Unitarios
 

Se designa en general bajo este término a diversos grupos y personas salidas del seno del protestantismo (v.) que han puesto después en duda más o menos fuertemente el dogma de la Trinidad (v.) sosteniendo la unicidad de persona en Dios; de ahí su nombre. Los u. están emparentados, pues, con una tendencia que se ha manifestado en muchas ocasiones en la historia del pensamiento cristiano, especialmente en el momento que precede a la definición del dogma trinitario en los s. iir y iv: modalismo (v.), patripasianos (v.), monarquianismo (v.), subordinacionismo (v.), adopcionismo (v.), arrianismo (v.). Las corrientes fundamentales del protéstantismo (luterana, zuingliana, calvinista, etc.) mantuvieron la profesión de fe o credo tal y como había sido formulado por los primeros concilios; otras, por el contrario, más radicales, negaron esa ortodoxia, enfrentándose violentamente no sólo al catolicismo sino a los otros «reformados». Dentro de este ala del protestantismo estaban los anabaptistas (v.), algunos espiritualistas (Sebastián Franck, jacob Böhme) y los u. o antitrinitarios. Algunas veces se ha reprochado a los anabaptistas el ser antitrinitarios, pero, aunque esto es verdad con respecto a ciertos humanistas que fueron sus primeros jefes, no lo es con relación a la masa del movimiento, formado por gentes sencillas que rechazaban las investigaciones religiosas de carácter intelectual y las doctrinas que la Biblia no afirmaba expresamente; al descartar los términos filosóficos y teológicos, han contribuido a minar el dogma de la Trinidad, pero como inconscientemente, sin atacarlo directamente. El unitarismo propiamente dicho es, por el contrario, una postura de intelectuales, y estuvo alimentado sobre todo por personas prominentes del humanismo italiano y español.
En España hubo de hecho varios brotes que fueron interrumpidos inmediatamente por la Inquisición. Juan de Valdés (v.) y Miguel Servet (v.), sus mayores representantes, vivieron de hecho en el exilia. El segundo fue uno de los más célebres adversarios del dogma (De trinitatis erroribus, 1531; Dialogi de trinitate). Según él, el dogma de un Dios en tres personas no se basa en la Biblia, porque los términos esencia y sustancia son invenciones de los filósofos griegos. Es además perjudica) a la fe, porque impide propagarla entre los judíos y los mahometanos. No ve en Cristo dos naturalezas, sino un hombre divinizado por Dios y por consiguiente Dios por gracia y no por naturaleza. Habla de Trinidad en el sentido de que Dios se revela al hombre bajo tres aspectos diferentes; es, pues, en ese sentido, un representante del modalismo (v.). Servet escapó de la Inquisición de Francia, pero fue quemado en Ginebra, por orden de Calvino.
Numerosos son los focos de este racionalismo en Italia. Se encuentran autores de esta línea en Padua, que era un bastión de la filosofía racionalista; en Vicenza, en Venecia, donde están relacionados con los anabaptistas, siendo todos ellos denunciados y expulsados en 1550. Uno de ellos, Camilo Renato, pasó a Suiza difundiendo allí sus ideas. Otro, Francisco Stancaro, mantuvo violentas polémicas con Melanchton y Calvino; llegó a Polonia, en donde propagó la doctrina unitaria como profesor en la Universidad de Cracovia. Mencionemos, finalmente, a los más importantes: Lelio y Fausto Socino (v.), a los que se debe la consolidación del movimiento en Polonia. Todos ellos, como se ve, fueron más pronto o más tarde expulsados de Italia, por lo que en este país las ideas unitarias no se afincaron.
