LIBRO II
ACERCA DE LOS ÁNGELES

 

271. Hemos considerado hasta ahora el hecho de la creación de todas las cosas que existen fuera de Dios; en sus circunstancias tanto de tiempo como de libertad por parte de Dios; su causa bien la final o bien la causa ejemplar; la conservación de todas las cosas; por último el divino concurso a las acciones de las creaturas. Y ya pasamos a estudiar en concreto acerca de estas creaturas; ahora bien lo que en las cosas bien inanimadas bien irracionales concierne al teólogo en cuanto tal, prácticamente está comprendido en lo que ya hemos dicho. Mas puesto que por encima de estas cosas está el hombre y sobre el hombre está el ángel, pasamos a tratar ahora en concreto acerca de éstos, y de tal modo que en razón de su dignidad hablemos en primer lugar del ángel y después del hombre.

 

Por otra parte también el teólogo tiene que tratar acerca del ángel porque la naturaleza de éste guarda cierta relación íntima con el alma humana; la situación moral del ángel prácticamente conviene con la situación del hombre; y el ángel ejerce un influjo importante en el hombre que se encuentra en estado de vía.

 

Por consiguiente debemos estudiar aquí su existencia, su naturaleza y propiedades, la elevación al orden sobrenatural y la caída y la condenación de muchos ángeles, las relaciones respecto al hombre tanto de estos ángeles caídos como de los ángeles buenos.

 

CAPITULO I
DE LA CREACIÓN DE LOS ÁNGELES

 

Artículo I

De la existencia de los ángeles

 

TESIS 9. Existen los ángeles.

 

272. Nexo. Así pues la primera cuestión acerca de los ángeles es respecto a la existencia de éstos, una vez propuesta alguna noción de lo que es el ángel, la cual noción le distinga suficientemente de toda otra realidad conocida por nosotros, si bien todavía no defina la naturaleza íntima del ángel. Después tendremos que exponer otras cuestiones que están conexionadas con la existencia de los ángeles.

 

273. Nociones. EXISTEN se dicen a fin de afirmar solamente la existencia de ellos, haciendo abstracción del modo como la alcanzan, puesto que consta suficientemente que éstos existen solamente por haber sido por Dios.

 

ANGEL, según la etimología originaria de la palabra griega αγγελος, que significa misión y no naturaleza, es lo mismo que enviado, mensajero; se toma aquí: 1) No metafóricamente, en cuanto que designa el nombre de una misión, como el Precursor (Mt 11,10) u obispo (Apoc 2,1; 3,1)h, etc. 2) Sino en sentido propio, en cuanto que es el nombre de una naturaleza con el que se indica una substancia racional, inferior a Dios, por encima de los hombres de algún modo que no vamos a determinar ahora. 3) Ahora bien en cuanto que designa a los ángeles buenos y malos.

 

274. Puesto que la Sagrada Escritura y la Tradición presentan claramente a los ángeles como substancias racionales inferiores a Dios y superiores al hombre y consiguientemente la Iglesia, como nos consta ahora por su predicación, ha tenido siempre a los ángeles como tales, se juzga por ello mismo que estas fuentes, cuando nombran sencillamente a los ángeles, esto es sin una ulterior determinación, hablan de ellos como de seres descritos del modo indicado, prácticamente como al citar simplemente al hombre se juzga que hablan de él, como es éste en la mente de todos.

 

275. Adversarios. Los Saduceos, los cuales dicen que «no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu» (Hchs 23,8).

 

Los materialistas, que no distinguen entre el cuerpo y el espíritu (1 q.50 a.1).

 

Los Anabaptistas, s.XVI, que dicen que los ángeles no son más que manifestaciones del poder divino ejercido para bien o para castigo del hombre.

 

Muchísimos exegetas racionalistas que dicen: unos que la noción de ángel había sido recibida por los judíos cautivos, entre los babilonios, otros que los judíos al principio fueron politeístas y después, al hacerse monoteístas, consideraron a los ángeles como substancias inferiores a Dios y como mensajeros de éste. Cristo y los Apóstoles, dicen estos racionalitas, se acomodaron a esta idea.

 

También entre los Protestantes liberales crece el número de los que niegan o al menos ponen en duda la existencia de los ángeles. Sin embargo Harnack, el cual también, aunque juzga que Cristo y los Apóstoles creyeron en la existencia del diablo, tiene dicha existencia como al menos muy dudosa, considera como poco prudente el que alguno afirme categóricamente que el diablo no existe, y que no diga más bien que él todavía no está convencido acerca de esto. Luego según estos autores, los ángeles no son seres personales, más aún ni tampoco propiamente algo más que el mundo mismo o bien como mensajero de Dios para el bien o bien como empecatado que mueve a pecar.

