Autor: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá
Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 9:
El Fin del Mundo
Queridos hermanos católicos:
Hay algunas personas a las que les gusta mucho meter miedo en
los corazones de ustedes. Por ejemplo les hablan del fin del mundo como si
pronto los cielos y la tierra nos fueran a destruir. Escuchan de guerras,
accidentes, catástrofes de la naturaleza, plagas o ven algunos signos raros en
el cielo y dicen simplemente que es el fin del mundo. En vez de dar un mensaje
de esperanza, de amor, de solidaridad; en vez de animar, quieren verlos
atrapados en el terror y el susto. Y lo peor de todo, es que estas personas
dicen fundar sus teorías en la Biblia. El mensaje de Jesucristo no es un
mensaje de miedo, sino que es una «buena noticia» del Reino de Dios que se
acerca a nosotros con amabilidad, paz, justicia y alegría de corazón.
En esta carta les voy a hablar del fin del mundo, no con
cuentos y fábulas de ciencia ficción, sino leyendo simplemente las Sagradas
Escrituras.
Antes que nada el «fin de los tiempos» del cual nos habla
la Biblia es el gran misterio de esperanza que aparece en todo el libro sagrado.
Es el misterio de la historia humana que está en el corazón de Dios, guiada
hacia «un nuevo cielo y una nueva tierra».
1. ¿Qué dice la Biblia acerca del fin del mundo?
Para comenzar, las Escrituras nunca hablan del «fin del
mundo», sino del «fin de los tiempos», como diciendo que este mundo no acabará
del todo, sino que sería transformado en un «cielo nuevo y una tierra nueva»
gracias a la Resurrección de Jesucristo.
En la Biblia también encontramos muchas expresiones que se
refieren al «fin del tiempo», «día de Yavé», «día del Juicio», «el día»,
«la Venida de Cristo», «la resurrección final», «la Parusía», «la
llegada del Reino de Dios». Son todas ex-presiones que indican este «fin del
tiempo».
2. ¿Cuándo pasará esto?
«En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe ni los mismos ángeles
del cielo, ni siquiera el Hijo de Dios. Solamente el Padre lo sabe» (Mt. 24, 36
y Mc. 13, 32). Jesús no quiso dar la fecha, ni el día ni la hora. «A ustedes
no les toca saber cuándo o en qué fecha el Padre va a hacer las cosas que
solamente El tiene autoridad para hacer» (Hch. 1, 1-7).
Con esto, Jesús condena enérgicamente la tendencia humana
que todavía existe entre nosotros de fijar el día y el año del fin del mundo.
Por supuesto que la fecha exacta tiene algo de excitante y llama siempre la
atención; hasta es noticia en los diarios. Pero el fijarla es simplemente una
mentira y un engaño, porque nadie la sabe. Jesús no quiso satisfacer nuestra
curiosidad, sino que quiso comunicarnos algo mucho más profundo.
La Biblia, hablando del fin del mundo, siempre dice que
debemos estar preparados. Aunque no sabemos la fecha, este día vendrá como un
ladrón en la noche: «Ustedes, estén preparados, porque cuando menos lo
piensen vendrá el Hijo del Hombre», dice Jesús (Mt. 24, 44). «El día del Señor
vendrá cuando menos se espera, como viene un ladrón de noche» (2 Pedr. 3, 10;
1 Tes. 5, 2 y Apoc. 16, 15).
Ahora bien, leyendo la historia vemos que siempre hubo grupos
religiosos que en todos los tiempos fijaron la fecha, el día y la hora, del fin
de mundo, pero se equivocaron. Así que, hermanos católicos, no se dejen engañar.
Así pasó ya en el año 1.000 y pasará también en el
2.000. Algunos fanáticos predican que el fin del mundo está cerca. Pero esto
no es así.
El fundador de los adventistas, William Miller, con el texto
de Dan. 8, 14 y calculando los días de este texto como años, fijó la venida
de Cristo a la tierra para el 21 de marzo de 1843 el día final. Llegó esta
fecha y no pasó nada especial y luego dijo que se equivocó en sus cálculos en
un año y proclamó otra vez la venida de Cristo para el 21 de octubre de 1844.
