CAPITULO III

DE LAS PROPIEDADES DE LOS ÁNGELES

 

327. Después del estudio de la existencia y de la naturaleza espiritual de los ángeles, pasamos a estudiar con más profundidad esta última en cuanto a sus propiedades de entender, de querer, de obrar. Así pues ahora vamos a tratar acerca de cada una de éstas, y en verdad según el orden indicado.

 

Artículo I

Algunos asertos acerca del entendimiento angélico

 

328. Nexo. Al ir a tratar acerca del conocimiento angélico, que es un tema bastante obscuro y discutido por los teólogos, vamos a decir unos pocos datos acerca de su perfección e instrumento, medio, modo y amplitud del objeto.

 

329. Los ángeles superan a los hombres en cuanto a la perfección del conocimiento. En efecto los ángeles, como más excelentes que los hombres, los superan sin lugar a duda al menos en cuanto a la facultad intelectual y por tanto en la perfección de los actos de ésta. 2 Re 14,20: Pero mi señor (David) es sabio, con la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer cuanto pasa en la tierra. Mt 24,36: Mas de aquel día (el del juicio final) y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo... sino sólo el Padre. Sitian Damasceno (R 2352): Los ángeles son «las segundas antorchas intelectuales que tienen su fulgor de la luz primera que carece de principio». S.Gregorio Magno (R 2303): «... Sus conocimientos se extienden incomparablemente con mucho por encima de los nuestros... así pues la ciencia de los ángeles en comparación de la nuestra es muy extensa, sin embargo en comparación de la ciencia de Dios es muy limitada; así como los espíritus mismos de ellos en comparación de nuestros cuerpos son ciertamente espíritu...». Los ángeles conocen independientemente de la materia, mientras que los hombres dependen de la sensación en su conocimiento.

 

330. Poder intelectual del ángel. La acción de entender del ángel no es el ser mismo del ángel, puesto que esto no puede suceder más que en Dios, sino que más bien como que se distingue de El a la manera que el acto se distingue de la potencia; ni es tal que el entendimiento del ángel se identifique realmente con su esencia, puesto que en el ángel el entender y el ser no son mismo. Sin embargo el ángel carece de entendimiento agente (aunque Escoto sostuvo lo contrario) ya que es propio de este entendimiento el abstraer las especies de los fantasmas, lo cual no se da en el ángel.

 

331. Medio del conocimiento angélico. El ángel, según la opinión casi común, excepto la de unos pocos, se conoce a sí mismo mediante su esencia, ya que ésta (al igual que todo lo que hay en él, v.gr. propiedades, accidentes, etc.) es cognoscible "per se" y presente de modo muy especial en el entendimiento angélico; por más que esto no tiene valor respecto a nuestra alma, el cual no representa nada sino a manera de algo material. Todo lo demás (lo que no está intrínsecamente unido a su esencia) el ángel lo conoce mediante las especies, ya que no está de por sí determinado a conocer todas las cosas, como hay que sostener en contra de Palmieri; el cual piensa, a fin de que no parezca que se introduce de este modo el idealismo en los ángeles, que el entendimiento angélico más bien está determinado por Dios en la creación del ángel, a fin de entender en acto su objeto.

 

Ahora bien, estas especies más probablemente el ángel las tiene no por su esencia (según pensaron Cayetano, Báñez, etc.), ya que ésta, como limitada que es, no contiene, incluso virtualmente, las especies de todos los seres que pueden ser conocidos eternamente por el ángel; ni tampoco las tiene extraídas de los objetos (según pensó Escoto en cuanto a lo singular), ya que sin duda el modo de entender del ángel es intermedio entre el modo divino, o sea por la esencia divina, y nuestro modo, o sea mediante las especies extraídas de los objetos; sino que las tiene inmediatamente infundidas por Dios (según piensan Sto.Tomás, Suárez y muchos otros), y ciertamente en la creación del ángel ya que la mente angélica está preparada desde el primer momento para recibir dichas especies.

 

Estas especies, como hay que sostener en contra de Escoto, son universales, no meramente por abstracción, como las especies universales humanas, esto es que representen muchos objetos bajo una sola razón común, sino por perfección, o sea que representan muchos objetos bajo la razón individual de cada uno; pues como quiera que el conocimiento angélico supera nuestra perfección, es menester que dicho conocimiento se dé mediante especies más perfectas y más poderosas que las humanas. Y en verdad son tanto más universales cuanto más nobles son los ángeles.