Suiza había acogido a muchos exiliados italianos que difundieron allí sus ideas liberales. La colonia italiana de Ginebra contaba, en efecto, con sabios como los médicos J. P. Alciati y Giorgio Biandrata, el jurista Gribaldo, el gramática Valentín Gentile, y Lelio Socino, que legó a su sobrino, el famoso Fausto Socino, sus manuscritos, llenos de notas y de ideas. Alertado par el pastor de esta comunidad, Calvino convocó a sus miembros de la comunidad italiana en 1558, discutió con ellos y les ordenó firmar una confesión de fe trinitaria. Seis de ellos, entre los cuales estaban Biandrata, Alciati y Gentile, a quienes volveremos a encontrar en Polonia, se negaron a ello. Hay que citar también al célebre erudito Bernardino Ochino, a quien sus opiniones heterodoxas llevaron a través de Europa. Encontró a Lelio Socino en Zurich y dio origen a un escándalo en 1563 con sus Trenta dialoghi, de los que el 19 y el 20 exponen minuciosamente todas las objeciones que pueden hacerse a la Trinidad y las refutan muy débilmente. La Europa occidental se hizo inhabitable para los unitarios. La ejecución de Servet y la depuración del grupo italiano de Ginebra hicieron que las diversas regiones protestantes se cerraran a la propaganda de la herejía unitaria. Sus representantes, reducidos a la clandestinidad, tomaron grandes precauciones usando expresiones aparentemente inofensivas, enviando sus impresos a toda Europa y permaneciendo en secreta relación para ayudarse y para socorrerse.
Europa oriental dio en cambio acogida a los innovadores, de forma que allí los u. pudieron sobrevivir. El rey de Transilvania, Juan Segismundo Zapolya, protegió al médico Biandrata, del que ya hemos hablado. Este ganó para sus ideas al pastor calvinista Francisco David, que llegó a ser obispo de la Iglesia reformada. En 1566, el sínodo de Weissenbourg rechazó el dogma de la Trinidad. Al año siguiente apareció un importante manifiesto unitario, titulado «El falso y el verdadero conocimiento del Dios único». La nueva fe fue reconocida por el Estado con los mismos derechos que las otras confesiones cristianas. Pero a la muerte del rey (1571), el escándalo de un iluminado de Debrecen y la elección de Esteban Bathori, que era católico, pusieron fin a esa política. El centro del movimiento unitario pasó así a Polonia, en donde ya estaba organizado en 1572. El rey Segismundo-Augusto Jagellon (1548-72) era tolerante. Entre los miembros más influyentes de la Ecclesia minor (nombre con el que se designarán a sí mismos los u.) se encuentra P. Giezek (Gonesius), discípulo de Gribaldi y lector de las obras de Servet. Atacó el dogma trinitario en 1556 ante el sínodo calvinista; emparentaba también con los anabaptistas al rechazar el bautismo de los niños, el servicio militar y la aceptación por parte de los cristianos de los cargos oficiales. Estaban con él G. Pauli, S. Budny, Biandrata, Gentile, Alciati, y más tarde Fausto Socino. Muchos teólogos y nobles polacos compartían sus ideas. La ruptura definitiva con los calvinistas sobrevino en el coloquio de Petrikau en 1565. Sin embargo, en el sínodo de Sandomir (1570) se llegó a un acuerdo entre las confesiones protestantes.
El rey Segismundo-Augusto murió en 1572; el reinado del duque de Anjou (sostenido por los calvinistas) fue breve, y el trono pasó a Esteban Bathori, que lo unió al de Transilvania. Los jesuitas comenzaron la reconquista católica del país. El nuevo rey respetó las promesas de libertad hechas a los calvinistas, mientras que los u. fueron objeto de hostilidad.
Por lo demás, en esta época, los u. estaban profundamente divididos en el plano doctrinal y el político. Por lo que respecta al primero, mientras algunos adoraban a Cristo como único intermediario delante de Dios que participa de algún modo de la divinidad, otros, los «noadorantes», encontraban ilógica esta actitud. En lo político, el Senado, a la muerte de Segismundo-Augusto, temiendo un ataque extranjero, había invitado a los nobles a armarse: los u. se dividieron entre pacifistas y no pacifistas, p. ej., los no-adorantes dirigidos por Budny.