Y viendo que Cristo no volvía a la tierra dijo simplemente que el juicio de los
hombres comenzó en el cielo y pronto Cristo se manifestaría en la tierra. Los
Testigos de Jehová anunciaron la venida de Cristo y su Reino de mil años en la
tierra para el año 1914, luego para 1925. Ahora no dan fecha y dicen
simplemente que «pronto Cristo vendrá», y se limitan a escribir en todas
partes «Cristo viene». Y no falta gente insensata entre nosotros que dice que
el fin del mundo será el año 2000.
3. ¿Cuándo será la venida de Cristo?
En algunas partes de la Biblia se habla de la pronta venida
de Cristo. En otras partes se anuncia todavía un tiempo de espera.
Da la impresión de que los cristianos de la primera generación
esperaban con ansias la venida de Cristo. «Pronto, muy pronto vendrá el que
tiene que venir y no tardará» (Hebr. 10, 37).
«Dios que es el juez, está ya a la puerta». «Se acerca el
fin de todas las cosas» (1 Ped. 4, 7). «Sí, ven pronto, amén. Ven, Señor
Jesús» (Apoc. 22, 20).
Hasta Jesús mismo anuncia su pronta venida: «En verdad les
digo que hay algunos de los que están aquí presentes, que no morirán hasta
que vean al Hijo del Hombre venir en su Reino» (Mt. 16, 28).
Los cristianos de la Iglesia primitiva pronto se dieron
cuenta de que la historia podía durar mucho más. Y hasta algunos se burlaron
de la propia venida de Cristo diciendo: «¿Qué pasó con la promesa de que
Cristo iba a venir, pues desde que murieron nuestros antepasados todo sigue
igual que desde que el mundo fue hecho?» (2 Ped. 3, 4). Y el apóstol Pedro les
contestó: « Hermanos, no olviden que para el Señor un solo día es como mil años
y mil años son como un solo día» (2 Ped. 3, 8).
4. Señales que precederán al fin del mundo
El apóstol Pablo, después de haber reflexionado mucho,
anuncia también un tiempo de espera. Antes de la venida de Cristo deben pasar
tres cosas:
1) El anuncio del Evangelio ha de llegar a todas las
naciones.
«Y este mensaje del Reino será predicado en todo el mundo
para que todas las naciones lo conozcan; es entonces cuando vendrá el fin» (Mt.
24, 14).
2) Al final de la historia, Israel se reconciliará con
Cristo y se salvará. «Una parte de Israel se va a endurecer hasta que la
totalidad de los paganos hayan entrado, entonces todo Israel se salvará» (Rom.
11, 25).
3) Finalmente, antes de la venida de Cristo ha de producirse
«la apostasía general», o sea, habrá una crisis religiosa a escala mundial,
ha de venir el Anticristo. «No se dejen asustar por ningún mensaje espiritual
como si fuera el día del Señor que ya llegó. Antes de este día tiene que
venir primero la rebelión contra Dios, cuan-do aparezca el hombre del pecado
que se sentará en el templo de Dios y será adora-do, llegará con mucho poder
y con señales y milagros mentirosos. Usará toda clase de maldad para engañar»
(2 Tes. 2, 1 -12).
Nos damos cuenta de que la venida de Cristo no se realizará
tan pronto como algunos esperaban; o mejor dicho, Dios no mide el tiempo como
nosotros. El puede presentar algo como cercano y no realizarlo hasta cuando a El
le plazca. Por otra parte, si el tiempo de espera se nos hace largo, no por eso
podemos volver a una vida cómoda, ya sin esperar. El Señor vendrá para cada
uno de nosotros como ladrón en la noche.
No olvidemos que el día de la muerte de cada uno de
nosotros, el día del juicio particular, es el día del encuentro personal con
Cristo. Ojalá que nos encuentre en actitud de espera.
5. ¿Cómo vendrá Cristo al fin del tiempo?
La Biblia habla en forma bastante confusa de cómo se
terminará la historia. En el A.T., por ejemplo, los profetas veían a todas las
naciones de la tierra unidas en un complot para destruir la ciudad santa de
Jerusalén. Pero en el momento más desesperado Dios intervendrá en forma
triunfal para instaurar el Reino (Joel 3, 14).
En el discurso de Jesús acerca del fin de los tiempos, habla
«de guerras y grandes angustias en todo el mundo, el sol no alumbrará, la luna
perderá su brillo y las estrellas caerán del cielo y los ángeles tocarán las
trompetas» (Mt. 24, 29-31).
