41). Este príncipe recibe el nombre de Diablo (el mismo texto), Belcebú, príncipe de los demonios (Mt 12,24), Satanás (Lc 11,18), príncipe de este mundo (Jn 12,31) Belial (2 Cor 6,15). Es llamado Lucifer en base a Is 14,12 (al tratar del rey de los caldeos).

 

Los Padres y los teólogos dicen más comúnmente que éste fue el más distinguido, o al menos de los más distinguidos, de todos, a no ser que se diga que fue el primero del orden más bajo de todos. Su principado sobre los demás se funda probablemente en su perfección natural, y en que impulsó a pecar a éstos con su ejemplo y tal vez con su persuasión; se extiende, según parece, a que le obedezcan en su lucha contra Dios, intentando perjudicarlo en los hombres (permitiendo esto Dios a causa de bienes mayores), de tal manera que éstos ángeles malos están sujetos a Satanás en estas cosas, bien espontáneamente bien forzosamente (como castigo del pecado).

 

419. Escolio 2. Los ángeles malos están sufriendo la pena del infierno. Esto es según la sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia, de fe católica, en cuanto a la pena de daño, y doctrina común y verdadera en cuanto a la pena de sentido. Sin embargo la pena del fuego algunos Padres primitivos y Cayetano la diferían respecto a los demonios hasta el juicio final.

 

Ahora bien, queda suficientemente indicado que las penas esenciales ya les están siendo aplicadas. 2 Pe 2,24: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron. Lc 10,18: Veía yo a Satanás cayendo del cielo como un rayo. La razón teológica también apoya esto, pues si el alma humana inmediatamente después de la muerte sufre las penas del infierno, y ciertamente sin interrupción, esto tiene mucho más valor respecto a los ángeles malos, puesto que ellos pecaron con más gravedad que el hombre (1 q.64 a.4).

 

Ahora bien, admitimos que los tormentos de los demonios después del juicio universal han de ser aumentados accidentalmente (Mt 8,29); pues serán condenados también públicamente y serán privados de la libertad de estar fuera del infierno, de dañar a los hombres, y de poner obstáculos al culto divino, etc[3] Y tal vez no dicen más los textos de los Padres que Petavio presenta como objeción (Cf. 419), según indica Hurter.

 

420. El entendimiento de los demonios, a causa del pecado, ha sido privado de toda luz sobrenatural, no en cambio de la luz natural, puesto que lo natural de ellos ha permanecido íntegro (1 q.64 a.l).

 

La voluntad de los demonios, a causa del pecado, ha quedado totalmente obstinada en el mal, de donde según la doctrina al menos cierta, no puede hacer penitencia saludable, en cuanto privada de toda gracia, ni siquiera penitencia natural, según la doctrina común, así mismo obra moralmente mal en todo acto; pues al estar su voluntad irrevocablemente apartada y en contra de Dios y vuelta y dirigida a algún fin perverso, no puede (aunque hiciera algo bueno en sí) dejar de obrar por ese fin perverso, esto es sostenido comúnmente como verdadero en contra de algunos teólogos, que piensan que los demonios, en cuanto libres que son por lo que se refiere al ejercicio, no están determinados a obrar el mal; y en cuanto libres por lo que se refiere a la especificación, pueden alguna que otra vez realizar algunos actos totalmente honestos.

 

Ahora bien, la causa de la obstinación, que es difícil de determinar, según S.Tomás, es la voluntad angélica en el objeto libremente elegido, a causa de la cual, según el santo doctor, el ángel es inflexible respecto a la elección que ya ha hecho; según Suárez, la miserable condición del condenado juntamente con la fragilidad de la voluntad creada dejada a su sola virtualidad, sin ningún auxilio de la gracia, y según otros autores, otras causas distintas.

 

N.B. Acerca de estos y otros temas prácticamente tiene valor todo lo que se va a decir más ampliamente acerca de los castigos y penas de los hombres en el tratado de Novísimos.

 

421. Si bien el lugar de castigo de los demonios es el infierno, como está suficientemente claro por las fuentes anteriormente aducidas, sin embargo, bien muchos demonios o bien todos, pueden sin duda alguna hasta el fin del mundo, siempre con algunas limitaciones, estar fuera de él (1 q.64 a.4). Ef 2,2: Según el príncipe del imperio del aire; 6,12: Los dominadores de este mundo tenebroso. Lc 8,31: Y le suplicaban (a Jesús) que no les mandara irse al abismo. León XIII: «Arroja con tu poder divino al infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan por el mundo para la perdición de las almas».

 

422. Escolio 3. Del estado de vía de los ángeles. Todos los ángeles estuvieron en alguna ocasión en este estado de vía, según se desprende de lo que hemos dicho acerca de la condición moral de los ángeles. Ahora bien, la duración de este estado de vía, que abarca el espacio entre la creación y la retribución final, aunque no se sabe su amplitud, se juzga con razón en base a las fuentes, que fue brevísima.

 

Ahora bien, en ésta, dejando otros modos de concebir el hecho, podrían distinguirse tres momentos del siguiente modo: a) En el primero (el de la creación), todos los ángeles fueron creados, no sólo con los hábitos sobrenaturales, sino también en acto de fe, de esperanza, de caridad, con el cual se convirtieron a Dios, y por el que merecieron la primera gracia de congruo, y la primera gracia de condigno, sin que no obstante esta gloria les haya sido dada inmediatamente. b) En el segundo (el de la prueba), unos pecaron mereciendo así la condenación eterna, y otros permanecieron en el amor de Dios, por un acto de caridad por el que merecieron de condigno el aumento de gracia y de gloria. c) En el tercero (el de la retribución), los que pecaron fueron condenados y los que permanecieron en el amor de Dios recibieron la gloria.

 

Y tampoco S.Tomás, al decir (1 q.62 a.5) que el ángel inmediatamente después del primer acto de caridad, con el que mereció la bienaventuranza, fue bienaventurado, parece que piensa de otro modo (pues podría entenderse respecto al mérito perfectamente libre), puesto que el santo doctor inmediatamente después (1 q.63 a.3 a.l 4) prácticamente indica que todos los ángeles tuvieron un instante después de recibir la gracia y antes de la retribución final, al decir: «Y de este modo la primera operación fue a todos, sin embargo en la segunda ya fueron distintos. Y por ello en el primer instante todos fueron buenos, pero en el segundo los buenos fueron distintos de los malos».


[1] La duración intrínseca del ángel, esto es la que le compete a éste realmente e independientemente de la coexistencia de algo material, no incluye en sí lo anterior y posterior, esto es, la medida mediante momentos realmente distintos de tiempo que corre, sino que solamente la duración extrínseca de él, esto es, la que tiene en dependencia de la duración de algo material y por relación a ésta, incluye dicha medida.

[2] En cuanto al momento de cometer este pecado, según Sto.Tomás (1 q.62 a.6), «la opinión... más probable y más de acuerdo con las palabras de los santos, es que el diablo peca inmediatamente después del primer instante de la creación. Y es necesario decir esto, si se admite que en el primer instante de su creación vino a estallar ene 1 acto de su libre arbitrio, y puesto que fue creado en gracia».

[3] Respecto al texto de Mt 8,29, co1214: «Hay que sostener la opinión que ya ha prevalecido en la Iglesia, de que incluso ahora son atormentados los demonios y donde quiera que vayan llevan consigo sus tormentos. Sin embargo son menos castigados ahora, puesto que tienen el poder de estar de un lado a otro de este mundo y dañar a los hombres».