RELATIVISMO I. FILOSOFÍA.
1. Noción y clases. El r. es una errónea doctrina gnoseológica (V. GNOSEOLOGíA)
según la cual no puede darse ninguna verdad absoluta, universal y necesaria,
sino que la verdad hay que concebirla en virtud de un conjunto de elementos
condicionantes que la harían particular y mutable. La verdad (v.), como
propiedad del juicio (v.), habría que considerarla como una mera función, algo
que dependería intrínsecamente en su validez de una variable a la que estaría
condicionada. Del mismo modo que en el campo matemático carece de sentido
cuestionarse por el valor absoluto de una variable dependiente dentro de una
función, ya que dicho valor está condicionado por el que tome la variable
independiente, de forma semejante, para el r., no tiene sentido preguntarse si
el juicio S es P es verdadero con carácter universal y necesario, puesto que la
verdad o falsedad de ese juicio sería una variable dependiente de ciertos
elementos condicionantes, de manera que dados unos determinados elementos podrá
ser verdadero, dados otros distintos podrá ser falso. La verdad asume así un
carácter relativo. Y en esto radica la diferencia fundamental entre r. y
escepticismo (v.). Para este último, la verdad absoluta existe, mas el hombre,
por la deficiencia de sus facultades cognoscitivas, se ve en laimposibilidad de
alcanzarla (v. t. PROBABILIDAD Y PROBABILISMO).
El escepticismo se basa en una hipovaloración de la razón (v.) o
entendimiento (v.) humano. Por el contrario, el r. no valora en menos el
intelecto humano; pero piensa que su misma estructura, así como la de la
realidad (v.), da lugar, indefectiblemente, a que el conocimiento (v.) no pueda
revestirse de universalidad y necesidad, y a que quede siempre anclado en el
seno de unos datos condicionantes siempre diversos y cambiantes. Si la verdad es
algo condicionado como función de un elemento condicionante, según la naturaleza
que se asigne a este último surgen diversos tipos de relatividad, diversas
variables independientes de las que será función la verdad. Y, por tanto,
diferentes tipos de r. Sistematizando las formas que históricamente ha adoptado
el r. se pueden distinguir las siguientes: individualista, antropológico,
cultural, sociológico y racista. Todos ellos tienen sus respectivas
repercusiones en lo jurídico (v. II) y en lo moral (v. SITUACIÓN, ÉTICA DE).
2. Relativismo individualista. Es aquella forma de r. para la que el
elemento condicionante de la verdad del juicio sería el sujeto cognoscente
individual, es decir, todos y cada uno de los hombres. El juicio S es P puede
ser verdadero para Juan, pero no para Pedro o Antonio. La estructura de cada
sujeto humano determinaría la verdad del juicio. Este tipo de r. es el que se
atribuye generalmente a Protágoras (v.). Su famosa tesis el hombre es la medida
de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en
cuanto que no son (Sexto Empírico, Hipotiposis pirronicas, 1,216) se ha
interpretado tradicionalmente, ya desde Platón y Aristóteles, como la más cruda
formulación de un r, individualista. Platón escribe a este respecto: «.,. como
decía Protágoras al afirmar que el hombre es la medida de todas las cosas; así,
en consecuencia, como a mí me parece que son las cosas, tales son para mí; y,
como a ti te parecen, tales son para ti» (Cratilo, 3850. Y de esto derivaría la
existencia de una pluralidad de verdades, dado que entre los diversos hombres no
hay unidad, sino una pluralidad diferenciada casi infinita: «Yo (Protágoras)
afirmo que la verdad es como he escrito, que cada uno de nosotros es medida de
lo que es y de lo que no es. Y que la diferencia de uno a otro es infinita, ya
que para uno se manifiestan y son unas cosas, y para otro otras diferentes» (Teeteto,
166d).