 

332. Modo angélico de conocer. El ángel siempre conoce en acto algo; pues al tener la substancia viviente por su naturaleza siempre alguna operación en acto, es menester que el ángel ejerza en acto aquella operación que le es propia, a saber la acción de entender; más aún, se conoce siempre necesariamente, en cuanto que siempre está presente a su entendimiento, en cambio no conoce en acto todo lo que puede conocer, ya que al ser dueño de su acto, puede, como nosotros, considerar una u otras cosas.

 

¿Puede el ángel conocer de forma discursiva, o sea por sucesión causal de actos? Según Sto.Tomás, no. Según Escoto, ciertamente, incluso aquellas cosas que se derivan evidentemente de los primeros principios conocidos "per se". Según Suárez, el ángel no puede conocer por vía discursiva los objetos naturales evidentemente conocidos, ya que el ángel, puesto que conoce con más profundidad que nosotros los primeros principios, conoce al instante en ellos todas las conclusiones; sin embargo sí puede conocer ciertamente los objetos conocidos por él por mera conjetura (como los secretos de los corazones, los misterios de la gracia, etc.), ya que éstos pueden deducirse de otra cosa conocida.

 

El ángel conoce conjuntando y separando, en cuanto que aprehende o capta por separado el sujeto y el predicado y, comparándolos entre sí, hace una afirmación o una negación respecto a ellos, no cuando se trata de sujetos y predicados que conoce con evidencia, pero sí ciertamente (según piensan Suárez y otros comúnmente en contra de los tomistas)) cuando son sujetos y predicados que conoce por conjetura, según se desprende claramente por la naturaleza de las cosas.

 

El ángel puede equivocarse, no en lo evidentemente conocido, así como nuestro sentido no puede equivocarse respecto al propio objeto, sino solamente en lo conocido por conjetura, como nuestro entendimiento puede equivocarse respecto a aquello que conoce mediante discurso.

 

333. Objeto material del conocimiento angélico. Lo que el ángel puede conocer naturalmente, con certeza quiditativamente, es muy amplio. En efecto, si es absolutamente cierto que el entendimiento angélico tiene de un modo más excelente las perfecciones de nuestro entendimiento, y que carece de las imperfecciones que son exclusivamente propias de este entendimiento nuestro, se afirma con muchísima verosimilitud que el ángel conoce: a) A sí mismo; a otros ángeles; a los hombres; las cosas materiales y en verdad por separado; en cambio a Dios sólo de forma abstracta.

 

b) Todas las cosas naturales y los efectos que existen de las mismas; también muchas causas y muchos efectos posibles, pero no todos. c) A no ser que estén sujetos a derecho ajeno, también los hechos presentes y, con tal que se dé algún rastro de ellos, los hechos pretéritos y futuros en cuanto tales; en cambio no conoce, según parece, los hechos futuros necesarios, si en éstos concurren muchas causas y durante un largo espacio de tiempo.

 

Articulo II

Del conocimiento de los secretos de los corazones

 

TESIS 11. Los ángeles no pueden conocer naturalmente y con certeza los secretos de los corazones.

 

334. Nexo. En los párrafos precedentes hemos indicado positivamente el objeto del conocimiento angélico; ahora en cambio asignamos a este conocimiento algún límite, o sea determinamos hasta dónde no se extiende dicho conocimiento, a saber a los secretos de los corazones, a los futuros libres, a los misterios de la gracia. Así pues tratamos en primer término de los secretos de los corazones.

 

335. Nociones. LOS SECRETOS DE LOS CORAZONES, de los cuales se trata aquí, son no cualesquiera actos internos del ser racional, sino solamente los actos libres, y todos aquellos que connotan algún acto libre que no se ha manifestado exteriormente con ningún signo.

 

Reciben éstos el nombre de secretos de los corazones, puesto que comúnmente se le considera al corazón como a manera de la fuente de toda la vida moral (Mt 5,8; 15,18s; Rom 1,21).

 

Estos son los actos libres de la voluntad; los actos del entendimiento de las facultades inferiores imperados por la voluntad, ahora bien en cuanto imperados o libres; los actos del entendimiento que o bien son previos al acto de la voluntad o bien siguen a este acto, los cuales connotan dicho acto de la voluntad como libre.

 

A estos secretos: a) No pertenecen los actos manifestados externamente; los actos imperados de las facultades inferiores, ahora bien en cuanto a entidades físicas, como quiera que se manifiestan por la mutación del órgano; los actos necesarios con los que otro ángel se conoce y se ama. b) No consta totalmente el que pertenezcan los actos necesarios de la voluntad; los actos del entendimiento o bien no imperados, o bien en su entidad física, si son imperados. c) Tal vez no pertenecen aquellos actos libres que la creatura quiere positivamente que conozcan los ángeles (los cuales no obstante conocen al menos preternaturalmente dichos actos, v.gr. las oraciones internas dirigidas a ellos).

