MIGUEL DE LOS SANTOS, SAN
Trinitario español del s. XVI-XVII. De familia distinguida y sólidamente
piadosa, n. en Vich (Barcelona), el 29 sept. 1591. Fue el séptimo de ocho hijos.
M. en Valladolid .l 10 abr ?625. Beatificado por Pío VI en 1779, canonizado por
Pío IX en 1862. Su fiesta se celebra el 6 de Julio.
Retraído por temperamento, buscó desde niño la soledad y en la soledad
maduró su vocación religiosa. Quiso ingresar en los franciscanos; pero era
demasiado pequeño y rechazaron su petición. A los 12 años le reciben en
Barcelona los trinitarios (v.) calzados. Como era rigorista y exigente consigo
mismo, encontraba la regla demasiado cómoda y blanda para él. Consultó entonces
con un religioso trinitario descalzo, y el 30 sept. 1607 hizo la profesión en
Pamplona en la orden reformada; acababa de cumplir los 16 años. Pronto se reveló
como inteligente y muy aficionado al estudio, destinándosele a Salamanca, en
cuya Universidad completó su formación científica y espiritual. Posteriormente
recorre las casas de su orden en Madrid, Zaragoza, Baeza, Sevilla y Valladolid,
causando admiración su vida ejemplar. Con frecuencia recibió gracias místicas
extraordinarias -raptos y éxtasis-, lo que motivó el que ya desde entonces fuese
conocido como Miguel el Extático.
Tenía cualidades de escritor y escribió como desahogo del espíritu. Obras
suyas son: El alma y la vida unitiva, Breve tratado de la tranquilidad del alma
(octavas) y algunos opúsculos inéditos, en la línea de Las Moradas de S. Teresa
o la Subida del Monte Carmelo de S. Juan de la Cruz. Tenía 30 años cuando empezó
a dedicarse habitualmente a la predicación. Poseía aptitudes de orador, sólida
preparación y notable ascendiente entre los fieles. Pero sus éxtasis frecuentes,
aun en público, entorpecían su predicación, porque le mermaban memoria y
naturalidad, y suscitaban curiosidad y suspicacias.
No parecía llamado a tareas de gobierno, pese a lo cual, y pese a una
campaña hostil, en el Capítulo general de la Orden (1622), triunfó su
candidatura para Superior del Convento de Valladolid, que sería la última etapa
de su vida. En su nueva tarea brilló por su discreción como consejero, y su
experiencia en la dirección de las almas. Hombre con un sentido nada común de la
comprensión, sabía proponer los mandatos delicadamente para que los súbditos los
aceptaran con alegría. Cuando murió, la ciudad de Valladolid espontáneamente
demostró el alto concepto en que comúnmente era tenida la santidad de su vida.
Puede comparársele a S. Teresa de Jesús (v.) en el equilibrio envidiable de su
espíritu y su don de gentes: «sin sosiego, en quietud andar procura», escribió y
era norma de su vida. Hombre de letras, muy austero también, lleno de personales
exigencias de perfección que llevaba asimismo a la dirección de almas; conoció
la calumnia y padeció sus consecuencias, llegando como S. Juan de la Cruz a
sufrir la prisión por acusaciones de otros religiosos. En suma, es una figura de
la Contrarreforma (v.) que trabajó por reformar la Iglesia española dentro del
nuevo espíritu nacido del Concilio de Trento.
BIBL.: FRAY JOSÉ DE JESúS MARfA, Vida del venerable y extático P. Fr. Miguel de los Santos, Salamanca 1688; FRAY ANTONIO DE SANT JERONI, Vita del Beat Miquel deis Sants, Vich 1779; FRAY ANSELMO DE S. LUIS GONZAGA, Compendio de la vida de S. Miguel de los Santos, Roma 1862 (versión castellana de C. SOLER y ARQuÉs, Madrid 1862); Opúsculos (inéditos) de S. Miguel de los Santos, Roma 1915; FRAY ANGELO ROMANO DI S. TERESA, Vita e scritti mistici di S. Michele dei Santi trinitario, Isola de Liri 1925; G. DEL SACRO CUORE, Michele dei Santi, en Bibl. Sanct. 9,449-450
L. CALLEJO CALLEJO
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991