La raíz de este r. en función de cada individuo ha sido claramente
percibida por Sexto Empírico en el análisis que hace de la tesis del homo
mensura. Para Protágoras la materia (v.), la única forma de ser posible, es algo
fluyente, constantemente mutable. Al presentarse la realidad como algo en
constante cambio y al estar comprendidos dentro de esa realidad tanto los
objetos conocidos como el sujeto cognoscente, es consecuencia ineludible que no
pueda admitirse nada universal y necesario y en esa nada hay que incluir el
conocimiento. La sensación se transforma sin cesar, ya por razón del objeto
sentido, ya por razón del sujeto que. siente. El ser es conocido por los sujetos
según sus diferencias individuales. Si el conocimiento es la conjunción del
sujeto con el objeto, es preciso admitir que si tanto el primero como el segundo
son cambiantes su producto tendrá también que serlo. De ahí que no se vea cómo
el conocimiento (v.) pueda alcanzar los caracteres de universalidad y necesidad,
sino que se considere como algo individualizado en cada uno de los hombres y sin
que pueda darse entre ellos ninguna comunidad cognoscitiva (v. INDIVIDUO;
HOMBRE; PERSONA).
3. Relativismo antropológico. El factor condicionante de la verdad del
juicio no sería el hombre individual, como en el caso anterior, sino el hombre
en cuanto especie. La especie humana goza de unas determinadas estructuras
mentales, en virtud de las cuales capta la realidad de un modo exclusivo y
determinado. Pero ello no es obstáculo para que, supuesta la existencia de otros
seres inteligentes con una estructura cognoscitiva distinta, el juicio verdadero
para nosotros no lo fuera para ellos. Se trata, pues, de un r. menos radical que
el anterior, pero también erróneo, puesto que se considera al hombre como
productor o creador de la verdad, y no como descubridor de la misma; es el error
típico del idealismo (v.), que identifica ser con pensar, y en este sentido es
también un racionalismo (v.). Este tipo de r. ha sido atribuido también a
Protágoras, dando una interpretación distinta de la platónico-aristotélica al
ánthropos (hombre) del horno mensura. Dicho término, en opinión de Goethe y
Gomperz, designaría, no el individuo, sino la especie. En este sentido dice el
segundo de los autores citados: «El hombre que aparece como opuesto a la
totalidad de las cosas no puede ser el individuo, sino únicamente el hombre en
general. Es evidente que ésta es la significación más lógica, la que adoptaría
cualquier lector carente de prejuicios... El hombre, es decir, la naturaleza
humana, es la medida de la existencia de las cosas» (Griechische Denker, Leipzig
1931, 1,478).
En esta forma de r. habría que situar también a Kant (v.) y su teoría de
las formas a priori, de ser cierta la interpretación psicologista del kantismo
mantenida por Fries (interpretación que, desde los estudios de Cohen y Riehl, ha
sido abandonada).
4. Relativismo cultural. El factor condicionante de la verdad del juicio
sería la cultura histórica. De clara raíz historicista (v. HISTORICISMO), ha
sido defendida esta teoría por Ostwald Spengler (v.) en su conocida obra Der
Untergang des Abendlandes (La decadencia de Occidente, Madrid 1934). En ella
intenta bosquejar una morfología de la historia universal (Umrisse einer
Morphologie der Weltgeschiclite). La unidad histórica sería la cultura, un ente
encerrado en sí mismo, con vida propia, al que pueden aplicarse las categorías
biológicas de nacimiento, muerte, juventud, vejez. La historia de la Humanidad
sería la historia de una pluralidad de culturas: china, hindú, egipcia,
babilónica, greco-romana, árabe, americana, occidental. Cada cultura realiza una
valoración de lo real, y esta valoración sería distinta en cada una de ellas.
