El domingo será santa una madre que dio la vida por su
hija en gestación
Gianna Beretta Molla será canonizada por Juan Pablo II
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 12 mayo 2004 (ZENIT.org).-
Una madre de familia se encuentra entre los seis beatos que el próximo domingo
Juan Pablo II proclamará santos: Gianna Beretta Molla (1922-1962), quien a los
39 años decidió aceptar el riesgo de morir y se negó a abortar la niña que
llevaba en su seno o someterla a tratamientos que la pusieran en peligro.
«Vivió el matrimonio y la maternidad con alegría, generosidad y absoluta
fidelidad a su misión», afirmó el pasado diciembre el cardenal José Saraiva
Martins, prefecto de la Congregación vaticana, en la ceremonia de promulgación
del decreto de reconocimiento del milagro que abrió las puertas a la
canonización de la heroica madre.
Gianna Beretta Molla es la primera mujer de Acción Católica que será proclamada
santa. Nació en Magenta (provincia de Milán, Italia) el 4 de octubre de 1922, en
una familia de 13 hermanos. Se orientó a la profesión médica, una tradición de
familia.
Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedicó con diligencia
a los estudios, hizo de su fe un fruto de apostolado en la Acción Católica y en
la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio
caritativo con los ancianos y necesitados.
Obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de
Pavía y abrió en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a
Magenta. Dos años después se especializó en Pediatría en la Universidad de
Milán.
En la práctica de la medicina, prestaba una atención particular a las madres, a
los niños, a los ancianos y a los pobres. En el ejercicio de su trabajo, que
consideraba como una «misión», decía: «Como el sacerdote puede tocar a Jesús,
así nosotros los médicos tocamos a Jesús en el cuerpo de nuestros enfermos».
No descuidaba sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en
ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir.
Llegando a la conclusión de que Dios la llamaba al matrimonio, el 24 de
septiembre de 1955 Gianna se casó con el ingeniero Pietro Molla –también
militante de Acción Católica-- en Magenta, en la Basílica de San Martín.
En noviembre de 1956, Gianna tuvo su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de
1957 dio a luz a Mariolina y en julio de 1959 a Laura. Lograba armonizar con
sencillez y equilibrio los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría
de vivir.
En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo del cuarto de sus
hijos, se le diagnosticó un tumor en el útero. Se hizo necesaria una
intervención quirúrgica. Antes de ésta, aún sabiendo el riesgo que representaba
llevar adelante el embarazo, Gianna suplicó al cirujano que salvara a toda costa
la vida que gestaba en su seno.
Se salvó la vida de la criatura. Gianna, dando gracias a Dios, pasó los siete
meses previos al parto con incomparable fuerza de ánimo y plena dedicación a sus
deberes de madre y de médico, subraya la biografía difundida por el Vaticano.
Días antes del parto, se mostró dispuesta a dar su vida para salvar la de la
criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid
--lo exijo-- la suya. Salvadlo», dijo a su marido y a los médicos.
La mañana del 21 de abril de 1962 dio a luz a Gianna Emanuela. Poco después
comenzaron las complicaciones: una peritonitis séptica le provocó grandes
sufrimientos. El 28 de abril por la mañana, entre indecibles dolores y
repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», murió santamente.
Tenía 39 años.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de
la Familia.
Ese día, Pietro Molla –actualmente tiene 82 años-- recordó a su esposa ante los
micrófonos de «Radio Vaticana» como «una mujer espléndida que amaba mucho la
vida; una mujer normal, pero al mismo tiempo de gran fe; una mujer rica de
alegría, de personalidad, con un carácter fuerte y con el valor de vivir el
Evangelio hasta el final».
«Sobre todo –subrayó entonces-- recuerdo su plena confianza en la Providencia y
su alegría, plena y perfecta, con el nacimiento de cada hijo».
«La decisión de Gianna de ofrecer su propia vida para salvar la de su criatura
tiene raíces lejanas: en el matrimonio –que sentía como un sacramento, como el
sacramento del amor— y en el heroísmo de su amor materno y en su plena
convicción de que el derecho a la vida del nasciturus es sagrado», añadió Pietro
Molla.
El milagro atribuido a su intercesión fue experimentado por Elisabete Arcolino
Comparini. A inicios del año 2000, el tercer bebé que había concebido empezó a
experimentar serios problemas.
En el tercer mes, la joven madre perdió totalmente el líquido amniótico. El
feto, sin la protección natural, debía haber perdido la vida. Sin explicación
científica, en mayo de 2000 nació la preciosa niña. Sus padres, que en aquellos
días habían decidido recurrir a la intercesión de la beata, la llamaron Gianna
María.
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