TEMA 39: EL ACTO MORAL

 

39.1. Estructura psicológica de actuar etico.

39.2. Fuentes de moralidad del acto: objeto, fin y circunstancias.

39.3. Impedimento del acto moral.

39.4. El problema de los actos indiferentes.

39.5. Actos y actitudes; la opción fundamental.

 

A) DESAROLLO

39.1. Su estructura personal.

Hay que distinguir entre: 

1.   El acto humano es un acto libre. Procede de la voluntad deliberada del hombre. El acto moral se lleva a cabo con libertad, el dominio de la persona sobre sus propios actos.

2.   El acto del hombre: el que procede del hombre sin dominio racional (que a uno le rujan las tripas, por ejemplo).

El acto moral es un acto humano considerado desde su ordenación a Dios, su fin Último

El acto humano es propiamente acto de toda la persona. Toda la persona está implicada. En todo acto libre se entrecruzan en unidad el conocimiento y la voluntad. No es la inteligencia quien advierte y la voluntad quien consiente, sino el hombre quien advierte y consiente por medio de estas dos, cada vez que realiza libremente una acción. En el acto humano intervienen también los dinamismos somáticos y psíquicos de la persona. La voluntad ejerce un cierto dominio sobre esos dinamismos.

El conocimiento es una condición indispensable del acto libre. Su intervención es necesaria porque no se puede querer nada que previamente no ha sido conocido. La inteligencia en su función de regular la conducta se llama entendimiento práctico porque sus juicios están orientados a la aplicación del conocimiento a la práctica.

Se llama advertencia al juicio del entendimiento práctico. La advertencia comprende tanto la realización del acto como su moralidad. Se advierte tanto lo que se está haciendo como las implicaciones morales que tiene el hacerlo. El juicio de conciencia presupone la advertencia.

Los principios morales fundamentales sobre la advertencia son:

a)   Para que un acto pueda considerarse humano y, por tanto, moralmente imputable, es suficiente la advertencia virtual. Hay que distinguir:

1)   La advertencia virtual es la advertencia que, aunque no está presente en el momento en que se realiza el acto, influye en éste en virtud de un juicio anterior de la inteligencia y cuya eficacia perdura en el querer actual de la voluntad.

2)   La advertencia actual:  está presente en el momento en que se realiza el acto.

a)   Para que un acto sea bueno o malo basta la advertencia genérica de su carácter moral. Hay que distinguir:

1)   La advertencia genérica:  aquella en que el sujeto percibe si la acción es buena o mala, y gravemente buena o mala, pero no distingue su moralidad específica.

2)   La advertencia detallada. Ésta no es necesaria.

c) Para el pecado mortal se necesita siempre advertencia plena. Con la advertencia plena, el sujeto se da claramente cuenta de lo que está haciendo y de su valor moral. La advertencia plena puede ser genérica o detallada, actual o virtual.

La voluntad en el acto humano necesita estar ilustrada por la inteligencia para realizar su acto propio. Realiza el acto libre a partir de un primer movimiento que es el acto de querer. El consentimiento es el acto de la voluntad por el que quiere el bien óreal o aparenteó que la inteligencia le presenta.

Los principios morales fundamentales sobre el consentimiento son los siguientes:

(1)  El consentimiento imperfecto basta para que un acto sea imputable, pero no para el pecado mortal. El consentimiento es:

a)  Imperfecto cuando la voluntad se adhiere al objeto de un modo parcial, bien porque hubo una advertencia semiplena o porque la misma voluntad no acabó de adherirse perfectamente al objeto.

b)  Perfecto cuando se adhiere plenamente al objeto.

(2) La realización de un acto comporta la perfección del consentimiento a no ser que la advertencia no sea plena o medie coacción. Para el pecado mortal se requiere perfecto consentimiento, aunque eso no exige una especial lucidez, una advertencia actual y detallada.