 

336. NO PUEDEN CONOCER. Con estas palabras se afirma la imposibilidad física de conocimiento, bien sea "ab intrinseco", o por falta de fuerzas de la naturaleza, bien sea "ab extrinseco", porque Dios en su providencia negando el concurso impide dicho conocimiento.

 

NATURALMENTE, a saber por las solas fuerzas de la naturaleza, puesto que el conocimiento sobrenatural, esto es por revelación de Dios, es sin duda alguna posible.

 

CON CERTEZA, a saber no simplemente por conjeturas, puesto que de este modo dicho conocimiento es al menos muchas veces posible.

 

337. Adversarios. La tesis, según la proponemos, no tiene ningún adversario, puesto que hasta los Escotistas lo admiten, si bien dicen que esta incapacidad de los ángeles es extrínseca a ellos.

 

338. Valor teológico. En cuanto a los actos emitidos libremente por la voluntad, es al menos cierta en teología, a no ser que tal vez se diga más bien de fe divina y católica por la sagrada Escritura y la Tradición, si bien los textos de la sagrada Escritura tratan directamente acerca del hombre. En cuanto a los actos de las otras facultades imperados por la voluntad, parece que hay que decir lo mismo. En cuanto a los actos del entendimiento que simplemente connotan algún acto libre de la voluntad, es cierta en teología.

 

339. Se prueba por la sagrada Escritura. 1) Positiva, mediante las fórmulas que indican sin duda alguna todos los actos que dan por supuesto el libre influjo de la voluntad o bien connotan éste: a) se dice que el conocimiento de los corazones es propio de Dios. Jer 17,9s: Tortuoso es el corazón, impenetrable para el hombre; ¿quién puede conocerlo? Yo, Yahvé, que penetro en los corazones y pruebo los riñones. 1 Par 28,9: Yahvé sondea todos los corazones y penetra los pensamientos en todas sus formas. Sal 43,22: Él, que conoce los secretos del corazón.

 

b) El conocimiento se atribuye a Dios por antonomasia. Sal 7,10: Tú, que escrutas corazones y entrañas, oh Dios justo. Hebr 4,12: La palabra de Dios... escruta los sentimientos y pensamientos del corazón.

 

c) Este conocimiento es presentado como perteneciente a Cristo. Jn 1,47-51: Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Le dice Natanael: ¿De qué me conocéis? Le respondió Jesús: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Le respondió Natanael: Rabí, tú eres el Hijo de Dios... Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera crees? Has de ver cosas mayores... 2,24: Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.

 

2) Negativamente. Nunca se atribuye explícita o implícitamente a los ángeles buenos o a los malos dicho conocimiento como natural en ellos.

 

340. Se prueba por la tradición. 1) Los demonios no conocen los secretos de los corazones.

 

S.JERÓNIMO (R 1391): «... el diablo no conoce qué es lo que piensa interiormente el hombre en el alma, a no ser que se dé cuenta de ello por los movimientos externos...». CASIANO (R 2051): Pueden «los espíritus inmundos alcanzar las cualidades de nuestros pensamientos, si bien conjeturando éstos desde el exterior por los indicios sensibles, esto es, o bien por nuestras disposiciones o bien por las palabras y deseos hacia lo que nos han visto que nos inclinamos con mayor afán. Por lo demás aquellas cualidades que aún no han surgido de lo interno del alma, de ningún modo pueden llegar a ellas».

 

2) Solamente Dios conoce los secretos de los corazones. S.BASILIO: «Con qué ánimo, con qué intención... solamente lo conoce el que entiende todas nuestras obras».

 

341. Razón teológica. La creatura racional, al estar ordenada solamente a Dios como último fin, y al tender a El con sus actos libres, se considera que tiene perfecto dominio de dichos actos, de tal manera que en éstos depende exclusiva-mente de Dios. No tendría este perfecto dominio si no pudiera ocultar según su voluntad sus actos, puesto que de este modo quedaría privada de libertad, al menos en gran parte.

