NEWMAN, JOHN HENRY


Cardenal y teólogo inglés, el más famoso de los conversos al catolicismo en la Inglaterra victoriana. Nació en Londres en 1801, se matriculó en Oxford en 1816, donde unos años más tarde llegaría a ser conocido como profesor y preceptor de Oriel College y rector de Santa María, la capilla universitaria. Luego sería conocido como líder del movimiento de Oxford (v.) acercándose progresivamente a la Iglesia católica, a la que se adhirió en 1845. Se ordenó sacerdote, fundó la congregación de los oratorianos de San Felipe Neri de Inglaterra, y fue designado cardenal en 1879, once años antes de su muerte.
      La primera conversión de N., a la edad de 15 años, lo fue al evangelismo, un movimiento que empezó en la Iglesia de Inglaterra bajo el liderazgo de John Wesley (v.). Era una corriente religiosa que se difundió mediante un activo apostolado y predicación de la palabra, cuyos miembros tendían a un liberalismo (v.) en sus creencias. Al final de la década de los veinte, observamos una inversión de opiniones en el pensamiento de N., debida al descubrimiento de la importancia del llamado principio sacramental (la doctrina consistente en que las cosas materiales y visibles pueden ser figura e imagen de realidades invisibles), y de las trágicas consecuencias que el liberalismo podría aportar al futuro del anglicanismo.
      Desde 1830, vio N. claramente que tenía que hacer «una obra», que consistía en defender el dogma contra el liberalismo amenazador, y desarrollar una teología estable dentro del anglicanismo. Como gran admirador, que era de la primitiva cristiandad, y de los Padres de la Iglesia, deseaba llevar por esos senderos su estudio. Un fruto de sus investigaciones patrísticas fue su obra sobre Los Arrianos en el siglo IV, publicada en 1833. Durante este periodo desarrolló su teoría de la naturaleza tripartita de la Iglesia Universal, que tendría como ramas la comunión oriental, la católica latina y la anglicana, cada una de las cuales, según la mencionada teoría, conservaría una parte de la verdad. La verdadera unidad de la Iglesia sería más un concepto que una realidad, y la verdad tenía que buscarse en una vía media. Esta teoría fue ampliamente desenvuelta en una obra titulada La Misión profética de la Iglesia, considerada en relación con el Romanismo y el Protestantismo popular (1836). Al principio N. había pensado y esperado que esa vía media fuera representada en la Cristiandad por el anglicanismo, pero de forma progresiva se dio cuenta que no era así.
      Esta doctrina era central dentro del movimiento de Oxford, del cual N. era reconocido líder; él fue el autor de la gran mayoría de los Tratados para el tiempo presente (1834-41), órgano del movimiento. Por esa época llegó a ser bastante conocido, sobre todo por sus sermones semanales desde el púlpito de Santa María, que eran escuchados por algunas de las personas más influyentes del movimiento. La mayoría de ellos fueron publicados bajo el título de Homilías parroquiales (1836-42). N. fue primero, y antes que nada, un pastor de almas, de tal forma que toda su teología tiene un sentido práctico y fue de hecho elaborada como resultado de alguna necesidad pastoral.
      El hecho de que la vía media tuviera una existencia ideal más que real fue un motivo siempre de preocupación para N. Sus estudios le llevaron a la duda cuando en 1839 empezó a descubrir un paralelismo entre los monofisitas (v.) y los anglicanos. Puesto que aceptaba el Conc. de Calcedonia, los monofisitas eran herejes; pero para N. era difícil ver cómo pudieran ser herejes sin que los anglicanos también lo fueran. En el mismo año, un artículo del cardenal Wiseman (v.) le llamó la atención, ya que asemejaba los anglicanos a los donatistas (V. DONATO Y DONATISMO). Le movieron los clamores de Roma expresados en las palabras de San Agustín: «securus iudicat orbis terrarum».
