TAOÍSMO
l. Lao Tse y Confucio. El autor del sistema filosófico y religioso llamado t. es
el chino Lao Tse (v.), «el viejo maestro», del que se sabe muy poco. Su nombre
es transcrito también en los idiomas occidentales como Lao Tzu. El historiador
chino Sse-ma Ts'ien (n. hacia el 145 a. C.) da una breve noticia sobre él en sus
Memorias históricas (LXIII): su apellido de familia era Li (ciruelo); su nombre
honorífico, Po Yang; su diminutivo o mote, Eul; su apellido honorífico póstumo,
Tang. La tradición añade que nació en la aldea de Khiu-jen, en el distrito de Li,
en el Hunan, el tercer año del emperador Tingwang, dinastía de los Chou o Chu
(v.; 1030-256 a. C.), lo que daría como fechas de su vida los años 604-531 a. C.
En realidad, su influencia comenzó a dejarse sentir muchos siglos después de
esta época, ya que los autores chinos del s. iii a. C. nunca hablaban de 61 como
fundador del t., sino que para ellos era solamente un filósofo más, lo que hizo
dudar de su existencia. Fue administrador de los archivos imperiales de los Chu,
en Lo, entonces capital imperial (hoy Hu-Nan-Fu). Este cargo era también
sacerdotal y una de sus misiones era consultar los oráculos. Por ello, Lao Tse
pudo manejar los antiguos textos de los maestros, como confesó en varias
ocasiones, así como el Y-King y otros textos de adivinación.
Sse-ma Ts'ien relata un encuentro muy discutido entre Confucio (v.) y Lao
Tse hacia 521 a. C.; de las pocas palabras que cruzaron entre ellos, se deduce
que los dos sabios no hablaban el mismo lenguaje. Entre Confucio, investigador
en ciencia social y renovador de los ritos y tradiciones chinas para educar a
los hombres, y el místico del Tao no había diálogo. Lao Tse aconsejó a Confucio
que dejase de predicar las virtudes sociales artificiales cuando faltaba la
virtud fundamental del Tao (el «camino»). Este diálogo puede ser legendario y
reflejar la rivalidad que siempre existió entre las dos escuelas en China; el
confucianismo, orientado hacia este mundo al que quiere mejorar y dar forma,
preocupándose de fortalecer el Estado y las formas de gobierno, y el t., más
atento a la causa primera del mundo y a buscar la salvación fuera de la
experiencia ordinaria en él.
Según cuenta la tradición, Lao Tse se esforzó en vivir como un desconocido
y en la oscuridad durante la dinastía de los Chu; cuando los vio en decadencia,
cansado del desorden del Imperio, se marchó hacia el oeste sobre un carabao azul
hasta el paso de Han-Keu. El jefe de la guarnición de la frontera, Yin Hsi, le
pidió un texto para su instrucción y el sabio entonces le entregó el famoso
tratado de 5.000 signos, el Tao-Te-King. Después desapareció en las tierras del
oeste del Pó-Yul o Tibet y nunca más se oyó hablar de él.
La historicidad de estos hechos es dudosa, como todo lo relacionado con
esté personaje. Según dice también la tradición, tuvo un hijo llamado Tsung que
fue general en el reino de Wei (v.) y obtuvo un feudo en Tuan-Kan; el hijo de
Tsung se llamó Kung y el nieto, Hia, tuvo un cargo bajo el emperador Hiao-wen Ti
de los Han (v.). Sse-ma Ts'ien acaba su nota biográfica diciendo que «los que
estudian la doctrina de Lao Tse la ponen por encima de la de los letrados; sin
embargo, estos últimos prefieren la de Confucio. Los principios de las dos
escuelas son distintos y no es posible que haya un acuerdo entre ellas; según
Lao Tse, si el soberano practica el no-obrar, el pueblo se convierte; si queda
en una quietud absoluta, el pueblo se rectifica a sí mismo».
2. Doctrina de Lao Tse y de los primeros taoístas. Se atribuye, pues, a
Lao Tse el Tao-Te-King, «el libro (clásico) del Tao y su Virtud». Tao es ya por
sí mismo un ideograma chino difícil de traducir; tiene sentido de camino y está
compuesto por los signos: cabeza y marchar (una cabeza que avanza por un
camino). Su doctrina, más que una religión, es una especulación filosófica
acerca de la causa primera y de su acción en el mundo. En el libro primero se
dice que «el Tao que puede ser expresado no es el Tao eterno», porque «sin
nombre (el Tao) es principio; y con nombre (el Tao) es la Madre de los diez mil
seres». El Tao es indeterminado, solitario, silencioso (25); es forma sin forma,
figura sin figura (14 y 21), virtud que no actúa (38), gran plenitud en
apariencia vacía, de inagotable eficacia (45). C. Elorduy, S. J., escribe que
esto «expresa la trascendencia inefable de Dios», ya que «ningún atributo puede
abarcar la inagotable polivalencia del Ser». En todo caso parece que Lao Tse se
aproximó mucho al monoteísmo, al decir que el Tao existía ya antes que el mundo,
que es espiritual y productor del universo; aunque no queda claro si se trata de
una creación o de un desarrollo (es decir, puede entenderse como un teísmo, v.,
o como un panteísmo, v.).