 

342. Esta razón es meramente moral, que prueba que no conviene el que los secretos de los corazones sean conocidos por los ángeles. Ahora bien, ¿cuál es la razón física por la que de hecho se da esta ignorancia? Es difícil indicar alguna razón plenamente convincente. 1) Según los Escotistas es la denegación por el concurso de la divina providencia. Sin embargo tal facultad natural que siempre se encuentre impedida por Dios de realizar su acto es absurda. 2) Según Caietano, etc., es la carencia de especies innatas que sean suficientes para esto. Sin embargo no todos admiten esta teoría de las especies infusas. 3) Según Palmieri, etc., es la naturaleza de los actos vitales, que en cuanto tales, no son conocidos más que por la creatura misma que los realiza y por Dios, en cuanto que éste abarca toda verdad y concurre a dichos actos. Sin embargo, si el ángel conoce intuitivamente el alma humana, ¿por qué no puede también ver los actos de ésta?

 

343. Objeciones. 1) El diablo entra en el corazón del hombre, luego puede conocer los secretos de éste.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. El diablo entra en el corazón del hombre para hacer estragos, concedo el antecedente; por el conocimiento de los secretos del corazón, subdistingo: si éstos se manifiestan al exterior, concedo; en otro caso, subdistingo de nuevo; por conjeturas, concedo; con certeza, niego.

 

2) El diablo muchas veces en los energúmenos manifiesta los secretos de éstos, luego conoce los secretos de los corazones.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Si éstos se le descubren a él o se le manifiestan por los efectos externos, concedo el antecedente, en otro caso, subdistingo: los manifiesta como probables, concedo; como ciertos, subdistingo: por especial permisión divina, puede pasar; de un modo meramente natural, niego.

 

Artículo III
Del conocimiento de los futuros libres

 

TESIS 12. Los ángeles no pueden conocer naturalmente y con certeza los futuros libres.

 

344. Nexo. Una vez que nos consta por lo ya probado que los ángeles no pueden conocer los secretos de los corazones, se pregunta si pueden conocer los futuros libres.

 

345. Nociones. FUTURO es aquello que no es, pero que será.

 

FUTURO LIBRE se considera aquí como aquello que depende de la creatura, que no obra necesariamente sino que obra libremente, o bien inmediatamente por sí mismo, o bien por aplicación de otra causa natural en orden a obrar.

 

Ahora bien se indican con esta fórmula, no los actos presentes de la voluntad creada que decide hacer algo en el futuro, ni los actos internos que va a realizar ella más tarde, puesto que todos estos actos pertenecen a los secretos del corazón; sino ciertos efectos externos en cuanto dependen éstos de la determinación libre de la creatura, pero que no han sido manifestados de ningún modo.

 

No PUEDEN CONOCER, a saber físicamente, y en verdad, bien mediatamente en la causa misma, bien inmediatamente en sí mismos.

 

NATURALMENTE CON CERTEZA se toman estas palabras como en la tesis anterior.

 

346. Doctrina de la Iglesia. El Concilio Vaticano 1 (D 1790): «... Ha querido Dios que juntamente con los auxilios internos del Espíritu Santo estén unidos los argumentos externos de su revelación, a saber los hechos divinos, y en primer lugar los milagros y las profecías, los cuales al mostrar espléndidamente la omnipotencia de Dios y su infinita sabiduría, son signos totalmente ciertos de la revelación divina». Luego si la profecía es un hecho divino que muestra la sabiduría infinita de Dios, que da a conocer con toda certeza la revelación divina no puede ser algo que competa naturalmente a los ángeles.

 

347. Valor dogmático. De fe divina y católica según la sagrada Escritura y la Tradición que interpreta así la sagrada Escritura.

 

348. Se prueba por la sagrada Escritura. Ésta establece el conocimiento de los futuros libres: a) Como argumento de la divinidad. Is 41,23: Indicadnos las señales del porvenir y sabremos que sois dioses. 46,9s...: Yo soy Dios y no hay ningún otro. Yo soy Dios y no hay otro como yo. Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el comienzo lo que aún no ha sucedido.

 

b) Como signo de la misión divina de Cristo. Jn 14,20: Y OS lo digo ahora antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

 

c) Como el que muestra el origen divino del Evangelio. Rom 1,2: ... Escogido para el Evangelio, que había prometido por medio de sus profetas en las Escrituras sagradas, acerca de su Hijo...

 

349. Se prueba por la tradición. 1) El conocimiento cierto de los futuros es propio exclusivamente de Dios. S.JUSTINO (R 116): «... Es obra de Dios el predecir las cosas antes que sucedan, el que éstas demuestran que han sido hechas como se había predicho acerca de ellas». S.AGUSTÍN (R 1740): «Quien... no conoce de antemano todos los futuros, no es ciertamente Dios. Por lo cual nuestras voluntades tienen tanto valor cuanto Dios ha querido y ha sabido de antemano que éstas varían...».

