4 DE ABRIL

 

-Santos Agatopo, diácono y Teódulo, lector, Tesalónica, persecución de Maximiano, s. IV.

-San Ambrosio de Milán, doctor de la Iglesia, cuya fiesta se celebra el 7 de diciembre, 397.

-San Platón, monje de Constantinopla, 813. Nació en 734. Habiendo perdido a sus padres desde niño, se educó con un tío, que era tesorero del palacio imperial. Manifestó una gran capacidad para los negocios, lo mismo que para las letras. Todo le prometía un gran porvenir en la corte, cuando a la edad de veinte años repartió todos sus bienes a los pobres y se fue a vivir en un monasterio que había en la cima del monte Olimpo. No tardó en ser abad, y más tarde fue llamado para gobernar un monasterio de Constantinopla. En una época de corrupción, su voz se levantó con una energía sobrehumana en las iglesias y en los pórticos de los palacios. Fue encarcelado por haberse opuesto al divorcio de Constantino Coprónimo, que en 789 abandonó a su esposa legitima; fue desterrado por protestar contra las arbitrariedades del emperador Nicéforo en cosas religiosas, y después de rechazar el arzobispado de Nicomedia, murió tranquilamente en una celda de recluso, 813.

-San Zósimo, anacoreta de Palestina, s. V.

-San Benito de San Filadelfo, llamado el Negro o el Moro, porque era hijo de padres africanos y esclavos. En su infancia, Benito guió los rebaños de su amo por los campos sicilianos. Habiendo conseguido la libertad, compró un par de bueyes, con sus ahorros, y trabajó por su cuenta. A los veinticinco años se hizo ermitaño, y algo más tarde fundó un convento de San Francisco, llamado Monte-Pellegrino, a poca distancia de Palermo. Fue un hombre de una bondad extraordinaria y de una oración sublime, 1589.

-San Publio, abad, Siria, s. IV. Los orientales cuentan que, habiendo enviado Juliano el Apóstata uno de sus demonios con un mensaje a Occidente, el abad Publio le encadenó, y después de diez años se vió obligado a volver al emperador sin haber cumplido el encargo.

-San Teonas, anacoreta, que, después de haber adquirido fama de saber cuanto podían enseñar Grecia, Egipto y Roma, se escondió en la soledad de la Tebaida para guardar riguroso silencio, que sólo quebrantó una vez durante treinta años; siglo IV.

-Santa Aleth, madre de San Bernardo, de la cual dice un contemporáneo: "No puedo olvidar cuánto se esforzaba esta mujer eminente por servir de modelo a sus hijos. En cuanto le era posible, retirábase del ruido del mundo, perseverando en los ayunos, en las vigilias, en la oración y compensando con obras de caridad lo que en su estado debía faltar a su ideal de perfección"; s. XII.

Santos: Benito de Palermo, "el Negro", Platón, monjes; Agatópode, Teódulo, mártires; Víctor, Ecio, obispos y mártires; Zósimo, anacoreta; Teodora, virgen; Jorge, eremita.