 

39.2. Objeto, fin y circunstancias.

Los factores determinantes de la moralidad de un acto son los siguientes:

a) Objeto del acto moral

Es la acción externa realizada por el agente en cuanto ordenada o no al último fin. Es el fin próximo de una elección voluntaria[555]. No debe confundirse con el objeto físico del acto, que es la acción misma sin considerar su ordenación al último fin. Un mismo acto físico puede dar lugar a distintos objetos morales, dado que el acto físico admite ser realizado en diversas situaciones en las que resulta ordenable o no ordenable al último fin.

Por su objeto moral, independientemente de la intención del agente (o fin), los actos pueden ser:

1. Buenos (aquellos que en sí mismos responden al orden realizado y querido por Dios en la creación, es decir, se ordenan a Dios como último fin).

2.Malos (aquellos que en sí mismos no responden a ese orden)

3.Indiferentes.

Si el objeto no fuese bueno o indiferente, sea cual fuese el fin, la acción no podría ser buena. El objeto es el primer elemento esencial de la moralidad del acto: da una primera bondad o maldad externa y es condición de su plena bondad.

 

b) Fin del acto moral

Es el objetivo al que el agente ordena sus actos, es decir, lo que se propone conseguir.No debe confundirse con otros motivos que puedan concurrir accidentalmente. Es la intención principal del agente, sin la cual el acto no se realizaría. Santo Tomas dice que el fin es lo más importante porque nos dice lo que la voluntad ama.

Determina la bondad moral del acto junto con el objeto. El fin de un acto es bueno cuando la voluntad del sujeto está ordenada según la voluntad de Dios.

Una acción es buena si el fin es bueno y el objeto es bueno o indiferente. El hombre debe buscar en todas sus acciones un fin honesto que, al menos implícitamente, se refiera a Dios. No es lícito obrar por sólo placer, es decir, como finalidad última.

 

c) Circunstancias del acto moral

Son aquellos aspectos accidentales del objeto o del fin del agente que afectan de algún modo a la bondad de la acción, pero sin cambiar su sustancia. No convierten un acto bueno en malo, ni viceversa. Las circunstancias normalmente aumentan o disminuyen, de modo accidental, la bondad o maldad del acto. Algunas circunstancias pueden cambiar la especie moral.

 

39.3. Impedimentos del acto moral.

Los impedimentos del acto moral son los elementos que reducen el conocimiento o la voluntariedad del acto y por consiguiente disminuyen o anulan la libertad. Son los siguientes:

a) Violencia. Es el hecho de forzar físicamente a una persona para que actúe contra su voluntad. La persona, aunque sufra una coacción externa puede rechazar interiormente lo que se le propone. Los actos internos son siempre imputables. Si la resistencia y el rechazo de la violencia son totales, se trata de una acción completamente involuntaria y no imputable. Si no es así, se da un tipo de consentimiento y por tanto imputable.

b) Miedo. Es una inquietud o perturbación angustiosa del ánimo ante un peligro real o imaginario. No anula totalmente la responsabilidad del acto a no ser que sea tan fuerte que impida el uso de la razón, sólo la disminuye. Las leyes humanas no obligan en caso de miedo grave.

c) Ignorancia. Es la carencia del conocimiento requerido para el acto moral. Se distingue de la nesciencia que es carencia del conocimiento en quien debiera tenerlo. Solo la ignorancia inculpable o invencible anula la responsabilidad moral del acto. En este caso, se han puesto los medios debidos posibles y no se llega al conocimiento de la verdad. La ignorancia permitida culpablemente puede disminuir la responsabilidad a no ser que esa ignorancia haya sido buscada a propósito.

d) Enfermedad mental. Hace la persona incapaz de controlar su emotividad del todo o parcialmente, de manera que en su actuar queda disminuida o desaparece la responsabilidad moral. En la medida que un estado patológico debilita o priva del uso de razón, la responsabilidad moral disminuye o desaparece.

 

39.4. El problema de los actos indiferentes.

Existen actos humanos indiferentes en abstracto, o sea, prescindiendo del fin del agente y de las circunstancias que le rodean, no son buenos ni malos.