 

2) Por ello se dice que Dios como por antonomasia conoce de antemano los futuros. S.CIRILO DE JERUSALÉN (R 815): Dios «conoce de antemano los futuros y es más poderoso que todos. Pertenecer y hacer todos los futuros como quiere». TEODOROTO (R 2162): «Dios ve de antemano desde siempre en cuanto Dios las cosas que iban a suceder... el Dios del universo en cuanto Dios desde siempre todas las cosas...».

 

350. Razón teológica. Los ángeles no pueden conocer el futuro libre en los secretos de Dios, puesto que éstos no pueden ser conocidos naturalmente; ni tampoco en la voluntad misma, ya que ésta es en sí indiferente a cualquiera de las dos cosas. No en sí mismo, puesto que, en cuanto futuro, no es nada ni es acto ni es potencia determinada y por consiguiente no es cognoscible más que en el signo por el que se produce en acto, así pues, de tal forma que en cuanto futuro no puede ser conocido más que por el entendimiento infinitamente perfecto el cual tiene presente simultáneamente la eternidad entera.

 

351. Objeciones. Los demonios preanunciaron muchas veces los futuros libres, luego los conocieron.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Los demonios preanunciaron los futuros libres en base a un conocimiento conjetural, concedo el antecedente; en base a un conocimiento cierto, subdistingo: obtenido de un modo puramente natural, niego; por otro cauce, v.gr. por la revelación divina hecha a los hombres, puede pasar.

 

Para que la objeción tenga verdadero valor, hay que probar dos cosas, las cuales en verdad no se prueban: a) que esa predicción fue firme, no sólo en apariencia, sino como en base a un conocimiento cierto. b) Si esta predicción fue en base a un conocimiento cierto, hay que probar que se ha obtenido de un modo puramente natural.

 

352. Corolario 1. Los ángeles no pueden conocer los seres intrínsecamente y "simpliciter" sobrenaturales, con la visión beatífica, la gracia santificante y todos los otros seres conexionados intrínsecamente con ellos. Y en cuanto a la entidad, puesto que ésta supera a las fuerzas de cualquier naturaleza finita, incluso posible, y ni al menos con certeza en cuanto a la posibilidad, puesto que esos seres no guardan ninguna conexión necesaria con la naturaleza.

 

Nuestro aserto parece cierto en contra de Escoto y de otros que dicen que los ángeles pueden conocer los seres sobrenaturales: si aún no existen, en cuanto a la posibilidad en abstracto; y si ya existen, en cuanto a la existencia de un modo intuitivo.

 

353. 2. Los ángeles no pueden conocer naturalmente los misterios sobrenaturales de Dios. Estos misterios son o bien totalmente intrínsecos a Dios, como la Trinidad, o bien los que se dan en las obras de Dios "ad extra", como la Encarnación; y el aserto tiene valor en cuanto a la posibilidad del misterio concreto antes de ser conocida la revelación, y después de conocida ésta en cuanto a la vivida de ellos. En verdad puesto que (1 Cor 2,11): Lo que es propio de Dios nadie lo conoce más que el Espíritu de Dios, los misterios de Dios: si tienen comienzo, antes de que existan éstos dependen de la sola libertad libre de Dios, la cual no puede ser conocida naturalmente, y una vez que ya existen son "simpliciter" sobrenaturales y por tanto superan cualesquiera fuerzas de la creatura.

 

354. Los ángeles naturalmente pueden tal vez conocer antes de la revelación que algunos misterios sobrenaturales de la gracia son posibles en general; pero no el que esta sobrenaturalidad sea precisamente en cuanto a la substancia, que algún misterio concreto sea ciertamente posible o vaya a darse realmente en el futuro.

 

Los ángeles bienaventurados conocen sobrenaturalmente en el Verbo los misterios de Dios, y en verdad en distinto número y grado según la diversidad de la gloria de ellos. Asimismo Dios les revela a otros hechos desconocidos según la misión y la función de ellos. Igualmente los ángeles superiores iluminan a los inferiores respecto a los misterios (S.Tomás 1.q.57 a.5).

