LUIS BELTRÁN (BERTRAND), SAN
Dominico valenciano, misionero, reformador y maestro de espíritus. N. en
Valencia el 1 en. 1526 y m. en la misma ciudad el 9 oct. 158l. Clemente V le
canonizó el 12 abr. 167l. Alejandro VIII lo declaró patrono principal de
Colombia en 1690. Se celebra su fiesta el 9 de octubre.
Bosquejo psicológico. Entre la multiplicidad de santos que da España a la
Iglesia durante su Siglo de Oro, L. B. es uno de los que encarnan más a lo vivo
el espíritu de la época, con sus defectos y sus virtudes. El carácter aventurero
e inconstante, pero viril y deseoso de nobles hazañas; la impetuosidad y el
arrojo; la religiosidad y el temor de Dios contrapuestos a la valentía y
temeridad con los hombres; la inquebrantable voluntad en el camino emprendido,
la rectitud en el cumplimiento del deber, fueron virtudes y defectos innegables
del santo valenciano.
Hijo de su siglo, pronto prende en él el ansia aventurera. Asiduo lector
de las vidas de los santos, quiere imitarlos. A los 16 años se escapa de su
casa, «para servir a Dios donde nadie le conozca», pero los criados de su padre
se encargan de frustrar su tentativa. Pero él no ceja en su propósito. A los
pocos meses realizó un nuevo intento, esta vez al convento de los frailes
dominicos de Valencia. Don Juan Beltrán, su padre, notario del Reino, logró del
prior que su hijo volviese al hogar que abandonó (cfr. Vidal y Micó, o. c. en
bibl., 43-45). A la tercera vez, dos años más tarde, su escapada logra éxito.
Viste el hábito dominico en el mismo convento, al que su padre acude nuevamente
con el mismo propósito que dos años antes. Mas tiene que ceder ante el tesón del
novicio, quien no cederá tampoco ante las lágrimas de su madre (ib., 55).
Con idéntica constancia y decisión cumple sus obligaciones religiosas. A
los pocos meses los más ancianos religiosos han de reconocer que aquel joven
novicio les aventaja en la práctica de la virtud y los superiores se creen en la
obligación de moderar sus ansias penitenciales (ib., 58-64). Ya sacerdote, a los
23 años, lo nombran Maestro de novicios. Pero eso no basta a su afán apostólico.
Movido por la lucha llevada a cabo en el Concilio de Trento por los teólogos
españoles contra la incipiente herejía protestante, decide estudiar teología en
Salamanca, pero hubo de seguir aún en el convento de predicadores de Valencia
con el cargo de Maestro de novicios. Aceptó, pero por poco tiempo. Cuando
llegaron misioneros en busca de voluntarios para la evangelización de las
Indias, recién descubiertas, fue el primero en ofrecerse. Partió para Sevilla y
se embarcó (1562) en la flota que le conducirá a América.
Misionero en Indias. Siete años dura su misión entre los indios que
habitaban la actual Colombia, de los que convierte a muchos millares. Como no
conocía su lengua, se sirve de un intérprete para hablarles. En cierta ocasión
advierte que los indios no reaccionan ante sus palabras. El intérprete, vendido
a los hechiceros de la tribu, tergiversa voluntariamente sus frases. Desde
entonces les habla directamente en las lenguas castellana y valenciana, y se
opera el milagro de que le entiendan todos (Proceso de canonización, 997 r, 2368
r, 2331 v). Por dos veces lo envenenan y otras cuatro están a punto de acabar
con él. Sin cobrar temor, L. B. destruye los ídolos y quema los bohíos o chozas
que les sirven de templos.
Recorrió larguísimas distancias y llevó a cabo muchas labores en los pocos
años que duró su misión. Muchos pueblos de la actual Colombia conservan el
recuerdo de su paso y la República colombiana lo venera como patrón principal.
Deseaba vivamente el martirio, pero no era ése su destino. Volvió a Valencia, y
allí realizó hasta su muerte un continuado trabajo apostólico.
Cargos desempeñados. Fue nombrado siete veces Maestro de novicios,
quehacer principal de su vida. Centenares de jóvenes pasan por su noviciado, de
tal forma que sus discípulos llegarán a formar escuela, que se conoce con el
nombre de Escuela espiritual de S. Luis Beltrán. Muchos de aquellos novicios
tienen introducida la causa de beatificación, y la Orden de Predicadores,
reconociendo esta labor, le ha declarado patrono de sus noviciados. Ocupó toda
su vida cargos de responsabilidad. Fue tres veces prior en distintos conventos.
Procuró en ellos implantar la reforma que la Iglesia propugnaba y que Trento
consolidó. L. B. gozó de una gran penetración de espíritus. Personas de todas
las clases sociales, pero de modo especial las constituidas en dignidad o que
desempeñaban algún cargo público, acudían a él como a hombre prudente, discreto
y sabio. Buscaron su dirección espiritual o sus consejos los principales
personajes de la ciudad: el patriarca S. Juan de Ribera (v.), de quien fue
confesor; el virrey don Manrique de Lara, muchos caballeros de la Corte y del
Consejo Real, oidores y letrados, magistrados e inquisidores, seguros de
encontrar en él orientación en sus problemas y dificultades. Y no sólo en
Valencia. Desde Ávila S. Teresa (v.) le escribe pidiendo su parecer antes de
comenzar la reforma del Carmelo. Felipe II (v.) se aconseja de él en la
intrincada cuestión de la expulsión de los moriscos, y la Inquisición le ruega
su asesoramiento sobre los brotes del iluminismo (v.), que había hecho su
aparición en el Levante español.
Sin embargo, se da una paradoja en su vida. Quien con tanta seguridad
sabía dirigir y aconsejar a los demás, para él era todo temor e inseguridad. Se
confesaba tres y cuatro veces diarias, le atormentaban los escrúpulos, le
asaltaba la tentación de pasar a religión más estrecha; todas estas dificultades
las venció y forjaron en él su fuerte carácter y su alto grado de santidad.
V. t.: DOMINICOS I, 4.
BIBL.: Proceso de canonización de S. Luis Bertrán, Archivo del Real Convento de Predicadores, Valencia, ms. 73; V. l. ANTIST, Verdadera relación de la vida y muerte del Padre Fray Luis Bertrán, Valencia 1582 (el autor fue novicio del santo y su primer biógrafo. Su obra tuvo varias reimpresiones. Está traducida al latín en Acta Sanct., 14 oct., 5,305-366); F. VIDAL Y Mlcó, Historia de la prodigiosa vida de S. Luis Bertrán, Valencia 1743 (obra muy importante por el manejo que se hace del proceso de canonización del S. y de otras fuentes, así como de las biografías anteriores); WILBERFORCE, Lije o/ S. Lewis Bertrand, Londres 1882; R. ROBRES y A. CARDINALE, Luigi Bertrand, en Bibl. Sanct., 8, 342-348.
V. GALDUF BLASCO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991