No son buenos ni malos pues por su objeto no implican una relación directa al orden moral. Aunque no tiene una relación directa al orden moral, son ordenables al fin ultimo. Son actos indiferentes, por ejemplo, levantar un peso, pasear, escribir, hablar, etc.

Hay otros actos, en cambio, que sólo por su objeto, es decir, aun abstraídos del fin y circunstancias, tienen ya una positiva bondad o maldad. Por ejemplo, dar limosna y predicar la palabra de Dios son actos específicamente buenos mientras difundir un error o injuriar al prójimo son actos específicamente malos.

No existen actos humanos indiferentes en concreto. Toda acción realizada libremente por una persona tiende necesariamente a un fin determinado, inevitablemente presente en la persona que lo realiza, por lo que adquiere una relación al orden moral, negativa o positiva. Santo Tomas dice que es inevitable que todo acto deliberado, si se considera en la persona concreta que lo realiza, sea bueno o malo.

 

39.5. Actos y actitudes. La opción fundamental.

La teología que adopta la opción fundamental como clave de su teología moral se apoya en la noción de hombre de la antropología trascendental de Karl Rahner. Rahner distingue en el hombre dos niveles:

(a) Transcendental: Es el estrato más íntimo del hombre en el cual se da la relación con Dios y desde el cual se piensa en términos generales para toda la vida. En el nivel transcendental se halla la libertad fundamental, aquella por la cual el hombre dispone de sí mismo de cara a la eternidad.

(b) Periférico, categorial y contingente: Es el estrato donde se da la relación del hombre con lo limitado, con lo mundano, con una existencia limitada. En el nivel periférico se da la libertad categorial, aquella por la que se regula el comportamiento del hombre con su entorno.

Apoyándose en lo anterior, ciertos moralistas (Joseph Fuchs, Franz Böckle) hablan de la opción fundamental como la disposición (no una elección) que el hombre hace de sí mismo de tal modo que abarca la globalidad de su existencia y la dirige hacia una meta determinada. Esta disposición es:

1.   Atemática: no se da a nivel de contenidos. 

2.   Irrefleja: es el acto básico de la libertad. No se trata de un acto concreto, sino de una disposición en una dirección.

Para estos autores los dos niveles no se vinculan necesariamente. Sólo en el nivel transcendental se pone en juego y se comprende todo lo que la persona es.  Los actos concretos dependen de la actitud interior. Cuando hay una actitud interior de apertura y disposición hacia Dios (opción fundamental), ésta influye en los actos de la persona de tal modo que ninguno de sus actos concretos (que se dan a nivel periférico) rompen esa opción porque no abarcan a toda la persona. Los actos concretos no ìatacanî a la opción fundamental y por tanto no pueden ser pecado.

Estos autores distinguen entre pecados mortales, graves y veniales. Sólo los actos que fuesen frontalmente opuestos a la opción fundamental pueden ocasionar la ruptura con Dios. Éstos son para ellos los pecados mortales. Los pecados graves serían aquellos que tienen repercusión en el exterior, tienen cierta gravedad, pero no rompen la opción fundamental.

El Magisterio de la Iglesia rechaza esta doctrina de la opción fundamental[556]. En la Encíclica Veritatis Splendor (n. 65-70) el Papa aborda el tema y se refiere a esta doctrina como la elección fundamental.

El Papa reconoce la importancia de una elección fundamental que cualifica la vida moral y que compromete la libertad a nivel radical ante Dios. Se trata de la elección de la fe, de la obediencia de la fe[557], por la que [558].

Pero señala que hay una estrecha vinculación entre la opción (elección) fundamental y los actos singulares: la opción fundamental se actúa siempre mediante elecciones conscientes y libres, y es revocada cuando el hombre compromete su libertad en elecciones conscientes de sentido contrario, en materia moral grave. En cambio, los autores de la opción fundamental proponen desvincular libertad y responsabilidad, quitar a la libertad su carácter de elección en ciertos actos concretos con el fin de eliminar la responsabilidad del sujeto. Sin embargo, todo ejercicio de la libertad es elección; todo acto libre es electivo y por tanto puede modificar radicalmente la orientación fundamental en un sentido o en otro.