Cada cultura tendría un alma, un modo de comprender el Cosmos, irreductible al
alma de las demás. Este alma sería el fundamento que marca el sentido y el
destino de cada cultura. Ella crea los valores, dándoles una ordenación
jerárquica. Y ninguna de las culturas puede aspirar a que su valoración sea
absoluta, universalmente válida. «He aquí lo que falta al pensador occidental...
la comprensión de que sus conclusiones tienen un carácter histórico-relativo, de
que no son sino la expresión de un modo de ser singular y sólo de él ... no sabe
que sus verdades inconmovibles, sus verdades eternas son verdaderas sólo para él
y son eternas sólo para su propia visión del mundo» (o. c., Intr., 8) (aspectos
críticos de todo esto pueden verse en MODERNA, EDAD III, 1-2).
Para este idealismo historicista el alma de cada cultura es su forma y
forma dat esse re¿ Incluso la Matemática estaría sometida a este r. de la
cultura: «Hay que mencionar aquí la diferencia que existe entre la matemática
antigua y la matemática occidental... El antiguo pensar numérico concibe las
cosas como son, como magnitudes, ajenas al tiempo, en puro presente. Esto
conduce a lageometría euclidiana, a la estática matemática... Nosotros, en
cambio, concebimos las cosas según devienen y se comportan, es decir, como
funciones. Esto nos ha conducido a la dinámica, a la geometría analítica y, de
aquí, al cálculo diferencial» (ib_ 5). No es esto nada extraño para este r.
historicista, ya que según él todas las manifestaciones de una cultura son
producto de su modo de concebir el Universo y, por derivarse de una misma
fuente, todas ellas están íntimamente ligadas entre sí. En cada cultura su
religión, su ética, su estructura económica, su organización política, su saber
científico y filosófico, formarían un todo indisoluble y válido exclusivamente
para ella: «¿Quién sabe que existe una profunda conexión formal entre el cálculo
diferencial y el principio dinástico del Estado en la época de Luis XIV; o entre
la antigua forma política de la pólis y la geometría euclidiana; o entre la
perspectiva del espacio en la pintura occidental y la superación del espacio por
el ferrocarril, teléfono y armamentos; o entre la música instrumental
contrapuntística y el sistema económico de crédito?» (ib., 3). Con estas
formulaciones tan radicales y evidentemente deformadoras de la realidad,
Spengler defenderá un r. extendido a todas las manifestaciones del saber humano,
incluso a aquellas tradicionalmente reconocidas como las más estables y de
indiscutible universalidad.
5. Relativismo sociológico. El factor condicionante de la verdad del
juicio sería el grupo social. Esta forma de r. ha sido creada y defendida
insistentemente por Émile Durkheim (v.) y la escuela sociológica por él fundada.
En De la division du travail social y Les régles de la méthode sociologique, el
pensador francés expone cómo la sociedad es, según él, el elemento determinante
de todo conocimiento. La característica del fenómeno social y lo que constituye
su esencia sería la coacción, la presión que la sociedad (v.) ejerce sobre los
individuos que la integran. El grupo social presiona, según Durkheim, de modo
irresistible e inconsciente sobre sus miembros, imponiéndoles normas de conducta
y criterios de valoración. Esta coacción no se siente cuando el individuo acepta
y cumple con las normas sociales y, por ello, cae en la ilusión de creer que es
él mismo el que, espontánea y voluntariamente, se las impone. La fuerza de la
presión social únicamente se pone de manifiesto al infringirse dichas normas.
Para Durkheim, es a4go análogo a lo que acontece con la corriente de un río,
cuya potencia no se percibe por aquel que nada en el mismo sentido, pero que
aparece en todo su vigor cuando vamos en sentido contrario. Aunque en la
realidad algo hay de todo eso, son evidentes las exageraciones y deformaciones:
El individuo recibiría de la sociedad todo su mundo mental; el mundo ideológico
del individuo sería el reflejo de la sociedad en que vive; la verdadero y lo
falso, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, toda la gama axiológica, serían
determinados en cuanto tales por el grupo social, y el individuo se limitaría a
recibirlos pasivamente; se considera la sociedad como anterior al hombre y a la
persona (cuando en realidad la persona, v., es primera y en principio
determinante).
