Templo. Descripción Del Templo de Jerusalen.
Como se acaba de ver, el T. de Jerusalén fue
preparatorio del nuevo y definitivo T., Jesucristo. Construido primero por
Salomón (v.), fue el santuario nacional y real de todo Israel (V. HEBREOS I), y
después del cisma de Jeroboam, que escindió el antiguo reino en dos (v. JUDÁ,
REINO DE; ISRAEL, REINO DE), sólo lo fue del reino de Judá. Fue reconstruido,
tras los trabajos iniciales de Sesbazar, por Zorobabel (v.) entre los años 520 y
515 a. C. Fue rehecho por Herodes I el Grande (v.) entre 19 y 9 a. C., si bien
las obras continuaron en sus últimos pormenores hasta el 64 d. C. Finalmente fue
destruido en el año 70 d. C.
1. Templo de Salomón. Prescindiendo de los proyectos y planes de David, fue en
realidad Salomón quien construyó el primer Templo. Para ello contrató obreros
especializados y maderamen, fundamentalmente de cedro, de Fenicia: 1 Reg 5,15 s.
20.27 ss. Los sillares fueron extraídos de las canteras próximas a la ciudad: 1
Reg 5,29 y 31. La descripción del T. aparece en 1 Reg 6-7; este texto es difícil
de interpretar por no haber podido la arqueología hallar en Jerusalén ningún
resto del antiguo T., dado el carácter sacro del lugar.
Ubicación. Tanto. Zorobabel como Herodes mantuvieron la situación del T.
anterior en sus reconstrucciones; no hay posibilidad de duda: el T. de Salomón
se alzaba dentro de lo que hoy es llamado Haram crs-garif, plataforma artificial
que domina el valle del Cedrón (v.), desde el oeste. Su perímetro es de 1.380
m.; de forma ligeramente trapezoidal, con dimensiones máximas de 475 m. de norte
a sur, y 300 de este a oeste. Hoy en su centro aproximado se eleva la Cúpula de
la Roca, Qubat as-Sajra, para venerar la roca sagrada para los musulmanes. Sobre
ella, según algunos autores, se elevaba el altar de los holocaustos; o el «santo
de los santas», como opinan otros con R. De Vaux, que parece más acertado.
Descripción. La plataforma era el temenos, y en su centro se alzaba el edificio
del santuario, alargado de este a oeste, abierto hacia el este, y que constaba
de tres piezas con sus accesos en el mismo eje: vestíbulo, o Ulam; sala de
culto, o Hekal, de doble longitud, como su etimología sumeria sugiere, y la
recámara, o Debir, de igual longitud que el Ulam. Todas eran de igual anchura.
El Ulam era abierto, el Hekal fue llamado «santo», y el Debir, «santo de los
santos». Delante del Ulam se hallaban, enhiestas, dos columnas exentas, cuyos
nombres son intraducibles, Yakin y Boaz: massebot o estelas.
A los tres lados cerrados del santuario hubo adosada una construcción de planta
en U, que con el tiempo constó de tres plantas, aunque originalmente pudo no
tener más que la primera: almacén de ofrendas y tesoro del Templo. Alrededor del
santuario se extendía el patio interior (1 Reg 7,12), distinto del gran patio
exterior que englobaba T. y palacio real.
En el «Santo de los santos», o Santísimo, se hallaba el Arca de la Alianza,
cofre que guardaba las tablas de la Ley, que era al mismo tiempo como escabel
del trono de Yahwéh, formado por los dos querubines, esculturas en forma de
esfinges aladas, representación estilizada de la corte celestial (v. t. CIELO
III, 4A). En el Hekal, o Santo, se hallaba el altar de los perfumes, o gran
pebetero, de madera chapada en oro; la mesa de la proposición, también cubierta
de oro, y diez candelabros de oro situados junto a las paredes largas
simétricamente.
En el patio interior, y cerca del Ulam, se elevaba el altar de Yahwéh, que era
de bronce (1 Reg 8,54 y 64) y podía moverse. Con el tiempo se llamó altar de los
holocaustos. Al norte del altar se encontraba el «mar de Bronce», gran depósito
de agua sostenido por doce toros, igualmente de bronce, para las purificaciones
de los sacerdotes; y diez depósitos pequeños y móviles para purificación de las
víctimas.
Arqueología. Fuera de Jerusalén, pero en su área geográfica e histórica, se han
hallado santuarios que ayudan a comprender la antigua fábrica del T. de Salomón:
en Te] Tainat y en Alalaj, cuenca del río Orontes, y en Hazor, en el valle alto
del Jordán. Todos construidos entre los s. XIII y IX a. C. La disposición o
planta del edificio, la técnica arquitectónica y el ajuar cúltico ilustran los
correspondientes elementos del T. de Salomón. La Biblia habla de la construcción
del T. con sillería, ladrillos y madera de forma que queda esclarecida por estos
paralelos, especialmente por los de Hazor: sobre unas hiladas de sillares,
ortostáticos, se hincaban unos pies derechos a distancias regulares. Entre ellos
se construía la pared de ladrillos, que la madera consolidaba. El paramento era
después cubierto con planchas de madera para su embellecimiento.