 

B) RESUMEN

 

39.1. Su estructura personal.

El acto moral es un acto humano considerado desde su ordenación a Dios. Es propiamente acto de toda la persona. Toda la persona está implicada en el acto humano.

La inteligencia es necesaria porque no se puede querer nada que previamente no ha sido conocido. Su juicio, la advertencia, comprende la realización del acto, su moralidad y los medios para alcanzar el fin. Para que un acto pueda considerarse moralmente imputable, es suficiente la advertencia virtual. Para que un acto sea bueno o malo basta la advertencia genérica. Para el pecado mortal se necesita siempre advertencia plena.

La voluntad necesita estar ilustrada por la inteligencia. El consentimiento es el acto en que la voluntad quiere el bien presentada por la inteligencia. El consentimiento imperfecto basta para que un acto sea imputable. Hay consentimiento perfecto cuando se realiza un acto a no ser que la advertencia sea parcial o medie coacción. El pecado mortal requiereconsentimiento perfecto.

 

39.2. Objeto, fin y circunstancias del acto moral.

El objeto es la acción externa realizada por el agente en cuanto ordenada o no al último fin. No debe confundirse con el objeto físico. Los actos pueden ser: buenos, malos o indiferentes. Si el objeto no es bueno ni indiferente, sea cual fuese el fin, la acción no podría ser buena.

El fin es el objetivo al que el agente ordena sus actos. Es la intención principal. Nos dice lo que la voluntad ama. Una acción es buena si el fin es bueno y el objeto es bueno o indiferente. El hombre debe referir sus acciones a Dios al menos implícitamente.

Las circunstancias del acto moral son aquellos aspectos accidentales del objeto o del fin del agente que afectan la moralidad de la acción, pero sin cambiar su sustancia.

 

39.3. Impedimentos del acto moral.

a) Violencia. Una acción es completamente involuntaria y no imputable solamente si la resistencia y el rechazo de la violencia son totales. Los actos internos son siempre imputables.

b) Miedo. No anula totalmente la responsabilidad a no ser que sea tan fuerte que impida el uso de la razón; sólo la disminuye. Las leyes humanas no obligan en caso de miedo grave.

a)   Ignorancia. Se distingue de la nesciencia. Sólo la ignorancia inculpable o invencible anula la responsabilidad. La ignorancia permitida culpablemente puede disminuir la responsabilidad a no ser que esa ignorancia haya sido buscada a propósito.

b)   Enfermedad mental. En la medida que un estado patológico debilita o priva del uso de razón, la responsabilidad moral disminuye o desaparece.

 

39.4. El problema de los actos indiferentes.

Existen actos humanos indiferentes en abstracto. No son buenos ni malos pues por su objeto no implican una relación directa al orden moral. Pero son ordenables al fin ultimo. Hay otros actos, en cambio, que ya por sólo su objeto tienen ya una positiva bondad o maldad.

No existen actos humanos indiferentes en concreto. Toda acción realizada libremente por una persona tiende necesariamente a un fin determinado, inevitablemente presente en la persona que lo realiza, por lo que adquiere una relación al orden moral, negativa o positiva.

 

39.5. Actos y actitudes; la opción fundamental.

La antropología de Rahner distingue en el hombre dos niveles: (a) transcendental donde se halla la libertad fundamental; (b) periférico, categorial y contingente donde se da la libertad categorial. Estos dos niveles no se vinculan necesariamente. Cuando hay una actitud interior de apertura y disposición hacia Dios (opción fundamental), ésta influye en los actos de la persona pero ninguno de sus actos concretos rompe esa opción porque no abarcan a toda la persona. Sólo los actos que fuesen frontalmente opuestos a la opción fundamental pueden ocasionar los pecados mortales. Los pecados graves no rompen la opción fundamental.