Alfred Vierkandt (Der irrationale Charakter unserer Wertbildungen,
Religion und Geisteskultur) ha sostenido que el individuo es una materia informe
que recibe toda determinación, toda estructura formal y todo criterio
axiológico, de la sociedad. Y, a pluralidad de grupos sociales, corresponde una
pluralidad de factores condicionantes, sin que ninguno de ellos pueda, de una
manera legítima y fundamentada, recabar para sí la supremacía sobre los demás.
El r. característico del conocimiento humano aparece así determinado por la
pluralidad de grupos sociales, específicamente diversos, que condicionan la
actividad cognoscitiva de los individuos que los forman. Pero, como se ve, este
pluralismo, por ser de base y consecuencias relativistas, es algo muy endeble,
sin gran consistencia (v. PLURALISMO).
6. Relativismo racista. La raza (v.) sería el factor condicionante de la
verdad del juicio. Esta forma de r. ha sido defendida por el nazismo en general
y de un modo particular por su teórico Alfred Rosenberg en Der Mythus des 20
Jahrhunderts. Toda manifestación cultural estaría determinada por la raza, que
no hay que confundir con el grupo social, ya que una misma sociedad puede de
hecho estar integrada por diversas razas. La filosofía, la ciencia, la moral, la
religión, el arte serían la expresión de la raza, que en ellas plasma su fuerza
vital (V. NACIONALSOCIALISMO; RACISMO). La raza sería el principio creador y el
elemento condicionante de toda producción cultural, a la que habrá que valorar
positivamente, si se trata de una raza superior, o negativamente, en los casos
de las razas inferiores. Así, no habría nunca una verdad única, igual que no hay
una raza única; habría sólo una verdad aria, otra eslava, otra judía, etc.
7. Crítica general del relativismo. La crítica más esencial que se puede
formular al r., además de otras de carácter extrínseco como sería la
demostración de la existencia de una verdad absoluta, de evidencias universales,
CtC. (V., P. Cj., PRINCIPIO; INTELIGENCIA; VERDAD), está en que todo r. implica
una contradicción intrínseca. Al mantenerse que ningún juicio goza de la
propiedad de ser verdadero en sentido absoluto y que toda verdad es relativa
surge, como consecuencia ineludible, que el juicio toda verdad es relativa
tampoco puede tener carácter de validez absoluta, lo que destruye, con sus
propias armas, al r. Si, dado un cierto factor condicionante, se admite como
verdad que toda verdad es relativa, puesto otro factor distinto habrá que
admitir como verdadero que toda verdad es absoluta, lo que es una contradicción
con la tesis fundamental del r.
Aparte de esta inconsistencia general del r., la crítica del r. sería
parecida a la del escepticismo (v.) y subjetivismo (v.); para otros aspectos
particulares,
V. t. ENTENDIMIENTO; INTELIGENCIA; RAZÓN; CONOCIMIENTO; ERROR; CERTEZA;
EVIDENCIA; DUDA; PROBABILIDAD; PRINCIPIO; CtC.
BIBL.: A. ALIOTTA, Relativismo, en Enciclopedia filosofica, V, 2 ed. Florencia, col. 638-648; A. METZGER, Phdnornenologie und Metaphysik des Problems des Relatiuismus und seiner Ueberwindung, Halle 1933; H. SPIEGELBERG, Antirelativismus, Zurich 1935; J. THYSSEN, Der philosophische Relatiuismus, Bonn, 1941; E. WENTSCHER, Relative oder absolute Wahrheit, Munich 1941; E. MAY, Ain Abgrund des Relatiuismus, 3 ed. Berlín 1943; H. WEIN, Das Probleni des Relatiuismus, Berlín 1950; S. DEPLOIGE, Le conflit de la ntorale et de la sociologie, París 1923; H. J. SCHOEPS, Vorlaufer Spengler's, Leiden 1953; W. HOFER, El nazismo, 2 ed. México 1966; E. HUSSERL, Investigaciones lógicas, 2 ed. Madrid 1967.
J. BARRIO GUTIÉRREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991