 

A ORIGENES se le atribuye una opinión que clasifica como de la misma naturaleza a los ángeles o espíritus separados, y a las almas humanas, o espíritus infundidos en los cuerpos.

 

276. Doctrina de la Iglesia. El Concilio IV de Letrán (D 428): Dios «simultánea-mente desde el comienzo del tiempo creó de la nada a ambas creturas, la espiritual y la corporal esto es la angélica y la mundana, y después la humana, como constituida conjuntamente de espíritu y de cuerpo».

 

Luego según estas palabras, si los ángeles han sido creados se define implícitamente que éstos existen. Además son inferiores a Dios, como creados por El; superiores al hombre, en cuanto espirituales que carecen de cuerpo (al menos de cuerpo craso); y consiguientemente substancias racionales, como se desprende espontáneamente del hecho de ser superiores al hombre. Así pues todo esto está definido implícitamente.

 

El Concilio Vaticano I (D 1783) repite las palabras del Concilio IV de Letrán (D 1805): «Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas, que hay en él, las espirituales y las materiales... han sido creadas por Dios de la nada... sea anatema.

 

Esta palabra "espirituales" o bien significa o bien al menos incluye a los ángeles, como consta por el capítulo citado correspondiente (D 1783).

 

Pío XII al rechazar las novedades de la nueva teología recuerda esto: «También algunos plantean la cuestión acerca de si los ángeles son creaturas personales; y si la materia difiere esencialmente del espíritu» (D 2318).

 

Otros documentos al recordar la creación de los seres invisibles juntamente con los visibles, como el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (D 86) y la Profesión de fe del Concilio Tridentino (D 994) o bien, además de las creaturas invisibles, las creaturas espirituales juntamente con las corporales, como el, Concilio II de Lion (D 461) y el Concilio Florentino (D 706), no pueden dejar de entenderse que se refieren también a los ángeles, puesto que dichas creaturas se proponen en sentido obvio como totalmente independientes en sí del cuerpo, del cual en verdad el alma humana no es totalmente independiente, y la Iglesia no habla de otras creaturas de este modo espirituales a excepción de los ángeles.

 

277. Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 428, 1783).

 

278. Se prueba por la Sagrada Escritura. Y en efecto desde la antigüedad aparece sin duda alguna en la Sagrada Escritura la existencia de los ángeles, esto es de seres superiores a los hombres, ya los ángeles buenos que están junto a Dios ya los ángeles malos, esto es los que son ellos mismos enemigos de Dios y de los hombres, de tal manera que los ángeles han tenido desde el principio mucha importancia en la historia de la salvación. Ciertamente en la explicación de esta doctrina se da un avance desde el tiempo anterior al exilio a la época posterior, en la que dicha doctrina aparece mucho más abundante y más clara, hasta que por fin en la plenitud del tiempo alcanzó ésta su máximo esplendor.

 

Baste con recordar dicha doctrina por lo que se refiere al A.T. Dios aparece cómo rey sentado en medio de ellos como en medio de su ejército (3 Re 22,19). Los ángeles subiendo y bajando por una escala unen el cielo y la tierra, según los vio Jacob (Gén 28,12), al cual después se le aparecieron de nuevo «los ángeles de Dios» como el «campamento de Dios» (32,1s).

 

Pues son «el ejército del Señor» (Jos 5,14; Sal 148,2), habitan en el cielo (Gén 21,17; 22,11), adoran a Dios (Sal 96,7) y «le sirven» (Job 4,18; Sal 102,20).

 

Son llamados «hijos de Dios» (Job 1,6; 2,1; Sal 28,1; 38,7), «santos» (Zac 14,5; Job 5,1; 15,15; Sal 88,6.8); «hijos del Altísimo» (Sal 81,6), fuertes (Sal 77,25), excelsos (Job 21,22), «poderosos en virtud» (Sal 102,20), guardianes (Dan 4,10.14.20) y sobre todo y muchas más veces «ángeles» (Gén 32,1; Sal 148,2).

 

De entre éstos los querubines son «la sede» de Dios (Sal 79,2; 98,1) y custodian el paraíso (Gén 3,24); los serafines rodean «el solio» de Dios diciendo «santo, santo, santo es el Señor...» (Is 6,2s).

 

Reciben sus nombres conforme a sus funciones: Rafael como el que cura (Tob 3,25; 12,14s), Gabriel como héroe de Dios (Dan 8,16; 9,21), Miguel, esto es quién como Dios (Dan 10,13.21; 12,1), al cual le fue confiado el cuidado del pueblo de Israel (Dan 10,13.21; 12,1).

 

A los ángeles les debemos reverencia (Jos 5,13-16; Tob 12,16s).