El libro del Apocalipsis (Caps. 13 y 17) habla del dragón y
de los monstruos, de la gran batalla en el cielo, de Babilonia la grande, de la
madre de las prostitutas y de los abominables ídolos de todo el mundo...
Todos estos textos acerca del fin del mundo fueron escritos
en un estilo apocalíptico (revelaciones misteriosas). Era una forma de escribir
muy común en aquel tiempo. Estos escritos misteriosos pretendían aclarar los
acontecimientos últimos de la historia con visiones ficticias e imágenes fantásticas.
No debemos tomar al pie de la letra estas imágenes, sino que debemos tratar de
descubrir el mensaje profundo que está detrás de estas visiones. El gran
mensaje de estos escritos es: «Cristo Resucitado es el centro de toda la
historia y este mundo es el escenario de la lucha entre los elegidos de Cristo
(su Iglesia) y las fuerzas del demonio. Estos escritos no son para amenazar ni
dar miedo, como creen algunos, todo lo contrario: son escritos que quieren
animarnos y exhortarnos a la fidelidad y a la confianza en Dios en momentos difíciles.
6. ¿Cómo debemos prepararnos para el final de los tiempos?
Nuestro destino último y definitivo no está lejos, no es un
futuro imposible de imaginar. Ya comenzó. Jesucristo con su persona, su Palabra
y su actuación ya inauguró el Reino de Dios (Lc. 11, 20); ya comenzó a juzgar
a los hombres (Juan 12, 31). Su Palabra, su amor y su muerte nos juzgan y a
veces nos condenan. Ya nos traspasó algo de su Resurrección (Col. 3, 1-4). Por
eso el N. T. nos habla del «tiempo» a partir de Jesús como «los últimos
tiempos» (Hebr. 1- 2 y 1 Ped. 1-20). Desde entonces urge vivir conforme al
Evangelio, urge para todos y cada uno, porque no sabemos cuánto falta para el
fin (Mc. 13, 33-37 y Mt. 24, 42).
No podemos esperar pasivamente el retorno de Cristo, el
juicio final, la Resurrección general, la instauración total del Reino de
Dios. Esta esperanza es el motor de la historia. Lo que Dios comenzó en
Jesucristo urge que lo pueda cumplir y nosotros debemos ahora remover los obstáculos.
La segunda Venida de Cristo al final de los tiempos (Mt. 24, 3) es el momento
del juicio final, de la resurrección general y de la instauración definitiva
del Reino de Dios. Nuestra esperanza tiende hacia ese cielo nuevo y esa tierra
nueva. Por eso la Biblia termina con estas palabras de espera: «¡Ven, Señor
Jesús!» (Apoc. 22, 20), que repetimos en cada celebración de la Eucaristía
después de la consagración y en la que todo el pueblo contesta: «Anunciamos
tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven, Señor Jesús».
Dice EL CONCILIO VATICANO:
¿Sabemos cuándo y cómo llegará el fin del mundo?
No, no sabemos cuando será la consumación de la tierra y de
la humanidad y la manera cómo se transformará el universo.
¿Qué prepara Dios para sus hijos?
La figura de este mundo está afeada por el pecado pero Dios
nos prepara una nueva tierra donde habita la justicia y cuya bienaventuranza es
capaz de saciar y rebosar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón
humano.
El progreso material ¿interesa a Dios?
El progreso material en cuanto puede contribuir a ordenar
mejor la sociedad humana interesa en gran medida al Reino de Dios.
¿Hacia dónde caminamos los cristianos?
«Vivificados por el Espíritu, los cristianos caminamos como
peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual coincide
plenamente con su amoroso designio divino de restaurar en Cristo todo lo que hay
en el cielo y en la tierra».
¿Cuándo será llevada la Iglesia a su total perfección?
La
Iglesia será llevada a su total perfección cuando llegue el tiempo de la
restauración de todas las cosas (Hch. 3, 21) y cuando, el género humano, con
el universo entero, será plenamente renovado (Ef. 1, 10).
Cuestionario:
¿Qué dice la
Biblia con respecto al fin del mundo?¿Qué es el milenarismo? ¿Quiénes son
profetas de calamidades? ¿Qué esperaban los cristianos de la primera generación?
¿Qué dijo Jesús con respecto al fin del mundo? ¿Hemos de vivir con temor o
con esperanza? ¿Cómo debemos prepararnos para el fin del mundo? ¿Cómo hemos
de esperar el año Dos Mil?