      En la Inglaterra del s. XIX había muchas barreras de índole emotiva y social para la conversión de un protestante al catolicismo. Estas dificultades se agravaban por la situación de N. como una conocida figura nacional y representante oficial del anglicanismo. Junto a esto, algunos años después de 1839 mantenía todavía ciertas reservas sobre determinadas prácticas de piedad de la Iglesia católica. Sin embargo, se puede decir que N., doctrinalmente, había llegado ya a ser católico mucho antes de su conversión oficial. Para expresar la posición doctrinal a la que había llegado, escribió un libro: Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana. Dos días después de publicar el libro fue recibido en la Iglesia católica, el 9 oct. 1845, por S. Domingo Barberi, pasionista italiano que influyó no poco en su conversión.
      La primera intención de N. fue la de permanecer como laico en la Iglesia católica, pero el cardenal Wiseman le persuadió a que se preparase para el sacerdocio, y se ordenó en Roma en 1847. Ingresó en la sociedad de los oratorianos de San Felipe Neri, y a su vuelta a Inglaterra fundó el Birmingham Oratory, donde iba a pasar el resto de su vida.
      En 1854 fue designado primer rector de la Universidad católica de Irlanda, en Dublín. A ésta corresponde su libro Naturaleza y panorama de la Educación universitaria, que vino a ser un tratado clásico en la materia. En 1864 se publicó la obra maestra de N., Apologia pro vita sua, que era una defensa de su posición como sacerdote católico y su camino hasta ese estado, en respuesta a la crítica hecha por el novelista y clérigo anglicano Charles Kingsley.
      Rodeado, como estaba, de secularización y descreimiento, N. se interesó en los problemas de fe y apologética. La gramática de asentimiento (1870) fue un intento de explicar los diferentes tipos de creencias y su relación con la razón. Ésta resultó ser su última obra, a excepción de la Carta al Duque de Norfolk, defendiendo la definición del Conc. Vaticano I (v.) acerca de la infalibilidad (v.) contra las críticas de Gladstone (v.). En el primer consistorio de su pontificado, León XIII (v.) hizo a N. cardenal (1879). Fue el reconocimiento final, del más alto nivel, a su ortodoxia, que había sido puesta en duda en ciertos ambientes de la Iglesia desde su misma conversión. Esta sospecha se resumía en la figura del cardenal Manning (v.), arzobispo de Westminster y primado de Inglaterra desde 1865. Veía a N. como un avanzado en la doctrina y rehusó dejarle volver a Oxford, e, incluso, prohibió a todo católico asistir a esa Universidad. El honor conferido por Roma probó que buena parte de los malentendidos entre él y Manning no eran sino el resultado de un conflicto de personalidades.
      Aunque el impacto de N. en la Iglesia católica y en el anglicanismo no fue pequeño en el pasado siglo, su importancia ha aumentado en el presente. Hoy está claro que tuvo visión para prever y tratar materias que están en primer plano de la discusión teológica del s. XX. Son cuestiones tales como la fe misma, la conciencia y su derecho a la libertad, el desarrollo del dogma, la eclesiología, los laicos, y el retorno a las fuentes escriturísticas y patrísticas. Por ello N. es considerado por muchos como un pilar de la renovación teológica del s. xlx, y un predecesor del Conc. Vaticano II.
     
      V. t.: OXFORD, MOVIMIENTO DE.
     
     

BIBL.: Ediciones: Collected works, 25 vol. Nueva York 18901927; Complete works, 37 vol. Westminster (Maryland) 1968; The Letters and Diaries of John Henry Newman (ed. C. S. DESSAIN), Nueva York 1961 ss.; Autobiographical Writings (ed. H. TRISTRAM), Nueva York 1957; Historia de mis ideas religiosas. Mi conversión al catolicismo (Apologia pro vita sua), 2 ed. Madrid 1940; Antología, Buenos Aires 1946; El sueño de un anciano, Madrid 1954; El asentimiento religioso, Barcelona 1960.

 

PETER BRISTOW.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991