 

El A.T. también recuerda a los demonios. Se cita a Asmodeo (Tob 3,8), al cual le arrojó Tobías y Rafael «lo ató... en el desierto de la parte superior de Egipto» (8,2s; cf. 6,8). El demonio aparece en el paraíso como enemigo de Dios y de los hombres a los cuales tentó con sus propias armas de la astucia y la mentira (Gén 3,1-5.13s). Es llamado Satán, esto es enemigo y acusador: así aparece y práctica-mente como el tentador (Job 1,6-12; 2,1-7), en concreto como acusador de Israel (Zac 3,1-10) y el tienta a David para que hiciera el censo de Israel (1 Par 21,1). Se atribuye expresamente al demonio la tentación a Eva a causa de la envidia de la felicidad del hombre (Sab 2,24; cf. Eclo 25,33).

 

Por todo lo dicho consta suficientemente en el A.T. la existencia de los ángeles como substancias racionales inferiores a Dios y superiores a los hombres. Ahora bien esto se ve con la máxima claridad en el N.T., del cual solamente seleccionare­mos algunos textos respecto a este tema:

 

1) Substancias racionales. Anuncian la encarnación de Cristo (Lc 1,26-38) y el nacimiento (2,9-15). Sirven a Jesucristo en el desierto (Mt 4,11). Le confortan en el huerto de los olivos (Lc 22,43). Anuncian la resurrección de Cristo (Mt 28,5-7) y que volverá a venir después de la ascensión (Hchs 1,10s). Se alegran de la conversión de los pecadores (Lc 15,10). Cooperan a la predicación del Evangelio, al librar a los apóstoles de la cárcel (Hchs 5,19-21), hacen levantar a Felipe para que vaya por cierto camino a Gaza (8,26), mientras que exhortan a Cornelio a que haga venir a Pedro de Jope (10,3-8), libran a Pedro de la cárcel (12,7-10).

 

2) Inferiores a Dios. Están bajo la potestad de Dios (Mt 26,53), cuyo rostro ven en el cielo (18,10). Desconocen el día del juicio (24,36). Entonces serán enviados a congregar a los elegidos (24,31), a los cuales separarán de los malos (13,30) y serán enviados para que «recojan de su reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad» y para que arrojen «a éstos al horno de fuego» (13,41s). En el cielo celebran la liturgia perpetua, cantando día y noche...: santo, santo, santo es el Señor Dios omnipotente...» (Apoc.4,8), mientras le ofrecen también las oraciones y las alabanzas de los justos (5,8-15).

 

Esta inferioridad se pone de relieve consiguientemente respecto a Cristo, sobre el cual suben y bajan (Jn 1,51), el cual ha sido constituido «sobre todo principado y potestad y virtud y dominación» (Ef 1,21). Y a ninguno de los ángeles le ha sido dicho jamás: «Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado...», sino que Dios ha dicho más bien: «Y que le adoren todos los ángeles de Dios», al Hijo cuyo trono es «Dios por los siglos de los siglos» y el cual al comienzo puso los cimientos de la tierra, y los cielos son obras de su mano, y a ningún ángel le ha sido dicho «siéntate a mi diestra», sino que todos ellos son servidores y enviados en ayuda de los elegidos (Hebr 1,4-14).

 

3) Superiores al hombre. Esto está ya suficientemente claro por el conjunto de todo lo anteriormente dicho, v.gr. si en el último texto para ensalzar la excelencia de Cristo, se pone en comparación de superioridad a éste respecto a los ángeles y no respecto a otras creaturas. Por lo demás éstos en cuanto que carecen de cuerpo están inmunes a las miserias que conlleva el cuerpo (Mt 22,30). Los ángeles también son «mayores en fortaleza y en virtud...» (2 Pe 2,11). Son llamados «tronos..., dominaciones..., principados..., potestades» (Col 1,16; Ef 1,21).

 

También se citan de forma muy especial en el N.T. los demonios. Cristo ha venido a destruir el imperio del diablo (Hebr 2,14), «a deshacer las obras del diablo» (1 Jn 3,8), el cual «es mentiroso» (Jn 8,44). Esta lucha comienza de forma más manifiesta por las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), sigue en la expulsión de los demonios (Mt 8,28-34; Mc 7,24-30; Hchs 10,38). El diablo es un obstáculo para el reino de Dios en cuanto que siembra cizaña (Mt 13,39), arranca de los corazones la semilla de la palabra (Mc 4,15), igual que en el paraíso tienta en orden a que el hombre peque (Ef 6,11-16), siempre está buscando como león rugiente a quien devorar (1 Pe 5,8), de tal manera que el cristiano se ve obligado a elegir entre Cristo y Belial (2 Cor 6,14), la lucha por parte del demonio alcanza dureza encarnizada en la pasión de Cristo (Lc 4,13; 22,53), hasta que Satanás cuya derrota ya aparecía al ser expulsado de los hombres (Lc 10,17-20) es por fin arrojado fuera (Jn 12,31), y está ya juzgado (16,11) y destinado definitivamente «al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt 25,41).