Este último fue sostenido por su amigo el griego Jacobo Paleólogo (v.), que escribió en esta ocasión un tratado justificando el usa de la espada por el Estado (1573). A nivel social, algunos u. polacos se inclinaban hacia la organización comunista de los Hermanos moravos. La mayoría, sin embargo, integrada por burgueses, gentiles hombres e intelectuales individualistas, no siguió ese camino: Se redactó en esta época un «Tratado contra los comunistas», que es quizá «la crítica más antigua del comunismo en Europa, venida no del campo de los conservadores sino del de los partidarios del radicalismo social..., dispuestos a adoptar los principios de la comunidad de bienes, pero desanimados por sus manifestaciones y resultados negativos» (S. Kot, 46).
Los u. polacos hubieran sucumbido sin duda ante las dificultades exteriores e interiores sin la llegada de Fausto Socino, que organizó una comunidad a la ciudad de Rakow; para su evolución posterior, v. SOCINO Y SOCINIANISMO.
En Inglaterra, el movimiento u. se injertó en la antigua tradición biblista de los latitudinarios (v.) W. Chillingworth, J. Hales y sus seguidores. Paul Best (15901657) trajo de un viaje a Polonia algunas ideas unitarias; J. Milton parece haber aceptado algunas de ellas. En 1648, el Parlamento amenazó con la pena de muerte a los que negasen la Trinidad. W. Hamilton tradujo en 1652 el Catecismo de Rakow. John Biddle, uno de sus amigos (en prisión durante mucho tiempo), es el fundador de la comunidad unitaria inglesa. Publicó una confesión de fe y algunos Testimonies de los Padres de la Iglesia en los que presentaba a Cristo como un hijo subordinado al Padre y al Espíritu Santo como un jefe de los ángeles. Le sucedió al frente de la comunidad unitaria Thomas Firmin. Esta comunidad no rompió con la confesión anglicana, que la toleró en su seno, y editó una abundante literatura que influyó en la evolución de la piedad y del pensamiento inglés. W. Whinston, sucesor de Newton en Cambridge, perdió su cátedra de matemáticas en 1710 por haber intentado establecer un cristianismo independiente de toda definición teológica (Primitive Christianity revived, 5 vol.). En el s. XVIII son representantes de esta corriente J. Priestley, Th. Lindsey y Th. Belsham. Al principio del s. XIX, los u. tenían unos 200 lugares de reunión, privados en un principio pero reconocidos después por la ley (1844). J. Martineau amplió sus investigaciones y su acción. Su pensamiento fue propagado por el Hibbert Journal of Theology. Por otra parte, dan una gran importancia a las actividades educadoras y sociales.
De Inglaterra, el movimiento unitario fue llevado a América, donde recibió una forma más radical por obra del predicador Channing, formado en la escuela de Kant (v.) y Fichte (v.), quedando reducido a un movimiento ético puramente natural. De su seno proceden los universalistas (v.), que defienden la apocatástasls (v.); en los últimos años ambas denominaciones norteamericanas trabajan por la reunificación.


ERIC PETER.
 

BIBL.: C. SANDIUS, Biblioteca Antitrinitariorum, Freistadt 1684; A. REVILLE Hist. du dogme de la divinité de J-C, 2 ed. París 1876; S. KOT, Le mouvement antitrinitaire au 16° et au 17º siècle, Ginebra 1937, 16-58, 109-156; E. G. LEONARD, Hist. générale du Protestantísme, II, París 1961; S. VON DUNN-BORKOWSKI, Die Grupierung der Antitrin. des 16. Jahrhunderts, «Scholasttik» (1932) 481-523; G. SCHRAMM, Antitrin. in Polen, Ginebra 1959, 473-511; G. PIOLI, Fausto Socino, Parma 1952; G. BONNETMAURY, Des origines du christianisme unitaire chez les anglais, París 1881; E. M. WILBUR, History of Unitarism, Cambridge (EE. UU.) 1945-52; K. ALGERMISSEN, Iglesia católica y confesiones cristianas, Madrid 1964, 945-946.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991