 

Artículo IV

De la voluntad angélica, considerada naturalmente

 

355. Los ángeles tienen voluntad libre. Esto es de fe implícitamente definida en el Concilio de Letrán (D 428): «El diablo... y otros demonios fueron creados por Dios... buenos en cuanto a su naturaleza, sin embargo ellos mismos se hicieron malos por sí mismos». Esto mismo nos transmite la sagrada Escritura, al enseñar que los ángeles pecaron (2 Pe 2,4; Jds 6) y los Padres, v.gr. S.Justino (R 142): «Creó libres a los ángeles y a los hombres en orden a la observancia de la justicia». Taciano (R 156): «Ahora bien... antes de crear a los hombres fue creador de los ángeles. Y ambas clases de creaturas del arquitecto divino fueron creadas libres». La razón teológica muestra no sólo el hecho de la voluntad libre, sino también el que ésta es más perfecta que la voluntad humana según hemos dicho acerca del entendimiento angélico.

 

356. A causa de la gran perfección de esta libertad angélica, la determinación del ángel se realiza, no en una larga deliberación, sino instantáneamente. Ahora bien esta elección libre, una vez puesta con plena deliberación, ¿es ya inmutable?. Esta cuestión se plantea aquí en general acerca de toda elección libre del ángel, aunque en contra de la opinión común, los Tomistas piensan que el ángel es defectible sólo en las cosas sobrenaturales, no en cambio respecto al fin natural.

 

Los Tomistas afirman dicha inmutabilidad del acto de querer del ángel, unos una inmutabilidad física, y en verdad en toda elección, o solamente en la elección del bien que el ángel se propone con un fin último, según la distinta opinión, otros una inmutabilidad moral, esto es que con muchísima dificultad puede cambiar. La razón es porque, puesto que el ángel a causa de la aprehensión perfecta del objeto forma un juicio práctico irrevocable, se considera también que quiere éste de modo irrevocable.

 

Durando, Escoto, Suárez y otros, niegan dicha inmutabilidad. Esto parece más probable (si bien no se le niega al ángel cierta firmeza moral de adhesión), puesto que ni su conocimiento se considera que arrastre después de la elección necesariamente hacia el objeto a su voluntad, la cual no arrastraba antes de su elección; y tampoco el acto de la elección es eterno de tal modo que la voluntad no pueda apartarse de él; y tampoco la voluntad creada es por esencia inmutable.

 

357. Además la libre voluntad del ángel, aunque más eminente en grado, prácticamente hay que considerarla como la humana, de tal modo que su objeto adecuado es el ser bajo la razón de Dios (y es libre con libertad de contradicción para obrar o no obrar), o bien con libertad de contrariedad (para realizar este acto o el contrario), o bien con libertad de especificación (para realizar este acto o aquél) si que no obstante más probablemente pueda alcanzar la acción de apartarse de todo acto en absoluto.

 

358. Puesto que no implica contradicción por parte de la inmaterialidad, el ángel es capaz, a) de esperanza, de desesperación, de audacia, de temor (Sant 2,19); también de apetito de venganza por una injuria hecha. b) De gozo (Lc 15,7-10), de deseo (1 Pe 1,12), de amor respecto al bien; de odio, de huida, de tristeza respecto al mal. c) De amor natural y espontáneo por el que se ama a sí mismo y ama a Dios bajo la razón genérica de bien; y de amor de elección o libre, por el que se ama a sí y ama otros objetos (cf. S.To 1 q.60).

 

Artículo V

Del poder de acción de los ángeles

 

359. El ángel puede moverse de un lugar a otro. En efecto se dice que son enviados, que marchan, que corren (Job 1,7; Zac 2,4; Ex 14,19; Mt 28,2; Lc 1,26-28.38). Están en algún sitio, siendo así que no obstante no están en todas partes, y no se adhieren necesariamente a un lugar determinado. Luego pueden moverse (1 q.53 a.1.3).

 

¿Puede un ángel moverse sin que pase por un lugar intermedio? Afirmativamente responden los que explican que la presencia de un ángel en un lugar se realiza por la aplicación de la virtud. En cambio los demás responden negativamente, puesto que esto equivaldría a la multiplicación simultánea de ángeles en muchos lugares, la cual multiplicación parece que supone poder infinito.

 

El movimiento del ángel es velocísimo, según todos los autores. Ahora bien se discute si hay que asignar término a esta velocidad, según pensaba Vázquez, o no, como se piensa más comúnmente con Sto.Tomás y Suárez.

 

360. El ángel puede mover a otros espíritus. Esto tiene valor a no ser porque el que va a ser movido sea más fuerte y haga resistencia. Según Tob 8,3, Rafael aprisiona al demonio y lo ató en el desierto del Egipto superior. Según Lc 16,22, sucedió... que... era llevada por los ángeles al seno de Abraham el alma de Lázaro. Ahora bien Vázquez niega que este poder sea natural, y en cambio Suárez lo afirma.