 

Tenemos en Apoc c.12 (sobre todo) una visión general del enemigo con el que los hombres tienen que luchar desde el principio hasta el fin de la historia de la salvación (12,9). Habiendo sido derrotado por la mujer y su hijo (12,5s) pelea «con el resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (12,17). Y si en alguna ocasión parecería que triunfa mediante el Anticristo (c.13-17), en último término el Cordero y la Iglesia vencen a Satanás (c.18-22), el cual juntamente con la bestia y el pseudo-profeta y el infierno y la muerte y aquellos que no se encuentran escritos en el libro de la vida será arrojado definitivamente al estanque de fuego y de azufre, esto es a la muerte segunda (20,10.14s).

 

279. Se prueba por la tradición. 1) Los SS. Padres. Estos hablan con muchísima frecuencia de los ángeles, y en verdad como de algo que está fuera de duda entre los cristianos. Así pues elegimos algunos textos de ellos, en los cuales aparecen los ángeles como substancias racionales inferiores a Dios y superiores al hombre.

 

El pastor HERMAS (R 83): «Los seis jóvenes... los cuales estaban edificando, ¿quiénes son...? Estos son... los santos ángeles de Dios, los cuales fueron creados los primeros, a los cuales les entregó Dios todas sus creaturas, a fin de que incrementen y edifiquen y dominen sobre toda la tierra... Los otros... los que traen las piedras, ¿quiénes son? También éstos... santos son ángeles de Dios; ahora bien aquellos seis preceden a éstos. Así pues se llevará a término la edificación de la torre, y todos conjuntamente exultarán... y glorificarán a Dios».

 

San AGUSTIN (R 1691): «La mente... humana experimenta primeramente por los sentidos del cuerpo estas cosas, que han sido creadas, y capta el conocimiento de dichas cosas conforme a la medida de la debilidad humana, y después pregunta por las causas de ellas, si de alguna manera puede llegar a aquellas que permanecen principalmente y de un modo inmutable en el Verbo de Dios... En cambio la mente de los ángeles que está unida mediante la pura caridad al Verbo de Dios..., vio estas cosas que iban a ser creadas en el Verbo de Dios, antes de haber sido creadas».

 

San JUAN DAMASCENO (R 2352): «Las segundas antorchas espirituales, que poseen el esplendor en virtud de aquella luz primera, las cuales no necesitan ni de lengua ni de oídos, sino que se comunican sus pensamientos y sus decisiones sin ninguna necesidad de expresar palabras... Todos los ángeles han sido creados por el Verbo y han recibido su perfección consumada mediante la santificación del Espíritu Santo, a fin de que según su dignidad y orden cada uno participara del esplendor y de la gracia».

 

280. La Liturgia tanto occidental como oriental recuerda en muchas ocasiones a los ángeles. Así en la Liturgia Romana: a) Se celebra la fiesta de San Miguel, San Rafael, San Gabriel, y la de los Santos Ángeles Custodios. b) Citan también a éstos el Con f iteor (el Yo pecador) y el Prefacio de la Misa. c) Los mencionan muchas oraciones, como la Recomendación del alma: («Marcha..., alma cristiana..., en el nombre de los ángeles»), las Exequias («Al paraíso te conduzcan los ángeles»), las Completas («Tus santos ángeles habiten en esta [habitación]»).

 

281. La razón teológica simplemente da argumentos de persuasión en favor de la existencia de los ángeles: 1) A priori y supuesta la pura espiritualidad de éstos, puesto que es conveniente el que para completar armónicamente la perfección del universo, se den seres puramente espirituales, una vez admitido el que la existencia de éstos de ningún modo se prueba el que implique contradicción.

 

2) A posteriori: a) Por la tradición si bien alterada de casi todos los pueblos, de tal manera que incluso los filósofos paganos admitieron estos espíritus, como Platón, Aristóteles; la cual tradición tan constante y universal difícilmente se explica a no ser por los restos de la revelación primitiva o tal vez también por ciertos fenómenos experimentales, cuyas causas se pensaría que eran ciertos seres invisibles intermedios entre Dios y el hombre. b) Por ciertos hechos extraordina­rios: tanto malos, que no parece que puedan atribuirse a las almas humanas separadas (aunque por otra parte las fuerzas de éstas sean desconocidas), como vemos (si bien tal vez deben ser atribuidos a Dios como agente inmediato). Ahora bien en ambos casos es menester proceder con gran cautela.

 

282. Objeciones. 1. Moisés al narrar la creación (Gén 1) no cita a los ángeles; luego éstos no existen.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Moisés no cita a los ángeles, como si ignorara la existencia de éstos, niego el antecedente; por otra razón, puede pasar el antecedente.