El Magisterio de la Iglesia rechaza esta doctrina de la opción fundamental. Reconoce la importancia de una elección fundamental que cualifica la vida moral y que compromete la libertad a nivel radical ante Dios. Pero señala que hay una estrecha vinculación entre la opción (elección) fundamental y los actos singulares: la opción fundamental se actúa siempre mediante elecciones conscientes y libres, y es revocada cuando el hombre compromete su libertad en elecciones conscientes de sentido contrario, en materia moral grave.

 

C) BIBLIOGRAFIA

R. GARCIA DE HARO-E. COFRECES MERINO, Teología Moral Fundamental, Pamplona, 1998.

R. GARCIA DE HARO, La Vida Cristiana, Pamplona 1992.

ANEXO EN EL 2001 TEMA 39

Sólo se añaden textos de apoyo.

La moralidad de los actos humanos está recogida en los puntos 1749-1756. Aquí sólo se recogen los puntos del Catecismo de la parte del resumen:

1757. El objeto, la intención y las circunstancian constituyen las tres ìfuentesî de la moralidad de los actos humanos.

1758. El objeto elegido especifica moralmente el acto de la voluntad según que la razón lo reconozca y lo juzgue bueno o malo.

1759. ìNo se puede justificar una acción mala por el hecho de que la intención sea buenaî (Sto. Tomás). El fin no justifica los medios.

1760. El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias.

1761. Hay comportamientos concretos cuya elección es siempre errada porque ésta comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral. No está permitido hacer un mal para obtener un bien.

La razón del por qué de este último punto se da en el 1755. Pues el objeto de la elección puede por sí sólo viciar el conjunto de todo el acto. Hay comportamientos concretos ñ como la fornicación ñ que siempre es un error elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.

Los puntos clave de la Veritatis Splendor respecto a la opción fundamental:

65. …De esta manera, se llega a introducir una distinción entre la opción fundamental y las elecciones deliberadas de un comportamiento concreto; una distinción que en algunos autores asume la forma de una disociación, en cuanto circunscriben expresamente el ìbienî y el ìmalî moral a la dimensión trascendental propia de la opción fundamental, calificando como ìrectasî o ìequivocadasî las elecciones de comportamientos particulares ìintramundanosî, es decir, referidos a las relaciones del hombre consigo mismo, con los otros y con el mundo de las cosas. De este modo, parece delinearse dentro del comportamiento humano una escisión entre dos niveles de moralidad:

-Por una parte: el orden del bien y el mal, que depende de la voluntad.

-Por otra: los comportamientos determinados, los cuales son juzgados como moralmente rectos o equivocados haciéndolo depender sólo de un cálculo técnico de la proporción entre bienes y males ìpremoralesî o ìfísicosî, que siguen efectivamente a la acción…

67. Por tanto, dichas teorías son contrarias a la misma enseñanza bíblica, que concibe la opción fundamental como una verdadera y propia elección de la libertad y vincula profundamente esta elección a los actos particulares.

69. Las consideraciones en torno a la opción fundamental, como hemos visto, han inducido a algunos teólogos a someter también a una profunda revisión la distinción tradicional entre los pecados mortales y los pecados veniales; ellos subrayan que la oposición a la ley de Dios, que causa la pérdida de la gracia santificante ñ y, en el caso de muerte en tal estado de pecado, la condenación eterna -, no solamente puede ser fruto de un acto que compromete a la persona en su totalidad, es decir, un acto de la opción fundamental…

70. …De este modo, la disociación entre opción fundamental y decisiones deliberadas de comportamientos determinados, desordenados en sí mismos o por las circunstancias, que podrían no cuestionarla, comporta el desconocimiento de la doctrina católica sobre el pecado mortal:

Siguiendo la tradición de la Iglesia, llamamos pecado mortal al acto, mediante el cual un hombre, con libertad y conocimiento, rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo volverse a sí mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina (ìconversio ad creaturamî)î (ref. Reconciliatio et paenitentia nº 17).
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[555]Veritatis Splendor 78.

[556]cfr. Declaración Persona Humana; Exhortación Apostólica Reconciliatio et Paenitentia.

[557]cf. Rom 16,26.

[558]Dei Verbum 5.