Santos, Fiesta de Todos los
 

Desde el s. II se encuentran claros indicios del culto a los mártires (v.) de la fe cristiana. Pronto, y especialmente a partir de la paz de la Iglesia, se sintió en todas partes la necesidad de conmemorar a todos los que habían derramado la sangre por Cristo en las persecuciones: conocidos y desconocidos quorum nomina Deus scit. La fiesta de todos los mártires, según S. Juan Crisóstomo, se celebraba el primer domingo después de Pentecostés; un calendario sirio del a. 412 la señala en la semana pascual; en Edesa, en cambio, según consta por un himno de S. Efrén, se celebraba el 13 de mayo, día conservado en la Iglesia bizantina. El primer domingo de Pentecostés lleva en el Leccionario romano de Würzburg (s. VI): Dominica in natale sanctorum; sin embargo, en Occidente prevaleció la fecha del 13 de mayo que los calendarios ítalo-griegos denominan Festum omnium sanctorum. ¿Fue esto lo que impulsó a Bonifacio IV a consagrar el 13 de mayo del año 610 el Pantheon de Roma en honor de la Virgen y de todos los mártires? En todo caso la conmemoración anual de esta consagración está en el origen de la fiesta de Todos los Santos.

Es difícil precisar cuándo esta fiesta de todos los mártires se trasladó al primero de noviembre, cambiando su denominación por fiesta de Todos los Santos. Los irlandeses celebraban en el s. IX una fiesta a todos los Santos de Europa, pero no el 1 de noviembre sino el 20 de abril. El más antiguo testimonio del l° de noviembre es el calendario de York (800), y su principal impulsor es Alcuino (v.), que quería que la fiesta fuera preparada con un triduo de ayuno, plegaria y limosna. Según el Martirologio de Adón, Luis el Piadoso (835?), a instancias de Gregorio IV, había prescrito esta fiesta para todo el imperio. A finales del s. IX, la fiesta y su vigilia se hallan bien establecidas. Sixto IV (1471-84) le instituyó una octava.
La liturgia de la fiesta introduce en la Jerusalén celestial; allí, ante el trono de Dios, con María y todos los coros de ángeles se encuentran todos los santos (V. CIELO III, 4A), la pléyade innumerable de almas justas (cfr. Epístola; Apc 7,2-14); y los que vivimos en este mundo, siguiendo el camino de las bienaventuranzas (Evangelio; Mt 5,1-12), participamos en la esperanza de los gozos eternos. La segunda lectura, antes del Evangelio, añadida en el Misal de 1970, recuerda que «siendo ahora hijos de Dios... le veremos tal cual es» (1 lo 3,1-13). Esta fiesta de Todos los Santos, que se celebra el 1° noviembre al menos desde el s. IX, es la fiesta de la gran familia de todos los redimidos (V. SANTIDAD IV; AÑO LITÚRGICO).


A. MARÍA FRANQUESA.


BIBL.: M. RIGHETTI, Historia de la liturgia, I, Madrid 1956, 964-968; J. PASCHER, El año litúrgico, Madrid 1965, 760-771; fD, Año cristiano, Madrid 1959, 257-265; Vies des Saints par les RR. PP. Bénédictins de Paris, v. 11, nov., París 1954, 16-22; DACL 15,2679-2682; P. PIACENZA, De /esto omnium sanctorum, Ephemerides Liturgicae» (1909) 526-543 y 695-711.
 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991