 

Y otras veces los cita en otros lugares, según está claro v.gr. por los textos que vamos a citar poco después del Génesis y del Éxodo. Tal vez en la narración, a la que alude el objetante, no pretende tratar más que del mundo visible, a no ser que se diga, según indican muchos autores, que con el nombre de "cielo" están comprendidos en dicha narración también los ángeles (cf. n.29).

 

2. El nombre de "ángel" en la S. Escritura designa función. Luego se arguye sin motivo en virtud de ella en orden a la existencia de los ángeles.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Este nombre en la S.Escritura designa la función ejercida por seres personales, pase el antecedente; en otro caso, niego el antecedente.

 

También entre nosotros la palabra "legado" connota inmediatamente, no naturaleza, sino función, ahora bien en cuanto que esta función reside en una persona.

 

3. Las palabras de la S.Escritura respecto a los ángeles pueden entenderse acerca de las inspiraciones internas de Dios; luego se arguye sin motivo en virtud de estas palabras respecto a la existencia de los ángeles.

 

Respuesta. Distingo el antecedente. Las palabras de la Sagrada Escritura acerca de los ángeles pueden tomarse respecto a las inspiraciones en alguna ocasión, puede pasar el antecedente; ordinariamente, niego el antecedente.

 

Van en contra de esta explicación el sentido obvio y lo que hemos dicho v.gr. acerca de la creación de los ángeles, y muchas operaciones externas de ellos narradas en la Sagrada Escritura, v.gr. en el libro de Tobías.

 

283. Escolio. Doctrina acerca de los ángeles entre los judíos antes del destierro. Ya hace tiempo muchos críticos no católicos dicen que la angeología y la demonología de los judíos se desarrolló desde que éstos estuvieron en contacto con la religión persa. Sin duda se da desarrollo: antes del destierro se habla más raras veces acerca de los ángeles, principalmente de los malos. Más aún parecería más bien en primer término que como que se atribuyen indistintamente las funciones a los buenos y a los malos, de tal manera que mientras un ángel se cuida de Israel, otros son enviados en orden a calamidades (Sal 77,49; Ex 12,23); también Satán aparece primero entre los asistentes en presencia del Señor (Job 1,6-12; 2,1-10). Incluso puede admitirse alguna especie de influjo de Mesopotamia y de Persia, v.gr. en algún simbolismo (Tob 12,15).

 

Ciertamente después del destierro los ángeles aparecen de forma más clara, v.gr. en cuanto a algunos nombres propios, o cuanto a su relación respecto a Dios y los hombres, una mayor distinción de los buenos como enviados de Dios para el bien y de los malos en oposición a aquéllos, sin embargo según los textos anteriormente aducidos, está claro que ya antes del destierro se cita bastante a los ángeles y ciertamente como seres racionales inferiores a Dios y superiores a los hombres: los ángeles en presencia de Lot (Gén 19,1; 28,12; 32,2); en figura de varón (Gén 18,2.16; 19,10); «el príncipe del ejército del Señor» (Jos 5,14) o del ejército del cielo (1 Re 22,19), de tal manera que Dios recibe el nombre de Señor de los ejércitos (1 Re 1,11). Y después del destierro no se cambia la relación de los ángeles respecto a los hombres, de los cuales tienen cuidado (Dan 3,49s), ofrecen a Dios las oraciones de ellos (Tob 12,12), están al frente de sus naciones (Dan 10,13.21; 12,1).

 

Se diría sin base ni fundamento que en los textos anteriores al destierro se trata, no de los ángeles, sino de hombres especialmente enviados por Dios; ya que esto carecería de sentido, v.gr. si se trata del querubín del paraíso, puesto que en el paraíso no había, aparte de los primeros padres, otros hombres (Gén 3,24), y porque aquellos ángeles aparecen claramente como superiores a los hombres.

 

Asimismo, si bien en alguna ocasión (como Gén 16,7; 21,17; 22,11; É. 14,19; 2 Re 19,35) al ángel de Dios se le llama también Dios, de tal manera que puede parecer que se trata de Dios mismo, sin embargo en otras ocasiones no sucede esto, cuando los ángeles aparecen como distintos a Dios; e incluso los lugares que se ponen como objeción se entienden de un modo más conveniente referidos a verdaderos ángeles, pero a los que se les honra con el nombre de Dios, en cuanto que es el que los envía.

 

284. Luego se diría sin razón que los judíos aprendieron la doctrina de los ángeles de los gentiles. En efecto: a) La diferencia entre la doctrina de los judíos y las ideas de los gentiles acerca de este tema supera enormemente a la pequeña semejanza que pudiera darse entre ellas. La doctrina más plena que aparece después del destierro debe atribuirse a la revelación divina realizada mediante los profetas. En cambio la idea de los gentiles acerca de los genios, los demonios, las deidades inferiores, debe considerarse más bien como un vestigio de la revelación primitiva, si bien una vez que ésta ya se había alterado totalmente por los paganos. b) Mientras que la idea de los gentiles acerca de los ángeles está llena de fábulas, la doctrina de la Sagrada Escritura acerca de los ángeles, incluso después del destierro, es muy seria y muy sobria. c) Y esta doctrina no se diferencia substancialmente de la doctrina acerca de los ángeles propuesta antes del destierro.