 

361. El ángel puede mover los cuerpos. Según Dan 14,35 el profeta Habacuc fue llevado por el ángel a Babilonia. Según Hch 8,39, Felipe fue arrebatado por un ángel que lo llevó a Azoto. Según Jn 5,4 el ángel movía el agua de la piscina. El ángel, como muy superior a los hombres en virtud, puede sin dudas alguna hacer algo en los cuerpos, luego al menos lo que es lo mismo, o sea mover éstos localmente.

 

Ahora bien se entiende con dificultad el modo de dicho movimiento. Esto por otra parte no se realiza mediante contacto cuantitativo, está claro, sino por algún contacto de virtualidad.

 

Este poder, el cual sin duda es diferente según la diversa perfección del ángel, es limitado. Ahora bien, el ámbito del mismo nos resulta desconocido.

 

362. El ángel puede producir efectos corpóreos maravillosos. Pues como quiera que puede mover localmente los cuerpos, puede, aplicando los principios activos a los pasivos, realizar en los cuerpos también mutaciones substanciales, ahora bien de tal manera que él mismo disponga simplemente la naturaleza, la cual haga salir su propia virtualidad.

 

Y así puede: a) en la vida vegetativa fomentar o impedir la nutrición, las enfermedades, la vegetación, pero no puede resucitar a un muerto o hacer alguna otra cosa que no pueda producir la naturaleza con su propia virtualidad; b) en la vida sensitiva, puede fomentar o impedir los movimientos de la carne, el deleite, el dolor, la memoria, y afectar de varios modos los sentidos externos e internos; c) en la vida racional, agudizar la capacidad del ingenio, mover indirectamente bien el entendimiento, por medio de la excitación de las especies, o por la impresión de los fantasmas o por la presentación del objeto, o bien la voluntad impulsándola a querer algo libremente.

 

363. El ángel puede asumir los cuerpos. S.Agustín: «La misma sagrada Escritura atestigua que se aparecieron... ángeles a hombres en unos cuerpos concretos de tal forma que no sólo podían ser vistos, sino también ser palpados». Cf. Gen 18,2-16; Lc 1,2638; Hch 12,7-10; todo el libro de Tobías.

 

Ahora bien, si bien estos cuerpos asumidos por el ángel tal vez sean verdaderamente orgánicos, según pensó Tertuliano, si no más bien aéreos o de otro modo sutiles (si no verdaderamente reales), como se afirma más comúnmente, el ángel no se une a estos cuerpok hipostáticamente, como verdadera forma substancial o accidental, sino sólo a manera de como el que realiza el movimiento, de aquí que no vivifica dichos cuerpos y por tanto no realiza como principio vital, las acciones vitales de los mismos, si bien produce por imitación estas acciones vitales de tal manera, que parece que estos cuerpos están realmente vivos.

 

364. El ángel puede hacer un milagro. Ahora bien no un milagro «quoad se» y «simplicitur tale», según está claro, sino un efecto sensible que tenga una causa "per se" oculta a todas las creaturas, esto es, no por razón de algún obstáculo (1 q.110 a.4); sino «quoad nos» y «secundum quid tale», o sea un efecto sensible que tenga una causa "per se" oculta a todos los hombres, a saber, por razón de la limitación de la naturaleza humana misma (T.To 3 CG 103); pues al superarnos en inteligencia y en poder con mucho, puede, aplicando los elementos activos a los pasivos, realizar muchas acciones las diales sean "quoad nos" (en cuanto a nosotros), o «praeter naturam» (fuera de la naturaleza), como es la curación de un ciego (Tob 11,15), o «contra naturam» (en contra de la naturaleza), como el ser elevados los hombres de la tierra (Dan 14,15), o «supra naturam» (por encima de la naturaleza), como es la acción de hablar en la serpiente (Gen 3,1-5).

 

365. Todo esto se refiere al milagro físicamente considerado. Ahora bien considerado éste moralmente, como instrumento de Dios para poner de manifiesto la mente divina o para alcanzar algún efecto intentado por Dios, no puede ser realizado por un ángel más que por un mandato o por aprobación de Dios. Pero nunca puede ser realizado por el demonio para engañar a los hombres; en efecto hay que creer con toda firmeza «que ni los demonios realizan nada según el poder de su naturaleza... sino lo que Dios ha permitido, cuyos juicios ocultos son muchos, y todos ellos justos.