Historia. Poco después de su consagración ya fue objeto de pillaje el T. de
Salomón: 9esonq, en su campaña asiática, se apropió de tesoros del T. en tiempo
de Roboam, ca. 926. Según De Vaux, los pisos superiores del edificio adyacente
al santuario fueron añadidos por Asa, a fines del s. X a. C., si no eran
salomónicos. Josafat (primera mitad del s. IX) unió al patio existente otro
nuevo de cota más baja. Amasías de Israel volvió a pillar el T. a mediados del
s. VIII. En su restauración, Yotam, años después, unió los dos patios con una
rica puerta a la que se llegaba por una rampa.
La sumisión a Asiria repercutió en el T. a partir, sobre todo, de Ajaz: se
desmontan elementos para pagar los tributos (2 Reg 16,17); se suprime el estrado
regio; y se acaba introduciendo altares a los dioses de Asur. Ezequías, en un
momento de debilidad asiria, purifica el T.; pero, bajo el peso de Senaquerib,
él mismo en sus últimos años, o su hijo Manasés, más probablemente, repone los
dioses asirios en el T. (ca. 690 a. C.). Yosías aprovecha el ocaso asirio para
purificar y restaurar de nuevo el T. con esplendidez y celo (2 Reg 23,4-14, ca.
625 a. C.); pero muy pronto será saqueado primero (598 a. C.) y destruido
después (587 a. C.) por Nabucodonosor (v.; 2 Reg 24,13 y 25,13 ss.). Durante el
destierro, pese a la destrucción, se siguen ofreciendo sacrificios, acaso sobre
un altar improvisado (como indica ler 41,5).
2. Templo de Zorobabel. Amparados por el edicto de Ciro (v.), los primeros
repatriados inician las obras de restauración ca. 537 a. C. Pero tuvieron que
interrumpirlas muy pronto para recomenzar bajo Zorobabel (v.), gobernador; Ageo
(v.), profeta, y Josué, sacerdote, en 520. En 515 se consagra. Poco sabemos de
este T., pero podemos asegurar que el santuario coincidía en ubicación, plano y
dimensiones con el T. de Salomón. Se conservaron los dos patios y el edificio
anejo. Apenas sabemos del ajuar cúltico: desaparecida el Arca es sustituida por
el kaporet, con unos nuevos querubines, y el Debir es designado «sala del
kaporet» en 1 Par 28,11. Seguramente el candelabro de los siete brazos sustituye
ya a los diez primitivos. Las descripciones de Josefo y Carta de Aristeas son
excesivamente enfáticas. Pero en ellas se habla por vez primera de un velo del
Templo.
Fue profanado como el T. de Salomón con altares idolátricos: el de Zeus
Olímpico, que erigió Antíoco Epifanes, es considerado como «abominación
desoladora» (cfr. Dan 9,27; v. ABOMINACIÓN). Poco después fue purificado el T.
por Judas Macabeo (v.) en la gran fiesta de la Hanukah (1 Mach 6,35; v. FIESTA
II, 4a).
3. Templo de Herodes. Construido por el rey idumeo para ganarse la benevolencia
de sus nuevos súbditos, el T. de Herodes (v.) ganó en belleza y suntuosidad a
todas las edificaciones del hijo de Antipater (v. ASIDEOS). Josefa lo describe
dos veces y también es descrito por la Misnah, pero estas descripciones están
muy lejos de coincidir; la arqueología ayuda solamente, sobre todo tras las
últimas excavaciones, a conocer las infraestructuras del temenos, sus accesos,
puertas y pórticos.
Siguió, escrupulosamente, la misma distribución del antiguo T., aunque el
santuario era de mayor altura, merced a un piso alto sobre todo él, y con un
Ulam más ancho. Además de los patios existentes aparecen otros dos: el de los
gentiles y el de las mujeres, separados por un muro en el que se hallaban las
célebres inscripciones prohibiendo el paso bajo peligro de muerte a los
extranjeros. El límite oriental del temenos estaba limitado por el pórtico
llamado de Salomón, por ser anterior a los trabajos de Herodes. Probablemente
éste lo prolongó siguiendo los límites norte y sur. El Debir, o Santísimo,
estaba completamente vacío y separado del Hekal, o santo, por uno o dos velos.
Otro velo separaba las otras dos piezas. El ajuar era el ya conocido.
V. t.: JERUSALÉN; CRONOLOGÍA II, 1-4; LEVÍTICO; CRóNICAS, LIBRO DE LAS;
DIÁSPORA.
V. VILAR HUESO.
BIBL.: R. DE VAUX, Bible et Orient, París 1967,
203-216, 231260 y 303-318; A. PARROT, El Templo de Jerusalén, Barcelona 1963; A.
ROLLA, Templo de Jerusalén, en Enc. Bibl. V1,908-915; V. VILAR, Hasor, ib. IV,1074-1084;
1. MELIÁ, Crónica Arqueológica, «Estudios Bíblicos» XXXII (1973) 189 ss.; y la
indicada antes, al final del art. anterior (A).
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991