 

Ahora bien, ¿por qué Dios después del destierro, y no antes, dio una enseñanza más clara a los judíos acerca de los ángeles? Tal vez porque la propensión de éstos a la idolatría había desaparecido totalmente.

 

Articulo II

Otras cuestiones acerca de la existencia de los ángeles

 

285. ¿Cuántos son los ángeles? No se sabe; sin embargo con certeza son muchísimos, de tal manera que parece que superan enormemente el número de hombres.

 

Sagrada Escritura: ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? (Mt 26,53). Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de él (Dan 7,10). Miríadas de ángeles (Hebr 12,22).

 

Los SS.PP., comprendiendo-que en éstos y en otros textos se trata acerca de un número que no puede expresarse con lenguaje humano: a) Recuerdan la «multitud» de los ángeles (S.CLEMENTE ROMANO, R 17), «el ejército de los ángeles buenos» (S.JUSTINO, R 113), «los escuadrones celestiales de ángeles y de arcángeles y los ejércitos superiores a éstos... tan gran número de ejércitos incorpóreos...» (SJUAN CRISOSTOMO, R 1141; cf. 1148). b) Enseñan que las noventa y nueve ovejas fieles son los ángeles, y que en cambio la única oveja restante es el género humano: «En efecto muchos más (que los hombres desde Adán hasta el día de hoy)... son los ángeles. Éstos son las noventa y nueve ovejas, mientras que el linaje humano es solamente la única restante».

 

286. ¿Los ángeles son distintos entre sí? Ciertamente en cuanto al nombre, pues pasando por alto los tres nombres propios que aparecen en la Sagrada Escritura, a saber Miguel (Dan 10,13), Rafael (Tob 12,15), Gabriel (Lc 1,19), se aplican a los ángeles varios nombres que indican grupos diferentes, o sea para significar partes distintas de la multitud de ellos: Querubines (Gén 3,24, etc.), Serafines (Is 6,2s), Tronos (Col 1,16), Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados (Ef 1,21), Arcángeles (1 Tes 4,15), Angeles (1 Pe 3,22).

 

287. Se diferencian también: 1) Por la naturaleza, según casi todos los Escolásticos, que dicen (v.gr. Sto.Tomás, S.Buenaventura) que los ángeles se diferencian positivamente por los dones de naturaleza, y de manera completiva por los dones de la gracia. Sin embargo algunos Padres, v.gr. Didimo de Alejandría, S.Basilio, dicen que todos los ángeles son iguales en cuanto a la naturaleza, mientras que S.Gregorio Nacianceno duda (según parece) acerca de esto.

 

2) Y además se diferencian con más probabilidad específicamente, en cuanto que hay muchas especies de ángeles y en cada una de las especies muchos individuos, según sostiene (al parecer) Suárez, etc. En efecto esto parece que está más de acuerdo con la distinción de los ángeles que ponen de relieve las expresiones de la Sagrada Escritura y de los Padres, de tal modo que no obstante esté más conforme de otra parte con las mismas expresiones tal distinción de especies en cada una de las cuales haya muchos individuos. En cambio los Tomistas sostienen que hay tantas especies cuanto son los ángeles, interpretando más comúnmente al Santo Doctor de tal modo que implique absoluta contradicción el que pueda haber dos ángeles de la misma especie, en cuanto espirituales y simples que son. Otros piensan (Toledo, Palmieri) que todos los ángeles son de la misma especie.

 

288. Difieren en cuanto al orden, puesto que aquellos nombres diferentes sin duda indican diversos grados de dignidad, aunque no consta si esta diversidad radica en la perfección propia de cada uno de los ángeles, o en las funciones de ellos:

 

La Sagrada Escritura: De san Miguel se dice que es uno de los primeros príncipes (Dan 10,13). Rafael es uno de los siete que están siempre presentes y tienen entrada a la gloria del Señor (Tob 12,15). El nombre de «arcángel» (1 Tes 4,16; Jds 9) indica la excelencia sobre los ángeles. S.Pablo al decir (Col 1,16): las creaturas invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades, da por supuesto que son diversos seres invisibles.