Cuando el Tao está en su primer aspecto «es no sólo innominable, sino
imperceptible, incomprensible e inefable». El Te del Tao es la virtud del Ser;
no actúa, pero es eficiente en su inoperancia, parece querer decir que el Tao no
obra por pasión o egoísmo, sino altruistamente, de modo amoroso y espontáneo. El
Tao y el Te son la misma cosa, puesto que el Te no es una entidad distinta del
Tao. El Tao, en su reposo trascendente, es activo y produce todo el universo:
del Tao nace el Uno; del Uno nace el Dos; del Dos nace el Tres; del Tres nacen
los diez mil seres (42); en el t. el universo está construido por los números
como en los pitagóricos; el Tao es Padre y Madre a la vez.
Lao Tse describe al hombre perfecto, santo, sabio; su primera virtud es
imitar la conducta del Tao; tiene que ser humilde, modesto, sin ambición; su
regla principal es el wu wei: no actuar, no intervenir, dejar a las cosas seguir
su curso natural porque la naturaleza, en el t., es divina, la madre de todo y
de todos. Lao Tse no se preocupa de política como Confucio, que buscaba la
formación de sabios y hombres perfectos destinados a ocupar un puesto de
ministro o de consejero cerca del soberano; el ideal humano del t. es el de no
intervenir, con el desinterés y ausencia de deseos.
El mejor gobierno es el ejemplo de la personalidad moral del gobernante;
es aquel en el que el pueblo no advierte estar gobernado, el que cree hacer su
voluntad (17). Es imitar al Tao con su inoperancia omnipotente, lo que es ya
honrar al Tao y el secreto de ganarse el mundo (57). La ética de Lao Tse es
individualista, no se preocupa de las virtudes sociales y subjetivas; lo malo es
lo artificial, lo cultivado, lo que deforma el Tao; hay que volver a la
inocencia y sencillez primitiva, seguir la Virtud, el Te, del Tao, única virtud
eficaz. El hombre perfecto es el que se ha identificado con el Tao. Para
conseguir el camino del Tao, hay que profundizar más en la interioridad hasta el
contacto de la totalidad cósmica.
Al lado de Lao Tse se citan a dos autores taoístas: Lie Tse, que vivió en
el principado de Cheng hacia 435350 a. C., y Chuang Tse en la misma época (hacia
335275 a. C.), quienes también permanecieron en la oscuridad y en la pobreza. Se
les considera como los padres del taoísmo. El sistema doctrinal establecido en
los escritos de estos fundadores presenta un conjunto filosófico que intenta una
explicación del universo como acabamos de ver. Pero después el t. llegó a ser
algo muy distinto.
3. Evolución histórica del taoísmo popular. La doctrina de los que se
pueden considerar fundadores del t., con el tiempo se transformó en un
naturalismo unilateral en el que aumentó la superstición. A la doctrina de Lao
Tse se mezclaron elementos mágicos y técnicas diversas (respiratorias,
gimnásticas, dietas, etc.), medios mágicos y técnicos con los que el t. popular
creía que se podía llegar a poseer el Tao. Efectivamente, debe observarse que
este movimiento místico o más bien pseudomístico, anti-confucianista, nació y se
desarrolló en los medios de los sacerdotes mágicos, los chamanes (v.) de Asia,
los fang shih, grandes expertos en astrología, geomancia y fórmulas mágicas para
el pueblo chino; pronto la doctrina metafísica del t. y sus aspiraciones e
ideales morales se encontraron sumergidos en una literatura de alquimia y magia.
Bajo influjo de conceptos budistas e hinduistas, por otra parte, el t. introdujo
también una idea de salvación con sanciones y recompensas.
El t. como una gran religión de China nació a principios de nuestra era
con los esfuerzos de Chang Tao-ling (s. I o II d. C.), que fundó muchos
monasterios taoístas tanto femeninos como masculinos y fue el primero de la
sucesión de los «Preceptores Celestes»; sus descendientes obtuvieron del
emperador unas tierras en la provincia del Kuangsi, que se transformaron en una
especie de Estado taoísta hasta 1927, fecha en que fue suprimido por el
gobierno. El jefe taoísta de este grupo era T'ien-shih, el «Maestro del Cielo»,
y siempre ocupaba este puesto un miembro de la misma familia. La obra de Chang
Tao-ling continuó, en el s. III, con la de Wei Po-yang, quien, en su Ts'an-t'ung-k'¡
(La Interpenetración Unificada y Armonizada), libro fundamental de magia y
alquimia, intentó unificar las dos corrientes entonces existentes: la filosofía
de los primeros taoístas y las prácticas de los sacerdotes-magos para alargar la
vida humana, lograr la inmortalidad y descubrir el oro alquímico.