 

366. El poder ejecutor de los ángeles no es realmente distinto del entendimiento y de la voluntad de ellos, como hay que sostener con más probabilidad con S.Tomás, si bien Suárez no está de acuerdo con esto.

 

Articulo VI
Del trato mutuo de los ángeles

 

367. Los ángeles hablan entre sí. Esto es, unos manifiestan sus conceptos mentales a otros. Esto es al menos cierto en teología. Sagrada Escritura: 1 Cor 13,1 menciona las lenguas de los hombres y de los ángeles. Según Jds 6, Miguel respondió, cuando altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés: «Que te castigue el Señor». Según Is 6,3: los serafines se gritaban el uno al otro: Santo... Santo... Santo...

 

La Tradición: S.JUAN CRISÓSTOMO (R 1197): «Éste dice la lengua... de los ángeles,... y quiere dar a entender lo siguiente: Aunque habla como suelen hablar los ángeles entre sí... la llamó lengua... quiso bosquejarnos de algún modo conocido entre nosotros la mutua conversación entre ellos». S.JUAN DAMASCENO (R 2352): «Los ángeles «sin necesidad de un lenguaje expresado oralmente se comunican mutuamente sus pensamientos y sus decisiones». Razón teológica: Los ángeles viven en sociedad, la cual, en cuanto que debe ser gobernada, supone la libre manifesta­ción mutua de decisiones, de pensamientos, de preceptos, etc.

 

Puede hablar naturalmente con Dios, para manifestarle sus conceptos por otra parte ya conocidos de El; en cambio no pueden hablar naturalmente con nosotros, puesto que la locución puramente espiritual en esta vida no está adaptada a nuestra alma y la alocución de ellos de signos sensibles es preternatural.

 

368. Ahora bien el modo como un ángel manifiesta unos conceptos mientras que oculta otros, y ciertamente de tal manera que sólo aquél al que se dirige la alocución conozca ésta, es en sí bastante oscuro. Por esto lo explica omitiendo otros modos Escoto juntamente con otros autores, por la producción del conocimiento del concepto en el oyente; Suárez y otros autores por la impresión de la especie impresa en el oyente; S.Buenaventura y otros, por la libre extensión de la misma especie inteligible al oyente; Sto.Tomás y otros muchos - lo cual parece que es lo más probable -, por la libre ordenación del concepto al oyente de tal manera que Dios determina en orden a conocer el entendimiento de éste mediante su concurso[1].

 

369. Se da la iluminación angélica. En esto están de acuerdo todos los escolásticos (fundados según parece en la sagrada Escritura y en la Tradición), siguiendo al Pseudo-Dionisio, el cual habla constantemente de la iluminación angélica, a la cual llama también purificación y perfección.

 

Ahora bien esta iluminación es una manifestación de una verdad desconocida, que un ángel superior transmite a otro inferior a manera de magisterio, en orden a Dios; puesto que es muy conforme con la providencia divina el que en una sociedad de superiores e inferiores el superior dirija y enseñe al inferior. De donde la iluminación es una locución especial, que supone en algunos ángeles superioridad en cuanto a la sabiduría y se realiza a manera de manifestación, lo cual en verdad no se refiere a la locución en cuanto tal.

 

Puede darse acerca de muchas cosas relacionadas con la gracia, las cuales el ángel superior las ve en Dios y en cambio no las ve el inferior; sin embargo probablemente no se da acerca de cosas puramente naturales (o al menos que sólo se tienen que conocer de algún modo preternatural), puesto que éstas y a son conocidas por el ángel inferior, al menos mediante la ciencia infusa preternatural-mente por Dios[2]


[1] Según Sto.Tomás, «en la locución del ángel no origina ningún obstáculo la distancia del lugar«, «y así el ángel percibe lo mismo desde un lugar cercano que desde uno muy apartado la locución de otro ángel».

[2] «En los demonios no puede darse iluminación en sentido propio»... porque la iluminación se da en orden a Dios, el cual ilumina todo entendimiento... y un demonio no pretende ordenar a otro demonio hacia Dios, sino más bien lo que pretende es separarlo del orden divino» (S.To 1 q.109 a.3). Sin embargo «por medio de los santos ángeles son revelados a los demonios muchos conocimientos acerca de los misterios divinos, puesto que la justicia divina exige el que se lleven a cabo algunas acciones mediante los demonios, o bien para castigo de los malos, o bien para ejercicio de los buenos... ahora bien estas revelaciones... por parte de los demonios no son iluminaciones, porque no las ordenan hacia Dios...».