 

Los SS.Padres enseñan universalmente lo mismo: S.CIRILO DE JERUSALEN (R 849): «Mencionamos... a los ángeles, a los arcángeles, a las virtudes, a las dominaciones, a los principados, a las potestades, a los tronos, a los querubines... y a los serafines». S.JUAN CRISOSTOMO (R 1148): «Si... piensas en los ejércitos de los ángeles, de los arcángeles..., de las virtudes, de los tronos, de las dominaciones, de los principados, de las potestades, de los querubines, de los serafines...». S.AGUSTIN (R 1805): «Creo con toda firmeza que existen los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades en la suntuosidades celestiales y sostengo con fe segura que se distinguen en algo entre sí».

 

San GREGORIO MAGNO (R 2335): «Hemos dicho que hay nueve... órdenes de ángeles, a saber porque conocemos, por el testimonio de la Sagrada Escritura, que existen los ángeles, los arcángeles, las virtudes, las potestades, los principados, las dominaciones, los tronos, los querubines y los serafines...».

 

La Liturgia, v.gr. en el Prefacio: «Alaban los ángeles, adoran las dominaciones, se estremecen las potestades», o bien: «Con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y las dominaciones y con toda la milicia del ejército celestial».

 

289. ¿Y cuántos son los órdenes? Aunque no conste de esto con absoluta certeza, de tal manera que los Padres establecen un número distinto de éstos, o bien hablan sin seguridad acerca de este tema, sin embargo se asignan comúnmente nueve órdenes.

 

El fundamento se encuentra en la Sagrada Escritura, puesto que no hay ningún motivo para suponer que se apliquen al mismo orden más de aquellos nombres que se enumeran en ella. Si nos fiamos de Petavio, «Dionisio fue el primero que puso distintamente y con precisión los nueve órdenes y grados de ángeles, y confirma que esto él lo aprendió de su maestro e iniciador», el cual no obstante confiesa que él desconoce si hay otros además de aquellos nueve que nos son conocidos. Ahora bien, aunque se le atribuya con frecuencia al Pseudo-Dionisio la enumeración fija de los órdenes, puesto que después su opinión a causa de su autoridad ha prevalecido, ya antes de él otros en el s.IV enumeraban nueve órdenes, como S.AMBROSIO y antes de éste S.CIRILO DE JERUSALEN (R 849), S.GREGORIO MAGNO, con independencia, según parece, del Pseudo-Dionisio, estableció ya dicho número que después fue aceptado por todos (R 2335).

 

290. Con el Pseudo-Dionisio se dividen de modo conveniente los órdenes de los ángeles en tres jerarquías. La jerarquía es el principado sagrado o más bien de los sagrados en orden a promover a la creatura racional hacia Dios, constituido dicho principado por un príncipe y por una multitud ordenada bajo el príncipe; ahora bien se juzga que cualquier jerarquía angélica consta de un triple orden, a saber orden supremo, orden medio y orden inferior, de tal modo que se encuentran en la primera los órdenes que son iluminados y enviados inmediatamente sólo por Dios, en la segunda los que son iluminados y enviados por lo ángeles de la primera jerarquía e iluminan a otros, en la tercera los que iluminados y enviados por los ángeles de la segunda jerarquía obran inmediatamente en las cosas sensibles y sobre todo respecto al ministerio de los hombres.

 

Y en concreto se distribuyen probablemente del siguiente modo: en la primera jerarquía, los querubines, los serafines, los tronos; en la segunda jerarquía, las dominaciones, las virtudes, las potestades; en la tercera jerarquía, los principados, los arcángeles, los ángeles. Ahora bien mientras que los tres primeros órdenes y los dos últimos son fijos prácticamente en todos los autores, los restantes los encontramos de distinto modo (1 q.108 a.ls).

 

Conclusión: Hay que decir que parece al menos cierto en teología, según el común sentir de los teólogos, que se dan diversas clases (luego también dignidades tanto en la naturaleza como en las funciones como en ambas), de tal manera que es temerario negar esto. Mas otras determinaciones ulteriores acerca del número, la naturaleza, los nombres respecto a la distinta naturaleza de ellos o en orden a establecer varias clases no están fundadas, según Petavio, en la Sagrada Escritura o en una razón propiamente teológica, sino que estas determinaciones se deben o bien a una tradición oculta o bien a opiniones o conjeturas.

 

291. Al menos los primeros ángeles que han existido fueron creados por Dios de la nada. Esto es definido de fe en el Concilio de Letrán (D 428): Dios «creó de la nada a la creatura, a la espiritual y a la corporal, a saber a la angélica y a la del mundo», y en el Concilio Vaticano I, que repite las palabras del Concilio Lateranense (D 1783) y que enseña (D 1805) que «el mundo y todas las cosas, las cuales están contenidas en él, tanto las espirituales como las materiales en cuanto a toda su substancia han sido creadas por Dios de la nada», después de haber condenado que las cosas incluso «y las espirituales habían emanado de la substancia divina» (D 1804), lo cual ya lo había expresado también el Concilio Bracarense 1 contra los maniqueos (D 455).