En el s. IV, Ko Hung (Pao-p'u Tze) elaboró las técnicas de la alquimia
basada sobre el yin y el yang. Entonces empezó un rápido declive del taoísmo. En
el s. XII d. C., surgieron dos escuelas, la del sur y la del norte; la del sur
fue fundada por Wang She durante la dinastía Kin (1115-1234) y se proponía
ayudar a la naturaleza humana mediante la medicina, la alquimia interna, el yoga
(v.); mientras que la del norte, fundada por Liu Ha¡-ch'an en la dinastía Luo
(907-1125), utilizaba para los mismos fines el hechizo, la magia, los talismanes
y las prácticas mágicas.
El t. se ocupó mucho también de política; la forma secreta y esotérica de
las sectas taoístas permitió la creación de grupos políticos muy activos y
escondidos que derribaron a veces el poder establecido. Este aspecto político
del t. se estudia en la historia religiosa de China (v. CHINA IV-VI). En el s.
XII aparecieron tres escuelas taoístas, a la vez religiosas y nacionalistas, y
que sirvieron a la dinastía Song (v.) del sur contra las invasiones extranjeras
del norte de China. Estas tres escuelas se llamaron Ch'üan-chen (Pureza
Completa), Ta-tao (El Gran Camino) y T'ai-i (Gran Unidad). Tenían fines
eremíticos con prácticas ascéticas y mágicas.
Dos de ellas existían todavía a la víspera de la revolución comunista: En
el sur la secta Chang-i (la Verdadera Unidad), al sur del río Yang-tse-Kiang,
continuadora y heredera de la vieja secta taoísta de Chang Taoling, citada más
arriba; sus miembros vivían en familia, eran vegetarianos y ejecutaban ciertas
ceremonias con hechizos y fórmulas mágicas. En el norte se encontraba la secta
Ch'üan-chen (la Pureza Completa), fundada por K'iu Ch'ang-ch'un (s. XIII), que
residió en el templo taoísta de la Nube Blanca en Pekín. Predicaba prácticas de
ascetismo y cultivaba la medicina; los seguidores todos eran sacerdotes taoístas
regulares y vivían en monasterios, llevando las vestiduras taoístas en todo
tiempo, al contrario de los del sur. Ambas sectas han sido suprimidas y los tao-she,
monjes y laicos, expulsados y secularizados por los comunistas.
4. Decadencia e influjos. Se puede decir que desde el s. V d. C., el t.
llegó a ser más bien una escuela de magia, de ocultismo y de prácticas secretas
de alquimia, que un centro de filosofía. No pueden reconocerse las ideas de Lao
Tse en las fórmulas mágicas de la abundante literatura taoísta. El t. decayó
además por su falta de jefatura; durante el pasado milenio no ha habido ningún
sacerdote, filósofo o maestro taoísta de relieve. Declinó también por su falta
de adaptación al mundo moderno, la perpetuación de las supersticiones y la
búsqueda de riquezas y de bienes. Todas las tradiciones populares de magia, de
alquimia, de los dioses de la lluvia y de los magos que dominaban los espíritus
malignos no podían resistir el impacto de los acontecimientos políticos que han
sacudido a China.
Si las costumbres de los tao-she de las aldeas han desaparecido con su
magia grosera y sus hechizos primitivos, queda, sin embargo, en la historia del
pensamiento asiático el fondo filosófico de la doctrina taoísta del Tao-TeKing,
su espiritualidad aunque con cierta tendencia a un misticismo panteísta, su
exaltación del naturalismo y de la sencillez, su cultivo de la calma interior,
del K'i, esta vitalidad rítmica que ha sido gran fuente de inspiración en el
arte chino, bien sea la pintura o la poesía.
Basta recordar la popularidad casi milenaria de los ocho Inmortales
taoístas que representaban a todas las clases humanas, seres espirituales que
habitaban el Reino de la Gran Pureza y erraban por el mundo con formas diversas
para eliminar el mal y fomentar el bien. Su conexión con el arte y la religión
populares fue muy duradera (v. CHINA IX-X). El concepto taoísta de la vida se
encuentra en las obras antiguas sobre el arte de la pintura, en el Ku-Hua-P'ing-Lu
del gran artista chino Sie Ho (479-502). No se puede olvidar que el arte taoísta
chino, con su intuición estética creadora de formas simbólicas, ha influido
sobre la pintura Zen (v.) del Japón. La pintura paisajista apareció ya muy
desarrollada desde laépoca de los Tang (v.; 618-906) y confirma esta comprensión
intuitiva de la naturaleza, esta búsqueda del orden escondido del universo, lo
que es propiamente taoísta. La pintura china Song a partir del s. x se convirtió
en una metafísica religiosa, un arte hierático. Quizá es ahí donde hay que
buscar la expresión más profunda y más religiosa del taoísmo.
V. t.: CHINA VI; LAO TSE; BUDA Y BUDISMO; CONFUCIO Y CONFUCIANISMO.
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J. ROGER RIVIÉRE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991