 

Por la epístola a los Colosenses 1,16: Porque en Cristo fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades: todo fue creado por El y para El. Además la Sagrada Escritura enseña esto implícitamente, al afirmar que todas las cosas han sido creadas por Dios y que existen los ángeles, a los cuales por otra parte los presenta como totalmente dependientes de Dios, a fin de que alaben continuamente a Este como creados que han sido por El (Sal 148,2.5) y para que le sirvan en todo, según se ve claro por los textos anteriormente citados.

 

Lo mismo consta por la razón teológica, en cuanto que el ángel, al ser contingente, solamente puede ser por otro, y como espiritual y simple solamente puede existir inmediatamente por creación, ya que no puede ser sacado de la materia (1 q.61 a.1).

 

Si bien en los documentos aducidos se da por supuesto que unos seres han sido creados por Dios inmediatamente de la nada, esto es, no de un sujeto anteriormen­te creado de la nada, y otros seres han sido creados mediatamente, sin embargo puesto que entre éstos se presenta una serie espiritual de realidades y otra corporal hay que juzgar que según el sentido obvio se indica en esos textos que al menos el primer ser en la serie espiritual ha sido creado inmediatamente de la nada.

 

292. Ahora bien, ¿ha sido creado cada uno de los ángeles inmediatamente por Dios? San Gregorio Niceno, aunque negando en los ángeles la distinción de sexos, admite cierto modo desconocido por nosotros, en virtud del cual un ángel, según este santo Padre, ha procedido de otro. Ahora bien los ángeles, puesto que, en cuanto simples y espirituales, no pueden emanar unos de otros y mucho menos ser sacados de la materia, v.gr. por generación (D 533), solamente pueden ser traídos al ser por creación; luego esto es al menos teológicamente cierto. Y el que unos no han sido creados por otros, está claro por el hecho de que ninguna creatura, al menos como causa principal, puede crear; mas, aunque esto no fuera verdad, no hay ninguna razón para suponer que unos ángeles han sido creados de hecho por otros.

 

293. ¿Cuándo han sido creados los ángeles? El Concilio IV de Letrán (D 428) define de fe que los ángeles no han sido creados "ab aeterno" al decir: Dios «simultáneamente desde el comienzo del tiempo creó a ambas creaturas de la nada..., a saber la angélica y la de este mundo y después la humana...». Es al menos cierto por estas mismas palabras que los ángeles han sido creados antes que el hombre. Parece cierto, en contra de unos pocos autores como Genadio, que los ángeles no han sido creados después de la materia.

 

El que éstos fueron creados antes de la materia, lo juzgaron los SS.PP. griegos bastante comúnmente, como S.Basilio, S.Gregorio Nacianceno, y algunos SS.PP. latinos, como S.Jerónimo, S.Ambrosio al hablar de la creación de los ángeles llevada a cabo, no simplemente antes de la segunda creación de la materia, según piensa Palmieri, sino antes de la primera, como está claro atendiendo a las palabras de ellos. Ahora bien, es al menos más probable que han sido creados más bien simultáneamente (con simultaneidad moral) con la materia, según juzgaron S.Agustín, S.Epifanio, S.Gregorio Magno, etc., y comúnmente los Escolásticos, sobre todo después del Concilio de Letrán.

 

Por lo demás los argumentos en favor de esta opinión no prueban con toda claridad. Eclo 18,1: Creó todo símil (xo%vn), donde la palabra "simul" es lo mismo que "igualmente" o sea "por igual". Gén 1,1: Creó el cielo y la tierra, donde no obstante la palabra "cielo", la cual podría incluir también a los ángeles, significa tal vez solamente el mundo visible (n.29). Concilio IV de Letrán (D 428): «Juntametne desde el principio del tiempo creó a ambas creaturas», donde sin embargo, puesto que el Concilio no pretende definir en contra de los Albigenses más que el hecho de la creación en el tiempo, la palabra "simul" es igual que "igualmente", esto es "por igual"; y la palabra "después" no se opone a las palabras "simul ab initio", sino más bien a las palabras "al comienzo del tiempo", para indicar que el hombre fue creado después. Los ángeles, como parte del universo que son, fueron creados de un modo conveniente juntamente con todo el universo.

 

Ahora bien, las palabras del Lateranense, «desde el comienzo del tiempo», al menos indican que los ángeles no fueron creados mucho antes de haber sido creada la materia.

 

Por otra parte si bien no implica absolutamente contradicción el que Dios creara nuevos ángeles, como crea diariamente nuevas almas humanas, no hay ninguns razón extraída de las fuentes para afirmar esto acerca de los ángeles, puesto que por otra parte no están ordenados, como las almas humanas, a la unión substancial con los cuerpos (los cuales, como está claro, vienen a la existencia de un modo sucesivo).

 

294. ¿Dónde han sido creados los ángeles? Esto lo desconocemos.